miércoles, 29 de abril de 2009

Introspección ininterrupta

Entre los Comentarios de la semana pasada hubo uno que estuve rumiando hasta hoy, y no hay caso. No le encuentro la vuelta. Ahora, mientras le preparo el almuerzo al Fulanito, se me ocurre que quizá los Ininterruptus consecutivos de anoche y anteanoche me ayuden a interpretarlo.

Dijo Ja!:

“La apuesta. Contra el absoluto, por supuesto: sólo contra el absoluto apuesta un verdadero jugador. Y la certeza: nada hay en el juego que no sea anhelo de derrota. No, aquellos que no juegan no son hombres.”

Fernando Terreno, uno de los que destacó ese Comentario, me aportó nueva confusión al celebrarlo en los siguientes términos:

“Lo que me pareció IMPECABLE es lo que pone JA!: lo de la apuesta contra el absoluto (mandinga, el indino, o el que sea) y SOBRE TODO eso de que los competitivos sólo desean (mos) la derrota.”

Al respecto, en principio le pediría al compañero oyente Fernando que me explique lo sugerido por Ja! con palabras más sencillas, al alcance de un humilde egresado de la primaria. Por el momento, con mi escasísima dotación yo diría que se desprende de su elogio una interpretación que no puedo acabar de compartir. Sobre todo porque Fernando asimila “el absoluto” de Ja! a el Mal (la mala suerte, el azar, o algo así) y porque, creo, equipara “anhelo” con “deseo”, que no son lo mismo -como no son lo mismo “placer” y “goce”, según enseña el buen psicoanálisis.
Los últimos Ininterruptus echan nueva luz, a mis ojos, sobre esta cuestión.
Ya lo escribí el año pasado, aunque con cierta vacilación o pudor: Una noche, en el trabajo, volví sonriente a mi puesto después del programa y el compañero que me había suplantado me preguntó si había ganado. “No. Pero no ganó nadie”, respondí.
O sea: Como dice Hugo (me escudo en Hugo, vuelvo a decirlo con pudor), no es un drama, ni una frustración, ni una desdicha, ni debe ser ocasión de reproche o replanteo que un Párrafus quede Ininterrupto. Para mí, además, es una oscura satisfacción. Apostar contra el absoluto sería aspirar, entonces, a ganar todos los juegos. El anhelo de derrota, la derrota de los demás.
¿Qué me dice, Ja!? (*)

El Fulanito ya se lastró su bifecito con calabaza y ahora pide la fruta. Mientras rayo su postre voy a pensar si pongo o no esto en el Blog. Me detiene la idea de que Hugo podría decir, si lo comentara, que “a Perenchio le alegran las noches sin ganador”. Y no es eso. Alegría es ganar en 12 segundos (mediante la segunda estrategia sospechada en Verónica Cornejo) con “El mundo es ancho y ajeno”. Lo otro es, repito, una oscura satisfacción. Que tal vez la insistente lectura del doctor Freud (ya que el psicoanálisis no está a mi alcance) me ayude a esclarecer algún día.
Chau. Saludos.


(*) ¿El seudónimo elegido por este oyente será por burlón o por rastafari analfabeto?

martes, 28 de abril de 2009

Nuevo visitante ilustre

Mario ha dejado un nuevo comentario en su entrada "¡Miralo a mi pollo!":

Mario dixit:

Las consideraciones vertidas hacia mi persona me mueven a hacer
algunos comentarios.
Siempre fui un cultivador del perfil bajo, lo soy y lo seguiré siendo.
Pruebas al canto(melómano al fin)son los avatares de mi participación en P.I.
Comencé, como corresponde, haciendo
do mis primeras armas en el extinto
concurso sucursal(!Ave Fénix!,para
cuando)y después de un par de sorteos
afortunados (tres para ser exácto)y sólo a instancias de mis "Terribles Padres"-perdón los de Cocteau- P155-me animé a jugar en primera. Con todo seguí por algún tiempo en "La cocina" P183 del programa
y pasé no pocas tribulaciones antes
de acertar el P196 "Werther".
Cierta vez me comunique desde el sotano. P212 "Las ratas", otra desde
un camposanto P272 "Cementerio de
automóviles" y casi náufrago pude
llamar, P284 "En el bote".
Reconozco que tuve momentos de mucho brillo P251"La plaza de diamante"y más aún P470 "Un diamante
grande como el Ritz", pero en otros
caí en un profundo desamparo P308
"Soledad para cuatro".
A veces no tuve otra que salir
al aire enmascarado P339 "Los disfrazados" e incluso sufriendo pro-
fundas transformaciones P384 "Las
metamorfosis" de las que traté de
salir P349 "A grito pelado".
Muy a pesar mío entré P472 en
"La vorágine" y llegué a acertar
muy poco iluminado P511 "Luz de
gas".
Por suerte me reconcilié con mi
viejo P473 "Papá querido" y otras
veces sólo un profundo sentimiento
místico me movió a participar en el
programa: P320 "Cántico espiritual"
y P475 "El templo de las mujeres".
"Parrafus apartus" merece mi logro en P521"El soldado fanfarrón";
si bien en su momento serví a la
patria, en la actualidad no me mueven inquietudes castrenses ni militares(¿acaso el ininterruptus P514,
tuvo que ver al respecto),y en cuanto al adjetivo: al que le quepa el
sayo que se lo ponga.
Por lo expuesto creo que mi "Condición humana" P530 y supongo la de
la gran mayoría obedece a impulsos
de variada índole, a veces contradictorios, que hacen precisamente a
la riqueza de nuestra condición.
Debo decir, subrayando mi bajo perfil, que tuve el gusto de estar presente entre la multitud(es un decir)que en aquella inolvidable jornada de abril de 2007 asistió a su
doble triunfo(Poe-Cortazar) y a la
posterior charla "in vitro" con H.P.
(para cuando Anthony Throllope en
atención a Laurita?).


Publicado por Mario para Los Parrafistas a las 26 de abril de 2009 17:46



Mario ha dejado un nuevo comentario en su entrada "¡Miralo a mi pollo!":

Mario dixit: (continuación)


No me mueve pues ningún afán de
Gloria-me basta con el de Vivaldi
y el de Poulenc y por que no con
la de Don Ramiro, ni creo hacer méritos suficientes para pertenecer al club en que se me da la
bienvenida, aunque acepto el titulo de amigo personal con que me ha
honrado en una entrada anterior.
Por lo demás agradezco sus buenos augurios para el certamen final en el que sólo deseo poder alcanzar los logros obtenidos el año anterior.
Por último me parece oportuno
dar un toque de tipo musical a és
tas reflexiones citando a nuestro
común amigo Demetrio Sumallacta
que con los sones de su flauta llenaba de magia los parajes andinos
en la novela de C .Alegria.
¿Adonde? ¿Adonde? (cap.final de El
mundo.....) iríamos a parar si se
nos va Hugo por lo que salga en el
formato que salga, él y su programa.
sí serán siempre muy bienvenidos.
Hechas éstas meditaciones me re-
tiro a mi "Bahía de silencio" P528.


M.T. economista, ajedrecista y melómano, nunca megalómano.


Publicado por Mario para Los Parrafistas a las 26 de abril de 2009 18:35




Humberto Maturana Romesín ha dejado un nuevo comentario en su entrada "¡Miralo a mi pollo!":

Si Perenchio, Mario Tsolakian es un alma noble y cultiva el bajo perfil.
Cosa que otros parrafistas, ni siquiera en sueños habrán de lograr ..
Quien quiera oir, que oiga.

Publicado por Humberto Maturana Romesín para Los Parrafistas a las 28 de abril de 2009

sábado, 25 de abril de 2009

Postrimerías de abril

Sobre el final del primer programa de la semana, Hugo resaltaba el hecho de que el autor de la noche, André Malraux, también había incurrido en actividades políticas, llegando a ministro de cultura de Francia. Y se preguntó si este sería el primer autor-ministro que aparecía en el programa. La respuesta es no. También, como recordábamos hace poco en este Blog, tuvimos en Párrafus “el acompañamiento” del dramaturgo argentino Carlos Gorostiza, ministro (o quizá se llamara Secretario) del gobierno de Raúl Alfonsín. Quizá no sea el único, pero es el primero que me viene a la memoria.
Sobre Joaquin Giannuzzi, el autor del martes, lo que podría agregar es que un amigo lectoyente, Antonio, nos acercó el dato que se me escapaba las otras noches. El poeta estaba casado con una escritora, y su nombre (nombrémosla, aunque podría ser que algún día apareciera en el juego) es Libertad Demitropulos.
De Juan Eugenio Hatzenbusch, ¿qué decir? Es la primera vez en mi perra vida que lo oigo nombrar. Y “Los amantes de Teruel”, por mí podía ser una canción, una opera, un cuadro, tal vez una leyenda (como también lo es), pero jamás lo hubiera relacionado con teatro. Y aunque lo relacionara…
Y al peruano Ciro Alegría, también escritor y político, lo estaba esperando. Y lo esperaba con su obra magna: “El mundo es ancho y ajeno”. De ahí que tuviera tan presente el título de su primera parte o capítulo: “Rosendo Maqui y la comunidad”; de ahí los 12 segundos de mi victoria. Me pasó con esa novela algo parecido a lo que contó Hugo; él dijo que, después de tres o cuatro intentos, por ahora renunció a leerla. Yo la leí hace muchos años, con bastante interés y regocijo, pero creo que, hoy en día, sería absolutamente incapaz de volver a leerla. Demasiado farragosa, sobrecargada, y tal vez, como dijo nuestro conductor, con cierto déficit anticlímax por la excesiva conciencia del autor de que estaba manejando elementos densos y potentes. De todos modos, la acepto como premio, aunque ahora vaya a tenerla repetida.
Y la última noche fue de Ininteruptus. Se trataba de teatro, pero ninguno de los cuatro o cinco especialistas en el género dieron en la tecla –o tal vez alguno de ellos no escuchó esa noche. Y ningún otro dio el batacazo. Por mi parte, y aún siendo el menos indicado, me atrevo a aventurar que el autor era argentino, tal vez de los más primitivos dramaturgos nuestros (no tanto como Juan Cruz Varela, pero sí de los tiempos de Pacheco o Pico), y que en el título estaría una palabra como ‘político’ o una de la familia. Pero eso es todo. O sea: ni la más puta –y esto no es una pista.
Y esto es todo para cerrar mi intermitente glosa semanal. ¿Algún comentario? Bueno, gracias. Chau.

viernes, 24 de abril de 2009

¡Miralo a mi pollo!

