lunes, 17 de diciembre de 2012

Interruptus del año del diagnóstico - Epílogo

Ultima noticia y De puño y letra, Hugo Paredero: El programa no irá de 10.00 a 12.00, sino de 12.00 a 14.00, todos los domingos./// ¡Y ahora! (Vuelvo a disculparme por la imposibilidad de establecer punto y aparte en el nuevo diseño de Blogger; el texto de Hugo está impecablemente redactado y puntuado.)/// Democracia 3.0/// Un programa para escuchar en 3 D (un oído por década)/// Conducción: Hugo Paredero./// Con Adrián Korol, Santiago Varela, Nora Anchart, Ana Jusid. Producción general: Gustavo Campana./// Locución: Emiliana Merino/// Desde febrero, domingos de 10 a 12 por AM 870 La Radio Pública/// La memoria es un viaje de ida con espejo retrovisor. Y las cifras redondas un buen pretexto para animarse a esos viajes. En 2013 cumplimos 30 años de democracia, 3 décadas, Democracia 3.0 será un espacio en recordación y festejo de ello. Una suerte de cabalgata nacional por todos los campos: político, social, militar, económico, cultural, artístico, deportivo, policial, publicitario, religioso etc… Alcanzarán once meses, casi cien horas para desplegar los aconteceres de estas 3 décadas. Que traducidas al argentino pueden significar 3 siglos. Cabalgaremos con la soltura que da el revivir, ahondando donde haga falta, masajeando el músculo de la memoria sin aturdir al oyente, pero tratando de que no se despegue del aparato./// Los argentinos tenemos muchas cosas de las que enorgullecernos y muchas de las que avergonzarnos. La democracia las fue destapando a todas y dejándolas a la intemperie, así se vieron hilachas viejas, virtudes nuevas, cuchillos escondidos, contradicciones, actos fallidos de todos los colores… A medida que la libertad de informar crecía, se agrandaba la lupa sobre ellos. Así como hoy Democracia se escribe con D de derechos, al principio nuestra Democracia se escribió con D de destape. El sentido de recordar no pasará por repartir premios ni castigos, tampoco por hacer balances, más bien por honrar la verdad y la memoria, espejarnos en nuestra identidad verdadera, reconocer cuantas caretas somos capaces de usar, de cuantos principios podemos prescindir. No son los peronistas los incorregibles, como decía Borges, somos los argentinos. Cuanto más nos miremos más sabremos de nosotros mismos. Dicen los que saben que el futuro será tanto mejor cuanto mejor preparemos el pasado. Y eso lo hará cada uno a su modo: algunos con la frente alta, otros “con la afrenta bien alta” como decía Caloi, otros con agachadas. Democracia 3.0 pretende ser un ayudamemoria radial de los argentinos. Sin severidad ni tono bajalínea; con pluralidad, reflexión, emoción y humor, sin desdeñar lo dramático cuando aparezca, y vaya si no apareció en estos 30 años./// Es tan abundante la cantidad de sucesos argentinos ocurridos desde el 10 de diciembre de 1983 como lo es el archivo al respecto, lo cual enriquece las posibilidades de la propuesta. Ya sabemos que los peces por la boca mueren, y que a confesión de partes… Aquí convivirán todas las voces todas, las que pueden ser canción en el viento y las que pueden ser tortilla en el tiempo. Se alternarán entrevistas (en piso y/o telefónicas) a los protagonistas de los hechos, testimonios (grabados y en vivo), encuestas callejeras, separadores con frases famosas (para bien y para mal), jingles, consignas políticas, alianzas, rupturas, debates famosos, hits musicales, escenas de películas premiadas y de prohibidas que dejaban de serlo, actos fallidos, cambios gubernamentales, movimientos destituyentes, premios obtenidos en distintos rubros, delitos resonantes, manifestaciones populares, la irrupción de internet, los celulares, los piquetes, facebook, twitter, casamiento igualitario… en fin, el río de la vida, que en nuestro país siempre corre especialmente caudaloso y de aguas muy mezcladas. También sumará lo que suceda en la realidad de nuestro país a lo largo de 2013, sobre todo cuando esos hechos sean protagonizados por personajes que resonaron en otro momento de los últimos 30 años./// La idea esencial de Democracia 3.0 es rememorar estas tres décadas de vida democrática argentina con la perspectiva que facilita la distancia, aplaudir progresos, deplorar estancamientos y retrocesos, destapar ilusiones y desilusiones, caras y caretas.../// Desde diciembre de 1983 hasta diciembre de 2013. Parafraseando al tango Volver, podríamos decir que 30 años no es nada; sin embargo puede caber de todo en ellos. /// Por esas sintonías de la vida, en 2013 también festejo mis 30 años de radio. Y el 10 de diciembre de 2013 -día del 30º aniversario de nuestra Democracia- coincidirá con el 30º aniversario del nacimiento de la idea de mi libro ¿Cómo es un recuerdo? La dictadura contada por los chicos que la vivieron. Fueron 150, entrevistados durante 1984. El libro se editó más de veinte años después, y ello fue posible gracias a la magia de la radio pública. Reencontré aproximadamente la mitad de esos 150 ex niños. A lo largo de 2013 Democracia 3.0 intentará reencontrar a la otra mitad para saber qué fue de ellos, confrontarlos con sus viejas palabras, y a fin de año festejar todos juntos. Estamos seguros de que la magia de la radio pública seguirá jugando a favor. HP

