lunes, 30 de noviembre de 2009

Sencillez y sentimientos

Lunes 30 de noviembre
Novela: “El lugar del padre” (2004)
Autora: Ángela Pradelli
Ganadora: Marta Zander
Premio: “El lugar del padre”, de Ángela Pradelli


MORDER EL HUESO DE LA PALABRA
Entrevista a Joaquín Giannuzzi

“Ya sabemos hasta que punto son desaconsejables los cánones de escritores. Pero, sin embargo, hay que decir que para muchos lectores de poesía, para quien esto escribe, Joaquín Giannuzzi es el más grande de los poetas vivos en la Argentina. Un poeta enorme cuyos libros, no obstante, había que buscarlos hasta ahora en las librerías de Corrientes, donde uno podía rescatar esas viejas ediciones que por suerte siempre circulan. Aunque también lo pudimos leer en una antología realizada por el mismo autor y publicada por ediciones del Dock en 1995, un libro que circuló por las pocas librerías que todavía venden poesía en Buenos Aires y que rara vez se podía conseguir en locales del Gran Buenos Aires. Por eso, la edición de Emecé de su ‘Obra Completa’ es una celebración. El libro ha merecido el libro de la crítica al mejor libro argentino del año 2000, distinción entregada en la última Feria del Libro, compartida con ‘Lugar’ de Juan José Saer. A Giannuzzi hay que agradecerle, entre otras cosas, que no escriba ‘literariamente’, que llegue siempre a morder el hueso de la palabra, que nos muestre un universo en donde lo trivial y lo trascendente se instalan en un mismo escenario. Y la música, esa partitura que seguimos escuchando aún después de cerrar el libro. Los textos de Giannuzzi transitan una poética hecha de fracasos, pero iluminan, al mismo tiempo, una zona que deja expuesta la inmensidad del hombre.”

“(…)

“A.P. -Este es un libro que reúne más de cuarenta años de poesía. ¿Qué marcas señalaría usted en sus propios textos, en el sentido de una evolución o un cambio?
“J.G. –Al principio, como todos los que empiezan a escribir, yo encaré los grandes temas: el amor, el tiempo, la muerte. Después fui indagando ya en particularidades y abandoné los temas generales. Creo que eso fue una evolución en mi escritura porque pasé de esa visión general y metafísica del mundo a una visión existencial. Y la forma ha ido evolucionando consecuentemente con eso. Hay una poesía cada vez más despojada, menos cargada de intención especulativa para ir a una expresión directa. Siempre recuerdo un aforismo de Cioran: ‘La poesía no se hace con poesía’. Creo que el artificio en la escritura del poeta, si existe, no tendría que notarse en sus textos. Busco una poesía que sea lo más transparente posible. Me interesa también la simplicidad en la forma, quizá con cierta tendencia al automatismo.”

(Entrevista de Ángela Pradelli en la revista ‘Lea’, número 14, junio de 2001)

21/04/09
531) Joaquin Giannuzzi (ARG), “Señales de una causa personal”: Marta Zander (´2 “02)

"El lugar del padre es una novela de elegante contención, de sutiles emociones, de una prosa sagaz y nunca enfática, de un ritmo envolvente y de una artesanía que sabe atraer y sumergir al lector en la rara seducción de un mundo mínimo.
Su narradora cuenta para sí misma, pero esta relajada discreción nos hace participar, nos intriga, nos captura. Y en cierta medida, nos emociona. Quiero celebrar, sobre todo, la soberana actitud con que la autora se instala en su pequeño universo narrativo y el deslumbrante dominio de su atmósfera, que logra que el más mínimo episodio de este micromundo adquiera un valor casi épico. Pradelli no canta, susurra a la belleza insignificante de toda vida, sin énfasis, sin retórica, casi siguiendo el dictado de las cosas en su mudez, en su duelo.
"En esta muy original obra, encontramos una elegía de la precariedad, y acaso, la suave alegría del desamparo. Felicito a Ángela Pradelli por El lugar del padre, esta pequeña obra maestra." Antonio Skármeta

(www.alfaguara.com.ar)

viernes, 27 de noviembre de 2009

Sam Agustin

Viernes 27 de noviembre
Teatro: “Loco de amor” (1983)
Autor: Sam Sheppard (1943)
Ganador: Agustín Alezzo
Premio: “Yo también fui un espermatozoide” / “¿Quién, yo?”, de Dalmiro Sáenz, Capital Intelectual

"Dramaturgo y actor estadounidense. Nació en Fort Sheridan (Illinois), y estudió en el San Antonio Junior College. En Nueva York escribió las obras de teatro de un acto Cowboys y El jardín de piedra, puestas en escena (1964) por la compañía Off-Off-Broadway. A la primera obra de teatro larga, La turista (1967), siguieron Operación Sidewinder (1970), La maldición de la clase hambrienta (1976), Niños enterrados (1978), ganadora del Premio Pulitzer, Loco de amor (1983) y Mentira mental (1986), entre otras. Shepard se hizo famoso por sus argumentos oblicuos y personajes algo misteriosos, así como por sus imágenes, en las que se entremezclan el Oeste americano, temas del arte pop, la ciencia-ficción y otros elementos de la cultura popular. Sus obras de teatro abordan tanto problemas de la sociedad moderna como de la alienación individual y los destructivos efectos de las relaciones familiares. Pero quizá sea en sus libros, mezcla verso y prosa, donde consigue una voz más característica Luna Halcón (1981) y Crónicas de motel (1982). Shepard escribió con Michelangelo Antonioni el guión de Zabriskie Point (1970), así como el de la película París, Texas (1984) de Wim Wenders. También ha actuado en varias películas, como Días del cielo (1978), Frances (1982), Elegidos para la gloria (1983), Loco de amor (1985) y otras."

jueves, 26 de noviembre de 2009

Timba y Literatura - Reflexiones

Timba y Literatura – Parrafus interruptus

El timbero analítico
Las características mentales de las personas “analíticas” son, en sí mismas, muy difíciles de analizar. Nuestro conocimiento de ellas se limita a apreciar sus efectos y el vivo goce que produce a sus poseedores. Así como los fortachones se entusiasman con sus aptitudes físicas, el analista-deductivo se deleita en su actividad mental de desembrollar. Esos tipos obtienen placer hasta de las cosas más triviales donde ponen en juego sus talentos: resolver palabras cruzadas, acertijos, jeroglíficos; hacer la claringrilla o acertar en el Parrafus interruptus. Es ahí donde ponen en juego su agudeza, intuición, método o lo que diablos sea que al resto de los mortales aparece como sobrenatural.
A primera vista parecen aptitudes emparentadas con las matemáticas y las probabilidades, pero calcular no es lo mismo que analizar. Un jugador de ajedrez, por ejemplo, hace lo uno sin esforzarse en lo otro. Más agradable es el juego de damas y ni qué hablar el juego por antonomasia, el que tiene todos los ingredientes para hacer felices a analíticos, lanceros, intuitivos, mentirosos, observadores, distraídos, sinceros, ingenuos, crédulos o ateos: el truco.
Para el Parrafus interruptus hay mucho que aprender allí. Una palabra casual o inadvertida, el carraspeo accidental del conductor o cualquier otro elemento que arrime un poco de certidumbre, debe ser aprovechado. Sin ir más lejos, estas palabras, podrían ser una pista, una señal o la obra de un escritor consagrado o el lamentable producto de un intento de intervenir en el esquivo mundo de la quiromancia o de las letras.

El jugador compulsivo:
Llevado al extremo, el jugador compulsivo es el que juega en dos mesas a la vez y no se permite ver el número premiado. En la versión Parrafus interruptus, si hubiera dos líneas de teléfono, se tiraría lances por ambas a la vez y no llegaría siquiera a disfrutar ni la lectura ni el acierto o alegría del agraciado. No es para preocuparse, es sólo la descripción de casos extremos y excepcionales. A las personalidades compulsivas les resulta difícil contenerse. “Si pudiera dominarme durante una hora, sería capaz de cambiar mi destino.” dijo Alejandro Ivanovich, un conocido de varios de ustedes.

El habitué:
El habitué juega por placer, como una forma de vida, como quien escucha su música preferida y, por costumbre también. Como esos vecinos de mi pueblo que no se perdían un solo día de truco en el Cine Central o en el Club Progreso, las carreras cuadreras de antaño y, cosas de la modernidad, una vichada diaria al blog La Pulpera. Hasta el comisario Lazo participaba, y está probado que nunca hubo tanto orden ni tanta paz en La Playosa. Después llegaron la TV por cable y estos facciosos de TN y comenzaron los escándalos, los rateros y la gente anda todo el día con el Jesús en la boca. Saquen ustedes las consecuencias filosóficas de este hecho experimental.


Dejo por hoy estas reflexiones, aunque quizá algún lector haya sospechado ya, que así como “el diablo mete la cola” sin que lo llamen, es muy posible que algunos autores, se hayan colado, como para averiguar, de puros curiosos, como se teje la urdimbre de esa conjunción irracional de pasiones, literatura, timba, cuentos, novelas, teatro y la poesía cruel de ese milagroso programa que se llama Parrafus interruptus.


Se agradece la desinteresada participación y ayuda de:




Altasor, de Bisente Uidovro

Jueves 26 de noviembre
Poesía: “Altazor” (1931)
Autor: Vicente Huidobro (1893-1948)
Ganadora: Verónica Cornejo
Premio: “Memorias de otra princesa rusa”, de Elizaveta Mujailovna, Ediciones de La Flor

Efectivamente, el Creacionismo es una de las vanguardias más interesantes aparecidas en Latinoamérica, aunque lo cierto es que, exportada por el propio Huidobro, tuvo grandes representantes en la península, como Gerardo Diego y Juan Larrea. Además, en este caso, venía a simultanearse la existencia de una estética y una poética formuladas desde el plano teórico con las altísimas cotas literarias logradas en el plano de la escritura poética. Quizá el lugar donde Vicente Huidobro recopile de una manera más detallada y sistemática todos los principios de este movimiento sea en su manifiesto «El Creacionismo», aparecido por vez primera en francés en su libro Manifestes (1925). Allí, en primer lugar, justifica la existencia del Creacionismo antes de su llegada a París: «El creacionismo no es una escuela que yo haya querido imponer a alguien; el creacionismo es una teoría estética general que empecé a elaborar hacia 1912, y cuyos tanteos y primeros pasos los hallaréis en mis libros y artículos escritos mucho antes de mi primer viaje a París». Pero, después de esa justificación, no tarda en presentar su receta particular de lo que ha de ser un poema creacionista: «El poema creacionista se compone de imágenes creadas, de conceptos creados; no escatima ningún elemento de la poesía tradicional, salvo que en él dichos elementos son íntegramente inventados, sin preocuparse en absoluto de la realidad ni de la veracidad anteriores al acto de realización». Sin embargo, lo que más interesa de la formulación teórica de Huidobro es su propuesta de poesía universal, y, por tanto, traducible, lo que nos permite comparar esta concepción poética con la defendida por Ezra Pound, quien, al igual que Huidobro, aunaba la aportación teórica con la producción poética: «Si para los poetas creacionistas lo que importa es presentar un hecho nuevo, la poesía creacionista se hace traducible y universal, pues los hechos nuevos permanecen idénticos en todas las lenguas». De todas maneras, es al final de este manifiesto donde Huidobro se ratifica en su idea del poeta como creador -equiparable, por tanto, a Dios-, de ahí que tome las palabras que ya había publicado en Horizon carré: «Hacer un poema como la naturaleza hace un árbol».
Sin duda, el poema que mejor puede justificar toda la formulación teórica del Creacionismo es Altazor o el viaje en paracaídas, reconocido unánimemente como la obra maestra de Vicente Huidobro. Aunque publicado en 1931, este extenso poema-libro comenzó a gestarse en la temprana fecha de 1919, poco tiempo después de que el poeta chileno entrara en contacto con la intelectualidad madrileña tras haber pasado previamente por París. Altazor está dividido en siete cantos precedidos por un «Prefacio» en prosa. Lo cierto es que, aunque se reconoce su importancia intrínseca, la crítica ha trazado líneas de interpretación de carácter divergente, una de las cuales aborda la lectura del poema como un camino hacia la invención de un nuevo lenguaje poético. Así, el canto I -que consta de 684 versos- supone una identificación de Altazor con Dios; el canto II -de 170 versos- está dedicado a la mujer amada y es, en realidad, un largo poema amoroso; en el canto III -160 versos- Huidobro nos abre el camino para la desarticulación del lenguaje; el canto IV -339 versos- se basa especialmente en el uso de la sintaxis, llegando a un lugar de ruptura total con el significado; en el canto V se desarrolla, a lo largo de 637 versos, la idea de poesía como juego; el canto VI -175 versos- ya supone la ausencia de significación, aunque el léxico es todavía familiar; y, por último, el canto VII -67 versos- llega al lugar donde el lenguaje se inventa y lo único que se respeta es el sistema fónico, pero liberado de toda significación, radicalizando algunos de los presupuestos del Cubismo literario y llegando hasta el descalabro significativo, esto es, hasta un lenguaje poético abstracto, para lo cual ha empleado el plazo establecido por esos siete cantos que pueden recordar sin violencia los siete días de la Creación enunciados en el Génesis.