Qué cosa, ¿no? Donde menos se espera salta la liebre. ¿Quién hubiera dicho?: Mario Tsolakian narcisista.
La otra noche, el domingo, ya lunes, en la charla con Hugo después de “La condición humana”, Mario expuso ciertos rasgos inesperados de su… humana condición.
Se tocó el tema de los posibles cambios en la mecánica del juego. Al respecto, debo reconocer que, con “Adiós al timbre”, tal vez contribuí involuntariamente al malentendido suscitado por unas palabras que nuestro conductor había dicho como pensando en voz alta. Glosando aquello, erré en un par de términos (“planteó”, “propuso”) y en no ponerle signos de interrogación a mi título. Pero creo que al final, reclamando los papelitos para el sorteo y deseando suerte, quedaba claro que abogaba por el cambio sugerido solamente en plan de joda –solamente porque se clausuraba un sistema en el que me había ido bien. De todos modos, a raíz de ese texto se dio en el Blog un nutrido intercambio, que siempre es bienvenido.
Pero ahora, el lunes, Mario se azoraba: si el ganador surgiría de un sorteo entre todas las llamadas correctas recibidas durante la lectura, ¿cómo se produciría el diálogo con Hugo?
“¿El diálogo?”, pensé. “¿Qué importa el diálogo?” Después recapacité: “Claro, está bien. Mario quiere decir que una parte del premio por ganar es la posibilidad de charlar con Hugo. Y con un sorteo a posteriori de la llamada, eso se perdería.” Pero, ¿sólo eso quiso decir el hombre de Palermo? Hugo no llegó a responder. Tal vez no había pensado cómo implementar eso. Pero aprovechó para aclarar que lo dicho sobre un cambio en el programa era sólo una ocurrencia, una variante que intempestivamente le vino a las mientes mientras llegaba a la radio una noche.
Después, la preocupación de Mario por el posible final de sus alocuciones en Párrafus adquirió nuevos ribetes cuando, preguntado por nuestro conductor, dijo que no, que él no escribe, que siempre valoró más la lectura que las veleidades literarias, y que, en realidad, más que la lectura, que la literatura, valora la música. Entonces se nos reveló como melómano, cultor de la llamada “música clásica”, y… oyente de un programa donde, como en Párrafus, se plantea un enigma, musical en ese caso.
No dijo el nombre del programa ni en que radio se escucha, pero nombró al conductor Pablo Novak. Y dijo Mario que también allí suele resolver el enigma y salir triunfador con cierta frecuencia. Pero, agregó, pudoroso, lo escucha desde antes de Párrafus.
De manera que -se me ocurrió pensar- habría entre nosotros otro escuchante compulsivo, ávido de participación, triunfo y gloria, ¿no?
Vislumbres de esto había percibido también en las palabras de otros oyentes. Roberto López Motta, por ejemplo, en su primera y única –por ahora- victoria de este año, dijo que a veces le dan ganas de estrangular al ganador que se le adelanta cuando él sabe la respuesta. Fernando Terreno también tiene una tesitura de similar tenor, creo, cuando califica abiertamente al enigma literario Parrafista de “timba”. Y entre los Comentarios de estos días en el Blog, ahí están las palabras de María Inés Azarri:

“Señores: hay pocos lugares dónde podemos competir sin culpa, sin dañar a nadie, sin perder públicamente la dignidad y expresar a los gritos el triunfo en la intimidad de nuestro hogar...”

Por tanto, bienvenido al club, Mario Ts. Créame que no quiero censurar de ninguna manera en este texto su avidez triunfadora, y que incluso lo ratifico como mi candidato para el certamen anual 2009; algo que no digo ahora, cuando usted, con 9 victorias, encabeza la tabla, sino que lo escribí tras los primeros juegos del año.
Además, con efusiones o confidencias como la de Mario (alejadas de la humildad, la calma y la benevolencia que tanto campea) no me siento -en algunas cosas, en esto- tan solo.

jueves, 23 de abril de 2009

Giannuzzi, Malraux y Alonso

Que raro lo de Merlo, ¿no? Apenas 5 partidos, una buena minicampaña (tres ganados, uno empatado y uno perdido), media ciudad apoyando, y ya renunció a la dirección técnica de Rosario Central. ¡Qué diría el negro Fontanarrosa!
Pero en realidad no pensaba en Merlo, en Jota Jota o en Fontanarrosa, sino en Alonso. Pensaba que Rodolfo Alonso, el poeta, traductor y editor, es, para mí, el nexo -el enganche- entre los dos primeros autores de esta semana.
De André Malraux, Hugo leyó “La condición humana”. Ganó el juego Mario Tsolakian, que dijo haber leído la novela hace muchos años y solo recuerda el nombre de uno de sus personajes y que trascurre durante una guerra revolucionaria en China. (Otras declaraciones de Mario tras este triunfo, acerca de posibles cambios en el juego y de su participación en otro programa, dan para otra Entrada.)
Por mi parte, después del programa, recordé que en su libro “No hay escritor inocente”, Rodolfo Alonso hace la reseña de otra novela del autor francés, que trata de otra guerra, más cercana. El texto se llama “1937: Malraux en España”. Comienza así:
“Por una vez, al menos, nos es dado coincidir con lo que afirma un editor en la contratapa: la publicación en nuestro idioma de ‘La esperanza’, la impar novela que Malraux dio a conocer en 1937, mientras combatía en España junto a los defensores de la República, y cuya traducción al castellano se había negado a autorizar mientras no se aboliera el régimen franquista, nos parece realmente ‘un acontecimiento cultural de fundamental importancia’.
Mas adelante informa:
“Por su parte, Malraux, quien –apenas un muchacho- ya había viajado, actuado y combatido en Asia, China e Indochina, habiendo publicado ya dos novelas tan claves para nuestro tiempo como las más que extraordinarias ‘Los conquistadores’ y ‘La condición humana’, volvía a combatir y a escribir aquí, pero quizá en un momento también clave de su historia personal.”
Después recuerda:
“(…) muchos voluntarios de todos los países del mundo (Malraux entre ellos, comandando como aviador la legendaria Escuadrilla Alfayate) acudieron a defender a la República Española. Allí conocieron, al mismo tiempo, el heroísmo anónimo del pueblo y las técnicas de la guerra total (que después de Guernica se harían universales). Nadie salió igual que antes de la guerra de España, nada fue igual después. Nada lo sigue siendo.
“Todo eso, y mucho más, que no alcanzamos a decir, encarna esta novela. Publicada nada menos que por la editorial Gallimard, en 1937, apenas un año después de que Franco iniciara su rebelión, aquel fatídico 18 de julio de 1936, está centrada también en el justo medio de ese torbellino. Manuel, el personaje central –que es un claro paradigma de Malraux-, discute con los otros y consigo, mientras no deja de actuar y ser actuado en las ideas y en los hechos, por las ideas y por los hechos, elaborando a lo largo de toda la novela –tensa, dura y vital, y magníficamente traducida aquí por José Bianco- una concepción afín a las que en ese momento parecía encarnar la tesis comunista: había que pasar del heroísmo individual, del acto aislado, a la conciente construcción de un Ejército capaz de edificar la victoria. Si no, todo estaba perdido.”
Una nota al pie dice: “La esperanza”, de André Malraux, Editorial Sur, 492 páginas, traducción de José Bianco, Buenos Aires, 1978.

Esto en cuanto a Malraux y Alonso. La relación con Giannuzzi la establece el hecho de de que los dos poetas, junto a muchos otros, están en la antología que le mencioné a Hugo cuando las otras noches gané con Margaret Atwood. Se trata de “La poesía del cincuenta”, de la colección Capítulo del Centro Editor de América Latina, con selección, prólogo y notas de Daniel Freidemberg.
El lunes, cuando en los primeros versos se nota que Hugo omite la palabra ‘causa’, se me representó el título “Señales de una causa personal”, casi como a Marta Zander, la ganadora de la noche. Ella, para confirmarlo, tuvo que buscar en el índice de su volumen con la obra poética de Giannuzzi; yo vacilé en cuanto al autor. Sabía que lo tenía en esa antología, pero, ¿era Joaquín Giannuzzi o Rodolfo Alonso? ¿O algún otro? Fui a la bibliografía de los autores que aparece en las últimas hojas del libro y busqué entre los títulos de cada uno. Cuando encontré “Señales de una causa personal” entre los de Giannuzzi, ya era tarde; llamé y me dio ocupado. Enseguida, Marta estuvo otra vez en el aire.

