lunes, 31 de mayo de 2010

Adriana (y yo)

Bien mirado, puede decirse que siguen pasando esas cosas de Parrafus…
El pasado sábado 22, a raíz del cumpleaños del Fulanito, en un esporádico rapto de inspiración escribí aquello que publiqué como “Parrafus Interruptus (la novela)”.
La rápida interrupción de ese rapto dejó como resultado aquel inicio de un esbozo autobiográfico que presenté como un apócrifo “Capítulo uno”. Le adosé epígrafe y dedicatoria, como a una novela hecha y derecha.
Como epígrafe utilicé una frase que siempre (especialmente de dos años a esta parte) me pareció muy ilustrativa de una especialísima etapa de la relación padre-hijo. Y la dedicatoria aludía a la novela que, según Hugo nos contara, Adriana Baldessari, la productora integral del programa, planeaba allá en los albores del ciclo nocturno de Párrafus. Quise decir, irónica o jactanciosamente: “Dale, Adriana, que, si no la escribís vos, la escribo yo”. (Algo totalmente imposible, por cierto, ya que no sé ni quiero aprender la manera de escribir ficción.)
El hecho es que a partir de la dedicatoria de aquella Entrada y de un Comentario suyo, iniciamos con Adriana un breve intercambio de emails… mediante el cual me enteré de que, el miércoles 27, ella iba a presentar en el curso de narrativa al que concurre un cuento referido a Párrafus.
Se lo pedí para leerlo y me lo envió. Lo leí, le pedí permiso para ponerlo en el Blog y me autorizó. Le escribí esta engorrosa introducción y… ¡Helo aquí!



"PARRAFUS INTERRUPTUS"


La vida de Alfredo Soncini tomaba sentido a la medianoche o para decirlo con exactitud 30 minutos apenas comenzado el nuevo día.
A esa hora se conjugaban tres magias, la de la radio, la de los libros y la de la memoria y todo era posible. Él podía convertirse en lo que no era durante las 23 horas y media restantes de cada jornada, él podía convertirse en un ganador.
Dueño de un local de libros usados, en Humberto Primo y Defensa, tuvo que cerrar después de más de cuarenta años, cuando el alquiler se fue por las nubes por el boom turístico de San Telmo.
Alfredo se negó a desprenderse de los miles de volúmenes, conseguidos a fuerza de regateos y miserables ofertas a personas que forzadas tenían que desprenderse de sus bibliotecas.
Encuadernados en cuero y clasificados pasaron a engrosar los muy nutridos anaqueles del departamento que hasta hacía unos meses había compartido con su madre.
Fue durante la larga enfermedad de la anciana que Alfredo comenzó a escuchar “Parrrafus Interruptus”, un programa que tenía un solo ganador, el primero que llamaba para interrumpir al conductor y decirle el título de lo que estaba leyendo y el nombre y apellido del autor.
El desafío era grande porque se computaban los minutos o segundos que había leído el conductor hasta que era interrumpido y la cifra se asentaba en una tabla de ganadores de todo el país y Alfredo hasta el momento llevaba el récord de 20” y 150 autores.
“La Intrusa” de Jorge Luis Borges, “La Tregua” de Mario Benedetti, “El amante” de Marguerite Duras, “El Retrato de Dorian Grey” de Oscar Wilde, “Lolita” de Vladimir Nobakov, “El viejo y el mar” de Ernest Hemingwey, “Bola de Sebo” de Guy de Maupassant y así hasta completar un centenar y medio de títulos.
La madrugada del jueves 23 de marzo Alfredo se sentó junto al receptor de su Noblex Siete Mares, adquirida en los setenta, colocó sobre sus rodillas el aparato del teléfono, con disco, y se preparó para acertar otra vez.
El conductor leyó: “La canoa se deslizaba costeando el bosque, o lo que podía parecer bosque en aquella oscuridad”. Alfredo lo supo al instante y comenzó a marcar, mientras lo hacía no pudo creer lo que escuchaba: Hola, Hugo, estás leyendo “El desierto” de Horacio Quiroga. Te habla María de Caballito. Tan sólo quince segundos.
A partir de ese jueves María se tornó invencible, contestó en tiempo récord: “El siglo de las Luces” de Alejo Carpentier, “Un sueño Americano” de Norman Mailler, “Cerrado por Melancolía” de Isidoro Blastein, “La Insoportable levedad del Ser” de Milan Kundera.
Alfredo se sentía insignificante había perdido su protagonismo intelectual. Obsesionado con María, consiguió su teléfono y averiguó su dirección.
Conversó con el portero de la cortada de Emilio Balcarce y así supo que su rival visitaba por las tardes los puestos de la feria del parque Rivadavia.
El encuentro fue ideal para dos que aman la literatura, sus manos chocaron al elegir “Viernes de la Eternidad” de María Granata, Sonrieron, hablaron de lo mucho que les gustaba los libros y se sintieron amigos al comprobar que los dos escuchaban el mismo programa.
María, soltera, maestra jubilada, bibliotecaria, le abrió las puertas de su casa y allí le mostró su tesoro: un fichero que contenía las diez primeras líneas de miles de libros. El pasaporte para ganar in eternum el juego de los jueves.
Alfredo propuso hacer café a la turca, volcó en la taza los polvitos que mitigaron la agonía de su madre y una vez que comprobó que María dormía profundamente, se apoderó del archivo y salió.
Otra vez la medianoche , otra vez en carrera ya sin contrincantes de valía, el conductor lee y Alfredo Soncini escucha: “Djamil entró en mi camarote y me dijo: Señor, ya están apareciendo las primeras montañas”.
Lo sabe, disca con la autoestima recuperada y escucha: -Hugo, estás leyendo “El Cazador de orquídeas” de Roberto Arlt, soy Cristina de Monserrat-. Trece segundos.

