jueves, 31 de julio de 2008

Autodesagravio

Comentario de Marta Zander a “En desagravio”:

Marta dijo...


Amable y somera la notita, usted lo ha dicho.

Nada de que me caigo y me levanto, ni de preguntar por enemistades personales, que queda feo. No les vaya a decir que es la primera vez que paga por la revista y que las otras veces que la leyó fue porque la encontró abandonada por ahí, ni lo de la tesitura, que no hay necesidad. Amabilidad, recuerde que lo cortés no quita lo valiente.

Escribir, por ejemplo:

Señor (quien corresponda), he leido con mucho interés su nota titulada Libros mirados y contados etc del día tal, y he notado con sorpresa en la lista de recomendaciones (o lo que sea) la ausencia de un excelente programa radial que me cuenta entre sus oyentes habituales.

Acá breve reseña del programa, incluyendo día y horario de emisión. Informativa, como usted dice, pero cortita. Corta, para no aburrir; informativa y corta por si deciden publicarla.

Y listo. Se despide saludando muy atentamente, como corresponde.

Firma y los datos que pidan en la revista.
Nada más: no vaya a escribir que usted es el que encabeza la tabla de posiciones con más de 60 victorias, que acá no regalan nada. No se le va a ocurrir declararse fanático, ni maricón, que los muchachos de la revista no van a entender nada.
Si finalmente se decide hacerlo, escriba una linda carta. No se enrosque con la protesta. Ánimo, yo sé que usted es capaz de hacerlo...
Y aprenda a bailar, hágame el favor...
Un abrazo.

29 de julio de 2008 20:55


Respuesta para Marta Zander:

Tal vez Marta Zander, la compañera oyente y coequiper del Blog, no se merezca el tono parco y expeditivo de la siguiente respuesta. Tal vez su destinatario original tampoco. Pero, como su Comentario resultó tan exigente y aún perentorio –anque didáctico- para mi cansina y aún pobre –anque mía- capacidad palabrista (que sólo se llena y se mueve a impulsos), repetiré acá las puntualizaciones que, vía –e-mail, hice para un corresponsal que había criticado mi envío al diario La Nación.

1) No tenía, en realidad, auténtica intención o deseo de protestarle a la adn. ¿Quién es La Nación para que Yo le proteste?

2) No me salió, en el resto de ese domingo laboral, nada mejor que el texto del Blog, y es un hecho que no sirvo para comunicaciones formales o formulistas.

3) De todos modos, con lo del Blog podía estimular a que otros oyentes, así anoticiados, se quejaran.

4) El envío de aquel mismo texto (“En desagravio”) al director de la revista, serviría, pensé, para dar a conocer no solo el programa, sino también, del modo más contante y sonante, su virtual Club de Admiradores –que Quiroga o Mucci no tienen.

Omito el último punto de mi puntualización por ser de índole muy íntima, casi maricona. Por lo demás, considero que, en lo que a mi respecta, termina acá el episodio adncultura.
Sin embargo…

Colofón
Anoche soñé que, de acuerdo a una sugerencia reciente de Hugo, la producción de Párrafus Interruptus, como premio por ganar el tercer año consecutivo de competencia, me pagaba un mes de psicoterapia intensiva con Federico Andahazi y Tato Pavlovski. En el consultorio, yo contaba un sueño. En el sueño, un pajarito me decía algo, que yo no entendía por su lentísimo modo de hablar. Al final, después de ofrecerme su interpretación (que no recuerdo), los Parraterapeutas me aconsejaban que en las próximas dos o tres semanas no dejara de fijarme en la revista cultural de La Nación de los sábados. Después me desperté.

Ultimas derrotas de julio

Si bien saqué una ventaja considerable en el primer semestre, vislumbro que mis rivales (los otros oyentes competitivos o glotones) tendrán alguna chance de desbancarme en lo que queda del 2008: se me están cruzando los cables –o mi memoria pierde porosidad y los recuerdos se deslizan y mezclan cómicamente.
El lunes llamé y pregunté si la autora era Elsa Borneman. Cuando Leo Acevedo respondió que sí, dije triunfante: “Entonces el cuento es ‘Un elefante con una trompa enorme’”. Pero no era. Era, como bien dijo la ganadora, María Suárez, “Un elefante ocupa mucho espacio”.
Y anoche, con mayor seguridad aún, en vez de “Goldfinger” dije: “’El hombre del brazo de oro”, de Ian Fleming”. Leo rechazó la respuesta y después se me hizo una laguna: no pude recordar ningún título de las novelas de James Bond. (“El hombre del brazo de oro”, por supuesto, no lo es, ni es de Ian Fleming; es la obra más conocida de un autor que, tal vez, obtuvo mayor celebridad por haber sido el envidiable amante de nuestra Parrafista nº 104…)
No importa. No pude agregar la octava, pero las victorias de este mes ya era suficientes: 7. 007.

domingo, 27 de julio de 2008

En desagravio

Sobre la revista cultural del diario La Nación, llamada adncultura, no puedo opinar porque leí solamente tres ediciones.
A una (no recuerdo si era el número inaugural o el segundo) la encontré en la calle, camino al Tobar, sobre la repisa de un teléfono público.
(Aquel fue un gran día; dos cuadras más adelante, en la inhóspita calle Ramón Carrillo, de un volquete lleno de escombros, trastos y pedazos de muebles, donde también habían tirado libros, recogí una novela de mi admirado Colin Wilson, otra de George Duhamel, un libro de historia de Bartolomé Mitre –para regalar al enfermero Pablo- y un par más que ahora no recuerdo.)
La segunda la dejó abandonada u olvidada un compañero, acá en el trabajo, y yo me la llevé, y la tercera es la del diario de ayer, que compré por primera vez.
Lo compré porque a la mañana había escuchado decir a Osvaldo Quiroga, en su espacio de AM 740, que la adn, donde él también trabaja, traía una nota sobre programas de radio dedicados a los libros. Le di el diario a mis compañeros y abrí la revista esperando encontrar, por supuesto, la mención de nuestro Párrafus Interruptus.
Encontré, en primer lugar, que la nota –de Carlos Ulanovski- se refiere no sólo a la radio, sino también a la televisión. Es más: en la carátula del artículo se ve un gran televisor, de los antiguos, con botonera, con el título “Libros mirados y contados en televisión y en radio” sobre la pantalla, y un aparato de radio, mucho más pequeño, también añejo, abajo, recortado, casi desapareciendo en un ángulo del collage. Es más: la primera foto que se ve es la de Quiroga.
Entonces, enseguida, promediando la lectura, abandoné del todo la esperanza y me resigné a la entera omisión, en el resto de la nota, de cualquier mención de nuestro espacio o de nuestro conductor.

Tampoco puedo opinar sobre los dichos de los entrevistados (Quiroga, Silvia Hopenhayn, Cristina Mucci, Canela, Sasturáin, Daniel Chiróm, Antonio Carrizo), ni sobre la tesitura del señor Ulanovski, porque “no soy quien”. Soy, como siempre destaco y destacan, un simple vigilador.
Podría, sí, livianamente, merced a algún ingenio, entresacar frases y señalarles flaquezas, denostarlas o cuestionarlas cínicamente, como se hace a veces en ciertos debates entre medios gráficos. Pero no es ese mi propósito.
Valoro la tarea de todos estos divulgadores de los libros y las artes, de la cultura, en general; sigo también o trato de seguir a algunos de ellos (a la Hopenhayn, en particular, que a su riqueza intelectual y su buen decir suma unas maneras femeninas, una amenidad, una sonrisa, un cabello efervescente, un cuello enhiesto, que me provoca en casa no pocos choques con Cristina); no soy un fundamentalista de Párrafus Interruptus ni un fanático de Paredero (“estando allí Dolina”, como escribí sobre la “Humor”); pero, sinceramente, creo que un programa de radio Nacional con más de dos años de trayectoria, el más sencillo, directo e inclusivo de los programas de libros (alguien lee, los otros escuchan y recuerdan), sin juicios críticos, sin guía erudita, sin floreos intelectuales, sin divagues, sin devaneos, sin helenismos, sin púlpito, merece integrar la lista de “los que continúan la tradición, cada vez más difícil, de difundir la producción literaria en medios masivos”, como dice la volanta del artículo. Pero no está.

Primero pensé en enviar una queja al señor Jorge Fernández Díaz, director de la revista, cuya dirección de e-mail aparece encabezando su editorial.
Pensé después en dirigirme a Ulanovski, para preguntarle con todo respeto si alguna enemistad personal con Hugo explica esa omisión –pero su e-mail no figura.
Al final –por ahora-, decidí trocar esa intención protestona por otra de índole informativa, doblemente, informativa, para el medio y para los compañeros oyentes. Voy a ver, entonces, si más tarde puedo redactar una amable y somera notita con la cual poner en conocimiento de esta gente la existencia de nuestra modesta, breve, sensible audición de trasnoche. Tal vez, simplemente, no están enterados.
Entretanto, demostrando nuestra grandeza, copio para los Parrafistas curiosos (que quizá quieran protestar por su lado) la nómina recuadrada del mentado artículo.

COLECTIVO IMAGINARIO
Conducción: Canela
Horario: sábados, 15.30; domingos, 16.30 (repite dos veces madrugada sábados y domingos). Todo Noticias (TN)

LOS SIETE LOCOS
Conducción: Cristina Mucci
Horario: sábados, 17 a 18
Canal 7

EL FANTASMA
Conducción: Silvia Hopenhayn
Horario: lunes, 22 horas, con trece repeticiones lunes, jueves, sábados y domingos
Canal á

VER PARA LEER
Conducción: Juan Sasturain
Horario: Medianoche del domingo
Telefé

EL REFUGIO DE LA CULTURA
Conducción: Osvaldo Quiroga
Horario sábado, 16 a 17
Canal 7
Radio Cooperativa, AM740,sábados de 8 a 12
Ficciones Radio de la Ciudad, AM1110, jueves 22 a 24

EL JABALI
Conducción: Daniel Chirom
Horario: lunes, 19 a 20
Radio Palermo, FM 94.7

TANGOS Y LIBROS
Conducción: Antonio Carrizo
Horario: domingos, 10 a 13
FM 92.7

Otros espacios habituales de comentarios de libros y entrevistas a escritores:
Los programas de cable de Fanny Mandelbaum y Jorge Jacobson y los pro-
gramas de radio de Omar Baez (FM Palermo) y Daniel Mactas (FM La Isla).

viernes, 25 de julio de 2008

Apostillas de la semana

“La mente hindú se complace en la imaginación de vastos períodos de tiempo que, hasta hace poco, eran del todo ajenos a los hábitos de las mentes occidentales. En el siglo II de la era cristiana, el famoso teólogo Ireneo, obispo de Lyon, calculó seis mil años para la duración de la historia universal, correspondientes a los seis días del Génesis. Inversamente, a los hindúes los ha fascinado la contemplación y la fijación de plazos inmensos. Días, noches y años integran la vida de Brama, pero cada día es un ‘kalpa’ que equivale a 4.320.000.000 de años humanos. Cada ‘kalpa’ comprende mil grandes períodos cósmicos, cada uno de los cuales se divide en cuatro ‘yugas’, llamadas ‘Krita-yuga’ o Edad de Oro, ‘Treta-yuga’ o Edad de Plata, Duapara-yuga o Edad de Bronce y ‘Kali-yuga’ o Edad de Hierro. La primera dura 4.000 años divinos, es decir, 1.440.000 años humanos (ya que un año divino es igual a 360 años humanos); la segunda dura 3.000 años divinos, es decir, 1.080.000 años humanos; la tercera dura 2.000 años divinos, es decir, 720.000 años humanos, y la cuarta 1.000 años divinos, es decir, 360.000 años humanos. Esta compleja y virtualmente ilimitada cronología fue inventada entre la época del ‘Rig-Veda’ y la del ‘Mahabharata’.”