Después, de Joaquín Giannuzzi recordé una entrevista en el número 1 de la revista ‘Oliverio’, de mayo-junio del 2003. La tenía en casa de mi vieja. La traje ayer. Me asombró el título de la entrevista. ¿Alguien recuerda la frase de Fellini que aparecía hasta el año pasado al pié de esta página? “No tengo nada que decir, pero sé como decirlo”. El título en ‘Oliverio’ es de una de las respuestas de Giannuzzi: “La poesía es no tener nada que decir y decirlo”.
Además de la entrevista, en la revista se presentan algunos poemas inéditos. Copio uno:

PREMIO PULITZER

Los niños despavoridos
alzan los brazos en la carretera bombardeada.
Hay un cielo humoso que ha resignado su inocencia
sin preguntar qué sucede con las lágrimas
o si acaso el dolor no tenía ya lenguaje suficiente.
La fotografía planea hacia el escritorio del presidente
como un naipe
y pierde la apuesta: no logra detener la guerra.
Entre la imagen y los ojos
del Gran magistrado circula una sombra
que de pronto es coagulada para que el imperio
devore su petróleo mortal.
Pulcro y contra natura, tiene ante sí
suficientes razones de estado, su bandera en la luna
y una familia sonriendo detrás del vidrio.
Pero no está en sus manos
hacer de la historia un lugar para vivir.

(¿De quién era aquella frase: “A los seis años debí interrumpir mi educación porque empezaron a mandarme a la escuela”? La recordé porque, después de copiar el poema, interrumpí la escritura para escuchar Párrafus. Escuchar y ganar, por cierto. En 12 segundos, con “El mundo es ancho y ajeno”, de Ciro Alegría. ¡Premio al esfuerzo! ¡El Señor sabe lo que hace, carajo! Bueno, sigo tipeando y me voy a dormir.)

En “La poesía del cincuenta” hay algunos más amables, como este:

EL PUESTO DEL GATO EN EL COSMOS

Uno siempre se equivoca cuando habla del gato.
Se le ocurre por ejemplo que junto a la ventana
el gato se ha planteado en el fondo de sus ojos
un posible fracaso en la noche cercana.
Pero el gato no tiene un porvenir que lo limite.
A uno se le ocurre que medita, espera o mira algo
y el gato ni siquiera siente al gato que hay en él.
¿Cómo admitir detrás del movimiento de la cola,
una motivación, un juicio o un conocimiento?
El gato es un acto gratuito del gato.
El que aventure una definición debería
proponer sucesivas negaciones al engaño del gato.
Porque el gato, por lo menos el gato de la casa,
particular, privado e individuo hasta las uñas,
comprometido como está
al vicio de nuestro pensamiento,
ni siquiera es un gato, estrictamente hablando.

O este, militante a su manera:

AHORA SALGO

Me senté en la ventana
bebiendo mi café mientras el país se sacudía.
Ensayé algunas meditaciones
en lugar de quebrar el decorado a balazos.
Y bien, aquello era demasiado
aún para un canalla como yo.
Quiere decir que de pronto entendí
que en esa sacudida no había nada de teatro,
y que todo iba a reventar en serio.
En la calle las caras se habían endurecido;
en los puños levantados se insinuaba
un conocimiento decisivo;
sonaron los primeros disparos
y entonces salí, me instalé en la historia.
Y era una lástima, de todos modos,
porque hubiera tenido filosofía para rato.

Estos dos son de “Las condiciones de la época”, un libro de 1967. Del libro que leyó Hugo, que es de diez años después, es este otro:

LA INGRID BERGMAN

Mi proyecto erótico de los 18 años.
Una vez le hice señas desde la oscuridad
y ella se desprendió de los brazos de Cary Grant.
Se despegó de la pantalla,
vino hacia mi butaca, se sentó en mis rodillas
y no se levantó hasta que mis pantalones
se humedecieron y the end.
Qué poesía amarga la de mi vida en esa época.
Ahora debe andar por los sesenta y tantos
y yo fumo veinte cigarrillos por día
para no sentirme excesivamente dramático.

Y termino con una respuesta de Giannuzzi a la entrevista de Ricardo Romero, uno de los directores de ‘Oliverio’.
-Creo que la poesía debe transformar el idioma en naturaleza viviente. Las palabras de la conversación corriente están destinadas al entendimiento momentáneo y a la rápida extinción. En cambio el poema que resulta de esas palabras es algo totalmente independiente, insondable como la propia realidad. Que no está acorde con nada y simplemente ES. El poema brinda así la posibilidad de una nueva vida. Si alguna vez he dicho que ya o tenía nada que decir, quizá haya sido porque consideré, en ese momento, que había agotado mis energías vitales. Pero la poesía es no tener nada que decir y decirlo.

Lo que no puedo recordar, y no me acordé de buscar esta tarde en Internet, es quién era la esposa del poeta muerto en el 2004. Sé que era también poeta, o escritora, o crítica. Se me ocurre un nombre, pero no quiero mencionarlo por obvias razones de respeto. ¿Alguien lo sabe?
Gracias. Chau.

Parrafus novelesco

La lectura de hoy fue novela. La obra leída: El mundo es ancho y ajeno, del peruano Ciro Alegría.
Percibí cierto dejo parecido al de los parrafus de ayer y anteayer, algo así como que el cuerpo astral de Parrafus no estaba alineado.
Hugo barruntaba el acecho de algunos podiastas, y a los 12 segundos arreció el joven padre Perenchio. Efectivamente, el hombre que lleva estadísticas mas certeras que el Indec, y que recorre librerías y depósitos en busca de autores aún inéditos para el irracional concurso parrafista.

Sin embargo, destaco el noble gesto de Hugo, cuando narró lo que le había costado conseguir el libro de marras, en una librería de la céntrica y borgeana calle Maipú (?). Sería la de Tomás Pardo, o la de Alberto Casares. La cosa es que Hugo no pudo finalizar la lectura de esta novela, habiendolo intentado al menos cuatro veces.
Cosas que pasan, y agradezco hacerlo público. Tantos libros que están al alcance de uno, y por algún motivo, aún esp eran que los devoremos enteros. Solo si el bocado es apetecible!

miércoles, 22 de abril de 2009

De pendientes aclaraciones

Tras un amable intercambio epistolar electrónico con el sr. Paredero, Hugo Nestor, y tratando de evitar un debate en estrados judiciales, me he sentido compelido a aclarar mediante esta nota un texto de mi autoría que pudo generar confusión o sugerir gato por liebre.
Me refiero a la Entrada que titulé “Penúltimo ruso o Albertina desaparecida II”. Como sucede con mucha frecuencia últimamente, en esa ocasión mi aporte para nuestro Blog solo consistió en un título quizá ingenioso y la noticia sucinta de los datos centrales del juego. Pero –no quiero pecar de falsa inocencia- esta vez acompañé esa noticia con la trascripción de un comienzo distinto que yo le conocía a la lectura de esa noche: el cuento “Primer amor”, de Ivan Turguenev. Después, en un texto complementario ("Curiosidad o enigma"), equiparé ese diferente comienzo al verificado en el caso de “Albertina desaparecida”, de Marcel Proust –de ahí el título alternativo de aquella Entrada.
En la trascripción que –quizá insidiosamente- incluí tras la noticia del juego, el cuento comienza con esa reunión de amigos que se disponen a recordarse mutuamente la historia de su primer amor. Encabezando el texto aparece el número 1, y son las cifras del 1 al 23 el único signo de segmentación que presenta todo el largo relato en la rudimentaria edición que poseo: “Antología del cuento ruso”, Editorial Antares, 1979, sin datos del traductor.
Lo que el sr. Paredero me cuenta, quizá con excesiva consideración (yo hubiera recurrido inmediatamente a la carta documento), es que él nos leyó el cuento de una edición donde ese primer segmento aparece como ‘Proemio’. Y me reitera que es regla del juego no leer dedicatorias, epígrafes, prólogos, introducciones o proemios.
Me imagino que así (como una diferencia en las ediciones) lo habrá tomado cualquier otro oyente que conociera o recordara como yo un comienzo distinto. Y yo también lo pensé así. Pero, debido a mi lamentable egotismo, después no pude impedirme deslizar esa insidiosa explicación de mi impedido triunfo de aquella noche.
Hecha esta aclaración, quedo humildemente a la espera de las actuaciones que el sr. Paredero decida iniciar, ya sea en el terreno judicial o en el neuropsiquiátrico.

Para finalizar, no quiero dejar de recordar que con “Primer amor” el triunfo fue para Verónica Cornejo, quien anoche ganó otra vez con “Los amantes de Teruel”, y a quien, por haber alcanzado con este el triunfo número 50, felicito sinceramente a la distancia.

Quinielero literato ibérico

Otra obra interesante del mesmo autor de este miércoles la configuran estas 1633 notas al Quixote. Afortunadamente Hugo no podría haber elegido esta obra por el género. Hubiese sido un ininterruptus per secula seculorum. Creo.
Más, pinta los intereses diversos según las épocas, y las personas.
Todas las aproximaciones al Quixote creolas interesantes. De las contemporáneas, la de Federico Jeanmaire. Pero así entre la parrafada, podremos hojear esta de Juan Eugenio. Pa' luego dar veredicto.
¿Será justicia?

PS: No olvidéis jugar el numerillo de la cantidad de notas de Juan Eugenio al Manco de Lepanto, pa' levantar unos mangos en la quiniela.

Para amantes, los de Teruel!

Otra jornada apocada de nuestro querido e irracional conductor. Si hasta la ganadora estaba no muy lúcida, proveniente de una duermevela.
Género: teatro. Lid de las mas complejas, ya que hay varios colegas, muy versados. Y así fue. La dama de los Bañados de Lugano, libro en mano, alzóse con el podio, al decir que fueron esos amantes, inmortalizados en la escultura. Un poquitín mas, y dió con el nombre de Juan Eugenio, que convidamos. Brava la Verónica!

martes, 21 de abril de 2009

Parrafus entrecortau

Así titularía el encuentro irracional de la madrugada del martes 21 de abril.
La voz de Huguito, sonaba con "gusto a poco".
El triunfo de la bahiense Marta Z., la matemática, trajo el recuerdo del poeta Joaquín Gianuzzi, quien nos dejara un lustro ha.
Sin embargo, ganadora y conductor, intercambiaban frases con sugestivos espacios vacíos.
En fin, hay días donde la cosa fluye con mayor facilidad.
Y no le resta mérito (en absoluto), al libro que le regalara a Marta, un novio de otro tiempo.

