jueves, 29 de enero de 2009

EFEMERIDES (leer después de medianoche)

El 30 de enero de 2007 ganó el juego por primera vez el compañero oyente Quique Figueroa. Fue con la novela “Los monederos falsos”, de André Gide.
Por entonces este Blog no existía, así que bien podríamos abundar ahora en la vida y obra del francés.
Alguna vez proyecté una sección llamada A. de B. (Antes del Blog), destinada a las obras y autores leídos cuando no teníamos esta página. Creo que llegué a dedicarle un par de entregas a alguno de ellos, pero después perdí el entusiasmo –como me pasara con la sección “Efemérides”, que recién hoy acometo. Como me pasa con tantas cosas. Y ningún otro de los compañeros oyentes tomó la posta…
(Deploro ser siempre tan quejoso, pero es que soy un eterno disconforme. No me hagan caso -¡pero hagan algo!)
Por tanto, también ahora se me ocurre escabullirme del propósito inicial de estas líneas, y mencionar, más bien, algo que me vino a la mente cuando estaba encendiendo la máquina: la circunstancia en que escuché aquella lectura de Gide.
Hacía unos tres meses que trabajaba en el Tobar García, y ese lunes, como durante todo aquel verano, escuchaba el programa en el mínimo patio del hospital… Pero mi trayectoria en el infanto-juvenil, simpáticamente lúgubre, ya la conté en otra parte. Lo que pensé después de recordar aquello es en cuantos lugares distintos vengo escuchando Parrafus.
Rememoro: En la casa de mi vieja; los primeros programas, las primeras victorias (Borges, Bioy Casares, Henry Miller). En la casa de Cristina; la primera consagración (el inicio, con “La señora Ordóñez”, de los cuatro triunfos seguidos). Además, también por razones de trabajo, en el hospital Moyano (la noche de Salinger), en Casa Cuna (la noche de Pinter). Por vacaciones, en hoteles de Federación (“Palabras”, de Prevert) y de Mar del Plata (Gombrowicz, Martínez). Y los once meses en el ya mencionado Tobar, y el año y pico en el Banco que me acoge actualmente, y en un par de servicios más que ahora no recuerdo, adonde fui esporádicamente. Y casi lo escucho en el sanatorio, la noche en que nació el Fulanito, pero no me animé a ir hasta el banco a buscar el walkman, o llamar a alguien para que deje el teléfono al lado de la radio… Pero sobre mi fidelidad al programa también ya escribí en otro momento.
Volviendo a Gide, entonces, diré que tengo presente el patio desierto, el banco donde me sentaba, bajo un árbol, el edificio oscuro y silencioso a un costado (algunos pabellones del Borda al otro lado de las rejas), los ruidos de los colectivos en la calle Carrillo, el auricular de la radio en la oreja y el celular en la mano, pero no recuerdo para nada los pormenores de aquellos casi cinco minutos de lectura (ni siquiera leyendo hoy la detallada síntesis que copio después); es un hecho que no supe de qué podría tratarse.
Cuando Quique apareció con la respuesta correcta, me sonó el título, pero eso es todo. No leí nada de la obra del importante autor francés, aunque, conocedor de su importancia, alguna vez compré un volumen de su “Correspondencia” -creo que con Rilke-, que tampoco leí completo. Sabía que ganó el Nóbel, sabía de su homosexualidad, sabía que murió a mediados de siglo. Ahora, viendo en Internet una somera semblanza biográfica (la primera que encontré, con una buena frase como epígrafe), me digo que podría ser interesante encontrar alguno de sus títulos. Pero hay tanto para leer... Además, ¿puede leerse hoy con algún provecho la obra de un inmoralista –uno de tantos, y no el más drástico o escandaloso- de las primeras décadas del siglo pasado? Bueno, sí, seguramente sí. Tampoco es Gracilaso de la Vega.
Lo que también recuerdo es una especie de satisfacción por aquella primera aparición como ganador del compañero Quique. Se trataba del oyente que el mes anterior había contado a Hugo en un mail su asombro por ese atrevido multiganador que incluso desdeñaba alguno de los libros que se le ofrecían como premio. Era también quien llevaba adelante un blog personal que fue inspirador de este que hoy nos reúne. Me gustó conocer su voz y saber un poco más de él a partir de aquella charla con nuestro conductor –y de los mails que comenzamos a intercambiar poco después.
También recuerdo que en la noche siguiente, desde el mismo patio, gané con el “Satiricón”, del finado Petronio. Y que en la otra, la noche del primer programa de febrero, desde lo de mi vieja, atónito, escuché el primer Ininterruptus del ciclo.
Efemérides, rememoraciones, recuerdos… El viejo amigo Pablo Graciani me decía que yo vivía de recuerdos, que vivía en el pasado -¡y nos conocimos cuando yo tenía 20 años! Ahora, Parrafus Interruptus, iniciando su cuarto año, ya me representa también un surtidor de recuerdos. ¿Será que, al respecto, ya se acabó mi cuarto de hora, Andy?
Mejor los dejo con Gide. Tengo que prepararle el zapallo y el pollito picado a Estevanovich; desde que empezó a comer sólido, me deja todavía menos tiempo para mis cosas. Pero bueno, ahora mis cosas son él.
Nos reencontramos en la escucha de Parrafus el próximo lunes-martes.
Chau.


“Todo está dicho, pero como nadie escucha, hay que repetirlo cada mañana."
Escritor francés, cuyas novelas, obras de teatro y textos autobiográficos se caracterizan por su exhaustivo análisis de los esfuerzos individuales hacia la autorrealización y por la utilización de conceptos éticos protestantes. Para muchos, Gide fue la figura más grande de las letras francesas y también una de las más discutidas y probablemente el escritor que más profunda influencia ejerció sobre la juventud francesa que vivió entre las dos guerras mundiales.
Nació el 22 de noviembre de 1869 en París, en el seno de una familia de buena posición económica. Su padre, Paul Gide, profesor de jurisprudencia, descendía de una familia de hugonotes oriunda de Cévennes. Su madre, Juliette Rondeaux, de funcionarios jurídicos católicos. Fue educado en el más estricto puritanismo y cursó estudios irregulares en la Écolo Alsacienne, debido en parte a su frágil salud, y en el instituto Henri IV.
Apasionado por la literatura y la poesía, a los veinte años empieza a publicar en las revistas de la escuela y entra en relación con Pierre Louÿs y Paul Valéry y es introducido en el círculo de Stéphane Mallarmé. Sus primeras obras están marcadas por el puritanismo de su juventud y el simbolismo. En 1891 publica a sus expensas y sin firmar su primer libro, Los cuadernos de André Walter, en el que describe el religioso y romántico idealismo de un desgraciado joven. La obra despertó escaso interés entre el público, pero llamó la atención de Marcel Schwob, de Rémy de Gourmont, Maurice Barrés y Maurice Maeterlinck. Por esa obra se le consideró simbolista, pero en 1894 comenzó a desarrollar un estilo personal y propio. A partir de Paludes, especie de farsa, publicada en 1895, rompió con el Simbolismo y sus representantes.
Es a partir de 1897, con la publicación de uno de sus libros fundamentales, Los alimentos terrestres, cuando empieza realmente su carrera literaria. Esta obra lo convirtió en el mentor espiritual de su generación y en ella defendió la doctrina del hedonismo activo. A partir de ese momento sus obras estuvieron dedicadas a examinar los problemas de la libertad individual y de la responsabilidad, desde distintos puntos de vista. Siguieron El inmoralista (1902) y La puerta estrecha (1909), estudios acerca de los conceptos éticos individuales en conflicto con la moralidad convencional. En la época de su aparición, El Inmoralista fue un fracaso y Gide, descorazonado, pensó dejar la literatura.
Los sótanos del Vaticano, en la cual ridiculizó la posibilidad de la independencia personal completa, apareció en 1914 y fue el primero de sus trabajos atacado por anticlerical. El idílico La sinfonía pastoral (1919; en el que se basó una película que recibió el Gran Premio del Festival de Cannes, en 1946) trata del amor y la responsabilidad, y refleja los dilemas morales a los que se enfrentaba el autor en su vida privada. Examinó los problemas de la adolescencia y de las familias de clase media en la popular novela acerca de la juventud parisina, Los monederos falsos (1925), considerada su mejor obra por algunos críticos. Su protagonista es un novelista que está escribiendo una novela que lleva el título de la de Gide, y que describe "todo lo que veo, todo lo que sé, todo lo que las vidas de los demás y la mía propia me enseñan". En ella figuran homosexuales, rufianes y adúlteras.
Entre 1920 y 1924 publicó sus memorias, Si la semilla no muere, que causaron un enorme revuelo y en las que confesaba su homosexualidad. Cada nueva obra constituía, inevitablemente, un acontecimiento literario seguido de escándalo.
Su preocupación sobre la responsabilidad moral individual le llevó a ocupar cargos públicos. Después de haber ocupado puestos municipales en Normandía, se convirtió en enviado especial del ministerio para las Colonias en 1925-1926 y escribió dos libros en los cuales describía la situación en las colonias francesas de Africa. Mediante estos reportajes, Viaje al Congo (1928) y Regreso de Chad (1928), pretendía inducir a que se llevaran a cabo reformas en la ley colonial francesa que se estaba preparando. Viajó a la Unión Soviética, y expuso su desilusión en Regreso de la URSS (1936). Muchos de sus estudios críticos aparecieron en La Nouvelle Revue Française, una revista literaria que contribuyó a fundar en 1909 y que se convirtió en una publicación de gran influencia entre los círculos intelectuales franceses. Estos ensayos críticos eran, sobre todo, un análisis acerca de la psicología de los artistas.
Escribió obras teatrales en verso Le Roi Candaule (1901) y Saul (1903) y tradujo Antonio y Cleopatra y Hamlet, de Shakespeare.
En 1939 decidió publicar su Diario (4 volúmenes, 1939-1951), que había iniciado cuarenta años antes, donde quedan patentes sus escrúpulos y vacilaciones y que despertó el interés de la crítica en todo el mundo. En estos volúmenes habló de sí mismo y de sus obras, y emitió juicios sobre sus amigos y otros escritores.
En 1947, a los setenta y ocho años de edad, recibió el Premio Nobel de Literatura, que le fue otorgado como un reconocimiento, según las palabras de John Russel, al hombre que "más que ningún otro ha sostenido en nuestro tiempo la anticuada noción de que el primer deber de un artista es para con su arte".
Murió el 19 de febrero de 1951, en París. Al año siguiente el Vaticano incluyó todas sus obras en el Índice de Libros Prohibidos.

