jueves, 29 de abril de 2010

Ahora en letras de molde

He sabido que, como quizá no podrá celebrarse el bicentenario patrio en Párrafus con la lectura de Isaac Asimov, los planes de don Hugo Paredero, nuestro conductor, para este 2010 son estrictamente literarios –todavía más que con su programa.
Como conté la semana pasada, le escribí a Hugo preguntando por su libro sobre Jorge Guinzburg. Nos había hablado de ese proyecto en algún momento del año pasado, invitando incluso a que los oyentes le enviaran sus impresiones sobre el talentoso petiso velezano. Bien, ese libro ya está terminado, pero, contrariamente a lo que yo había supuesto, no se lanza en la actual Feria del Libro. Los estrategas de la editorial (Capital Intelectual, creo que era) decidieron dejar pasar esta vorágine megacultural y sacar el libro en la primera quincena de julio. Así que, compañeros oyentes, tomemos papel y lápiz y hagamos números para que el medio aguinaldo nos permita incluir en nuestros gastos extras esa bienvenida lectura, rememorativa de las que nuestro conductor nos hiciera a lo largo de tantas noches.
Y algo que Hugo me agregó a esa información es que ya está trabajando en otra biografía, también de un hombre relacionado con lo mejor del humor nacional. Con vistas a este trabajo, se encuentra con el biografiado todos los viernes, conociendo de primera mano la historia de vida y las innumerables anécdotas que puede contar este personaje emblemático desde hace décadas del mundo del espectáculo. El nombre de este artista, para no ser una vez más infidente o lengua larga, me lo reservo. No sea cosa que por una de esas perras casualidades esta Entrada de nuestro inhóspito Blog sea leída por un… o un… que le robe la idea y se le adelante al Huguito.
Más noticias, en cuanto las tenga.
Chau.

miércoles, 28 de abril de 2010

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En la última emisión del ciclo autónomo de Párrafus Interruptus (*), la noche del 29- 30 de diciembre de 2009, gané con un cuento de Julio Cortázar: “Liliana llorando”.
En aquella postrera charla con Hugo recordé a mi viejo amigo Marcelo, hoy residente en Miami. Este querido tocayo supo tener hace mucho una novia medio histérica o maniática, dije, a la que a veces, con otros amigos, mencionábamos con aquel título de Cortázar: “Ayer estuvo Liliana llorando”, o “Ahí viene Liliana llorando”. En realidad -es menester aclararlo-, Marcelo no fue su novio, sino una especie de pretendiente o… o curioso. (De mí yo decía en aquella época: “No tengo amigos; tengo curiosos”)
El recuerdo de esta recordación de mi viejo amigo viene a cuento, hoy, porque el tipo, ayer, me escribió dos líneas después de varios años para informarme, escueto y distante, como siempre (pero espero que ahora menos frío), que acaba de ser padre.
Le respondí con pareja frialdad, un poco por imitación, otro poco por mi semibudismo. Pero ahora quiero desearle por este medio (creo que él estuvo leyendo el Blog en estos años) la felicidad que se acostumbra desear. Y la otra también.
Salud, Julien.


(*) Llamo “ciclo autónomo” en esta ocasión a “Párrafus Interruptus” para hacer patente su pasada vinculación al ciclo que tuvo Hugo en radio Nacional, “Por amor al arte”, del cual el enigma literario era un fragmento semanal. Es que estuve pensando que el final de la participación de Hugo en la radio pública tuvo un anticipo en el levantamiento de aquel programa de las tardes, allá a fines de 2005 o principios de 2006. Y se me ocurrió que su refugio en esa media hora de la trasnoche, en ese insólito nicho de la programación, durante cuatro años, fue una encomiable y enaltecedora resistencia de nuestro conductor al ninguneo de los mandamases. Una idea maniquea, quizá, y que idealiza en demasía al viejo redactor de Humor, dirán algunos. Pero bueno, es una ocurrencia nomás, y basado en ella es que ya no espero el retorno de Párrafus (¿qué programación admitiría un refugio así?), sino, en algún momento, del entero y cabal “Por amor al arte”, en uno más de su perennes avatares.

sábado, 24 de abril de 2010

XXVII) Final del repaso final de Ininterruptus

Miércoles 23 de diciembre de 2009
Teatro: “Vecinos y parientes” (“Arroz con leche... me quiero casar”)
Autor: Julio Ardiles Gray
Ganador: Nadie
Premio: Nada
Reiteración del autor: Nunca


Murió Julio Ardiles Gray

Miércoles 19 de Agosto de 2009

Falleció esta madrugada en Buenos Aires, donde vivía. El prestigioso periodista y escritor trabajó en LA GACETA. Su paso por la cultura fue imborrable.
El reconocido escritor periodista tucumano Julio Ardiles Gray murió hoy a los 87 años en la Capital Federal, donde vivía desde hace muchos años.

Había nacido en Monteros el 6 de mayo de 1922. Conocido desde siempre como “El Chivo”, cursó sus primeros estudios en la ciudad de San Juan. Continuó en la Universidad Nacional de Tucumán (UNT), pero no se graduó. En nuestra provincia ejerció la docencia.

Fue periodista de LA GACETA, donde se desempeñó como redactor y jefe de de la sección Teatro y Cine (1946-1966). Ocupó numerosos cargos públicos, entre ellos: vocal de de la Comisión Provincial de Cultura (1956-1957); secretario del Ministerio de Gobierno (1958) y presidente del Consejo Provincial de Difusión Cultural (1958-1960).

También estuvo como secretario general de redacción de Primera Plana (1970), redactor del diario La Opinión (1971-1978) y editor de suplementos del diario Convicción (1978). Obtuvo una beca en 1961 del gobierno de Francia para realizar un perfeccionamiento periodístico.

Integró el memorable grupo “La Carpa”, que fundó en 1943 en Tucumán el poeta jujeño Raúl Galán. Entre sus miembros estaban Manuel Castilla, Raúl Aráoz Anzoátegui, María Adela Agudo, María Elvira Juárez y Nicandro Pereyra.

En 1944 fundó el Instituto Tucumán, que fue el primer colegio laico de la provincia. Debido a que se inició en la prensa en 1944, este monterizo de nacimiento afirmaba que el día que escribiera su autobiografía la titularía “Entre dos guerras”, porque empezó con la Segunda Guerra Mundial y se retiró con la de Malvinas.

"Llevo a Tucumán en el alma y siempre he trabajado por la provincia, desde que tengo uso de razón", solía afirmar cada vez que delante suyo se encendía un grabador. En 2004, la UNT lo distinguió con el título “Doctor Honoris Causa”. Era colaborador permanente del suplemento literario de LA GACETA.

Tiene publicadas las siguientes obras: Tiempo deseado (La Carpa, Tucumán 1944, poesía); Muestra Colectiva de poemas (Tucumán, 1944); Elegía (Jano, Tucumán 1952, novela); Cánticos Terrenales (La Carpa, Tucumán, 1951 poesía); Los amigos lejanos (novela); Los médanos ciegos (1957, novela); Egloga, farsa y misterio (Jano, Tucumán, 1961, teatro); Cuentos amables, nobles y memorables (Ediciones El Cardón, Tucumán, 1964, cuentos); Las puertas del paraíso (Centro editor de América Latina, Buenos Aires, 1968, novela); Vecinos y parientes (Ediciones de La Flor, Buenos Aires, 1970, teatro); Memorial de los infiernos (Ediciones de La Bastilla, Buenos Aires 1972, literatura documental); Historia de taximetreros (Corregidor, Buenos Aires, cuentos); Como una sombra cada tarde (Corregidor, Buenos Aires 1980 novela); Historias de artistas (Editorial Belgrano, Buenos Aires, 1981 notas periodísticas); En agua del recuerdo, (Corregidor, Buenos Aires 1979, memorias, en colaboración de Milagros de la Vega) y Los días de mi vida (San Javier, Buenos Aires, 1980, en colaboración con Ramón Ortega).

En los últimos años editó los libros de cuentos La noche de cristal (1990) y El casamentero y otros cuentos con viejos (1997); en teatro, Fantasmas y pesadillas (1983), Situaciones y personajes (1989) y Delirios y quimeras (1993) y en poesía, Acentos para una balada y otros poemas (2003).

Sus libros aparecen mencionados en La Literatura del noroeste argentino, por David Lagmanovich (Editorial Bibliotecas, Rosario, Santa Fe, 1974); Tonos y Motivos italianos en la Literatura Argentina, por Alma Novella Marani, (Centro de Estudios Italianos, Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de la Plata, 1977); Elaboración de la fantasía en un cuento de Julio Ardiles Gray, de Margarita Strasser de Rodríguez y Realidad e imaginación en la narrativa de Julio Ardiles Gray, de Nilda de Fernández (Congreso Nacional de Literatura Argentina, San Miguel de Tucumán, agosto 1980).

(www.lagaceta.com.ar)

jueves, 22 de abril de 2010

Repaso final de Ininteruptus XXVI

Lunes 14 de diciembre de 2009
Teatro: “Azazel”
Autor: Eduardo Gudiño Kieffer
Ganador: Nadie
Premio: Nada
Reiteración del autor: Nunca (¡por suerte!)