“Qué es el budismo”, Jorge Luis Borges y Alicia Jurado

Hará unos cuatro años, cuando la piratería masiva de CDs recién empezaba, o cuando yo –fiel al cassette- recién empezaba a prestar atención a ese soporte musical, tuve un encuentro inesperado.
Fue una tarde en que paseábamos con Cristina por la calle Corrientes. Por iniciativa suya, que en la calle es como un chico y quiere comprar todo, nos detuvimos ante un kiosco de diarios que a un costado, en una prolija mesita, ofrecía ese moderno material. La esperé mientras ella revisaba el interior de las cajas de cartón donde los CDs se apilaban; de reojo veía el nombre de algunos intérpretes, pero prestaba más atención a los titulares de los diarios y revistas. Ella, pasando por alto la mayoría, a veces señalaba de viva voz algún disco: Abba, Bee Gees, Almendra, Miguel Cantilo y otras módicas sorpresas en este novedoso y abigarrado formato. Y en un momento, cuando yo ya tiraba de su mano como un nene aburrido de las vidrieras, me dice: “¿Este no es ese que te gusta a vos?”, y extrae uno de la caja y me lo pasa. Leo el nombre escrito con fibra en el sencillo sobre traslúcido, y no lo puedo creer. Miro al kioskero como buscando una explicación, pero el muchacho reía con un amigo. Miro el precio escrito en el frente de cada caja. “¿Dónde estaba?”, le pregunto a Cristina. Me dice que en la de 3 pesos, que eran los más baratos. Entonces me acerco y le pregunto al muchacho: “¿Este vale 3 pesos?” Me mira, mira el disco y responde que sí. Yo saco un billete de 5 pesos y le pago. Agarro el vuelto y empiezo a alejarme, tirando ahora con urgencia de la mano de Cristina; ni le pregunto si quiere alguno; pienso que el tipo se va a dar cuenta de algún error y va a llamarme para pedir por lo menos 10 mangos más. Pero no pasa nada. Muchas veces, me digo también hoy en las cuevas donde me surto de cassettes y videos, hay comerciantes que no saben lo que están vendiendo.
En el sobre, muy sobriamente, dice: Amancio Prada. Adentro, junto al CD, un papelito blanco anuncia el contenido: “Canciones y soliloquios”, “Cántico espiritual”, “Dulce vino de olvido”, “La dama y el caballero”, “Leliadoura”, “Navegando la noche”, “Rosalía de Castro”, “Rosas a Rosalía”, “Sonetos del amor oscuro”, “Tres poetas en el círculo” y “Trovadores místicos y románticos”.
Para quien no sepa de qué cuernos hablo –ahora que no se trata de Octavio Paz-, diré que Amancio Prada es a Paco Ibáñez lo que Paco Ibáñez es a Joan Manuel Serrat –en cuanto a musicar poetas. Así, muy someramente, lo expliqué hace poco para un compañero al que le pedí que me bajara de Internet algo más del Paco, y que apenas, vagamente, conoce al Nano. Perdonen mi irreverencia los conocedores.

Y así es como conozco a Rosalía de Castro, la Parrafista de este miércoles.


El otro día, tras haber recurrido a ella en ciertos apuros recientes, me di cuenta de que, además de quedar feo, no valía la pena copiar de Internet alguna información acerca de los títulos o los autores del programa. El que se conecta para ver el Blog y enterarse de lo que se leyó, puede, acto seguido, buscar en Google, con criterio propio, toda la data que quiera.
Hoy, sin embargo, mientras esperaba que abra el correo, donde tenía que hacer un trámite relacionado con el Anses, entré al locutorio de la calle Beltrán y, curioseando acerca de las últimas lecturas, encontré la curiosidad siguiente.
De un sitio:

“En ‘El anillo’, Camila está condenada a la repetición de su pasado lleno de miserias e injusticias. Todos los días vive la humillación del cacique que la despoja de su tierra, le mata a su hijo y se enriquece a base de explotar a su raza. Además tiene que soportar los golpes del marido borracho, y su existencia se convierte en un laberinto sin salidas a otras formas de vida.
“En ‘Antes de la guerra de Troya’, Elena Garro habla del descubrimiento de la individualidad y del amor. El conocer rompe la unidad de las niñas protagonistas, quienes antes de leer ‘La Ilíada’ eran dos en una. El conocimiento las desliga para siempre, y ahora, a partir de su yo, van a la búsqueda del amor. Al verse por primera vez a sí mismas, descubren la soledad. Ahora se dicen: te quiero porque no eres yo, por ser otra.”

De otro sitio:

“En 1935, pocos años antes del segundo gran conflicto mundial, el dramaturgo francés Jean Giraudoux, escribió su famosa pieza de teatro, “La guerra de Troya no tendrá lugar”. Sin embargo, al final de la obra, la guerra se impone, como una suerte de fatalidad, ignorando la voluntad de los partidarios de la paz y precipita en el abismo a griegos y troyanos.”

Y algo más sobre el autor y la obra elegida por Hugo para el jueves.

“Dramaturgo, novelista y diplomático francés, cuyas ingeniosas obras, de un original impresionismo, basado en el diálogo y en un gran estilo, contribuyeron a liberar el teatro francés de las restricciones del realismo. En 1943 terminó su última obra, la sátira La loca de Chaillot, que se representó póstumamente en 1945. En el París de los años 60, la condesa Aurelia, conocida como ”La loca de Chaillot”, vive en el pasado, en medio de una elegante decadencia, en una casa en el barrio de Chaillot. Sus amigas son Constance, Gabrielle y Josephine, mujeres como ella pertenecientes a otra época. La condesa descubre, a través de un amigo llamado Roderick, que un grupo de conspiradores, que se reúnen siempre en el café Café Francis, planea llevar a cabo una serie de prospecciones en el subsuelo de París para adueñarse de las reservas de petróleo de la ciudad. Con la ayuda de sus incondicionales amigas llevan a cabo un juicio secreto en el que condenan a muerte a los conspiradores y, tras convocarlos en su casa, con la excusa de que bajo el solar de su casa existe una gran acumulación de petróleo, las cuatro mujeres encierran en el sótano a los traidores del pueblo parisino.”

Y falta nombrar al señor Naón Soibelzhon, el hombre de teatro de Almagro, que ganó con esta obra de Giraudoux. Y hay que decir que, con él y con Maxi Pozzi, ahora llegamos a 12 ganadores distintos en los 19 programas que llevamos en julio; 11 de ellos -ellos- con una victoria cada uno. Si no fuera por mí, que llevo seis, tal vez nos acercaríamos un poco más todavía al ideal de participación en el podio. Pero los dos Ininterruptus del mes, que también lo impiden, evitan asimismo que me sienta culpable. Entonces, faltando cuatro juegos, solo me resta desear que gane el mejor.
Hasta la próxima.



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El 60 pasa por Saavedra

Tras unos cuantos distinguidos profesores que aquilatan la nómina de ganadores de Párrafus (Gustavo Glanzman, Alberto Lagunas, Marta Zander, ¿Quique Figueroa?), nos visitó anoche, para ganar por primera vez, un señor alumno.
Maximiliano Pozzi, de 16 años, del barrio de Saavedra, es el ganador número 60 del ciclo nocturno. Reconoció, por haberlo sacado hace poco de la biblioteca de su colegio –el nacional Buenos Aires-, un cuento seguramente bastante recóndito de la recóndita mexicana Elena Garro: “El anillo”.

De esta autora, tengo a mano en mi partida biblioteca lo siguiente:

“Elena Garro, escritora mexicana, nacida en Puebla. Entre sus libros mencionaremos el volumen de comedias ‘Un hogar sólido’ y la novela ‘Los recuerdos del porvenir” (1963).”

Esta es la breve introducción a su pieza “Un hogar sólido”, que se encuentra en la reedición de 1965 de la célebre “Antología de la literatura fantástica” de Jorge Luis Borges, Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares. Y lo que sigue es la posible explicación de esa inclusión –que a su vez desmiente la firmeza de aquel título.

“La pareja” –de Bioy Casares y Silvina Ocampo- “fue muy larga y mantuvo una fidelidad esencial, a pesar de que ambos tuvieron relaciones amorosas con otras personas; lentamente va conociéndose esa vida secreta, al publicarse epistolarios, como los de Elena Garro, la escritora mexicana que tuvo amores con Bioy Casares o Alejandra Pizarnik, que revela una relación amorosa con Silvina.”

Esto lo cuenta Alvaro Abós en su nutrida “Al pie de la letra – Guía literaria de Buenos Aires”. Lo que yo no sabía es a quién le ponía los cuernos la Garro, y el así adornado, según Hugo, resultó ser don Octavio Paz, nuestro Parrafista 153. Aunque es posible (no me quedaron muy claras las fechas) que para la época de esta aventurilla del Adolfito, ella ya estuviera divorciada.

Pero volviendo al flamante ganador de anoche, debo decir que me resultó muy agradable su frescura. El pibe contó que escucha el programa desde hace un par de meses, que lo encontró en un zapping radial de trasnoche, “porque ya está en edad de trasnochar”, dijo. La afición a la lectura se la inculcó su madre, ama de casa. Lee de todo, todo le gusta, y por ahora no tiene un autor favorito. Está en el tercer año del prestigioso Colegio Nacional de la calle Bolivar. Dijo que, después, podría seguir alguna carrera científica.
Me gustó, también, porque me hizo recordar a mis propios 16 años –pero no voy (hoy)a aburrirlos con eso.
Curiosidad: se ganó Maximiliano, por ser el Nº 60, dos libros: “Puro futbol”, de Fontanarrosa, y uno sobre César Aira, escrito por una Silvia Contreras. El año pasado, el 10 de abril, cuando se leyó al hoy recordado Octavio Paz, el ganador fue un Adrián Contreras. Este oyente no volvió a ganar. Espero que Maximiliano, en algún momento de su flamante trayectoria como lector, vuelva a aparecer por Párrafus –y que Adrián también, ¿por qué no?

jueves, 24 de julio de 2008

Catarata de Comentarios (y respuestas)

Anónimo ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Qué audaz el Audaz de Caballito! (Y qué pecaminoso...":

Yo no quitaría géneros, agregaría uno: ensayos. Respecto al estatismo climático de algunas o muchas noches, no es culpa del formato ni (CASI NUNCA) de su creador sino de la pedantería constante de algunos oyentes.

Respuesta:

Me dejás patitieso, Anónimo, con lo de “estatismo climático”. Juro que no consigo descifrarlo, ni siquiera en el contexto de la frase, que permanece, para mí, oscura… excepto en sus últimas palabras. ¿Dónde están, quiénes son los otros oyentes con esa “pedantería constante”?
En cuanto a la incorporación del género Ensayo, recuerdo que lo comenté con Hugo en el encuentro de oyentes de la Feria del Libro del año pasado; él me había preguntado qué otras cosas leía, aparte de ficción, y yo mencioné que, si se incorporara aquel género, tendría algunas chances de ganar cuando se leyera al doctor Freud.
Gracias por tu comentario, aunque me quedo con la duda de siempre: ¿sos el mismo Anónimo de otras veces?



LUISA DE ALMAGRO ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Constancia":

NO ES D.D..... Y NO ES DIFICIL HALLARLO, EXCELENTE ELECCION DE HUGO ESE CUENTO !!!!!!!!!!!!!!!

Respuesta:

Hola, Luisa. Bienvenida al Blog. Creo que es la primera vez que nos visitás.
Por la Entrada en la que dejás tu comentario (“Constancia”), supongo que el cuento ininterruptus al que te referís es al del 11 de junio. Al respecto, me das la oportunidad de hacer acá un mea culpa que me venía olvidando. En ocasión de aquella lectura, no pudiendo vencer mi compulsión “pistera”, sugerí un determinado autor en el final de “Maeterlinck y Urondo”. Es más, estaba bastante seguro del título, a partir del género de que se trataba y de una palabra claramente omitida por Hugo durante la lectura. Bueno, aunque nunca pude encontrar ese cuento (no estaba en el libro que traje de la casa de mi vieja), seguí creyendo que podía ser ese. Hasta que, en los últimos días, la compañera oyente Marta Zander, de Bahía Blanca, me tiró a mí una cristalina pista, basada en un libro regalado recientemente, que me llevó a develar aquel Ininterruptus. Y no era el autor que yo había pensado (ni es, en rigor, ningún otro), aunque sí está en el título aquella palabrita.
Gracias por tu comentario, Luisa, y por no revelar mayores precisiones acerca de aquella “excelente elección”. Volvé por acá cuando quieras.




Anónimo ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Fanático, celoso y maricón":

Señor Marcelo, hay que ser más comprensivo.

Es de notar que el Lector transita la edad provecta en que los excesos debieran medirse.

Y tal como muestra la imagen diaria, hasta las 00:45 de cada madrugada, el susodicho se va dando cuerda, dando cuerda, para sorber muy luego copita tras copita de su propia adrenalina. Sin parar. Frase a frase. Verso a verso. Escena tras escena.