LOS MONEDEROS FALSOS
El joven Bernard descubre que es un hijo bastardo y abandona la acomodada familia en que se había criado para vivir a la aventura, aunque enseguida encuentra el cobijo del escritor Eduard, que es el tío de Olivier, uno de los mejores amigos del muchacho, quien le emplea como secretario y le permite conocer a Laura, una casada que ha quedado embarazada de Vincent, hermano mayor de Olivier. Al verse en apuros y tras comprobar que Vincent, el padre de la criatura, prefiere iniciar un nuevo affaire con la aventurera lady Griffith, Laura se deja socorrer por el sensato y bondadoso Eduard, en cuyos brazos parece dispuesta a caer. Sin embargo, Eduard, que parece claramente preferir los amoríos homosexuales, no tiene intención de ser más que un comedido benefactor y la pasión del jovenzuelo Bernard no atrae en absoluto a la mujer, por lo que ésta decide contarlo todo a su marido y, vista la buena reacción de éste, regresar con él.
Oliver, que tiene relaciones homosexuales con su tío Eduard, parece sentir celos de Bernard, no sólo en el terreno sentimental sino también en el intelectual, y decide hacerse a su vez secretario y hombre de confianza del conde Passavant, un cínico y estrafalario aristócrata que le ha prometido hacerle director de una revista literaria.
Eduard trabaja constantemente en una novela que se titula precisamente Los monederos falsos, aunque avanza más en la pura teoría que en el papel. Bernard entra a vivir en el pensionado de las hermanas de Laura y tiene una aventura con una de ellas, Sara, que, cuando es descubierta por la otra, la virtuosa Rachel, supone la expulsión de Bernard de la casa.
El bondadoso y un poco paternalista Eduard es también el consuelo de su hermana Paulina, madre de Olivier, que parece estar al tanto de las relaciones ilícitas entre los dos y no las considera perjudiciales. Paulina soporta también calladamente las infidelidades de su esposo. Incluso se ha hecho cómplice de él en la tarea de ocultarlas, para evitar el escándalo, en tanto que él permanece en la inopia, convencido de que ella no sabe nada y no para de perder cartas e ir dejando en su camino otros signos comprometedores. Paulina está además preocupada por su hijo pequeño, Georges, que está en contacto con una pandilla de jovencitos de familia acomodada pero de tendencias gamberriles a la que unos delincuentes están utilizando para que pongan en circulación una serie de monedas falsas de diez francos. Georges, además, se emplea a veces en raterías absurdas y no parece tener remedio.
Tras un intento de suicidio por motivos prácticamente intelectuales (cumplir la propuesta de Bernard de comprobar qué pasaría si uno se suicida cuando prevé que todo lo que venga detrás en su vida va a ser la cuesta abajo de lo vivido), Olivier es rechazado como director de la revista que patrocina el noble Passavant y convalece de las secuelas del intento de asfixia. El padre de Bernard acude a Eduard, auténtico asesor sentimental de todo el mundo, para que convenza al muchacho de que regrese a la casa que abandonó al conocer que no era hijo legítimo, pues le asegura que es querido como si lo fuera. Y las gestiones del escritor parecen dar resultado.
Finalmente, Eduard tiene que presenciar la tragedia que ocupa los últimos capítulos de la novela. El adolescente Boris, nieto de otro de los conocidos que ha ido a pedirle ayuda, es desginado como víctima para una gamberrada de alto nivel por la pandilla de niños de papá gamberriles a la que está unido Georges. Los gamberros convencen a Boris para que escenifique un suicidio con la pistola de su abuelo delante de éste, y uno de los miembros de la pandilla se encarga de que, al contrario de lo que creen los demás, el arma esté cargada. El muchacho, picado en su valor, dispara y se mata. La tragedia provoca que Georges escarmiente y decida hacerse un buen chico.
Novela a caballo entre un moderno intelectualismo y el recurso descuidado a los impactos exagerados propio del melodrama decimonónico, y que trata de abarcar a demasiados personajes, sin escalonar correctamente el protagonismo de cada uno. La obra proporciona unas sensaciones dispares, a ratos de cal y a ratos de arena, y cuenta con una gran abundancia de frases originales y rotundas.

Hoy además de los ñoquis tendremos estreno

A falta de P[árrafus] I[interruptus], buenos son los cines.
Habrá que ir a Pippo o sucedáneos, pa' cumplir con el ritual de la buena fortuna, y luego como no habrá necesidad de sintonizar nuestras atosigada y Folkloris Interruptus LRA, podremos ver las novedades.
Hoy, 29 de enero se estrena la película Corazón de tinta, basada en la novela homónima de Cornelia Funke, publicada por Fondo de Cultura Económica en coedición con Siruela.
La superproducción está protagonizada por Brendan Fraser y Helen Mirren, y será proyectada en las principales salas de todo el país. La novela es la primera de la trilogía Mundo de tinta y ha tenido un éxito editorial en todo el mundo ya que ha cautivado a un público de todas las edades, no sólo amantes de la literatura fantástica sino de aquellos que no suelen acercarse a los libros.

La historia se centra en Meggie, una niña apasionada por los libros y la lectura, una parrafista en potencia, que descubre una noche que su padre, Mo, los ha puesto en peligro por un gran secreto oculto en un libro.
Ambos son perseguidos y huyen a la casa de la tía Elinor, una vieja estrafalaria que posee una increíble biblioteca.
Desde ese momento, todos correrán serios riesgos.
Mo, que es encuadernador y "médico" de libros, Elinor y Meggie son raptados y enviados a la guarida de Capricornio y sus secuaces, una banda de inescrupulosos criminales que quieren conseguir a toda costa que Lengua de Brujo, como llaman a Mo, vuelva a hacer magia.
Mo tiene el extraño poder de volver realidad todo lo que lee.
Lo que sucede en los libros se puede volver realidad, pero su magia reclama una retribución: ciertas cosas y ciertas personas reales pueden ser lanzadas a vivir dentro de las páginas de un libro.

La autora, Cornelia Funke, nació en Alemania, estudió pedagogía e ilustración y frecuentemente también es la ilustradora de sus historias. Ha escrito más de cuarenta libros y es considerada la Rowling Alemana. Recibió en 2004 el Premio de Literatura de la Federación de Escritores Alemanes por la calidad de toda su obra.
La cofradía parrafista da argumento para que la escritora teutona arme personajes varios de esta saga, tomados de nuestro espectro de oyentes ..

Regresar a Primo Levi


Años atrás, compré un libro de bolsillo un tenderete de saldos editoriales en la romana Via del Corso.
Es de tapa blanda y papel de escasa calidad.
Con el uso, sus páginas se han arrugado; y su portada, originalmente blanca, tiende al color incierto. Pero en mi biblioteca, en la que no faltan ni clásicos ni vetustos volúmenes de cierto valor, este humilde libro de bolsillo ocupa un lugar central. Cambió mi percepción de la existencia humana.
Contiene dos narraciones, Se questo è un uomo y La tregua, que relatan la experiencia de Primo Levi, un hebreo turinés que conoció el infierno de Auschwitz.
Levi se impuso la misión de describir aquel infierno.
En 1947 consiguió publicar Si esto es un hombre en una pequeña editorial, pero la narración pasó desapercibida.
Europa había descubierto con horror, sí, la barbarie nazi, pero la desolación era enorme, nadie quería escuchar penalidades.

Once años más tarde la reeditó Giulio Enaudi y por fin llegó a millones de lectores.

Primo Levi describe en ella la experiencia límite de la humanidad: la extrema postración con que los judíos (y los gitanos) se enfrentaron a la experiencia del mal absoluto: querían exterminarlos por completo de la faz de la tierra.

Describe Levi el infierno planificado por la culta Alemania nazi, huyendo de toda la retórica. Usando los desapasionados recursos de la prosa científica, sin adherencias sentimentales, sin concesión a la épica o a la sacarina elegiaca, huyendo del detallismo morboso, refrenando el resentimiento. Trascendiendo al anecdotismo de tantas películas y de tantas obras testimoniales, su relato conquista la verdad profunda de los campos de exterminio nazi, a saber: el exterminio de una parte de la humanidad sólo es posible si el verdugo consigue deshumanizar a sus víctimas. Si consigue verlas, no como personas, sino como bestias inmundas.

En efecto, en los campos de exterminio no solamente abundaba la muerte y la desolación, sino una inmensa cantidad de normas aparentemente arbitrarias que se imponían con rigor maniaco a los encerrados.
Vagones de ganado, que nunca se abrían, lo que obligaba a los deportados a yacer durante días entre sus propias heces.
Sustitución del nombre por un número; que se tatuaba en la piel, como se marcan las reses.
La escasez de cucharas para obligar a los prisioneros a tomar el acuoso mejunje a la manera de los perros.
El uso de los cuerpos como ratas de laboratorio para experimentos.
El aprovechamiento de los cadáveres (no sin antes haberles arrancado los dientes de oro) como materia prima: grasa para jabón, cabello para el textil, cenizas como fertilizante...