Y es que, no en vano, Altazor ha sido, de todas las obras de Huidobro, la que ha despertado mayor interés para la crítica. Junto a su faceta como poeta y teórico del arte, en general, y de la poesía, en particular, se pueden destacar las diferentes aportaciones de Vicente Huidobro al campo de la novela, género que también intentó renovar (Mío Cid Campeador, 1929; Papá o el diario de Alicia Mir, La próxima, y Cagliostro, todas de 1934; Tres novelas ejemplares, 1935, en colaboración con Hans Arp), y, del mismo modo, no deben olvidarse sus diferentes incursiones en la dramaturgia (Gilles de Raiz, 1932, y En la luna, 1934). Huidobro, en definitiva, dedicó toda su vida a la literatura, lo que le permitió moverse con soltura dentro de los distintos géneros, aunque bien es verdad que alcanzaría su epicentro creativo durante la gestación y posterior publicación de Altazor, esto es, durante el período que va de 1919 hasta 1931, coincidiendo con los años más brillantes de las diferentes vanguardias, a las cuales contribuyó con su imprescindible Creacionismo, de factura propia, aunque heredero, sobre todo, del Cubismo literario y del Futurismo.

(www.cervantesvirtual.com)

miércoles, 25 de noviembre de 2009

La lengua viperina

Miércoles 25 de noviembre
Novela: “La lengua del malón”
Autor: Guillermo Saccomano
Ganador: Fernando Terreno
Premio: “Cuentos escogidos”, Scholem Aleijem, Libros del Zorzal


De Guillermo Saccomano recuerdo su firma en algunas historietas de las revistas de Columba (El Tony, D´artagnan, Fantasía), en los años ´70. También supe más adelante que algunos de los seudónimos de los guionistas de allí eran suyos. Como cuentista o novelista, no lo leí. Hace un tiempo casi me compro “El buen dolor”, muy celebrada en su momento por la crítica. El tema de esa novela (la pérdida del padre) me interesó, pero, cuando la hojeé en una librería donde apareció en las mesas de ofertas, el entusiasmo se me quitó. Recuerdo que también estaban en esa mesa “La lengua del malón” y otra cuyo título no recuerdo. También las hojeé y supe de su asunto por las contratapas; no me entusiasmaron para nada. De todos modos, me enteré esa vez de que Gómez era un personaje principal en una cierta saga; anoche, en cuanto escuché ese apellido pensé en Saccomano, pero el título que vino a mi memoria fue uno de Dalmiro Sáenz, creo: “Malón blanco”. Además, Fernando llamó primero.
Lo que leí a lo largo de los años fueron sus reseñas o artículos en ‘Radar’. Que ahora, cuando el destino traiga a mis manos alguna otra vez ese suplemento, leeré con cierta prevención: anoche, el autor contó que hace años se instaló en Gessell para alejarse del “cotilleo”, “gallinero”, “chusmerío” de los suplementos literarios; del cual, dijo, “no soy inocente”.
De todos modos, si algún día reaparecieran sus libros en oferta –si ya lo hicieron no lo sé, este año no pude ir ni una vez a las librerías de Corrientes-, tal vez los compre; después de escucharlo anoche, creo que es un autor que hay que leer. Además, emparejó mi concepto acerca de él la admiración que le declaró el compañero Terreno.

martes, 24 de noviembre de 2009

¿Laguna? ¿Lagunas? ¡Alberto Mares!

Martes 24 de noviembre
Poesía: “Mares”
Autor: Saint John Perse (1887-1975)
Ganador: Alberto Lagunas
Premio: “Tiempos oscuros”, de Juan Ignacio Iribarne, Urano


“Saint-John Perse, fue el seudónimo de Alexis Saint-Léger Léger (1887-1975), poeta y diplomático, quien obtuvo en 1960 el Premio Nóbel de Literatura.
En una de las islas de Guadalupe, en un pequeño islote de nombre Saint-Léger-les Feuilles nació Saint John Perse el 31 de mayo de 1887.
Realizó estudios universitarios en Burdeos y París. Cursó letras, derecho y medicina. Al margen de los estudios oficiales, hizo investigaciones de geología y botánica.
Fue Diplomático a partir de 1914. Fue representante en China.
Entre 1932 a 1940 fue Secretario General de Asuntos Exteriores.
A raíz de la ocupación alemana en Francia, en 1941, se exilió a Estados Unidos.
Bajo elseudónimo de Saint-John Perse, Léger obtuvo el Premio Nóbel de Literatura en 1960.
Falleció en Giens el 20 de septiembre de 1975.
Su obra poética es escasa, pero muy admirada por la crítica; y trata principalmente de la soledad y el exilio. “

Obras en castellano:

• (1946) Elogios y otros poemas. (Para celebrar una infancia. La Gloria de los reyes. Imagenes para Crusoe. Escrito en la puerta). B. Costa-Amic, Mexico, versión de Jorge Zalamea.
• (1946) Lluvias. Nieves. Exilio. Milano, versión de Jorge Zalamea.
• (1949) Anábasis. Universidad nacional de Colombia, Bogotá, versión, prólogo : "La Consolación poética" y notas de Jorge Zalamea, ilustraciones de Giorgio de Chirico.
• (1957) Anábasis. Ediciones Rialp, versión, prólogo y notas de Agustín Larrauri.
• (1960) Vientos. Bogota, versión de Jorge Zalamea.
• (1961) Crónica. Alliance française, Quito, traducción en español de Filoteo Samaniego con la colaboración de Jacques Thieriot, illustraciones de Juan Espinosa.
• (1976) Pájaros y otros poemas. Alberto Corazón..
• (1983) Anábasis. Visor Libros, Visor de Poesia, n° 164, Madrid, version de José Antonio Gabriel y Galan.
• (1983) Anábasis y otros poemas (Para celebrar une infancia, Amistad del Principe, Imagines para Crusoe, Exilio, Mares = Estrechos son los bajeles). Ediciones Orbis, Los Premios Nobel, 12, versión de Jorge Zalamea.
• (1985) Anábasis y otros poemas. Ediciones Orbis, versión, prólogo y notas de Agustín Larrauri.
• (1988) Poemas (Anábasis, Exilio, Crónica, Canto para un equinoccio). Lumen, Barcelona, Poesia, n° 57, version y prologuo de Enrique Moreno Castillo.
• (1994) Pájaros y otros poemas. Visor Libros.
• (1997) Pájaros. Editorial Pre-Textos.
• (1997) Senales de mar, Canto VI. La Mejor Poesia (Hector Yanover), Seix Barral, Buenos Aires, p. 323-326.
• (1997) Canto para un equinoccio, Antología poética (Escrito en la puerta, Imagenes para Crusoe, Para celebrar una infancia, Elogios, La gloria de losreyes, Recitacion prara el elogio de una reina, Amistad del principe, Histotal del regente, Cancion del heredero, Cancion de cuna, Anábasis, Sequia, Canto para un equinoccio, Nocturno, Cantado por la que estuvo alli, Poesia). Monte Avila Editores Latinoamericana, Caracas, version de Luis Miguel Isava.
• (1999) Elogios, seguido de La gloria de los Reyes y Exilio. Alción, Cordoba, version de Javier Zugarrondo.
• (1999) Pájaros. El Tucán de Virginia, Mexico, version de Verónica Volkow.
• (2004) Obra poética completa (2 tomos). Pontificia Universidad Católica del Péru, Lima, El manantial oculto, n° 44, version de Jorge Zalamea.
• (2006) Elogios [Éloges]. Ediciones Era, Mexico, version de José Luis Rivas.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Siguiendo con Pedroni o ¡Un texto propio!

(Nueva colaboración AnóniMa)

Marcelo,
A vos, que te gustan tanto los enigmas y las casualidades, te cuento esto:
Hace unos meses me reencontré con un viejo amigo, mío y de mi marido, que no veía hace años.
Desde que nos reencontramos hablamos con frecuencia.
El lunes, recordando viejas cosas, me contó que mientras estudiaba Ingeniería sucedió el golpe de Onganía y que él con un grupo de integrantes del Centro de Estudiantes se dedicaron durante varias semanas a pegar una poesía en paredes, baños y los alrededores de la facultad. Hablábamos en realidad de la inocencia de una época remota, mezclando nostalgia y perplejidad por el presente.
Me dice entonces: "me acuerdo del poema pero no del autor" y me lo recita. Es, por supuesto, Pedroni y yo le comento: "es un poeta muy contradictorio pero a mí me encanta su obra".
Esta es la poesía que a modo de proclama distribuían los jóvenes activistas de entonces:

La hoja voladora
Derribarás un árbol, dos, tres, cuatro,
pero la hoja no.
Siempre hay una hoja que se salva
y vuela bajo el sol.
Encerrarás un ave, dos, tres, cuatro,
pero su canto no.
Hay dos cosas eternas como el aire:
la idea y el amor.
La hoja de la imprenta de Sarmiento
era igual que su voz.
Entraba por debajo de las puertas
como el grillo y el sol.
El tirano quería detenerla,
pero no pudo, no.
En su propio bolsillo la encontraba,
en el de su reloj.
Si la quemaba, se volvía llama.
Si la rompía, se volaba en dos.


El martes, sintiéndose convocado, apareció por radio Nacional.
Un abrazo.