FIN


Adriana Baldessari


Cualquier parecido con la realidad… es eso: parecido, no similitud.
¡Gracias, Adriana, y felicitaciones!

sábado, 22 de mayo de 2010

PARRAFUS INTERRUPTUS (la novela)








Para Adriana Baldessari, sin más paciencia (*)

"Cuando era niño, pensaba que el paraíso sería un lugar donde mi padre fuera un chico y mi perro hablara"
Charlie Peters (**)


Capítulo 1

Cuando vos naciste, yo trabajaba en un neuropsiquiátrico infantil y había vuelto a escribir. Había vuelto a escribir porque siempre me había gustado leer, y en ese momento, ese año, por mi condición de lector triunfaba como oyente en un programa de radio dedicado a los libros. En torno a ese programa había creado un blog en internet.
Muchos años antes, yo decía algo terrible y espantoso: decía que, así como la permanente frecuentación de la gente hacía que la gente quisiera producir más gente, es decir, tener hijos, a mí la temprana frecuentación de los libros me hacía intentar la producción de más libros, es decir, escribir. Decía también algo peor: que prefería los libros a las personas; que éstas me aburrían, mientras aquellos me resultaban más variados, sustanciosos y estimulantes. Tuve entonces, en esos años juveniles, mis infructuosas veleidades de escritor. Y de esposa o hijos, ni hablar.
Esto se me ratificó alrededor de los cuarenta, cuando los vaivenes laborales me llevaron a desempeñarme como guardia de seguridad en el infanto-juvenil Tobar García. Conocer ahí a esos pibes enfermos y a sus familias contribuyó a que ahuyentara cualquier pasajera idea de paternidad. Hasta que vos quisiste venir.
Pero antes vino y conocí a Cristina.
(…)

(***)

(*) Esta dedicatoria es una ironía referida a la novela sobre Párrafus que Adriana, la productora del ciclo, planeaba allá a fines del 2006.

(**) Charlie Peters es el guionista y director de una muy pobre película yanqui, “¿Qué hacemos con el muerto?”, donde, sin embargo, se dice esta frase tan certera.

(***) Hoy, 22 de mayo, el Fulanito cumple dos años, y volví a sentir el soplo de la inspiración –aunque no el sudor del trabajo.

Felicidades.

jueves, 20 de mayo de 2010

El Monitor Argentino (1989)

En 1989 Martin Caparros y Jorge Dorio hacian el Monitor Argentino.
Esta perlita con un reportaje a Jacobo Timerman hace que repensemos la rara relacion entre todos y los medios.