Atención: lo verdaderamente significativo de estas normas no es el dolor que causaron en las víctimas.
Ni en el horror que provocan en el lector civilizado (así los usa el cine, tan emocional).
Ni, por supuesto, en el sadismo de los verdugos (el peor cine banal pone ahí su acento, tranquilizando la consciencia del espectador, cuando en realidad los soldados que controlaban los campos no eran ni sádicos, ni locos, ni, muchos de ellos, ideológicamente nazis: eran gente como usted, como yo).
Sistemáticamente impuestos, estos mecanismos de bestialización cumplían el objetivo de deshumanizar a las víctimas.
Condición imprescindible para poderlas después exterminar sin escrúpulos.

Regreso a Primo Levi para recordar en qué desembocó medio siglo atrás el prejuicio antisemita.
Un prejuicio fosilizado en la tradición hispánica, que idealizó a golpe de inquisición la pureza de sangre y el desprecio a los marranos. Tradición que revive en los ataques ad hominem que reciben los escritores Culla, Rahola y Villatoro (la vieja insidia: no tienen opiniones libres, están vendidos al sionismo, versión moderna del usurero de antaño).
Escribo en una ciudad, Girona, que obtiene agradables beneficios turísticos de su pasado hebreo, pero que en la edad media, antes de la expulsión de los judíos, incendió por dos veces el Call (judería).
Todo esto pesa. No lo olvidemos, a la hora de censurar los errores de Israel. Regreso a Primo Levi para refrescar el verdadero sentido de las palabras nazi, genocidio y holocausto, que nunca deberían usarse en vano.
La respuesta militar de Israel contra los ataques de Hamas ha causado más de 1.000 muertos: es, pues, un error trágico. Colosal. Pero asociar la cruz gamada a la estrella de David y afirmar que ahora los judíos hacen a los palestinos lo que les hicieron a ellos es desconocer el significado histórico del nazismo. Es trivializar la experiencia del mal absoluto.
La izquierda propalestina debería mantener los ojos muy abiertos en este punto, pues coquetea con prejuicios muy peligrosos y enraizados.
Dicho lo cual, creo que si Primo Levi viviera, reflexionaría ahora como hizo en unas severas declaraciones a La Repubblica en septiembre de 1982, después de la masacre de los campos palestinos de Sabra y Chatila: "Los argumentos que nosotros, los hebreos de la diáspora, podemos oponer a Menahem Begin son dos, uno moral y otro político.
El moral es el siguiente: ni tan siquiera una guerra justifica la perversa vía sangrienta de Begin.
El argumento político está claro: Israel se está precipitando hacia el aislamiento total.
Debemos contener los impulsos de solidaridad emotiva con Israel para razonar con la mente fría sobre los errores de la actual clase dirigente israelí.

miércoles, 28 de enero de 2009

ANTOLOGIA - Coplas de Fernando Terreno


Sin castigar a “La potra”
hoy acertó el gran Marcelo,
Perenchio ganó este duelo,
Le voy a dedicar otra:

“La potra” no es un caballo,
con ella ganaste hoy,
de lo que escribió Filloy
te daría: “Yo, yo y yo”.

Marcelo Smulevicz ¡viva!
¡que viva Osvaldo Soriano!
El "gordo" te da la mano,
Tris.., solitario y final.

Yo me siento acompañado
en el blog ha comentado,
espero pronto su grito:
Don Audaz de Caballito.

Ana Alfonso, por Olivos,
Lorca, por el olivar,
halló primero las Bodas,
ella primero que todas.

¿Quién ha dicho que este mundo
ha vivido equivocado?
En el fondo, en lo profundo,
Laura Santos ha acertado.

¡Tranquila esté la tribuna!
No se escapará ninguna.
Si es comedia o entremés,
va: Azarri, María Inés.

Podrán parecer pavadas,
pero fue sin hacer "clic",
encontró "Vidas privadas":
Don Eduardo Pavelic.

Vayan haciendo la cuenta,
pero a ese autor brasileño
lo sacó con mucho empeño:
Susana, fue la cincuenta.

María Cristina Alonso
la halló en remoto confín
a 'Ña Silvia Iparraguirre
por el Beagle en bergantín.

Por el mar y por Rivera,
no corta el mar sino vuela
Sandra Vela contumaz
lectora del Manco Paz.

Francisco Urondo se fue,
no fue fácil dar con él,
pero estaba: Ana Maciel.

Con su escucha muy atenta,
Cardenal, Cheever y Carver;
los aguarda: Marta Zander.

Eludo la rima fácil,
trajo a Gagliardi al convite:
Señora Marta Escarpite.

Y yendo a Don Julián Sanchez,
decime, ¿no te dió celos,
cuando sacó a Vasconcelos?

No vi ni pasar el tren,
ni al guardagujas, ni a Arreola...
cuando ese Aloy dió en la bola.

La recordé días enteros,
no me acuerdo bien que mes,
Ganó la Zulma Baqueros,
Con "Los de la mesa diez".

Donde las toman, las dan,
¡Pero por dios! ¡Por Jesús!
¡Si hasta San Juan de la Cruz!
ese es: Mario Tsolakian.

¡Ay! ¡Qué percepción más fina!
¡Vio al cajero ir a la esquina!
despuntando el metejón
andaba Nahum Soibelzon.

Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueña jamás olvidada,
en su buena memoria al conjuro
las "Rimas" rescató Ladislada.

Juan Lacaze entre las brumas,
Mirta Shenk con su hablar lento,
noche de Quiroga y cuento:
voló "El almohadón de plumas".

Su especialidad: ingleses,
que ninguno queda en off:
acierta Laura Falcoff.

Si de germanos se trata
no deja pasar ninguna:
es Don Alberto Lagunas.

Pero si el que escribe es galo
hacia allá apunta su proa:
el gran Quique Figueroa.

Conocidos, pa' cualquiera;
para "casos especiales":
ta' Fernando Veneziale.

A ese autor inesperado
lo tiene entre ceja y cejo:
la Verónica Cornejo.


Imagináte Schapiro,
recorriendo el largo trecho,
de ver escrito “Al acecho”
prolijito...en un papiro.

Silvina: tu escritura bella
Ceci Curia fue a buscar,
para poder dar con ella,
hasta La casa de azúcar.

Con campana, con badajo,
Sebastián llamá a tu prima,
Henry James, Aspern, ¡carajo!
a ver si encuentra una rima.

Los de la Villa de Merlo,
todos debieran saberlo:
Juan Morales, il direttore,
adivinó Jettatore.

Don Barzanaglou juntó
una gran rama que brota,
con las ramitas armó,
entera “La mujer rota”.

Uno a uno recordando
al final fuimos llegando,
nadie se sienta ofendido
con las coplas a pedido.

Y si a alguno he omitido
sin querer se me ha quedado,
seguro que me he olvidado
de la pastilla, querido.

No hay en mi una gran premura,
tampoco ganas de olvido,
Figueroa, yo he cumplido,
¿dónde mando la factura?

Aquí .. [la nada]

Sumado al calor estival, la ausencia parrafera, sube la temperatura de los impacientes cófrades, quienes ya no sabemos a que artilugio recurrir para suplir la añorada competencia trasnochada.

La transmisión del espectáculo coscoíno, no debiera llevarse por delante tantos programas.
Con un segmento mas breve alcanzaría.

En fin, jubileo pal' archicófrade, productores y coordinadora de aire.
Suplicio [y abandono] pa' nos ..

martes, 27 de enero de 2009

¡Paren las rotativas!

Si no me gustan las tradicionales fiestas de fin de año, imagínense los festivales tradicionalistas…
Pero, si me gusta el tango, es claro que también me gusta el folklore.
Sin embargo, jamás iría a un festival como el de Cosquín –ni a ningún otro, ni folklórico ni rockero ni tecno. No me gustan las aglomeraciones de gente, y la música me gusta escucharla solo, o con escasa y selecta compañía, en general en número de uno, en particular en la persona de Cristina.
Pero, ¿qué les importa esto a ustedes?
Lo que quizá les importe es conocer alguna novedad sobre la dilatada ausencia de nuestro Parrafus Interruptus. Bueno, tuve un sueño…
Mentira. La verdad es que el domingo le escribí a Hugo con una consulta referida a la historia del programa, y hoy, cuando leo su respuesta (hecha el mismo domingo), me entero de que (“por razones de público cosquinamiento”,escribe él) la bifurcada transmisión del festival que viene realizando radio Nacional (en AM y FM) va a continuar hasta la última de sus lunas. El programa, entonces, vuelve en la noche del próximo lunes, cuando ya sea 3 de febrero.
Nuestro conductor parece habérselo tomado con calma, así que no debo ser yo quien se indigne ni recaiga en otra impertinencia… Entonces, digamos solamente que el mes de enero, en cuanto al juego, ya se cerró, y el ganador fue Mi Amigo Personal, don Mario Tsolakián, que triunfó en dos ocasiones (con “Papá querido”, de Aida Bortnik, y con “El templo de las mujeres”, de Vlady Kociancich).
También cabe señalar que, después de mucho tiempo, se cierra un mes sin que yo haya podido ganar ni siquiera una vez. Pero esto, también ¿a quién le importa?
Perenchio: -¡¡¡A miiiiiiiiií!!!

