miércoles, 29 de octubre de 2008

Art - El hombre inesperado

Las entradas para El hombre inesperado, de Yasmina Reza me miran muertas de risa, desde el mueblecito. Me preguntan por qué estoy tan contenta, si no gané.

-Porque acabo de reconocer una obra de teatro durante la lectura. Y creo que es la primera vez en todo este tiempo que llevo escuchando Parrafus que reconozco una obra de teatro, y sé el nombre y apellido del autor. Autora en este caso.

-¿Cómo? ¿No era que te dormías cuando Hugo leía teatro?

-Ya ven que no, que ésas son sólo calumnias.

-Y, ¿cuál fue la obra?

-Ya escucharon, Art, escrita por la misma autora de ustedes: tres amigos, un cuadro en blanco...ésa.

-Ves que te trajimos suerte?

-Parece.

-Ahora que Yasmina Reza ya fue leída, cuando vayas a ver El hombre inesperado, no hace falta que lleves la libretita.

-¿La libretita? ¿Para qué?

-Para anotar el comienzo de la obra....

No ví Art; me hubiera gustado. Pero este sábado, llueve o truene, nos haremos los rulos para ver a Luis Brandoni y Betiana Blum en El hombre inesperado, aprovechando que andan de gira por las provincias. Después les cuento como me fue.

martes, 28 de octubre de 2008

Bellessi y Mankell

Hace dos jueves me perdí el programa. Esa noche se leyó Poesía. Se leyó, supe después, durante más de once minutos. Creo que no habrá quedado tiempo para dar mucha información sobre obra y autor.
Ayer, en casa de mi vieja, buscando otra cosa, encontré un suplemento ‘Cultura’ del diario Perfil, de marzo de 2006, donde la sección ‘Las diez preguntas’ se dedica a Diana Bellessi, la poeta de aquella noche. La sección, esta vez, lleva la firma de Glenda Vieites. Copio una parte.


“Diana Bellessi nació en Zavalla, provincia de Santa Fe, en 1946. Estudió filosofía en la Universidad del Litoral. En 1969 emprendió un viaje con el objetivo de conocer de cerca las distintas culturas el continente americano, empresa en la que estuvo sumergida hasta 1975.
Entre algunas de las actividades que desarrolló relacionadas con la literatura, coordinó talleres de escritura en las cárceles de Buenos Aires, trabajo que se refleja en el libro ‘Paloma de contrabando’ (1988). Esta experiencia fue recogida por María Medrano, quien el año pasado publicó el libro ‘Yo no fui’, con poesías escritas por las reclusas del penal de Ezeiza.
Entre sus títulos se encuentran ‘Destino y propagaciones’ (1970); ‘Crucero ecuatorial’ (1981); ‘Tributo del mudo’ (1982) –estos dos últimos reeditados en un solo volumen en 1994-; ‘Danzante de doble máscara’ (1985); ‘Eróica’ (1988).
(...)
Actualmente pasa gran parte de su tiempo en el Delta, cerca del Paraná, donde, según dice, ‘encontró el silencio que le permite oír algo’.
-¿Cuál es el primer libro que recuerda haber leído?
-‘Los viajes’, de Marco Polo. O quizá ‘El corsario negro’, de Emilio Salgari. O la saga completa de ‘Bomba, el niño de la selva’, de Roy Rockwood. El primer libro que leí en la pequeña biblioteca de la escuela primaria de mi pueblo fue una versión de la ‘La divina comedia’, eso lo recuerdo bien.
-¿Cuál es su autor favorito vivo?
-Al menos diré tres: Griselda Gambaro, Ursula K. Le Guin, Hugo Padeletti.
-¿Qué libro se llevaría a una isla desierta?
-Los escritos de Chuang Tzu.
-¿Cuál es el último libro que leyó o que está leyendo en este momento?
-‘La conferencia de los pájaros’, del poeta sufí Faird Ud-Din Attar.
-¿Qué libro reciente no pudo terminar de leer?
-Ninguno. Sólo elijo lo que me atrae.
-¿Qué libro quisiera releer pronto?
-La poesía completa de Gracilaso de la Vega.
-¿Cuándo escribe?
-Cuando tengo tiempo sería la respuesta más honesta. Es decir, cuando la atención logra tensarse y se vuelve posible oír algo, en medio del descomunal ruido.
-¿Quién debería ser el próximo Nobel?
-Griselda Gambaro. Ursula K. Le Guin. Hugo Padeletti.
-¿Cuáles son sus rituales o supersticiones a la hora de escribir?
-Ninguno. Pero me hace bien el silencio y el mate.
-¿Cuál es su comienzo favorito de la literatura universal?
-Los cantos de los pueblos del mundo; los que he escuchado y los que he leído, aún forzados a la transcripción, violentados por la traducción, guardan lo más intenso y misterioso del alma humana.”

La ganadora de aquella noche de jueves fue la oyente María Suárez, quien, casualmente, también ganara cuando se leyó “El corsario negro”, de Emilio Salgari.

En el mismo suplemento se encuentra una crítica de la novela “El retorno del profesor de baile”. Su autor fue el primero de los aparecidos en Párrafus que yo desconocía absolutamente: Henning Mankell. Como en aquel momento no escribí casi nada acerca de él, aprovecho ahora y transcribo el comienzo de la crítica –que firma Eugenia Zicavo.

“Desde que comenzó su serie protagonizada por el inspector Wallander en 1991, el escritor sueco Henning Mankell ha entregado una novela por año. Tamaña proliferación de caracteres y esa ‘puntualidad’ de escritor de best sellers despiertan ciertas suspicacias: ¿qué calidad puede albergar alguien tan prolífico que, además, pasa seis meses al año como director del Teatro Nacional de Mozambique? Sin embargo, a pesar del prejuicio, Mankell logra una de las premisas que Chesterton imponía para el género policíaco: ‘La clave debe ser simple. Durante toda la narración debe existir la expectación del momento de la sorpresa, y esta sorpresa debe durar sólo un momento’”.

La noche de Henning Mankell, en el Párrafus 271, ganó Fernando Terreno (el mismo que al inicio de esta semana ganó con “Art”, de Yasmina Reza), quien, según recuerdo, se expresó respecto de este sueco con una prevención parecida a la de esta crítica.
Nada más. Yo sigo sin tener nada que decir al respecto.

