"Si las páginas de este libro consienten algún verso feliz, perdóneme el lector la descortesía de haberlo usurpado yo, previamente. Nuestras nadas poco difieren; es trivial y fortuita la circunstancia de que seas tu el lector de estos ejercicios, y yo su redactor" Jorge Luis Borges
miércoles, 10 de noviembre de 2010
Tercer juego real y segundo viaje fantástico
(*)
En realidad, el tercer Parrafus, tras el cuento de Mujica Lainez y la obra de Shakespeare, fue un Ininterruptus. Luego llegaría la poesía de Miguel Hernández y el record de López Motta.
Pareciera que en la noche en que iba a develarnos en carne y hueso a un autor incógnito (Luis Benítez), Hugo se propuso reemplazar a aquel con otro Ininterruptus. Porque, ¿creen que alguien podía reconocer “Nocturno”, de Kazuo Ishiguro? ¡Por dios y la virgen!
Es verdad que, antes de esa lectura, nuestro conductor preguntó al público si quería seguir jugando con Cuento o Novela. Alguien dijo Cuento, y entonces fue el “Nocturno”. Pero, ¿alguien hubiera ganado con la novela “Los inconsolables”? ¡Me caigo y me levanto!
Ishiguro creo que es el autor de la novela en la que se basó la película aquella “Lo que queda del día”, donde Anthony Hopkins hace de un sirviente de la nobleza inglesa. Es uno de esos autores con ascendencia asiática que triunfaron en los años `80 y `90, tipo Kuireshi o Ondatje. No sé si el volumen de cuentos llamado “Nocturnos”, que editó Anagrama, apareció en esa colección que salía o sale con Página 12. A lo mejor en ese relanzamiento confió Hugo para suponer que alguien podía reconocer al japonés. Pero no fue así. A mí, por lo pronto, esa colección me defraudó. Compré solamente el primero, de Ian McEwan, el de Pedro Lemebel, el de Piglia y el de Carver.
Con la mención de este último autor cabe enlazar a la compañera oyente Marta Zander, que ganó el juego cuando en Nacional se leyó “¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor?”. (También la especialista en Ininterruptus ganó con otro japonés, en la segunda lectura de Mishima.)
De la lánguida joven oriunda de Cutral-Co, residente en Bahía Blanca, visitante ilustre de San Telmo, hay que decir que encarna como nadie la locura que Hugo atribuye a sus seguidores. Locura, digo yo - con palabras de Rodolfo Walsh-, que “es consentimiento, atracción por algo desconocido, renuncia ante problemas insolubles, cansancio de la personalidad conciente”, definición que también puede aplicarse a la lectura –que además rima. Porque, la verdad, hacerse como mil kilómetros hasta capital para asistir a una modesta tertulia literaria (aunque lúdica), es de locos. Y Marta lo hizo. Lo hizo para asistir al primer encuentro, en agosto, y lo hizo otra vez la semana pasada, para el último. E incluso ganó un juego, con “El fantasma de la opera”. A propósito, debe acotarse que ella aprovecha sus viajes a Buenos Aires para ver buen teatro, que quizá a su comarca no llega, y quién sabe para otros asuntos. Pero igual, como me dijo Luis Benítez cuando le conté el caso, “¡Esos son oyentes!”.
¡Esas son Parrafistas!, agrego yo.
Gracias por la visita, Zander. Y hasta la próxima.
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2 comentarios:
Si lo de Marta es "el viaje fantástico" lo tuyo es "el evangelio según San Marcelo".
La crónica no podía ser más exhaustiva.
A Roberto López Motta le podríamos pedir que se deje la barba un poco más larga, con lo que se parecería mucho a Freud, y que nos trate a todos de "inofensiva locura, sinrazón de vagabundos, ..."
¡Qué grande el Luz! Como me gustó ese "Te odio" que le dijo a Roberto L.M. parodiando a Luis D'Elía.
Y qué constelación que juntó el Hugo Paredero: Facundo Ramírez, M. Morán, A. Zanca, F. Sclavo, Claudio Segovia, Adriana Baldesarri, A. Marini, ... y en el medio, Jorge Luz. Parecía La Vía Láctea, parecía...
Gracias
Y todavía le falta a la crónica. Estoy buscando nuevos adjetivos para referirme al último juego del ciclo, y al ganador. Gracias por el Comentario, Fernando.
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