Yo nací junto conmigo el 2 de noviembre de 1935, en una ciudad que se llama Esperanza y que está en la provincia de Santa Fe, República Argentina.
Como te iba diciendo: yo nací junto conmigo. Somos algo así como gemelos. Aunque te confieso que yo no siempre me llevo demasiado bien conmigo, y conmigo no siempre se lleva demasiado bien con yo. ¡Qué lío! ¿Pero acaso tú estas siempre de acuerdo contigo? ¿No se te ocurre una cosa por un lado y exactamente lo contrario por otro? En fin, estas preguntas hay que hacérselas frente al espejo, porque conmigo (o contigo) es el que está del otro lado.
De todos modos, yo y conmigo coincidimos en muchas cosas. Por ejemplo: en el color del nombre de la ciudad donde nacimos. Esperanza. Es verde como los campos que la rodean, y en ciertas épocas dorado como los campos que la rodean. Y huele como los campos que la rodean. El papá y la mamá de yo y conmigo eran maestros de escuela. Los trasladaban a distintos lugares de la provincia. Así, además de Esperanza, vivimos en Centeno, en San Jerónimo Norte, en Villa Ocampo y en Reconquista.
Yo y conmigo también armonizamos en el hermoso recuerdo de las maestras que nos aguantaron en la escuela primaria; la señora Herminda Bouvier de Ciribé, la señora Juanita del Valle, la (entonces) señorita Beatriz Paravano Bielsa y la señora Isabel Heer de Beaugé. A todas las quisimos montones, y todas tienen la culpa de que yo y conmigo seamos escritores. Porque en lugar de decirnos “hay que dedicarse a una profesión lucrativa”, se dedicaron a fomentarnos el amor por las palabras, por la belleza, por la lectura, por los mitos y las leyendas, por la historia. Sí, ellas tienen la culpa. Y por eso tenernos que darles las gracias.
Pero también tienen la culpa nuestros padres que nos enseñaron que nada hay más lindo que leer y que poder expresarse escribiendo. Y esas adoradas tías, en cuya biblioteca descubrimos, a través de libros y libros, lo que un poeta francés llamado Paul Éluard resume en una sola frase: "Hay otros mundos, pero están en éste".
Yo y conmigo somos el mayor; después están mi hermana Marita que vive en Estados Unidos, Blanquita que vive en Santa Fe, Aixa que vive en Zapala (Neuquén) y Cristina que vive en Buenos Aires. Las nombramos porque yo estoy celoso de conmigo cuando pienso en ellas, y conmigo está celoso de yo cuando las recuerda. Aunque estamos separados, somos una familia. No hay distancias para los lazos de la sangre.
Hicimos el secundario en el Liceo Militar General Belgrano de Santa Fe. ¡Uy, ahí sí que nos peleamos! Yo quería irme, conmigo quería quedarse. Al final ganó él: cumplimos los cinco años y egresamos con el título de bachiller y subteniente de reserva (lo pongo en singular porque nos dieron un solo diploma para los dos).
Empezamos a estudiar derecho de mutuo acuerdo. A ninguno de los dos nos entusiasmaba demasiado, pero como se decía en ese entonces: “serás lo que debas ser o si no serás abogado”. Logramos recibirnos después de innumerables bostezos. Para entonces ya habíamos escrito entre ambos un poema a la madre. Pobre mamá, siempre creyó que tenía un solo hijo. No sé si alguna vez se dio cuenta de que había dos adentro de un solo cuerpo.
Por suerte yo y conmigo no tuvimos problemas sentimentales: nos enamoramos muchas veces de mentira y una sola de verdad. Nos casamos los dos con la misma chica y tenemos ahora tres muchachitos: Florencio, Nicolás y Agustín. Cuando los miro me pregunto: ¿serán tres o serán seis? Porque si en cada uno hay dos...
Después de vivir un tiempo en París decidimos no quedarnos en Santa Fe y venir a Buenos Aires. Y aquí la vocación literaria empezó a convertirse en carrera. En 1968 se publicó Para comerte mejor, un libro que trata de un tipo que tiene también a un yo y a un conmigo adentro, pero los llama de una manera que no te voy a contar ahora. En 1969 salió Fabulario, en 1970 Carta abierta a Buenos Aires violento, en 1972 Guía de Pecadores, en 1975 La hora de María y el Pájaro de Oro y Será por eso que la quiero tanto, en 1976 Kokah de lujo y en 1979 Medidas negras, peluca rubia. ¿Quién los escribió? ¿Yo o conmigo? Para ser sincero, creo que fueron obras en colaboración. (...) Lo que yo quería contarte aquí es quién soy. Ya ves: no estoy muy seguro. ¡Ni siquiera sé si esta autobiografía la escribe yo o si la escribe conmigo!

(www.gudino.com.ar)

OBRAS PUBLICADAS

• Novelas

• Para comerte mejor (1968)
• Guía de pecadores (1972)
• La hora de María y el pájaro de oro (1975)
• Será por eso que la quiero tanto (1975)
• Medias negras, peluca rubia (1979)
• ¿Somos? (1982)
• Magia blanca (1986)
• Kerkya, Kerkyra (1988)
• Bajo amor en alta mar (1994)
• El príncipe de los lirios (1995)

• Cuentos

• Fabulario (1960)
• Ta te tías y otros cuentos (1980)
• Jaque a Pa y Ma (1982)
• No son tan Buenos tus Aires (1982)
• Un ángel en patitas (1984)
• Buenos Aires por arte de magia (1986)
• Historia y cuentos del alfabeto (1987)
• Ángeles buscando infancia (1987)
• Nombres de mujer (1988)
• Malas malísimas (1998)
• Diez fantasmas de Buenos Aires (1998)

• Ensayos

• Carta abierta a Buenos Aires violento (1970)
• Manual para nativos pensantes (1985)
• A Buenos Aires (1986)
• El peinetón (ensayo y cuentos, 1986)

• Guiones cinematográficos

• Vení conmigo (1972)
• La hora de María y el pájaro de oro (1975)
• Desde el abismo (1980)
• ¿Somos? (1982)

(www.wikipedia.org)

miércoles, 21 de abril de 2010

En vísperas de una Feria sin Párrafus

Ayer encontré en una galería de Lomas un libro de Raúl Rossetti. Lo compré (por $4) porque recordé haber leído hace mucho que es un escritor argentino de lo más recóndito y excéntrico. El libro se llama "Tunez y otras orillas"; son relatos.
Hoy, buscando algo más acerca de él, encontré el siguiente texto. Lo incluyo en el Blog porque ya percibo que la venidera Feria del Libro será este año un evento más insípido de lo habitual sin la presencia de Hugo Paredero y su Parrafus Interruptus -especialmente para su triunfante abonado telefónico.
Pero, a propósito, acabo de acordarme. ¿Qué será del libro de Hugo sobre Guinzburg? Que yo sepa, no se lanzó todavía. ¿No se presentará en la Feria?
Ahora mismo le escribo al susodicho para preguntarle.
Después les cuento.
Chau.


EL CIRCO DE LOS LIBROS


"Pasar por la Feria del Libro se hace una obligación - por lo menos moral, para
quienes escribimos... con algún resabio de culpa si nos privamos de la fiesta
cultural, tal como nos lo venden desde los medios. Si hasta la inefable señora
de los almuerzos comenta encantada con su progresista y siempre satisfecho
invitado de lujo, Osvaldo Quiroga, incansable trabajador de las prósperas
editoriales multinacionales, esa 'pasión de los argentinos por la lectura, ya
que no existe en el mundo un evento multitudinario de semejante calibre, un
éxito de concurrencia nunca visto'.

Ese laberinto de stands en infinitos corredores,( no precisamente el mismo de
aquella memorable Biblioteca de Babel de Borges), en gigantescas y pequeñas
salas todo atiborrado de gente, con incesantes antoparlantes anunciando con voz
de aeropuerto las actividades, una tras otra hasta no saber ya más qué ni dónde
ni cómo elegir, ni por supuesto qué libro comprar en las tradicionales o nuevas
o ignotas editoriales, o a qué famoso hacerle firmar los libros o, con mucha
suerte, estrecharle la mano, entre empujones, así, abriéndose paso entre la
multitud programada y diligente, que cumple maravillosamente, como nadie en el
mundo, año tras año, con ávida y también sumisa educación, los inexorables
mandatos mediáticos de turno.

Así es que resignado, decido asistir a esta otra representación del infierno,
una de las tantas, que nos propone el maravilloso mundo que supimos conseguir.
Es que quiero ir a escuchar a Antonio Requeni, quien había sido uno de los
grandes críticos y comentaristas literarios en los tiempos en que aún existían
suplementos literarios, quiero decir, cuando el interés por la literatura no
estaba monopolizado exclusivamente por las exigencias mercantilistas de las
editoriales. Para llegar, debo atravesar una cola de docientos metros que
esperaba mansamente entrar a la gigantesca sala de al lado, donde disertaba la
Sra. Hebe de Bonafini. En la otra sala, la del otro lado donde yo iba, también
esperaba paciente una multitud atiborrada para escuchar la disertación de la
Hermana Bernarda, esa monja que tiene un programa semanal en la tele sobre
comidas y que daba una conferencia sobre el acuciante tema 'Sabores y
Placeres'. Por suerte, adonde yo iba no había gente y
pude entrar sin espera alguna, éramos unos pocos, casi todos amigos o
conocidos del escritor, escuchando la maravillosa charla que Requeni dió sobre
Quevedo y el apasionante Siglo de Oro español, tema que conoce profundamente y
transmite con admirable sencillez. Los estridentes aplausos de la sala de al
lado, ante las excelsas diatribas de la Sra. Hebe, interrumpían de a ratos la
apacible disertación.

Tan plena fue la charla, que ya ni ganas tuve de escuchar nada más, y como
pude, atravesando torrentes de espectadores, logro ubicar el camino de salida,
pasando por el gentío que entraba a la sala mayor para escuchar a Andy
Kutzneshov creo que se llama, el de Caiga quien caiga, que hablaba con otros
panelistas sobre el perentorio sujeto: 'Estrés y Sexualidad. Relájate y Goza' (
todos jóvenes allí, conectados a sus MP3 y silenciosamente desconctados entre
ellos, con sus piercings y vestimentas como un desplazado ejército
funambulesco ...y sin esperanza alguna... Por ahí también abruptas estridencias,
al descubrir a la modelo Valeria Mazza, ya que la Ed. Planeta presentaba su
libro 'Fashion y Moda', y cantidad de famosos actores, grupos de rock, el
Rincón de la Poesía, jóvenes escritores firmando sus últimas novelas,
humoristas y políticos conocidos, populares periodistas televisivos y alguna
que otra estrella internacional, tipo Tom Wolfe.

Felicidad total al encontrarme en la solitaria calle nocturna para tomar el
colectivo de vuelta a casa; algo que tenía que ver con cierta fidelidad, con
algo que no puede involucrarse en lo que desde el vamos ya está desvirtuado:
hay comprensiones - y la literatura y el arte en general son sus inmejorables
caminos - enemigas de las estridencias, que no cuajan con las idolatrías ni los
delirios pasajeros, que terminan destrozando, por no decir aniquilando su
sentido original porque lo único que piden es serenidad, sí, y abnegación...
De repente aparece aquella luminosa definición de Coleridge, que sólo puede
surgir en el silencio ya liberado de las premuras y los ruidos del siglo: 'La
fe poética es una complaciente o voluntaria suspensión de la incredulidad'."


RR

martes, 20 de abril de 2010

Repaso final de Ininterruptus XXV

Viernes 11 de diciembre de diciembre
Cuento: “La vida secreta de Walter Mitty”
Autor: James Thurber
Ganador: Nadie
Premio: Nada
Reiteración del autor: Nunca


James Grover Thurber (Ohio, 1894-1961), fue un escritor y humorista gráfico norteamericano, cuyos trabajos, que van de lo ridículo a lo satírico, le dieron un lugar entre los mejores humoristas del siglo XX.