Lo disfruta pero también lo sufre horriblemente. ¿Porqué entonces quitarle placer? ¿Porqué no dejarle hacer pequeñas trampitas alguna vez, siendo él el dueño de la audición?

Eso sí, es de vigilar el momento en que suena el timbre-orgasmo confirmando la respuesta completa. Sería bueno tener un médico cerca y una botica abierta.

¿Y cuando no llegan ganadores a tiempo? Pobre Hugo!

Respuesta:

Me encanta conocer su visión de la cosa, don Anónimo II. Es lo que vengo pidiendo de los compañeros oyentes. Una sola observación, a manera de respuesta. Usted habla de “trampitas”. Yo escribí, describiendo la sugerencia del oyente Audaz de Caballito, “pistas, datos, ayuditas”. Pero está bien; como usted también dice, Hugo es el dueño de la audición, y es del todo legítimo que la lleve a su manera. Y hasta ahí no tengo inconveniente en llegarme con mi comprensión. Un abrazo y gracias.






PEPE DE FLORES ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Letras orientales III":

QUÉ?? MMM...! NOOOO!!!

Respuesta:

Gracias por compartir tu duda, Pepe, pero, en cuanto a tu negación, debo ratificar lo que ya comentamos con el amigo Anónimo acerca de entidades bancarias y géneros musicales modernizados. Y me pregunto con qué otra obra revisitará Hugo a ese autor.

miércoles, 23 de julio de 2008

Fanático, celoso y maricón

En el fútbol, la llamada “Ley del último recurso” habilita al árbitro para expulsar de la cancha al jugador que la infringe. Puede suceder en una situación como la siguiente.
El arquero baila para la televisión con su poste derecho, o habla reconcentradamente por celular con su representante (o caza mariposas, como se decía antes), y no advierte que un jugador del equipo contrario avanza hacia su área con el balón dominado. Un postrer defensor, consciente de la defección de su compañero, corre al rival con desesperación y, en el instante en que este va a vulnerar su valla, le salta desde atrás al pescuezo o patea sus talones para impedirle la conquista. Entonces, por el uso (o abuso) de este recurso, el último que le quedaba para evitar el gol, el defensor verá la tarjeta roja y se perderá el resto del partido.
En Parrafus Interruptus, por el contrario, Hugo, ahora, me parece, se reserva un último recurso para que el juego pueda completarse.

Hace un tiempo, en este Blog (y creo que también en una comunicación directa), un oyente le pedía ayuda a nuestro conductor. Sugería que, en las noches en que la cosa se viera peliaguda, Hugo fuera mechando la lectura con progresivas pistas, datos o ayuditas tendientes a que el Parrafus no quede ininterruptus.
El Lector Nacional no defenestró la propuesta, como yo hubiera esperado, pero tampoco se comprometió con nada a ese respecto; dijo, creo, que podría pensarse… Y ahora parecería que pensó en algo, adaptando en cierto modo aquella sugerencia del oyente.

A lo mejor es un delirio de los míos, pero en verdad he notado lo siguiente.
El lunes, en la charla con Jorge Aloy (el oyente que ganara con Fernández Moreno padre a los 8 minutos de lectura), Hugo dijo que se había estado reservando para el final el poema de los 70 balcones. Y hoy, tras unos 15 minutos de nueva poesía ininterrupta, emprendió la facilitadota lectura bilingüe de los “Cantares gallegos”, de Rosalía de Castro. Y así el juego “salió”, como dice él: ganó la simpática Verónica Cornejo de Lugano.
Es cierto, este astuto modo de ayudar cabe sobre todo para la numerosa poesía. Es difícil adaptarlo a los otros géneros, de despliegue singular y paulatino. En un cuento, una novela o una pieza teatral, no puede aislarse un pasaje revelador y reservarlo para la recta final del programa. Sin embargo, hay otro modos.

Con respecto a la novela de esta semana, por ejemplo, creo, en primer lugar, que Hugo empezó por abrir el paraguas –como quizá lo exigía la noche lluviosa y su chapuzón involuntario en Suipacha y Viamonte. Reflexionó que tal vez el auténtico triunfo para un autor no sería que su obra se develase en los primeros segundos del juego, sino que pudiera ser leída y disfrutada hasta el timbre de la una.
Estas palabras, pensé después, parecían destinadas a la autora de la noche, que esperaba secretamente en línea el comienzo de la lectura. Sin embargo, creo que la suya no era una novela tan difícil, dentro de su prolífica y variada obra, y no se justificaba esa prevención.
Por otra parte, me parece que nuestro conductor recalcó esta vez con mucho énfasis, durante el repaso de las reglas del juego, que cualquier palabra, literal o familiar, de las presentes en el título, son omitidas durante la lectura. Esto, en este caso, habría sido su modo de ayudar. Pero a mí no me sirvió. Y no me explico todavía cómo pudo ser que, en los más de 15 minutos que se leyó, la reiterada omisión de ‘imperio’, ‘emperador’ y ‘emperatriz’, que “escuché” claramente en sus “ninguneos”, no me llevaron a pensar en ‘imperial’, que me hubiera llevado de inmediato a “Kalpa imperial”, de Angélica Gorodischer, la novela de la que trataba esa noche.
Pero bueno, no importa, ganó una amiga: Marta Zander, de Bahía Blanca.

Y a propósito de esta nueva victoria de la joven profesora del sur bonaerense, me dije anoche, y esta mañana mientras volvía a casa me lo repetía, que un gaucho no puede dejar que se difame así a una valiente…
Resulta que Hugo, al comienzo del programa de hoy, miércoles, tras lamentar el poco tiempo que quedó para la charla entre autora y ganadora, dijo que no recordaba bien en qué había consistido la ayuda brindada a Marta por parte de su novio; si había existido Google de por medio, o no, dijo.
Esta sospecha, que para cada victoria pueden abonar las dilatadas lecturas recientes, no se comparece con el relato que hiciera Marta, que se me grabó muy especialmente. Ella dijo que al susodicho individuo le pareció reconocer el estilo de la Gorodischer, y que, ante la imprecisión de su memoria, buscó entre sus libros (¿los de ella, los de este señor?) uno llamado “La ciencia ficción en la Argentina”, de donde rescataron el título exacto: “Kalpa imperial”. Por supuesto, Marta no leyó la novela, ni ninguna otra obra de esta autora, confesó (se conoce que el fulano no le inculca sus buenas lecturas), pero esto no invalida su triunfo; en todo caso, no soy yo el más indicado para criticar esto, cuando no leí ninguna de las seis obras con las que gané en lo que va de julio….
A propósito de esto, para finalizar esta reseña parcial de la semana debo destacar que viene muy bien el reparto de las victorias en lo que va del mes. Hasta ahora, sacándome a mí, tenemos (amén de dos Ininterruptus) nueve ganadores distintos, y cinco son mujeres. Proliferación del bello sexo que también puede observarse (a pesar de las fotos que encontré de Camila O´Gorman y de la Gorriti) entre los autores: dos mujeres la semana pasada, dos en lo que va de esta.
Y me acuerdo de un chiste del año pasado, que puedo repetir ya que el público lector quizá se renueva. Y puedo mejorarlo.
Hasta hoy, ganaron cinco mujeres, cuatro varones, y también gané yo.

¡Hay que ser muy macho para hacerse el maricón!, decía yo siempre antes. Hasta que un día, uno, en un trabajo, me dijo: “O hay que ser maricón”.

Anoche, en el banco, otra vez me vinieron ganas de escribir, y borroneé lo precedente. Pero lo importante es lo que sigue.

“F.S. –Tengo entendido que usted considera a Baldomero Fernández Moreno como el poeta arquetípico de Buenos Aires…
“J.L.B. –Sí. Ese es mi parecer. Y la razón es obvia y sin duda a sido formulada muchas veces: es que hay una suerte de ‘armonía preestablecida’ –para recurrir a la frase de Leibniz- entre la sencillez de los versos de Fernández Moreno y la sencillez de la ciudad de Buenos Aires y de la provincia de Buenos Aires. Por ejemplo, cuando Rafael Obligado –y conste que no soy un enemigo de Obligado- escribe

Cuando la tarde se inclina
sollozando al occidente,

advertimos inmediatamente que hay una diferencia entre el estilo del autor, entre esa metáfora de la tarde como una mujer que se inclina y solloza –el verbo, sin duda, es excesivo- y la llanura de Buenos Aires que está describiendo. En cambio, cuando Fernández Moreno escribe

Ocre y abierto en huellas, el camino
separa oscuramente los sembrados.
Lejos, la margarita de un molino,

Podemos pensar que se trata de un pequeño poema meramente visual y que la comparación de la rueda del molino con una margarita no es especialmente digna de aplauso. Pero sentimos también que esos versos se adecuan a la pampa, que esos versos hacen juego con la llanura de la provincia de Buenos Aires. Y creo además que hay otro aspecto de Fernández Moreno que no ha sido debidamente valorado, y es que fue un admirable poeta erótico, y esto suele olvidarse. Creo que a la fama de Fernández Moreno la ha perjudicado el hecho de que no lo veamos del todo como argentino. Pensamos que nació aquí, pero que era un poeta español.”

Fernando Sorrentino, “Siete conversaciones con Jorge Luis Borges”, Casa Pardo, 1973


“(…)
“yo no puedo aguantar que hayas estado vivo
el tiempo es demasiado tolerante
los padres no debieran adentrarse tanto en la edad de sus hijos
deberían morir al principio
o bien no morir nunca
por qué dividir así una vida
ser hijo durante tantos años
y de pronto no
proyectado de pronto hacia fuera
trastabillar enceguecido
irse de espaldas

yo no tengo la obligación de estar muerto
lo sé lo sé pero cómo pude
haber sido tan distinto
tu hijo y no tú mismo
qué lejos nos pusieron
yo debí haber nacido contigo y no de ti
haber llegado juntos a la adolescencia
hubiéramos vivido en aquel Chascomús
jóvenes médicos los dos
recorriendo de noche las huellas apartadas
rompiendo al caminar los opacos terrones
tras el alambrado de un hilo
la masticación musical de un caballo
el club social lejano insistía con sus luces

tú querías un hijo literal una astilla pura
un hijo como un órgano como un miembro
y yo hubiera querido
yo quiero ahora ser ese órgano y ese miembro
ahora que pasa esto
esta burda diferencia
yo vivo y tú no vives
explícame ahora perdóname ahora
estas imágenes que se me forman en los ojos
esta piel que se me besa con el mundo
esta respiración que se me mueve en el pecho
perdóname cada mañana por despertar
por beber
por mi garganta en el momento supremo
en que se cierra sobre cada sorbo
perdóname este discurso
tú querías que te cantara las canas
y ya ves te canto los huesos
de nuevo llego tarde

“La tierra se ha quedado negra y sola” (fragmento), de César Fernández Moreno in memoriam Baldomero

Otro día cuento mis relaciones con Angélica Gorodischer, vía revista “El Péndulo” y con Rosalía de Castro, vía Amancio Prada. Ahora son las diez y pico de la noche y Esteban reclama. Y después viene Párrafus.
Suerte a todos… para agosto.

martes, 22 de julio de 2008

Sandra Vela comenta

Sandra Vela dijo...

Presentación de una antología de Juan Gelman (parrafista Nº 125)

22-07-2008



México: presentación de una antología del poeta argentino
Los otros, compendio de claves secretas sobre la vida de Gelman


Ana Mónica Rodríguez
La Jornada




Una “asamblea” o “convención” de poetas “gelmánicos” convergen en el libro Los otros, del escritor argentino Juan Gelman, en donde resurgen diversas voces literarias que otorgan claves secretas de los territorios y alcances de la vida y obra del Premio Cervantes 2007.
Durante la presentación del volumen, coeditado por Alforja y la Universidad Autónoma de Nuevo Léon, que se realizó ayer en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, Juan Gelman rememoró una faceta excepcional de su pluma, la de sus autores preferidos, así como de sus visicitudes y periplos literarios, estuvo acompañado por los escritores Hugo Gutiérrez Vega, Carlos Montemayor, Miguel Covarrubias y José Ángel Leyva.

En esta recopilación, prologada por Leyva, se retoman textos que el autor argentino ha publicado con diversos seudónimos, así como poemas que ha escrito sobre otros autores, con los cuales se ha identificado o a quienes también ha dado respuesta. En Los otros, Gelman muestra a “los autores a los cuales reconoce como propios, aunque él funge como traductor y portavoz de ellos”.