domingo, 25 de enero de 2009

Lista de lecturas ordenadas por autor

• Jorge Accame. Venecia. 10/1/2008
• César Aira. La liebre (ininterruptus, 23/8/2007) y Yo era una chica moderna. 28/8/2007
• Ryunosuke Agutagawa. Rashomon. 07/04/2008
• Pedro Antonio de Alarcón. El sombrero de tres picos. 9/10/2007
• Leopoldo Alas (Clarín). La regenta. 13/5/2008
• Edward Albee. ¿Quién le teme a Virginia Woolf?. 22/5/2007
• Juan Bautista Alberdi. El gigante Amapolas. 14/8/2007
• Rafael Alberti. Marinero en tierra. 21/8/2007
• Louisa May Alcott. Hombrecitos. 17/5/2006
• Vicente Aleixandre. La destrucción o El amor. 26/9/2008
• Isabel Allende. Eva Luna. 16/8/2006
• Jorge Amado. Doña Flor y sus dos maridos. 29/6/2006
• Edmundo de Amicis. De los Apeninos a los Andes. 25/7/2006
• Martin Amis. El libro de Rachel (ininterruptus, 22/4/2008) y Tren nocturno. 23/4/2008
• Federico Andahazi. El anatomista. 14/6/2007
• Hans Christian Andersen. La Reina de las Nieves. 22/6/2006
• Enrique Anderson Imbert. Licantropía. 22/5/2008
• Anónimo. Las mil y una noches. 5/6/2008
• Anónimo. El lazarillo de Tormes. 7/9/2006
• Jean Anouilh. Becket o el honor de Dios. 19/9/2007
• Guillaume Apollinaire. Alcoholes. 29/1/2008
• Reinaldo Arenas. Celestino antes del alba. 11/2/2009
• José María Arguedas. El barranco. 9/8/2007
• Aristófanes. Las nubes. 24/10/2007
• Roberto Arlt. Ester Primavera. 31/5/2006
• Fernando Arrabal. El cementerio de automóviles. 5/2/2008
• Juan José Arreola. El guardagujas. 18/4/2008
• Antonin Artaud. El ombligo de los limbos. 28/3/2007
• Hilario Ascasubi. Santos Vega o Los mellizos de la flor. 11/9/2007
• Jane Austen. Lady Susan. 29/4/2008
• Paul Auster. La música del azar. 11/10/2006
• Mariano Azuela. Los de abajo. 19/2/2009

• Honorato de Balzac. La piel de zapa. 21/11/2006
• Enrique Banchs. La urna. 5/11/2008
• Alessandro Baricco. Seda. 1/5/2007
• Pío Baroja. El árbol de la ciencia. 24/09/2008
• James Matthew Barrie. Peter Pan. 5/10/2006
• Augusto Roa Bastos. Yo el Supremo. 27/7/2006
• Charles Baudelaire. La Fanfarlo. 23/5/2007
• Emilia Pardo Bazán. El encaje roto. 28/08/2008
• Simone de Beauvoir. La mujer rota. 5/12/2006
• Samuel Beckett. Esperando a Godot. 13/4/2006
• Gustavo Adolfo Bécquer. Rimas. 13/9/2007
• Eduardo Belgrano Rawson. Fuegia. 13/3/2007
• Diana Bellessi. La rebelión del instante. 17/10/2008
• Saul Bellow. Herzog. 03/04/2008
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• José de Espronceda. El estudiante de Salamanca. 21/5/2008
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• Alain Fournier. El gran Meaulnes. 1/5/2008
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• Jean Genet. Las criadas. 10/4/2008
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• Máximo Gorki. La madre. 13/2/2007
• Angélica Gorodischer. Kalpa imperial. 22/7/2008
• Carlos Gorostiza. El acompañamiento. 9/8/2006
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• Omar Khayyam. Rubaiyyat. 7/2/2007
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• José Martí. Hierro. 9/11/2006
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• Ezequiel Martínez Estrada. Martha Riquelme. 5/7/2007
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• Ricardo Monti. Marathon. 30/10/2008
• Leandro F. de Moratín. El sí de las niñas. 4/12/2008
• Alberto Moravia. La Romana. 14/11/2007
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• Daniel Moyano. El rescate. 18/7/2007
• Manuel Mujica Láinez. El hombrecito del azulejo. 14/6/2006
• Pedro Muñoz Seca. La venganza de don Mendo. 17/12/2008
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• Giovanni Papini. Gog. 15/5/2008
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• Ricardo Piglia. Respiración artificial. 29/5/2007
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• Jacques Prévert. Paroles. 8/3/2007
• Abate Prévost. Manón Lescaut. 17/7/2007
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• Carlos de la Púa. La crencha engrasada. 25/10/2007
• Manuel Puig. Boquitas pintadas. 11/4/2006
• James Purdy. ¿Por qué no pueden decirte el por qué?. 28/2/2008
• Alexander Pushkin. La hija del capitán. 10/6/2008
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• Eça de Queirós. El mandarín. 10/5/2007
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• Horacio Quiroga. El almohadón de plumas. 9/5/2006

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• Elmer Rice. Escenas de la calle. 4/2/2009
• Rainer María Rilke. Elegías de Duino. 19/9/2008
• Arthur Rimbaud. Una temporada en el infierno. 13/12/2006
• Andrés Rivera. Ese manco Paz. 30/10/2007
• José Eustasio Rivera. La vorágine. 31/12/2008
• Mercé Rodoreda. La plaza del diamante. 5/12/2007
• Belisario Roldán. El rosal de las ruinas. 15/11/2007
• Edmond Rostand. Cyrano de Bergerac. 28/11/2007
• Eduardo Rovner. Volvió una noche. 20/8/2008
• Germán Rozenmacher. Réquiem para un viernes a la noche. 22/8/2006
• Juan Rulfo. No oyes ladrar los perros. 19/7/2006
• Salman Rushdie. Versos satánicos. 7/11/2008

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• Marqués de Sade. Los 120 días de Sodoma. 13/6/2007
• Dalmiro Sáenz. Propiedad. 14/10/2008
• Juan José Saer. Palo y hueso. 1/8/2008
• Antoine de Saint Exupéry. Vuelo nocturno. 28/12/2006
• Saki. Alpiste para codornices. 22/11/2007
• Emilio Salgari. El corsario negro. 8/11/2006
• Jerome David Salinger. Un día perfecto para el pez banana. 30/5/2006
• Florencio Sánchez. Barranca abajo. 19/4/2006
• Pablo de Santis. Filosofía y letras. 16/10/2008
• José Saramago. La balsa de piedra. 7/11/2006
• Domingo Faustino Sarmiento. Recuerdos de provincia. 25/5/2006
• Jean Paul Sartre. La naúsea. 8/8/2006
• Friedrich Schiller. María Estuardo. 20/11/2007
• Leonardo Sciascia. El día de la lechuza. 18/9/2008
• Walter Scott. Ivanhoe. 17/10/2006
• Luis Sepúlveda. Un viejo que leía novelas de amor. 13/8/2008
• William Shakespeare. Otelo. 27/4/2006
• George Bernard Shaw. Hombre y superhombre. 15/11/2006
• Mary Shelley. La prueba de amor (ininterruptus, 23/5/2008) y El mortal inmortal. 10/10/2008
• José Asunción Silva. Nocturno. 1/12/2008
• Isaac Singer. El Spinoza de la calle Market. 17/6/2008
• Antonio Skármeta. Ardiente paciencia. 11/7/2007
• Alexander Solyenitzin. Archipiélago Gulag. 30/9/2008
• Carlos Somigliana. Amarillo. 8/11/2007
• Osvaldo Soriano. Triste, solitario y final. 10/5/2006
• Alicia Steimberg. Músicos y relojeros. 25/8/2008
• John Steinbeck. Viñas de ira. 29/3/2007
• Stendhal. La cartuja de Parma. 26/4/2007
• Robert Louis Stevenson. El club de los suicidas. 27/8/2008
• Alfonsina Storni. La loba. 11/1/2007
• August Strindberg. El pelícano. 6/3/2008
• Jonathan Swift. Los viajes de Gulliver. 6/12/2006
• John Synge. El farsante más grande del mundo. 22/8/2008
• Sófocles. Antígona. 28/2/2007

• Antonio Tabucchi, La cabeza perdida de Damasceno Monteiro. 5/12/2008
• Ricardo Talesnik. La fiaca. 2/8/2006
• Armando Tejada Gómez. Historia de tu ausencia. 16/5/2008
• Santa Teresa de Jesús. Poesías y exclamaciones. 28/6/2007
• Héctor Tizón. Fuego en Casabindo. 6/3/2007
• León Tolstoi. Guerra y Paz. 12/9/2006
• Mark Twain. La historia del niño malo. 6/12/2007

• Miguel de Unamuno. Niebla. 21/8/2008
• John Updike. Las brujas de Eastwick. 17/10/2007
• Francisco Urondo. Amore mío santo. 13/6/2008

• Alberto Vaccarezza. El conventillo de la Paloma. 20/7/2006
• Edmundo Valadés. La muerte tiene permiso / Todos se han ido a otro planeta. 18/12/2008
• Ramón del Valle-Inclán. Divinas palabras. 21/4/2008
• Paul Valéry. Cementerio marino. 25/6/2008
• César Vallejo. España, aparta de mí este cáliz. 6/6/2007
• Alfredo Varela. El río oscuro. 10/09/2008
• Juan Cruz Varela. Argia. 20/11/2008
• Mario Vargas Llosa. La ciudad y los perros. 31/8/2006
• José Mauro de Vasconcelos. Mi planta de naranja lima. 4/4/2008
• Lope de Vega. Fuenteovejuna. 31/10/2006
• Paul Verlaine. Poemas saturnianos. 10/10/2007
• Julio Verne. Cinco semanas en globo. 29/8/2006
• Oscar Viale. El grito pelado. 20/6/2008
• Boris Vian. Los constructores de imperios o el Schmürz. 7/8/2007
• Idea Vilariño. La noche. 30/11/2006
• Francois Villon. El testamento. 6/9/2007
• David Viñas. Lisandro. 6/9/2006
• Virgilio. La Eneida. 30/8/2007
• Voltaire. Cándido o el optimismo. 18/10/2007