lunes, 10 de diciembre de 2012

Interruptus del año del diagnóstico VI

En efecto, la extendida, interpósita alegría generada por la noticia que recibí hace siete días, me hizo escribir en el Blog con una frecuencia desusada en los últimos tiempos –aunque con la misma artificialidad de muchas veces, creo. (*) El hecho es que quise reservar para hoy, 10 de diciembre, aniversario número 29 de la actual democracia, la revelación de lo que he sabido: a partir de febrero, en radio Nacional, los domingos a las 10 de la mañana, Hugo Paredero, nuestro conductor, comienza una vez más con programa propio. “Democracia 3.0” será un repaso misceláneo por la historia de los 30 años de democracia que a lo largo del 2013 estaremos transcurriendo. Esto (más algún entretelón referido al título del envío) es lo que me contó Hugo vía email hace una semana. No sé si a esta altura ya lo habrá hecho público a través del programa que comparte actualmente con Eduardo Anguita y equipo en las mañanas de Nacional; a lo largo de estos dos años no pude escucharlo casi nunca allí; de 7 a 9 de la mañana, ya sea que haya trabajado o esté de franco, no escucho radio ni aunque me lo pidan de rodillas: ¡duermo! Lo que sí se ha sabido a través de otros medios es que Anguita termina con ese espacio, siendo remplazado el año próximo por una tal Cinthia García. Felicito a Hugo por este nuevo recomenzar y saludo fraternalmente a Meñique, Pulgar y Anular, los lectores de este Blog, que pueden contarse hoy con los dedos de una mano –y sobran. Buenos días. Feliz año. (*) La cuenta regresiva fue imperfecta porque el sábado fui del trabajo a casa de madre y de casa de madre al trabajo, y en casa de madre no hay Internet -como no la había durante el peronismo de Perón.

domingo, 9 de diciembre de 2012

viernes, 7 de diciembre de 2012

jueves, 6 de diciembre de 2012

miércoles, 5 de diciembre de 2012

martes, 4 de diciembre de 2012

Interruptus del año del diagnóstico

Ayer recibí un email con una linda noticia. Pedí permiso a mi corresponsal para difundirla en el Blog, esperando que estas alegrías (la noticia y la difusión) me dieran ganas de escribir con más frecuencia. Tal vez así sea. Faltan 6 días para conmemorar los 29 años de la asunción de nuestra actual democracia. ///// continuará

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Diario del año del diagnóstico - Caminos

Cuando vuelvo a casa desde el trabajo son poco más de las ocho de la mañana. Salgo de la estación, cruzo la calle que a su vera termina y subo la breve escalinata hacia la casi desierta plaza de Escalada. Avanzo unos metros por la vereda que nace del último escalón, pero enseguida, para seguir una línea recta hacía el otro ángulo de la plaza, me desvío de las baldosas y camino por el césped. Atravieso un vértice del sector central de cemento, eludiendo el escenario, el mastil, la estatua, y, después de otro tramo agreste, retomo la vereda y salgo a Pavón. Durante este trayecto siempre me acuerdo de un verso de aquella canción de Pedro Y Pablo con que me identificaba hace muchos años: “Yo voy por los caminos que no sigue nadie…”. Mejor dicho: me acordé la primera vez que opté por salir de la vereda, y ahora siempre me viene a la mente. Pienso, también, que por todo esto (la hora, el desvío, la repetición) no está mal que el destino me haya deparado un hijo como Esteban, con el diagnóstico que ya saben.