Al final de la presentación, el poeta argentino galardonado recientemente con el Premio Cervantes, leyó varios textos publicados en Los otros, que provocaron sonoros y entusiastas aplausos entre los asistentes a la sala Manuel M. Ponce.

Sidney West, Yamanokuchi Ando, Julio Grecco, José Galván, John Wendell, Eliezer Ben Jonon, Solomón Ibn Gavirol y Dom Pero son algunos de los autores-personajes que pueblan la poesía gelmánica y que durante varios minutos saturaron la sala con su ritmo poético.

En el volumen, Juan Gelmán realiza una travesía literaria que recorre desde los desiertos árabes, la España Medieval, la vieja Europa hasta un naciente Estados Unidos. “Cada uno de ellos representa una circunstancia, un tiempo y una geografía”, coincidieron en señalar los participantes en la presentación.

Juan Gelman, también se dijo en el acto, es ejemplo de cohesión ética, defensor a ultranza de la memoria y de la justicia, causas ligadas a la pérdida de seres queridos y al exilio, en donde ha escrito gran parte de su obra.

Esta antología, dijo Montemayor, es un diálogo entre varios amigos; es una especie de “convención” o “congreso” permanente que nos enriquece. “Este libro permite entender un derrotero de la búsqueda de familia en Juan. Una familia de poetas españoles que han tenido mala suerte en el español o bien que no han sido atractivamente traducidos”.

En este poblado mundo de palabras y réplicas, prosiguió Montemayor, Los otros ofrece claves poderosas, secretas y profundas sobre el autor que es muchos; además, “reproducen, evocan y recobran tantos ecos y matices que es difícil que quepan en un poema o en varios libros”.

El poeta Hugo Gutiérrez Vega, director de La Jornada Semanal, dio lectura a una emotiva carta dirigida al argentino y que tituló Aleluya por los ojos de Juan Gelman.

“Juan, en realidad estás en todos los momentos de la vida de tus personajes, pero estás de una manera exquisitamente discreta sin meterte a dar órdenes, dejando que ellos vivan sus vidas o sus pedazos de vida evitando la tentación de los autores que se comportan como titiriteros autoritarios.”

Esta carta “me ha permitido entrar en las voces, miradas y objetos de la gente que camina por las páginas de Los otros; siempre supe de la generosidad de Juan, pero no hasta el extremo de que cede parte de sí mismo a la vida y avatares de los demás”.

Esta reunión de voces, subrayó Leyva, permite hablar de los heterónimos de Juan y de uno de sus más admirables hallazgos literarios y una de sus mayores búsquedas. “Gelman halla en Los otros la extranjería, la huella de la ausencia, la revelación del exilio, su desterritorialización y la identidad de ser otro”.

La reunión y selección de los textos de Los otros fue labor de Leyva, quien efectuó un cuidadoso análisis de la extensa obra del autor de Violín y otras cuestiones, y además eligió los poemas que le parecieron adecuados para mostrar al lector el diálogo que se genera entre un poeta y sus referentes.

22 de julio de 2008 15:37

lunes, 21 de julio de 2008

Habrá poesía!

Anoche, poesía. Yo no soy la más indicada para escribir sobre este género, teniendo este programa los cultísimos oyentes que tiene, pero no quiero dejar de escribir esta entrada para llevar tranquilidad a los señores poetas, incluido don Baldomero que anoche desde el cielo de los poetas habrá escuchado mordiéndose las uñas, esperando para ver si sus versos eran reconocidos o no. Señor Baldomero, no tenga duda, incluso en estos tiempos, usted no pasa desapercibido. Su forma sencilla y, a la vez, luminosa de contar la realidad todavía nos toca. Qué clara, qué fácil de identificar nos llega a veces la voz de un poeta, pero ya se sabe que la regla de Parrafus dice doble respuesta correcta: autor y también nombre del libro, o nombre del poema. Ojo, no es una queja; son las reglas. Pero fíjense anoche: en el peor de los casos, el señor conductor del programa iba a tener que leer el poema de los setenta balcones, que tenía preparado y, en este poema, a más tardar, todo el país iba a reconocer a Baldomero. Quién más, quién menos todos alguna vez leimos este poema, o lo escuchamos, o mínimanente, la vimos a Norma Aleandro recitarlo en El hijo de la novia. Ahora, levanten la mano los que saben cómo se llama ese poema: Setenta balcones, Ninguna flor, A sus habitantes, señor... ? Tibio, tibio, frío. No es tan fácil unir al poema con su nombre.

Señores poetas, señoritas poetisas, a no desesperar si tarda en aparecer el llamado con la respuesta correcta. La razón de esta demora no es la falta de lectores. Ocurre que las poesías tienen una vida propia que otros géneros no tienen. Quiero decir, a veces copiamos las poesías en un cuaderno o elegimos arbitrariamente unas estrofas para declararnos o para impresionar a alguien. Nos apoderamos de la poesía, como de ningún otro género. Otras veces, las poesías son separadas de sus hermanas poesías, y pasan a formar parte de antologías, o van a parar a a señaladores, a sobrecitos de azúcar y en este periplo pierden sus datos filiatorios, es decir, se desligan del nombre y apellido del autor, por no hablar del nombre del libro al que alguna vez pertenecieron, que puede quedar en el más áspero de los olvidos.

A veces los poemas se transforman en cuadritos. En el living de mi abuela había un cuadrito con un poema lindísimo llamado Un hombre entre mil. Yo era chica, pero ya me fascinaba la letra escrita, y de tanto mirarlo me aprendí ese poema de memoria. Supongo que todavía lo recuerdo, aunque ahora, ya hace mucho que nadie me toma recitado y la casa de mi abuela ya no existe más. Hace un tiempito, mi vieja me preguntó si no me acordaba del poema de Rudyard Kipling que estaba en lo de la abuela.

-¿Qué poema, ma?
-Ése, de Rudyard Kipling, que estaba en un cuadrito del living de tu abuela, el que decía "Un hombre entre mil, dijo Salomón..."

Entonces.. ¿Un hombre entre mil es de Rudyard Kipling? ¿Desde cuándo? ¿Y recién ahora me entero? Pero si me lo sé de memoria, cómo es posible que nunca se me ocurrió averiguar el autor. Y mirá, si Hugo lo leía y yo, sabiendo el poema pero sin saber el autor. ¿Y si le recito un pedacito, no vale? Ahora estoy entendiendo por qué es tan difícil ganar cuando toca poesía.

Felicitaciones para señor Jorge Aloy, el primer ganador de la semana!

Si quieren seguir leyendo los poemas de Baldomero Fernández Moreno que Hugo empezó anoche, pueden ir aquí: http://amediavoz.com/fernandez.htm

viernes, 18 de julio de 2008

Minimalista


Esta semana, la modorra típica del retorno al trabajo me hace sentir discípulo de Raymond Carver, es decir, minimalista –como lo llaman los que saben.
Ya comenté brevemente las dos primeras lecturas de la semana: la Ininterrupta y la decimonónica. Sobre la tercera, la de Amado Nervo, ahí está la reflexiva reseña de Marta Zander, la joven oyente de Bahía Blanca que poco a poco parece encaminarse por la senda que yo anhelaba de los compañeros Parrafistas, la senda rememorativa de sus cosas vividas o leídas.
Sobre la ganadora nueva del miércoles, Alicia Zarate, solo agregaría que con su llegada, reconociendo "Elevación", de Amado Nervo, eleva a 59 la nómina de ganadores del ciclo nocturno de Párrafus.
Y el jueves, doble Ininterruptus, como dijo Hugo anoche. A la interrupción y pausa impuesta por el noticiero de Nacional (acerca de cuyo tema no puedo menos que repetir lo del lunes: “Ay, Julio, Julio…”), J.B.Priestley la compensó con “El tiempo y los Conway. Además, a la lectura de esta obra del inglés, Mario Tsolakián la interrumpió apenas a los 20 segundos.
Y anoche, recordando un título leído quién sabe en qué solapa de otro libro, la pegué yo, con “Ojos azules”, de la afroamericana Toni Morrison.

Mínimo apéndice: esta mañana, escuchando las indiscriminadas efemérides con que muchos periodistas rellenan sus excesivos espacios radiales, me entero de que cumple 90 años Nelson Mandela. Y lo asocio -libremente- con la lectura de anoche. Como hice el lunes 14, cuando asocié la lectura ininterrupta con el aniversario de la toma de la Bastilla… ¿Serán sutiles pistas del Hugo Néstor, que no debe ignorar que el juego va poniéndose cada vez más y más difícil?

miércoles, 16 de julio de 2008

La magia de anoche

Anoche hubo ganadora nueva. Sin perjuicio de la simpatía que sentimos por los ganadores reincidentes, algo tienen de feliz estas noches en las que aparece un nuevo ganador.

Qué curiosos los mecanismos de la lectura y la memoria! En este programa donde textos más secretos han sido reconocidos rápidamente, un escritor como Amado Nervo nos hace esperar, ¿cuánto? ¿7, 8 minutos? Una eternidad.

¿Qué sería "un escritor como Amado Nervo"? A ver si podemos aclararlo un poco antes de que la Asociación de Lectores de Amado Nervo se me venga encima. Yo, por supuesto, no lo reconocí; mi relación con Nervo es más de ver a mi vieja andar cargando sus libros, o de que ella me lea las partes que le gustan. Ni que decir que las lecturas de mi madre siempre han sido más profundas y espirituales que las mías. Pero, aunque no los leí, sí podría decir que estos libros de algún modo me han acompañado; no siempre leemos los libros que nos acompañan. A veces estos libros sólo nos esperan.

Así que algo así sería lo quiero decir con un escritor como Amado Nervo, que es un escritor que podría considerarse "popular". ¿O será que me confundo y no es tan leído como creo? Yo sigo viendo sus poesías en las librerías, a veces en el coqueto envase de libros para regalo. En la Biblioteca, los libros de Amado Nervo ocupan todo un estante. No se puede decir lo mismo de otros autores, de los que no hay ni un mísero ejemplar.

¿Y la ganadora de anoche? Me parece que ella misma se sorprendió de haber recuperado de los vericuetos de su memoria ese libro con tanta precisión, léase título del libro y nombre y apellido del autor, ya que se trataba de un libro que había leído hace mucho tiempo, como 20 años atrás, dijo. Me pregunto dónde están los lectores más recientes de Amado Nervo. ¿O será, como dice una de las leyes de bibliotecología, que "A cada libro, su lector", y tal vez a este Elevación le tenía que llegar Alicia Zárate, sin importarles a ninguno de los dos ese encuentro que se pruducía delante de todos los demás oyentes que estábamos ahí mirando, escuchando, agazapados, curiosos, atentos ... ?

martes, 15 de julio de 2008

Honrar la deuda

El ingeniero aéreo e' Chacarita cumplió, y con creces.
Trece a la cabeza y a los diez pal' Fernando.

Esa será mi paga,
pal' parrafista
que tira anzuelos
mientras Cristina le da LA pista.

Pero Terreno,
[valgame Dió]
su esbelta pluma,
que lo parió
!

No es cosa simple
esto e' coplear
deje de recitar
tanto más fácil e' parrafear!

Coplas a pedido 13 (Final)

Uno a uno recordando
al final fuimos llegando,
nadie se sienta ofendido
con las coplas a pedido.

Y si a alguno he omitido
sin querer se me ha quedado,
seguro que me he olvidado
de la pastilla, querido.

No hay en mi una gran premura,
tampoco ganas de olvido,
Figueroa, yo he cumplido,
¿dónde mando la factura?

La noche










Martes 15 de julio

"Camila O´Gorman"

Juana Manuela Gorriti

María Suárez

sábado, 12 de julio de 2008

Coplas a pedido 12

“El hombre que fue jueves”
una noche dijo a secas.
Dime quién era, si puedes.
Te digo: Pablo Rafecas.

Dí vueltas Ana Mazía,
en busca de algo especial,
usted honró a la genial
Pizarnik y su poesía.

Cristina siga plantando,
las huertas siga cuidando,
pero lo que “Yo” más temo,
es lo qué dirá “el Supremo”.

Doña Beatriz Olga Díaz,
serán muchos, le decía,
los que sin tanta alharaca,
también andan con “La Fiaca”.