Comparto entonces, una clase de Joaquín durante octubre de 2003, en la Facultad de Humanidades de la Universidad de Salta.

Musicalmente hablando me quedo con el segundo tema musical irracional de anoche, la guitarra de Pablo Marquez, músico norteño afincado en la Galia.



¿Cúando entrará en vigencia el nuevo método del arca de los ganadores, el "parrafus colectivo"?

lunes, 20 de abril de 2009

Parrafus colectivus

Que el hombre es un animal de costumbres, y como tal se resiste al cambio no configura ninguna novedad.

"Adjudicole" al conductor la patria potestad pa' modificar las reglas de juego, y de hecho de un tiempo a esta parte viene trabajando con la compañía del letrado de Feliz Domingo. Este notario ha de haber insinuado la modificación de marras, y Don Hugo puede, si quiere, llevar a cabo tamaño cambio.
Ya no será una competencia solitaria, sino que habremos de pugnar por subir al arca literaria, y viajar al mejor estilo reallity para finalizar la competencia en un lugar paradisíaco.
Aunque en nuestro caso, en vez de ser una isla caribeña, bien podría ser una nutrida y confortable biblioteca, i.e., una tarde exclusiva en la biblioteca de la Goethe, allí en Corrientes 319; o en la sala Americana de la Biblioteca Nacional de Maestros, la Sala del Tesoro de la Biblioteca Nacional, o la Biblioteca y Archivo Histórico Social Alberto Ghiraldo, o el Centro Cultural Carlitos Sanchez Viamonte.


Esta modificación no es más que la cristalización a sugerencias que oportunamente hicieran oyentes varios.
Recuerdo la del ingeniero de Firmat, residente en Chacarita Fernando T., cuando en la emisión de PI desde la feria del libro, allí por el 2007, propusiera un handicap de pocos minutos (de 3 a 5), pa' los ganadores reincidentes. También variantes varias, propuestas telefónicamente por el podiasta/custodio, el impertérrito MP. Ambos proponían, una suerte de silencio (obligatorio u optativo), dando pie a sumar nuevos ganadores.
En todo momento Paredero las desestimó. Pero ahora cambió de parecer.

Esta variante, la adopatada por nuestro archicófrade, es un tanto bizantina, ya que permitirá el concurso de tuitos: reincidentes y debutantes.

Como integrante de esta cofradía, sumo mi adhesión (que por otro lado poco importa), ya que conductor hay uno solo (y bien irracional el tipo!), de allí su categoría de archi.

Vivir es renovarse, y renovarse es cambiar. Bienvenidos al tren!

domingo, 19 de abril de 2009

Adiós al timbre

Inesperadamente, tal vez someramente pero de sopetón, el sr. Paredero lo planteó más o menos así:
Se leería durante un determinado lapso, digamos cinco minutos, y al cabo, sin otra interrupción que la impuesta por el mismo conductor a su viva voz, se efectuaría un sorteo entre los llamados que durante la lectura hubieran respondido correctamente.
La lectura iniciaría como siempre por el principio. Los géneros serían los mismos cuatro de siempre. La presencia del escribano, impidiendo cualquier pista o ayuda, permanecería incólume. Pero ya no ganaría necesariamente el que primero llamara con la respuesta correcta, sino, mediante el sorteo, cualquiera de los otros que también hubieran sabido título y autor y alcanzaran a llamar en el lapso antedicho.
Lo que el sr. Paredero propuso como al pasar las otras noches resultaría así una mezcla del juego como ahora lo entendemos con el extinto “concurso sucursal”, donde todos podíamos responder una pregunta alusiva a la lectura de la noche y luego se sorteaba para obtener un ganador.
Esto, reflexiono, serviría para dar alguna chance a aquellos oyentes que hoy ni siquiera intentan llamar, amedrentados o desconfiados de la celeridad con que lo hacen los reincidentes de siempre. También, creo, a los que por distancia geográfica padecen alguna demora en la comunicación telefónica. También a los que guglean.
Por tanto, me viene gustando la idea.
Ahora bien. El timbre, tras el autoimpuesto punto final de la lectura, podría conservarse simbólicamente. Pero yo creo que, con las características antedichas, la cosa no sería igual. Si ya no consistiera en escuchar, recordar –rápido- y llegar primero al teléfono, si a estos tres sempiternos pasos del Párrafus se le agregara ulteriormente el condimento del azar, el juego, en cierto punto, sería otro.
-¿En que punto, Wilbur?
-¡En lo competitivo, papá!
La competencia mensual o anual –esta última implementada por mí, sin premio extra que la justifique-, perdería su razón de ser al no depender únicamente de los propios méritos (la atención, la memoria, la velocidad). Por tanto, también la tabla general de posiciones vigente en este momento debería clausurarse así como está. Esa tabla donde hoy se lee: Perenchio 85, María Suárez 55, Verónica Cornejo 49, etcétera, etc, et mais. Como nos encontraríamos ante un juego-otro, diría el piscoanalista (sic), los cómputos deberían arrancar desde cero.
Por tanto, para esta inesperada, somera, sopetona idea lanzada por Hugo Nestor, mi voto… sería… ¡no negativo!

¡A preparar los papelitos!

Y –ahora sí- ¡suerte!

sábado, 18 de abril de 2009

miércoles, 15 de abril de 2009

A propósito de google II (debidamente ampliado)

La semana pasada, después de mucho tiempo, por fin recordé mi añejo propósito de subir al Blog el cuento de Anderson Imbert con el que aquella noche-día del nacimiento de Esteban gané el juego mediante el google. Lo busqué otra vez y lo hice. (¿Pueden creer que todavía no lo había leído –ni antes ni después de aquella noche?)
A raíz de ese recuerdo (“Mi noche con google”), o simultáneamente, la oyente Alicia dejó en una viejísima Entrada (“Desbarranco”) el Comentario que Hugo tuvo a bien leer anoche. Me permití copiarlo y ponerlo como Entrada independiente con el título de “A propósito de google”. (A propósito: es verdaderamente estremecedor pensar en que hay oyentes que bucean en el Blog y leen o releen textos de hace… ¡ya casi dos años!).
Hugo, tras la lectura de esa opinión de Alicia, dijo que, excepto en el caso de Eduardo Pavelic, Alejandro del Prado, Agustín Alezzo o Andrés Percivale (¡¿?!), todos hombres públicos, él, o cualquiera, puede dudar enteramente de lo que cada oyente cuenta. No sólo del modo en que llegó a descifrar el Párrafus de cada noche, sino también de
si será realmente Pepito de Punta Alta o María de Navarro.
Hoy, esta tarde, cuando pasé por el locutorio, vi los Comentarios que copio a continuación, que, si bien es de ayer, antes del programa, se inscribe también en la protopolémica sucitada.


Sandra Vela dijo...

Pensé en escribir algo sobre este tema pero luego me arrepentí porque me dije lo mismo que a mi marido la noche en que ganó Marta Zander con Las Lanzas Coloradas: ES UN JUEGO. Pero ahora que leo este comentario lo hago. Mi marido (Gustavo Cwirin) estaba esperando ansiosamente aquél libro desde hace varios meses. Creo que cada noche que Hugo anunciaba que leería novela me decía, estoy seguro que va a leer "Las Lanzas Coloradas". Claro que no sabía que ya había leído otro libro de Arturo Uslar Pietri, y no le interesa demasiado develar los in-interruptus google de por medio, arma que -- según mi opinión -- utilizan los que así lo hacen. Lo cierto es que cuando Hugo leyó NOCHE, creo que no esperó a escuchar OSCURA, ya estaba marcando pero algo pasó y no se pudo comunicar en ese primer intento y al marcar nuevamente ya daba ocupado. No les puedo explicar la bronca que tuvo en ese momento, pero creo que lo peor fue -- según sus dichos -- que ganara alguién que no había leído el libro y que por lo tanto no lo había reconocido sino que logró su victoria gracias al in-interruptus anterior. Le interesó el libro y deseaba hacer algún comentario sobre el mismo y sobre su autor al que también admira como Alicia. Yo le dije que se trataba de un juego y que no solo ganaba quien reconocía el libro sino también "quien más rápido llegaba el teléfono", pero me parece que no lo convencí. En este caso no le pareció justo el triunfo de Marta.

13 de abril de 2009 12:32


Carolina M. dijo...

(1) ...y no, justo no es, pero no esperen justicia del juego, es una pena pero es así, "timba" dice el parrafista Terreno, y parece tener razón. Me hubiera gustado escuchar al Sr. Cwirin contarnos algo sobre el autor, espero lo logre en otra noche. El formato no va a cambiar, pero los participantes sí podrían tener una actitud "un poquito diferente", no por reglamento, por voluntad propia,no? Por ej. esperar un par de min. si no leyeron la obra, como para que aparezca "un lector"
Un lector se busca.
Se busca un lector.
Diógenes de Sinope caminaba por las calles buscando un hombre honesto, yo me voy a buscar "un lector".

(2) escuchando el prog. anoche, pensé que deberían motivar a la Sra.de Pozzi para que se anime y salga al aire, sobre todo porque su hijo dice que sabe mucho de poesía, o que lee mucha poesía, que le gusta. Es una ganadora en potencia, ¡ vamos, que Hugo no muerde !

(3) por favor Marcelo no vuelvas a poner fondo anaranjado en el blog, que es muy difícil leer así.
Gracias.

13 de abril de 2009 17:41


Anónimo dijo...

Si esperan, como María, que sí LEE... ¡se enojan!

Si otro se adelanta, y de puro guapo LANCEA...¡se enojan!

La BARRA D´ENFRENTE, luego de analizar cuidadosamente el tema, se expide así: ¡que todo siga igual!