domingo, 26 de octubre de 2008

Record... recordadores más veloces

Leo que otra de las obras teatrales de Jacinto Benavente se llama “La noche del sábado”.
Esta noche de sábado (laborable para mí, pero aburrida y somnolienta) voy a intentar retomar el hilo de las reseñas de nuestro Parrafus Interruptus.
¿Comenzaré hablando del record? A todos nos ha pasado ya: los oyentes nos adelantamos con el teléfono unos a otros. Mejor dicho: un oyente cada noche se le adelanta a todos los demás que conocen la respuesta correcta. Pero esta semana, a mí, se me adelantaron todas las noches –menos el domingo, porque fue un programa grabado. No lo puedo creer… ¡Me caigo y me levanto!
Pero no. Las efusiones personales son una de las cosas que tengo que dejar de lado en esta nueva etapa. Hablaré del programa, es decir, del juego, es decir, de las lecturas, es decir, de los oyentes ganadores… Pero no, de los ganadores, más allá de nombres y apellidos, mejor tampoco digo nada. Y de nuestro conductor, es decir, de sus preámbulos o comentarios o conversaciones, lo mismo. Después de todo, este Blog no se propuso como una crónica detallada o documental de Párrafus. Ya fue dicho: lo pensé como una bitácora (Quique Figueroa dixit) para que los oyentes, ganadores del juego o no, registren sus impresiones de esta navegación nocturna por el mar de los libros que la radio nos ofrece. Fue, creo, por no haberme hecho entender bien acerca de este propósito (no puedo pensar en desidia participativa) que las glosas del programa –no crónicas- fueron quedando mayormente a mi cargo. Y es por mi pobreza imaginativa que esto sólo consiste en tales glosas. Me quedaré, parece, con las ganas de saber qué otras variantes pudieran darle otros a esta página.
El lunes, entonces (se entiende: el lunes por la noche), fue el primer Párrafus de la semana. La noche anterior se había repetido el programa donde Verónica Cornejo ganó con una obra teatral de Pacho O´Donnell. Esta noche, Verónica ganó con una obra de Jacinto Benavente.
Es tal vez la obra más conocida del premio Nobel español: “Los intereses creados”. Hasta yo la tengo, no sé cómo, aunque nunca la leí; sólo hojeé el comienzo (casualmente, alguna vez), así que es justicia que esta vez no haya entrado mi llamada primero.
Leo ahora que no está nada mal la historia. Hay un dúo de estafadores o abusadores de la buena fe (Crispín y Leandro) que al final, aunque descubiertos, se salen con la suya porque aclarar ciertos asuntos sería inconveniente para los estafados; iría contra sus más acendrados intereses. Pero parece que con esta obra, junto a otras del comienzo del siglo XX, Benavente suavizó mucho los cuestionamientos sociales que se encuentran en el comienzo de su carrera, en “El nido ajeno”, de 1894. Prefirió el éxito de público, mediante sátiras simpáticas y frívolas. Después, con “La malquerida”, otra de sus obras más nombradas, abandonó ese cuerda y se acercó a un naturalismo rural que lo emparentó con algunos temas y tonos de la generación del 98.
Jacinto Benavente Martínez nació en 1866 y murió en 1954. Ganó el Nobel en 1922.

El martes, Hugo leyó el siguiente cuento, o balada, o proemio de los “Cuentos de la oficina”, del porteño (de La Boca) Roberto Mariani.

Entra. No repares en el sol que dejas en la calle. Él está caído en la calle como una blanca mancha de cal. Está lamiendo ahora nuestra vereda; esta tarde se irá enfrente. No repares en el sol. Tienes el domingo para bebértelo todo y golosamente, como un vaso de rubia cerveza en una tarde de calor. Hoy, deja el perezoso y contemplativo sol en la calle. Tú, entra. El sol no es serio. Entra. En la calle también está el viento. El viento que corre jugando con fantasmas. Fantasma él también, pues no se ve con los ojos de la cara, y se lo siente. El viento está jugando; ya corriendo una loca carrera por en medio de la calle; ya golpeándose las sienes contra las paredes de las casas; ya deshilándose en las copas de los árboles... f... f... f... f... El viento es juguetón como un recental; esto no es serio. Tú entra.
Deja en la calle sol, viento, movimiento loco; tú, entra.
¿Qué podrías hacer en la calle? ¿No tienes vergüenza, estúpido sentimental, regodearte con el sol como un anciano blanco, y esqueletoso, y centenario? ¿No te humilla, en tu actual situación de muchacho fornido, dejarte forrar por el viento como una hoja dentro de un remolino?
¡Y la lluvia! No te avergonzaré recordándote que los otros días estuviste tres horas ¡tres horas!, contemplando tras la vidriera del café, caer y caer y caer, monótonamente, estúpidamente, una larga, monótona y estúpida lluvia. Entra, entra.
Entra; penetra en mi vientre, que no es oscuro, porque, ¡mira cuántos Osram flechan sus luminosos ojos de azufre encendido como pupilas de gata! Penetra en mi carne, y estarás resguardado contra el sol que quema, el viento que golpea, la lluvia que moja y el frío que enferma.
Entra; así tendrás la certeza —que dará paz a tu espíritu— de obtener todos los días pan para tu boca y para la boca de tus pequeñuelos. ¡Tus pequeñuelos, tus hijos, los hijos de tu carne y de tu alma y de la carne y del alma de la compañera que hace contigo el camino! Yo daré para ellos pan y leche; no temas; mientras tú estés en mi seno, y no desgarres las prescripciones que tú sabes, jamás faltará a tus pequeñuelos, ¡los pobres!, ni pan, ni leche, para sus ávidas bocas. Entra; acuérdate de ellos; entra.
Además, cumplirás con tu deber. Tu deber. ¿Entiendes? El trabajo no deshonra, sino que ennoblece. La Vida es un Deber. El hombre ha nacido para trabajar.
Entra; urge trabajar. La vida moderna es complicada como una madeja con la que estuvo jugando un gato joven. Entra; siempre hay trabajo aquí.
No te aburrirás; al contrario, encontrarás con qué matizar tu vida. (Además de que es tu Deber). Entra. Siéntate. Trabaja. Son cuatro horas apenas. Cuatro horas. Pero, eso sí: nada de engañifas ni simulaciones ni sofisticaciones. ¡A trabajar! Si tu labor es limpia, exacta y voluntariosa —voluntariosa sobre todo—, los jefes te felicitarán. Tú estás sano; puedes resistir estas cuatro horas. ¿Has visto cómo las has resistido? Ahora vete a almorzar. Y vuelve a hora cabal, exacta, precisa, matemática. ¡Cuidado! Porque si todos se atrasaran, se derrumbaría la disciplina, y sin disciplina no puede existir nada serio. Otras cuatro horas al día. Nadie se muere trabajando ocho horas diarias. Tú mismo, dime: ¿no has estado remando el domingo once o doce horas, cansando los músculos en una labor con el agua que me abstengo de calificar por el ningún remordimiento que se obtiene? ¿Ves tú? ¡Y con inminente peligro de ahogarte! Yo sólo te exijo ocho horas. Y te pago, te visto, te doy de comer. ¡No me lo agradezcas! Yo soy así.
Ahora vete contento. Has cumplido con tu Deber. Ve a tu casa. No te detengas en el camino. Hay que ser serio, honesto, sin vicios. Y vuelve mañana, y todos los días durante 25 años; durante los 9.125 días que llegues a mí, yo te abriré mi seno de madre; después, si no te has muerto tísico, te daré la jubilación.
Entonces, gozarás del sol, y al día siguiente te morirás. ¡Pero habrás cumplido con tu Deber!

Ese cuento (o balada o prólogo) lo tengo en una antología del Centro Editor de América Latina: “Boedo y Florida”. También hay otro, “Santana”, que también pertenece a “Cuentos de la oficina”, el primer libro de cuentos de Mariani, de 1925. Que también es “el primer libro que toma el tema del trabajo en un determinado lugar y las vicisitudes de sus protagonistas”, según una de las notas de la profesora María Raquel Llagostera.
En otro texto de la Antología (escrito en aquel 1925 por Santiago Ganduglia para la revista ‘Martín Fierro’) se dice:
“En sus cuentos Mariani sigue paso a paso, detalle a detalle, la existencia monótona y dolorida de los empleados de las grandes tiendas bonaerenses. El elemento es de suyo inconsistente para una labor de simple belleza, porque se advierte la ausencia del paisaje y del espacio: los seres actúan dentro de un radio limitadísimo y material; mas, utilizado en cierto sentido, ofrece faces amplias y ricas para una creación de aliento. Sin caer en la minuciosidad, manteniendo siempre un raro interés, Mariani deja vivir a sus personajes”.
Cuando Hugo empezó la lectura supe que conocía esa prosopopeya: es la oficina, el edificio el que habla. Pero tardé en precisar el recuerdo, tardé mucho, y cuando llamé me dio ocupado por el llamado (desde De La Garma, con 12 segundos de demora por el telediscado) de Luis Gobea, que ganó el juego.
Siempre había leído acerca de ese libro. Siempre quise encontrarlo. Hace poco di con esos dos cuentos en esta antología, y me gustaron. Me gusta, porque soy un trabajador, la literatura que se refiere al mundo del trabajo -escasa entre nuestros literatos. Ahora el libro de Mariani se reeditó, pero… porque soy un trabajador… no creo que pueda comprarlo.