Nina Biondi ten cuidado,
te advierto porque sos nueva,
vos al Padrino has nombrado,
con ese hombre no se juega.

viernes, 11 de julio de 2008

Repaso de Ininterruptus o In Memoriam


Viernes 11 de julio

"Poemas a Lesbia", de Cayo Valerio Catulo.
Ganador: Roberto López Motta.

Ayer se me ocurrió algo y a la noche empecé un texto que se llamaría “Repaso de Ininterruptus”. Hubiera querido hacer un inventario sucinto, pero ya al primero lo compliqué con un preludió innecesario y confuso, y después, enseguida, me acometió mi habitual puntillosidad o divague. Fíjense por dónde iba cuando Cristina me llamò a comer.

“Empezaba el segundo año de Párrafus. Sería el primer año completo, porque el ciclo nocturno había empezado en abril del 2006. Hasta el 28 de diciembre, fecha del último programa, se habían leído y develado 114 obras.
El primer mes de ese segundo año se acercaba a su fin, cuando, la noche del lunes 29 de enero –programa del martes-, llega la primera victoria del entonces inspirador y hoy coequiper de este Blog, Quique Figueroa. Fue con “Los monederos falsos”, novela del francés André Gide. A la noche siguiente, como saludando a este generoso compañero oyente, gané yo, con el “Satiricón”, de Petronio. Y a la otra noche, en el tercer y último programa de la semana, Hugo lee, y lee, y lee, y no para de leer. Lo interrumpe el timbre, como siempre, pero a la una de la mañana, y al timbre lo sigue la cortina de cierre y después la del noticiero.
Era el programa 128. Fue el primer Ininterruptus del ciclo. Qué sorpresa… Qué sinsabor… Qué intriga… Qué mala sangre… El lunes, en el siguiente programa, teatro: “La malasangre”, de Griselda Gambado –ganador, Roberto López Motta.”

Hasta ahí llegué antes de la cena y después no lo retomé. Ahora tengo que empezar con otra cosa. Porque después llegó la hora de Párrafus y ganó López Motta, con los “Poemas a Lesbia”, de Catulo.
Pero el propósito de estas líneas (puntillosas y divagantes, una vez más) no es señalar esa coincidencia, sino comentar algunos puntos de la charla entre Roberto y Hugo: por supuesto, sus referencias a Perenchio (dice el tipo, en tercera persona, como el Diego) y a la extraña desaparición (con perdón de la palabra) del magnánimo Gustavo Glandsman.
Acerca de mí, el compañero oyente coincidió con un mensaje que me había llegado por la tarde desde la filial Bahía Blanca de mi club de admiradores. Por ambas partes, me sentí cálida y noblemente respaldado. El señor López Motta deploró aquellas comunicaciones de otros oyentes mentadas por Hugo la otra noche, que hablaban, parece, de alguna censura o interdicción contra mis reiteradas participaciones en el programa. Dijo que a él, que también está animado por un afán competitivo (“como el que tienen todas las personas”), no le gustaría seguir sumando triunfos hasta alcanzar mi marca, o superarla, si yo no participara más. Quiere ganar, dijo, compitiendo abiertamente con el mejor, con las mismas armas (agrego yo), hidalgamente, lo cual lo enaltece.
Pero este superlativo calificativo (“el mejor”) me merece dos observaciones: uno, que, como tantas veces pasa en el futbol, no siempre el puntero es el mejor. Y dos, que, coincidiendo con Roberto, yo creo que el mejor fue Gustavo Glandsman, y también creo que hoy, ante el retiro del profesor, el mejor es López Motta.
En efecto, creo que el poeta y locutor de Sarandí enriquece como nadie la glosa de las lecturas que se comparte con Hugo tras el timbre interruptor. Es un tipo que no solo recupera nemotécnicamente título y autor leídos, sino que, en el acto, aflora conceptos y evaluaciones muy convincentes referidos a esa lectura, lo que demuestra lo bien absorbido que tiene a sus libros. En esto recuerda a las sesudas reflexiones que Glandsman, todo un profesor de letras, nos regalaba en sus pretéritas intervenciones; pero Roberto lo hace todavía más espontáneo y medular, es decir, personal, humano, amistoso.
Lo mío sí, como dije la última vez, es pura memoria; título y autor, fechas, alguna otra obra, si se hizo la película… datos, en síntesis, o si no divagues, o si no explicar como conozco algo (tanto) que no leí, o si no Cristina, o si no Esteban, como acá…
En cuanto al mentado retiro de Gustavo, ahí está el texto que titulé “Teoría sobre Gustavo Glandsman”, uno de los primeros del Blog, de mayo o junio del año pasado. Anoche, en la charla, se barajaron como causantes de su silencio algunas ideas parecidas a las de aquella teoría. Roberto dijo que quizá una especie de humildad, la noción de que participaba con “robo” en nuestro juego, lo hizo desistir. Yo había postulado que con su último triunfo, en el programa número 100, Gustavo quiso retirarse en la cresta de la ola; aquella noche, el 23 de noviembre de 2006, superaba a María Suárez en el tope de la tabla. Además, aquel último triunfo fue su primer acierto: es decir, confesó que no había leído “Santo oficio de la memoria”, de Mempo Giardinelli, y que se tiró un lance. Dije también, entonces, que la vergüenza de haber recaído en esta práctica lo llevó al ostracismo. Roberto, por su parte, anoche especuló también con alguna fatalidad… Y con pareja audacia lanzó que, si no se hubiese retirado, Glandsman también andaría hoy por las sesenta victorias… Hugo expresó su deseo que no haya pasado nada malo y, al final, quedó en traer el dato de cuántos triunfos había alcanzado el profesor.
Lo ayudo en su escrutinio.
Gustavo Glandsman ganó 16 veces. Como dije, con su último triunfo sacaba ventaja sobre María Suárez. Esta ganaría por última vez en ese 2006 el 30 de noviembre, plantándose también en 16 victorias. Yo, a la sazón con 13, gané el año merced a aquel diciembre inolvidable: 6 triunfos en 11 programas, incluido el inigualado record de cuatro Párrafus consecutivos.
Al respecto (nobleza obliga), cabe decir que Gustavo Glandsman ganó dos veces los tres programas de la semana: en julio, Párrafus 40, 41 y 42 (“Rosaura a las diez”, “La señora Dalloway” y “La vida es sueño”), y al final, en noviembre, Párrafus 98, 99 y 100 (“La piel de zapa”, “Sonatina” y “Santo oficio de la memoria”).
Para terminar, anoto la progresión en la carrera por el triunfo de aquel 2006, que parecería desvirtuar, creo, la supuesta capacidad de “robo” que le atribuye López Motta a don Gustavo. Los números fueron estos:

Al final de abril: María Suárez=1/ Perenchio= 2
Al final de mayo: María Suárez=6 / / Perenchio=2
Al final de junio: María Suárez=7 / Parenchio=4 / Glandsman= 2
Al final de julio: María Suárez=7 / Perenchio=6 / Glandsman=6
Al final de agosto: María Suárez=11 / Glandsman=8 / Perenchio=7
Al final de setiembre: María Suárez=11 / Perenchio=11 / Glandsman=10
Al final de octubre: María Suárez=13 / Glandsman=12 / Perenchio=12
Al final de noviembre: María Suárez=16 / Glandsman=16 / Perenchio=13
Al final de diciembre: Perenchio=19 / María Suárez=16 / Glandsman=16

Ahora, repasando la lista de lecturas en busca de los datos precedentes, veo que en aquel noviembre se incorporó al ciclo el género Poesía. Debería, tal vez, actualizar las elucubraciones de mi “Teoría…”. ¿No podría ser que el profesor Glandsman fuera neófito en las líricas cuestiones y hubiera huido despavorido para no ver peligrar su cetro? Ganó con “Sonatina”, es cierto, pero esa noche hasta yo supe de qué se trataba, porque conozco la cita de Darío que hace Cadícamo en el tango “La novia ausente”. Ese mes, asimismo, fueron cuatro oyentes, además de Glandsman, los que se repartieron las cinco lecturas de poesía: Ana Mazía, Julián Sánchez, López Motta y María Suárez. Esto pudo inquietar al profesor, porque demostraba que a partir de ahí sería mucho mayor y más ardua la competencia… No sé, se me ocurre. Habría que pensarlo, pero en otro momento.
Porque, sí, hay que tener tiempo al… para ponerse a hacer esto. Hasta hoy lo tengo, justamente. Es mi último día de vacaciones. Este año las pedí por adelantado para estar con Esteban (y Cristina) en sus primeras semanas. Desde mañana, sábado, me espera una larga segunda mitad del año, y un verano, y un 2009, quizá, sin más pausa. Pero no me quejo. Como digo siempre: tengo vacaciones todas las semanas, trabajo cuatro días y descanso tres.
Desde la semana que viene, también, de nuevo a escuchar Párrafus en el trabajo, los lunes y martes. Y vamos a ver cómo es el banco en invierno; hasta los primeros días de junio estuvo bastante benigno el ambiente donde tengo mi puesto, a metros de la vereda. Espero, además, no encontrarme con ninguna novedad desagradable, tan frecuente y sorpresiva en mi actividad.
Tal vez me ayudaron las vacaciones en esta reciente seguidilla de triunfos. A pesar del habitual reclamo del Fulanito, que a eso de la medianoche lloriquea pidiendo alimento o higiene, conté con la comprensión de Cristina para dedicarme a la radio durante media hora. Pude concentrarme, entonces, casi como siempre.
Pero son rachas. Un poco de suerte, cada tanto; a veces seguido, a veces intermitente. Ahora pueden venir cinco, diez, veinte lecturas completamente inextricables (como la de ayer), y chau Perenchio. Cumplido se verá el deseo de aquellos oyentes quejosos (que tampoco fueron tantos, aclaró Hugo anoche). Hasta la próxima racha.
Por el momento, para terminar, aclaro a López Motta que mis triunfos al día de la fecha no son 63. Con el último, con “He visto a Dios”, antitéticamente llegué a los 66…
Hasta pronto.

jueves, 10 de julio de 2008

Antología - Club de admiradoras

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Perenchio, no seas tan duro. No te enojes por todo, caramba. Si me permitís molestarte un minuto, quisiera comentarte algunas cositas.

Hace un tiempito, cuando Hugo mencionó tu blog vine a ver qué se trataba. Conocía tu voz, te había escuchado ganar muchas veces, pero quería decirte que tal vez me sorprendí un poco con algunas de las cosas que escribís aquí.

Me gusta el programa, me gusta el juego. Pero luego de leer tu blog creo que me voy a sentir un poco inhibida de participar, ya que siento que te has puesto en un lugar de evaluador bastante estricto de los ganadores. En ningún lado está escrito que se deben leer ni conocer al detalle las obras objeto del concurso, ni mucho menos poder tener una charla inteligente o didáctica con Hugo.

Yo misma soy una lectora bastante dispersa, desordenada, pero curiosa también. No conozco ni la mitad de los títulos que lee Hugo, pero igual lo escucho con frecuencia. Y me sé el número de teléfono del Parrafus y todo. ¿Y si algún día gano yo? ¿Y si Hugo me pregunta cómo conozco el libro y le tengo que decir que me lo regaló un novio que tenía y leí la primera página para darle el gusto? ¿Te vas a sentir indignado? ¿Vas a dejar de participar? ¿Qué me van a embargar? Hay gente que conoce el libro porque lo leyó en la secundaria hace 35 años y de algún modo lo recordó, escuché algún ganador de esta clase. Es un motivo algo extraño. Pero legítimo, creo, y también creo que es legítimo que alguien busque el libro en Internet. ¿Por qué no lo sería? Los libros, el Parrafus Interruptus son para todos. Para los que leen, para los que leen, para los que adivinan, para los que se desvelaron, para todos. El premio es un libro, vamos. Un libro es una buena influencia, siempre. Dale, dejá que todos participemos libremente y nos divirtamos, incluso los ignorantillos, como quien te escribe, incluso los que googlean. Esto no es la escuela, donde todos tenemos que hacer la misma tarea utilizando los mismos métodos y al mismo tiempo. Por lo menos de 12:30 a 1, estamos jugando.

Espero que no te molesten mi comentario. Me gusta el blog pero me sentía algo molesta por estas cosas y quería decírtelo. Supongo que es posible estar amablemente en desacuerdo. Espero que tus cosas estén bien y te sigo leyendo.