Nació en Ohio. Fue a la Ohio State University. Trabajo en el Departamento de Estado y de ahí marcho a París donde trabajo en la edición francesa del Chicago Tribune. Se mudó a Nueva York y trabajó como reportero para el Evening Post. En 1927 se convirtió en escritor y director del New Yorker. Thurber fue el autor de numerosos y exitosos libros que tratan con la dureza de la vida diaria en el hombre común.

Entre sus obras destacan: Is sex necessary? (1929) en colaboración con Elwyn Brooks White, The Owl in the Attic and Other Perplexities (1931), My Life and Hard Times (1933), The middle-aged man on the flying trapeze (1935), Let your mind alone! (1937), Fables of our time (1940), The male animal (1940) obra teatral escrita junto a Elliott Nugent, The Secret Life of Walter Mitty (1942) su obra más conocida, The thirteen clocks (1950), The Wonderful O (1957), The Years with Ross (1959) un recuento de su trabajo en el New Yorker. Una veintena de sus trabajos literarios fueron llevados al cine.

En sus últimos años, ya casi ciego, tuvo que dejar su labor artística.

(www.wikipedia.org)

domingo, 18 de abril de 2010

Repaso final de Ininterruptus XXIV (Remix)

Martes 01 de diciembre de 2009
Teatro: “Adriano VII”
Autor: Peter Luke
Ganador: Nadie
Premio: Nada
Reiteración el autor: Nunca




Peter Luke, escritor e hispanista anglo-irlandés
25/01/1995

Peter Luke, escritor, dramaturgo e hispanista anglo-irlandés, murió en Cádiz, a la edad de 75 años, después de una corta enfermedad. Conocido sobre todo por su mundialmente famosa obra teatral Adriano VII, que atacaba la hipocresía de la jerarquía de la Iglesia católica -traída a España por Luis Escobar-, se estableció en Andalucía con su familia en los años sesenta. Allí desarrolló una fascinación por la cultura y el folclor andaluces, hasta el punto de dar cobijo a una familia de raza gitana. Su experiencia le llevó a escribir libros y varias colecciones de cuentos cortos sobre la vida andaluza, entre los que figuran La Granada loca y La mantis religiosa, Paquito y el lobo y Bajo las murallas árabes, una aventura en Andalucía. Autor también de novelas sobre la historia de España, entre las que figura El otro lado de la colina (sobre la guerra de Independencia), su producción teatral incluye, además, Bloomsbury y la traducción y adaptación al inglés de Anillos para una dama, de Antonio Gala.Nacido en 1919 en Saint Albans (Inglaterra), hijo del diplomático y autor sir Harry Luke, sirvió en la II Guerra Mundial con el grado de teniente coronel, incorporándose después a la agencia Reuter de noticias, actividad que sustituyó por la importación y exportación de vinos españoles y portugueses, lo que le abrió el apetito por el mundo hispano. Más tarde fue director y realizador de la BBC, culminando esta actividad con la producción de la exitosa serie teatral The wednesday plays.
La BBC fue precisamente la que le brindó su primera oportunidad de trabajar en España, realizando una película sobre la vida de García Lorca. A partir de ese momento decidió afincarse definitivamente en Andalucía con su mujer, la actriz June Tobin, y cinco de sus siete hijos, con algunas interrupciones motivadas por su trabajo corno director del teatro Gate de Dublín.
Amigo de destacadas figuras de la cultura española -el pintor José Guerrero y el hispanista lan Gibson, entre otros-, Peter Luke trabajaba actualmente en una obra autobiográfica, en la que ironizaba sobre el choque cultural hispano-inglés a través de su peculiar familia. Residía en Jimena de la Frontera (Cádiz).
Su obra Adriano VII será reestrenada el próximo mes de marzo en Inglaterra.

(www.elpais.com)

Adriano VII (1969)

AUTORÍA
Peter Luke

ELENCO
Pepe Soriano (Frederick William Rolfe)
Flora Steinberg (Sra. Crowe)
Elena Tasisto (Agnes)
Zelmar Gueñol (Alguacil 1 / Cardenal / Dr. Courtleigh)
Bernardo Perrone (Alguacil 2 / Obispo / Dr. Talacryn)
Luis Politti (Jeremías Sant)
Javier Portales (Cardenal Regna)
Vito Acquaviva (General Jesuita)
Miguel Caiazzo (cardenal Berstein)
Francisco Rullan (Rector)
Jorge Mayor (George Arthur Rose)
Utimio Bertozzi (Cardenal Archidíacono)

TRADUCCIÓN
Mirta Arlt

ESCENOGRAFÍA Y VESTUARIO
Gastón Breyer

LUCES
Carlos Florio

DIRECCIÓN
Carlos Gandolfo


"El excéntrico barón Corvo", por Guillermo Niño de Guzmán



¡Qué escritores tan raros tienen los ingleses! Lewis Carroll, Ronald Firbank, Aleister Crowley...
Desde luego, los franceses cuentan con Alfred Jarry y Raymond Roussel, pero la literatura
británica esconde una veta inagotable de autores marginales e inclasificables, algunos casi
secretos, que alimentan las pasiones de lectores exquisitos y bibliómanos empedernidos. Uno
de estos escritores heterodoxos, Frederick William Rolfe, también conocido como el barón
Corvo, tal vez sea el más excéntrico e insólito de todos. Confieso que sólo lo conocía de
oídas y que probablemente no hubiera llegado a leerlo de no haber caído en mis manos la
extraordinaria biografía que le consagró A. J. A. Symons -¡otro excéntrico!-, En busca del
barón Corvo (Libros del Asteroide, Barcelona, 2005).

"En apariencia una biografía pero, en verdad, una detectivesca descripción de las mil y una
aventuras que vivió su autor para escribirla", ha comentado Mario Vargas Llosa sobre este
libro fascinante. Más aún, debo decir que lo he leído como si se tratase de una novela y que
he dudado de su condición de biografía, ya que su protagonista alcanza esa dimensión que
por lo general solo propicia la ficción. Y, aunque el discurso se apoya en cartas y artículos,
pensé que estos eran parte de una estrategia narrativa en la que para darle visos de realidad
al personaje se concebían testimonios y documentos, como solía hacer Borges en sus
ficciones que simulaban ensayos. Pero, como pude comprobar después, me había
equivocado de plano. En busca del barón Corvo no es una novela sino una auténtica
biografía, sui generis si se quiere, aunque escrita con sumo rigor. De hecho, la
correspondencia que se reproduce pertenece a personas que conocieron al desconcertante
Rolfe. Asimismo, los textos literarios que se citan provienen de sus obras, cuyas ediciones
limitadas son ahora piezas de colección.

La biografía de Symons se publicó en 1934 y ha sido considerada como un modelo en el
género. Según los entendidos, es lo que suele llamarse un 'quest', es decir, una indagación o
pesquisa en la que el biógrafo narra las peripecias por las que atraviesa mientras sigue las
huellas de su biografiado, de tal forma que el libro se va componiendo ante nuestros ojos.
La impresión que prevalece al concluir la lectura es que el biógrafo se descubre a sí mismo a
medida que rastrea a su sujeto. Y, en efecto, A. J. A. Symons (1900-1941), tal como reveló su
hermano el novelista Julian Symons, era un tipo tan excéntrico como el barón Corvo: "Un
dandy, un gourmet, un bibliófilo y uno de los fundadores de la Wine and Food Society, así
como del First Edition Club; un gran coleccionista de objetos victorianos; que se pasó la vida
caminando sobre la cuerda floja en cuestiones de dinero, cuerda que inexplicablemente
soportó su peso hasta el final".

Pero, ¿quién diablos era Frederick Rolfe? Todo hace suponer que, sin la devoción de su
biógrafo, este raro escritor hubiera permanecido en la oscuridad. Aunque Symons no lo
conoció, experimentó un interés por él que a la larga se trocaría en una obsesión. A primera
vista, Rolfe fue un individuo deleznable, cuya vida tiene más de truhán que de héroe. Nacido
en 1860, en una familia de fabricantes de pianos, a los quince años prefirió abandonar una
educación privilegiada, en contra de la voluntad paterna. Alumno libre en Oxford, fue un
solitario impenitente que se formó a sí mismo, alternando el ocio con una inclinación
profundamente libresca que lo llevó a un diletantismo extremo. Lo insólito es que sentía una
vocación religiosa, la misma que lo impulsaría a convertirse al catolicismo y a iniciar una
carrera eclesiástica. Sin embargo, fue expulsado del seminario debido a su conducta errática
y nunca conseguiría superar la frustración de no haber sido ordenado sacerdote.
Le gustaba firmar como Fr. Rolfe, con el fin de sembrar la ambigüedad de una investidura
clerical (Fr. es una abreviatura de su nombre de pila, Frederick, pero también de Father, es
decir, padre). Más tarde sostuvo que una aristócrata italiana le había cedido unas tierras, lo
que le daba el derecho de usar el título de barón Corvo. Esta presunción siempre despertó
suspicacias, al igual que su empleo de diversos seudónimos, a los que recurría para limpiar su
reputación. Rolfe fue un réprobo dotado de talento, al que una mente paranoica y alucinada
impidió salir adelante. Su mayor invención fue él mismo, un farsante dominado por una
mezcla de ascetismo y prodigalidad que contrastaba con su situación real. Embustero y
tramposo, creía que en su condición de artista podía vivir a expensas de los demás, pero la
dualidad de su temperamento hacía que tarde o temprano sus benefactores huyeran de él
despavoridos.

