viernes, 30 de octubre de 2009

Inenfático (1)

Viernes 30 de octubre
Poesía: (...)
Autor: (...)
Ganador/a:
Premio: (...)

Procurando no exaltarme ni caer en ningún énfasis, me apresto a comentar brevemente el último Párrafus de octubre y, asimismo, hacer la síntesis del mes. Me lo propongo así porque algo me dice que estuve extralimitándome en estos días. Hoy, tal vez, sólo se me podrá reprochar que me tome la atribución de hacer la síntesis en el Blog, pero me justifico con la novedad que Hugo nos trajo al abrir el programa de anoche: No tendremos Párrafus Interruptus hasta el 10 de noviembre. (*)
Este 30 de octubre, por segunda noche consecutiva, la lectura resultó ininterrupta. El género, esta vez, fue poesía. Los Ininterruptus del mes, por tanto, fueron cinco: tres novelas, un cuento y poesía.
Consecuencia de esta última noche sin ganador fue que los juegos mensuales quedaron como Hugo anticipó (sin dar nombres) en el preámbulo de ayer.
El mayor ganador fue Mario Tsolakian, con tres victorias: “Los valles imaginarios”, de Elvio Romero; “Gabino el mayoral”, de Enrique García Velloso; y “Pelo de zanahoria”, de Jules Renard.
La que ganó más rápido fue Marta Zander, en 28 segundos, con “Pepita Jiménez”, de Juan Valera.
Y la que ganó más tarde fue Mónica Paradiso, en 15 minutos y medio, con “Poemas cortos de genio”, de Luís Luchi.
Los premios para estos tres oyentes, por supuesto, serán anunciados a su retorno por el señor Paredero.
Cabe destacar que los ganadores nuevos en este mes fueron tres: Claudio Vernetti, Cristina Villanueva y Fabián Dorigo.
Por último, datos insoslayables en esta síntesis, me parece, son que llegamos a 16 Ininterruptus en lo que va del año (misma cantidad que en el 2008) y que no ganó en octubre la oyente Verónica Cornejo, de Lugano.
¿Alguien espera alguna exaltación o énfasis a propósito de este último dato?
Buenos días.


(1) Título alternativo u opuesto: "¡Alpiste!"

(*) La explicación de nuestro conductor para esta prolongada ausencia me colmó de sorpresa; por la forma en que lo contó, parece que ya lo había anticipado; si así fue, yo me lo perdí. La tarea que lo mantendrá alejado de las trasnoches de Nacional es la cercana conclusión de una biografía de Jorge Guinzburg, preparada para la casa editora Capital Intelectual. A propósito de esto, Hugo invitó a los oyentes que quieran aportar alguna opinión (favorable o no, dijo) a que le escriban a parrafusinterruptus@radionacional.gov.ar

jueves, 29 de octubre de 2009

Impunidad, puntillosidad, inmunidad

Jueves 29 de octubre
Novela:
Autor/a:
Ganador/a:
Premio: (la novela leída, o sea…¡ninguno!)


No sé si conmoverme o indignarme Si escribírselo privadamente a Hugo o consignarlo acá. Si seguir con mi puntillosidad o no hacer nada… Bueno, lo escribo impunemente acá, que es casi lo mismo que no hacer nada.
Anoche, noche de nuevo Ininterruptus, tras leer durante algo más de diez minutos, al establecer la pausa para la tanda, nuestro conductor dijo: “No vale guglear, pero, si lo hacés, confesalo”
Que el Señor de los Libros me perdone, pero esta vez, en ese contexto, esta mención del google me sonó como un resignado manotazo de ahogado.
Sin embargo (estoy en el locutorio, donde pude comprobarlo) el hombre-lobo de esta novela se mostró inmune, además de a las balas de plata, al buscador de la Internet.
Sorry, compañeros oyentes: esta vez no tengo pistas para ofrecer. ¿Y ustedes?

miércoles, 28 de octubre de 2009

Entrada con entrada


Miércoles 28 de octubre
Teatro: “Pelo de Zanahoria” (1900)
Autor: Jules Renard (1864-1910)
Ganador: Mario Tsolakian
Premio: “El animal que todos llevamos dentro”, de Leo Masliah


Curiosidad: Como Hugo empezó el programa comentando el premio Clarín de novela, ganado por Federico Jeanmaire, Mario Tsolakián recordó su lectura de una novela de este autor: “Patria”. Mismo título de una de Renard, según la Wikipedia.

