jueves, 10 de julio de 2008

Antología - Club de admiradoras

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Perenchio, no seas tan duro. No te enojes por todo, caramba. Si me permitís molestarte un minuto, quisiera comentarte algunas cositas.

Hace un tiempito, cuando Hugo mencionó tu blog vine a ver qué se trataba. Conocía tu voz, te había escuchado ganar muchas veces, pero quería decirte que tal vez me sorprendí un poco con algunas de las cosas que escribís aquí.

Me gusta el programa, me gusta el juego. Pero luego de leer tu blog creo que me voy a sentir un poco inhibida de participar, ya que siento que te has puesto en un lugar de evaluador bastante estricto de los ganadores. En ningún lado está escrito que se deben leer ni conocer al detalle las obras objeto del concurso, ni mucho menos poder tener una charla inteligente o didáctica con Hugo.

Yo misma soy una lectora bastante dispersa, desordenada, pero curiosa también. No conozco ni la mitad de los títulos que lee Hugo, pero igual lo escucho con frecuencia. Y me sé el número de teléfono del Parrafus y todo. ¿Y si algún día gano yo? ¿Y si Hugo me pregunta cómo conozco el libro y le tengo que decir que me lo regaló un novio que tenía y leí la primera página para darle el gusto? ¿Te vas a sentir indignado? ¿Vas a dejar de participar? ¿Qué me van a embargar? Hay gente que conoce el libro porque lo leyó en la secundaria hace 35 años y de algún modo lo recordó, escuché algún ganador de esta clase. Es un motivo algo extraño. Pero legítimo, creo, y también creo que es legítimo que alguien busque el libro en Internet. ¿Por qué no lo sería? Los libros, el Parrafus Interruptus son para todos. Para los que leen, para los que leen, para los que adivinan, para los que se desvelaron, para todos. El premio es un libro, vamos. Un libro es una buena influencia, siempre. Dale, dejá que todos participemos libremente y nos divirtamos, incluso los ignorantillos, como quien te escribe, incluso los que googlean. Esto no es la escuela, donde todos tenemos que hacer la misma tarea utilizando los mismos métodos y al mismo tiempo. Por lo menos de 12:30 a 1, estamos jugando.

Espero que no te molesten mi comentario. Me gusta el blog pero me sentía algo molesta por estas cosas y quería decírtelo. Supongo que es posible estar amablemente en desacuerdo. Espero que tus cosas estén bien y te sigo leyendo.

Marta

14 de agosto de 2007 21:16


Respuesta para Marta:

Gracias por tu comentario, Marta. No me molesta. Por el contrario (como decía el compañero Ubaldini), me agrada, como todos los demás; como me agradaría poder realmente compartir la “autoría” de este Blog, cosa que vengo tratando de promover desde su creación.
¿Te respondo?
Veamos. En orden inverso: Por supuesto que dejo que todos participen libremente y se diviertan; ¿cómo impedirlo? Esto es Internet, estamos en un Blog libre y abierto. Ya ofrecí (lo reitero ahora) incorporar como “autor invitado” a todo aquel que quiera serlo y, con ese fin, me envíe una dirección de e-mail. Aunque es casi lo mismo participar mediante Comentarios, como vos hiciste, que no necesariamente deben responder o referirse a un texto precedente; podés improvisar una Entrada original (por así decir) desde el campo de los Comentarios, y allí escribir acerca de lo que quieras.
Asimismo (esto ni debería aclararlo), no me sentiría indignado ni censuraría a nadie por ningún tipo de triunfo; ni porque ganara con una obra leída hace 35 años (como ha sucedido), ni porque lo hiciera con algo jamás leído (yo lo hice así la mitad de las veces), ni si ganara porque quiso dejar satisfecho al novio con unas paginitas.
En el caso de Jorge Aloy, acepto que quizá equivoqué la palabra; en lugar de ‘indignación’ debí hablar de ‘decepción’. Es lo que se deduce del conjunto de aquel texto, en definitiva: el tipo (al que no conozco, ni me conoce, ni le debo, ni me debe nada) me había generado una agradable expectativa, primero, y esto se me frustró después. Pero no me indignaría ninguna clase de victoria tuya, por ejemplo (ni la de ningún otro que ganara con ayuda informática), ni se me ocurriría dejar de participar por tu aparición; y acerca del embargo de equipos o cableado, yo sólo cité palabras de Hugo, que se hizo eco de llamados de otros oyentes. Además, aquella entrada, “Desbarranco” (excepto en el punto de la “reconsideración”, que debí eliminar) quiso tener un tono zumbón, que quizá no logré del todo; por otro lado, a lo mejor todo fue escrito para aquella frase final...
Acerca del punto anterior de tu comentario, en principio te doy toda la razón: En ninguna parte está escrito que deban conocerse “al detalle” las obras leídas, ni que deba ser “inteligente y didáctica” la charla con el conductor. Pero, Marta, ¿vos cumplís – siempre- todo lo escrito? Y ¿te basta con cumplir al detalle solamente las consignas escritas, ya sea las del código civil, las de un contrato laboral, los reglamentos de un club, la constitución nacional? ¿Nunca trasgredís las normas instituidas -incluída la instituida libertad- y “cumplís” de otra manera? No me vas a decir que no es más agradable una charla inteligente con Hugo, o su función didáctica, que la ya mencionada cháchara autoreferencial de mis participaciones, por ejemplo, o los sorteos de libros entre quienes adivinan cuantas bolitas hay en la piñata que se hacen en otros programas.
Por último, para responder al primer punto de tus observaciones, tengo que explicitar algo ya expuesto en el Blog y repetido en el comienzo de esta respuesta. Ante la carencia de más efectivas colaboraciones, fueron quedando a mi cargo estas crónicas acerca del programa. Y la razón de ser de estas crónicas la encontré en las amables palabras de un oyente (hoy autor), Fernando Terreno, quien dijo que le gusta visitar el Blog porque es como escuchar otra vez el Párrafus, o que incluso es necesario si alguien, alguna vez, se lo pierde. Y, por cierto, no creo ser un “evaluador estricto de los ganadores”. En mis Entradas (a esta altura, después de algunos vaivenes, simples resúmenes semanales) mezclo lo que Hugo dijo de cada libro o autor -pero no al detalle- con lo que yo recuerdo al respecto, si es que los conocía. (En contadas ocasiones, a causa de cierta alternancia de domicilios que padezco, recurrí a mi material de archivo, que es bastante rudimentario, por otra parte.) Después, es claro, cuando me posesiono, me disparo para cualquier parte..., pero sobre eso no puedo decir mucho más –ya digo bastante.
Y sobre los ganadores, sacando el reciente caso de Jorge Aloy (y sacando al admirable Gustavo Glanzman), creo que siempre fueron solo flores lo que dije de ellos.
Entonces, Marta, no te inhibás más. Hacete amiga. No te apartes, no te resistas, atribuyéndome enojo (¿”por todo”?) o dureza. (“Los hombres duros no bailan”; ¿para cuando Norman Mailer, Huguito?) Si no llegás a ganar, si no te dejamos entrar los insaciables reincidentes, volvé a participar por acá. Hacé -hagamos, por favor- realidad el plural de este Blog.
Gracias.
Chau.

Post Scriptum: Para que con seguridad tengamos al menos una concordancia, en el final-final respondo tu última observación. Pero más bien pregunto: ¿Así es la escuela? La misma tarea, utilizando los mismos métodos, al mismo tiempo... En verdad, no lo recuerdo bien. Escasamente terminé la primaria, hace 30 años, y después no quise saber más nada con los estudios. Así me fue, claro. Entre otras cosas, esta carencia educativa me hizo (o me dejó permanecer) bastante antisocial; quiero decir, brusco y –en principio- terminante. Y al que no le guste... ¡Pero, a la final! ¡Me caigo y me levanto!, como decía mi viejo. Y no me jodan más, caramba, si no, ahora que me hacés acordar, Marta, abandono para siempre Párrafus y me voy a competir a “¿Sabés más que un chico de 5° grado?”

Respuesta atrasada para Amélie:

Sí, Amélie. Temo que solo soy yo. ¿Y usted? Porque Amélie... ¿Me escribirá Audrey Tattou, tal vez? Bueno, gracias por tu curiosidad. Un saludo.

Nueva respuesta para Eleonora:

La autora del primer Comentario del Blog se merecía de mi parte esta especie de homenaje: me dispongo, en estos días, a leer la novela “El lector”, de Bernard Schlinck, por la que me preguntabas aquella vez, Eleonora. Claro que, para ser fiel a la verdad, debo decirte, amiga, y también a usted, Amélie, y también a vos, Marta, que el libro me lo regaló esta tarde Cristina, mi novia, mujer de mi vida, futura esposa, gran amor, último romance adolescente y no sé cuántas cosas más que ella quiere que diga por este medio ya mismo sin más dilación.
-Bueno, ya está. Bajá el arma, querida.
-No, todavía no. Ahora deciles que me compadezcan.
(Telón)

(18 de agosto de 2007)

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