• Lewis Wallace. Ben-Hur. 11/12/2007
• María Elena Walsh. Otoño imperdonable. 1/3/2007
• Rodolfo Walsh. Esa mujer. 16/5/2006
• Herbert George Wells. La guerra de los mundos. 26/10/2006
• Enrique Wernicke. Los aparatos. 22/9/2008
• Arnold Wesker. La cocina. 27/6/2007
• Walt Whitman. Yo canto al cuerpo eléctrico. 3/1/2007
• Oscar Wilde. El gigante egoísta. 2/5/2006
• Tennessee Williams. El zoo de cristal. 7/6/2006
• Virginia Woolf. La señora Dalloway. 5/7/2006

• Banana Yoshimoto. Tsugumi. 16/9/2008

• Emilio Zola. Naná. 13/9/2006
• Jorge Zuhair Jury. El dependiente. 18/8/2008
• Stefan Zweig. Veinticuatro horas de la vida de una mujer. 8/2/2007

jueves, 22 de enero de 2009

Antología - Anteanoche, en la charla con Hugo

VIERNES 23 DE MAYO DE 2008


Anteanoche, en la charla con Hugo, conté que estaba estrenando mi máquina nueva y había querido probar aquello de ganar con el Google. Horas después, el mismo día, encontraría una nueva justificación para esa triste inconducta.
En realidad, la máquina la tenemos desde hace casi un mes. Tal vez fue una inconciencia de nuestra parte ponernos en semejante gasto en el año del nacimiento de nuestro hijo, pero así somos nosotros, a veces: si la vamos a hacer, hagámosla bien.
Nuestra conexión a Internet sigue siendo la misma, un proveedor gratuito a través del mismo cable del teléfono, que ahora funciona un poco más rápido que con la vetusta y exasperante PC anterior. Y ya en los primeros días de uso, a principios de mayo, había pensado en hacer esa jugarreta con el buscador. Pero, primero, me dije que yo no podía caer en esa bajeza. Y después pensé: ¿por qué no? ¿Quién es ‘yo’?
Este domingo, cuando se leyó a D.H.Lawrence, me había decidido. Pero Cristina se durmió temprano y no quise molestarla con el revoltijo de cables que la máquina demanda-el telefónico, el del cargador, el del estabilizador. De todos modos, no me hizo falta para identificar "Mujeres enamoradas" (los nombres de Ursula y Gudrun ayudan a cualquiera), pero López Motta llamó primero.
Finalmente, anteanoche lo hice. Mientras Hugo concluía su preámbulo, me conecté a Google. Cuando empezó la lectura, dejé pasar unos minutos. (¿Para que otro oyente pudiera ganar con armas más dignas o porque no sabía cómo continuar?) Al rato recordé mejor el caso de Jorge Aloy, quien inaugurara este método en agosto pasado -o, al menos, quien lo confesara. El había contado que escribió en el buscador una frase de palabras desusadas que aparecieron en el cuento que Hugo leía, algo así como "las mulas de don Garayal", y le saltó que se trataba de "El barranco", de José María Arguedas. Yo, que no había pensado mucho en los detalles del procedimiento, esperé una frase así (y en el interín desaproveché un nombre propio, que seguramente hubiera funcionado), hasta que al final escribí cualquiera: algo así como "el viaje vertical en el ascensor". Y funcionó.
Gané, entonces, una vez más, aunque con esas malas artes. Por supuesto, lo confesé. Por supuesto, no conocía el cuento "Licantropía", de Enrique Anderson Imbert. Pero conozco al autor, leí algunas cosas suyas; entre otras, el reportaje que mencioné de la revista "Puro cuento".
Más tarde, pensando qué escribir para el Blog, reparé en que Anderson Imbert menciona en ese reportaje a "Gog", de Giovanni Papini. Y reparé en que este libro, junto a los cinco o seis números que tengo de la añeja revista de Mempo Giardinelli, son una de las pocas cosas que traje a casa de Cristina en la mudanza del papel impreso. Y reparé en que la última victoria del legendario Gustavo Glanzman fue con una novela de Giardinelli -y recordar esto me asustó. Y reparé en el parecido entre Gog y Google... Todo esto, mientras mentalmente tomaba apuntes para una Entrada alusiva.
Pero más tarde todo aquello fue desbaratado. Más tarde, esa tarde del jueves 22 de mayo, encontré que había otra razón para que yo la noche anterior quisiera ganar sí o sí, de cualquier manera, y esa razón es que en esa tarde de este jueves, ayer, de pronto, inopinadamente, sorprendiendo incluso a la obstetra, que en el control semanal de rutina le encontró a Cristina una dilatación propia de cuatro horas de trabajo de parto y la mandó corriendo al sanatorio, a las seis y dos minutos de esa tarde, de ayer, en géminis, llegó al mundo, vio la luz, vino a nosotros, quiero decir que nació Esteban Perenchio, que quería encontrarse con un papá ganador -y una mamá tan valiente.

(Por obvias razones, no pude escuchar el programa del jueves -aunque, como todo anduvo bien en el sanatorio, pensé varias maneras, que desheché-, así que si alguien quisiera contarme de que se trató la lectura...)

PUBLICADO POR MARCELO PERENCHIO EN 16:32

miércoles, 21 de enero de 2009

Cuidado con los motes

El opúsculo perenchiano, Apodito, tiene cierto  sabor a César Aira, en su novela (?) "Yo era una chica moderna".
Tan solo que la obra del muchacho de Coronel Pringles, es una locura de principio a fin.

Allí, uno de los protagonistas, que es un nonato (!), habla y tiene poderes sobrenaturales.
Una cosa rara, muy rara.
Para profundizar recomiendo esta sinopsis.

Y no recuerdo a ciencia cierta, si le decían "el fulanito", al personaje en cuestión.
Recuerdo claramente que se la presté a mi Viejo, quien luego de leerla me confesó que pensaba haber encontrado el sumum de estilos raros en Alberto Laiseca, pero este (por César Aira), no era catalogable.

El libro fué donado a la biblioteca del Centro Provincial de Información Educativa, cuyo catálogo puede consultarse.
Como pa' que circule.

martes, 20 de enero de 2009

Apodito

En el origen está aquella puteada de una vecina a otra en uno de los cuentos verdes que me contaba mi viejo cuando yo era chico. La uso a veces hoy en día, aunque nunca me puteo seriamente con nadie –y menos con una mujer. La uso en joda, inocentemente...
Resulta que la base de la bañaderita plástica calza justo en la pileta de la mesada, así que al principio al bebé lo bañábamos en la cocina. Como Cristina lo hace sola las noches que yo trabajo, una vez se me ocurrió probar a mí. Por entonces, Esteban ya se había acostumbrado, ya coordinaba más o menos los movimientos y le gustaba el baño. Pero aquella noche, para mi gusto, estaba salpicando mucho.
-Bueno, bueno, bebé –trataba de aquietarlo yo, mientras lo sostenía semisentado con una mano y le pasaba la esponja empapada con la otra. El seguía entusiasmado con el agua (con ese algo blando, brilloso y chasqueante), y ni bola.
-Pará, Esteban, pará… Tranquilito… -insistí, tratando de sujetarle un bracito. Pero él, con la mano libre, no dejaba de chapotear.
-Bueno, ¡basta! ¡Basta! Vamos a jabonarse… -y traté de frotarle el jabón por el cuello y el pecho. Entonces el tipo, con un manotazo certero y una sonrisa mojada, me hizo soltar el Palmolive, que cayó al suelo y resbaló hacia abajo de la mesada.
Ahí me causó gracia su rebeldía, su fuerza, su alegre agitación, pero un poco me saqué y dije:
-¡Pero pará, concha torcida!
¡Para qué! Cristina escuchó desde el dormitorio y se me vino al humo.
-No le digas así, tarado –gritó. Y aclaró: - El no tiene concha.
-Bueno, se me escapó –me defendí yo.
-No, no se te escapó –siguió ella. –Lo que pasa es que no te gusta que ahora haya otro pito en la casa. No te bancás no ser el único. Pero él tiene pito, te guste o no. No sos el único ahora, y no lo vas a ser más…-y siguió así con sus efusiones psicoanalíticas (o psicoterapéuticas breves) un rato más, enojada. Pero enseguida se le pasa y se olvida. Pero a mí no.
Más tarde, esa misma noche, al notarla… inapetente, le reproché:
-Claro, porque ahora tenés el otro pito, ¿no?
-¿Qué otro pito? ¿Qué decís?
-¿Que qué decís? Que ahora está el fulano este –dije, señalando hacia la cuna en la oscuridad.
Entonces ella se rió y prendió el velador. Su voracidad volvió de repente. Pero el resto de la escena (muda, o preverbal) me la reservo.
Desde ese día le quedó “El Fulanito”.

lunes, 19 de enero de 2009

Un 19 de enero

Nos los parrafistas,
en medio de esta [pasajera] orfandad estival,
hemos de recurrir a lecturas variopintas
para suplir [en parte] la ausencia de adrenalina
propia de los programas en vivo.

Varios oyentes incautos llamaron a la radio estos días,
para concursar, dando nombre de la obra y el autor
que estaban leyendo al aire.
Más el que atendía no era ni Leonardo, ni Lucas Gatti,
sino un gentilhombre, que advertía "el programa está grabado" ..

Para no decaer nuestra atención en hechos varios de la historia, el mundo y la literatura, van esta recopilación,  total y absolutamente subjetiva.



570 - Nace Mahoma, profeta islámico.
1736.-Nace Jacobo Watt, escocés, el inventor de la máquina de vapor
1798 - Nace Auguste Comte, filósofo y sociólogo, padre del positivismo.
1809.-Nace Edgar Allan Poe, escritor estadounidense


1827

Nace en Buenos Aires el poeta Carlos Guido y Spano, autor de Ráfagas, Hojas al viento y de una Autobiografía.
Murió allí, el 25 de julio de 1916.