Por favor, la BARRA ruega: ¡que todo siga igual!

Mejor, la BARRA recomienda: ¡que todo siga igual!

Mas bien, la BARRA ordena: ¡que todo siga igual!

¿Quedamos?

OJO: ¡que todo siga igual!

Saludos.

14 de abril de 2009 21:31


Anónimo dijo...

" María, que sí LEE... "


¡ què patada para el resto
sr. anónimo !

15 de abril de 2009 0:53

El cuento de la Cristina

Miércoles 15 de abril
Novela: “El cuento de la criada” (1985)
Autora: Margaret Atwood (1939 - ….)
Ganador: Marcelo Perenchio


“El cuento de la criada”, cuya redacción se inicio en Berlín occidental para concluir en Alabama, se sitúa en un futuro próximo y describe la vida en lo que antaño fue Estados Unidos, convertido en una teocracia monolítica que ha reaccionado ante los trastornos sociales y ante una disminu¬ción progresiva del índice de natalidad con un retorno a la intolerancia represiva de la ideología puritana. Comparable a “Un mundo feliz” de Huxley, “1984” de Orwell o” La naranja mecánica” de Burgess, la fabulación nos muestra, desde el punto de vista de las mujeres, el horror oculto o latente en el envés de nuestra vida diaria, la trama turbadora que sustenta la cotidianidad en una prosa de admirable y ate¬rradora precisión. La adaptación cinematográfica de El cuento de la criada será dirigida por Karel Reisz sobre guión de Harold Pinter.

A. de B. Marco Denevi

LA LEY DE CAUSALIDAD

Había una vez una niña
una niña que trenzó una corona
y porque la niña fabricó una corona
un carpintero fabricó un ataúd.
Porque un carpintero fabricó un ataúd.
un marmolero construyó una tumba
y porque el marmolero construyó una tumba
murió la niña de la corona.

Si un día levantamos un templo
y esperamos pacientemente,
otro día aparecerá un anciano
y dira: Yo soy el sacerdote.
Esperemos un poco más
y sentiremos culpas y pánicos.
Si se sigue esperando, todo el cielo
se poblará de coléricos dioses.

BREVEDADES

4) Diálogo sobre los dioses

-¿Para qué elevas suplicas a los dioses? Si ellos siempre accedieran a tus ruegos, sería tu voluntad y no la suya la que regiría el universo.
-Y si nunca accedieran, también.

14) Receta para hacerse notar

Ser el primero (no importa cómo) de una fila (no importa cuál).

16) Uno que no miente

Cierto literato asegura que escribe para denunciar los vicios de la época. Le creo: sus novelas son rigurosamente autobiográficas.

18) La única forma de guardar un secreto es no contarlo

-Voy a confiarle un secreto. Pero con una condición: que no lo repita a nadie.
-¿Y con qué derecho me prohíbe lo que usted se permite?


“Salon de lectura”, Marco Denevi, Librería Huemul, 1974

Marco Denevi, Parrafista Nº 40, 04 de julio de 2006

martes, 14 de abril de 2009

El diablo sabe por viejo, Naon por teatrista


Martes 14 de abril
Teatro: “El carnaval del diablo” (1943)
Autor: Juan Oscar Ponferrada (1907-1990)
Ganador: Naon Soibelzhon

lunes, 13 de abril de 2009

"París, septiembre de 1792…" RING, Ring, ring, rin… (*)


Lunes 13 de abril
Novela: “La pimpinela escarlata”
Autora: Baronesa de Orczy (1865-1947)
Ganador: Maximiliano Pozzi



(*) El 4325-7390 sonó durante 75 segundos, hasta que la consabida voz grabada me dijo: “El número con el que intenta comunicarse no está disponible en este momento…”. Entonces colgué, puteando, y entonces entró el llamado del joven Pozzi. ¡Volvé, Leo!

sábado, 11 de abril de 2009

Nuestro conductor en acción (literaria)









(Con las disculpas por no saber agrandar el tamaño de la imagen)

A propòsito de Google

Alicia ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Desbarranco":

Estoy en parte de acuerdo, pero NO en eso de Internet. No se puede comparar movilizar recuerdos (de ayer, de hace 2 semanas, de hace 7 años, de hace 40, de la más tierna infancia,...)(y no le veo nada de "extraño" a quien lo logre, más bien aplaudo que le suceda), con la rapidez para mover los dedos en el teclado de una computadora. Esto último es un talento, sí, pero de otro orden, en nada cercano a la pasión por la lectura y al conocimiento literario. Si es legítimo o no, es discutible, según la forma de ver el programa, su propuesta y su desarrollo. Por supuesto que es legal en tanto las únicas reglas para que uds. los participantes puedan ganar, son ser la primera persona en comunicarse a la radio y decir correctamente el título y el autor de lo que el Sr. Paredero está leyendo. No está escrito en un reglamento de que manera c/u debe llegar a ese conocimiento, pero ahí es donde se expresa la personalidad de cada participante, y también los deseos y las expectativas que tienen sobre el programa. Ahí está la gran diferencia que desde afuera podemos observar los oyentes. Pueden decirme que desde afuera se ve distinto, puede ser, pero distinto no es ni peor ni mejor, sólo es otra mirada, más relajada y más amplia que la que les noto a los jugadores reincidentes.
La semana pasada, al ganar con mi admirado Uslar Pietri, dijiste conocer las primeras líneas porque el autor era la segunda vez que aparecía, bueno, no se puede decir que sea un gran triunfo (para mi subjetiva opinión), pero al menos implica que lo buscaste previamente y te interesaste en saber que obras había escrito. Es un paso. Tal vez el primero en el camino hacia ese escritor (si es que te gusta). Decepcionante hubiera sido para mi, si ganaba alguien por teclear velozmente las primeras palabras de la novela, descubriendo en ese instante: el nombre de un escritor del que quizá no tenga la menor idea ! Pero: si otra persona lo hubiera leído no recientemente? no tuvo uno ó dos minutos de posibilidad de recordarlo y poder interrumpir. Esto pasó muchas veces y creo que limita las chances para los tan ansiados "nuevos" del Sr. Paredero.
Gracias por poder escribirles mi opinión, es un comentario para debatir o no, según les parezca.



Publicado por Alicia para Los Parrafistas a las 11 de abril de 2009 12:11

Mi noche con Google

LICANTROPIA

Me trepé al tren justo cuando arrancaba. Recorrí varios coches. ¡Repletos! ¿Qué pasaba ese día? ¿A todo el mundo se le había ocurrido viajar? Por fin descubrí un lugar desocupado. Con esfuerzo coloqué la valija en la red portaequipaje y dando un suspiro de alivio me dejé caer sobre el asiento. Sólo entonces advertí que tenía al frente, sentado también del lado de la ventanilla, nada menos que al banquero que vive en el departamento contiguo al mío.
Me sonrió ("¡qué dientes!", diría Caperucita Roja) y supongo que yo también le sonreí, aunque si lo hice fue sin ganas. A decir verdad, nuestra relación se reducía a saludarnos cuando por casualidad nos encontrábamos en la puerta del edificio o tomábamos juntos el ascensor. Yo no podía ignorar que él se dedicaba a los negocios porque una vez, después de felicitarme por el cuento fantástico que publiqué en el diario, se presentó tendiéndome una tarjeta:

Rómulo Genovesi, doctor en ciencias económicas

y me ofreció sus servicios en caso de que yo quisiera invertir mis ahorros.

-Usted -me dijo- vive en otro mundo; yo vivo en éste, que lo tengo bien medido a palmos; con que ya sabe, si puedo serle útil...

En otras ocasiones, mientras el ascensor subía o bajaba dieciocho pisos, Genovesi me habló de las condiciones económicas del país, de empresas, bancos, intereses, pólizas, mercados y mil cosas que no entiendo. Tal era el genio de las finanzas que me estaba sonriendo cuando me dejé caer sobre el asiento.

Yo hubiera querido olvidar mi pobreza, pero la sola presencia de ese especulador me la recordaba. Me había dispuesto a descansar durante el resto del viaje y de golpe me veía obligado a ser cortés. Si en la jaula del ascensor yo respetaba el talento práctico de mi vecino, ahora, en el vagón de ferrocarril, temía que ese talento, justamente por adaptarse a la realidad ordinaria -realidad que rechazo cada vez que invento una historia- me resultara fastidioso. Mala suerte. El viaje horizontal en tren más largo que el viaje vertical en ascensor, iba a matarme de aburrimiento. Para peor, el éxito que Genovesi obtenía en sus operaciones económicas no se reflejaba en un rostro satisfecho, feliz. Al contrario, su aspecto era tétrico.

Teníamos la misma edad, pero (si el espejo no me engañaba) él parecía más viejo que yo. ¿Más viejo? No, no era eso. Era algo, ¿cómo diré?, algo misterioso. No sé explicarlo. Parecía ¡qué sé yo! que su cuerpo, consumido, desgastado, hubiera sobrevivido a varias vidas. Siempre lo vi flaco, nunca gordo; sin embargo, la suya era la flacura del gordo que ha perdido carnes. Más, más que eso. Era como si la pérdida de carnes le hubiera recurrido varias veces y de tanto engordar y enflaquecer, de tanto meter carnes bajo la piel para luego sacarlas, su rostro hubiera acabado por deformarse. Todavía mantenía erguidas las orejas, prominente la nariz y firmes los colmillos, pero todo la demás se aflojaba y caía: las mejillas, la mandíbula, las arrugas, los pelos, las bolsas de las ojeras...

Desde sus ojos hundidos salía esa mirada fría que uno asocia con la inteligencia, y sin duda Genovesi debía de ser muy inteligente. No había razones para dudarlo, tratándose de un doctor en ciencias económicas. Lo malo era que esa inteligencia, ducha en números, cálculos y resoluciones efectivas, a mí siempre me aburre.