En realidad, Rolfe llegó un poco tarde a la literatura, cuando sus aspiraciones clericales
tropezaron con un callejón sin salida. Había trabajado como maestro de escuela y preceptor,
y, durante un breve periodo, ejerció el periodismo. También tenía habilidades para la música,
la pintura y la fotografía. No obstante, sus proyectos se truncaban por sus descabelladas
exigencias y absurdos reclamos. Esta actitud intransigente perjudicó sus relaciones con
amigos y editores. Emprendió algunos libros en colaboración y asumió encargos de "negro"
literario, trabajos que invariablemente desembocaban en largas disputas y pleitos judiciales.
Es verdad que podía deslumbrar a sus interlocutores con su inteligencia y erudición, pero
estas cualidades pronto eran opacadas por su naturaleza torva y una manía persecutoria.
Presa de un desmedido orgullo, Rolfe se jactaba de tener enemigos. Entonces se convertía en
un fiero contendor, que se regocijaba con la diatriba y el denuesto. Hay que considerar que
era un producto de la era victoriana, un individuo reprimido y enrevesado, misógino y
homosexual. Su personalidad conflictiva, atormentada y contradictoria contribuyó a precipitarlo
en una pobreza absoluta, de la que emergía de tanto en tanto por las vueltas del azar.
Cuando murió de un colapso a los cincuenta y tres años, en 1913, residía en Venecia, donde
había sido desalojado de su hotel por falta de pago y vivía a la intemperie, en una barca
abandonada. Rolfe acostumbraba a ejercitarse con pesas y le gustaba nadar. Su destreza con
el remo lo hizo pretender, sin éxito, un puesto como gondolero para poder subsistir. Sin
embargo, no todo fueron penurias en Venecia, pues durante una temporada gozó de la
protección de un amigo generoso. Pero Rolfe era un manirroto y dilapidaba el dinero a manos
llenas. Entre sus extravagancias se cuenta que pasó de casi morirse de hambre a navegar por
el Gran Canal a bordo de una embarcación nueva y tripulada por cuatro gondoleros, un
privilegio que según su biógrafo normalmente quedaba reservado a la realeza. Cuando su
mecenas se negó a continuar subvencionándolo, Rolfe arguyó que se hallaba en una
situación límite y que por la noche los cangrejos y las ratas nadadoras merodeaban su frágil
barca y le mordisqueaban los dedos de los pies. Pocas semanas después, el escritor falleció
mientras dormía.

Lo admirable del barón Corvo es que, pese a sufrir grandes privaciones, escribía con una
constancia y entrega de quien sabe que el único sentido de su existencia era el amor por las
palabras. Sus libros nunca le reportaron beneficios y apenas obtuvo algunas reseñas
favorables (como aquella que firmara D. H. Lawrence). Su obra no es fácil de asimilar. Devoto
de la cultura clásica y del Renacimiento, su lenguaje se caracteriza por ser intrincado y
preciosista, ya que solía inventar palabras valiéndose de su familiaridad con el latín. Escribió
una historia memorable sobre los Borgia, pero su mayor logro es una novela titulada Adriano
VII que apareció en 1904 (hay una versión española de Siruela del año 1988). Como ha
probado Symons, se trata de una autobiografía novelada en la que incide en su vocación
religiosa y aprovecha para vengarse de sus numerosos enemigos. "Sentí esa agitación interior
que a todos nos permite reconocer una experiencia nueva que nos transforma", anotó
entusiasmado el biógrafo luego de leer esta obra extraña, en la que un paria inglés socava,
contra todo pronóstico, los cimientos de El Vaticano y altera el destino de la humanidad.
Admito que no sé cómo describir esta novela atípica y algo desproporcionada, aunque con
varios episodios magistrales. Otro tanto podría decirse de su último esfuerzo narrativo, El
deseo y la búsqueda del todo (edición póstuma, 1934), otro de sus libros que se encuentra en
nuestro idioma (Valdemar, 2003). Lo curioso de esta historia ambientada en Venecia y
marcadamente autobiográfica es que el autor parece hallar finalmente la redención en el amor
insospechado que le suscita una adolescente con aspecto de muchacho. Haciendo gala de
una prosa más luminosa, Rolfe celebra la androginia como una forma superior de la belleza y
prefigura la novella veneciana y crepuscular de Thomas Mann.

Antes de concluir, debo advertir que Frederick Rolfe no es un escritor para lectores
complacientes. De ahí que convenga aproximarse a él a través del 'quest' de A. J. A. Symons.
Hacía tiempo que un libro no me resultaba tan proteico y estimulante, incisivo y deslumbrante.
Su lectura, como ocurre con las grandes obras, se convierte en la llave que nos abre otras
puertas y nos conduce hacia nuevos e insospechados libros, como un juego de espejos que
multiplica y enriquece nuestras limitadas vidas.


Publicado en "El Comercio (Perú)" el 15/04/2007

jueves, 15 de abril de 2010

Repaso final de Ininterruptus XXIII

Lunes 16de noviembre de 2009
Novela : “El pianista siciliano”
Autor: Alfio Caruso
Ganador: Nadie
Premio: Nada
Reiteración del autor: Nunca


“Nacido en la paupérrima Sicilia de principios del siglo XIX, Guglielmo pronto descubre que tiene un talento especial: puede reproducir en un piano cualquier melodía con sólo escucharla una vez. Convertido en el pianista de moda, el joven Guglielmo crece rodeado de mujeres exuberantes y hombres peligrosos. Hasta que un día, después de participar involuntariamente en el asesinato de un jefe rival, la Cosa Nostra lo manda a los Estados Unidos como si fuera «un envío postal».

Allí se convertirá en el pianista de la Mafia, tocando para Don Siegel, Lucky Luciano, Frank Costello, Joe Bonanno, Vito Genovese y otros gánstgers legendarios que controlan gran parte del tráfico económico y las intrigas políticas de la región. Mientras se adapta a su nueva situación de inmigrante, será testigo privilegiado del lado sórdido de la Mafia, de sus pequeñas miserias y sus sangrientos ajustes de cuentas, aunque también tendrá tiempo para codearse con glorias de la música como Duke Ellington, y hasta de tomarle una prueba de canto a un joven de ojos azules llamado Frank Sinatra...

Con una pluma exuberante y nostálgica, el célebre escritor siciliano Alfio Caruso nos narra, en esta primera parte, la llegada de Guglielmo a los Estados Unidos, los violentos hechos de sangre que provocarán su traslado de Chicago a la gran ciudad de Nueva York, y los extraños pactos entre la Mafia y el gobierno norteamericano con motivo de la segunda guerra mundial. El pianista siciliano es la historia tragicómica y conmovedora de un hombre que le puso la banda sonora a un período clave de la historia reciente de la Mafia.”

El autor
Nacido en Catania en 1950, Alfio Caruso es autor de seis novelas, todas
relacionadas con la intriga política o la mafia (Tutto a posto, I penitenti, Il gioco grande, Affari riservati y L'uomo senza storia, así como las dos partes en que se divide El pianista siciliano) y de libros de no ficción, entre los que destacan Da cosa nasce cosa, una historia de la mafia desde 1943 hasta el día de hoy, Perchè non possiamo non dirci mafiosi, un estudio de la historia y las costumbres de Sicilia, y varios títulos sobre la participación de Italia en la segunda guerra mundial.

Reseñas
«El pianista siciliano de Alfio Caruso tiene todo lo que esperamos. Gángsters, jazz, inmigrantes, y el gran destino de la Historia. El resultado es una novela que se lee con sumo placer hasta la última palabra.» La Stampa

«El protagonista de esta excelente novela es al mismo tiempo un personaje inolvidable y un observador irónico de la realidad». Corriere della sera

«Las maravillosas aventuras de un malandrín irresistible que es testigo involuntario de la Historia.» La provincia

«Alfio Caruso nos regala unas páginas inolvidables». Corriere adriatico

«Con esta novela Alfio Caruso ha alcanzado una madurez expresiva de altísimo nivel, como pocos en Italia». La Sicilia

«Alfio Caruso demuestra que la literatura italiana del último siglo es esencialmente siciliana. Casi como la Mafia». Libero

«Este libro tiene un único defecto: que se acaba». Corriere Adriatico

(www.umbriel.com)

miércoles, 14 de abril de 2010

Repaso final de Ininterruptus XXII

Viernes 30 de noviembre de 2009
Poesía: “Al castellano”
Autor: Luis Benítez
Ganador: Nadie
Premio: Nadie
Reiteración del autor: Nunca (o ahora)

Luis Benítez nació en Buenos Aires el 10 de noviembre de 1956. Es miembro de la Academia Iberoamericana de Poesía, Capítulo de New York, USA, con sede en la Columbia University. Ha recibido el título de Compagnon de la Poèsie de la Association La Porte des Poetes, con sede en la Université de La Sorbonne, París, Francia. Miembro de la Sociedad Argentina de Escritores y de la Fundación Argentina para la Poesía.
Entre otros reconocimientos, Benítez ha recibido el Primer Premio Internacional de Poesía La Porte des Poètes (París, 1991); Mención de Honor del Concurso Municipal de Literatura (Poesía, Buenos Aires, 1991); Segundo Premio Bienal de la Poesía Argentina (Buenos Aires, 1992); Tercer Premio del Concurso Fundación Inca Seguros (Poesía, Buenos Aires, 1995); Primer Premio Joven Literatura (Poesía) de la Fundación Amalia Lacroze de Fortabat (Buenos Aires, 1996); Primer Premio del Concurso Internacional de Ficción (Montevideo, 1996); Primo Premio Tuscolorum Di Poesia (Sicilia, Italia, 1996); Tercer Premio Eduardo Mallea de Narrativa (Buenos Aires, período 1995-1997); Primer Premio de Novela Letras de Oro (Buenos Aires, 2003); Accesit 10éme. Concours International de Poésie (París, 2003)
Obras publicadas: Poemas de la Tierra y la Memoria (poesía, Ed. Stephen and Bloom, Bs. As., 1980); Mitologías/La Balada de la Mujer Perdida (poesía, Último Reino, Bs. As., 1983); Poesía Inédita de Hoy (Un panorama contemporáneo de la poesía inédita argentina) (introducción, notas y selección de 100 autores, Ed. NOUS, Bs. As., 1983); Juan L. Ortiz: El Contra-Rimbaud (ensayo, 1ra. ed. Ed. Filofalsía, Bs. As., 1985, 2da. ed. Ed. Filofalsía, Bs. As. 1986); Behering y otros poemas (poesía, 1ra. ed., Ed. Filofalsía, Bs. As., 1985, 2da. Ed. Cuadernos del Zopilote, México D.F., 1993); Guerras, Epitafios y Conversaciones (poesía, Ed. Satura, Bs. As., 1989); Fractal (poesía, Ed. Correo Latino, Bs. As., 1992); El Pasado y las Vísperas (poesía, Ed. de la Universidad de los Andes, Venezuela, 1995) ; El Horror en la Narrativa de Alberto Jiménez Ure (ensayo, Ed. de la Universidad de los Andes, Venezuela, 1996) ; Selected Poems (antología poética, selección y traducción de Verónica Miranda, Ed. Luz Bilingual Publishing, Inc. Los Ángeles, USA, 1996); La Yegua de la Noche (poesía, Ed. Ediciones Del Castillo, Santiago de Chile, Chile, 2001); Tango del Mudo (novela, Ed. de la Plaza, Montevideo, Uruguay, 1997. Ed. Piel de Leopardo/Wordtheque, Bs. As., 2003); Jorge Luis Borges: La tiniebla y la gloria (ensayo, Ed. Lea, Buenos Aires, 2004); El venenero y otros poemas (poesía, Ed. Nueva Generación, Buenos Aires, 2005).
Obras sobre el autor: Sobre las poesías de Luis Benítez, de Carlos Elliff (ensayo, Ed. Metáfora, Bs. As., 1991); Conversaciones con el poeta Luis Benítez, de Alejandro Elissagaray y Pamela Nader (Tomo I, 1995, Tomo II, 1997, Ed. Nueva Generación, Bs. As.); Antología (selección y ensayo preliminar de Alejandro Elissagaray, 2001, Ed. Nueva Generación, Bs. As.).