1839.- Nace Paul Cezanne, pintor impresionista francés.

1851
Muere en Montevideo el poeta argentino Esteban Echeverría, autor de Rimas, La cautiva y el relato titulado El matadero, antecedente en América del cuento realista.
Integró la Asociación de Mayo, que combatió a Rosas.
Redactó en parte el Dogma socialista, en el que concilia los principios unitarios y federales.
Nació en Buenos Aires el 2 de setiembre [¡grande Esteban!], de 1805.

1869
Sale a la luz, editado por José Martí y su amigo Fermín Valdés Domínguez El diablo cojuelo.
El editorial es el primer artículo periodístico de carácter político publicado por Martí, por eso expresa: "Nunca supe lo que era público, ni lo que era escribir para él, mas a fe de diablo honrado, aseguro que ahora como antes, nunca tuve tampoco miedo a hacerlo".
El ejemplar único constaba de cuatro páginas, y además del editorial, incluía varias notas satíricas sobre la prensa y acontecimientos de la época.

1903.- El periódico parisiense "L`Auto" anuncia la primera Vuelta Ciclista a Francia.

1906
Muere en Buenos Aires el general Bartolomé Mitre; militar, historiador, periodista, traductor, legislador, poeta y presidente de la Nación (1862-1868).
Fundador del diario La Nación.
Escribió, entre otras obras, Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina e Historia de San Martín y de la Emancipación Sudamericana.
Formó una gran biblioteca americanista, conservada hoy en el Museo Mitre, en Buenos Aires. Falleció en 1921.

1915 - Se patenta la luz de neón.
1918.- Lenin disuelve la Asamblea Constituyente, al dar un golpe de Estado en Moscú, siendo minoría los bolcheviques.
1925.-Se han realizado con éxito las pruebas para enlazar, mediante telegrafía sin hilos, España con América.
1933.- Gregorio Marañón entra a formar parte de la Academia de la Lengua.
1937.- Radio Nacional de España se inaugura en Salamanca.


1957
En el Mausoleo de la Sociedad de Profesores de Instrucción Primaria de Chile son sepultados temporalmente los restos de Gabriela Mistral. Más tarde serán trasladados a Monte Grande, en el Valle del Elqui

1966.- Indira Gandhi es elegida jefa de Gobierno de la India, convirtiéndose en la primera mujer que ocupa este cargo.

viernes, 16 de enero de 2009

Recordandote

Es el título de una zamba.
¿Recordáis el nombre del autor, quien nos dejara el 17 de enero, pero de 1989?


Polifacético como muy pocos uruguayos, excepcional autodidacta, lector empedernido y con una cultura infrecuente entre sus colegas, AZ gana en 1958 el premio municipal de poesía.
El tribunal estaba integrado por Juan Carlos Onetti, Laura Cortinas y Vicente Basso Maglio, poeta simbolista, anarquista, que escribía los editoriales de CX 14 que AZ leía.

En 1961, fallece Vicente Basso Maglio: el editorial de la radio diría que el programa cesaba por la muerte de su autor.
AZ publica una carta en los semanarios Sol, Marcha y Lucha Libertaria, donde dice:
"El programa no había cesado por la muerte de su autor, sino que el autor había muerto por cese de su opinión".
Por el contenido de esa carta y por otros detalles fue "cesado con renuncia" en CX 14. Años más tarde, por el contenido de esa carta, es contratado por Carlos Quijano como periodista de Marcha.

Con lo que cobró por la indemnización, proyectó un viaje a la Cuba post Batista; sin embargo solamente llegó hasta Perú donde trabajó como periodista en "7 días" y "Oiga" de Lima.
"Dejé ese empleo para irme con un gringuito que estudiaba antropología, en su automóvil por la Panamericana hasta Mexico, donde un amigo, el gordo Dotta, me mandaría los pasajes para ir a Cuba. Pero a último momento, al gringuito no le dejaron sacar el vehículo, que era un jeep, porque era un material de deshecho del ejército peruano. El lo vendió, se fué en avión a EEUU, y yo quedé en 'banda', sin viaje, sin dinero y sin empleo. Un amigo, César Durán, sin conocimiento mío, me anuncia como cantor en el show de Tulio Loza en el canal 13 Panamericano de Lima; canté dos canciones: Guitarrero y Milonga para una niña, cobré 50 dólares y ahí debuté como cantor".
"Sin embargo mi primera canción la compuse por 1960: Recordándote, una zamba compuesta como si la cantaran Los Chalchaleros y dedicada a un compañero de CX 14 que estaba ennoviado con una amiga mía".

 Oigo tu voz, llamándome,
recuerdos que devuelve el tiempo,
tu voz me nombra y me duele otra vez,
yo ya no puedo volver.

Tu voz me nombra y me duele otra vez,
yo ya no puedo volver.

Oigo tu voz, llamándome,
silencio en el silencio, y siento
que es el vino que me engaña, otra vez,
yo ya no puedo volver.

Que es el vino que me engaña, otra vez,
yo ya no puedo volver.

La noche es tan amarga y lenta,
la zamba te recuerda tanto...
que cuando canto me olvido, mi bien,
que ya murió tu querer.

Que cuando canto me olvido, mi bien,
que ya no puedo volver.

Siento tus palabras, recordándote,
la noche agranda su silencio,
y en él te escucho, volviendo a decir:
sin ti no puedo vivir.

Y en él te escucho, volviendo a decir:
sin ti no puedo vivir.

Pero las palabras, como el aire son,
aliento que se vuelve viento,
y así tu amor, con el tiempo, murió,
el viento se lo llevó.

Y así tu amor, con el tiempo, murió,
el viento se lo llevó.

La noche es tan amarga y lenta,
la zamba te recuerda tanto...
que cuando canto me olvido, mi bien,
que ya murió tu querer.

Que cuando canto me olvido, mi bien,
que ya no puedo volver.



"Al regresar a Uruguay, fuí locutor de cabina y luego locutor de cámaras en Montecarlo TV Canal 4. También escribí cuentos en Acción y fuí periodista en Marcha, donde por encargo de Hugo Alfaro, entrevisté a Silvie Vartan, George Maharis, Don Atahualpa, Onetti, Gabito, etc.".

Por esos años se edita el primer disco de AZ, un disco doble, lo que en esa época se conocía como "extended simple".
En la cara A figura Milonga para una niña y El Camba; en la cara B, Mire amigo y Recordándote.

Se había casado con Nancy Marino el 29 de febrero de 1968 ("así festejo cada 4 años").  Sus dos hijas fueron inspiradoras de dos bellísimas canciones: Para Carla Moriana y María Serena mía.

El 20 de julio de 1970 es otra fecha importante: AZ debuta en Buenos Aires en el teatro ABC de Esmeralda 506 y Lavalle y repite su actuación una semana después. Los comentarios en varios diarios argentinos de artistas internacionales son concluyentes, Atahualpa Yupanqui: "Milonga del solitario la canta mejor que yo"; Joan Manuel Serrat: "Lo considero el poeta más importante de América Latina".

Luego el derrotero del exilio lo llevaría a Buenos Aires, Madrid y México. Pero en ningún lugar pudo componer como lo hacía en su Uruguay natal. Al artista le dolía como a pocos, estar lejos del terruño, de su gente.
El 31 de marzo de 1984, se produce el regreso triunfal a Montevideo, luego de una serie de conciertos memorables en el estadio de Obras Sanitarias durante el inolvidable 1983.

AZ partiría al mas allá precisamente un 17 de enero, pero de 1989, dejando un hueco difícil de llenar. Por sus palabras, por su poesía, por su canto fraterno ..




jueves, 15 de enero de 2009

Sobre Anatomía Humana

Ya tengo conmigo El amante imperfecto, la última novela de Carlos Chernov, que gané cuando se leyó Anatomía Humana, la primera novela de este autor.

Comienzo y resumen, Anatomía Humana empieza así:

"Después de aquella noche, Mario vivió en un mundo habitado casi exclusivamente por mujeres. Cuando los gritos lo despertaron, todavía ignoraba que la mayoría de los hombres ya había muerto..."

-Entonces ...¿tiene todas las minas para él?
-Sí, mi amor.
-Buenísimo!

Ah, pero ya se sabe que no hay deseo cumplido sin una maldición que lo siga. Y de eso trata esta novela.

Mientras releo algunas páginas, no dejo de sorprenderme la irracionalidad de Parrafus Interruptus, donde una lectora común y silvestre, yo en este caso, puede decirle a un autor, Chernov en este caso, vea, a mí me gustó la parte de su novela en la que usted describe los pies de unas modelos que andan descalzas por el estudio; y que el autor conteste, mirá vos, ni me acordaba de que había escrito eso. Y encima de todo, me regalan un libro. Irracionalidad total.

Lo de los pies es así:

"Recordó el relato de un amigo especializado en fotografiar desnudos. De tanto andar descalzas por el estudio, las modelos se ensuciaban la planta de los pies. Él odiaba que ese detalle se advirtiera en las fotos (aunque admitía que a veces lo había aprovechado: era un defecto muy realista). "

Lo leo ahora y me pregunto qué es lo que me gustaba tanto de este párrafo. ¿No les pasa que a veces subrayan en un libro algo que les gustó y lo leen un tiempo después y ya ni se acuerdan qué era lo que les había gustado? Supongo que los subrayados y las marcas que hacemos en los libros pueden caducar después de un tiempo. No se me ocurre otra explicación. Claro, si nos ponemos estrictos hay que decir que la novela fue publicada hace 15 años, y tal vez la leí por esa época. Volver a tener Anatomía Humana en las manos fue hacer un viajecito en el tiempo. Porque éste fue uno de los primeros libros que compré con mis dineritos lo recuerdo tan claramente. También compraba La Maga entonces y escuchaba a Dolina y no me acostaba antes de las dos y vino Paul McCartney a la Argentina. Lindos recuerdos.