Esto hay que leerlo

Lunes 23 de noviembre
Novela: “Las ninfas” (1975)
Autor: Francisco Umbral (1932-2007)
Ganador: Marcelo Perenchio
Premio: “Primer amor, últimos ritos”, de Ian McEwan, Anagrama (sujeto a cambio)

LAS NINFAS

Del prólogo:

(…)
“Un adolescente es un proyecto de adulto que fracasa todos los días para volver a empezar, y mientras que el romanticismo de mi primo le permitía simultanear el laúd, los versos, el amor, el bigote, el sentimiento y la vida, mi cartesianismo naciente, mi intelectualismo incipiente y mi cobardía congénita me llevaban por el camino del orden: así que yo era la posibilidad de un bigote, la posibilidad de un laúd, la posibilidad de un soneto, la posibilidad de un amor. Yo era pura posibilidad. Más que un bigote, yo era la ausencia de mi bigote. Más que nada yo era -parafraseando a los modernistas españoles que por entonces empezaba a leer- mi melena rubia y el bigote que me faltaba. Yo no era nada.
Nadie.
Sabíamos, sin haber leído aún a Baudelaire, que hay que ser sublime sin interrupción. Baudelaire, aquel eterno adolescente, lo había escrito para nosotros, pero aún no lo habíamos leído, y era como si no lo hubiera escrito. Yo quería ser sublime sin interrupción, y cada mañana acuñaba mi sublimidad, pero el día la iba llenando de interrupciones: la interrupción del estudio, del trabajo, de algún recado familiar (todavía) e incluso la interrupción del sexo, del cuerpo, del retrete, del erotismo, que entonces no era ninguna de esas cosas y era todas a la vez.”
(…)

Del primer capítulo:

“Era la edad de leer a los poetas orientales, cuanto más orientales mejor. Yo leía por entonces a Omar Khayam, y Omar Khayam decía: «En ti mismo están cielo e infierno». En mí mismo estaban cielo e infierno, o, cuando menos, dentro de mi misma casa.
Porque todo tiende -la ciudad, el hogar, el hombre- a reproducir esa estructura dual y antagónica que en los libros chinos de mi primo se llamaba el ying y el yang, de modo que al otro extremo de la casa, y como contraposición a la habitación azul, estaba el retrete, el cuarto horrible de las defecaciones y las masturbaciones. Entre el retrete y la habitación azul, entre la sublimidad y la necesidad, todo el resto de la casa, habitaciones grandes con muy pocos muebles, habitaciones pequeñas reventonas de muebles, pasillos largos y sin gente, pasillos cortos y superpoblados, toda la acumulación de viejas, viejos, parientes, padres, madres, tías, niños, visitas, recaderos y monjas que es un hogar. De modo que yo era la sombra errante y solitaria que oscilaba entre la habitación azul y el retrete, entre el cuarto exento y sublime de las lecturas y las músicas, y el cuarto vertical y oloriento de la masturbación y el desnudo.”

¡Cáspita!
Sin represión: ¡Mierda!
¡Esto hay que leerlo!
No ha sucedido muchas veces que me entusiasme tanto con uno de los libros que nos acerca nuestro conductor. Mejor dicho: otras veces, los libros que Hugo nos descubre no son tan fáciles -baratos- de conseguir. A este, buscando en la Internet algo sobre su autor, me lo encontré completo. Y creo que jamás aquel cuidadoso, casto, reprimido anticipo promocional de las últimas páginas de los volúmenes de la Emece de los ´70 me hubiera hecho sospechar la potencia de esta novela. Sólo agradezco que allí se citara textualmente la frase inicial, que, siendo por sí misma muy sugerente, pude memorizar y recuperar sin problemas.
Aunque no es recomendable leer tanto en la computadora –y no tengo impresora- hoy mismo –tal vez a destiempo- la empiezo.

Sobre Francisco Umbral:

“Todos le conocemos como Francisco Umbral, pero en el Registro Civil consta como Francisco Pérez Martínez. En sus biografías oficiales se cuenta que fue el 11 de mayo de 1935 su fecha de nacimiento, pero recientemente ha aparecido una obra, concretamente un ensayo no autorizado de la profesora Anna Caballé, en el que asegura que nació tres años antes.
“Hijo de Ana María Pérez Martínez, nació en Madrid pero pasó su infancia y adolescencia en Valladolid, provincia de origen materno. Concretamente en la localidad de Laguna de Duero transcurrieron sus cinco primeros años. Francisco comenzó tarde su formación escolar, a los diez años, pero con once dejó sus estudios - mejor dicho, le echaron - para no volver a retomarlos de forma oficial. Tres años más tarde empezó a trabajar como botones en un banco.
“Estudiante autodidacta, la literatura para él se convirtió en una verdadera maestra. Ya desde muy niño leía todos los libros que caían en sus manos, desde novelas de aventuras hasta las obras de los autores de la Generación del 98. Y de ávido lector se convirtió en escritor, al principio con poesía. Sus primeros pasos literarios se vieron publicados en la revista Cisne, del S.E.U.
“Umbral comenzó en el mundillo informativo en 1958 de la mano de Miguel Delibes, por aquel entonces director de El Norte de Castilla, y en ese diario se formó como periodista. Luego se trasladó a León, donde trabajó para diversos medios, como la emisora La Voz de León y en el periódico Proa.
“A comienzos del año 61 dejó las tierras castellanas para instalarse definitivamente en Madrid, donde desarrolla su intensa actividad periodística y literaria. Como escritor ha forjado su faceta en distintos géneros como novela, ensayos, poesía, cuentos, biografías, e incluso teatro, pero en este último género no ha tenido éxito.
“Casado con la fotógrafa María España Suárez Garrido en 1959, tuvo un hijo - Pincho - que falleció con tan solo seis años de leucemia. Este acontecimiento marcó enormemente su vida, como se demuestra en su obra 'Mortal y Rosa' (1975), considerada además por los críticos como una de las obras literarias más importantes de la segunda mitad del siglo XX.
“La salud de Umbral se deterioró mucho en agosto de 2003. Una neumonía, consecuencia de una operación intestinal practicada un mes antes, le llevó de urgencia a la Unidad de Cuidados Intensivos de la clínica Nuestra Señora del Rosario de Madrid. Tiempo después salió de la clínica totalmente recuperado y ha seguido con su intensa actividad literaria y periodística
“El escritor madrileño obtuvo en 1975 el Premio Carlos Arniches de la Sociedad General de Autores; un año después el Premio Nadal por su obra 'Las Ninfas'. Fue premio César Ruano de Periodismo en el año 1980 por su artículo 'El trienio', publicado durante su etapa en el País; y finalista del Premio Planeta en 1985 con 'Pío XII, la escolta mora y un general sin un ojo'. En el 90 sus trofeos fueron varios, el Mariano de Cavia por su artículo periodístico 'Martín Descalzo', ya de su etapa en El Mundo y el Premio Antonio Machado con su narración corta 'Tatuaje'. En el 92 su novela 'La leyenda del César visionario' obtuvo el Premio de la Crítica 1991. “

(www.canales.nortecastilla.es)

domingo, 22 de noviembre de 2009

Yo soy mi propia preferida

Viernes 20 de noviembre
Novela: “Ciencias morales” (2008)
Autor: Martín Kohan (1967)
Ganador: Marcelo Perenchio
Premio: “Ciencias Morales”, editorial Anagrama

Busqué y encontré en casa de mi vieja el libro donde supe de Hebe Uhart. Es un volumen del Centro Editor de América Latina, de 1992, titulado “El cuento argentino (1959-1970)”. A pesar de esta pauta cronológica, el cuento de Uhart (“El viejo”) pertenece a un libro de 1973: “La gente de la casa rosa”. Y encontré también, al repasar ahora esa antología, que “El viejo” es uno de los dos cuentos que nunca había leído; el otro es “El mundo, una vieja caja de música que tiene que cantar”, de Héctor Tizón.
Esas cosas de los lectores… Sobre todo con las antologías, uno hojea, empieza uno, empieza otro, se engancha con este, después con aquel, algunos quedan para otro momento, y a veces ese momento no llega a tiempo; aparece otro libro en nuestras manos, el tanteo o el enganche se renueva, y el anterior va a parar al anaquel, para repasar en un futuro. De esta antología del CEDAL recuerdo que la compré (el 24 de abril de 2003, según puse en la última página) porque incluye el cuento “Nota al pié”, de Rodolfo Walsh, que siempre había querido leer.
El de Hebe Uhart lo leí hace un rato, en mi guardia laboral correspondiente a la noche del viernes. Y acá, en el banco, tenía para terminar “La luz de un nuevo día”, comprado el 15 de octubre último, cuando me saltó a los ojos desde una mesa de ofertas y pensé: “Esta es una autora que todavía no se leyó en Párrafus”.
Más allá de aquel cuento aislado (y no leído) y la breve nota biográfica que lo acompaña, supe en los últimos años, a través de suplementos culturales o alguna entrevista radial, que Uhart es una autora importante, reconocida sobre todo como cuentista. Pensé que seguramente en esta faceta sería convocada por Hugo, y me compré “La luz de un nuevo día” esperando que un cuento de ahí fuera el elegido. Y así fue. Este martes, la convocatoria se produjo, y no sólo con su cuento “Leonor”, sino con ella misma en la otra línea telefónica para conversar con el asombrado ganador.
Las alternativas de la charla no voy a reseñarlas. Ahí están los audios del programa para quien se lo haya perdido o quiera revivirlo. A cambio, copio la nota con la que se presenta a la autora en aquella antología.

HEBE UHART – Nació en Moreno, provincia de Buenos Aires, en 1936, pero reside desde hace años en la Capital. Es egresada de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Buenos Aires. Trabajó como maestra, profesora, bibliotecaria y vicedirectora de una escuela primaria estatal. Sus volúmenes de cuentos son: “Dios, San Pedro y las almas” (1962), “Cuentos (1963), “Eli, Eli, Iamma Sabacthani” (1964), “La gente de la casa rosa” (1973) y “El budín esponjoso” (1977). Publicó también el relato breve “La elevación de Maruja” (1974) y en 1970 el Teatro del Centro estrenó su pieza “Un pájaro gris, medio gordo, de pico corto”. En “A manera de prólogo”, página que precede a “La gente de la casa rosa”, relaciona el nacimiento de su vocación literaria con un cambio ocurrido en su adolescencia: “Aborrecí de toda mi infancia, de mis bailes, recitados, juegos a la pelota y de carnaval, y me convertí en una especie de pensadora, vestida siempre de oscuro. Esta actividad duró mucho tiempo, demasiado, diría yo. De este curioso cambio proceden estos cuentos, ya que cuando era chica sólo escribía cuando estaba absolutamente aburrida, nunca si había algo para mirar, comer, leer y fundamentalmente alguien con quien jugar”.

Y por reconocer “Leonor” me gané otro libro de Uhart: “Turistas”, de 2008. Ayer, jueves, lo fui a buscar a la radio, y ya leí, entre anoche y hoy, seis de los nueve cuentos. Lo que no había leído era la contratapa del bello volumen de Adriana Hidalgo editora. Casi nunca leo solapas o contratapas de los libros que compro, para no condicionar mi lectura con las reseñas u opiniones que allí suelen encontrarse. Pero me había fijado quiénes firman las tres notas que presentan “Turistas”. Uno es Rodolfo Fogwill. A otro no lo nombro porque todavía debe aparecer en Párrafus. Y el otro es Martín Kohan.