Y del trabajo pasamos, la noche siguiente, a… ¿la esclavitud?
El miércoles se leyó “Las tierras blancas”, novela de Juan José Manauta.
¡Cómo debe estar María Suárez!
J.J.M. era el otro autor que esperaba la Dama de Coghlan –junto a Wernicke- y tampoco la dejaron ganar. Yo el año pasado me había comprometido con ella a que, si Hugo leía esa novela, esperaría dos minutos antes de llamar. Si para entonces ella no había contestado, sería que no estaba escuchando. Claro, no contábamos con que hay otros oyentes… Mario Tsolaquián, por ejemplo, que el miércoles se nos adelantó a ambos –porque yo llamé, ya que aquel compromiso con María está caduco, creo. El hombre de Palermo escuchó ‘Odiseo’ y marcó. Yo también, porque, aunque no leí la novela, sé por María que en el texto se intercalan las voces de ‘Odiseo’ y ‘La madre’. El llamado de Mario entró antes y el tuvo la suerte de saludar al autor, que estaba en la otra linea.
Manauta cumple noventa el año que viene. Es de Entre Ríos, de Gualeguay. Estudió en La Plata, se recibió de profesor de letras, pero nunca ejerció. Trabajó en un aserradero en el Tigre, como obrero en una imprenta, como vendedor de seguros, como periodista. Vive en Buenos Aires desde 1944, cuando le prohibieron volver a su provincia por ser militante comunista. (Vive en el barrio de Coghlan, es vecino de María, ella lo conoce y por eso quería ganar cuando Hugo lo leyera.) “Las tierras blancas” es de 1956. Sobre esta, su obra cumbre, en un reportaje le preguntan:

“Siguiendo con la madre. El "nosotros" de la madre en "Las tierras blancas". ¿A quién incluye?
A los habitantes de las tierras blancas. A los marginales. Ella es la voz o la reflexión de los marginados si es que los marginados un día pudieran reflexionar de ese modo.

¿Y tu "nosotros" a quién incluye y a quién excluye claramente?

Bueno, yo no tengo ni siquiera como escritor derecho de excluir a nadie. Ni al resto del mundo, el resto de la humanidad. Tienen que ser admitidos todos, incluso los ricos, como dice Marx en 1848: "También a los ricos hay que salvarlos de su fortuna", porque están alienados, porque acumulan fortuna por la fortuna misma, que no sirve para nada, que no tiene ningún valor. Esta dicho en "Las tierras blancas" cuando el chico dice ‘pero qué carajo es esto que me enseña mamá, porque a mí no me sirve, no es juguete, no es nada, no tiene gracia la plata’".

Hugo del Carril hizo la película en el 59; Manauta no quedó muy conforme, aunque participó en el guión. Dijo:

“Como experiencia, fascinante. Los resultados no fueron tan buenos. Es una película digna la que hizo Hugo del Carril. Y él la hizo con la mejor intención. Pero probablemente él dejó a un lado el personaje de la madre. Es decir, tomó lo social, lo reivindicativo, la denuncia, que era lo que él más sentía. Pero se olvidó o dejó lo psicológico a un lado. A tal punto que al lado del personaje de la madre es casi más importante el padre. El papel de Odiseo sí está bien desarrollado, y el del padre, pero la madre está casi olvidada. Porque hubiera tenido que hacer dos películas o, no sé, se hubiera requerido otro tipo de enfoque. Aunque yo tengo algo que ver porque yo intervine un poco en la elaboración del libro, pero en ese momento yo al cine no
lo pescaba muy bien.”

Y también le preguntarón:

“En varios momentos, en el último cuento de ‘Los degolladores’ que se llama ‘Pequeña memoria’, en ‘Mayo del 69’ y en ‘Las tierras blancas’ vos planteás que tenés tres madres y yo siempre sentí que había una que no nombrabas. ¿Cuáles serían estas tres madres?

Una es la que me parió. Otra es una señora que vivía enfrente a la casa en donde yo nací, que era un matrimonio sin hijos. Mi madre tuvo seis hijos, yo tuve cinco hermanos más, todos menores que yo, y esta señora como que me adoptó. El marido tenía un taller mecánico, y no hay cosa más fascinante para un niño que un taller mecánico, que andar entre los autos, entre los fierros, que ensuciarse con grasa. Y la señora de él, que se llamaba Elvira, era como mi segunda madre. La tercera fue una prostituta. Hay un cuento que se llama "Ana la turca" inspirado en ella, que me inició en la vida sexual pero con ciertas características muy especiales”.


Llegó y pasó Juan José Manauta, entonces. Lúcido, vigoroso se lo escuchó al viejo en la charla con Hugo. Otro de nuestros muchos escritores bastante ocultos, ahora develado para el gran público de Párrafus.


Y la semana (prolijamente, con un género distinto cada día)se cerró con Poesía.
De Rafael Obligado, otro entrerriano, se leyó su gauchesco “Santos Vega”. Y en pocos segundos, otra vez Luis Gobea con la respuesta correcta… hizo que me lamentara de haber puesto el despertador a las 00.30, para esta vez no perderme el programa previo a mi madrugón de los viernes.
¡Me caigo y me levanto!

domingo, 19 de octubre de 2008

Amargura

Quizá por haber sido una semana con doble fecha de eliminatorias, y aunque el futbol sólo me interesa en la pequeña medida en que mi afición por Chacarita Juniors lo amerita, hoy sólo se me ocurre decir que alemanes y argentinos, reeditando aquel match del último mundial, empataban dos a dos hasta el jueves en las lecturas de Párrafus.
La alternancia fue prolija: lunes y miércoles, Junger y Büchner; martes y jueves, Sáenz y De Santis.
También se me ocurrió aportar en el blog algún material alusivo. Sobre Junger (de quien se leyó “Sobre los acantilados de mármol”, que reconoció Roberto López Motta) busqué el número 5 de la revista El Péndulo, de noviembre de 1981, donde hay un largo e interesante artículo de Pablo Capanna. Y de Dalmiro Sáenz (de cuyo libro “Setenta veces siete”, que reconocí yo, Hugo empezó a leer el cuento “Propiedad”) pensé en copiar el prólogo de aquel primer libro suyo.
Y sobre Büchner podría recordar que un corto texto de su autoría aparece citado como epílogo del libro del compañero oyente Alberto Lagunas, “El refugio de los ángeles”. Y en torno al joven autor nacional Pablo De Santis, alguna maldad se me hubiera ocurrido.
Pero este fin de semana no tengo ganas de escribir.
Estoy muy amargado.
Creo que esto es el comienzo del fin.
Por segunda vez en el ciclo, y ahora por penosos y tal vez continuos motivos laborales, el viernes me perdí una emisión de Párrafus. Y no hubo, hasta hoy, domingo a las 08.00, ningún compañero Parrafista que me haya informado al respecto.
No sé, entonces, si habrá habido desempate entre teutones y criollos, o si, por ejemplo, alguno de los interminables autores norteamericanos habrá metido la cola.
Bueno, chau.
Gracias igual.