El amante imperfecto, junto con el bronceador y el toallón, ya los estoy guardando en el bolsito para llevar en las vacaciones.

miércoles, 14 de enero de 2009

Dislate estival

Me encantó leer la entrada del podiasta perenchiano.
La locura cunde por el éter parrafista.
Celebro varias cosas, el acudir a la mesa de ofertas, el premio de PI del argentino-yorugua Charlie María Domínguez (a quien confundí con el precoz ganador de Odol Pregunta). Casa de papel es una novela encantadora, digna de toda alma parrafista que se precie de tal.

Pescetti ..
¿Cómo describir la novela esencial, El ciudadano de mis zapatos?
No en vano ganó el premio Casa de las Américas 1997.
En dicha obra, subyace la relación filial, un canto a la vida, una carta de amor al padre. Un libro que me abrió la cabeza. Habré de releerlo, ahora que vengo de esparcir las cenizas de mi Viejo por sus lugares queridos de Alta Gracia.

Por último y a título de sincrodestino, confieso que ingresé a LA librería de Trelew. Apenas piso, los dependientes tiemblan. Hice una lista, y ahicito nomás pregunté por los precios de seis (6) libros.
Estaba por salir, me detuve en las ofertas, y compreme una oferta sobre la historia de Apple, un librejo de 1987. Mejor aún.
La dueña no se asombró de mi cambio de idea, pero dudaba entre un minúsculo libro sobre Juana de Ibarbourou y este.
Finalmente, el tamaño de la letra y la discreta pero infrenable presbicia, me llevaron hacia el formato convencional y fuentes mas grandes de John Sculley "De Pepsi a Apple".

Antología

jueves 10 de enero de 2008

EL OTRO INTERRUPTUS

2)

¿Me habrá tirado un centro Hugo? ¿Puede pensarse legítimamente en un centro del conductor –un centro al corazón... del área chica- para que el puntero convierta una vez más? ¿O pateó al arco el àgil Paredero, y le salió un centro?
(A propósito, se me ocurrió pensar el otro día que, tal vez, Hugo festeja también las lecturas ininterruptas, las festeja como un secreto gol suyo con el que nos dice en silencio: “¡Lean, che!”, como decía el otro Lamborghini. Pero esta presunción le atribuye un inmaduro engreimiento que ningún rasgo suyo sugiere, que es solo mío, proyección neurótica que le dicen.)
Como sea, Hugo leyó el martes “Las dulzuras del hogar”, de Mary Flannery O’Connor (otra elección arriesgada, según mi real saber y entender) y el ganador fui yo, que hace unos meses nombré ese cuento en este Blog –en “Placa roja”.
Pero, ¿para qué nuestro conductor brindaría esa ayuda justamente al más recalcitrante de sus oyentes?
Para lo que vino después. Para hacer propicia la confidencia que él había descifrado en mi último Entrada. Para, con sus recién desempolvadas herramientas de sagaz entrevistador –con las que acaban de convocarlo desde la radio colega-, sonsacarme la información referida a mi futura paternidad adolescente. Y esto con un título de lo más... apropiado.

Justamente el martes, a causa de la somnolencia que semejante estado suele provocar, Cristina se durmió temprano y no escuchó ni me grabó el programa, así que a la mañana siguiente, cuando volví del trabajo, no me pude encontrar en cinta –como ella.
Tal vez sea mejor así –que ella no haya escuchado- porque me parece que no estuve muy acertado en la manera en que conté aquello.
Empecé la charla hablando de una preocupación que me afligía, o de que no encontraba mucho entusiasmo ultimamente. Claro, no tenía previsto hablar del embarazo -aunque sí había estado pensando en la forma de contarlo acá, como dije. Pero el renovado sabueso Paredero –que había entrevisto la verdad del desasosiego en mi último texto- supo hacerme ingresar “en el pantanoso terreno de la confidencia”, como dice Dolina. (A propósito, todavía me acuerdo de la impresión que me provocó enterarme, allá a mediados de los noventa, en una entrevista que le hizo Marcelo Simón a raiz de “Lo que me costó el amor de Laura”, que Dolina tenía hijos.)
“¿Vas a ser papá?”, preguntó Hugo de sopetón. Y no me quedó más remedio que admitirlo.
De todos modos, puedo reivindicar lo de la aflicción. Aclarando, claro, que la preocupación no la produce el hecho en sí de que vayamos a tener un hijo, sino todo el proceso que hacia él conduce, que para una pareja en edad provecta –ella ya tiene 43, yo soy menor, los cumplo en febrero- puede tener ciertos contratiempos.
Pero, más allá de eso, digamosló de una vez: tal como Flannery O’ Connor ironiza desde su título, nunca me creí ni procuré para mi vida “las dulzuras del hogar”. Así que esto, novedoso e inesperado, también me asusta un poco –como también dije la otra noche.
Pero bueno, ya está. La naturaleza es sabia –la sangre es sabia, diría la O’ Connor- y ya veremos qué le depara a nuestra criatura –y qué le deparará a la humanidad un Perenchio más sobre la tierra.

Mientras termino esto, Cristina llega del trabajo –todo marcha bien para ella por ahora, informo- trayéndome impresos los dos últimos textos de Quique Figueroa para el Blog. Yo no había entrado a Internet desde la semana pasada. Encuentro que también compartimos con el coequiper Quique la afición por Vinicius de Moraes. Y recuerdo un tema de uno de los espectáculos de Vinicius y Toquinho grabados en La Fusa –la de Buenos Aires, creo que con María Creuza-, un tema de Caetano Veloso llamada “Irene”, que siempre me sonó, aunque no entiendo del todo el portugués, como una afligida canción infantil.
Y a propósito de infantes, quiero contarle a Quique que el viernes conseguí a 10 pesos “El ciudadano de mis zapatos”, la novela de Luis María Pescetti que él menciona en su perfil como uno de sus libro de cabecera. Recién leí unas pocas páginas, ese comienzo divertido y demoledor (“...o era la tristeza, o era la tristeza, o era la tristeza...”), pero creo que me va a gustar. Conozco a Pescetti de la radio, compré anacrónicamente un par de sus discos, pero nunca lo había leido. El otro día, ahora me acuerdo, estuve por hacerme de otro de sus libros... Escribí sobre eso el lunes a la noche, en el banco, después de la victoria de Jorge Aloy. Trataba de escribir algo para el Blog, pero lo que salió no quedó muy claro, así que lo postergué. Después me fijo si puede recuperarse y lo pego acá.
Ahora, solo resta felicitar a Hugo por la convocatoria de la importante radio que pensó en él para las tardes de enero... y hacer votos para que esta cabeza de playa sea el pórtico de nuestro desembarco triunfal –de Los Parrafistas- en el poderoso multimedio.
Chau. Nos escuchamos el jueves desde las 14.00 en Mitre.

1)

Cristina me regaló para navidad esa novela tan exitosa de Pablo de Santis, "El enigma de Parìs". Tal vez, haberla visto encabezando la lista de 'más vendidos' me había predispuesto en contra. Tal vez, los antecedentes de de Santis como cultor del comic o autor de novelas 'juveniles', su condición de escritor profesional, me lo hace poco confiable. El hecho es que, sin leerla (con el consentimiento de la otra parte implicada), fui a la librerìa de Lanús donde Cristina la había comprado y la cambié.
Mi idea era que, por el importe que ella había abonado (¡39 $!), podría elegir cuatro o cinco libros de oferta o de segunda mano. Pero se trata de una librería nueva, donde sólo se encuentran novedades o reediciones recientes -todo carísimo.
Inspeccionando someramente, vi la última novela de Guillermo Martínez, cuyo título ahora no recuerdo bien: algo así como "La lenta muerte de Sandra B." Recordé la lectura con la que Hugo cerró el ciclo 2007 de Párrafus y lo que yo había escrito para el Blog: que María Suárez, la Dama de Coghlan, me había recomendado la obra de Martínez. Pregunté por "Acerca de Roderer" y "La mujer del maestro" -las que María me había nombrado. El joven librero me mostró la primera. Le pregunté el precio. 42 pesos. Al verme demudado por esa cifra, me habló de la reciente edicón pockett de "Crímenes imperceptibles", a 20 mangos. "Sea", pensé: "Trueco una novedad policial de las letras argentinas recientes por otra". Así, aprovecho y sigo poniéndome al día, según un añejo plan, con las lecturas del programa que no conocía.
Pero quedaban todavía 19 pesos de saldo a favor. Seguí mirando y di con "Historia de los señores Moc y Poc", de Luis Pescetti, a 17. Me interesa, no es del todo “infantil”, creo, pero no lo elegí porque vuelto no me iban a dar y no quería regalar 2 pesos. Seguí mirando. Pregunté si había algo de Abelardo Castillo. Nada. Me ofrecieron Cortázar: "Gracias. Ya tengo casi todo lo que me interesa, y lo que no tengo -los libros miscelanea-, no creo que estén...". No estaban. Isidoro Blaisten, tampoco. Daniel Moyano, tampoco. María Moreno, ni ahí.
Por ahí, en un estante alto veo alineados los volúmenes de Anagrama. Entonces vuelvo a acordarme de Párrafus, de uno de los libros que me gané y que, como pocas veces, devoré en un fin de semana. "¿Paul Auster?", pregunté, antes de ver su nombre en uno de los lomos. El vendedor -ya no puedo seguir llamándolo 'librero'- bajó dos de los delgados volúmenes: "La habitación cerrada" y "Ciudad de cristal", primero y tercero de la 'trilogía de New York'. El primero fue el que me había ganado en el programa. "¿No tenés el segundo", pregunté. Me refería a "Fantasmas". El jovenzuelo no supo de qué le hablaba. "De Auster, por ahora, esto solo", respondió. Le devolví "La habitación cerrada" y hojeé el otro. Con aquella novela, lo primero que leía de él, me había sorprendido el famoso Paul Auster. Sólo lo conocía a través de reseñas de su obra y me había imaginado un autor más convencional. Me encontré con un estilo vigoroso y sugestivo, y con historias -en una sola novela- para contar. Elegí entonces "Ciudad de cristal", y el combo con "Crímenes imperceptibles" me salió 48 pesos. Aboné la diferencia y me fuí de esa librería para nunca más volver. Ojalá tenga mucha suerte.