Al literato francés también lo mencionan Borges y Bioy en su selección de “Cuentos breves y extraordinarios”, mediante un gracioso fragmento de su “Journal”.

ENTRADA POR SALIDA

“Se disponía a decir: ‘Vengo de parte de Fulano’, pero vio una cara de tan pocos amigos que, antes de tomar asiento, se incorporó, se puso el sombrero y dijo, dando la espalda:
-Me voy de parte de fulano”

martes, 27 de octubre de 2009

La pasiòn de crear


Ultimamente he publicado en este blog anècdotas que me han su

cedido en mi profesiòn docente. Pero el otro dìa, escuchando el programa de "Pàrrafus" donde Hugo comentò lo que escribì con respecto a mi hija Milagros y los cuentos de Julio Cortàzar, recordè que allà por el año 1982 cuando tuve el gran placer de cursar con Hugo como profesor, Paredero nos hizo ver una pelìcula "La Pasiòn Desnuda" dirigida por Luis Cèsar Amadori, protagonizada por Marìa Fèlix y Carlos Thompson, que habìa sido estrenada en 1953 (un bodriazo infernal pero el profesor mandaba tarea y habìa que hacerla). Despuès de verla, Hugo se dirigiò al grupo (serìamos unas 20 personas) y nos pidiò, despuès de explicarnos debidamente las tècnicas de como hacerlo, que cada uno de nosotros reescribiera esa historia a nuestra manera, logicamente sin agregarle personajes pero sì sacàndole aquellos de los cuales podrìamos prescindir sin modificar el camino de la historia. Tuvimos una semana para hacerlo. Fue una experiencia fantàstica. Les puedo asegurar que a la otra semana habìa en el curso 20 "Pasiones Desnudas" que no habìan modificado su historia pero todas contadas en forma distinta. Què trabajito!!! Pero que bueno fue comprobar lo que cada uno de nosotros habìa recibido de la pelìcula y reescribirla y asì poder sentirnos un poco creadores, porque era "La Pasiòn Desnuda" de cada uno de nosotros.

Al recordar este trabajo que realizamos en clase con Hugo, lo asociè con la frase que le dije a Milagros el dìa que llegò tan enojada a casa (leer "Ay los pibes????" en este blog): "hay tantas "Casa Tomada" como ojos lean el cuento" . Bueno esa vez hubo tantas "Pasiones Desnudas" como ojos vieron la pelìcula.

El retorno de Pepi


Martes 27 de octubre
Novela: “Pepita Jiménez”
Autor: Juan Valera (1824-1905)
Ganadora: Marta Zander
Premio: “Pepita Jiménez”, de Juan Valera