Apéndice: Con “La muerte de Dantón”, de Georg Büchner, ganó el juego María Suárez. Con “Filosofía y letras”, de De Santis, ganó Jorge Aloy. De este último compañero oyente recomiendo su www.elperroelocuente.blogspot.com –adonde quizá vuelque mis aportes próximamente.

sábado, 18 de octubre de 2008

Porque le gustó

Sandra Vela ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Resumen pendiente":

SIMPLEMENTE PORQUE ME GUSTO.

Esperanzas y utopías


José Saramago (Parrafista Nº 92)
http://cuaderno.josesaramago.org




Sobre las virtudes de la esperanza se ha escrito mucho y parloteado mucho más. Así como sucedió y seguirá sucediendo con las utopías, la esperanza ha sido siempre, a lo largo de los tiempos, una especie de paraíso soñado de los escépticos. Y no sólo de los escépticos. Creyentes fervorosos, de los de misa y comunión, de ésos que están convencidos de que llevan sobre sus cabezas la mano compasiva de Dios defendiéndolos de la lluvia y del calor, no se olvidan de rogarle que cumpla en esta vida al menos una pequeña parte de las bienaventuranzas que prometió para la otra. Por eso, quien no está satisfecho con lo que le cupo en la desigual distribución de los bienes del planeta, sobre todo de los materiales, se aferra a la esperanza de que el diablo no siempre esté detrás de la puerta y de que la riqueza le entrará un día, más pronto que tarde, por la ventana. Quien todo lo ha perdido, pero tuvo la suerte de conservar por lo menos la triste vida, considera que le asiste el humanísimo derecho de esperar que el día de mañana no sea tan desgraciado como lo está siendo el día de hoy. Suponiendo, claro, que haya justicia en este mundo. Pues bien, si en estos lugares y en estos tiempos existiera algo que mereciese semejante nombre, no el espejismo habitual con que se suelen engañar los ojos y la mente, sino una realidad que se pudiese tocar con las manos, es evidente que no necesitaríamos andar todos los días con la esperanza en los brazos, meciéndola, o meciéndonos ella a nosotros en los suyos. La simple justicia (no la de los tribunales, sino la de aquel fundamental respeto que debería presidir las relaciones entre los humanos) se encargaría de poner todas las cosas en sus justos lugares. Antes, al pobre que pide al que se le acababa de negar la limosna, se le añadía hipócritamente que “tuviera paciencia”. Pienso que, en la práctica, aconsejarle a alguien que tenga esperanza no es muy diferente de aconsejarle que tenga paciencia. Es bastante común oír decir a los políticos recién instalados que la impaciencia es contra-revolucionaria. Talvez lo sea, talvez, pero yo me inclino a pensar que, al contrario, muchas revoluciones se perdieron por demasiada paciencia. Obviamente, no tengo nada personal contra la esperanza, pero prefiero la impaciencia. Ya es hora de que ésta se note en el mundo para que aprendan algo ésos que prefieren que nos alimentemos de esperanzas. O de utopías.



Publicado por Sandra Vela para Los Parrafistas a las 17 de octubre de 2008 13:55

miércoles, 15 de octubre de 2008

Resumen pendiente

Qué semanita, ¿eh?
Variopinta, como diría alguno de esos escritores culteranos que Hugo a veces no tiene más remedio que desempolvar. Bueno, variada como todas.
El español, sobre todo poeta, uno más de la Generación del 27 (quiero decir, otro de ellos), Luisito Cernuda. El francés Jean Racine, tanto tiempo después de su compadre Moliere. La nacional Sara Gallardo, que con su novela más vista (“Los galgos, los galgos”) me recuerda el bar aquel de Lavalle y Callao. El dramaturgo y también letrista de tango (¿dónde escribí ‘sobre el pucho’ yo, los otros días?) José González Castillo. Y la última noche de la semana, por segundo jueves consecutivo, el develamiento de un Ininterruptus, otra vez de un autor inglés, autora, en rigor, la Mary Shelley.
En cuanto a los ganadores del juego, huelga decir que para este último caso, para el cuento “El mortal inmortal”, reapareció la especialista en develamientos Marta Zander. Ella ayudó a señalar que hace un par de meses se había intentado con “La prueba de amor”, otro cuento de la autora del “Frankenstein”.
El domingo, el benjamín Maximiliano Pozzi, con ayuda de su madre, respondió que los poemas de Cernuda pertenecían a “Los placeres prohibidos”.
El lunes, jactándose de que esperaba esa obra, López Motta ganó con “Fedra”, de Racine. Después, el locutor y poeta tuvo una linda charla con Hugo en la que mencionó una protonovela escrita a sus siete añitos. Nuestro conductor lo invitó, lo estimuló y lo conminó a que retome aquella obra y la termine.
El martes, con la novela de Sara Gallardo “Eisejuaz”, volvió a ganar Mario Tsolakián. Con este triunfo, el hombre de Palermo-Lector alcanzó en el segundo puesto del certamen anual Parrafista a Verónica Cornejo. Pero al día siguiente, sobre el pucho, la ama de casa de Lugano ganó con “Los invertidos”, de Gonzalez Castillo, y sacó ventaja otra vez.
Ya sé dónde escribí ‘sobre el pucho’ la vez pasada. En “Repaso de Ininterruptus II”.
Qué presagio, ¿eh?
Buenas noches.
Buena suerte.