martes, 18 de septiembre de 2012

Diario del año del diagnóstico - Los inocentes

Están los dos chicos de la casa (primo y prima, o quizá hermanos) y está el hijo retardado de la modista. Los chicos viven con la abuela, unas tías y el tío Esteban. La modista suele venir a tomar medidas o a probarles vestidos a las tías. Al tío Esteban se le da por enseñarle a leer y escribir al chico retardado. Los primos se entusiasman con el otro. Empiezan a llevarlo a la plaza o a caminar. Observan fascinados cómo los gorriones y las palomas se le acercan sin temor. Y cuando pasan por el portón de la quinta vecina, donde la parejita suele robar naranjas desde lo alto de la medianera, los perros guardianes se acercan amansados al chico idiota. Pasan los meses y algunos años. La chica, crecida, ya no gusta de aventurarse en busca de las frutas; prefiere a sus amigas. A su vez, repudia la conducta del retardado, que pasa horas contemplando la foto de una bañista en el almanaque, mientras mueve la mano en el bolsillo del pantalón. El primo se ofende y acongoja con este reproche. Sin embargo, un día ella propone una nueva incursión en la quinta. Y propone utilizar al chico idiota para distraer a los perros. Con la escena de esta última aventura termina el cuento. El retardado entra a la quinta, pero esta vez los perros no se apaciguan. Lo despedazan a dentelladas. No es la primera vez que recuerdo este cuento, pero nunca había vuelto a leerlo. Ni antes ni después del diagnóstico de Esteban. Es “El inocente”, de Juan José Hernández, la lectura número 330 de Parrafus Interruptus, del 26 de mayo de 2008. Primer programa luego del nacimiento del Fulanito, domingo por la noche, victoria del flamante papá Perenchio. En el programa anterior, último de la semana, el de la noche del nacimiento, no había habido ganador. Mucho después se supo que el cuento aquel fue “La misma sangre”, de William Goyen. A lo largo de este largo año pensé más de una vez en la curiosa connotación que vino a tener aquella lectura. Gané en Parrafus por primera vez con Esteban en vida con un cuento cuyo protagonista es un retardado mental. Por supuesto, no es correcta la exacta extrapolación: hoy ya no se habla de retardo, existe el diagnóstico precoz denominado TGD y, con un adecuado tratamiento, se evita o neutraliza todo lo posible aquello. El cuento del tucumano Hernández trascurre quizá en una provincia, en los años 50 o 60, y, en él, la modista no pudo hacer mucho por su hijo. Por otra parte, leyéndolo de nuevo la otra noche, encuentro que quizá el título no se refiere necesariamente al chico retardado. También puede aplicársele al otro, abochornado por el reproche y la manipulación de su prima, quien tal vez, sin inocencia, desencadena la tragedia. También tengo presente la charla con Hugo después de aquel triunfo. Antes de iniciada la lectura, mientras él me saludaba por la llegada de Esteban y destacaba la casualidad de que nadie hubiera ganado la noche del nacimiento, le dije a Cristina que quizá el cuento de aquella noche había sido “El inocente”. Después, “El inocente” apareció esa noche. Cuando salgo al aire, antes aún de dar título y autor, balbuceo esta maravilla. El también se asombra de que precisamente esa noche, con ese cuento, gane yo. No sé si todavía en el Blog pueden escucharse los programas. Tal vez ese soporte tecnológico aportado por Pablo Graciani tuviera un vencimiento o cosa por el estilo. Hace poco un oyente pregunto por una lectura teatral inenterrupta donde se hablaba una especie de jeringozo, y quería saber cuál había sido. Consulté a Hugo, quien no se acordaba ni por las tapas, pero, maravillosamente una vez más, coincidimos en que podía ser “Arroz con leche… me quiero casar”, del tucumano (¡!) Julio Ardiles Gray. Pero después no tuve tiempo de buscar y fijarme en los audios, para contestarle al amigo oyente. Me fijo ahora, en esta tarde ventosa y nublada con la que el invierno se resiste a partir. Hace un rato dejé al Fulanito en el jardín y tengo por delante un par de horas para mí. Después voy a buscarlo y vamos para el CIASI, donde hoy tenemos talleres. “¿Y después?” Después volvemos y lo ayudo a bañarse. “¿Y después?” Después comemos (espero que Mamá me haga la pizza que pedí). “¿Y después?” Después, un poco de notebook. “¿Y después?” Después, vemos “Mister Maker”. “¿Y después?” Después, a dormir. El tratamiento cognitivo-conductual por ahora tiene esto: lo hace rutinario y anticipatorio, medio robotito; pero más adelante se verá, las esperanzas están intactas (“Vamos por más”, como dice Cristina), y siempre será mejor que lo dicho en aquella larga frase inicial del cuento: “Estábamos acostumbrados a que se dijera de Rudecindo que era una desgracia para su madre, que hubiese sido preferible que naciese muerto, y otras frases por el estilo que empezaban con un piadoso ‘Dios nos libre y guarde’ o ‘Que Dios no me castigue, pero…’ y que terminaban con un suspiro de resignación.” Riiiiiiiiiiing