Hablando de apodos…
Una vez, antaño, no sé si en serio o en broma, Marta Zander me dijo privadamente (quiero decir, en un mail –cuando nos escribíamos) que se hacía llamar Pepi.
Y a propósito del triunfo de anoche de la profe de matemáticas de Bahía Blanca, y del Comentario de ayer de la profe de matemáticas de Rafael Calzada (que en este Blog se hace llamar Mónica), haré dos salvedades más a mi última Entrada; esta vez, a la parte que se refiere al delirado nuevo reglamento de Párrafus.
Pregunta Mónica si acepto cómo validas las llamadas a su padre, que ya dos veces la ayudó sobre la hora a ganar el juego. Y contó Marta que reconoció “Pepita Jiménez” por haberlo hojeado en una librería. Respondo que ambos procedimientos serían plenamente válidos, a falta de un auténtico recuerdo de la obra cabalmente leída.
Hojear en las librerías, leer las solapas, las contratapas, el índice, el comienzo, el final, es una práctica habitual de todo lector. Tal vez, en los últimos años, algunos de nosotros (oyentes de Párrafus) ponemos más énfasis en memorizar algunos comienzos de obras, suponiendo que serán leídas en el programa; claro que esto no garantiza la victoria: vaya a saber si, llegada esa obra a la voz de Hugo, aquellas primeras palabras se imponen en la memoria sobre nuestro especialísimo barullo mental. Pero, si así fuera (como me sucedió con “La pasión turca”, por ejemplo), este método cabe legítimamente dentro de la categoría que ayer llamé “asociaciones lícitas”.
En cuanto a las consultas telefónicas de Mónica, pregunto: ¿conoce alguien una asociación más lícita que la de una hija y su padre? Y, en todo caso, Moni, ¿no se ha valido infinidad de veces la que te dije de la ayuda telefónica de sus amigos?
También hojeé alguna vez “Pepita Jiménez” en algunas librerías. Como dijo Marta, se la encuentra a cada rato (como “Peñas arriba”, como “La novela de un novelista”, como “Años y leguas”, libros de una tirada millonaria o que nunca compró nadie). Pero me parece que de “Pepita Jiménez” había leído la introducción, que en el juego no se lee.
Releyéndola ahora (en la Internet, mientras busco algo sobre el autor), parece interesante. La próxima vez que la vea me la compro. Hela aquí.

PEPITA JIMENEZ

INTRODUCCION

“El señor Deán de la catedral de..., muerto pocos años ha, dejó entre sus papeles un legajo, que, rodando de unas manos en otras, ha venido a dar en las mías, sin que, por extraña fortuna, se haya perdido uno solo de los documentos de que constaba. El rótulo del
legajo es la sentencia latina que me sirve de epígrafe, sin el nombre de mujer que yo le doy por título ahora; y tal vez este rótulo haya contribuido a que los papeles se conserven, pues creyéndolos cosa de sermón o de teología, nadie se movió antes que yo a desatar el
balduque ni a leer una sola página.
Contiene el legajo tres partes. La primera dice: Cartas de mi Sobrino; la segunda, Paralipómenos; y la tercera, Epílogo: Cartas de m hermano.
Todo ello está escrito de una misma letra, que se puede inferir fuese la del señor Deán. Y como el conjunto forma algo a modo de novela, si bien con poco o ningún enredo, yo imaginé en un principio que tal vez el señor Deán quiso ejercitar su ingenio componiéndola en algunos ratos de ocio; pero, mirado el asunto con más detención y, notando la natural sencillez del estilo, me inclino a creer ahora que no hay tal novela, sino que las cartas son copia de verdaderas cartas, que el señor Deán rasgó, quemó o devolvió a sus dueños, y que la parte narrativa, designada con el título bíblico de Paralipómenos, es la sola obra del señor Deán, a fin de completar el cuadro con sucesos que las cartas no refieren.
De cualquier modo que sea, confieso que no me ha cansado, antes bien me ha interesado casi la lectura de estos papeles; y como en el día se publica todo, he decidido publicarlos también, sin más averiguaciones, mudando sólo los nombres propios, para que,
si viven los que con ellos se designan, no se vean en novela sin quererlo ni permitirlo.
Las cartas que la primera parte contiene parecen escritas por un joven de pocos años, con algún conocimiento teórico, pero con ninguna práctica de las cosas del mundo, educado al lado del señor Deán, su tío, y en el Seminario, y con gran fervor religioso y
empeño decidido de ser sacerdote.
A este joven llamaremos don Luis de Vargas.
El mencionado manuscrito, fielmente trasladado a la estampa, es como sigue.”