Parte 1

Parte 2

jueves, 13 de mayo de 2010

martes, 11 de mayo de 2010

Relectura

“Los antecedentes de este sueño prototípico son como sigue: un individuo había pasado varios días, sin un instante de reposo, a la cabecera del lecho de su hijo, gravemente enfermo. Muerto el niño, se acostó el padre en la habitación contigua a aquella en la que se hallaba el cadáver y dejó abierta la puerta, por la que penetraba el resplandor de los cirios. Un anciano, amigo suyo, quedó velando el cadáver. Después de algunas horas de reposo soñó que su hijo se acercaba a la cama en que se hallaba, le tocaba en el brazo y le murmuraba al oído, en tono de amargo reproche: «Papá, ¿no ves que estoy ardiendo?» A estas palabras despierta sobresaltado, observa un gran resplandor que ilumina la habitación vecina, corre a ella, encuentra dormido al anciano que velaba el cadáver de su hijo y ve que uno de los cirios ha caído sobre el ataúd y ha prendido fuego a una manga de la mortaja.”

(Sigmund Freud, “LA INTERPRETACION DE LOS SUEÑOS”, CAPÍTULO VII, “PSICOLOGÍA DE LOS PROCESOS ONÍRICOS”)

Esteban, el Fulanito, está bien –con los contagios de cosas de chicos que son de rigor en una guardería. No hay metamensaje ni alegoría en el texto precedente. Sólo quería expresar el tenor de mis lecturas –o relecturas- actuales. Buenos días.

jueves, 6 de mayo de 2010

"Comunicativo reencuentro..." II

“Nací a los cuatro año, y mis padres aprovecharon ese momento para enseñarme a leer y escribir. Gracias a eso, tuve una educación primaria muy secundaria, y luego al revés. Soy Piscis con ascendente en Humor, oral y escrito: colaboré en la revista Humor, coordine jornadas de ‘Humor en vivo’, escribí los libretos de los programas televisivos ‘Hagamos el Humor’ y ‘Sobrevivir con Humor’ (premio Argentores 1989, ¿qué tal?), abusé del humor hablado en los programas radiales ‘Nuevos Aires’, ‘Hacelo Conmigo’ y ‘Por Amor al Arte’, y hasta en el teatro, con la obra ‘Siemprediva’, que hice para Graciela Dufau. Pero no creo en el Humor. Lo siento.”

(Solapa de “Zappingmanía - No desearás el canal de tu prójimo”, de Hugo Paredero, Planeta, 1993)

miércoles, 5 de mayo de 2010

La Noble Ernestina

El administrador del blog, Marcelo Perenchio, me hizo un pedido/intimación para que escriba alguna entrada en Los Parrafistas. Como todo empezó con el Párrafus, “un programa que hablaba de libros”, me dije: voy a hacer una reseña del libro más apasionante que he leído en mucho tiempo. Acá está:

LA NOBLE ERNESTINA
Pablo Llonto, año 2002
Editorial Punto de Encuentro, 2ª edición, 2008

Es un libro de rigurosa investigación periodística que recorre los últimos 60 años de la historia Argentina mientras repasa minuciosamente el camino que llevó al diario Clarín desde sus modestos comienzos a convertirse, primero en el Gran Diario Argentino, y luego, en una cuasi asociación ilícita: en “Oscurín”.

Podría venderse como una versión farandulesca o chimentera de la historia, algo así como: “De cómo una modesta bailarina de cabaret conquistó al elegante dueño del diario Clarín, se casó con él, desplazó a los herederos y transformó un buen negocio en ciernes en un emporio multimediático, todopoderoso y monopólico que hace temblar a jueces y gobiernos de turno”. Pero es mucho más que eso.

La adopción de sus hijos, proceso cuya legalidad está cuestionada en un largo proceso lleno de irregularidades que van desde el falso testimonio hasta la supresión de identidad, ocupa sólo una parte y lo hace con un nivel de documentación y de información de primera mano que, lejos de abrumar, entusiasma al lector.

El libro me resultó tan atractivo como vertiginoso. Su lectura me absorbió de tal manera que es el responsable de que pasara de estación en varios viajes en subte.
Hay en él una reivindicación del mejor periodismo de estos celebrados 200 años, desde Echeverría y José Hernández hasta Roberto Arlt, Walsh y Soriano.
Esta segunda edición, trae una especie de prólogo (cuyo objeto es poner a la obra en el contexto de lo acontecido entre la primera edición del 2002 y la del 2008, donde todos los temas tocados se precipitan sobre el país y los lectores, por su cercanía) que es una pieza literaria de colección, digna de la huella de los grandes que lo precedieron.

Resumiendo: si puede, no se lo pierda. Ajústese el cinturón de seguridad antes de comenzar a leerlo.

Fernando Terreno
http://lapulpera.blogspot.com/
.