jueves, 9 de octubre de 2008

Laborales, literalmente

Si llamé 'negro' a septiembre por la partida de un querido compañero, ¿qué creen que diré ahora, de octubre, cuando los vaivenes laborales me alcanzan a mí?
¿Diré ‘octubre tenebroso’?
¿Diré ‘primavera nefasta’?
¿Diré ‘maldito banco’?
No, nada de eso. Se ve que no me conocen todavía.
Digo: ¡Viva Perón!
Me gustan los cambios. Me mata la rutina. Una de las cosas que siempre me gustó de esta lánguida actividad es que cada tantas semanas, tantos meses o, en el peor de los casos, cada tantos años, nos cambian de lugar de trabajo. A veces por una inconducta propia –el caso del finado Marcelo-, a veces por una macana de algún compañero que salpica a todo el grupo, a veces por finalización de contratos entre la empresa y los clientes, de un día para otro, sin mucha posibilidad de defensa, hay que levantar campamento y partir.
Como ya dije, en estas empresas nunca se despide a nadie. Si quieren deshacerse de alguien o reducir sus planteles, el procedimiento es pasear al vigilador de un servicio a otro, cambiarle los turnos, los diagramas, alejarlo más y más de su domicilio. Así, a veces, el hombre se cansa y renuncia.
No es mi caso. Nunca sufrí esa especie de persecución, pero lo vi a mi alrededor muchas veces. Yo vengo bien: en los diez años que llevo en la empresa estuve en cuatro servicios; aproximadamente tres años en cada uno, menos en el banco, donde recién completé uno. Parece que parezco un tipo serio.
Y voy a seguir en el banco –al que cabría llamar ‘maldito’, pero por otras razones, de público conocimiento. El cambio para mí, ahora, en este octubre peronista, está dado en el diagrama. Mis días de trabajo y mi puesto serán otros.
Es una reestructuración generalizada, por cierto, y no puedo negar que salí medianamente favorecido. Sigo trabajando los sábados y domingos, pero ahora por la noche; voy a poder estar durante el día, entre sueños, con Cristina y el Fulanito. Y mi semana comienza ahora los viernes, en el turno de la mañana, con todo el trajín del banco… ¿en derredor?
Miren esto: mi traslado me lleva del puesto de la entrada principal, verdaderamente inútil durante los fines de semana, a la sala de cctv (circuito cerrado de televisión). Desde allí, cual menesteroso Gran Hermano, deberé observar las idas, venidas y todo otro movimiento del público ahorrista y del stressado personal. Paso así de la peatonal realidad sabadominguera, observada durante un año a través de la vidriera más grande de esta calle, a la semanal representación rentista-laboral mediada por cámaras y monitores. Es un cambio, ¿no?
Pero esto durante un solo día, los viernes. Después, me tocan las noches de sábado, domingo y lunes, con actividad casi nula dentro de la prestigiosa entidad.
Sí, es todo un cambio. Los viernes voy a trabajar con el señor J.M., nuestro benemérito jefe de servicio, y los sábados y domingos con el encargado titular de la noche, Antonio, el hombre de La Rioja. Ambos muy distintos del encargado relevante (el que hace los relevos) al que acompañé siempre hasta ahora. Con él (Walter R., ya mencionado en el Blog) seguiré estando los lunes, en mi última guardia; y, como hasta ahora, no voy a tener inconveniente para escuchar Párrafus esa noche.
Pero me preocupan la noche del domingo, cuando esté con don Antonio, y la del jueves, previas al madrugón de 'mi lunes’. Es probable que primero y último programa de la semana no me cuenten entre la audiencia, y esto es, en definitiva, lo que quería contarles a los queridos compañeros oyentes y a nuestro conductor.
Así que completo este sucinto informe con el pedido de que no se olviden de mí y me mantengan al tanto de lo que ocurra en torno al juego de esas noches. No es que me preocupe la definición del certamen anual de Párrafus, donde llevo una ventaja de 17 victorias sobre mi más inmediata perseguidora (a quien por cábala prefiero no nombrar), sino que quisiera, al menos, seguir actualizando en el Blog la lista de lecturas.
Por lo demás, es posible que en los próximos días, hasta que me acomode en la nueva situación laboral, mi escritura en torno a este Blog se resienta. Mejor así, tal vez, ya que el otro día el Escribano que acompaña a Hugo, virtual coequiper, envalentonado después de que lo nombré acá, preguntaba si el Blog es acerca del programa o de Marcelo Perenchio. Textos como este pueden abonar esa insidiosa presunción del leguleyo… pero esto también puede modificarse en cualquier momento.
Buenas tardes.
-Buena suerte, Marce.
Gracias.

lunes, 6 de octubre de 2008

Lo que sé de Cernuda

Lunes 06 de octubre.
Poesía: “Los placeres prohibidos”
Autor: Luis Cernuda
Ganador: Maximiliano Pozzi, de Saavedra


“’Señor, el crepúsculo’, anunciaba puntual a la tarde la doncella entrando en el salón de Mr. Ruskin, algún tiempo después de consumido el té. Y entonces, Mr. Ruskin iba al jardín.”

Luis Cernuda, “J.R.J. contempla el crepúsculo”

Luis Cernuda (Sevilla, España, 1902 – Ciudad de México, 1963). Poeta español, una de las más relevantes voces de la Generación del 27. Las iniciales J.R.J. del título de este poema son las de Juan Ramón Jiménez. Obras: Perfil del aire (1927), La realidad y el deseo (1936), Las nubes (1936-38), Como quien espera el alba (1947), Con las horas contadas (1958). En prosa se detaca Ocnos (1942) y Poesía y literatura (1960-64). El texto escogido pertenece a Desolación de la quimera (1962).

Fuente: “Dos veces bueno 3”, Ediciones Desde la Gente. Antólogo: Raúl Brasca.

Otra cosa que sé de Cernuda es una frase o verso suyo que siempre repetía, divertido, Esteban Peicovich en sus programas: "Estar cansado tiene plumas".

domingo, 5 de octubre de 2008

Enigma para los vivos

Dos autores de la semana tienen un libro llamado Los muertos. Quiénes son?

Mis poemas favoritos - Baldomero

SONETO DE TUS VISCERAS

Harto ya de alabar tu piel dorada,
tus externas y muchas perfecciones,
canto al jardín azul de tus pulmones
y a tu traquea elegante y anillada.

Canto a tu masa intestinal rosada,
al bazo, al páncreas, a los epiplones,
al doble filtro gris de tus riñones
y a tu matriz profunda y renovada.

Canto al tuétano dulce de tus huesos,
a la linfa que embebe tus tejidos,
al acre olor orgánico que exhalas.

Quiero gastar tus vísceras a besos,
vivir dentro de ti con mis sentidos...
Yo soy un sapo negro con dos alas.

Baldomero Fernández Moreno

viernes, 3 de octubre de 2008

Repaso de Ininterruptus II

Como ya se dijo esta semana (en el programa y acá), los Párrafus Ininterruptus del ciclo nocturno son ahora 19. Con el cuento no reconocido de este miércoles se alcanzó ese número.
Precisamente, podríamos empezar este repaso de ese accidente del juego con una discriminación por género.
Contra todos los pronósticos de quienes consideramos a estos rubros como los más difíciles, los Ininterruptus de teatro y poesía son los menos: tres de cada uno. El doble, seis, fueron novela, y los cuentos, siete.
Claro, habría que determinar también cuántas lecturas hubo de cada género. Hice ese escrutinio hace un tiempo, poco antes de los 300 Párrafus, y recuerdo una clara preponderancia de la novela. Mañana, en el trabajo, con más tiempo, lo hago de nuevo. Hoy aboquémonos a los Ininterruptus.
En síntesis, son:
Teatro: 3
Poesía: 3
Novela: 6
Cuento: 7
De estos 19, solamente (yo diría: solamente) seis han sido develados -cuando se hizo el segundo intento con el mismo autor. Y hay dos autores que han tenido su segunda chance, sin éxito –o con todo el éxito de haberse dado a conocer dos duraderas muestras de su obra.
De las trece lecturas que permaneces incógnitas, algunos participantes de este Blog han descifrado y encaminado la búsqueda de ocho –no utilizo la palabra ‘pista’ porque a Hugo, en torno al juego, no le gusta. Otras cinco (dos de teatro –del mismo autor-, una de cuento, una de poesía y una de novela) permanecen en la más negra oscuridad.
En lo que a mí respecta, diré que recuerdo como uno de los momentos más emotivos de mi trayectoria Parrafista la búsqueda del segundo Ininterruptus del ciclo, que devino en uno de los textos que más me gustan: “Contento como Orteguita ante Orión”.
Por otra parte, debo recordar que, como ya se sabe, no pude escuchar el programa la noche del nacimiento del Fulanito, que fue Ininterruptus. Y la reseña que de esa lectura me hiciera la compañera oyente Marta Zander (“un cuento norteamericano, polvoriento y con gallos de riña”), no me dijo nada. En cuanto a los otros cuatro enigmas, debo decir que resistieron incluso mi rudimentario uso –posterior- del google.
Para terminar, la lista de los Ininterruptus develados.
El 1 de febrero de 2007, en el Párrafus 128, se había leído “En la noche”, cuento de Humberto Costantini. Esto se develó en el programa 150, el 3 de abril, cuando volvimos a visitar al entrañable Cacho con “Un señor alto, rubio, de bigotes”. El ganador fui yo.
También el año pasado, el 23 de agosto, Párrafus 207, fue infructuosa la lectura de la novela “La liebre”. Pero Hugo insistió al programa siguiente con César Aira, esta vez con “Yo era una chica moderna”, y esta vez salió, como dice él. Ganó Quique Figueroa, el electró… el computador científico de Trelew.
Después, el 18 de diciembre, en el Párrafus 256, se leyó “Un marido rural”, de John Cheever. Lo develó Marta Zander cuando el 14 de mayo de este año, en el Párrafus 322, reapareció Cheever con otro de sus cuentos: “El nadador”.
Pero antes de este último desciframiento, el 25 de marzo, Párrafus 287, había quedado otro Ininterruptus: “El muchacho que escribía poesía”, cuento de Yukio Mishima. También lo develó Marta Zander, el 11 de abril, Párrafus 299, cuando el nipón volvió a la carga con “Patriotismo”.
Y pocos días después, otra vez Marta Zander, la especialista en Ininterruptus –desde entonces conocida como “pastilla del día después”. El 22 de abril, en el programa 306, falló Martin Amis –en realidad, fallamos nosotros- con “El libro de Rachel”. Al día siguiente, sobre el pucho, Hugo repite autor. Esta vez, la novela del inglés es “Tren nocturno”, y ahí estaba Marta para subirse.
Por último, anoche, en el Párrafus 415, la oyente Verónica Cornejo identifica en 17 segundos una novela que estaba esperando: “La piedra lunar”, de Wilkie Collins, autor que ya había participado el 5 de septiembre, en el programa 397, con el cuento Ininterruptus “Una cama terriblemente extraña”.
Hasta aquí el repaso. Para terminar, repito lo que ya dije una vez, que es parecido a lo que dice Hugo, no sólo para las noches sin ganador, sino para los autores de más dilatada lectura: Que el enigma de los Ininterruptus, al menos para los curiosos y/o ansiosos como yo, es un estímulo para emprender una búsqueda, y que en la búsqueda, que otros llaman vida, hay de todo para encontrar.
¿Eso dije yo? ¿Cuándo? Bueno, así, de esa manera, ahora. No está mal, ¿eh? A veces me sorprendo –cuando no me busco.
Chau