¡Ni que hubiera adivinado mi pensamiento! Abandonó esta vez su tema, la economía, y arrimó la conversación al tema mío: la literatura fantástica. Y del mismo modo que en el ascensor me había dado consejos para ganar dinero, ahora, en el tren, me regaló anécdotas raras para que yo escribiese sobre ellas "y me hiciera famoso..."

¡Como si yo las necesitara! Yo, que con una semillita de locura hacía crecer toda una selva de cuentos sofísticos o que con un suceso callejero construía torres de viento, palacios inhabitables y catedrales ateas; yo, veterano; yo, emotivo, fantasioso, arbitrario, espontáneo, grandílocuo y genial, ¡qué diablos iba a necesitar de ese vulgar agente de bolsa para escribir cuentos! Su fatuidad me sublevó, pero acallé la mía (por suerte, cuando me envanezco oigo en la cabeza el zumbido de una abeja irónica) y lo dejé hablar.

Su monólogo tuvo forma de espiral. Genovesi fue apartándose del punto central, exacto, lógico que hasta entonces yo suponía que era la residencia permanente de todas las profesiones técnicas. La primera vuelta de la espiral fue poco imaginativa. Se limitó a proponerme que yo escribiera un cuento sobre el caso "rigurosamente verídico" de dos hermanos siameses, unidos por la espalda, que fueron separados a cuchillo en el quirófano del sanatorio Güemes. Cada uno de ellos, para no sentir dolor durante la operación, había convocado por telepatía a un anestesista diferente. Uno de los siameses llamó a un hindú, que lo hizo dormir, y el otro llamó a un chino, que le clavó alfileres.

Desde luego que semejante truculencia a mí no me inspiró ningún cuento. Ni siquiera me asombré demasiado de que un doctor en ciencias económicas recontara en serio la atrocidad que le oyó a la cuñada del primo de la enfermera -después de todo la curación por acupuntura, hipnosis y parapsicología, aunque no ortodoxa, ha sido aceptada por algunos médicos- pero sí me asombré bastante cuando, en una segunda vuelta de la espiral, Genovesi dejó atrás a curanderos y manos santas y se apartó hacia la región de las conjeturas pseudocientíficas; una: la de que nuestro planeta ha sido colonizarlo por seres extraterrestres. ¡Nada menos! Y en una tercera vuelta se adhirió a la causa de brujos, chamanes, nigromantes y espiritistas.

Por rara coincidencia, a medida que Genovesi incurría en el obscurantismo, la obscuridad del anochecer iba borrándole la cara. Ya casi no se la distinguía cuando, en otra expansión de su fe, la palabra pasó del mito a la quiromancia y de la astrología a la metempsicosis. No paró allí. En las siguientes espiras de su monólogo Genovesi se alejó hacia lo que está oculto en el más allá.

Él, que como economista jamás hubiera firmado un cheque en blanco, extendía el crédito a cualquier milagrería. Aprovechándose de las críticas a la razón, que la limitan a conocer meros fenómenos, postulaba que debía de haber facultades irracionales y extrasensoriales capaces de conocer la realidad absoluta, y de su axioma deducía que hay que estar predispuesto a creer que aun lo increíble es posible. Posible era que el hombre pudiera vivir en tiempos cíclicos, paralelos o revertidos; posibles eran las reencarnaciones y las telekinesias, la premonición y la levitación, el tabú y el vudú...

Genovesi desenterraba los mismos fantasmas que yo he visto, vivido y vestido en mis propios cuentos, con la diferencia de que para él lo sobrenatural no era un capricho de la fantasía. Le faltaba el don de los poetas para convertir los sentimientos irracionales en bellas imágenes. ¿Cómo explicarle a ese crédulo que la única magia que cuenta es la de la imaginación, que impone sus formas a una amorfa realidad sin más propósito ni beneficios que el de divertimos con el arte de mentir? Y aun esa imaginación no es espontánea pues sólo vale cuando se junta con la inteligencia. La razón es una débil, novata, vacilante y regañada sirvientita, recién advenida en la evolución biológica, pero que sin sus servicios no podríamos disfrutar del ocio, la libertad y la alegría. Ah, Genovesi sería muy hábil en sus tejemanejes con los bancos pero, en su comercio de ficciones conmigo, el pobre emergía de pantanosos sueños con el delirio de un neurótico, la inocencia de un niño y el miedo de un salvaje. Aceptaba todo menos la razón. Cuando por ahí, sin saberlo ni quererlo, merodeó por la frase unamuniana "la razón es antivital", tuve que reprimir las ganas de retrucarle con la frase orteguiana: "El hombre salió de la bestia y en cuanto descuida su razón, vuelve a bestializarse".

Gracias a que todavía no habían encendido las luces del vagón, la noche del campo, una noche sin Luna y sin estrellas, penetró por las ventanillas y reinó adentro tanto como afuera. De no ser por la voz, yo no habría estado seguro de que ese bulto enfrente de mí seguía siendo Genovesi, hasta que el tren se acercó a aquella ciudad perdida en la pampa y faroles a los lados de las vías empezaron a perforar la obscuridad. Cada destello alumbraba a Genovesi por un instante. Mientras el discurso continuaba desenvolviendo la espiral de supersticiones, su rostro reaparecía y desaparecía, y cuando reaparecía ya no era igual. Genovesi se transfiguraba. Los intermitentes resplandores que desde los costados del tren en marcha alteraban sus facciones coincidían con los saltos que la voz daba de una creencia a otra. Lo que yo veía y lo que yo oía se complementaban como en el cine, y el filme era una pesadilla.

En eso entramos en un túnel más tenebroso aún que la noche, y Genovesi fue solamente una voz que me sonó extrañamente ronca. Esa voz se puso a contarme que hay hombres que se convierten en lobos.

-Bah, el cuentito del licántropo -le dije-. Lo contó Petronio en el Satiricón.

-No, no -y su voz salió de la tiniebla misma-. Déjese de licántropos griegos. En la provincia de Corrientes los llamamos lobizones. Le aseguro que existen. Aúllan en las noches sin Luna, como ésta, y matan. Lo sé. Lo sé por experiencia. Créame. Matan...

Entonces sucedió algo espeluznante. Los pelos a mí, o a él, se me pusieron de punta cuando al salir del túnel y entrar en la estación, los focos iluminaron de lleno la cara de Genovesi.

Espantado, noté que mientras repetía "créame, lo sé, el lobizón existe", se metamorfoseaba. Y cuando terminó de metamorfosearse vi que allí, acurrucado en su cubil, el genio de las finanzas se había convertido en un grandísimo tonto.

FIN

Enrique Anderson Imbert

viernes, 10 de abril de 2009

¿Kiss? ¿Oasis? ¿Zambayonny? ¡Marta Zander en Buenos Aires!

En la noche del jueves, en este glorioso Viernes Santo Parrafista, la victoriosa profesora de matemáticas Marta Zander se hizo presente en radio Nacional. Presumiblemente en razón de la exclusividad que detenta con ella la filial Bahía Blanca, la señora Zander no pudo salir al aire, permaneciendo respetuosamente en la antesala de los históricos estudios de la calle Maipú. De todos modos, Hugo destacó como es debido su visita, señalando, asimismo, que esta encumbrada participante de Párrafus se inhibiría noblemente de intervenir esta vez en el juego.
De paseo por Buenos Aires en virtud del feriado de Semana Santa, Marta seguramente recordó cuando nuestro conductor, el año pasado, anunciara que a la brevedad se habilitaría la visita de los oyentes para presenciar el programa, y allí estuvo. En verdad, es sumamente meritorio y enaltecedor que, en medio del sinnúmero de atracciones que ofrece la grande ciudad, nuestra compañera oyente se haya hecho un rato para acudir al evento que suele tenerla como triunfal protagonista.
Por mi parte, lamento que me resultara del todo infructuoso el intento de comunicarme con la radio para saludar de viva voz a la estrella bahiense. Tal vez el error estuvo en esperar hasta después del juego (que ganó Maxi Pozzi con la poesía de Eliseo Diego), cuando seguramente otros muchos admiradores ocuparon la línea. (Lo mismo me sucedió la vez pasada, cuando muchos quisimos corregir la adjudicación de un premio a Verónica Cornejo que realmente correspondía a la Zander.)
Fue una verdadera pena, estando a cinco cuadras, en el trabajo, no poder hablar con Marta. Pero bueno, mejor así, porque, estando ella acompañada de su señor pareja (un “Fernando”, dijo Hugo)…, mejor me callo. Y, como dijo Pappo, mejor me voy…



TESTAMENTO

Habiendo llegado al tiempo en que
la penumbra ya no me consuela más
y me apocan los presagios pequeños;

habiendo llegado a este tiempo;

y como las heces del café
abren de pronto ahora para mí
sus redondas bocas amargas;

habiendo llegado a este tiempo;

y perdida ya toda esperanza de
algún merecido ascenso, de
ver el manar sereno de la sombra;

y no poseyendo más que este tiempo;

no poseyendo más, en fin,
que mi memoria de las noches y
su vibrante delicadeza enorme;

no poseyendo más
entre cielo y tierra que
mi memoria, que este tiempo;

decido hacer mi testamento.

Es este:
les dejo

el tiempo, todo el tiempo.