Esa coincidencia, sin embargo, no se me representó anoche, cuando gané con la novela de Kohan “Ciencias morales” y pude también saludar al autor. Lo que recordé de su obra es un viejo cuento llamado “Bolívar y Moreno”; en realidad, él debió ayudarme a precisar la esquina del título, y también el título exacto de otra de sus novelas: “Museo de la revolución”.
Aquel cuento se editó junto a otros que participaron y ganaron en el “Concurso nacional para jóvenes narradores Haroldo Conti (1997-1998)”. Pero la edición no la hizo Desde la gente, como yo dije, sino Editorial La Página, y el libro se entregaba con Página/12.
En el índice veo otros nombres de esos jóvenes de ayer que más adelante se destacaron en el mundillo literario o afines: Patricia Suárez, Diego Golombek, Patricio Pron. Y el prólogo, como dije anoche, lo firma otro autor que todavía no se leyó en Párrafus y, por tanto, no volveré a mencionar.
Lo que hice de nuevo fue leer “Bolívar y Moreno”. También esa antología de narradores noveles me traje hoy de casa de mi vieja. El cuento de Kohan es gracioso, en los dos sentidos. Es graciosa la idea; aunque el asunto sea dramático, podría ser un sketch de un programa humorístico. También tiene algo de humor en la reiterativa puntillosidad del narrador. Pero digo ‘gracioso’, además, por la gracia –en el sentido de encanto y elegancia- de la escritura de Kohan.
Se relata, desde el punto de vista de uno de ellos, la noche que dos matones se pasan esperando a su víctima. Uno, el narrador, está al acecho en un portal de la calle Moreno. El otro, aguarda en las escalinatas del colegio de la calle Bolívar. La presa saldrá de un edificio que está sobre Moreno. Si llega a la esquina y sigue derecho, será blanco del narrador. Si dobla por Bolívar, le disparará el otro. Pero el tipo llega a la esquina, se agacha a atarse un cordón y cuando se incorpora no da un paso más. Pasa toda la noche ahí parado y así salva su vida. El narrador no se explica qué pudo detenerlo, y todo el cuento es un monólogo en el que quiere convencerse –a sí mismo y al doctor Meneses, su patrón- de que el plan era perfecto.
Más allá de lo graciosa que me resulta la anécdota, me parece que debe haber otra lectura posible entre líneas. Los nombres de los próceres de esa esquina, la mención de un par de batallas de la independencia, el apelativo de la víctima (el Gitano), me hacen suponer que puede existir una metalectura historiográfica, o cosa por el estilo. Pero para desentrañar semejante cosa hay que ser un crítico hecho y derecho, o profesor de literatura, como lo es Kohan, o al menos egresado del Nacional Buenos Aires. Y yo soy un simple lector de Párrafus Interruptus.

Este cuento que recordé de Kohan transcurre, como él destacó, en la esquina del Colegio Nacional, y “Ciencias morales”, la novela que pude adivinar, tiene como principal escenario esa misma casa de estudios. Resulté un inesperado nexo entre esas dos obras y, como me dijo el autor, estaba destinado a leer su última novela. Veremos de qué se trata (más allá de lo que me enteré cuando ganó el premio Herralde) y otro día les cuento.
Lo que me acordé después de cortar la comunicación fue donde y cuando había escuchado hablar por última vez de esa novela. Fue el lunes, en la mismísima radio Nacional, en el programa de Sandra Russo, “El nombre de las cosas”. Allí, la columnista Mariana Enriquez, reseñando libros que tuvieran que ver con el tema de la semana -la educación-, habló de las novelas “Juvenilia”, el clásico de Miguel Cané, y la premiada “Ciencias morales”, de Martín Kohan.

Volviendo a Hebe Uhart, diré que, hasta ahora, “La luz de un nuevo día”, de 1983, me gusta más que “Turistas”. Volví a leer “Leonor”, ahora que la autora nos contó que está inspirado en una mujer que trabajaba en su casa. Es una mujer del Chaco, casada por su madre con un polaco grandote y atemorizante, madre muy pronto de tres hijos, uno de los cuales, también muy joven, se viene para Buenos Aires a trabajar. Al tiempo, se vienen también Leonor y las hijas. Se instalan todos en Paso del Rey, partido de Moreno. Ella conoce en el baile a un rubio, más joven, que dice ser hijo de franceses; con él tiene otra hija, Sandra, la que quiere bailar como Rafaela Carrá… Es toda una saga familiar en unas pocas páginas, contada en gran medida con el vocabulario y la segmentación narrativa propia de la idiosincrasia del personaje. Ahora, en “Turistas”, encuentro un relato de parecido tenor, “Bernardina”, pero está en primera persona y aparece un poquito recargado o estereotipado. Sin embargo, lo que dice Kohan sobre Uhart en la contratapa es que “la suya resulta entonces una literatura de la experiencia, pero de una experiencia de baja intensidad, siempre módica: tal vez por eso su literatura podría admitir, en este sentido, el atributo de minimalista. Es Uhart quien no lo admite: ‘¿Quién dictamina qué cosas son mínimas o máximas? No hay jerarquía de lo que es importante para escribir. La importancia la da el que escribe.’”
Honesto, Kohan, dándole la palabra a la autora en el final de su comentario.
El comentario de Fogwill en esa contratapa, en cambio, es una sola frase: “Hebe Uhart es la mejor escritora argentina”.

TRES APOSTILLAS

1) Respecto del record de mínima demora en reconocer a los autores con los que se charló a lo largo del ciclo, debe decirse que los 17 segundos de Kohan empatan la marca de Ricardo Monti, con cuya pieza “Marathón” ganó el compañero oyente Fernando Terreno.

2) “La luz de un nuevo día”, y también la novela “Mudanzas”, puede comprarse a 8 pesos en la librería de avenida de Mayo al 900. En la contratapa del volumen de cuentos puede verse una foto de Hebe Uhart, tomada de perfil y un poco desde arriba, en blanco y negro, donde la encuentro muy parecida a Bjork, la cantante islandesa de pop y también actriz.

3) Escribí el jueves que esta semana habían ganado mis oyentes preferidos, y que sólo faltaba que esa noche apareciera mi preferida de entre las damas. Así sucedió, completándose entonces para ‘nosotros’ una semana… ¡divina!

jueves, 19 de noviembre de 2009

Los exitosos

Jueves 19 de noviembre
Teatro: “Los fracasados”
Autor: Henri Lenormand (1882-1951)
Ganador: Mario Tsolakian
Premio: “Los fracasados – La inocente”, de Henri Lenormand, editorial Losada


Falta esta noche, la del desempate (hasta ahora tuvimos una lectura de cada género), pero ya puedo decir que en esta semana aparecieron en el aire –o no- mis oyentes preferidos: Roberto López Motta, Mario Tsolakian, Marcelo Perenchio y el abnegado, humilde o tímido desconocido que propicia los Ininterruptus. Faltaría solamente mi preferida de entre las damas.
Y a propósito de Mario, mi candidato para el certamen anual 2009 (ahora no puedo desdecirme), ofrezco los siguientes datos, que asimismo explican mi facilongo e injusto título de hoy.

Verónica Cornejo: 24
Mario Tosolakián: 22
Marcelo Perenchio: 22
Ininterruptus: 17

Y para terminar, con el virtual permiso de mi diario de cabecera (una edición del domingo encontrada por ahí me viene bien para la pata de la cama), acerco una rica semblanza sobre vida y obra del autor de anoche (en la foto, con Margarita Xirgu).


Henri Lenormand, el pesimista
Por Ernesto Schoo

Al repasar la historia del llamado teatro independiente en la Argentina (cuyo centro natural ha sido, por razones fáciles de entender, la ciudad de Buenos Aires) se observa cómo, en sus primeros tiempos, los de la lucha heroica por hacerse un lugar en la atención del público, recurría primordialmente a autores extranjeros.
Pese a que, desde 1930, año de su fundación, el Teatro del Pueblo montó a menudo obras de dramaturgos locales, aquella tendencia perduró hasta bien entrado el decenio del 40 del siglo pasado.
Generalizando, podrían trazarse dos líneas fundamentales: la de intención social, con predominio de la izquierda norteamericana (Elmer Rice, Clifford Odets, Erskine Caldwell y, hasta cierto punto, O´Neill) y de los rusos seguidores de la revolución de 1917 (con Evreinoff a la cabeza), y la de arte "puro" -digamos- con textos de Maurice Maeterlinck, Jean Cocteau, John Synge, sir James Matthew Barrie, Noel Coward o Lenormand, entre otros.
* * *
¿Quién recuerda hoy, aquí o en Francia, su patria, a Henri Lenormand? Sin embargo, "El tiempo es un sueño" (1919) fue un clásico de nuestro teatro independiente, representado muchas veces en Buenos Aires (donde lo estrenó La Cortina en 1941, dirigida por Mane Bernardo) y en el interior. Lenormand nació en París el 3 de mayo de 1882 y murió allí mismo, el 16 de febrero de 1951. Hijo de un compositor, René Lenormand, la música fue su primer aprendizaje artístico; alumno destacado del Lycée Janson, al llegar a la Sorbona se sintió atraído por el teatro isabelino. "Mis lecturas favoritas -escribió en sus "Confesiones de un autor dramático" (1949)- eran William Shakespeare, Friedrich Nietzsche, Edgar Allan Poe y Fyodor Dostoievski".
Tras algunos tropezones dramáticos, justamente "El tiempo es un sueño" le dio su primer éxito, y el mayor que obtuvo en su carrera, al ser representado por la célebre compañía de Ludmila y Serge Pitoff. También, pese a fuerte oposición crítica, "Los fracasados" convocó a multitudes, con su patético retrato de los artistas cuyas aspiraciones superan sus capacidades. Un título también representado aquí, a menudo, por grupos independientes, fue "El hombre y sus fantasmas" (1924).
En 1920 estrenó en París "El simún", primera parte de una ambiciosa trilogía, por él denominada "africana", que incluye "A la sombra del mal" (1924) y "Tierra de Satanás" (1935). En tanto, el entonces joven galán en ascenso Charles Boyer representaba con éxito "Asia", en 1935.
* * *
Lenormand se adelantó a su época. Se le reprochaba el procedimiento, hoy común, y elogiado, de presentar el conflicto mediante cuadros breves, escenas cortas, con diálogo escueto, reducido a lo esencial.
Tampoco era bien recibida su intención de revelar abismos psíquicos, motivaciones ocultas de sus criaturas, no con la vaguedad melancólica de los simbolistas ni con el craso naturalismo de los seguidores de Antoine, sino con una sobria objetividad, casi clínica.
Pese al sacudón tremendo de la Primera Guerra Mundial, que cambió para siempre los parámetros culturales de Occidente, hacia 1920 no se veía con buenos ojos ese teatro que, al decir de un crítico de entonces, "insiste en los problemas del subconsciente, se complace en evocar pasiones morbosas y pinta sin reservas a criaturas caídas para siempre en la ignominia". Criterio que parecería destinar a Lenormand a ser precursor de más de una tendencia del teatro actual.
Por descontado, el dramaturgo conocía muy bien los trabajos de Freud y sobre ellos basó sus observaciones. Fue, sin duda, un gran pesimista, insistente en su noción de que el hombre es el único artífice de su propia caída -"la secreta connivencia del hombre con las fuerzas que lo destruyen"-, y de cómo "las nociones aparentemente establecidas de la moral se descomponen a veces, como la luz a través del prisma".