Este lunes, en tanto, Hugo perseveró con obras en castellano. Después de "Crímenes imperceptibles" y "Esperando la carroza", hoy leyó una novela del chileno José Donoso, llamada "Este domingo". Ganó una vez más el imprentero de Rafael Calzada, Jorge Aloy, quien cerrara el 2007 reconociendo la novela de Martínez. El premio para el ganador, tambièn en español: "La casa de papel", de Carlos María Dominguez. Poco a poco se pone en marcha el año. Este enero, si no hay contratiempos, habrá 13 Párrafus. Veremos cómo nos va. Buena suerte a todos. Que gane el mejor –o el que más rápido llegue al teléfono.


3)

El calor me agobia, eso también es verdad. Ayer miércoles, al caer la tarde, cuando terminé el texto precedente (2 y 1), me faltó coraje para enfrentar la canícula durante las tres cuadras que tengo hasta el locutorio, y entonces aquello quedó sin publicar. Mejor, así hoy puedo comentar también, brevemente, la tercera –pero no última- lectura de la semana.
El género volvió a ser Teatro, como el miércoles pasado, y la obra, como “Esperando la carroza”, también se cuenta entre las más exitosas (¿populares?) de los últimos años. Se trató de “Venecia”, del porteño, radicado en Jujuy, Jorge Accame.
El ganador, también un hombre de teatro, profesor y actor, y también del interior: Marcelo Bonalume, de Marcos Juarez, Córdoba. Ganador debutante, por cierto, que tuvo la oportunidad de charlar con el autor de la noche, a quien Hugo tenía en línea. Por desgracia, la comunicación se le cortó a Marcelo a los pocos minutos, y entonces la charla, franca y extensa, fue entre Hugo y Accame.
Tengo acá, en la antología de cuentos breves “Dos veces bueno”, de Ediciones Desde la gente, un microrelato de Jorge Accame -única muestra de su producción que conozco. Lo transcribo para regocijo de oyentes y lectores.

EL LAGO

“El viejo entró a su casa, apoyó suavemente el hacha contra alguna forma vertical y cerró la puerta.
Deslumbrado por la oscuridad, al principio sólo escuchó olas y viento que rompían sobre una playa. Luego poco a poco, apareció a sus pies el lago buscando extensión hasta el horizonte. Antiguos bosques cubrían lás márgenes y cortaban el aire cantos de pájaros exóticos.
No se inquietó: con los años había aprendido que el asombro demora inútilmente la fatalidad.
Extrajo anzuelos y tanza de un cajón y, arrugando la frente, definió una orilla para pescar.”

Y ahora sí, disfrutando la frescura que dejó la lluvía de anoche, voy a poner esto en el Blog y después sigo viaje hacia la casa de mi vieja, donde esta tarde voy a escuchar detenidamente el primer Párrafus que Hugo hará en Mitre (am 790, entre las 14.00 y las 17.00), pero el cuarto para nosotros –Los Parrafistas.
Buenos días.
Publicado por Marcelo Perenchio en 10:05

miércoles, 7 de enero de 2009

Dos mil nuevo

mariana dijo...
esa noche hubiera sido tal vez mi primer parrafus ganado, pero durante largo rato nadie atendió el telefono, y otro largo rato daba ocupado sin que el ganador apareciera al aire.

3 de enero de 2009 21:08


Sin ánimo de ofender, creo que en este comienzo de año se imponen nuevos aires.
El comentario de la compañera oyente Mariana, que hace eco a la queja de Mario en ocasión de su triunfo con la pieza de Aida Bortnik , sumado al lapsus linguae de Hugo ante la lectura de “2001…”, me dan la pauta de que los muchachos de Párrafus realmente necesitan vacaciones.
Mario, a su manera calmada y benevolente, se ofuscó ante la inexplicable demora en la atención del teléfono aquella noche; Mariana lamenta que por ese motivo se haya frustrado (“tal vez”, dice) su primera aparición como ganadora. Y yo declaro bajo juramento que, este lunes, la gaffe de nuestro conductor con la novela de Arthur Clarke (tras bromear con unas apuestas, empezó: “Noche primitiva”, después intercaló el habitual preámbulo: “Gana el primero que llama y dice…”, y después empezó de nuevo) me produjo un instante de confusión que fue fatal e impidió mi primer triunfo del año.
Ganó en 27 segundos la compañera Verónica Cornejo, quien evidentemente adoptó y perfeccionó la metódica martingala que me atribuían a mí en algún momento: recorrer librerías y bibliotecas amigas para memorizar comienzos; Verónica, además, los anota –la vez pasada se le escapó algo acerca de una libreta. Pero está bien: seguramente no es la única y, como ya se dijo, para ganar en Párrafus todo vale. Pero, como dice Hugo con respecto al uso del google, hay métodos que no tienen gracia.
Acerca de “2001, una odisea espacial”, un pequeño aporte. Creo que, aunque Hugo habló sobre todo de la gloriosa película de Stanley Kubrik, esto no se dijo. Lo encuentro en un artículo de Ernesto Schoo para la ‘Primera Plana’ del 22 de octubre de 1968.

“En estos momentos, las librerías de Londres están inundadas por la edición de bolsillo de la novela que Arthur C. Clarke escribió, con posterioridad al film, sobre el guión de éste. Es una marea que desaparece con la misma rapidez con que llega, porque el público arrebata el texto y la verdad es que ciertas secuencias del film, en especial las primeras y las últimas, se comprenden mejor después de leer la novela (por lo demás, mediocre).”

O sea: en el principio fue el film. Yo no lo recordaba.

El martes volvió a ganar Marito Tsolakián (como diría Quique Figueroa, si no fuera hincha de la Cornejo), y volvió a charlar al aire con la autora de la noche –como hiciera con Aida Bortnik. Mario descubrió la novela que Hugo leía tras un soberbio y muy meritorio trabajo de deducción. Era “El templo de las mujeres”, de Vlady Kociancich. El siguiente resumen de la obra, que encontré en alguna parte de la Internet, me exime de otros comentarios.

“Mistral, una brillante ilustradora de revistas de moda, desenvuelta y aparentemente muy segura de sí misma y de sus éxitos, se encuentra en un hotel parisiense en el momento en que un incidente inexplicable viene a quebrar su vida despreocupada y feliz. Hasta ese día, Mistral ha viajado de ciudad en ciudad con una sola pasión, el dibujo, y una sola meta: distanciarse de la historia trágica de las mujeres de su familia. Todas han muerto de amor, salvo Dodo, la abuela, que nunca se enamoró y que la crió en la fe del don milagroso de su talento como dibujante, un don que la salvaría siempre de las desdichas de este mundo. Pero irrumpe la fatalidad y, en la precipitación de los acontecimientos que misteriosamente van escapando a su control, Mistral se verá arrastrada a una isla griega de las Cícladas, la antigua Thera, dominada por un templo dedicado a la diosa Afrodita, donde miles de años antes las mujeres tuvieron que elegir entre una inmortalidad sin amor o la muerte con sus hombres. “


Y anoche, en el último programa antes de las vacaciones, volvió el viejo oyente del Párrafus vespertino, Eduardo Gónzalez, de Témperley, que también ganara una vez en el actual ciclo nocturno. Aquella noche, en agosto, con “Palo y hueso”, de Juan José Saer. Ayer, con un título de Baltasar Gracián que alguien me espetara mediante un Comentario el año pasado, y que este apurado texto en algún punto parece admitir: “El criticón”.
Antes de despedirme, aprovechando la breve siesta del Fulanito copio el poema de Borges que Hugo nos leyó anoche, para que vuelvan a paladearlo los que no lo tienen.

BALTASAR GRACIAN

Laberintos, retruécanos, emblemas,
Helada y laboriosa nadería,
Fue para este jesuita a poesía,
Reducida por él a estratagemas.

No hubo música en su alma; sólo un vano
Herbario de metáforas y argucias
Y la veneración de las astucias
Y el desdén de lo humano y sobrehumano.

No lo movió la antigua voz de Homero
Ni esa, de plata y luna, de Virgilio;
No vio al fatal Edipo en el exilio
Ni a Cristo que se muere en un madero.

A las claras estrellas orientales
Que palidecen en la vasta aurora,
Apodó con palabra pecadora
‘Gallinas de los campos celestiales’.

Tan ignorante del amor divino
Como del otro que en las bocas arde,
Lo sorprendió la Pálida una tarde
Leyendo las estrofas del Marino.

Su destino ulterior no está en la historia;
Librado a las mudanzas de la impura
Tumba el polvo que ayer fue su figura,
El alma de Gracián entró en la gloria.

¿Qué habrá sentido al contemplar de frente
Los Arquetipos y los Esplendores?
Quizá lloró y se dijo: Vanamente
Busqué alimento en sombras y en errores.

¿Qué sucedió cuando el inexorable
Sol de Dios, La Verdad, mostró su fuego?
Quizá la luz de Dios lo dejó ciego
En mitad de la gloria interminable.

Sé de otra conclusión. Dado a sus temas
Minúsculos, Gracián no vio la gloria
Y sigue resolviendo en la memoria
Laberintos, retruécanos y emblemas.

El poema está en el libro “El otro, el mismo”, de 1964. De nada.
Hasta la próxima.