martes, 31 de julio de 2012

Diario del año del diagnóstico - Querido diario

Martes y jueves los chicos hacen algo que se llama Integración Vestibular. Es subirse sucesivamente a un conjunto de hamacas y una escalera colgante que la misma Alejandra engancha del techo cuando vamos terminando el taller anterior, llamado Atención Conjunta. A Esteban le gusta cuando Alejandra, la coordinadora de los talleres y directora del CIASI, dice “¡Cambiamos!”, para que cada chico pase de una hamaca a otra. Hay dos que son como hamacas paraguayas, una más alta y otra casi al ras del suelo; hay una que parece una silla, o el tapizado mullido de una silla, blanda, inestable, que hace movimientos de vaivén y giratorios; hay otra que es una cubierta de auto, colgada en posición horizontal; otra es una tabla, como las hamacas de plaza, pero sostenida por una sola cadena en el centro. Esta le genera especial resistencia a Esteban, todavía, y en cuanto lo subo empieza a decir “¡Cambiamos, cambiamos!”. En la escalera de soga, en cambio, se niega terminantemente a subir. Lo que más le gusta es el ejercicio que complementa este taller: saltar en la cama elástica, circular y protegida por una red de hilo. También se usan unas pelotas gigantes donde hay que acostarse o ponerse de pancita y balancearse. El objetivo es restablecer o estimular en los chicos el sentido del equilibrio, perturbado a veces por el TGD. Atención Conjunta consiste en sentarse en el suelo, cada uno con su papá o mamá, y entretenerse con diversos elementos que Alejandra va alternando: una hoja de diario, unos cochecitos, unas maderas, revistas. La consigna es que los padres no permitan distracciones, que cada chico se concentre en su acompañante y sus elementos. No es fácil; los pibes tienden a mirar las cosas de los otros después de un par de minutos, y algunos se levantan y se escapan a tomar algo ajeno. Integración Sensorial es parecido. En lugar de juguetes o cosas para entreneterse, se reparten elementos de diferentes texturas y consistencias: trozos grandes de telas (aterciopeladas, plásticas, transparentes), bolitas de gelatina, témperas, burbujeros, montoncitos de harina, de arena, de sal. También en el suelo, hay que explorar y manipular libremente todo esto. A Esteban le gusta pintarme la cara; una vez, entre las risas de las mamás, dije: “No puedo verme, pero ¡Ah, cuántos recuerdos…!”, y se rieron más. Atención Conjunta con Pares es similar al otro, pero con parejas de niño-acompañante jugando juntas, tratando de que los chicos interactúen entre sí. Es difícil a veces, según con quién nos toque; hay grados y grados de autismo… Un taller nuevo es el de Discriminación Auditiva. El jueves pasado falté al trabajo y pude ir por primera vez. Se hacen oír sonidos de animales (también de vehículos y otras cosas sonoras) y los chicos tienen que decir de qué se trata. Después se ilustra proyectando en una pantalla dibujos o fotos de tal animal, o barco, o campana. Esto, en suma, además de sus sesiones con la psicóloga y la fonoaudióloga (acerca de las que nada cuenta el lacaniano este), es el tratamiento de Esteban desde el mes de enero. También, desde mayo (tras arduos trámites), cuenta con una integradora escolar que lo acompaña en el jardín. Tratamiento interdisciplinario e intensivo, le dicen. Intenso sin duda que lo es. Vamos de lunes a jueves, todas las tardes, y martes y jueves también de mañana. No nos queda tan lejos, una media hora de colectivo y unas cinco cuadras para caminar; a él le gusta el viaje, que también es parte de la terapia, así que no me quejo. La preocupación o malestar adicional está dado por la frustración que siente Cristina al no poder llevarlo más que los jueves, debido a sus horarios de trabajo. Horarios normales, por cierto, de lunes a viernes, de 10 a 17, aproximadamente. El atípico laboral soy yo, trabajando de noche de jueves a domingo. Pero gracias a eso pudimos organizarnos para que Esteban no falte casi nunca. Yo lo llevo lunes, martes, miércoles y jueves de mañana; Cristina, los jueves a la tarde. Ella compensa, creo, esta ausencia formal en el tratamiento pasando sola con él todos los fines de semana, porque yo, o duermo, o voy a casa de madre, pero no se conforma y siente un poco de culpa. A propósito, para este tipo de cuestiones tenemos también en el CIASI una sesión semanal de Asesoramiento para Padres, además de la reunión de padres de los lunes. Y bueno, ahí estamos, trabajando con esto. Alejandra viaja a Cuba dos o tres veces por año. Está preparando un doctorado y también sigue capacitándose allá para estos tratamientos de “nuestros chicos”, como ella dice. Esto es algo que desde el principio me gustó de la institución, junto al perfil de los demás profesionales y el hábitat terapéutico que formaron en Témperley. Ahí no hablan de Londres o Nueva York o España, sino de Cuba y de República Dominica. Por eso escribí “admirable” la otra vez acerca de la gente del CIASI. Y Alejandra, sin que se le caigan los anillos y pergaminos, se sube a una silla tarde a tarde y cuelga ella misma las hamacas para el taller. (Lo siento, pero con el nuevo diseño que implementó Blogger no consigo establecer el punto y aparte.)