Marta

14 de agosto de 2007 21:16


Respuesta para Marta:

Gracias por tu comentario, Marta. No me molesta. Por el contrario (como decía el compañero Ubaldini), me agrada, como todos los demás; como me agradaría poder realmente compartir la “autoría” de este Blog, cosa que vengo tratando de promover desde su creación.
¿Te respondo?
Veamos. En orden inverso: Por supuesto que dejo que todos participen libremente y se diviertan; ¿cómo impedirlo? Esto es Internet, estamos en un Blog libre y abierto. Ya ofrecí (lo reitero ahora) incorporar como “autor invitado” a todo aquel que quiera serlo y, con ese fin, me envíe una dirección de e-mail. Aunque es casi lo mismo participar mediante Comentarios, como vos hiciste, que no necesariamente deben responder o referirse a un texto precedente; podés improvisar una Entrada original (por así decir) desde el campo de los Comentarios, y allí escribir acerca de lo que quieras.
Asimismo (esto ni debería aclararlo), no me sentiría indignado ni censuraría a nadie por ningún tipo de triunfo; ni porque ganara con una obra leída hace 35 años (como ha sucedido), ni porque lo hiciera con algo jamás leído (yo lo hice así la mitad de las veces), ni si ganara porque quiso dejar satisfecho al novio con unas paginitas.
En el caso de Jorge Aloy, acepto que quizá equivoqué la palabra; en lugar de ‘indignación’ debí hablar de ‘decepción’. Es lo que se deduce del conjunto de aquel texto, en definitiva: el tipo (al que no conozco, ni me conoce, ni le debo, ni me debe nada) me había generado una agradable expectativa, primero, y esto se me frustró después. Pero no me indignaría ninguna clase de victoria tuya, por ejemplo (ni la de ningún otro que ganara con ayuda informática), ni se me ocurriría dejar de participar por tu aparición; y acerca del embargo de equipos o cableado, yo sólo cité palabras de Hugo, que se hizo eco de llamados de otros oyentes. Además, aquella entrada, “Desbarranco” (excepto en el punto de la “reconsideración”, que debí eliminar) quiso tener un tono zumbón, que quizá no logré del todo; por otro lado, a lo mejor todo fue escrito para aquella frase final...
Acerca del punto anterior de tu comentario, en principio te doy toda la razón: En ninguna parte está escrito que deban conocerse “al detalle” las obras leídas, ni que deba ser “inteligente y didáctica” la charla con el conductor. Pero, Marta, ¿vos cumplís – siempre- todo lo escrito? Y ¿te basta con cumplir al detalle solamente las consignas escritas, ya sea las del código civil, las de un contrato laboral, los reglamentos de un club, la constitución nacional? ¿Nunca trasgredís las normas instituidas -incluída la instituida libertad- y “cumplís” de otra manera? No me vas a decir que no es más agradable una charla inteligente con Hugo, o su función didáctica, que la ya mencionada cháchara autoreferencial de mis participaciones, por ejemplo, o los sorteos de libros entre quienes adivinan cuantas bolitas hay en la piñata que se hacen en otros programas.
Por último, para responder al primer punto de tus observaciones, tengo que explicitar algo ya expuesto en el Blog y repetido en el comienzo de esta respuesta. Ante la carencia de más efectivas colaboraciones, fueron quedando a mi cargo estas crónicas acerca del programa. Y la razón de ser de estas crónicas la encontré en las amables palabras de un oyente (hoy autor), Fernando Terreno, quien dijo que le gusta visitar el Blog porque es como escuchar otra vez el Párrafus, o que incluso es necesario si alguien, alguna vez, se lo pierde. Y, por cierto, no creo ser un “evaluador estricto de los ganadores”. En mis Entradas (a esta altura, después de algunos vaivenes, simples resúmenes semanales) mezclo lo que Hugo dijo de cada libro o autor -pero no al detalle- con lo que yo recuerdo al respecto, si es que los conocía. (En contadas ocasiones, a causa de cierta alternancia de domicilios que padezco, recurrí a mi material de archivo, que es bastante rudimentario, por otra parte.) Después, es claro, cuando me posesiono, me disparo para cualquier parte..., pero sobre eso no puedo decir mucho más –ya digo bastante.
Y sobre los ganadores, sacando el reciente caso de Jorge Aloy (y sacando al admirable Gustavo Glanzman), creo que siempre fueron solo flores lo que dije de ellos.
Entonces, Marta, no te inhibás más. Hacete amiga. No te apartes, no te resistas, atribuyéndome enojo (¿”por todo”?) o dureza. (“Los hombres duros no bailan”; ¿para cuando Norman Mailer, Huguito?) Si no llegás a ganar, si no te dejamos entrar los insaciables reincidentes, volvé a participar por acá. Hacé -hagamos, por favor- realidad el plural de este Blog.
Gracias.
Chau.

Post Scriptum: Para que con seguridad tengamos al menos una concordancia, en el final-final respondo tu última observación. Pero más bien pregunto: ¿Así es la escuela? La misma tarea, utilizando los mismos métodos, al mismo tiempo... En verdad, no lo recuerdo bien. Escasamente terminé la primaria, hace 30 años, y después no quise saber más nada con los estudios. Así me fue, claro. Entre otras cosas, esta carencia educativa me hizo (o me dejó permanecer) bastante antisocial; quiero decir, brusco y –en principio- terminante. Y al que no le guste... ¡Pero, a la final! ¡Me caigo y me levanto!, como decía mi viejo. Y no me jodan más, caramba, si no, ahora que me hacés acordar, Marta, abandono para siempre Párrafus y me voy a competir a “¿Sabés más que un chico de 5° grado?”

Respuesta atrasada para Amélie:

Sí, Amélie. Temo que solo soy yo. ¿Y usted? Porque Amélie... ¿Me escribirá Audrey Tattou, tal vez? Bueno, gracias por tu curiosidad. Un saludo.

Nueva respuesta para Eleonora:

La autora del primer Comentario del Blog se merecía de mi parte esta especie de homenaje: me dispongo, en estos días, a leer la novela “El lector”, de Bernard Schlinck, por la que me preguntabas aquella vez, Eleonora. Claro que, para ser fiel a la verdad, debo decirte, amiga, y también a usted, Amélie, y también a vos, Marta, que el libro me lo regaló esta tarde Cristina, mi novia, mujer de mi vida, futura esposa, gran amor, último romance adolescente y no sé cuántas cosas más que ella quiere que diga por este medio ya mismo sin más dilación.
-Bueno, ya está. Bajá el arma, querida.
-No, todavía no. Ahora deciles que me compadezcan.
(Telón)

(18 de agosto de 2007)

Coplas a pedido 11

Imagináte Schapiro,
recorriendo el largo trecho,
de ver escrito “Al acecho”
prolijito...en un papiro.

Silvina: tu escritura bella
Ceci Curia fue a buscar,
para poder dar con ella,
hasta La casa de azúcar.

Con campana, con badajo,
Sebastián llamá a tu prima,
Henry James, Aspern, ¡carajo!
a ver si encuentra una rima.

Allá en la Villa de Merlo,
todos debieran saberlo:
Juan Morales, il direttore,
adivinó Jettatore.

Don Barzanaglou juntó
una gran rama que brota,
con las ramitas armó
entera “La mujer rota”.

Poema en línea recta

Jueves 10 de julio

"He visto a Dios", obra teatral de Francisco Defilipis Novoa(1890-1931)
Ganador: Marcelo Perenchio

POEMA EN LINEA RECTA

Nunca conocí a nadie que hubiese llevado un porrazo.
Todos mis conocidos han sido campeones en todo.

Y yo, tantas veces grosero, tantas veces cerdo,
tantas veces vil. Yo tantas veces
incontestablemente parásito.
Indiscutiblemente sucio,
Yo, que tantas veces no he tenido paciencia para darme un baño,
Yo, que tantas veces he sido ridículo, absurdo,
Que he pisoteado públicamente las alfombras de las etiquetas,
Que he sido grotesco, mezquino, sumiso y arrogante,
Que he sufrido insultos y callado,
que cuando no he callado, he sido más ridículo todavía;
Yo, que he resultado cómico a las criadas de hotel,
Yo, que he sentido los guiños de los mozos de carga,
Yo que he hecho vergüenzas financieras,
pedido prestado sin pagar,
Yo, que cuando la hora del golpe sonó, me agaché
Esquivando la posibilidad del golpe;
Yo, que he sentido la angustia de las pequeñas cosas ridículas,
Yo verifico que no tengo igual en todo esto en este mundo.

Toda la gente que conozco y que habla conmigo
Nunca tuvo un acto ridículo, nunca sufrió un insulto,
Nunca fueron sino príncipes –todos ellos príncipes- en la vida…

¡Quién me concediera oír de alguien la voz humana
Confesando no un pecado, sino una infamia;
Contando, no una violencia, sino una cobardía!
No, son todos el Ideal, si los oigo y me hablan.
¿Quién hay en este ancho mundo que me confiese
que una vez fue vil?
Oh príncipes, mis hermanos.

¡Arre, estoy harto de semidioses!
¿Dónde hay gente en este mundo?

¿Entonces soy sólo yo el que es vil y erróneo en esta tierra?

Podrán las mujeres no haberlos amado,
Pueden haberlos traicionados; ¡pero ridículos nunca!
Y yo, que he sido ridículo sin haber traicionado,
¿Cómo puedo yo hablar con mis superiores sin titubear?
Yo, que he sido vil, literalmente vil,
Vil en el sentido mezquino e infame de la vileza.


Alvaro de Campos, heterónimo de Fernando Pessoa, Parrafistas, ambos, junto a Bernardo Soares y otros, 189 / 12 de julio de 2007)

miércoles, 9 de julio de 2008

No lo puedo creer

Miércoles 9 de julio
Ininterruptus (novela)

Qué fea satisfacción.
Anoche, Hugo elogió mi último texto para el Blog. A renglón seguido, comentó que al programa llegan mails de oyentes que se quejan de mis “permanentes” triunfos (que son apenas 65 en 361 Párrafus). Alguno de esos mails proponía que se me otorgue “el punto”, que me anoten una victoria más, pero que alguna vez me abstenga de participar…

No lo puedo creer.
Salió (como dice nuestro conductor) Dan Brown. Salió Paulo Coehlo. Salió Isabel Allende. Salió el del accidente de la vuelta del perro alrededor de la medianoche, o no sé qué… Salió John Updike. ¡Salió Pérez-Reverte!
Y no sale el de anoche.
Es cierto, esa prosa parecía un poco más elaborada que la de los best sellers más pedestres. Esa situación inicial, además (ese magistrado nonagenario en silla de rueda oxigenada en un edificio sitiado por manifestantes hostiles), parecía apuntar en dirección a la ciencia-ficción (¡por fin!). Pero esa palabra omitida tan sencilla de descifrar, que en el acto te remite a una película (y que unida a un título leído este año nos daba el título de anoche)… A una película que fue parte de una seguidilla con obras de ese autor que se filmaron en los 90… Una película que quizá no tuvo tanto suceso como las que se hicieron con Tom Cruise o la que protagonizó Demi Moore… Pero siempre basadas en las exitosísimas novelas de este, creo, ex abogado…
Y no salió.

Una vez, este año, estando en el trabajo, volví del sitio adonde a veces me retiro para escuchar el programa y mi compañero/encargado Rojas, al verme sonriente, me preguntó si había ganado. “No”, le respondí, “no gané yo, pero no ganó nadie”. “Qué mal bicho”, habrá pensado –pensarán algunos. Anoche, otra vez. Pero anoche yo lo sabía.
Qué fea satisfacción.

martes, 8 de julio de 2008

Coplas a pedido 10

Su saber que no se agota
nos deleita con delicia,
toda ocasión es propicia,
pa’ Roberto López Motta

El joven Héctor Rosario
es famoso en la comarca
conoció en un santiamén
El otoño del patriarca.

Esperando a Godot estaba,
muy tranquila la abogada,
Olga Aloia, de memoria,
se llevó toda la gloria.

A Don Agustín Alezzo
daremos premio especial,
no es un viaje teatral,
es a...Cortina d’Ampezzo.

Tomando por un atajo,
andaba Gladis Marín,
despuntando el berretín
se vino Barranca Abajo.