AL CASTELLANO
I.
En esta lengua que hablo, en estas frases de un eco
cuántas voces viven, cuánto eres la inmortalidad,
lengua de plurales que siendo una eres
metáfora de aquello que siendo uno es lo diverso.
El todo te contiene y tú contienes esa palabra: Universo.
Porque de qué otro modo podrían vivir en estos verbos,
en estas sonoridades, en estos silencios y alturas,
tantas sombras que fueron y tantas que serán mañana:
de las que serán ya están las palabras en las bocas
y estuvieron en la luna sangrienta de Quevedo,
en la mañana en que Díaz de Vivar tomó una ciudad
ya muerto, en la impávida marinería que otra mañana,
de octubre, vio una costa (sueño dentro de un sueño),
y estaba hecha de dolor, de hambre y de coraje.
Oh lengua donde cabalgan hombres y donde
tantas lenguas han desembocado,
ancho río de España que ha salido al mar,
es cierto que no conservaste para nosotros
la gracia leve de las declinaciones,
pero del sólido latín vienen tus huesos,
la carne somos hoy los que te hablamos
(el centurión que rige en la provincia
lejana de su imperio, no comprende
que al pedir el vino pide a la historia que conserve
unos distintos matices, unos cambios que no serán
fugaces como su humana sombra,
sino el futuro del habla de Virgilio).
El fenicio que apoyaba su balanza en su lanza
y desde lo conjeturable a cambio
nos dejó su sangre y sus palabras.
El doctor que en la Torá canta al Dios de Abraham,
el duro visigodo que bautiza a su hijo
con trabajosas frases que ya no son exactamente
las sajonas
con que fue nombrado. El victorioso muslín,
que bajo el verde triángulo de sus banderas
no sabe que fue él el conquistado.
El probable griego que lejos de Bizancio
sumó a sus ciencias el arte de vivir en el exilio.
El capitán de hombres, asturiano,
que juró sobre la espada de hierro tomar esa colina
y en la colina duerme desde entonces.
El fraile que en la celda deleita las horas y las horas,
al resguardo del muro y de su tiempo,
inclinado sobre el tomo y que transcribe
siglos después el porvenir de esos ecos,
las frases de Aristóteles y los dobles sueños de Plutarco,
no conoce que en lo que ara su pluma
otro rumbo se ha abierto.
Lo supo el triste, el alto, el solo
que soñó en la cárcel que era Miguel de Cervantes
y que escribía el Quijote.
Ni el judío ni el moro ni el cristiano
que disputan y entremezclan sus sangres
en tu sonoro ancestro lo comprenden:
de qué miles de hombres y de historias
has salido, lengua de Gracián y las Américas.
II.
Veo en ti. No estás hecha de sonidos solamente,
ni de ideas solamente ni de conceptos. Fuiste hecha
también para nombrar esas penumbras de
las imprecisiones,
la ambigua senda que entre la palabra y los hechos
declara su dominio. Otra proeza tuya, castellano.
Que la eternidad tenga un cuerpo y que podamos
palpar el peso de una hora en la palabra.
En Persia ciertas oraciones podían mover los astros;
sólo tú, ahora, puedes convocarlos. Que yo diga pradera
y la pradera se extienda, como una alfombra sin árboles,
amarillento cielo derramado de aquí hasta el horizonte.
Que yo diga volcán y que éste brote en la habitación
sonora,
arrancando los pisos e hirviendo los aires y el aliento.
Que diga mar y pise el légamo del fondo
con los cabellos sacudidos por las olas, todo venido
en torno
sueño líquido, blando peso en movimiento,
inconmensurable.
Que diga aire y me eleve o todo hacia algún allá
descienda,
como si cayera la tierra y en el mismo lugar
me quedara, solo.
De alguna forma, en millones de bocas,
lo has abarcado todo, lo has devorado todo:
¿qué otras palabras, como gentes del futuro,
en ti, lengua infinita, allá adelante esperan por nosotros?
Cuáles habrá para nombrar lo que no ha nacido nunca,
como no habían nacido antes éstas que hablamos.
Si presente es eso que al nombrarlo en ti
es lo que ha sido, más el mañana de lo mismo, incluso,
lengua que has sido la de Góngora y es mía,
usando tus palabras yo te sueño tan eterna
como la tierra y el aire. A ti, que abarcas por igual
el fuego y el agua y la tierra y el aire.


EN EL ARDUO ANIVERSARIO DE UNA BODA


"Después de la primera muerte ya no hay otra"

Dylan Thomas



Nuestra generación fue un puñado de hombres solos,

una pizca de mujeres destruidas,

un manojo de nadas sin zapatos,

el racimo de las viñas de la ira.

Yo que agonizo

me permito evocarte aunque mi recuerdo

te cause asco, nena, asco profundo,

como causa asco la inmunda mermelada que transpiran

los siempre equivocados porque aman demasiado,

aunque el credo y el miserere que rezamos siempre

tú y yo solos en dos noches separadas a sabiendas por nosotros

-tuyo el creo solo en mí y mío entero el miserable de mí-

desde entonces dicen

que nunca nunca se ama demasiado:

¿o no será acaso, en lo profundo, lo que nadie puede ver,

al revés el oscuro latín de lo real?

Concentrado todo da pavor en el urgente fin de siglo,

hay que terminarlo de un modo o de otro

y éste es el fúnebre galán de la fiesta,

vestido para la fecha que ya

un cuarto de centuria arranca.

Lástima, en september love,

que no fue aquélla ni ésta mi noche de septiembre.

Una sangrienta primavera baja sobre la noche del suicida

y la náusea habita desde entonces cada esponsal.

Creo ver a tu padre muerto con su dedo

hundir la hondura a donde dio la noche,

a la loca de tu madre pegándote en la cara

el monograma indeleble de otra loca en su progenie.

Creo ver a unos muertos celebrar la boda,

mi ojo derecho -el que mira al olvido-

arranca del olvido precoz

la sonrisa que perfora la vergüenza.

Mi ojo izquierdo, el que mira a la vejez,

arruga del futuro, verruga de lo que fue terso,

se complace en las vísperas anticipando

tu rostro y el mío entre las llamas

arder como dos fotografías viejas.

¿Fui el fantasma de la noche

y de las noches luego felices,

las noches y las tardes

en que engendraste a tus hijos?

¿No fui acaso el olvido y lo reído por los esposos,

cuando la burla a los que pasaban raudos en el tren,

un rostro tiznado de furia asomándose

desde la locomotora, el primero de los que veían

desnuda a la virgen loca bailar con el idiota?

Dame al menos ese miserable papel en tu vida,

el del diario arrugado que se aleja por la ruta

que lleva a un pueblo de cobardes

la noticia titular que yo lamento.

Dime, hoy muda calavera de lo que amé

hasta la esquina misma del infortunio,

si yo, que albergo esta pecera de imágenes

donde hasta cabe Virgilio, no era entonces,

en la riente oscuridad, entre los labios

de la muerte que en la florida edad

todas las señas tienen de la vida,

sino lo ridículo y eterno donde lo llorado

llora lo que no ve de sí, ese sí mismo.

Matáme. Pero no

de a poco, como la vida.

De una palabra mátame.

De una mirada sola.

DEJA QUE HABLE EZRA POUND

Si no tienes nada que decir cállate
deja que hable Ezra Pound
desde las sombras el espléndido anciano
desde la fina línea de agua
el magnífico anciano
te muestra los genuinos billetes de su fortuna
y todos brillan legítimos peces
de un río infinito que sí
ése nunca se detiene.
Si no tienes nada que decir cállate
los altos caballeros las damas abigarradas
que vivieron y murieron y nacieron por esta sola causa
no pueden tener al lado
el tartamudeo de un enano
la cojera de un monedero falso
que delata que el oro de sus verbos
carece de aquella delgada línea de agua
esa finesse salvaje la impecable mancha
que no adorna la cabeza del animal escrito
-que cruza sólo un instante por el papel-
sino que sale de adentro del animal desfondado
de las vísceras vivas donde corre la sangre real
-ésa de donde proviene el color del colorado-
y palpita afuera como un monstruo de luz
como una imagen sin otra capilla que cada cosa
de cada universo posible e imposible
la que podría muy bien ser adorada
de pie y sin velos sin altares ni nada
-ni siquiera acólitos-
bajo el nombre de nuestra señora de los verbos
nimbada de estiércoles y nervios
de eclipses y novas oh tú
alta y baja sublime maliciosa
poesía que reinas sobre la amplia noche
y el delgado día.

martes, 13 de abril de 2010

Repaso final de Ininterruptus XXI

Jueves 29 de octubre de 2009
Novela: “De noche, casa por casa”
Autor: Vincenzo Consolo
Ganador: Nadie
Premio: Nada
Reiteración del autor: Nunca


“Vincenzo Consolo nació en Sant Agata di Militello (Sicilia) en 1933. Es escritor y forma parte del círculo de personajes nacidos en la bella isla siciliana que la añoran y vuelven a ella continuamente, como fue el caso de Leonardo Sciascia y otros próximos a él. Escribe y utiliza buena parte de su lengua local y dialectal y se dedica a recuperar y mantener vocablos sicilianos cuya proximidad reivindica el latín originario y otras lenguas a las que el propio latín o el siciliano sirvieron de tamiz para llegar a nuestros días. Ha escrito importantes obras como las que componen la trilogía que se inicia con Il sorriso dell ignoto marinaio y a la que siguen De noche, casa por casa (Muchnik), y El pasmo de Palermo. Pero también tiene otras como Le pietre di Pantalica, Retablo y Filosofiana. Por el rasgo de su escritura es de cierta complicación en su traducción, pero aún así tiene grandes traducciones en nuestra lengua. Probablemente uno de sus rasgos más destacables sea el de componer una generación de escritores de compromiso abierto frente a las corrupciones de Estado, frente a la derechización del sistema global y la pérdida de valores de la izquierda en Italia y en el mundo.”