jueves, 2 de octubre de 2008

Feliz cumpleaños

A veces los entiendo: algunos lectores de este Blog deben estar hartos de mí.
Entre otras cosas, por referir siempre (casi siempre, mucho) las lecturas del programa a mis cosas. O por mostrar analogías, concordancias, sincronismos que a veces pueden parecer forzados, traídos de los pelos, descabellados. Pero a mí se me ocurren, o los veo, y quiero expresarlos. Y al que no le guste… que haga la suya. Que participe y muestre otras cosas, para matizar - el Blog está abierto a todas las resonancias. Y, si no, que reviente. (*)
(Puedo hablar así a los lectores, incorrectamente, porque no necesito que compren lo que escribo: acá todo es gratis –aunque, según la monetarista Cristina, alguien debiera pagarme por hacer esto, y si no que no pierda el tiempo.)
En todo caso, hoy la hago corta. Anoche, hoy, se leyó a Olga Orozco, la poeta nacida en La Pampa. Ella es de 1920, igual que mi madre. De ella, en una antología, tengo tres poemas. Uno se llama “La abuela”. Y tengo que copiarlo porque hoy, casualmente, es el cumpleaños de Angela, madre de Cristina, virtual o futura suegra, reciente abuela –más jóven, del 23.

La abuela

Ella mira pasar desde su lejanía las vanas estaciones,
el ademán ligero con que idénticos días se despiden
dejando sólo el eco, el rumor de otros días apagados
bajo la gran marea de su corazón.
De todos los que amaron ciertas edades suyas, ciertos gestos,
Las mismas poblaciones con olor a leyenda,
no quedan más que nombres a los que a veces vuelven como a un sueño
cuando ella interroga con sus manos el apacible polvo de las cosas
que antaño recobrara de un larguísimo olvido.
Sí. Ese siempre tan lejos como nunca,
Esa memoria apenas alcanzada, en un último esfuerzo,
por la costumbre de la piel o por la enorme sabiduría de la sangre.

Ella recorre aún la sombra de su vida,
el afán de otro tiempo, la imposible desdicha soportada;
y regresa otra vez,
otra vez todavía, desde el fondo de las profundas ruinas,
a su tierna paciencia, al cuerpo insostenible, a su vejez,
igual que a un aposento donde sólo resuenan las pisadas de los antiguos huéspedes
que aguardan, en la noche, el último llamado de la tierra entreabierta.

Ella nos mira ya desde la verdadera realidad de su rostro.

El ganador fue Luís Gobea, el oyente de la pampa bonaerense, que reconoció el poema “La cartomancia”. Se ganó la antología de donde Hugo leyó: “Con esta boca, en este mundo”. Y esto me da la oportunidad de mencionar un microprograma de poesía que va dentro de “Raices”, el legendario espacio cultural de Blanca Rébori, que actualmente se escucha en AM 530, “La voz de las Madres”, de lunes a viernes a las 15.00. El micro, que tomó su nombre de aquel poema de la Orozco (“Con esta boca, en este mundo”), está los martes alrededor de las 16.30. Sus creadores son Vilma Tripodoro, Luís Brizuela y otro Parrafista reciente: Jorge Boccanera.
Los dos primeros lanzaron en septiembre un programa propio: “El ojo mágico”, los viernes a las 20.00, también en AM 530. Estuve por recomendarlo hace poco desde acá, pero como no pude escucharlo más que de a ratos en alguna de sus emisiones, postergué esa mención. De todos modos, creo que seguramente valdrá la pena, así que si alguien quiere echarle un vistazo, que cuente después.
Nada más por hoy.
A nuestro conductor, muchas gracias por la aclaración acerca de la lectura teatral de las otras noches. Inimaginable que Putana fuera el nombre de aquella protagonista; claro, para los espectadores o lectores ingleses aquel apelativo no significaría nada. Y permitía al autor un juego de palabras parecido al de “La importancia de llamarse Ernesto”, ¿no?
Bueno, me voy a pasear a Estevanovich, que está llorando.



(*) "El mundo no muestra nada
a unos ojos sin mirada"

Charly García, "Sólo Dios sabe" (Tango IV)

Idea Anónima

Anónimo ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Solo para fanáticos":

Estimado Marcelo, déjese de pelear con las chicas y dedíquele tiempo a subir una entrada con la información completa acerca de PARRAFUS INTERRUPTUS a la Wikipedia en Castellano.

¡Porque con más de 400 programas radiales en la bolsa, y con los resultados que hoy pueden mostrar HP y asociados, el PARRAFUS pide ser bien divulgado urbi et orbi!

Es conveniente que también se incorpore esa entrada a la Wiki en Inglés, para que la copien en el resto del primer mundo.

Y previendo que el mundo decida retroceder, no olvide agregarla tambien a la Vicipaedia Latina. Saludos.



Publicado por Anónimo para Los Parrafistas a las 29 de septiembre de 2008 19:14

Tecnología digital en el mundo del libro

Comparto entrevista del portal Educ.ar, a Octavio Kulesz.
Un licenciado en filosofía que fundara Libros del Zorzal junto a Leopoldo, su hermano matemático.
Han publicado joyitas, entre otras "¿Cómo es un recuerdo?".