JUAN VALERA
Escritor español esteticista que polemizó con los realistas y naturalistas de su época.
Nació en Cabra en 1824, en el seno de una familia aristocrática venida a menos. Realizó estudios universitarios en Granada y Madrid. Entró en el servicio diplomático como acompañante del duque de Rivas, embajador en Nápoles, donde se dedicó a la lectura y al estudio del griego. Estuvo también en Portugal, Rusia, Brasil, Estados Unidos, Bélgica, Austria. En 1861 ingresó en la Real Academia Española. Escribió artículos periodísticosy ensayos, tales como Sobre el Quijote (1861) y Estudios críticos sobre literatura, política y costumbres de nuestros días (1864). Su talento de novelista, visible en la gracia del estilo, hecho de formas sencillas y de frases cortas, se revela en Pepita Jiménez (1873), Las ilusiones del doctor Faustino (1875), Doña Luz (1879), Juanita la larga (1895).
Valera es un escritor de difícil clasificación; atacó tanto el romanticismo como el realismo y el naturalismo. Consideró que el arte no tiene ningún objetivo, excepto servir a la belleza, crear arte, pero tampoco se adscribió a los movimientos claramente esteticistas de final de siglo como el arte por el arte o el simbolismo; elogió la obra de Rubén Darío pero tampoco se le puede considerar modernista. Murió en 1905 en Madrid.

(De Enciclopedia Encarta 98 ® Microsoft)

lunes, 26 de octubre de 2009

El demonio de la puntillosidad (¿Por eso 'vigilante'?)

Lunes 26 de octubre
Cuento: “El centro del infierno” (1956)
Autor: Héctor Alvarez Murena (1923-1975)
Ganador: Fabián Dorigo, de Liniers. Licenciado en sistemas de información y escritor. 45 años.
Premio: “La habitación cerrada”, de Paul Auster, Anagrama