(La Nación, Sábado 24 de enero de 2004)

miércoles, 18 de noviembre de 2009

La fragua de Motta


Miércoles 18 de noviembre
Poesía: “La gota de agua” (1923)
Autor: José Pedroni (1899-1968)
Ganador: Roberto López Motta
Premio: “La gota de agua”



¿Qué no podría pretender yo, que inopinadamente estoy otra vez en la pelea por el certamen anual de Párrafus?, me pregunté.
El compañero López Motta, anoche, con entera seguridad, en 31 segundos, obtuvo su segundo triunfo bastante consecutivo en noviembre (el noveno del año). Y como su auténtico conocimiento de la obra de Pedroni no hizo necesario ningún lance… ¡se tiró el idem con la joven Gettino, la nueva telefonista del programa!
Bastó que Hugo, en el preámbulo, destacara los brillos verdes de la mirada de Marina, para que el locutor-poeta de Sarandí, machacando sobre caliente, diera curso a otro de sus devotos transportes románticos… Porque, ¿de quién era que se había declarado admirador Roberto el año pasado? ¿Cuál era la voz que tanto celebraba? ¿Con qué actriz comparaba a aquella destacada participante de… de Lucerna, de Constanza, de Ginebra o por ahí, cuyo nombre no me viene a las mientes?
Mejor hablemos de Pedroni.


Credo
Creo en la luz, que es pura, y en la tierra,
y en el agua, que es casta, y en el sol,
y en la sombra cordial que se derrama
con la dulzura de tu corazón.


“José Pedroni nació en Gálvez, provincia de Santa Fe, el 21 de septiembre de 1899. Era hijo de Gaspar Pedroni y de Felisa Fantino, ambos inmigrantes piamonteses. El escritor creció disfrutando de la paz del campo y rodeado de los nobles instrumentos de trabajo.
Pero la infancia de Pedroni fue también sufrida, ya que a la par de la escuela tuvo que trabajar con su padre como ayudante de albañil. Muchas de las imágenes que Pedroni fue registrando durante su niñez, serían el barro que luego utilizaría para construir sus versos.
En 1912 se radica en Rosario. Estudia en la Escuela Superior de Comercio y aprende inglés y francés. Por entonces comienza a publicar sus primeros trabajos en un diario de Gálvez.
Los años mozos de Pedroni transcurren en una Rosario convulsionada por movimientos obreros socialistas y anarquistas. En 1912 se produce el Grito de Alcorta, la primera huelga agraria del país. Años después cae asesinado el abogado Francisco Netri. Ese clima de virulencia social también influyó en la formación del poeta.
En 1916, José Pedroni obtiene el título de Bachiller y comienza a trabajar como tenedor de libros.
En 1918, por razones laborales, se traslada a San Carlos Norte y luego a Sa Pereira. Allí comienza a conocer la historia de los primeros colonos, historia que reproducirá en sus versos.
Trabajando como contador en la Casa de Ramos Generales de Alejo Chautemps, José Pedroni conoce a la que sería su esposa y compañera fiel: Elena Chautemps, con quien contrajo enlace el 26 de marzo de 1920.
Un año después, el 17 de marzo de 1921, nace su primer hijo, Omar Tulio. Ese mismo año, luego de recibir la baja como conscripto militar, Pedroni se traslada a Esperanza, donde se emplea en la Fábrica Nicolás Schneider, en la cual trabajó como contador durante 35 años.
En 1923 aparece su primer libro: “La gota de agua”. El debut fue impactante: Pedroni empezaba a mostrar una poesía distinta, por su sencillez y belleza, donde el protagonista principal es el hombre, el obrero, la mujer amada, los hijos y la tierra.
Dos años después, en 1925, sale a la calle “Gracia Plena”. La llegada del segundo hijo, José María, hizo que Pedroni le regalara a la posteridad varios de sus poemas más hermosos y recordados. “Gracia plena” fue un éxito literario.
El 13 de junio de 1926 se produce un hecho que será fundamental para Pedroni: en una nota aparecida en el diario “La Nación”, Leopoldo Lugones exalta la obra del poeta santafesino, a quien bautiza como “el hermano luminoso”.
En 1928 nace el tercer hijo de José Pedroni: Juan Carlos. En 1930, llega al mundo la única hija del poeta: Ana María, hoy radicada en Guatemala.
Los conceptos elogiosos de Lugones hacia el poeta, terminaron convirtiéndose en una pesada carga, a punto tal que debieron pasar diez años para que aparezca el libro sucesor de “Gracia Plena”: “Poemas y palabras”. En 1937 José Pedroni publica “Diez mujeres”.
En 1941, “El pan nuestro”. Y en 1944, “Nueve cantos”. Hasta que en 1956, luego de varios años de espera, aparece la que para muchos fue su obra cumbre: “Monsieur Jaquín”. Este libro es un homenaje a los primeros inmigrantes que trabajaron la tierra, especialmente a los fundadores de la Primera Colonia Agrícola Organizada del país: Esperanza.
En 1959, el escritor funda en Esperanza el Teatro de Títeres “Pedro Pedrito”, con la colaboración de otro gran artista: Ricardo Borla.
En mayo de 1960 se publica “Cantos del hombre”.”

(www.pampagringa.com.ar)


CANTO DEL COMPAÑERO DE RUTA

Dejadme marchar con vosotros,
poetas surgidos del pueblo;
dejadme ser vuestro compañero de ruta
en mi último trecho.

No quiero quedarme olvidado
en el mundo viejo
Quiero marchar con aquellos que “entonan
los cantos nuevos de los tiempos nuevos”.

Dejadme ser vuestro compañero de viaje.
Vengo de lejos.
Mirad aquel confín de piedra y humo
aquel desierto.

Para alcanzaros en la marcha
me aligeré de todo peso.
Tuve que atravesar mi propia noche
de extremo a extremo;
abrirme paso entre las ramas negras
de un bosque seco…
Para alcanzaros en la ruta
del aire fresco.

He llegado, por fin;
pero estoy por el suelo.
Ayudadme a ponerme de pie;
poetas surgidos del pueblo;
llevadme donde el agua;
dadme vuestro pañuelo;
enseñadme un lugar de trigo joven,
para echarme de pechos,
y dejadme dormir mi primer día
en vuestro día nuevo.


Una paloma que me guía, blanca,
será mi hermoso sueño;
la paloma que espera y se adelanta,
de cortos vuelos;
la paloma que todos hemos visto
una vez por lo menos;
que se recuerda como un ángel,
el ángel bueno.

Al despertarme, no digáis de mí
ni esto ni aquello.
Atrás dejé la noche del pasado,
y ya no lo recuerdo.
Si algo queréis decir,
decid: –Ha llegado el buen viejo.
Decid: –Quiere ser nuestro compañero de ruta;
quiere que lo llevemos;
quiere marchar con aquellos que “entonan
los cantos nuevos de los tiempos nuevos”

Atrás eché los fardos del pasado.
Ya no los siento.
No me dejaban ver las cimas.
Me he librado de ellos.
Como la planta sin la piedra,
estoy derecho.
Y ahora quiero marchar con vosotros,
poetas verdaderos;
hacer vuestro camino
de sol y nacimiento,
de trigo y bosques rescatados
y de gallos que cantan en los techos.

Dadme la voz, que es tarde.
Pronto, que se va el tiempo.
Sobre la ruta estoy con mi caballo.
No puedo contenerlo.
Toda la noche contemplé las luces
de la ciudad sin miedo.
Está allí, junto a un río,
donde el trigal se encuentra con el cielo.
Porque voy a alcanzarla y a perderla,
quiero llegar con los primeros.

Llenó de ramas muertas está el árbol
del mundo viejo.
Ya se lo ve caer en el ocaso.
El viento es fuerte y fresco.
Trae el rumor de voces
del batallón del pueblo
que a cuestas lleva el árbol y los pájaros
del mundo nuevo.
Los poetas están en el camino
y hacen allí los versos.
Están poeta, obrero y campesino
unidos en el trébol.
Hay quien sale a mirarlos en el día,
y ve que aquello es bueno.
Hay quien mira y no ve; hay quien no oye
el canto mensajero,
y hay quien se hace a la calle
para alcanzar el trueno
de la marcha de hocesy amapolas.
Yo soy uno de estos.
Mi puerta quedó abierta
y la golpea el viento.

¡Dejadme ir con vosotros,
compañeros!

(“Cantos del hombre”, 1960)

martes, 17 de noviembre de 2009

Siguiendo con Uhart

Nuevo envío de la colaboradora AnóniMa (sic)

“DEBEMOS TRATAR DE NO AMARGAR A NADIE”


"Tengo 56 años pero me siento como de 46. Vivo en un barrio pobre, ni pobre ni rico. Y así es como me gusta: no desearía ser rica ni pobre. Tengo y he tenido desde que recuerdo muchos amigos; tengo la certeza de que puedo hacerme amigos en cualquier parte del mundo, aunque la barrera del idioma es enojosa. Le tengo miedo a los aviones; me gusta viajar pero volar es un suplicio. ¿Cómo voy a volar si no tengo alas? Me gusta viajar para encontrar a mi casa diferente, bah, para volver. De los primeros libros que compré en mi vida (y los segundos y los etc.) no conservo ninguno: los presté, los perdí, los regalé y los vendí; ahora los guardo más. Cuando un libro me gusta suelo reponerlo y comprarlo, porque he leído siempre mucho todo lo que me gusta o pienso que me va a gustar: en ese sentido soy muy prejuiciosa: si pienso que algo no me va gustar, no lo leo. Por eso estoy bastante desinformada, lo que en sí mismo no me preocupa, salvo cuando quedo afuera de las conversaciones. Soy egresada de Filosofía y lo mismo me pasa con los filósofos; si me interesa leo mucho de lo mismo, autor o tema. Y si no lo ignoro. Como soy una persona que saca poco partido de la experiencia en cuestiones prácticas no me gusta luchar o pelear. Tengo entonces que hacer muchas gestiones: administrativas, editoriales y de dentista. Cada vez que debo ir a una editorial nueva para llevar mis cosas o al dentista yo misma me premio. Yendo así a variados dentistas, editoriales y gestores, uno puede entender lo uno y lo múltiple. 'Venga la semana que viene', o 'No hay plata', dicho de las maneras más inverosímiles. Desde hace más de treinta años trabajo en la docencia: primaria, secundaria, universitaria, privada, pública, de adultos. No creo que los jóvenes de ahora sean distintos a como fuimos nosotros; quieren ser reconocidos, valorados y tratados con justicia, por lo tanto, casi siempre responden. Rechazo las ideas apocalípticas en todas sus manifestaciones. A saber: que los jóvenes no leen y van a ser ágrafos, que el mundo se va a destruir, que el país va hacia la disolución, que el tango va a morir, etc. De los libros de la Biblia, el Apocalipsis es el que menos me gusta. Tengo muy pocos principios o convicciones firmes. Pero sí creo que debemos tratar bien a los que tenemos cerca y que todas las personas tienen derecho a momentos de placer, alegría o como se llame: debemos tratar de no amargar a nadie."