"La fidelidad es una condena al pasado" (Facundo Cabral)


Martes 8 de julio

"Hiperión", poesía de Friedrich Holderlin (1770-1843)
Ganador: Marcelo Perenchio

¿Mérito o demérito?
Yo escucho Párrafus todas las noches. Es decir: antes, tres noches a la semana; ahora, cinco. Así, naturalmente, tengo mayores chances de ganar. Así, gano más que los otros oyentes.
Imagino que otros oyentes se pierden algunos programas. Ayer, Verónica Cornejo tardó en llegar de la sala Lugones; la otra noche, Fernando Terreno se durmió temprano; algunas veces, a María Suárez se le alarga demasiado la tertulia en su salón; López Motta, visitado por la musa, se olvida de sintonizar; Mario Tsolakián se distrae leyendo; A Marta Zander no la despiertan; Quique Figueroa extravía la onda de Nacional; alguno de los Anónimos que colaboran en el Blog se levanta una mina…
Yo recuerdo una sola vez (quitando la reciente noche del nacimiento de Esteban) en que casi no lo puedo escuchar: la noche de Harold Pinter, allá lejos y hace tiempo.
Esa noche, creo que un martes, la empresa me mandó por un reemplazo a Casa Cuna; pude, a la hora del programa, con la radio en un bolsillo, apartarme unos metros de mi puesto y ponerme el auricular, pero justo cuando iba a empezar la lectura se me acerca un policía aburrido a conversar. No quise ser descortés y repartí mi atención entre su charla y el programa. Fue difícil, pero me acuerdo que alcancé a pensar en “Los siameses”, de Griselda Gambaro; claro que era impensable llamar. (“¿De qué habla este?”) Hubiera sido inútil: era “El montaplatos”.
Después de esa vez, incluso estando en Federación o en Mar del Plata, escuché siempre. Por eso me pregunto: esta fidelidad, ¿suma o resta mérito a mi primer puesto?
Quiero decir: pienso que anoche, por ejemplo, seguramente no escuchó el “profe” Alberto Lagunas, de Rosario. Este oyente, especialista en el romanticismo alemán, como contó la última vez, hubiera detectado mucho antes que yo a Holderlin, y hubiera dado el título exacto del poema o el libro, no “por aproximación”.
Yo intuí bastante pronto el nombre del poeta; (y diría una barbaridad: estos románticos teutones escribían todos igual: Novalis, Heine, Goethe, todos con la Naturaleza, la Noche, los Dioses, la Amada –o Amado-; y me jactaría de que hace diez días, comentando su lectura, dije que von Kleist era el alemán que faltaba “-aunque tal vez todavía falta H.-“); pero tardé unos minutos en encontrar el libro que es mi única fuente acerca de Holderlin, del que traté de hablarle a Hugo. Por suerte, el escaso tiempo restante hizo imposible esa mención; tal vez hubiera sido inoportuna, porque es la biografía de un autor sobre otro (ambos argentinos), y creo que los dos (uno más que el otro) pueden aparecer alguna vez en Párrafus. En esa biografía aparecen como epígrafe unos versos de Holderlin, con el nombre del libro al que pertenecen. Ese nombre era el que no podía recordar. Y cuando llegué a él, como no coincidía en la acentuación con la palabra que omitía Hugo, dejé pasar un rato más. Al final, a los 10 minutos de lectura, para colaborar, como le dije a Leonardo, llamé y dije “Hiperión”. Leonardo me dijo que sí y me pasó al aire. En el aire, Hugo me dijo que sí, “Hiperión”, de Holderlin, “por aproximación”. Parece que tenía preparado ese libro para leer también de ahí, pero todavía no había llegado. Leonardo, que lo tenía en su lista, me lo dio por correcto. Hugo, además, como no había tiempo para charlar, me dijo que cuente esto acá.

De Holderlin lo único que sé es que murió loco, como tantos de nosotros… Y me acuerdo de un comentario de Jonathan Swift (que también), a un amigo, frente a un árbol deshojado: “Yo soy como ese árbol: empezaré a morir por la cabeza”. (Y me acuerdo de una especie de haiku de Octavio Paz, que siempre cita Tom Lupo: “Anoche, un álamo, a punto de hablarme, callose”.) Y me acuerdo de “Rayuela”, cuando la Maga preguntaba por qué los árboles se desnudan en invierno…
Y Chau, como decía Luca.

lunes, 7 de julio de 2008

Solicitud y respuesta para Zulma Baquero

Anónimo ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Coplas a pedido 5":

Soy Zulma Baquero, ¿podrías dedicarme una?
MUCHAS GRACIAS


Hola Zulma:
En la entrada "Coplas a Pedido 3" ya te dediqué una.
Para verla, andá al fondo de esta página y hacé clic en "Entradas antiguas" y ahí están las N° 3.
Más aún, te digo que Hugo La leyó al aire, creo que esa misma noche.
La coplita la hice de memoria, y al repasarla ví que tiene un error (pequeño), que vos encontrarás enseguida y sabrás perdonarme.
Un abrazo
Fernando Terreno

La recordé días enteros,
no me acuerdo bien que mes,
Ganó la Zulma Baquero,
Con "Los de la mesa diez".

Bella colaboración de Sandra Vela (Muchas gracias)

Sandra Vela ha dejado un nuevo comentario en su entrada "(como antes Browning)":

Discurso de agradecimiento de Eduardo Galeano (Parrafista 195) al título de Primer Ciudadano Ilustre del Mercosur:

Collar de historias


Eduardo Galeano
IPS




Nuestra región es el reino de las paradojas.

Brasil, pongamos por caso:

paradójicamente, el Aleijadinho, el hombre más feo del Brasil, creó las más altas hermosuras del arte de la época colonial;

paradójicamente, Garrincha, arruinado desde la infancia por la miseria y la poliomelitis, nacido para la desdicha, fue el jugador que más alegría ofreció en toda la historia del fútbol;

y paradójicamente, ya ha cumplido cien años de edad Oscar Niemeyer, que es el más nuevo de los arquitectos y el más joven de los brasileños. ***

O pongamos por caso, Bolivia: en 1978, cinco mujeres voltearon una dictadura militar. Paradójicamente, toda Bolivia se burló de ellas cuando iniciaron su huelga de hambre. Paradójicamente, toda Bolivia terminó ayunando con ellas, hasta que la dictadura cayó.

Yo había conocido a una de esas cinco porfiadas, Domitila Barrios, en el pueblo minero de Llallagua. En una asamblea de obreros de las minas, todos hombres, ella se había alzado y había hecho callar a todos.

-Quiero decirles estito –había dicho-. Nuestro enemigo principal no es el imperialismo, ni la burguesía, ni la burocracia. Nuestro enemigo principal es el miedo, y lo llevamos adentro.

Y años después, reencontré a Domitila en Estocolmo. La habían echado de Bolivia, y ella había marchado al exilio, con sus siete hijos. Domitila estaba muy agradecida de la solidaridad de los suecos, y les admiraba la libertad, pero ellos le daban pena, tan solitos que estaban, bebiendo solos, comiendo solos, hablando solos. Y les daba consejos:

-No sean bobos –les decía-. Júntense. Nosotros, allá en Bolivia, nos juntamos. Aunque sea para pelearnos, nos juntamos. *** Y cuánta razón tenía.

Porque, digo yo: ¿existen los dientes, si no se juntan en la boca? ¿Existen los dedos, si no se juntan en la mano?

Juntarnos: y no sólo para defender el precio de nuestros productos, sino también, y sobre todo, para defender el valor de nuestros derechos. Bien juntos están, aunque de vez en cuando simulen riñas y disputas, los pocos países ricos que ejercen la arrogancia sobre todos los demás. Su riqueza come pobreza, y su arrogancia come miedo. Hace bien poquito, pongamos por caso, Europa aprobó la ley que convierte a los inmigrantes en criminales. Paradoja de paradojas: Europa, que durante siglos ha invadido el mundo, cierra la puerta en las narices de los invadidos, cuando le retribuyen la visita. Y esa ley se ha promulgado con una asombrosa impunidad, que resultaría inexplicable si no estuviéramos acostumbrados a ser comidos y a vivir con miedo.

Miedo de vivir, miedo de decir, miedo de ser. Esta región nuestra forma parte de una América Latina organizada para el divorcio de sus partes, para el odio mutuo y la mutua ignorancia. Pero sólo siendo juntos seremos capaces de descubrir lo que podemos ser, contra una tradición que nos ha amaestrado para el miedo y la resignación y la soledad y que cada día nos enseña a desquerernos, a escupir al espejo, a copiar en lugar de crear. *** Todo a lo largo de la primera mitad del siglo diecinueve, un venezolano llamado Simón Rodríguez anduvo por los caminos de nuestra América, a lomo de mula, desafiando a los nuevos dueños del poder:

-Ustedes –clamaba don Simón-, ustedes que tanto imitan a los europeos, ¿por qué no les imitan lo más importante, que es la originalidad?

Paradójicamente, era escuchado por nadie este hombre que tanto merecía ser escuchado. Paradójicamente, lo llamaban loco,

porque cometía la cordura de creer que debemos pensar con nuestra propia cabeza,

porque cometía la cordura de proponer una educación para todos y una América de todos, y decía que al que no sabe, cualquiera lo engaña y al que no tiene, cualquiera lo compra,

y porque cometía la cordura de dudar de la independencia de nuestros países recién nacidos:

-No somos dueños de nosotros mismos –decía -. Somos independientes, pero no somos libres. *** Quince años después de la muerte del loco Rodríguez, Paraguay fue exterminado. El único país hispanoamericano de veras libre fue paradójicamente asesinado en nombre de la libertad. Paraguay no estaba preso en la jaula de la deuda externa, porque no debía un centavo a nadie, y no practicaba la mentirosa libertad de comercio, que nos imponía y nos impone una economía de importación y una cultura de impostación.

Paradójicamente, al cabo de cinco años de guerra feroz, entre tanta muerte sobrevivió el origen. Según la más antigua de sus tradiciones, los paraguayos habían nacido de la lengua que los nombró, y entre las ruinas humeantes sobrevivió esa lengua sagrada, la lengua primera, la lengua guaraní. Y en guaraní hablan todavía los paraguayos a la hora de la verdad, que es la hora del amor y del humor.

En guaraní, ñe'é significa palabra y también significa alma. Quien miente la palabra, traiciona el alma.

Si te doy mi palabra, me doy. *** Un siglo después de la guerra del Paraguay, un presidente de Chile dio su palabra, y se dio.

Los aviones escupían bombas sobre el palacio de gobierno, también ametrallado por las tropas de tierra. Él había dicho:

-Yo de aquí no salgo vivo.

En la historia latinoamericana, es una frase frecuente. La han pronunciado unos cuantos presidentes que después han salido vivos, para seguir pronunciándola. Pero esa bala no mintió. La bala de Salvador Allende no mintió.

Paradójicamente, una de las principales avenidas de Santiago de Chile se llama, todavía, Once de Setiembre. Y no se llama así por las víctimas de las Torres Gemelas de Nueva York. No. Se llama así en homenaje a los verdugos de la democracia en Chile. Con todo respeto por ese país que amo, me atrevo a preguntar, por puro sentido común: ¿No sería hora de cambiarle el nombre? ¿No sería hora de llamarla Avenida Salvador Allende, en homenaje a la dignidad de la democracia y a la dignidad de la palabra? *** Y saltando la cordillera, me pregunto: ¿por qué será que el Che Guevara, el argentino más famoso de todos los tiempos, el más universal de los latinoamericanos, tiene la costumbre de seguir naciendo? Paradójicamente, cuanto más lo manipulan, cuanto más lo traicionan, más nace. Él es el más nacedor de todos.

Y me pregunto: ¿No será porque él decía lo que pensaba, y hacía lo que decía? ¿No será que por eso sigue siendo tan extraordinario, en este mundo donde las palabras y los hechos muy rara vez se encuentran, y cuando se encuentran no se saludan, porque no se reconocen? *** Los mapas del alma no tienen fronteras, y yo soy patriota de varias patrias. Pero quiero culminar este viajecito por las tierras de la región, evocando a un hombre nacido, como yo, por aquí cerquita.

Paradójicamente, él murió hace un siglo y medio pero sigue siendo mi compatriota más peligroso. Tan peligroso es que la dictadura militar del Uruguay no pudo encontrar ni una sola frase suya que no fuera subversiva, y tuvo que decorar con fechas y nombres de batallas el mausoleo que erigió para ofender su memoria.