(www.repúblicacultural.es)

lunes, 12 de abril de 2010

Repaso final de Ininterruptus XX

Viernes 23/ de octubre de 2009
Novela: “La muerte de Carlos Gardel”
Autor: Antonio Lobo Antunes
Ganador: Nadie
Ptremio: Nada
Reiteración del autor: Nunca

António Lobo Antunes (1 de septiembre de 1942, Lisboa) es un escritor portugués que ha sido candidato el Premio Nobel de Literatura.
Lobo Antunes es licenciado en Medicina, con especialidad de Psiquiatría. Entre 1970 y 1973 participó en la última fase de la guerra de liberación colonial de Angola, que ha sido tema recurrente en muchos de sus libros. Actualmente vive en Lisboa y se dedica exclusivamente a la literatura y el periodismo. En septiembre de 2008 el jurado de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara decidió que Lobo Antunes sería el ganador del premio FIL de Literatura en Lenguas Romances.
Obra selecta
Nota: en español ha sido traducido casi exclusivamente por Mario Merlino, por lo que se lo citará abreviadamente como MM.
• Memória de elefante (1979)
• Os cus de Judas (1979)
• A explicação dos pássaros (1981)
• Conhecimento do inferno (1981)
• Fado alexandrino (1983). Fado alejandrino, trad. Ascensión González Deus.
• Auto dos danados (1985). Auto de los condenados, trad. Mario Merlino, Premio Nacional a la mejor traducción de 2004.
• As naus (1988). Las naves, trad. MM.
• Tratado das paixőes da alma (1990). Tratado de las pasiones del alma, trad. MM.
• A ordem natural das coisas (1992). El orden natural de las cosas, trad. MM.
• A morte de Carlos Gardel (1994). La muerte de Carlos Gardel, trad. MM.
• Crónicas (1995). Libro de crónicas: una selección, trad. MM.
• Manual dos inquisidores (1996). Manual de inquisidores, trad. MM.
• O esplendor de Portugal (1997). Esplendor de Portugal, trad. MM.
• Olhares 1951-1998 (1999) (con Eduardo Gageiro)
• Exortação aos crocodilos (1999). Exhortación a los cocodrilos, trad. MM.
• Não entres tão depressa nessa noite escura (2000). No entres tan deprisa en esa noche oscura: poema, trad. MM.
• Que farei quando tudo arte (2001). ¿Qué haré cuando todo arde?, trad. MM.
• Segundo livro de crónicas (2002)
• Diálogos (2003)
• Boa tarde às coisas aquí em baixo (2003). Buenas tardes a las cosas de aquí abajo, trad. MM.
• Eu hei-de amar uma pedra (2004). Yo he de amar a una piedra, trad. MM.
• História do hidroavião (infantil, 2005)
• D'este viver aquí neste papel descripto: cartas de guerra (2005) Cartas desde Angola
• Sonetos a Cristo, trad. Dolores Vilavedra.
• Terceiro Livro de Crónicas (2006).
• Ontem Não Te Vi Em Babilónia (2006). Ayer no te vi en Babilonia
• O Meu Nome é Legião (2007). Mi nombre es legión
• O Arquipélago da Insónia (2008)
• Que Cavalos São Aqueles Que Fazem Sombra no Mar? (2009)
(www.wikipedia.org)


Lobo Antunes:«Hago novela porque no sé hacer poesía»

BORJA HERMOSO. Enviado especial


LISBOA.- Será porque el sol derritiendo Lisboa en tardes de mayo permite un número razonable de sueños, pero aquel viernes, hablando con António Lobo Antunes, olía a infancia rescatada, amores peligrosos y alcanfor de casa encantada en las calles traseras a la Avenida da Liberdade.

En una de esas calles, Rúa Gonçalves Crespo, en un estudio de pintor escondido tras un banal portón metálico de garaje, algunos de esos sueños se configuran y se transfiguran cada tarde a medida que el viejo alquimista de Benfica va manchando el folio blanco con tinta de bolígrafo azul y caligrafía de colegial aplicado. De ese bolígrafo y de esos folios han salido embriagadoras flores de ruina en forma de libros con títulos como Tratado de las pasiones del alma, El orden natural de las cosas, La muerte de Carlos Gardel, Manual de inquisidores, Esplendor de Portugal y Exhortación a los cocodrilos, todos editados en España por Siruela. Ahora, la editorial incorpora un nuevo título, inédito en nuestro país pese a haber sido escrito hace 22 años: En el culo del mundo.

Este retrato en sepia de la brutalidad de la guerra colonial y sus consecuencias psicológicas (uno de los pilares temáticos de la obra de Lobo, junto con el influjo perenne de la niñez sobre la edad madura, la omnipresencia de la muerte o la persistencia cruel de la memoria) es el primer título de la nueva Biblioteca Lobo Antunes. ¿Una biblioteca personal?: «¡Ja, ja!, estas cosas se les hace un poco a los muertos, pero bueno, está bien», comenta el escritor.

Una carta decisiva

Con 15 años le pasó algo quizá decisivo. Le escribió una carta a Louis-Ferdinand Céline para comentar su Viaje al final de la noche. Céline le contestó. Eso le espoleó no sólo en su hambre de libros, sino también en su relación con los demás, y en concreto en su relación con los que hoy son sus lectores: «Aprendí a estar siempre agradecido a la gente; hoy lo estoy a quienes pierden conmigo su tiempo y su dinero... se lo debo todo; a mí me produce pavor la sensación de defraudar a quienes confían en mi obra».

Nada es fácil en el compromiso ético y estético en que António Lobo Antunes ha convertido sus días cuando anda inmerso en un libro, que es casi siempre. Su convivencia cotidiana con las palabras es la convivencia de dos amantes que se buscan y se encuentran o, como diría Julio Cortázar, incluso andan sin buscarse pero sabiendo que andan para encontrarse: una especie de fatalidad.

Sus lectores, su editor, sus críticos, están ante el trabajo de un orfebre perfeccionista hasta la extenuación: «Hay una maquinaria invisible detrás de cada página, una maquinaria que el lector no ve, y no debe verla, porque si la ve, el libro ya no es bueno. Y esa maquinaria sólo funciona gracias a una cosa: trabajo. El trabajo es el que te permite hacer creíble el relato, vertebrarlo, enlazar sus elementos, organizar la obra, porque si sólo hablamos de emociones en estado bruto, ¡vaya caos! ¿El duende? Bah, sólo creo en el trabajo».

Y pone un ejemplo de esa eficacia, y no precisamente literario: «Las Meninas de Velázquez. Una de las mayores obras que se han hecho. Es la pintura de las pinturas. Comparados con Velázquez, casi todos los hombres me parecen pequeñitos». Aunque no es el único, ya que en las páginas de En el culo del mundo despliega una interminable galería de arte (Chagall, Modigliani, Vermeer, Cranach, Giotto, Cézanne...).

La maquinaria oculta, el duende invisible, los hallazgos que surgen ahí y ahora, incluso donde no se los espera, la mano que mece la pluma en primeras, segundas y terceras versiones pulidas hasta los confines de lo obsesivo... todo ese tiovivo literario no deja de sorprender a António Lobo Antunes, que confiesa su estupor: «Siempre hago dos versiones de cada capítulo, luego me lo vuelvo a leer todo otra vez, y entonces me sorprendo a mí mismo: hay una lógica interna, todo se estructura, todo tiene sentido, ¿por qué?, no lo sé, se me escapa». Si el escritor siguiera ejerciendo su viejo oficio de psiquiatra, a lo mejor estudiaría esos indescifrables mecanismos.

A veces, sostiene, «es como si el libro se hubiera hecho malgré moi (a pesar mío). Eso es, a menudo mis libros se hacen solos, a pesar mío. Un libro nunca pertenece del todo a su autor». Sólo un momento de quietud para el escritor en el tormentoso proceso de creación. El momento en el que lo abandona: «Un libro se acaba ahí, sólo en el momento en el que tu mano se queda feliz, y no antes. También hay otro síntoma, que no sé explicar bien, pero consiste en que el libro no quiere que lo trabajes más... si lo corriges más o lo rehaces, te repele».

El autor de Fado alejandrino evoca su perenne sorpresa ante el proceso por el que un relato toma cuerpo: «Hay que partir de una base: un libro nunca sale como lo has planeado. En mis primeras obras intentaba trabajar con un plan muy detallado, supongo que porque tenía mucha más inseguridad que hoy y entonces pensaba que un plan tan estudiado me iba a ayudar. Pero eso no es verdad».

Un organismo vivo

Su conclusión es un cruce de caminos entre la literatura y la biología: «Está claro, cuando un libro es bueno de verdad, es como un organismo vivo, y entonces dan igual los planes que se hagan con él». Lo que no ha cambiado con los años es su percepción acerca de lo que puede ser el libro perfecto: «El libro perfecto es ese que parece escrito sólo para ti. A mí me ha pasado con Chéjov; lo leía y pensaba: "Es sólo mío". Sentía celos. Compartirlo con otros lectores era como si compartiese a una mujer».

Eso es lo que le ocurrió con una de sus obras mayores, Manual de inquisidores. Hoy, Lobo Antunes ultima la primera versión de su nuevo libro, una historia de amor y muerte protagonizada por un travesti, pero en 1997 ya trató de incluir a un personaje así en su Manual...: «Lo intenté por todos los medios, pero acabé dándome cuenta de que el libro rechazaba al travesti, ¡ja, ja! Bueno, ahora lo he recuperado, pero se me presenta todo un desafío, porque yo no sé nada del mundo de los travestis, no conozco el mundo homosexual...». Y entonces, ¿cómo avanza Lobo Antunes en el retrato de un mundo que no conoce?: «Pues una amiga periodista me presentó a varios travestis. Hablé con ellos. Pero no saqué provecho alguno para mi libro. Así que ya ves, he tenido que inventarme todo».

También se le apareció esa idea del libro como organismo vivo cuando escribía la que hasta ahora es su última obra publicada en España, Exhortación a los cocodrilos, una polifonía de cuatro voces femeninas que hablaban de un grupo terrorista en el Portugal posterior a la Revolución de los Claveles: «Era un reto escribir desde el punto de vista femenino: ¿qué sabemos los hombres de las mujeres? ¿qué sabe un hombre sobre cómo es el orgasmo de una mujer? ¿qué sabemos nosotros de la primera menstruación?».