Hebe S. Uhart

(Tomado del libro Primera Persona, conversaciones con quince narradores argentinos. Graciela Speranza. Editorial Norma)

Día de la Leonor


Martes 17 de noviembre
Cuento: “Leonor”
Autora: Hebe Uhart
Ganador: Marcelo Perenchio
Premio: “Turistas”, de Hebe Uhart, Adriana Hidalgo editora

Hebe Uhart nació en 1936 en Moreno, Buenos Aires. Es autora de los libros de cuentos "Dios, San Pedro y las almas", "El budín esponjoso", "La luz de un nuevo día", "Guiando la hiedra" y "Del cielo a casa", entre otros. Publicó también las novelas "Camilo asciende" y "Señorita". Recibió el Premio Konex Diploma al Mérito en el 2004. Es profesora en Filosofía y trabajó durante casi toda su carrera en la cátedra de Tomás Abraham, en la UBA.
Dice Tomás Abraham, crítica de Página 12, que "Hebe Uhart es una escritora con humor, leerla es entrar en una atmósfera liviana, matizada, con pinceladas finas. Nos saca una sonrisa. Pero no diría que es amable, por el contrario, es intransigente, eso por un lado; por el otro, su mirada no sale de sí, tiene la autonomía de ciertas locuras. Parece inconmovible. Admito que me he quedado en una descripción psicológica con escasos argumentos estéticos. Pero no se me ocurre más que decir que Hebe escribe bien, sabe componer cuentos y ofrendarlos ya destilados, y, con sus personajes, tiene el mismo buen trato que su maestro Felisberto Hernández. Concluyo diciendo que Hebe Uhart es una escritora doblemente oriental, tiene algo de uruguaya y de japonesa".


Mis primeras lecturas
Hebe Uhart

“Todas era de un libro de C. Vigil. En una había una nena que estaba en un asilo y le contaba sus sufrimientos al hermano visitante como si fueran de otra persona. Yo miraba la ilustración para ver si el hermano tenía alguna sospecha de que se trataba de ella, la imagen no me decía nada. Esa lectura me llenaba de sentimientos contradictorios: admiraba a esa chica capaz de semejante conducta, yo no hubiera sido capaz de callarme, por otro lado, pensaba: ‘Contale que sos vos, así te saca ahora’. También pensaba que esa conducta tan original la producía el asilo y durante un tiempo quise vivir en uno de ellos ya que produce tan portentosa personalidad.
“Había otra de dos indios que al encontrarse, se saludaban así: ‘No seas ladrón, no seas mentiroso, no seas borracho’. Miraba el dibujo de los indios saludándose para ver si se decían alguna otra cosa, como hola, o qué tal. Tampoco la imagen me aclaraba nada. ¿Cómo podría aplicar ese saludo a mi vida? Jamás saludaría a na¬die de esa manera. A mí me gustaba abrir el libro al azar, para ver qué aparecía, cuando aparecía la de los indios, la pasaba sin detenerme; me fastidiaba porque esa lectura ponía de manifiesto mi incomprensión.
“Pero volvía permanentemente al gran enigma del libro: un señor no podía dormir porque no sabía si hacerlo con la barba dentro de la colcha o afuera. El dibujo mostraba a una especie de ogro con una barba descomunal. Me inquietaba que lo que a mí me parecía una estupidez, para el hombre fuera un asunto relevante. Claro que como era un ogro, no dormiría como las personas comunes; pasaría la noche entre dos alaridos, metiendo y sacando la barba de la colcha, movimiento que yo ejercitaba mentalmente viéndolo de una manera y de la otra: prácticamente alucinaba.
“Pero había una lectura que no trataba de los otros, era como si se refiriera a mí: la de la mancha indeleble. Una nena se mancha el vestido blanco con jugo de durazno y la mamá le dice: ‘Esa mancha es indeleble, ya nunca el vestido será lo mismo’. Indeleble es una palabra que me asustó (y me asusta) por su contundencia. Como yo me solía manchar la ropa diaria y alegremente, me retaban por eso. El mandato moral que deduje de esa lectura fue: ‘Bajo ningún concepto se deben manchar las cosas, sobre todo las blancas, porque se nota más’. Pensé: ‘No voy a llevar vestido blanco, no me voy a exponer a una mancha indeleble’. Al descartar el blanco, tuve la oscura sensación de renunciar a algo importante, esa renuncia me convertía en ciudadana de segunda categoría. Pero no iba a renunciar a comer duraznos mientras leía.”

lunes, 16 de noviembre de 2009

Tristes vísperas

Lunes 16 de noviembre
Novela:
Autor/a:
Ganador/a:
Premio: (idem ‘Novela’)

Ininterruptus la noche en que se anunció la reciente pausa de Párrafus, el viernes 30de octubre (*).
Ininterruptus anoche, tras el anuncio de la muerte de Lamborghini.
… como si la desazón y la pena nos dejaran a todos mudos o iletrados.


(*) A propósito, el poeta desconocido de aquella noche cumplía años el día del retorno del programa, el pasado martes 10.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Necrológica







De un libro que gané en Párrafus, recorto imperdonablemente –o quizá no.

I
“Voy a intentarlo una vez más. Voy a tratar de hacerlo. Y aunque explicar no es mi fuerte sacaré, como se dice, ‘fuerzas de flaqueza’ para lograrlo: explicar por escrito un juego de mi invención. Juego que he venido practicando como un ajedrecista solitario, durante tan largo tiempo que ya he perdido la cuenta. (…) Repito, sólo yo lo he practicado. Soy el único en este mundo que puede dar testimonio y razón de la existencia de este juego al que he llamado ‘Juego del Modelo’.

II
Sigo. El que explica, se sabe, es culpable: sin embargo, espero de ustedes la absolución. Espero que sabrán comprenderme. Sí, hay cosas. Cosas que si se explican se embrollan más y lo señalan a uno, lo ponen en evidencia. Mejor no explicar. (…)

IV
No me considero para nada original. Pienso, por el contrario, que este juego, como idea, existió siempre ya que pone en el centro el problema de la estereotipia: esa rigidez que asfixia a la vida. Y, por consiguiente, a la Poesía y demás Bellas Artes. Lo que ocurre hoy ocurrió siempre. (…)

VIII
(…) Tenemos la lectura que hace del Modelo el jugador. Lectura que pone a foco (de ‘relieve’) su materia verbal. Esa lectura lleva a la reescritura. Reescritura que el Modelo le pide, le solicita, preso de la estereotipia como lo está: el jugador lo siente así. Y subraya algunas de sus palabras o agrupaciones de palabras, que él intuye que son clave para desentrañar lo que el Modelo oculta y quiere (el Modelo), de una vez, revelar.”

XI
(…) El tablero de juego es el texto del Modelo. ¿Es esto iconoclastia? ¿Falta de respeto? No es mi intención. Por otra parte, pienso, no hay mayor escándalo que convertir al Modelo en una momia célebre, pero momia al fin y al cabo.
La sustancia momificadora se llama estereotipia. Pero hay que apostar, aunque la apuesta sea la Nada.”


“El jugador, el juego”, Leónidas Lamborghini (1927-2009), Adriana Hidalgo editora, 2007

Metamensaje








EL ABURRIDO RESUMEN

Tras la pausa requerida por otras actividades de nuestro conductor (pausa meditabunda para mí), noviembre comenzó con una semana simpática.
El martes, como si la repetición de programas con ganadores de única vez lo hubiera propiciado, tuvimos un nuevo ganador nuevo: Javier Cabanellas, músico del barrio de Belgrano, se constituyó en el podiasta número 94. Y, además de él, tuvimos el retorno de dos viejos conocidos: Roberto López Motta y Alberto Lagunas, y la presencia femenina, siembre bienvenida, con la entusiasta Mónica Paradiso.
Simpática semana, digo, porque los tres reincidentes que ganaron me caen bien (no como otra) y porque un debutante siempre es atractivo.
En cuanto a los autores de la semana, a dos de los cuatro no los había escuchado nombrar jamás (De Diego y Figueiredo), a otro sí, inevitablemente, pero sin leerlo (Bellatin), y el otro fue Oscar Wilde, por todos conocido.
Con el irlandés se trató de una segunda presencia, y se lo convocó nuevamente en su faceta de cuentista; la primera vez, en uno de los primeros programas del ciclo, había sido “El príncipe egoísta” (victoria de María Suárez); esta vez, Roberto López Motta reconoció en pocos segundos “El cumpleaños de la Infanta”, un texto quizá no tan célebre.
A Mario Bellatin, nacido en México de padres peruanos, plenamente contemporáneo, muy comentado últimamente en los medios culturales, Hugo lo trajo con una de sus muchas, breves e inconclusas novelas (según leí por ahí): “Salón de belleza”. El saxofonista Cabanellas la leyó hace algún tiempo, prestada por un amigo, y ahora, al debutar en Párrafus, la obtuvo como merecido premio.
También hubo esta semana una nacionalidad debutante: Puerto Rico. La isla se hizo presente a través de su bardo nacional, José de Diego, quien me pareció, por su decimonónica condición de poeta y patriota, una especie de José Martí de baja intensidad. Muy crasamente romántico y monótono versificador, el boricua, con mucho menos vuelo que el cubano, como prefigurando, con estas muy distintas calidades, la actual situación de sus patrias respectivas. Digo, por provocar... Lo sacó de la galera la compañera Mónica, quien había incluido la poesía “A Laura” en una recopilación que hiciera para regalarle en sus quince años a una sobrina suya.
Y el teatro llegó de la pluma del tercer latinoamericano de la semana: Guillermo Figueiredo. Del brasileño se leyó una pieza que presenta, parece, una semblanza del antiguo fabulista Esopo: “La zorra y las uvas”. La conocía bien, de sus tiempos nicoleños, el hoy rosarino Alberto Lagunas, narrador y poeta que, al igual que López Motta, jerarquiza el podio Parrafista.

LA OSADA PROPUESTA

Más allá de este aburrido resumen (pero nadie hace otro), de esta semana quería destacar una determinada cosa.
Hugo contó que le preguntan para cuándo Párrafus en formato libro. Incluso algún amigo editor le planteó la curiosidad, dijo. Y contó (“con la tranquilidad del que tiene todo registrado”) su sencilla idea para una posible edición: divididos en capítulos sin título, se presentaría una selección de los fragmentos de novelas, cuentos, poesías y piezas teatrales, tal como se leyeron en el programa hasta el timbre interruptor. Claro que esta selección (esta manera de llevar Párrafus al papel), por el tema de los derechos de autor, se vería acotada a los textos que son de dominio público, admitió nuestro conductor. Y ahí quedó el asunto, que yo recuerde.
Sin embargo, su mención de que aquel sería el modo “más sencillo” (y su observación de que tiene “todo” registrado) me llevan a pensar que habrá barajado otras posibilidades. Tal vez, entonces, ya se le habrá ocurrido lo que hoy yo quisiera aportar al respecto.
Tiene que ver con este Blog, por supuesto, dedicado desde hace dos años y medio al programa, y con aquel libro de Paul Auster comentado aquí hace poco. Para los que no conocen o no tienen presente el asunto, lo refresco brevemente.
Paul Auster, el famoso escritor estadounidense, fue invitado por un conductor radial que lo había entrevistado a que se agregara como columnista del programa con un texto semanal. El novelista declinó el compromiso, pero acercó y motorizó una idea mejor: que los oyentes se hicieran presentes en ese espacio mediante el envío de textos sobre sus vidas. Se lanzó así el Proyecto Nacional de Escritura, fruto del cual fue el libro compuesto por Auster con esos textos: “Creía que mi padre era Dios”.
A través de una brevísima reseña, me enteré de la existencia de ese libro al poco tiempo de crear Losparrafistas. Hace poco, cuando lo compré para regalar (*), pude verificar el parentesco entre aquella idea de Paul Auster y mi intención con este Blog de los oyentes de Párrafus. Eso sí, como ya dije, consideró haber fracasado admirablemente con mi proyecto.
Sin olvidar ni desmerecer los aportes que a lo largo del tiempo hicieron los compañeros oyentes Quique Figueroa, Fernando Terreno, Marta Zander, Pablo Graciani y Mónica Paradiso (y los de quienes acercaron sus Comentarios), creo en verdad que, cuantitativamente, no obtuve el eco esperado. De ahí que, con toda sencillez, ofrezca hoy a Hugo la idea de una convocatoria parecida a la de Auster (que, en realidad, le fue sugerida a este por su esposa): que los oyentes, a fin de participar en ese hipotético libro sobre Párrafus, le escriban con alguna historia de sus lecturas.
Una lectura con la que hayan ganado el juego, o no; es decir, una recreación de lo que despertara su memoria en aquella ocasión, o un relato de los placeres que le deparara el descubrimiento de un autor desconocido. O una descripción de las circunstancias en que se llegó a un determinado triunfo. O una bronca –o alegría- por el triunfo de otro oyente. O –esto para los silenciosos- las razones por las que no se llama aunque se conoce la respuesta... Y no aventuro más posibilidades, porque tal vez así termino acotándolas. En síntesis: se solicita a los compañeros y compañeras oyentes historias de sus vidas de lector -o de sus lecturas, para los más recatados. Pero que nuestro conductor, si la idea le gusta o puede adaptarla a la suya, lo plantee a su manera.
Y pienso: si Paul Auster, a través de un programejo de la seguramente pedorra radio norteamericana, obtuvo 4000 textos en el término de un año, ¿qué no podrá conseguir Hugo Paredero y su Párrafus Interruptus por Radio Nacional?