En 2007 fue elegido presidente del International Young Publisher of the Year Network, red global que nuclea a unos 45 jóvenes editores, con centro en Londres.
Actualmente dirige la editorial Teseo. Se trata de un proyecto orientado a la publicación de libros académicos de Iberoamérica.
La característica distintiva de Teseo con respecto a otros sellos es la integración completa de tecnologías editoriales de punta, tales como la impresión bajo demanda (Print on demand o POD) y la distribución digital de libros físicos.

—¿Cómo ve la situación del libro y la demanda editorial hoy?

—En la actualidad asistimos a una crisis profunda de la edición tradicional de libros. Este fenómeno está ocurriendo en todo el mundo, pero en nuestro país es particularmente evidente.
Los lectores, quizás por la enorme cantidad de información a la que acceden a través de la Web, se vuelven más exigentes en sus intereses, lo que lleva a que la demanda se estructure en nichos, en vez de constituir un grupo relativamente uniforme. Ahora bien, para llegar a estos lectores cada vez más dispersos, los editores se ven obligados a publicar más títulos, lo que implica muchísimos ejemplares adicionales, porque siguen utilizando la tecnología offset (que trabaja con grandes cantidades). Las librerías físicas reciben este flujo creciente de ejemplares y se ven obligadas a acelerar la rotación en vidrieras, mesas, estanterías, hasta que al poco tiempo deben devolver la mayoría de esos libros al editor, quien a su vez (por tener su depósito colmado), se ve en la necesidad de deshacerse de ellos: es así como un buen título termina, luego de algunos meses, guillotinado o saldado.

Se trata entonces de una crisis por saturación de oferta: se producen demasiados ejemplares, y la solución sólo puede provenir de la incorporación de tecnología digital en toda la cadena del libro.

—Es claro que la cultura y la economía se han transformado a partir de las nuevas tecnologías e internet. Nuevos modos de producción, distribución y difusión de la información, las relaciones, etc. y Teseo supo captar la nueva cultura digital. ¿Qué ventajas competitivas presenta Teseo en este panorama tanto para autores y lectores como para el mundo académico, universidades, escuelas, alumnos..?

—Nuestro objetivo es contribuir a que los libros universitarios puedan salir del laberinto de la edición actual. Eso significa permitir que los títulos estén disponibles siempre, y en el formato que el lector necesite: básicamente en libro físico o en versión electrónica. Nuestra plataforma digital apunta a que la palabra "agotado" ya no tenga sentido. Creo que es la única manera de ayudar a que ese lector especializado encuentre lo que busca, que el autor académico pueda beneficiarse de la venta de su obra y que las universidades continúen publicando los resultados de sus investigaciones.


—Teseo se especializa en investigaciones de ciencias sociales y humanidades. ¿Cómo es en general el recorrido del libro académico en la Argentina en las editoriales y en librerías?

—El proceso de publicación tradicional es bastante simple. Las editoriales académicas reciben proyectos de publicación, escogen algunos de entre ellos, se encargan de corregirlo, diseñarlo, imprimirlo en offset, distribuirlo en librerías, cobrar por las ventas y hacer difusión en medios de prensa.
El problema es que para el segmento académico, conformado por nichos cada vez más pequeños y especializados, la inversión necesaria para los sellos tradicionales suele ser alta y riesgosa. Las librerías físicas nacionales toman ejemplares consignados, pero pocos o ningún libro llega al extranjero, porque las librerías del exterior solo compran en firme. Luego de pocos meses, el grueso de los ejemplares regresa al depósito del editor, a menudo en estado de deterioro, con el triste final que comenté anteriormente.
A fin de cuentas, el encuentro entre el lector y el libro queda imposibilitado.


—¿Cuáles son las características de las impresoras digitales que se usan para este tipo de proyectos POD (print on demand) y las diferencias que presentan con las máquinas que se usan en las imprentas tradicionales?

—La impresión offset constituye una tecnología indirecta: se trata de máquinas bastante grandes que, al menos en las versiones más habituales, no imprimen directamente en papel, sino que utilizan planchas que requieren revelado, luego eso pasa por una serie de rodillos y de allí se obtiene la impresión en papel de resma. A causa de todos esos intermediarios, el offset tiene gastos fijos altos, por lo que es ideal para imprimir grandes cantidades (para 800 o más, digamos).
La impresión digital, en cambio, es directa. Tanto los interiores como las tapas se imprimen con tecnología láser, sin pasar por planchas. Eso permite bajar mucho los gastos fijos, y llegar a presupuestos muy razonables a la hora de imprimir pequeñas tiradas.
En cuanto a la calidad, la impresión digital está llegando a niveles notables.

—Teseo está asociado también con el servicio de búsqueda de libros de Google y con Amazon, ¿en qué consiste el acuerdo que tienen con ellos?

—Con Google firmamos un convenio mediante el cual todos nuestros libros están online, disponibles para que el lector-investigador pueda consultarlos en pantalla, sin descargárselos. Puede realizar búsquedas de palabras o expresiones dentro del libro, del mismo modo en que uno busca términos en la Web. Nos ha dado resultados muy importantes, especialmente porque nuestros libros no están en librerías físicas sino virtuales, y este acuerdo permite que el posible interesado pueda "hojear" y explorar el interior del libro (en pantalla).
Con Amazon comenzamos a implementar un esquema que nos permite imprimir y distribuir nuestros libros a pedido, para todo el planeta. La idea es que cuando un lector (de cualquier parte del mundo) decide comprar un ejemplar de Teseo, puede dirigirse a Amazon.com y encargarlo. Lo recibirá a los pocos días, impreso especialmente para él, con estándares de calidad óptimos. Hasta yo quedo asombrado de la calidad que tienen las imágenes, por ejemplo.
En este pequeño video puede verse cómo funciona la búsqueda en Google Book Search y la compra en Amazon:


—Teseo también vende en formato digital, ¿de dónde lo pueden descargar los usuarios y cuánto se reduce el precio del libro en comparación con el libro físico? ¿Qué medidas toman para proteger los derechos de autor, bajo este tipo de reproducción digital? ¿El copyright es un problema que se puede seguir planteando de la misma manera hoy?

—Los lectores interesados en comprar nuestros libros en formato físico pueden dirigirse a Amazon.com, Prometeo Libros, Cúspide o Capítulo Dos (en sus tiendas virtuales). Sin embargo, si lo que necesitan es la obra en versión digital, pueden conseguirla en la Web de Teseo (www.editorialteseo.com), a mitad de precio. Esto es útil para los usuarios que precisen el libro al instante en pantalla, o que ya cuenten con dispositivos de lectura electrónica. Me refiero a ebooks como el Iliad, el Sony Reader o similares.
Con respecto a la protección de los derechos de autor, pienso que la solución no pasa necesariamente por artificios tecnológicos (a eso se están dedicando sin demasiados frutos los grandes grupos multinacionales). En mi opinión, la mejor política de resguardo de los derechos de autor en la era digital pasa por permitir que los libros estén siempre disponibles para los lectores, de una manera sencilla y lo más económica posible.


—Si el sistema PoD (print on demand) facilita que libros raros, agotados, descatalogados o sin distribución en el país puedan llegar a los lectores, ideal para la edición de material técnico o académico que no requiere de tiradas de gran cantidad de ejemplares como sucede con el sistema de impresión offset, ¿cuáles cree que serán los próximos géneros que atrapará este método o es cuestión de algunos años para que acapare todo el mercado?