“Jugarse por jugarse, mejor me juego entero”.
Así dice en otro de sus recitados el oriental Julio Calcagno, aquel que, desde un viejo cassette, me ayudó a ganar la noche de Thiago de Mello.
Me acuerdo de esos versos y me pongo a escribir inmediatamente después del programa de hoy, compelido, también, por un par de sincronías que percibo entre la charla del flamante ganador y mi texto de ayer.
Sincro uno) Ayer, yo alentaba la participación de los oyentes que, “tímidos o reticentes”, no se animan a ganar el juego. Hoy, apareció un ganador nuevo. Cierto, no pareció muy tímido, ya que confesó sin ambages la utilización del google. (Tampoco dijo que otras veces no se animó a ganar: la sincronía no es perfecta.) Pero ahí está, y es el ganador número 93 del ciclo.
Sincro dos) Este oyente, Fabián Dorigo, de Liniers, al recibir como premio “La habitación cerrada”, comentó su chasco con otro libro de Paul Auster, que resultó no ser obra del célebre norteamericano: “Creía que mi padre era Dios”, el mismo que la semana pasada regalé a Párrafus para festejar mis 100 triunfos (recibido finalmente por María Suárez, la ganadora del jueves).
Percibo estas sincronías y las elevó unilateralmente a Mensaje del Universo. Un mensaje que me insta a volver a la idea subyacente en mi texto de ayer, que, tímido y reticente, no quise desarrollar.
En realidad, no tiré la idea porque ya dos veces hice muy pertinentes propuestas que fueron deshechadas (legítimamente) por nuestro conductor. La segunda, en rigor de verdad, fue una variante o atenuación de la primera. La primera había sido prohibir por un determinado lapso la participación de los mayores reincidentes del ciclo. La segunda, inhabilitar a cada ganador para una segunda victoria en la misma semana. En ambos casos (una vez en el 2007, la otra este año) el fin era propiciar la aparición en el podio de oyentes nuevos. Y ayer, cuando retóricamente bregaba por la multiplicación de estos nuevos ganadores, tenía en mente otra propuesta, que callé.
Esta vez (también para no inmiscuirme de modo impropio en las reglas del juego) lo diré de otra manera.
Diré: Si yo fuera el conductor de Párrafus (si tuviera buena voz, histrionismo, don de gentes, humor y supiera leer de corrido) habilitaría la posibilidad de que el oyente llame y deje la respuesta a los compañeros de la producción, sin obligación de charlar al aire. De este modo, además, tras brindar al público toda la data acerca del nuevo compañero, quedaría más tiempo para la completa ilustración musical de la lectura y demás apostillas a la obra y el autor. Esta variante, se entiende, se implementaría sólo cuando el oyente ganador, por hache o por be, no quisiera salir al aire.
Ya está. Lo dije.
Y ya que estoy lanzado (“Jugarse por jugarse...”), diré más. La aparición de Fabián Dorigo me lleva a improvisar otro cambio que yo haría al reglamento. El oyente de Liniers es igualmente bienvenido porque él lo confesó; pero, para evitar que se extienda esta desleal práctica de utilizar secretamente el google, creo que no debería darse por válido el triunfo si el oyente no ofrece pruebas fehacientes de haber leído la obra, o, en su defecto, una plausible muestra de haber llegado al título y el autor por deducción o asociaciones lícitas.
Por ejemplo: yo hoy escucho ‘Judas’, como primera palabra o subtítulo del cuento, o una expresión inhabitual como ‘no muerto’, la escribo en el google y me salta que se trata de “El centro del infierno”, de Héctor Alvarez Murena. Llamo y digo: “’El centro del infierno’, de Héctor Alvarez Murena”. “Sí, ganaste”, me contesta Rodrigo, y me pasa al aire. “’El centro del infierno’, de Héctor Alvarez Murena”, le digo a Hugo. “Muy bien, Coronel Perenchio”, me dice Hugo, y pregunta: “¿Cuánto hace que lo leíste? ¿Cómo lo recordaste?”. “No, no lo leí”, respondería yo. “¿Entonces?”, preguntaría él, “¿Cómo lo reconociste”. “Bueno, supe que ibas a leer a Murena por la pista que diste” “¿Qué pista?”, preguntaría él, asombrado. “Antes del juego, hablando del día de los bares notables, mencionaste ‘Los galgos’, el de Callao y Lavalle. Y ‘Los galgos, los galgos’ se llama una novela de Sara Gallardo, la esposa de Murena...”. “Ah”, trataría de disimular quizá Hugo. Pero debería preguntar: “Y, ¿cómo supiste el título del cuento?” “Y... porque el ambiente y la situación que se describe me hizo pensar en una tortura infernal”. (...) Bueno, quiero decir que una explicación como esta (de las que creo haber escuchado varias) sería muy endeble para disimular un googleo. Entonces, ¡tarjeta roja! No vale, no ganaste, querido, y ¡minga de premio!

Cambio abruptamente de tema porque acabo de recordar que quería mencionar algo.
En el último programa de la semana pasada (cuya lectura deviniera Ininterrupta), Hugo saludó a algunos oyentes con unos simpáticos apodos. Me enorgullece decir que alguno de ellos nació en este Blog (“La dama de Coghlan”), pero no me enorgullece ni me cayó simpático el apodo bifronte que me tocó. Fui llamado“El abanderado vigilante”. Ya lo de abanderado, por lo institucional que suena, siempre me gustó poco, pero lo acepto como un agasajo de parte de nuestro conductor. “Abanderado vigilante” me suena un poco peor, si bien se explica por la índole de mi trabajo (aunque en la jerga somos más bien ‘vigiladores’ o ‘guardias’). Pero que a continuación se llamara al ganador serial del 2006, nuestro viejo y perdido compañero Gustavo Glanzman, “El abanderado desaparecido”, me terminó de disgustar. “Perenchio, el abanderado vigilante”, sumado a “Gustavo Glanzman, el abanderado desaparecido”, suenan con unas connotaciones que... ya sé, son de inaudita atribución a Hugo. No quiso decir lo que yo creo que se puede percibir. Pero… Como otras veces, como en otras cosas, estoy hilando muy fino, ya lo sé. Por eso no dije ni iba a decir nada. Pero después pensé que si alguien más había visto esta disonancia, y no me veía deplorándola, podía creer que me había gustado o que la aceptaba sin más. Y no es así. La acepto (como todas las otras de cal y de arena provenientes de Hugo, como “Coronel Perenchio”), pero con la precedente salvedad. Nada más.