EL ANTIGUO ESTIMULO

Y recordé uno de aquellos viejos aportes de Quique Figueroa. Es del 20 de agosto de 2008 y viene al caso. El compañero de Trelew lo llamó “Atreverse”. Aquí está.


“Vinculo esta, nuestra página, el PI[nterruptus] y las estelas de la polenta que se perciben por doquier.
Traigo a colación un texto de Marcelo Di Marco y Nomí Pendzik, Atreverse a escribir.
Porque hay mucha letra viva, que anda suelta como una extensión del programa.
Más aún, ha de haber infinidad de páginas exquisitas en cuadernos, computadoras, o en la mente de muchos radioescuchas. Algunos no se sentirán atraídos por escribir en esta bitácora, por voluntad o elección propia. Otros no serán ganadores, porque participan silenciosamente, a su modo.
En fin, alternativas varias. Pero, haber visto a Juan Sabia, matemático y escritor en "Alterados por pi" [otro programa irracional] el lunes sanmartiniano, y anoche escuchar a la Verónica y a Rovner, dieron como resultado traer a nuestro espacio este hipervínculo al libro, cuya imagen nos acompaña.
Es un simple archivo en formato PDF, de descarga gratuita. Visitadlo, descargadlo, probad .
Por el libro, y la escritura.
Alberto Lagunas, o Roberto López Motta [entre otros], nos precedieron.

‘Con un poco de talento y ganas, cualquiera puede escribir.
Sobre todo, si cuenta también con una fuerte dosis de sensibilidad, condimentada por buenas lecturas y contaminada por los vaivenes de la vida. Hoy la escritura ha regresado.
Gracias a las modernas tecnologías, escribir volvió a ser una necesidad cotidiana. El fax, el correo electrónico y los mensajes de texto, han cambiado ciertos hábitos de la humanidad. Y es muy probable que, mediante la redacción de algún email, muchos de ustedes hayan descubierto en sí mismos cierta capacidad para poner sus cosas por escrito y llegar al otro.
Sienten fuerte rechazo o afecto por tal o cual profesor y se lo cuentan a un amigo en una carta.
Conocen a una persona que les gusta —que les gusta mucho— y le escriben para invitarla, por ahora, a estudiar…
Si ponen todo el corazón en la escritura, nos atrevemos a decir que cualquiera de esos dos hipotéticos mensajes será un escrito vívido,relevante, único y personal’.

De Marco, M. y Pendzik, N. [2002]. Atreverse a escribir. Prácticas y claves para arrancar de una vez por todas. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, pp. 12 - 13.”

Nada más. Desde ya, buenos días.




(*) He aquí el metamensaje; al que le quepa el sayo…

viernes, 13 de noviembre de 2009

La zorra y Lagunas

Viernes 13 de noviembre
Teatro: “La zorra y las uvas” (1953)
Autor: Guillermo Figueiredo
Ganador: Alberto Lagunas
Premio: “La zorra y las uvas”, Guillermo Figueiredo, C.E.D. A.L.


Guilherme Figueiredo. Nació en 1915 en Campinas, Sao Paulo, Brasil. Escritor y periodista. Cursó sus estudios en la Facultad de Derecho del Brasil. Ejerció el periodismo desde 1932. Fue crítico literario, teatral y musical, colaborador de los Diarios Asociados. Fue Presidente de la Asociación Brasilera de escritores y Vice-Presidente de la Sociedad Brasilera de Autores Teatrales; Profesor de Historia del Teatro del Conservatorio Nacional de Teatro; Presidente del Centro Brasilero Teatro de la UNESCO (1959). Recibió la Medeille de la Resistente y el grado de Chavalier de l’ Ordre des Arts et Lettres de Francia. Fue dos veces premiado por la A.B.L. – Asociación Brasilera de Críticos Teatrales y obtuvo el Premio Teatral del Estado de Guanabara. Además a partir de 1964, fue Agregado Cultural de la Embajada del Brasil en Paris. Guilherme Figueiredo es un autor reconocido en naciones tan diferentes y lejanas como Brasil, Francia y lo que fue la Unión Soviética.

(www.teatrodelaluna.org)


La zorra y las uvas

Estaba una zorra con mucha hambre, y al ver colgando de
una parra unos deliciosos racimos de uvas, quiso
atraparlos con su boca.
Mas no pudiendo alcanzarlos, a pesar de sus
esfuerzos, se alejó diciéndose:
-¡Ni me agradan, están tan verdes!

Nunca traslades la culpa a los demás de lo que no eres capaz de alcanzar.


(Formato y edición por Renato Rodríguez para Educación y Desarrollo Contemporáneo S.A.San José, Costa Rica Copyright © 2000)

jueves, 12 de noviembre de 2009

Sarandí - Domínico - Wilde

Jueves 12 de noviembre
Cuento: “El cumpleaños de la Infanta” (1892)
Autor: Oscar Wilde (1854-1900)
Ganador: ¡Roberto López Motta!
Premio: “Felicidades. Las mejores historias de cumpleaños”, varios autores, La Compañía.

“El hombre no es, se hace, se va haciendo mientras vive. Su vida es creación, renovación constante, posibilidad de lo nuevo, de lo distinto, de lo cambiante. Su porvenir es virgen. Siempre puede ser otra cosa de lo que es, porque es libre.
“A esta realidad fundamental de la vida humana se opondrá Oscar Wilde. El quiere ser lo que es, de una vez por todas y para siempre, instalarse definitivamente en un ser determinado, adscribirse a una entidad constitutiva. Ser lo que es y no poder ser lo que no es, nada más. Parecerse lo más posible a sí mismo hasta llegar a una total identificación. Ser única y plenamente Oscar Wilde, completamente personal, distinto de todos los demás, sólo igual a sí mismo.
(…)
“Wilde vive para hacerse ver. Se exhibe todo el día en un escenario iluminado ante una sala llena de gente. Lleva carteles en la frente, rótulos explicativos de su esencia, y se desnuda en público a cada instante. Vive eternamente en pose, considerándose una alegoría, un hombre símbolo, algo así como un hombre sándwich que lleva un letrero diciendo lo que representa y ofrece. Necesita proclamar a todo el mundo lo que es, para sentirse ser. Por eso se lo considera ‘el campeón de la sinceridad’, cuando en verdad su sinceridad es una forma de mala fe.
(…)
“Lo que no quiere admitir Wilde es que su sinceridad es un fracaso y su personalidad no es una sustancia sino un juego: Oscar Wilde que juega a ser Oscar Wilde. Pero este juego no puede jugarse solo, necesita que los otros jueguen también a creer que él es Oscar Wilde. Para representar necesita público, el coro sentencioso y cómplice de las tragedias griegas. Los amigos, los amantes y hasta los enemigos forman parte del extraño juego, de la ceremonia de su consagración. El sólo exige una cosa: que se conozca el rito y se crea en el dogma. Le es por completo indiferente que lo amen o lo odien, que lo admiren o lo desprecien, que lo apoyen o lo combatan. ‘Peor que dar que hablar es que nadie hable de uno’ (‘El retrato de Dorian Grey’).
(…)
“ANOTACION DE 1997: Rescato este ensayo, escrito a los 19 años, por ser el primero en que puede vislumbrarse, a pesar de sus fallas, al futuro escritor. Fue publicado en una revista juvenil que llamamos ‘Existencia’ en homenaje a la boga del existencialismo. El texto había sido leído un año antes, en 1950, en el salón literario ‘Juan Cristóbal’ de la calle Santa Fe, en un acto público indefinible que fue como una tardía ‘provocación’ dadaísta, o como un precursor de los happenings de los sesenta. (…)”

(“El sentido del ser a través de Oscar Wilde”, Juan José Sebreli, recopilado en “Escritos sobre escritos, ciudades bajo ciudades”, Editorial Sudamericana, 1997)


“Leyendo y releyeno, a lo largo de los años, a Wilde, noto un hecho que sus panegiristas no parecen haber sospechado siquiera: el hecho comprobable y elemental de que Wilde, casi siempre, tiene razón. ‘The Soul of Man Ander Socialism’ no sólo es elocuente; también es justo. Las notas misceláneas que prodigó en la Pall Mall Gazette y en el Speaker abundan en perspicuas observacions que exceden las mejores posibilidades de Leslie Stephen o de Saintsbury. Wilde a sido acusado de ejercer una suerte de arte combinatoria, a lo Raimundo Lulio; ello esaplicable, tal vez, a alguna de sus bromas (‘uno de esos rostros británicos que, vistos una vez, siempre se olvidan’), pero no al dictamen de que la música nos revela un pasado desconocido y acaso real (The Critic as Artist) o aquel de que todos los hombres matan la cosa que aman (The Ballado f Reading Gaol) o aquel otro de que arrepentirse de un acto es modificar el pasado (De Profundis) o a aquel, no indigno de Leon Bloy o de Swedenborg, de que no hay hombre que no sea, en cada momento, lo que ha sido y lo que será (ibidem). No transcribo estas líneas para veneración del lector; las alego como indicio de una mentalidad muy diversa de la que, en general, reatribuye a Wilde. Este, si no me engaño, fue mucho más que un Moréas irlandés; fue un hombre del siglo XVIII que alguna vez condescendió a los juego del simbolismo. Como Gibbon, como Johnson, como Voltaire, fue un ingenioso que tenía razón además.”

(“Sobre Oscar Wilde”, Jorge Luis Borges)

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Puerto Rico, ¡presente!