A él, que se negó a aceptar que nuestra patria grande se rompiera en pedazos;

a él, que se negó a aceptar que la independencia de América fuera una emboscada contra sus hijos más pobres,

a él, que fue el verdadero primer ciudadano ilustre de la región, dedico esta distinción, que recibo en su nombre.

Y termino con palabras que le escribí hace algún tiempo: 1820, Paso del Boquerón. Sin volver la cabeza, usted se hunde en el exilio. Lo veo, lo estoy viendo: se desliza el Paraná con perezas de lagarto y allá se aleja flameando su poncho rotoso, al trote del caballo, y se pierde en la fronda.

Usted no dice adiós a su tierra. Ella no se lo creería. O quizás usted no sabe, todavía, que se va para siempre.

Se agrisa el paisaje. Usted se va, vencido, y su tierra se queda sin aliento.

¿Le devolverán la respiración los hijos que le nazcan, los amantes que le lleguen? Quienes de esa tierra broten, quienes en ella entren, ¿se harán dignos de tristeza tan honda?

Su tierra. Nuestra tierra del sur. Usted le será muy necesario, don José. Cada vez que los codiciosos la lastimen y la humillen, cada vez que los tontos la crean muda o estéril, usted le hará falta. Porque usted, don José Artigas, general de los sencillos, es la mejor palabra que ella ha dicho.

Coplas a pedido 9

Tanto acertó María Suárez,
con su sapiencia completa,
que no alcanzan cien cuartetas,
para tamaños palmares.

Don Marcelo Bonalume,
de Marcos Juárez llamó
y como un rayo espetó:
Venecia,...de Jorge Acame.

No me asusta el niño malo
Con Mark Twain dando sus palos,
dell’Italia nei confini
llamaba Quique Tozzini

Agarraron un MATEO
De Vicenzi y Discepólo
y se fueron de paseo,
seguro llegan al Polo.

Gustavo Glandsman, un día
dejaste esta sintonía,
se te extraña en el programa,
¡largá ya mismo la cama!

"(como antes Browning)"



Lunes 7 de julio

"El flautista de Hamelin", poema de Robert Browning.
Ganadora: María Inés Azarri, otra profesional de la cosa, que ahora se está haciendo famosa.



El programa sobre libros de Juan Sasturáin ganó el Martín Fierro. Es auspicioso, creo. Digamos que aprovecho para saludarlo hoy desde acá, aunque yo no lo veo todos los domingos. Lo veo si me acuerdo, o si Cristina lo pone. No sé por qué, pero, como se dice ahora, “me hace ruidito” ese programa. Pero no me hagan caso; ya en la adolescencia, en una revista subte que hacíamos con un par de amigos (“Dipsus”), yo me había reservado una sección de “crítica cinematográfica” que llamé “No me gusta nada”.
Hoy lo puse. Hoy, “Ver para leer” empezó a las 00.23. (Tal vez esto me resuena mal: la falta de respeto por la audiencia con los horarios, aunque esto no debe achacarse sólo a este programa, o a este canal.) Entonces vi unos minutos y después lo dejé grabándose en mi vieja y fiel video, porque empezaba Párrafus. El tema de esta noche era los gatos en la literatura. Antes de poner la radio, vi que Sasturáin comenzaba su reseña hablando de “El gato con botas”, de Charles Perrault. Alcancé a pensar que hace rato que Hugo no nos lee un cuento infantil, después de Perrault, los hermanos Grimm, Wilde, tal vez Kipling… Al rato, empezaba la lectura de “El flautista de Hamelin”.
Tal vez el poema de Robert Browning (la versión original) no sea del todo infantil, de eso no estoy seguro, pero me resulta innegable la rima de este título y su asunto con el de Perrault.
Pero esto no es nada.
Aunque no tenía idea del autor, llamé, jugándome a que fuera de Anónimo. Pero no, me dijo Leonardo, tiene autor con nombre y apellido. ¿Algún alemán?, me pregunté. ¿Algún suizo? ¿Algún escandinavo, finlandés, lapón? Ni idea.
Después, cuando la ganadora, María Inés Azarri, dijo Robert Browning, me quise matar. Unas horas antes, para el Blog, en mi última Entrada yo había tipeado ese apellido. Para no matarme lo escribo.

domingo, 6 de julio de 2008

Mallarmé y...Pérez-Reverte

Jueves 3 de julio

“La siesta de un fauno”, poesía de Stéphane Mallarmé (1842-1898)
Ganador: Marcelo Perenchio, el lector de silencios –también.


“Mallarmé, esto es muy claro, quiso seguir el simbolismo de Baudelaire. Cuando habló de buscar la originalidad, su obra mayor ya estaba compuesta y ‘El hijo pródigo’ es revelador: alguien ha dicho que es el mejor poema ‘a la manera de baudelaire’ que jamás se haya escrito. Pero luego su simbolismo fue dejando el campo de las sensaciones, que siempre fue el de su mentor, para preferir el del intelecto; y así puede decirse que en definitiva fue un poeta más ‘difícil’. Aquí convendrá referirse con brevedad al simbolismo en general. ‘Símbolo’, dice Burke, ‘es el paralelo verbal de una pauta de experiencia’. No obstante, piénsese en lo complejo de la experiencia y se concluirá que cuanto más personal es el símbolo, más oscuro será el significado de su paralelo verbal.
(…)
“En ese caso, descifrar el símbolo es aclarar el sentido; pero cuando la simbología expresa ideas no compartidas (y aún a veces ni siquiera expresadas) la tarea de interpretarla es ciertamente más ardua. Tanto que a menudo nadie podrá sostener que ha dado con las pautas exactas: estas quedarán para siempre sometidas a la especulación. Mallarmé, al apartar al simbolismo de lo que es experiencia sensorial para aplicarlo a un platónico sistema de esencias no objetivas, borró en buena medida, y para siempre, las huellas que llevan a él. Las sensaciones no forman al fin y al cabo un repertorio demasiado vasto. En cambio, la ideación no sólo es inagotable, sino imprevisible. Por eso Mallarmé confesó cierta vez (como antes Browning) que a veces no comprendía por la mañana lo que escribiera la víspera y que su poema sólo aceptaba correcciones formales.”

Pablo Mañé Garzón, introducción a su traducción de “Poesía completa”, de Stéphane Mallarmé, Ediciones 29, Barcelona, 1979.




Viernes 4 de julio

“El capitán Alatriste”, novela de Arturo Pérez-Reverte.
Ganador: Marcelo Perenchio, quien esta vez ofrece un trueque entre este bestsellerista español y…


“Hacia los diez años, más o menos, escribía poemas infantiles que, como todos los poemas infantiles, no eran exactamente obras de arte, y en la primera adolescencia –con un bagaje cultural que solo comprendía a los modernistas y algunos poemas de Verlaine, trabajosamente descifrados del original con mi francés de escuela secundaria- escribí poemas adolescentes que tampoco eran en rigor obras de arte sino desahogo emocional en verso. Con una carpeta de esos versos visité en Rosario a los editores de la revista de poesía ‘Cosmorama’. Ellos vieron de qué se trataba, la depositaron discretamente sobre un piano y se pusieron a educarme. Comenzaron haciéndome leer a Ricardo Molinari, Rilke y Ungaretti. Recuerdo que por esa época leí también una versión del Tao Te King, cuyo lenguaje me impactó por lo escueto y profundo. Recuerdo que un día de invierno estaba yo en el patio del colegio Cristo Rey –tenía dieciséis años- mirando las ramas desnudas de los plátanos, cuando escuché una voz que me decía: “Las ramas tienen su actitud cada una”. Transportado, me fui a mi casa, me recosté, me tapé con una manta liviana y en un estado intermedio entre el entresueño y la supraconciencia compuse mentalmente el poema ‘Misión’. Luego me levanté y lo escribí. Acababa de descubrir por experiencia propia lo que es un verdadero poema, un poema como obra de arte del lenguaje. Recuerdo que la tarde de ese mismo día se lo llevé a la codirectora de la revista, Nelida Esther Oliva, quien me dijo: “¡Por fin, Hugo! ¡Esto es poesía!”. Y lo publicaron en ‘Cosmorama’
(…)
“Volviendo a ‘El árbol de la culpa’, debo decir que con el advenimiento del amor definitivo y el abandono también definitivo de las religiones judeocristianas a favor del taoísmo, el budismo y el hinduismo, desaparecieron mis problemas existenciales de juventud y me instalé en una serenidad madura. La palabra clave de ese período es ‘atención’., un término muy usado por el budismo y una disciplina muy usada por los budistas, tanto en la práctica religiosa como en el cultivo de las artes como en la vida cotidiana. En esta clave escribí los ‘Poemas 1960-1980’, que reeditaré próximamente con el título de ‘La atención’”.

“La belleza como ejercicio”, de Hugo Padeletti (Parrafista 353, 26 de junio de 2008) en Cultura y Nación de Clarín, jueves 23 de enero de 1992.

Libros para mujeres

Me quedé pensando en esto cuando Hugo leyó Mal de Amores, de Ángeles Mastretta. Dijo el conductor esa noche que estaba seguro de que la ganadora sería mujer. Y cómo no estar de acuerdo, si quién de nosotras puede declararse virgen de toda novela de la Mastretta, o de Laura Esquivel, o al menos de Isabel Allende. Personalmente nunca me sentí demasiado identificada con eso que se suele llamar libros para mujeres, pero cómo me gustaría que me gustaran. O mejor dicho, sí me gustan algunas cosas que andan por ese lado, de lo que no estoy tan segura es de que cataloguen como letras para mujeres. Sólo por elegir alguna, digamos que Un cuarto propio, de Virginia Woolf, o los cuentos de Rosa mística, de Marosa di Giorgio siempre me han parecido perfectamente femeninos, y ya que estamos, lo mismo podría decir de algunas películas como Con sólo mirarte o Las horas. Pero, volviendo al asunto de los libros de la Mastretta, convengamos en que su aparición en la literatura, o la de otras como Isabel Allende, o la española RM representaban un avance con respecto a lo que recuerdo como los libros para mujeres en mi infancia. Cuando yo era chica, mis tías leían Danielle Steel.

Pero ahora me desayuno en una cierta revista cultural de que este rubro literario femenino está siendo renovado y entre sus exponentes se cuentan, caramba, las chicas de Sex and the City. ¿Encontraré acá algo como para mí? ¿A ver de qué se trata? Mujeres de 20 a 40, vamos bien, solteras, bueno, yo, lo que es firmar, todavía no firmé nada, con buen trabajo, mseh, ponele, excelente poder adquisitivo, mmmm, tiempo libre, ¿leer en la cola del súper, cuenta como tiempo libre?, con muchas ganas de comprar, ...no, no creo, de comprar ¿qué?, las grandes ciudades son su lugar de residencia, bueno, acá hay un shopping, tienen pasión por lo nuevo, ah, pero ya esto es demasiado, definitivamente no, apaga y vamos. Resulta también que en la Argentina estos libros no tienen demasiadas adeptas, salvo que vengan precedidos de algún evento, digamos el estreno de una película. Se pregunta una de las editoras de estos libros para Argentina: ¿será que las mujeres a las que estos libros están destinados ...... .. no leen??!! Se refiere a que no leen libros, claro. Porque sí leen blogs, o revistas, pero libros, parece que no. Sólo a este mundo loco, globalizado, postfeminista en el que vivimos se le pudo ocurrir un género de literatura para mujeres que no leen libros.

Señoritas, a mí, déjenme con José Martí, que ya al final del siglo XIX parece que algo sabía de lo que se trataba escribir para niñas. Le robo a Martí de su prólogo a la revista La Edad de Oro, pá que vean lo que es una revista infantil. Dice Martí: "Las niñas deben saber lo mismo que los niños, para poder hablar con ellos como amigos cuando vayan creciendo; que es una pena que el hombre tenga que salir de su casa a buscar con quien hablar, porque las mujeres de la casa no sepan contarle más que de diversiones y de modas. Pero hay cosas muy delicadas y tiernas que las niñas entienden mejor, y para ellas las escribiremos de modos que les gusten, porque La Edad de Oro tiene su mago en la casa, que le cuenta que en las almas de las niñas sucede algo parecido a lo que ven los colibríes, cuando andan corriendo por entre las flores. A las niñas les diremos cosas así como para que las leyesen los colibríes si supiesen leer."

Colibríes, ¿estamos? Colibríes que supiesen leer.

Buenas noches y buena suerte para todos!