miércoles, 4 de julio de 2012

Mairal

De la iglesia que hay enfrente del sanatorio sacaron a la vereda como 200 libros. El trapito de la cuadra quizá exagere la cantidad; además, es poco creíble que haya sido un cura quien acarreó las cajas y atados; el trapito, un personaje legendario en esa zona de Palermo Chico, es dado a la fabulación. Pero, cura o personal de maestranza, el hecho es que la otra tarde, por una puerta lateral del templo, tiraron a la calle un montón de libros. En su mayor parte fueron cargados en su carrito por un cartonero que pasaba. El amigo cuidacoches, alegando su autoridad vial, pudo negociar algunos, parece, y los rescató en una bolsa de consorcio. Más tarde, cuando me contó el episodio, lo dejé a media fabulación y fui inmediatamente a la garita donde mi compañero se los guardaba. Entre los 20 o 25 volúmenes había de todo, pero nada que me deslumbrara: una biografía erudita de Mozart, el testamente filosófico de un pensador francés cuyo nombre no retuve, Jurasick Park, de Michael Chrichton, dos números de una enciclopedia de tapa dura llamada El tesoro de la juventud, un libro sobre psicoanálisis de Alianza Editorial, un par sobre botánica… Tan adocenado todo, tan impersonal y anodino me resultó, que no recuerdo casi títulos ni autores -raro en mí. Más que los libros, me interesó la historia que podría haber detrás de esa limpieza en la iglesia. Pero cuando metí la mano y saqué del fondo de la bolsa el último, ínfimo, casi imperceptible volumen, leo en su tapa: Tigre como los pájaros, Pedro Mairal, Botella al Mar. Ese se lo pedí al trapito y me lo traje para mí. Son los primeros poemas publicados por nuestro Parrafista Nº 653, que llegara a la voz de Hugo con su novela “El año del desierto”, recordada victoria de la compañera oyente María Suárez. Allí leo: “Quiero esa fe de los pájaros / cuando se arrojan al aire.” Y también: “Al atravesar una bocacalle del centro, / pocas veces advierto / que estoy bajo una cruz de cielo, / bajo una cruz enorme / de vértigos azules entre nubes.” Y también: “Cómo me entregaría / a la corriente atardecida del vino / si no supiera que la orilla / donde habría de dejarme / queda aún más cerca de la tristeza.” Y hay más, pero me lo reservo. Salud.

martes, 12 de junio de 2012

Gusman

Hace algo más de un mes Marta Zander me envió "El frasquito". Siempre había querido leer ese primer libro de Luis Gusman. Gané en Parrafus cuando se lo leyó, pero sólo por deducción. Todavía recuerdo el bochorno de mi charla con el autor. Después, una vez que Hugo prometió un regalo extra para un fin de año, yo me anoté con la solicitud de esa novela, pero aquella promesa quedó vacante. Ahora, la compañera oyente de Bahía Blanca me la ofrece via e-mail ("tengo un ejemplar que me sobra", dice), la acepto sin hesitar y la recibo días después. La leí inmediatamente y luego me enfrasqué otra vez en los relatos de "De dobles y bastardos", volumen con los cuentos reunidos de Gusman que me gané aquella vez de "El frasquito". Despúes, en estos días, estoy leyendo de nuevo "En el corazón de junio", otra novela del mismo autor, también regalada en su momento por la insólita Marta Zander. Sin ser tan dificil, escribe raro este hombre. Me gusta. Sé de su otra vertiente profesional, la psicoanalítica, pero trato de no caer en la interpretación silvestre al leerlo. Lo disfruto (dificultosamente) y listo. Apenas podía leer en estos últimos tiempos, así que con esto me basta. Dejo por este medio, demoradamente, un agradecimiento grande para Marta. Chau.