N.N. II

Ya sé que la Entrada anterior, mi primer video, solo presentó una imagen fija. Lo importante era la canción. Ahora la repito, en otra versión, esta vez con imagénes en movimiento, para que conozcan al poco conocido Noel Nicola. A pesar de las equivocaciones de Feliú en el final, la canción sigue resultándome conmovedora. Se llama "Para una imaginaria María del Carmen".




Apostilla: Algo que se me ocurrió, a partir del reciente descubrimiento de Youtube y otros surtidores de maravillas de la Internet, es que debo sentirme muy satisfecho y agradecido de que algunos oyentes de Párrafus se hayan detenido de tanto en tanto en este Blog, e incluso hayan participado con alguna colaboración o Comentario. Yo no sé si hubiera tenido esa amabilidad. Muchas gracias.

Viviendo (también) en el pasado

Siguiendo con el saludable ejercicio de la nostalgia, subo este, mi primer video en el Blog, en homenaje a la vieja camaradería procubana (protrova cubana) con el amigo Pablo Graciani-quien me decía que yo vivía en el pasado.



Canta Noel Nicola, en Santo Domingo, en 1974

martes, 4 de mayo de 2010

"Comunicativo reencuentro..."

Tomé de nuevo el libro de Hugo Paredero “Solos & mal acompañados” (ya comentado en este Blog) y en la contratapa reparé en algo que no recordaba. Nuestro conductor, de quien la semana pasada contábamos que está por publicar su libro sobre Jorge Guinzburg, y asimismo tiene en preparación otro sobre Jorge Luz, ya es biógrafo de otra importante figura del mundo del espectáculo. En aquella contratapa de “Solos…”, se informa que Hugo publicó en editorial Trilce un libro titulado “Héctor Alterio”, evidente biografía del importante, internacional e interminable intérprete argentino.
Este volumen sobre el actor hincha de Chacarita debe ser inhallable, seguramente, como también lo es, quizá, el editado por De La Urraca en 1994. Para reencontrarnos en cierta forma con nuestro conductor, entonces, comparto con los escasos lectores que le quedan al Blog lo que se dice acerca de él en esa contratapa.

“HUGO PAREDERO (Carlos Tejedor, provincia de Buenos Aires, 21 de febrero de 1948), es crítico de espectáculos en la revista Humor desde 1979. Autor de una obra teatral, “Siemprediva”, y de dos libros, “Héctor Alterio” (Editorial Trilce) y “Zappingmania” (Editorial Planeta), participó también en muchos programas radiales de gran audiencia. Condujo por radio Belgrano “Hacelo conmigo” y actualmente se lo escucha a diario en “Por amor al arte” (FM Palermo). Fue columnista de espectáculos en ATC y en ese mismo canal tuvo a su cargo “Nos estamos viendo”. En 1989 obtuvo el premio Argentores en el rubro Mejor Guión para Teleteatro Unitario, por “Sobrevivir con humor”, y poco después participó como guionista y actor en “Hagamos el humor”, con Gabriela Acher. A esa multitud de actividades habrá que sumar los cursos en torno al cine que dicta regularmente en distintas instituciones y en clases particulares, por donde han desfilado decenas de comunicólogos, actores y artistas de las más variadas disciplinas.”

También, porque lo recuerdo (sin releerlo) como una buena Entrada, remito a los compañeros oyentes al texto que titulé “Concurso filial”. Pero solamente a los que el ejercicio de la nostalgia no les patea el hígado.
Buenas tardes.

lunes, 3 de mayo de 2010

Moustaki


“Un hijo es, al principio, un juguete maravilloso. ¡Sí, empieza simplemente por ser un juguete! Después se transforma, se renace un poco con él. ¿Por qué se desea tener hijos? Porque vas a reencontrarte. Vas a volver a descubrir el mundo. Aprendes otra vez a comer, a nadar con ellos. Y al mismo tiempo que renaces, está esa responsabilidad nueva que es importante, que enriquece las cosas.
“Yo no tengo ganas de luchar por mí, todo me es igual. Por mi hija, sí. ¡Un hijo da sentido a ciertas cosas que haces!
“Puede ser un conflicto, ¡una oposición que se alza delante de ti! Después se vuelve un todo, un amigo, una ternura.
“Mi hija es mi hermana, mi amigo, mi enemiga. Todo eso a la vez.”

Georges Moustaki (3 de mayo de 1934), "Canciones", editorial Fundamentos, Madrid, 1983