De H.A. Murena sabía que fue colaborador de la revista Sur (mencionada en mi texto de ayer, ¿tercera sincronía), que fue esposo de la Gallardo, que tiene un cuento (“El gato”, lo único que le leí) en la “Antología de la literatura fantástica” de Borges, Bioy y Silvina, que se lo conoce más que nada como ensayista, que tengo en casa un texto de Sebrelli sobre una pieza llamada “El juez”, que hace unos meses, cuando se leyó en Párrafus “La vida nueva”, de Dante, copié un poema suyo que está en un libro con ese mismo título, que tiene otro libro de poesía llamado “El demonio de la armonía”... En fin, para saber más, dirigirse a google.
Buenos días.

domingo, 25 de octubre de 2009

Llamado a la animosidad / Más (menos) Rochefort

1)

Los jueves y viernes, en mi puesto o en otros sectores del banco que recorro para estirar las piernas, siempre me encuentro algún diario. Hoy, hace un rato, ya madrugada de sábado, estuve hojeando un Clarín de ayer, y dentro del suplemento de espectáculos, en la sección ‘Recomendados del fin de semana’, me salta a la vista el siguiente anuncio.

‘“Contando a mi abuelo Juan Bosch’ – Unipersonal escrito y dirigido por María Isabel Bosch, en homenaje a su abuelo, el escritor y presidente dominicano, Juan Bosch, considerado uno de los padres del realismo mágico – Domingo, 18:45, Silencio de Negras, Luis Sáenz Peña 663, $25”

Se me ocurre que puede ser una buena posibilidad de conocer un poco más (en carne y sangre, más acá de la catódica Internet) al Parrafista número 481 que nos presentara Hugo el 9 de febrero de este año.
Copio esta recomendación, también, porque el recuerdo del ganador/a de aquella noche me llevó a elucubrar algo más en torno a las lecturas Ininterruptas de Párrafus.
Resulta que con “La bella alma de don Damián”, el cuento de Bosch, ganó Maximiliano Pozzi. Ahora no recuerdo si también esa noche, pero sí otras, el joven estudiante de Saavedra contó que quien a veces lo ayuda a reconocer las obras leídas es su madre (¿Delia? ¿Diana?). Y, en una de esas ocasiones, nuestro conductor invitó a la señora D. a que saliera al aire; pero, dijo Maxi, ella es tímida y no se anima.
Entonces, del recuerdo de Juan Bosch y Maxi Pozzi y su madre, pasé a preguntarme cuántos oyentes habrá que cada noche reconocen las lecturas (las Ininterruptas y las otras, en realidad), pero no quieren llamar. Y me pregunté también: esos oyentes, tímidos o reticentes, ¿leerán este Blog? No lo sé. No puedo saberlo. Tal vez sí, por la distancia y el anonimato que esa lectura (e incluso algún comentario) permite. Tal vez no, porque la escucha de Párrafus (la escucha sin mayor afán participativo) les basta. Como sea, si alguno leyera, a él dirijo las siguientes palabras (las mismas que dije hace poco a alguien que no quiere llamar si deduce la obra pero no la ha leído): anímese y llame. Agréguese a la lista de ganadores de Párrafus. Haga realidad el anhelo de Hugo (llegar a los 100 ganadores durante este 2009). Impida que sigan ganando las (sic) insoportables Cornejo y Perenchio. Será un acto honroso.


