Martes 8 de julio
"Hiperión", poesía de Friedrich Holderlin (1770-1843)
Ganador: Marcelo Perenchio
¿Mérito o demérito?
Yo escucho Párrafus todas las noches. Es decir: antes, tres noches a la semana; ahora, cinco. Así, naturalmente, tengo mayores chances de ganar. Así, gano más que los otros oyentes.
Imagino que otros oyentes se pierden algunos programas. Ayer, Verónica Cornejo tardó en llegar de la sala Lugones; la otra noche, Fernando Terreno se durmió temprano; algunas veces, a María Suárez se le alarga demasiado la tertulia en su salón; López Motta, visitado por la musa, se olvida de sintonizar; Mario Tsolakián se distrae leyendo; A Marta Zander no la despiertan; Quique Figueroa extravía la onda de Nacional; alguno de los Anónimos que colaboran en el Blog se levanta una mina…
Yo recuerdo una sola vez (quitando la reciente noche del nacimiento de Esteban) en que casi no lo puedo escuchar: la noche de Harold Pinter, allá lejos y hace tiempo.
Esa noche, creo que un martes, la empresa me mandó por un reemplazo a Casa Cuna; pude, a la hora del programa, con la radio en un bolsillo, apartarme unos metros de mi puesto y ponerme el auricular, pero justo cuando iba a empezar la lectura se me acerca un policía aburrido a conversar. No quise ser descortés y repartí mi atención entre su charla y el programa. Fue difícil, pero me acuerdo que alcancé a pensar en “Los siameses”, de Griselda Gambaro; claro que era impensable llamar. (“¿De qué habla este?”) Hubiera sido inútil: era “El montaplatos”.
Después de esa vez, incluso estando en Federación o en Mar del Plata, escuché siempre. Por eso me pregunto: esta fidelidad, ¿suma o resta mérito a mi primer puesto?
Quiero decir: pienso que anoche, por ejemplo, seguramente no escuchó el “profe” Alberto Lagunas, de Rosario. Este oyente, especialista en el romanticismo alemán, como contó la última vez, hubiera detectado mucho antes que yo a Holderlin, y hubiera dado el título exacto del poema o el libro, no “por aproximación”.
Yo intuí bastante pronto el nombre del poeta; (y diría una barbaridad: estos románticos teutones escribían todos igual: Novalis, Heine, Goethe, todos con la Naturaleza, la Noche, los Dioses, la Amada –o Amado-; y me jactaría de que hace diez días, comentando su lectura, dije que von Kleist era el alemán que faltaba “-aunque tal vez todavía falta H.-“); pero tardé unos minutos en encontrar el libro que es mi única fuente acerca de Holderlin, aquel del que traté de hablarle a Hugo. Por suerte, el escaso tiempo restante hizo imposible esa mención; tal vez hubiera sido inoportuna, porque es la biografía de un autor sobre otro (ambos argentinos), y creo que los dos (uno más que el otro) pueden aparecer alguna vez en Párrafus. En esa biografía figuran como epígrafe unos versos de Holderlin, con el nombre del libro al que pertenecen. Ese nombre era el que no podía recordar. Y cuando llegué a él, como no coincidía en la acentuación con la palabra que omitía Hugo, dejé pasar un rato más. Al final, a los 10 minutos de lectura, "para colaborar con un lance", como le dije a Leonardo, llamé y dije “Hiperión”. Leonardo me dijo que sí y me pasó al aire. En el aire, Hugo me dijo que sí, “Hiperión”, de Holderlin, “por aproximación”. Parece que tenía preparado ese libro para leer también de ahí, pero todavía no había llegado. Leonardo, que lo tenía en su lista, me lo dio por correcto. Hugo, además, como no había tiempo para charlar, me dijo que cuente esto acá.
De Holderlin lo único que sé es que murió loco, como tantos de nosotros… Y me acuerdo de un comentario de Jonathan Swift (que también), a un amigo, frente a un árbol deshojado: “Yo soy como ese árbol: empezaré a morir por la cabeza”. (Y me acuerdo de una especie de haiku de Octavio Paz, que siempre cita Tom Lupo: “Anoche, un álamo, a punto de hablarme, callose”.) Y me acuerdo de “Rayuela”, cuando la Maga preguntaba por qué los árboles se desnudan en invierno…
Y Chau, como decía Luca.
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