miércoles, 18 de abril de 2012

Diario del año del diagnóstico - Adriana y Francis

Nadie respondió ni comentó nada cuando a principio de año pregunté qué se puede escuchar en radio en estos tiempos. Nadie (casi nadie) comenta nada en este cansino Blog, en este y en todos los tiempos. Un poco, sí, cuando Parrafus Interruptus nos convocaba en la radio, pero ahora, hoy por hoy... claro, ¿quién de los viejos compañeros oyentes puede siquiera suponer que esta página sigue viva? A veces, sin embargo, los azares de la Internet fomentan encuentros inesperados, comunicativos reencuentros, como decía el Negro Marthineitz.
Adriana Baldessari, la mujer de voz tabacal que oficiara de coordinadora de producción de Parrafus, dejó un Comentario en estos días. Pueden buscar y leerlo más abajo. Amén de su entrañable mensaje central, la inmediata comunicación restablecida redundó en una respuesta a mi pregunta del principio. Anselmo Marini, el locutor nacional que también es esposo de Adriana, continúa con su programa de radio en La 2 x 4, la FM de Radio de la Ciudad. Va de lunes a viernes, de 12.00 a 15.00.
Hoy lo sintonicé un rato, después de dejar a Esteban en el jardín y terminar algunos trámites. Anselmo estaba dialogando con Francis. Francis es una nueva cantante uruguaya, joven, con buena voz, con desparpajo. Ella hablaba de su afición a las mascotas y se llegó al tema de la cicatriz que lleva en su rostro. Contó que es secuela de la mordida de un perro, allá a sus 14 años. Y contó que, poco después de aquello, como regalo de 15, su madre la llevó a ver a Rodrigo, el músico cuartetero, cuando actuó en Punta del Este. Francis, fanática de El Potro, lo buscó después del show y pudo saludarlo. El tomó su barbilla y preguntó por la herida. Ella se quiso morir; estaba frente a frente con su ídolo y él destacaba aquello; lamentó que la cirugía reparatoria estuviera programada para un mes más tarde. Pero el cantante, después de escucharla, le dijo que le quedaba espectacular. La cicatriz es la que puede verse en la tapa de su disco. La cirugía nunca se llevó a cabo.
Pensé, claro, en la casualidad de que escuchara esta entrevista y esta anécdota la primera vez que sintonizaba este año a Anselmo Marini. Me llevó a pensar en la secuela de mi parálisis facial, y de ahí había un paso al trastorno del Fulanito.
Después me pareció excesivo el elogio que me hizo privadamente Adriana, referido a que mis textos sobre el tratamiento de Esteban (aunque dispersos y esporádicos) pueden ser de utilidad para otros padres. No comparto ese parecer, aunque me gustaría que así fuera. Quiero decir: tal vez lo esporádico y reticente de este Diario esté motivado en que hasta ahora no me animé a escribir lo que realmente pienso acerca de todo esto, que dificilmente sea útil o alentador.
Precisamente esta semana, en la reunión de padres que tenemos los lunes en el CIASI, pedí la palabra casi por primera vez y traté de decir lo mío. Había una familia que concurría por primera vez y todos estaban presentándose y contando su situación. Después de que hablara Cristina (participando de la tesitura y el tono general), empecé a balbucear algo así como que yo tomaba con pinzas esta relativa novedad del TGD (Trastorno Generalizado del Desarrollo), el TEA (Trastorno del Espectro Autista) y la TCC (Terapia Cognitiva-Conductual), estas nomenclaturas tan modernas o de moda. De todos modos, desde el inicio de todo esto me puse en manos y a disposición de los profesionales que fuimos viendo. (Cristina, más aficionada a los médicos de toda la vida, ni hablar; y al Fulanito no le quedó otro remedio.)Ahora, por la calidad humana y el rigor científico de la gente del CIASI, acepto y sigo a rajatabla el tratamiento prescripto, esperando que estén en lo cierto (con su diagnóstico y su terapia), pero sin amargura o desesperación ante un eventual devenir improductivo o ambivalente. Entonces otro papá interrumpió para decirme que yo podía estar más aliviado porque lo de mi hijo es leve en comparación con otros casos: Esteban habla, y se comunica bastante bien. A mi vez, repliqué a Adrián que los monólogos y la ecolalia del Fulanito no eran antes ni son ahora muy tranquilizadores, y que, en un principio, yo había atribuido esas rarezas a una psicosis infantil. Devoto del viejo doctor Freud, hasta ahí podía llegar con mi diagnóstico. Pero, dije, aun con eso en la cabeza no puedo participar del común desasosiego. Esto es lo que quizá haya caído mal en la reunión de padres -y caería mal acá; la tesitura y tono general es de anhelante esperanza, de decaída confianza. Sobrevuela un pesar y una aflicción angustiosa que sinceramente no comparto. ¿Que habrá chicos cuya mejoría escapa a las posibilidades actuales del tratamiento? Bueno, supongamos que en el futuro, pronto, cuando todavía sean niños, se descubrirán nuevos abordajes, tratamientos, medicaciones o cirugías (sé que exagero) que darán cuenta de este nuevo trastorno. Y, si no, enseñémosles -y aprendamos- a vivir con sus limitaciones, como en definitiva hacemos todos, sobreponiéndonos a nuestras mil y una dificultades del vivir. Con nuestras secuelas y traumas, como Francis con la cicatriz, como yo con mi narcisismo dañado... Y recuerdo una frase del viejo Sigmund, descriptiva del primigenio logro del psicoanálisis: "Cambiar el sufrimiento histérico por la miseria ordinaria". Y mejor me callo por hoy, porque en CIASI 'psicoanálisis' es mala palabra. Y me voy.
Chau.
Gracias, Francis. Gracias, Adriana.