—En mi opinión, el sistema PoD irá absorbiendo un número creciente de nichos, pero sin llegar a acaparar todo el mercado, al menos en el mediano plazo. Esto se debe a que todavía existen segmentos en los cuales el encuentro visual entre el lector y la obra es indispensable. Pienso por ejemplo en la literatura masiva. La compra "por impulso" en librerías físicas es aún importante para ese rubro.
De todas formas, insisto en que la tendencia, en general, será favorable a las tecnologías digitales como el PoD, ya que el costo de la edición "analógica" (basada en la venta por consignación, en librerías físicas, etc.) no cesa de aumentar, mientras que la digital gana competitividad permanentemente.

—En la conferencia que dictó recientemente mencionaba la Expresso Book Machine, el proyecto Worldcat, el diseño generativo, etc. ¿Podría sintetizar para qué se utiliza cada una y cuáles son los cambios que traen aparejados estas tecnologías y proyectos para el mundo editorial, el educativo y de la lectura en general?

—La Expresso Book Machine es un invento formidable ideado por Jason Epstein, ex director editorial de Random House. Esta pequeña impresora permite fabricar libros de alta calidad, de a un ejemplar. Está siendo incorporada a bibliotecas de todo el mundo (por ejemplo la de Alejandría, en Egipto) y a librerías (como la cadena Blackwell, en Inglaterra). Los lectores pueden solicitar al operario la obra que están buscando, sentarse a tomar un café y tener su ejemplar listo en pocos minutos. ¡Por eso se llama "expresso"!

El sitio WorldCat constituye algo así como un localizador global de libros en bibliotecas. Es fundamental para investigadores. En cuanto al diseño generativo, la idea subyacente es que para diagramar una gran cantidad de elementos de características similares (por ejemplo tapas de libros), uno puede recurrir a un algoritmo recurrente, y así obtener vistas diferentes que parecen haber sido elaboradas artesanalmente, una a una. Esto lo puso en práctica el sello Faber & Faber para componer tapas "automáticas" para su enorme fondo editorial agotado.

Estos son solo algunos de los cambios enormes que está experimentando la edición en la actualidad. Con la irrupción de la Web, ya nada será igual para el libro.

—Para los interesados en este u otro tipo de emprendimientos culturales, podría contarnos ¿cuál es la ayuda que pudieron obtener de la Dirección General de Industrias Creativas del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires?

—En diciembre de 2007 Teseo resultó ganador del concurso IncuBA, dependiente de la Dirección General de Industrias Creativas de la Ciudad de Buenos Aires. El programa IncuBA nos ha ayudado inmensamente, a través de tutorías especializadas, y también gracias a la posibilidad de tener nuestra propia oficina en el Centro Metropolitano de Diseño.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Una de cal, una de arena y una de cemento

Inesperada sorpresa el lunes, en el segundo Párrafus de la semana.
Ya sé: todas las sorpresas son inesperadas. Pero digo esto: fue inesperada la referencia al programa anterior (el del domingo por la noche) y fue sorpresivo lo referido.
Hubiérase esperado una simple mención (una más) del nuevo Ininterruptus. Pero no. Hugo nos relató unos pormenores jamás imaginados.
Como los oyentes fieles recordarán (como habrán visto en la lista de lecturas los que se saltean programas), el juego del domingo terminó sin ganador. Se leyó una pieza teatral, en apariencia sencilla (para los conocedores del género), pero se leyó hasta la una sin que nadie supiera responder título y autor.
“Ininterruptus”, anoté en la lista al día siguiente. Pero tuve que corregirlo. Porque Hugo esa noche nos cuenta que, simultáneamente con el timbre que a la una pone fin a su lectura, había sonado el teléfono. El joven Acevedo, por reflejo, atendió; y era la oyente María Inés Azarri, la actriz de Almagro, con la respuesta correcta.
Hugo no contó qué se le dijo a la Azarri en ese momento, pero es un hecho que, tras ese timbre, no se podía volver al aire.
La deliberación para decidir qué hacer al respecto duró hasta el comienzo del programa del martes. Hasta entonces Hugo pugnaba por convencer al intransigente Escribano que lo secunda, quien verifica cada noche el estricto cumplimiento del reglamento del juego, de que debía darse por válida la intervención de la oyente. Y era indispensable el desempate por parte de este leguleyo, ya que había dos posiciones encontradas. Hugo y la productora Adriana Baldessari querían dar por ganado el juego a María Inés. Leonardo Acevedo y Lucas Gatti, asistentes de la producción, decían que, al no haber habido interruptus de la lectura, era Ininterruptus: juego vacante.
Ante la vacilación del Escribano, se convocó a la propia interesada. María Inés se comunicó y dio su versión. Su llamado, dijo, fue durante la lectura, ya que alcanzó a escuchar el timbre de la una después de haberle dado a Leonardo título y autor. Ante este testimonio, se acabó el debate. Y, por primera vez en el ciclo, se declaró ganador a un oyente al día siguiente del juego.
La obra era “Lástima que sea una puta”; su autor, el inglés del siglo XVII John Ford.
Y me quedó una duda. Promediando los trece minutos de lectura, ingresa a escena un personaje cuyo nombre, de tres sílabas, es omitido por Hugo cada vez que aparece. La pregunta es: ¿por qué esa omisión, si en el título no hay ningún nombre? Se me ocurre una explicación posible: la obra también es conocida como “Lástima que sea una ramera”. ¿Será que con ese apelativo se nombra a este personaje en el texto?
Como curiosidad, menciono que esa obra fue llevada al cine en 1971 por Giussepe Patronni-Griffi, con Charlotte Rampling y Fabio Testi como los incestuosos hermanos. Esto lo averigüé en la mañana del lunes, cuando creía que habíamos asistido a un nuevo Ininterruptus y concurrí al locutorio de la calle Beltrán a investigar en la Internet.

Después, tras ese debate y posterior premiación (María Inés se ganó el libro “Ajenjo”, que, si no escuché mal, fue escrito por Alesteir Crowley, “el hombre más malo del mundo”), el género de esa noche fue Novela. Hugo leyó “Archipiélago Gulag”, del ruso Alexander Solyenitzin, y ganó Fernando Terreno, de Chacarita.

Y después, hoy, miércoles ya, un cuento (o dos) que sí devino en el Ininterruptus Nº 19 del ciclo. Protagonista del relato, además de un grupo de chicos amigos y de otro, nuevo en el barrio, un actor de radioteatro llamado Eduardo Arriti. Y me pregunto si seré yo, o si a alguien más ‘Arriti’ le sonará tan parecido a ‘Azarri’... con todas las implicancias que esta cacofonía destilaría.
Mal comienzo de octubre, en definitiva, con un Párrafus sin ganador. Pero, como evaluaba Hugo la otra noche, el porcentaje de lecturas develadas es inmenso (un 95.4, hoy por hoy), así que sigue abierta la posibilidad de postular al programa para el libro Guinnes. Aunque quizá no exista un rubro, rango o parámetro que nos acoja. Lo que sí podemos intentar, de acuerdo a una amable sugerencia del amigo Anónimo, es redactar un documento sobre Párrafus para la Wikipedia. Si alguien quiere colaborar, hacer punta o tirar ideas, acá los espero. O si alguien quiere hacerlo por cuenta propia, sin avisar, vale también. La libertad, ante todo.
Buenas tardes.

(Después de publicar esto voy a investigar acerca de la lectura de anoche. El título, de acuerdo a las palabras omitidas en el relato, no es difícil; yo llamé y lo tiré, “el hm-hm de las hm-hm”, para confirmar, pero ni idea del autor. Y tampoco me dice nada aquello de un libro de cuentos dividido en capítulos. Pero ahora me fijo. Chau.)