ELISEO DIEGO

jueves, 9 de abril de 2009

miércoles, 8 de abril de 2009

Curiosidad o enigma

Gerardo ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Quizá":

EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO (usado y en un sólo tomo con papel biblia encuadernado en azul en buen estado de conservación) se consigue a $ 300.- en la zona de congreso- ver en mercado libre

Publicado por Gerardo para Los Parrafistas a las 6 de abril de 2009 4:00

Este Comentario del oyente Gerardo apareció en el Blog el lunes, como el sistema lo indica. Se refiere a un determinado punto de una de mis melancólicas Entradas del mes de diciembre. Específicamente, aporta un interesante dato comercial acerca de la obra de Proust, cuyo sexto libro Hugo nos leyera por entonces.
Como se recordará, aquella lectura generó un leve conato de polémica. El comienzo de “Albertina desaparecida” que leyó nuestro conductor era diferente al que tuvo ante sus ojos, en su volumen, María Suárez, la ganadora de aquella noche. También, otro día, el oyente Jorge Aloy acercó al Blog un subtítulo y unas primeras frases muy distintas. La situación quedó en el misterio; dijimos, resignadamente, que esas divergencias podrían ser atribuibles a la variedad de las traducciones o ediciones del clásico proustiano.
Pero anoche, precisamente cuando el aporte de Gerardo nos recordara aquella discordia, Hugo nos genera las más atroces dudas al lanzarse a leer el cuento “Primer amor”, de Ivan Turguenev, comenzando por el segundo capítulo o segmento.
Me pregunté primero si habría dos cuentos del ruso con el mismo título. Yo conocía el comienzo (solo el comienzo) de uno que tengo en una antología. No pude consultarlo porque está en casa de mi vieja. De ese comienzo recuerdo que, en una tertulia, unos señoritos moscovitas o de por ahí se cuentan simpáticamente su pimer amor unos a otros y no sé si al final terminarán tocándose para matar el frío. Pero hoy, buscando en Internet una foto de Turguenev para ilustrar la noticia del programa de anoche, se me da por pedir el texto de “Primer amor”, que por ahí aparecía, y, leyendo un poco más allá del preámbulo que en su momento me aburriera, descubro que el segundo capítulo empieza con las palabras iniciales de la lectura de anoche, o sea, que el cuento es uno solo, y que no empieza como lo empezó Hugo.
¿Es esto una queja? ¿Considero mal habida la victoria cornejista de anoche? No, para nada. Presento los hechos como una curiosidad, o un enigma. Verónica ganó en buena ley, porque, evidentemente, leyó el cuento completo. Y yo, si bien pensé en Turguenev como el autor (por ser el último o penúltimo ruso del siglo XIX que faltaba aparecer –de los que yo conozco), no alcancé a deducir que aquello podría ser “Primer amor”.
Es todo. Para finalizar, agradezco a Gerardo su Comentario. Buenas noches, buena suerte.

Penúltimo ruso o "Albertina desaparecida" II


Miércoles 08 de abril
Cuento: “Primer amor”
Autor: Ivan Turguenev (1818-1883)
Ganadora: Verónica Cornejo

I
Los invitados se habían despedido hacía ya largo rato. El reloj acababa de dar las once y media. Sólo nuestro anfitrión, Sergio Nicolaievich y Vladimiro Petrovich permanecían aún en el salón.
Nuestro amigo llamó e hizo retirar los restos de la cena.
-Así que estamos de acuerdo, ¿verdad, señores? -dijo, arrellanándose en un sillón y
encendiendo un cigarro-. Cada uno de nosotros ha prometido relatar la historia de su
primer amor. Usted empezará, Sergio Nicolaievich.
El interpelado, un hombre bajo, rubio, de rostro abotargado, miró a su anfitrión y
después levantó los ojos al techo.
-Yo no he tenido primer amor -declaró, al fin-. Yo empecé directamente por el
segundo.
-¿Cómo es eso?
-Simplemente. Tendría a la sazón unos dieciocho años cuando me dio la fantasía de
hacerle un poco la corte a una joven, por cierto muy bonita, pero me comporté como si
aquello no fuese nuevo para mí; exactamente como lo he hecho posteriormente con
otras. Para ser sincero, mi primero -y último- amor, se remonta a la época en que tenía
seis años. El objeto de mi pasión era la niñera que cuidaba de mí. Esto queda muy lejos,
como pueden ver, y los detalles de nuestras relaciones se han borrado de mi memoria.
Por otra parte, aunque los recordara, ¿a quién podrían interesar?
-¿Qué vamos a hacer, entonces? -se lamentó nuestro anfitrión-. Tampoco mi primer
amor tiene nada de apasionante. Jamás había amado a nadie antes de conocer a Ana
Ivanovna, mi esposa. Todo ocurrió en la forma más natural del mundo: nuestros padres
nos prometieron, no tardamos en experimentar una inclinación mutua, y pronto nos
casamos. Toda mi historia se compendia en dos palabras. A decir verdad, señores, al
poner la cuestión sobre el tapete, yo confiaba en ustedes, jóvenes y solteros...
-El hecho es que mi primer amor no fue un amor trivial - intervino Vladimiro Petrovich,
tras breve vacilación.
Era un hombre de unos cuarenta años, de cabellos negros, ligeramente entreverados de
plata.
-¡Ah, menos mal!... ¡Empiece! ¡Le escuchamos!
-Pues bien, ahí va... Pero, no, no les explicaré nada, porque soy muy mal narrador y
mis relatos suelen ser secos y breves o largos y falsos. Si no tienen ustedes inconveniente en ello, prefiero consignar todos mis recuerdos en un cuaderno, y leérselos luego.
Sus compañeros, al principio, no estaban dispuestos a aceptar la proposición, pero
Vladimiro Petrovich acabó por convencerlos. Quince días más tarde, se reunían de nuevo.
Vladimiro había cumplido su promesa.
Y esto es lo que había anotado en su cuaderno:

II
Tenía a la sazón dieciséis años. Ello acontecía en el curso del verano de 1833.
Yo vivía en casa de mis padres, en Moscú. Habían alquilado una villa cerca de la
Puerta Kalugski, frente al jardín Neskuchny. Yo me preparaba para la universidad, pero
trabajaba poco y sin prisa.
Nada coartaba mi libertad: tenía derecho a hacer todo lo que se me antojaba, sobre todo
desde que me había liberado de mi último preceptor, un francés que jamás había logrado
hacerse a la idea de que me había caído en Rusia comme une bombe y se pasaba los días
enteros echado en su cama con una expresión exasperada.
Mi padre me trataba con tierna indiferencia; mi madre apenas me prestaba atención, a
pesar de que yo era su único hijo: la absorbían otra clase de preocupaciones.
Mi padre, joven y apuesto, había hecho un matrimonio de conveniencia. Mi madre,
diez años mayor que él, había tenido una existencia muy triste: siempre inquieta, celosa y
taciturna, no se atrevía a traicionarse en presencia de su marido, al que temía mucho... Él,
por su parte, afectaba una severidad fría y distante... Jamás he conocido hombre más
seguro, más tranquilo y más autoritario que él.

martes, 7 de abril de 2009

El humilde ganador


Martes 07 de abril
Teatro: "El soldado fanfarrón"
Autor: Plauto (254-184 a.c.)
Ganador: Mario Tsolakian

lunes, 6 de abril de 2009

Los lances de la Colorada


Lunes 06 de abril
Novela: “Las lanzas Coloradas” (*)
Autor: Arturo Uslar-Pietri (1906-2001)
Ganadora: Marta Zander (“A confesión de partes…”)

(*) “Coloradas con mayúscula, porque son lanzas Coloradas de sangre”

Del prólogo de M. A. A. (autor no leído aún) a “Las lanzas Coloradas”, Salvat Editores, 1970.

La soledad (son cuatro mundos) + aclaración

A pedido de otro (noble) parrafista, amplío la presente entrada.
Particularmente son afirmaciones inteligentes de un escritor que nos dejara pocos meses ha.
Pista adicional: obtuvo el premio Nobel, y fue leido en nuestro irracional espacio radial-digital. Aquellos que quieran arriesgar el nombre del autor, serán bien recibidos!

"La vida de un escritor es extremadamente vulnerable, apenas una actividad desnuda.
No tenemos que llorar por ello.
El escritor hace su elección y queda atrapado en ella.
Es cierto que estás expuesto a todos los vientos, alguno de ellos en verdad helados. Estás solo, por tu cuenta.
No encontrás refugio, ni protección -a menos que mientas- en cuyo caso, por supuesto, te habrás construido tu propia protección y, podría decirse, te habrás vuelto un político".

domingo, 5 de abril de 2009

La semana

Semana femenina en Párrafus. En los títulos o en las autorías, mujeres. Para no desentonar, también una dama entre los ganadores: María Suárez, la Dama de Coghsmopolitan.

El lunes, “Alicia a través del espejo”.
El martes, de Norah Lange, “Cuadernos de infancia” (y ganó María).
El miércoles, de Silvina Bullrich (“gaucho con concha”, pero fémina al fin), “Reunión de directorio”.
El jueves, “Ultimas tardes con Teresa”.
El viernes, “Los cálices vacíos”, de Delmira Agustini.
También, como se ve, clara preponderancia de un género… de género… femenino: novela.

Y este es todo el balance que puedo hacer en una semana en la que mi reciente, creciente, eficiente función de padre me demandó como nunca.
Mis felicitaciones para todos los ganadores –incluso para mí mismo.

(Para curiosear algo más en torno a las obras o los autores, pueden pasar ya mismo de esta página a las de la benemérita Wikipedia o la satanizada Google.)

Y aprovecho, ya que estoy, para reiterar mi saludo a Párrafus (nacido a la noche el 4 de abril de 2006), a su creador y a sus oyentes en el comienzo de su cuarto año triunfal.