Francis canta "Las Cuarenta"

martes, 20 de marzo de 2012

Diario del año del diagnóstico - En Témperley





















PRIMER ACTO

Escena 1

Las mujeres al lado del río, lavando.

Teresa: ¿El niño no quiere hablar?
Yanina: Ni un sonido.
Teresa: ¿Y el niño tiene…?
Yanina: Edad como para hablar.
Catalina: Está bien que no hable…así no se mete en líos.
Teresa: No puede quedarse callado toda la vida…
Catalina: Si sabe lo que le conviene, va a morderse la lengua antes de…
Rosa: (…)

Como hace mucho que no puedo ir a curiosear librerías, cada vez que voy con tiempo a lo de mi vieja (cada tanto) recorro los anaqueles de mi biblioteca con ojos nuevos. Hay libros que compré, hojeé y archivé, que ni recordaba, hay otros leídos hace décadas, hay otros que ni sé cómo tengo. Saco unos u otros, entonces, y leo solapas o contratapas como si estuviera en una librería. Y encuentro que tengo todavía libros ganados en Parrafus Interruptus que no leí.
El otro día agarré y me llevé al trabajo “Teatro 2“, de Ariel Dorfman; leí una de las obras que ahí se incluyen, “Viudas”, cuyo comienzo transcribo arriba. La otra no me atrapó; se llama “Lector”. Y también hojeé ese día en lo de madre “Los archivos de Sherlock Holmes”, en cuya solapa me entero de que otra novela de Conan Doyle, de la época en que quería apartarse de su popular personaje, se llama “The House of Témperley”.

De memoria, sin fijarme en la vieja lista de lecturas, recordé que Eduardo González, el compañero oyente de Témperley, ganó en Parrafus Interruptus con “Palo y hueso”, de Juan José Saer, y con “El buda de los suburbios”, de Hanif Kureishi. También recuerdo aquellas tres victorias consecutivas suyas, pero solo tengo presente de ese triplete el título de Fabio Morabito: “La lenta furia”. También que ganó con una de las repeticiones de autor: Franz Kafka.
Me acordé del viejo compañero hace poco, yendo con Esteban a su terapia en el CIASI, cuando pasamos por una esquina umbría de Témperley.
Me vino a las mientes esa palabra porque siempre me gustó. Significa, según el diccionario, “lugar donde casi siempre hay sombra”. Pero parece un neologismo, una mezcla de ‘húmeda’ y ‘sombría’, descriptivo de lugares o cosas decrépitas y apartadas. Sin embargo, me encontré aplicándola a la esquina de Soler y San Antonio, en Témperley, donde hay una casa viejísima con local en la esquina, con techo alto, con musgo en las paredes, con unos postes resecos y carcomidos unidos con una cadena pintada de verde haciendo un cerco a los tupidos arboles del borde de la vereda. En verdad os digo que aún en lo más canículo de este tórrido verano que hoy termina, esa esquina parece fresca, por lo húmeda y sombría. Y también me trajo a la memoria una frase de Borges en la biografía de Evaristo Carriego: “Hay casas, hay esquinas que si no se vienen abajo es porque están sosteniéndolas las almas de los compadritos muertos”. Me acordé de Eduardo ese día, aunque con Borges en Parrafus gané yo -con “Las ruinas circulares”.