Miércoles 11 de noviembre
Poesía: “A Laura”
Autor: José de Diego (1866-1921)
Ganadora: Mónica Paradiso
Premio: “Telarañas”, de Atilio Polverini, Corregidor



José de Diego (Aguadilla, Puerto Rico 16 de abril de 1866) fue un poeta de renombre internacional, un ferviente luchador por la independencia de Puerto Rico y considerado uno de los mejores oradores en la historia de la nación puertorriqueña.
Además de militar en organizaciones que lucharon por la independencia nacional de Puerto Rico, De Diego es uno de los padres intelectuales del movimiento independentista, en la vertiente que aboga por utilizar los instrumentos pacíficos disponibles para encauzar la obtención de la soberanía nacional puertorriqueña según la actual vigencia y continuada influencia ejercida por la memoria de De Diego en instuticiones tales como el Partido Independentista Puertorriqueño al igual que sobre algunas otras organizaciones independentistas.
De Diego recibió su educación primaria en Mayagüez, Puerto Rico. Luego se mudó a España donde se graduó de la Universidad Politécnica de Logroño.
Mientras estaba en España, colaboró con el periódico "El Progreso" el cual atacaba la situación política de Puerto Rico. Esto llevó a varios arrestos y su eventual regreso a su patria.
En 1886, tuvo un infeliz romance con Carmen Echavarría, lo cual lo inspiró para escribir uno de sus más aclamados poemas: "A Laura". Este poema se popularizó entre los románticos de la época.
En el 1887, junto a Ramón Baldorioty de Castro, fundó el Partido Autonomista.
De Diego regresó a España y estudió leyes en la Ciudad de Barcelona. Luego de recibir su grado MATEMATICO continuó sus estudios hasta graduarse con un doctorado en leyes en 1892. Entonces regresó a Puerto Rico debido a problemas con su salud.
En Arecibo, Puerto Rico, practicó como abogado y fundó el periódico "La República". Junto a Luis Muñoz Rivera y Matienzo Cintrón, formó un comité que convenció al representante español en la isla, Práxedes Mateo Sagasta de respaldar la idea de autonomía para Puerto Rico. Cuando España le concedió a Puerto Rico una relativa autonomía, de Diego sirvió como Secretario de Justicia y de Interior. También legisló y fue fundador del "Colegio de Agricultura y Artes Mecánicas de Mayagüez", ahora conocido como la "Universidad de Puerto Rico - Recinto de Mayagüez".
Su sueño era establecer una confederación de islas hispanoparlantes en el Caribe que incluyera a la República Dominicana y Cuba.
Luego de la Guerra Hispano-Americana, cuando Puerto Rico fue anexado a Estados Unidos, De Diego empezó a participar activamente en la política. En 1904, confundó el Partido Unionista junto a Luis Muñoz Rivera y Antonio R. Barceló. Como miembro del Partido, llegó a ser presidente de la Cámara de Delegados de 1907 a 1917 y portavoz de la Cámara de Representantes de 1917 a 1918.
Dos de de sus grandes poemas son "A Laura" y "Póstuma". Entre sus más notables poemarios están "Pomarrosas", "Jovillas", "Cantos de Rebeldía" y "Cantos de Pitirre".
En el 1916 se le amputó su pierna derecha debido a una infección. Murió en la ciudad de Nueva York el 17 de julio de 1921 mientras recitaba uno de sus poemas. Sus restos yacen en el Cementerio Antiguo de San Juan.
En memoria de José de Diego se han nombrado escuelas, avenidas y autopistas en Puerto Rico. También hay escuelas en Brooklyn, Nueva York y Miami.
(www.wikipedia.org)

martes, 10 de noviembre de 2009

Ese manco Bellatin

Martes 10 de noviembre
Novela: “Salón de belleza” (1994)
Autor: Mario Bellatin (1960)
Ganador: Javier Cabanellas, de Belgrano. Músico.
Premio: “Salón de belleza”

“La mayor transgresión al modelo de belleza humano es quebrar el principio de simetría –Orlan, al hacerse ordenar simétricamente sus prótesis frontales, ha sido conservadora. Por eso elijo como objeto parcial, dentro de un modelo de belleza, el brazo de fibra de carbono de Mario Bellatin que no es un instrumento sino por añadidura. (…) Bellatin lo edita con una bocha rapada de iniciado que contrasta con la voluptuosidad muy bien dibujada de sus labios , producto de la naturaleza, esa coyuntura; la túnica, toga o traje talar que también atenta contra el principio de simetría al cubrir casi totalmente esos tubos de tela monocorde, alineados a derecha e izquierda y por siglos asignados al bípedo masculino, llamados pantalones (esto ha desencadenado el rumor de que Bellatin usa pollera aunque yo, que, que lo he visto ya dos o tres veces, jamás lo vi con un kilt o cosa que se le parezca)… (…) … durante una escena de campo, vi que Bellatin ejercía lo que Silvia Molloy llama política de la pose: es decir hacía el mexicano sacando la lengua y enrollándola súbitamente en forma de resorte para fingir haber atrapado en el aire un insecto y engullirlo como, se imagina, los mexicanos hacen con hormigas y chapulines.”

(“Seducción de lo impar”, María Moreno, en el número 317 de Ñ, 24 de octubre de 2009)

“En Salón de belleza se cuentan tres historias: la de un peluquero travesti en la fase terminal de una enfermedad que no se dice cuál es, pero que, por los síntomas y el contexto, se supone que es el SIDA; también es la historia del Moridero y de los acuarios. Narrada en primera persona, las historias se vuelcan, poco a poco, cada vez más a priorizar ciertos espacios (el espacio del cuerpo decrépito del peluquero, el espacio de los acuarios descuidados, el espacio de la peluquería convertida en Moridero). El Moridero, que es un sitio adonde van a morir las víctimas de esta innombrable peste, se convierte en la gran metáfora de un mundo decadente, en el que las reglas inventadas por el peluquero están regidas por la resignación, por la inminencia de la muerte y por la indiferencia de hallarles una justificación trascendental.
Como metáfora de la vida que se extingue, atacada por un mal incurable, están las peceras, a las que el peluquero les brinda tanto cuidado como a los desahuciados. Para el protagonista no hay mayor diferencia entre ambos, no hay una jerarquía de tipo moral entre estas criaturas a las que sólo se limita ver cómo van perdiendo su belleza. Todo lo hace sin ningún cuestionamiento moral. La evolución del mal en los enfermos, a quienes desinteresadamente, altruistamente, ayuda a sobrepasar la agonía y no morir solos, se canaliza en él, atacado también por la enfermedad, no directamente sino a través de los peces.

‘Desde entonces y por las tristes historias que me contaban, me nació la compasión de recoger a alguno que otro compañero herido que no tenía dónde recurrir. Tal vez de esa manera se fue formando este triste Moridero que tengo la desgracia de regentar. Pero volviendo a los peces, pronto me aburrí de tener exclusivamente Guppys y Carpas Doradas.’”

(Miguel Ildefonso, en www.mundoalterno.com)

lunes, 9 de noviembre de 2009

Cantantes poetas o poetas cantantes?


Bueno con Don Paradiso (mi viejo) recuperado de su operaciòn, retomo la linda forma de expresarme que significa este blog.

Hace un rato leìa (por enèsima vez) una antologìa de versos de Antonio Machado. En un momento hice un alto en la lectura y recordè mi primer contacto con los versos de Machado, habìa sido gracias a Joan Manuel Serrat (mi muy amado Nano) de quien soy ferviente admiradora y quien puso mùsica a varios versos de Don Antonio allà aproximadamente por el año 1969. Un recuerdo trajo otro y gracias al Nano tambièn siendo muy chica habìa conocido a Miguel Hernàndez otro poetazo de aquellos. A la vez que rememoraba los escritores que gracias a Serrat descubrì tambièn pensè en tantos temas de su autorìa que son marvillosas poesìas, me acordè de "Pueblo Blanco", "Aquellas Pequeñas Cosas", "Bienaventurados", en fin la lista serìa larguìsima. Seguì viajando con mis recuerdos y empecè a jugar con frases de canciones que tengo en la memoria y en el corazòn y que a menudo digo en conversaciones cotidianas. Muchìsimas de esas frases pertenecìan a Silvio Rodrìguez, Joaquìn Sabina, Pablo Milanès, Leòn Gieco, Jorge Drexler, Ismael Serrano..........y acà tambièn la lista serìa muy larga para seguirla. Considero que ellos llenaron mi alma de poesìa pero en vez de leerlos, las canciones habìan sido el vìnculo para considerarlos poetas en vez de cantantes. He tenido oportunidad de ver muchos recitales de los "poetas" que mencionè anteriormente y en todos sentì que la voz, la mùsica se tornaban casi secundarias, lo principal era la palabra cantada. Ellos todos los dìas desde sus cds me conmueven, me hacen pensar y principalmente me emocionan con sus PALABRAS.

Vaya en esta nota mi reconocimiento a todos estos cantantes, trovadores, juglares pero por sobre todas las cosas POETAS.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Lo descubrí leyendo Pepita Jiménez...

Cualquier novela en la que un personaje diga

"Muchacho, si es confesión lo que vas a hacer mejor será que llames al padre Vicario. Yo tengo muy holgachón el criterio y te absolveré de todo, sin que mi absolución te valga para nada. Pero si quieres confiarme algún hondo secreto como a tu mejor amigo, empieza, que te escucho"

como le dice don Pedro a su hijo Luis cuando le están por contar el meollo del asunto, es firme candidata a convertirse en una de mis novelas favoritas.

Anonimator

Anónimo ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Los crímenes de Bormat":

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Sorry for offtopic


Publicado por Anónimo para Los Parrafistas a las 8 de noviembre de 2009 2:00

Este amigo Anónimo ya está pasando de castaño a oscuro.
¿Qué habrá querido decir?
¡Un traductor por acá!

Etéreo 2

Un alma caritativa, cariñosa o caribeña se compadeció de este careciente informático y me envió el siguiente texto:

“Por haber convertido una idea sencilla en un juego literario de enorme atracción y calidad profesional; por su creatividad; por su aporte a la literatura y a la magia de la radio, ETER y el Consejo de Asesores, en el rubro Programa Cultural, premian a PARRAFUS INTERRUPTUS, conducido por Hugo Paredero, Radio Nacional, AM 870, lunes a viernes de 0:30 a 1:00 hs.”

Se trata de los fundamentos del premio para Parrafus Interruptus, dados a conocer por el consejo asesor de ETER en la ceremonia del pasado martes. Dicho consejo, según la misma fuente, está integrado por estos señores y señoras:

Charly Cacavielo, Sebastián Costa Vernikos, Ricardo Martínez Puente, Alicia Petti, Emanuel Respighi, Fernando Subirats, Carlos Ulanovsky y Marina Zucchi.

Aunque las comunicaciones de este tenor no son lo mío, cumplo con esta necesaria formalidad para reparar la – quizá- excesivamente subjetiva manera en que informé de este acontecimiento. Además, el desinteresado envío de este material por parte de esta bella alma anónima no merecía menos que esto.
Destaco, por otra parte, y para finalizar, que debí volver sobre este tema ante el evidente letargo o molicie que impidió a mis compañeros del Blog aportar la solicitada crónica acerca del hecho...
-Pero, Perenchio, ¡no seas tan duro! A lo mejor tampoco estaban enterados de la entrega de los ETER, no los ayudó el azar del zapping, y entonces no vieron nada... ¿Qué crónica de la ceremonia podemos hacer?
-¿Qué crónica? Una en la que por lo menos me digan que Hugo en realidad estaba todo de negro, y no de claro y colorado como yo creí ver... “De traje, camisa, medias, zapatos y hasta boxer negros”, como me dice otro –otra- corresponsal.
Y me pregunto cómo, cuándo y dónde vio tanto, ¡maldición!

-Bueno, ¿cómo decirte, Marce? Seguro que no lo vio en el éter, sino en un ámbito de la más cruda materialidad..., ¿no? ¡Y rajá mariquita, rajá!