El primer «poema»

Su último libro publicado en Portugal (no así en España) es No entres tan deprisa en esa noche oscura, -título fascinante donde los haya, aunque por obra y gracia no suya sino de Dylan Thomas, conscientemente «asimilado» por Lobo-, un fresco de casi 600 páginas al que el autor, por primera vez, ha llamado «poema».

«¿Por qué lo llamé poema? Se refiere a todo un mundo de estructuras y de asociaciones... en la poesía se trabaja con cosas anteriores a las palabras, como las emociones y los sentimientos, muy complicados de asociar, de estructurar. Tenía en la cabeza la estructura de un poema largo, pero en el fondo sigo sin comprender muy bien la diferenciación de géneros. Yo, en realidad, no sé qué es la poesía... porque no la sé hacer».

La poesía, Lobo Antunes parece mirarla desde dos ventanas: una se abre a una especie de impotencia humilde («hago novela porque no sé hacer poesía», asegura); la otra, a un embeleso de lector que idolatra a sus dioses con la envidia sana de un subcampeón. Dioses como Lorca, por ejemplo. Entonces, Lobo mira al fondo del estudio y desgrana en su delicioso castellano de eses portuguesas:

Por tu amor me duele el aire,

el corazón y el sombrero.

«Mira, es muy, muy bueno. Hay música, hay sorpresa. Gente como Lorca o Salinas te enseña a utilizar las palabras». Y expulsando el humo del enésimo Gigantes («aaaaaahh, estoy intentando dejarlo, pero...») remacha su profesión de fe:

-Las palabras tienen valor por sí mismas, son como diamantes.

Luego se va Lobo Antunes hacia la mesa y los folios. A seguir esculpiendo. Eso, diamantes.

Recelo hacia el Nobel, la crítica, los editores y los actos sociales

Por las mañanas escribe en un hospital psiquiátrico de monjas del Sagrado Corazón, donde le ceden un despachito. Por las tardes se encierra en el estudio de José, su primo pintor, entre discos de jazz, fotos de Marilyn Monroe y pinturas de colores chillones. Rehúye su casa, «hay ruido, porque viene mi nieto y no puedo trabajar». Por las tardes cruza la calle y merienda en el bar de enfrente, con su primo y su amiga, la dueña del garito. Lobo recibe con una sonrisa tranquila pintada en sus ojos azules y habla de libros, de música, de fútbol, del amor, del desamor, de la guerra, de mujeres, de Lisboa, de su pavor a los nacionalismos...

Y reparte a diestro y siniestro: críticos, editores, profesionales del juego de salón... nadie se libra. «Es curioso, hay críticos a los que sólo se les ocurren cosas horribles cuando hablan o escriben de autores de su país, y total ¡para encumbrar a un chino al que nadie conoce, sólo ellos porque lo han convertido en su propiedad privada! A mí también me ha pasado. Ahora, en Portugal hay unanimidad en torno a mí, pero durante muchos años no fue así; yo leía críticas que nada tenían que ver con mi literatura, sino con mi personaje, con cómo era yo. Confundían las razones por las que no les gustaban mis libros con las razones por las que no les gustaba yo, eran críticas políticas, más que literarias» (Lobo militó en el Partido Comunista, del que acabó desencantado). Y añade con un tono de profundo hastío: «A veces la crítica escribe sobre personajes que ella misma inventa y sobre libros que también inventa, y no sobre personajes reales o libros reales».

Pero no es la crítica -o un sector de ella- el único blanco de las flechas envenenadas de Lobo Antunes. Obsérvese cómo con pocas palabras también pone en su sitio a algún que otro editor, así, en abstracto, sin dar nombres, que siempre queda feo: «Hoy me llaman sin parar de todas partes para hacerme ofertas, hoy parece que soy indiscutible; pero no siempre fue así, ¿sabes? A mí, en España, por ejemplo, me rechazaron muchas editoriales importantes porque les parecía muy malo... hasta que llegó Siruela, donde estoy encantado». Esos mismos editores le lanzan hoy a Lobo Antunes incensantes cantos de sirena que él no pone mucho esfuerzo en atender, al menos por ahora.

Ademas, lo suyo no es fingir, quizá porque no adora precisamente lo que tenga que ver con el escaparatismo social o los sinuosos vericuetos de las relaciones públicas. Los saraos no le encandilan: «Cuando voy a una fiesta, al pasar una hora me quiero ir, me parece estar perdiendo el tiempo, pienso que estaría mejor en casa viendo un buen partido de fútbol o un buen combate de boxeo... las cosas sociales me aburren. Coincido con escritores que hablan mal de otros escritores; suelen ser autores menores, claro, porque los escritores realmente buenos no son envidiosos».

Este eterno poseedor de boletos anuales para el Nobel ha cambiado de actitud: «Antes me importaba, hoy me da igual. No se lo dieron nunca a mis autores favoritos, como Conrad o Tolstoi; cuando te dan un premio, es mejor pensar qué es lo que has hecho mal».
(www.elmundo.es)

sábado, 10 de abril de 2010

Repaso final de Ininterruptus XIX

Jueves 15 de octubre de 2009
Novela: “Prado florido”
Autor: John Galsworthy
Ganador: Nadie
Premio: Nada
Reiteración del autor: Nunca


“John Galswohrty - Novelista y dramaturgo inglés, uno de los más famosos y populares a comienzos del siglo XX. Nació en Kingston (Surrey), y estudió en Harrow y en Oxford. Se doctoró en Derecho en 1890 pero pronto cambió la abogacía por la literatura. Galsworthy publicó sus primeros libros con el seudónimo de John Sinjohn. Sus obras retratan principalmente la vida de la burguesía inglesa; sus dramas se centran habitualmente en este estrato de la sociedad, pero en ocasiones se ocupan también, compasivamente, de los pobres y de cuestiones de justicia social. Su pieza teatral La caja de plata (1906), la primera en la que utilizó el recurso de presentar a dos familias paralelas y contrapuestas, tuvo una favorable acogida. La mayoría de sus novelas cuentan la historia, desde la época victoriana hasta el primer cuarto del siglo XX, de una familia inglesa de clase media alta, los Forsyte. El cabeza de familia es Soames Forsyte, y ejemplifica la característica de su clase social por la acumulación de bienes materiales, aunque a menudo entre en conflicto con los valores humanos. La serie de los Forsyte incluye las siguientes obras: El propietario (1906), la novela corta El veranillo de San Martín de un Forsyte (publicada en el volumen Cinco cuentos, 1918), En el tribunal (1920), Despertar (1920) y Se alquila (1921). Estos cinco títulos se publicaron conjuntamente con el nombre de La saga de los Forsyte (1922). Galsworthy reanudó la historia de los Forsyte con El mono blanco (1924), La cuchara de plata (1926) y El canto del cisne (1928), que se publicaron bajo el título de Una comedia moderna (1929). A éstas siguieron a su vez Esperanzas juveniles (1931), Prado florido (1932) y Más allá del río (1933), publicadas póstumamente bajo el título El final del capítulo (1934). Entre sus obras de teatro cabe destacar Disputa (1909), Justicia (1910), La paloma (1912), Un viejo inglés (1924) y El tejado (1929). Galsworthy recibió la Orden del Mérito en 1929 y en 1932 el Premio Nobel de Literatura.”

(www.epdlp.com)

viernes, 9 de abril de 2010

Repaso final de Ininterruptus XVIII

Lunes 12 de octubre de 2009
Cuento: “Las tejedoras sin hombre”
Autora: Luisa Mercedes Levinson
Ganador: Nadie
Premio: Nada
Reiteración del autor: Nunca

"Luisa Mercedes Levinson, tejedora maldita"