De Esteban no se puede decir que no hable. Una de las características que lo apartan de un común denominador de los chicos con TGD o autismo es que el Fulanito habla sin parar. Esto, a su vez, es parte de su trastorno específico; el tipo habla, pero habla de su mundo. No está fuera de la realidad, sin embargo; a no ser que llamemos irrealidad al mundo electrónico audiovisual que nos rodea. Él habla de lo que ve en la tele o canta lo que escucha en los discos que le ponemos; pero no habla contándonos o comentando Mafalda o Yo Gabba Gabba o Mister Maker: repite de memoria (con extraordinaria memoria)los diálogos o las instrucciones de estos programas. Por supuesto, repite sin comprender todo lo que está diciendo; en gran medida, sólamente le gusta cómo suenan las palabras, nos dijeron.
También se conecta con nosotros, papá y mamá (o viceversa), y con maestras o terapeutas (un poco menos, casi nada, con compañeritos de jardín o de terapia), pero también en esto escasea el intercambio, más allá de lo primario y básico. Pide un determinado canal, pide juegos o juguetes, pide jugo y postre, pide ir al baño (o avisa, porque ya va solo), pide la plaza o la estación; o responde, si le proponemos una cosa u otra, pero eso es todo. Tiene buen vocabulario (amplio y sofisticado, incluso), pero no se comunica como podría hacerlo un chico de casi cuatro años. No cuenta nada del jardín, o de las visitas a casa de la abuela, o de algún paseo. Sólo se le puede sonsacar algo con tirabuzón y haciendo las preguntas muy precisas. Y ese es el asunto con el Fulanito. En eso está trabajando, en su casa de la calle Guido Spano, en Témperley, la admirable gente del CIASI.

(continuará)

martes, 7 de febrero de 2012

Diario del año del diagnóstico - De un año a otro

Comprenderán, queridos compañeros oyentes, lo esporádico de estas últimas Entradas. Estoy, en estos meses, atareado con otras cosas. Tal vez por primera vez en mi volátil, voluble o boluda existencia, estoy ocupado en algo útil y necesario, tal vez trascendente. Me refiero, claro, al tratamiento del Fulanito.
Este breve texto, entonces, no se refiere con su título a un diferido saludo al nuevo año recientemente iniciado. “De un año a otro” alude al período que inicialmente se estableció como demora para dar con un diagnóstico, por un lado, y a la noticia recibida hace unos días acerca de que el lapso que puede llevarle a Esteban obtener el alta tal vez se agote en este mismo 2012.
"Este niño va estar muy poco tiempo con nosotros", dijo Alejandra, la principal terapeuta, "yo creo que en un año ya lo tenemos con todas las luces prendidas".
Acerca de las circunstancias que llevaron al pronto encuentro de un lugar donde hacer el diagnóstico y el tratamiento, abundaré en momento más propicio. Por ahora, inmediatamente, quiero mencionar a la señora Gladys Beck, gestora del CADIN, un lugar de juegos y esparcimiento para chicos de Remedios de Escalada, adonde el Fulanito empezó a concurrir a mediados del 2010, cuando abandonó (por los altos costos y los continuos contagios) el primer, privado, próximo, apresurado jardín de infantes. Gladys, al conocer las recomendaciones de la pediatra, con nobleza y generosidad nos habló del CIASI, a pesar de que no comparte los postulados de la escuela que allí se sigue. Para ella, ya mismo, nuestro agradecimiento.
A ustedes, compañeros oyentes, un saludo fraternal, y una pregunta urgente: ¿qué escuchan en radio este año? Yo, por las tareas antedichas más mi actual circunstancia laboral, tengo casi completamente abandonada a esa vieja amiga. ¿Qué es de la vida –profesional- del compañero Paredero?