Buenos días.
Feliz domingo para todos –pero yo me voy a dormir.

jueves, 2 de abril de 2009

El Dr.Alfonsin y Párrafus Interruptus

Precisamente el lunes a la noche, la víspera de su muerte, me encontré pensando en el Dr. Alfonsín a partir del recuerdo de dos autores de Párrafus.
Estaba viendo distraídamente la tv, cuyo control remoto maneja Cristina, cuando en un determinado momento y canal debí apelar a su compasión para que detuviera el zapping. En el programa de Chiche Gelblung estaba el periodista Nicolás Kasanzew. La leyenda al pie de la pantalla durante la entrevista decía: “Después de Malvinas, un muerto civil”.
Algunos recordarán al joven cronista que allá a principios de los ´80 se ganaba la vida en ATC, uno de los canales estatales de entonces. Era quizá uno de tantos, pero Kasanzew se hizo célebre por haber sido enviado a cubrir el conflicto de Malvinas en el ‘teatro de operaciones’. Parece que desde allí, necesariamente –de acuerdo al mandato recibido-, contribuyó a la mentira en que todo aquello consistió, más allá de la soberanía discurseada y de la sangre de los hombres.
Ahora, la otra noche, entrevistado por Chiche, protestaba y se defendía del ostracismo a que fuera sometido en su profesión a la vuelta de aquella corresponsalía. Y en un momento contó que, a principios de 1984, aprovechando la asunción de nuevas autoridades democráticas, apeló, primero, a Miguel Angel Merellano, designado interventor de ATC, y luego a la secretaría de cultura. Fue entonces que dijo algo así como: “Me recibió el Sr. Carlos Gorostiza, secretario de cultura. Parado detrás de él estaba Marcos Aguinis, el subsecretario. Me dijeron, después de escuchar mi queja por mi situación, que tenían órdenes de arriba…” Y agregó: “No hubo nada que hacer, nunca supe si la orden venía de Alfonsín o de Trócoli, pero, más allá de esto, estos dos personajes me hicieron acordar a aquellos funcionarios culturales del stalinismo”. Gelblung, haciéndose el bobo –que le sale tan bien- o verdaderamente ignorante, preguntó: “Y estos dos señores están vivos, ¿no? ¿Qué son? Escritores…”. Kasanzew respondió que sí. Yo pensé: “Ya lo creo que viven, y ya estuvieron en Párrafus”.
Esto es todo. Quería contarlo, y lo hago a pesar de las connotaciones o suspicacias que este relato pueda suscitar.
Por otro lado, conociendo la fama de Chiche, y como seguramente en algunos círculos se sabía que el desenlace de la enfermedad del ex presidente era inminente, ahora pienso que el lunes no debe haber sido casual la invitación a Kasanzew para esa entrevista alusiva a aquellos años.

Por último, y ya sin preocupación por connotaciones ni suspicacias, diré que el martes, antes de mi último triunfo, más me apenó la noticia sobre la muerte del cineasta Jorge Prelorán ofrecida por Hugo que el ingreso a la inmortalidad de don Raúl Ricardo.
Y buenas noches, compañeros… oyentes.

miércoles, 1 de abril de 2009

Norah y Silvina: Buen fin y mejor principio


Martes 31 de marzo
Cuento: “Cuadernos de infancia”
Autora: Norah Lange
Ganadora: María Suárez

“Desde la estación Belgrano R. me interno hacia el oeste en busca de uno de los centros de la mitología literaria porteña: Tronador 1746, entre La Pampa y Virrey del Pino, la casa de los Lange.
“Un ingeniero noruego llamado Gunardo Lange llegó a la Argentina a fines el siglo XIX y aquí se casó con Berta Enfjord, hija de escandinavos. Nacieron cinco hijas: Irma, Haydée, Chichina, Norah, Ruth. Finalmente, un varón, Juan Carlos. Los Lange se fueron a vivir a una enorme casa en la calle Tronador, barrio que se llamaba Vila Manzini (pero, ¿no estábamos en Belgrano, en Villa Ortúzar, en…?), que pronto se llenó con las risas y las gracias de aquellas cinco bellezas. El ingeniero Lange era un hombre rubio y feliz, viajaba mucho por sus funciones como cartógrafo (fue llamado el Livingstone del Pilcomayo, ya que descubrió zonas inexploradas del norte argentino) y era muy bueno: siendo protestante, permitió que Berta criara a los hijos como católicos. Pero Gunardo murió joven, n 1915, cuando Norah tenía sólo nueve años. Entonces Berta crió sola aquel familión.
“Las cinco hermanas Lange, altas, de piel blanquísima, rubias o, como Norah, de llameantes cabellos rojos, estuvieron muy pronto rodeadas de admiradores. Berta hizo de la calle Tronador un centro mundano-literario. A lasreuniones que allí se celebraban no faltaba ninguno de los jóvenes escritores del momento. Un primo de Borges, Guillermo Juan, que también escribía, y que estaba emparentado con lasLange, comenzó a invitar a estos literatos en ciernes. Se declamaba poesía, se discutían temas culturales, se practicaban entretenimientos de salón, se hacía música: por supuesto, piano, pero ¡también bandoneón! Y hastase bailaban tangos.
(…)
“De tanto hablar con escritores, a Norah le picó el bicho y publicó su primer libro de poemas : ‘La calle de la tarde’. La autora tenía19 años y un prologuista de lujo, Jorge Luis Borges.
(…)
“Leopoldo Marechal convirtió al grupo de poetas martinfierristas que rodean al protagonista de ‘Adan Buenosayres’ en personajes y narró una velada en la casa de la calle Tronador, donde la familia Lange es la familia Amundsen. Allí comparecen, ‘con ribetes grotescos y alusiones punzantes’, señaló un crítico, esos personajes que apenas están velados por nombres supuestos: Adán Buenosayres es el propio Marechal, Shultze es Xul Solar, Tesler es Jacobo Fijman, el petiso Bernini es Raúl Scalabrini Ortiz, Pereda es Jorge Luis Borges, Fredy Amundsen es Juan Carlos Lange. En cuanto a las féminas, Solveig Amundsen, de la que está enamorado Adán, es Norah Lange.
“Sobre la vida amatoria que se desarrolla en la calle Tronador, María Esther de Miguel aporta mucho dato. Así, nosenteramos de que Borges y Xul le arrastraron el ala a Haydée, la mayor de los Lange, que sin embargo prefirió a un poeta apellidado Bosco, que se suicidó joven. En cuanto a Norah, todos bebían los vientos por ella (dice Petit de Murat: ‘para nosotros en aquel instante toda la poesía se concentraba en Norah Lange’). Finalmente, quien se llevó el gato al agua fue Oliverio Girando, como saben los lectores que hayan leído mi recorrido por Retiro, donde visité la casade Suipacha 1444.”

Alvaro Abós, “Al pie de la letra. Guía literaria de Buenos Aires”, Grijalbo, 2005



Miércoles 01 de abril
Novela: “Reunión de directorio”
Autora: Silvina Bullrich
Ganador: el Marce Perenchio

“Nacida en 1915, Silvina Bullrich perteneció a la segunda generación de escritores argentinos del siglo XX.
(…)
“Una primera etapa sería la inicial, que comprende cinco novelas, escritas entre 1939 y 1944, a razón de casi una por año: ‘Calles de Buenos Aires’, ‘Saloma’, ‘Su vida y yo’, ‘La redoma del primer ángel’ y ‘La tercera versión’. No aparece en estas obras –es obvio, dado lo temprano de esta producción, ningún perfil personal acusado y su valor es escaso.
(…)
“La segunda etapa se inicia con un éxito franco: ‘Bodas de cristal’ (1951). (…) Con ella se inicia un conjunto de narraciones de temática básicamente sentimental y ancladas en las cambiantes formas de las relaciones amorosas entre un hombre y una mujer. (…) A esta etapa sentimental (uso el adjetivo en el sentido que le da W. Wordsworth: ‘la emoción contemplada en el tiempo’) pertenecen: ‘Teléfono ocupado’, ‘Mientras los demás viven’, ‘Un momento muy largo’, ‘Te acordarás de Teormina’ y ‘Los pasajeros del jardín’.
(…)
“Una tercera etapa se orienta hacia lo social. La afirma con ‘La creciente’. Su mayor logro se dio en la trilogía: ‘Los burgueses’ (1964) –traducida al polaco, al rumano, al checoslovaco, al italiano- es la más perdurable de los tres; ‘Los salvadores de la patria’ (1965) y ‘Los monstruos sagrados’ (1971). También podríamos señalar otros agrupamientos. Uno, la trilogía de las novelas de Punta del Este: ‘Mañana digo basta’ (1967), ‘Mal don’ (1973) y ‘Los despiadados’ (1978). Otro, una cuarta etapa evolutiva, en que la autora incursionó por el conturbado mundo de los intereses económicos y los conflictos del poder, de moda, por entonces, a partir de ciertos best sellers norteamericanos, modelos del género. En esta línea podrían situarse ‘Reunión de directorio’ (1977), ‘Será justicia’ (1978), ‘Escándalo bancario’ (1980) y ‘¿A qué hora murió el enfermo?’ (1985).”

Pedro Luis Barcia, “La catarsis del autor: de lo autobiográfico a lo ficcional”, prefacio a “Los pasajeros del jardín”, Ediciones Nuevo Siglo, 1995, vendido con el diario Crónica (Biblioteca100 X 100)


“Los pasajeros del jardín” es la más autobiográfica de las narraciones de Silvina Bullrich.
Lo recuerda ella misma en un par de ocasiones: “’Los pasajeros del jardín’ es totalmente autobiográfica. Se trata de la muerte de mi segundo marido, Marcelo Dupont. Nos queríamos profundamente, tiernamente, apasionadamente, con la piel, con el corazón, con el razonamiento, en una comunión de gustos literarios, de amor por Francia que era nuestra segunda patria, por el teatro francés, al que ibamos todas las noches cuando estábamos en París, en ese París en el cual nos conocimos y nos quisimos a la primera mirada. Eramos también amigos, compañeros, cómplices contra el mundo que se nos oponía. Era un amor demasiado completo para que me durara así.”
Llevada al cine, la realización fue de Alejandro Doria y sus protagonistas Graciela Borges y Rodolfo Ranni.”

Contraportada del mismo volumen.