La autora de La pálida rosa de Soho, de cuya muerte se cumplen diez años, fue una de las escritoras argentinas más excéntricas e imaginativas de la segunda mitad del siglo.
ENTRE las escritoras que actuaron en el escenario de la vida literaria porteña a partir de 1950, ninguna tuvo personalidad tan excéntrica como Luisa Mercedes Levinson. Había sí, en ese tablado, algunas y algunos excéntricos tal vez más detonantes, pero eran sólo máscaras. En cambio Lisa, según el primer término del seudónimo (Lisa Lenson) que usó en sus comienzos y fue adoptado después por íntimos y amigos, era un personaje genuinamente singular, sin disfraz. El sombrero de grandes alas que cubría el peinado negligente, la cosmética muy cine mudo que agrandaba sus preciosos ojos, el llamativo collar que realzaba el vestido, en general sobrio, eran la manifestación de un extraño interior, ricamente imaginativo y poblado de visiones, sueños y fantasmas.
Es el mundo que Luisa Mercedes Levinson tradujo en palabras. Pero no fue ella la protagonista, no fue la suya una actitud romántica, confesional. Tampoco fue su condición femenina un factor relevante en su obra. Como la pitonisa sentada en su trípode, proclamó lo que vio y soñó, sin interponerse en el camino de sus personajes. Es verdad, ellos son ella o él, como sucede en toda creación, pero fraccionándose neta e individualmente, según lo exige, o recomienda, la narración (la novela, sobre todo) y el teatro, dos formas literarias (el teatro es, en parte, literatura) que la escritora practicó en la mayoría de sus libros. En ellos, pues, están sus invenciones, desde las realistas hasta las fantásticas, desde las oníricas hasta las esotéricas.
Se han celebrado muy justamente sus narraciones realistas, los "cuentos de la selva", entre los que "El abra", "Los dos hermanos" o "La familia de Adam Schlager" merecen siempre el honor de las antologías. Pero se ha prestado menos atención a los demás, acaso no tan fácilmente atrayentes como sus certeros enfoques de habitantes y paisajes del Litoral argentino, y, sin embargo, presentes de modo ineludible en su obra, pruebas de variedad y originalidad en el conjunto literario de su época.
En una oportunidad, el ilustre hispanista francés Jean Cassou se preguntó: "¿De dónde le viene a Luisa Mercedes Levinson esa intuición para percibir las cosas oníricas y su sabiduría de lo secreto, por terrible que sea, para descubrir lo que queda detrás de las cosas?" Es una pregunta de ardua respuesta. Algo de esa evidente singularidad podría rastrearse en sucesos de su vida. No ha cumplido diez años y la pequeña Luisa inventa una pieza de teatro. Escribe versos, transcribe sueños (tan importantes en su obra literaria), toma clases de arpa y llega a dar conciertos. El instrumento era una presencia de otro tiempo en un ángulo (como en el célebre poema de Bécquer) de la romántica sala de su casa, con hispánicas rejas sobre las calles Teodoro García y 11 de Septiembre.
Su inclinación filarmónica halla en el teatro musical un incentivo persistente. La llevan al Colón y ante los ojos admirados de la niña desfilan personajes e imágenes variadísimas. Escenarios griegos y romanos, proporcionados, luminosos; escenarios medievales, sombríos o abigarrados; el Gran Siglo francés; la Contrarreforma española; ciudades de Italia; salones del siglo XIX excitan hondamente su predispuesta imaginación. Y personajes de Shakespeare, Schiller, Víctor Hugo, Victorien Sardou la conmueven por sus pasiones violentas, por sus amores trágicos. Pero lo que a la adolescente Luisa impresiona particularmente son los dioses y los héroes de la mitología germánica, a través de El anillo del nibelungo , la imponente tetralogía de Ricardo Wagner. En su obra hay frecuentes ecos de ese fuerte impacto. Cuando se tocaba el tema, Lisa solía lanzar el vibrante hoiotoho! de las valquirias, el mismo que entona Federica Kluger, cantante wagneriana y personaje protagónico de su drama Tiempo de Federica .
Antes de publicar, en 1951, su primer libro, cuentos suyos han figurado en El Hogar , Atlántida , Leoplán y otras revistas. La novela, transcripción de un sueño, se titula La casa de los Felipes . En 1954, en colaboración con Borges, escribe un cuento titulado "La hermana de Eloísa". No olvidará la provechosa lección junto a un maestro de la narración breve. A partir de entonces abandona el seudónimo de Lisa Lenson, utilizado sobre todo en sus colaboraciones periodísticas.
En 1956 aparece Concierto en mi . A propósito de esta obra, recuerdo una anécdota que se contaba hace años. La autora consultó acerca del título a su amigo Conrado Nalé Roxlo, excelente poeta y hombre socarrón. Suponiéndola desconcertada, Nalé le propuso: "Lisa, ¿y por qué no le ponés Desconcierto en mí ?" Luisa Mercedes Levinson tenía mucho sentido del humor y se divertía con estas ocurrencias.
Roger Caillois incluye a la autora en la antología La Puissance du rêve y Francis de Miomandre traduce al francés su cuento "El abra", publicado en Les Cahiers du Sud . El poeta St. John Perse lo consideraba uno de los mejores cuentos escritos en la América Hispánica, "una obra maestra de pasión y violencia contenidas". En 1959 se edita uno de sus libros consagratorio, La pálida rosa de Soho , y en 1962 se estrena en el Teatro Municipal General San Martín Tiempo de Federica , con la que inicia una serie de obras de teatro que completan Julio Riestra ha muerto y dos juguetes: cómico uno, La visita de pésame , y trágico el otro, Una tal Pálida Rosa .
Pero la sustancia de su obra está en los cuentos y las novelas. Luego de La pálida rosa de Soho , libro de cuentos que gana el Premio Municipal de Literatura y el Premio Provincia de Buenos Aires, aparecen La isla de los organilleros (novela, 1964), Las tejedoras sin hombre (cuentos, 1967), La casa de los Felipes (novela, 1969, totalmente rescrita), A la sombra del búho (novela, 1972), El estigma del tiempo (cuentos,1977), Úrsula y el ahorcado (cuentos, 1982) y El último zelofonte (novela, 1984). Un itinerario cada vez más abierto a lo simbólico.
En 1984, en el volumen dedicado a ella de la colección Escritores Argentinos de Hoy, que yo dirigí entre 1983 y 1989 para la desaparecida editorial Celtia, incluyó como colofón un epitafio en verso cuyos autores son sus propios personajes: "Luisa Mercedes Levinson, tejedora maldita / de las pálidas rosas que flotan en los ríos, / de los organilleros con islas de vacío / y de los Julio Riestra fantasmas de la Boca. // ¿Por qué nos amarraste con hilos de derrota?/ Los nocturnos Felipes en la casa habitada / por ecos de la nada. / El búho con su sombra urde las profecías: / la noche está en el día, / la sangre, adolescente / el tiempo y su estigma es caliente, caliente. // Mas ya nos alejamos, tejedora maldita / que nunca tejió un suéter. Igual que Federica. / Úrsula está llegando con su ahorcado: jocundos / te darán un concierto, volarán por los mundos. // Hoy tus personajes de islas sumergidas / irrumpen a la vida. / ¡Cuidado, Úrsula llega! Ya sale de su tríptico / montada a zelofonte (un personaje mítico). / Y mientras tú te pudres en pasadizos crípticos / nos vamos de parranda del brazo de los críticos".
Reunidos junto a la tumba de su autora, sin posibilidad de nuevos vástagos, estos hermanos solidarios emprenden su azaroso camino. La tejedora maldita ha tejido sus destinos con hilos de derrota, pero ellos se liberan finalmente de la jaula donde ha querido encerrarlos, para ofrendar sus enigmas a quienes se empeñen en descifrarlos.
Por Jorge Cruz
Para La Nacion - Buenos Aires, 1998

martes, 6 de abril de 2010

Repaso final de Ininterruptus XVII

Lunes 24 de agosto de 2009
Teatro: “El arado y las estrellas”
Autor: Sean O´Casey
Ganador: Nadie (casi Agustín Alezzo)
Premio: Nada
Reiteración del autor: Nunca


“SEAN O´CASEY - Dramaturgo irlandés que ofrece en sus obras un retrato realista de la vida en los bajos fondos de Dublín y la batalla por la independencia irlandesa. Fue una de las principales figuras del renacimiento de la literatura irlandesa a comienzos del siglo XX. O'Casey nació en Dublín, el 30 de marzo de 1880. Vivió en los arrabales de la ciudad y durante su juventud trabajó como obrero no cualificado. Participó activamente en el movimiento obrero irlandés y en la lucha contra el gobierno británico, pero su descontento con el liderazgo burgués de los nacionalistas le impidió tomar parte en el Levantamiento de Pascua, a partir de entonces utilizó el teatro como vehículo de protesta política y social. Sus obras, basadas en episodios de su propia vida, se caracterizan por el lirismo de su prosa, la abundancia de situaciones dramáticas y un gran sentido del humor y la ironía. Al mismo tiempo, ponen de manifiesto una honda comprensión de la tragedia de la vida cotidiana y un odio exacerbado hacia la opresión política y religiosa. Muchas de las obras de O'Casey se estrenaron en el famoso Abbey Theatre de Dublín. Pese a ser reconocido desde los inicios de su carrera como uno de los principales dramaturgos irlandeses, O'Casey se trasladó a Inglaterra en 1926, desalentado por la mala acogida de su obras. Durante una representación de El arado y las estrellas (1926) en el Abbey Theatre, el público provocó graves disturbios, enfurecido por su verídica descripción del carácter irlandés. Otras obras dignas de mención son La sombra de un pistolero (1923) y Juno y el pavo real (1924). Además del estilo realista empleado en estas obras llenas de fuerza y expresividad, O'Casey desarrolló con éxito las teorías expresionistas y simbolistas en Hojas de roble y espliego (1928), Rosas rojas para mí (1942), una obra semiautobiográfica, y Canta, gallo, perseguido (1949). Su autobiografía en seis volúmenes se publicó entre 1939 y 1954; en ella el autor emplea la técnica del monólogo interior para narrar su vida personal y su experiencia en el teatro. O'Casey murió el 18 de septiembre de 1964 en Torquay, Inglaterra.”

(www.epdlp.com)

domingo, 4 de abril de 2010

La casa en desorden o Bestiario interior



Para acompañar esta breve noticia con la evocación de don Julio Florencio Cortázar, el autor que estuvo tanto al final como al comienzo del ciclo nocturno de Párrafus Interruptus, diré que en esta maldita semana santa estamos en casa meados por las mancuspias.
A la cirugía de Cristina (cálculos en la vesícula de una contadora son inevitables, seguramente), programada para el próximo martes, se suma la angina viral del Fulanito, mi infección galopante en la muela del juicio y la notebook repleta repentinamente de los simpáticos virus informáticos que se meten por la Internet.
Agreguemos a todo esto algo ya crónico: el bloqueo 2010 en mi escritura. Y cerremos con algo nuevo: al arribo de las más largas noches de otoño, ahora sí, allá por el medio de su transcurso, empiezo a extrañar a Párrafus…
Triste y preocupado, entonces, saludo con esta melancólica nota a don Hugo Nestor Paredero en el cuarto aniversario del lanzamiento de su último espacio radial, aquel irrecuperable 4 de abril de 2006.

También, a los compañeros creyentes, saludo respetuosamente en estas pascuas.

Buenos días.

viernes, 2 de abril de 2010

Repaso final de Ininterruptus XVI

Martes 23 de junio de 2009
Poesía: “El cántaro de plata”
Autor: Fermín Estrella Gutierrez
Ganador: Nadie
Premio: Nada
Reiteración del autor: Nunca


FERMIN ESTRELLA GUTIERREZ - (Almería, 1900 - Buenos Aires, 1990) Poeta, narrador y ensayista argentino. Se dio a conocer a con el poemario titulado El cántaro de plata (1924), obra de estética romántica (en un momento de novedades vanguardistas) caracterizada por su hondo lirismo y su tenue melancolía. Al año siguiente publicó un nuevo volumen de versos, Canciones de la tarde (1925), al que siguió, en el curso de aquel mismo año, su tercer poemario, titulado La ofrenda (1925). Posteriormente, incrementó su obra lírica con nuevos títulos como Los caminos del mundo (1929), La niña de la rosa (1931), Destierro (1935) y La llama (1941), hasta que, ya consagrado como uno de los poetas argentinos más célebres, fue galardonado con el Premio Nacional de Poesía por su obra titulada Sonetos a la soledad del hombre (1949).
Tras un largo paréntesis, ofreció una selección de sus mejores composiciones bajo el título de Antología poética (1963), para volver, al cabo de cuatro años, con una nueva entrega lírica titulada Sonetos del cielo y de la tierra (1967). Fue miembro de número de la Academia Argentina de Letras, de la de Ciencias y de la Academia de Rubén Darío. En su faceta de prosista, dio a la imprenta los relatos breves de Memorias de un estanciero y otros cuentos (1949). De sus textos ensayísticos destacan Panorama sintético de la literatura argentina (1938), San Martín: Páginas escogidas sobre el Héroe (1950), Arturo Capdevila (1962) y Recuerdos de la vida literaria (1966),


(wwwbiografiasyvidas.com)