2)

Ya dije una vez (ya casi todo lo que escribo lo dije alguna vez) cual fue una de las primeras fuentes de información literaria que tuve en mi más tierna infancia: las revistas que traía mi vieja de las casas donde trabajaba por horas.
Claro, no eran las revistas Sur o Crisis; ni siquiera eran Primera Plana o Panorama. En aquellas casas pudientes de Palermo, Versalles o Ramos Mejía, compraban y tiraban Para ti, Gente, Siete Días, Somos, donde la exigua sección de novedades literarias, a tono con el carácter general de la publicación, era bastante pobre. Por supuesto, esta es una evaluación que hice más adelante, cuando de grande pude nutrirme de viejos números de Sur o Primera Plana –en vez de los nuevos de Humor o Diario de Poesía. En síntesis, toda mi formación cultural autodidacta fue de una pobreza ciertamente lamentable, como este Blog testimonia desde hace más de dos años.
Tras este introito autoconmiserativo (pero éramos tan pobres...), quiero contar algo que me olvidé de decir la otra noche, cuando gané con “Los niños del siglo”. (Esa noche, y la siguiente, nos escuchamos muy mal con Hugo porque el Fulanito había estado jugando con el celular y le bajó el volumen.)
Dos cosas. Una, cómo supe de la novela “Primavera en el parking”, única que leí de Christiane Rochefort: fue a través de una de aquellas revistas que traía mi vieja. Y, dos, que nunca más, en mis variados fisgoneos de bibliófilo, sentí nombrar a esta autora francesa. Solo volví a ver su nombre en las tapas de los otros libros suyos que hace pocos años aparecieron en la perdida librería de avenida de Mayo.
Como quedó dicho, nunca pude o quise acceder a las revistas o suplementos de cultura contemporáneos; actualmente, muy cada tanto compró la Ñ o la ADN; prefiero revistas (y también libros) de vieja data. Pero, mal que mal, a lo largo de los años, con algún retraso, fui informándome de los asuntos del mundillo literario. Pues bien: jamás encontré en revistas o suplementos alguna semblanza o reseña de Christiane Rochefort o de su obra. (Y ahora, en la Internet, para preservar el misterio, solo busqué las fechas de nacimiento y muerte y una foto, necesarias para la sinopsis del juego.) Por tanto, la tenía como una autora muy recóndita u olvidada. Yo mismo, como escribí el otro día, había olvidado el profundo impacto que me causó “Primavera...”, y dejé pasar la oportunidad de comprar sus otros libros, cuando los encontré en aquella librería. Por eso, me parecía de muy difícil aparición en Párrafus. Pero a Hugo no hay con que darle, y resulta que la trajo a la francesa; y no una, sino dos veces. Claro, la primera vez el juego ‘no salió’. Y la segunda, este lunes, tal vez tampoco hubiera salido, si no fuera por lo que dice el siguiente recorte que conservo dentro de la novela:

PRIMAVERA EN EL PARKING, por Christiane Rochefort. Editorial Losada, Buenos Aires, 1971. 191 páginas

“Un libro para reírse hasta el agotamiento, si se tiene sentido del humor. Un delirio que comienza cuando un adolescente de 14 años decide irse de su hogar y concluye unos días después, al regresar el personaje a esa misma casa paterna. Escrito este texto en primera persona, el protagonista discurre y pasea y tiene aventuras en un lenguaje digno de un filósofo que lleva 20 años especializándose en la Sorbona. Se muestran su encuentro con un grupo de jóvenes estudiantes, su amistad con ellos, el amor entre el fugado y un estudiante de 30 años, el descubrimiento de la pólvora y el regreso triunfal a casa de papá y mamá porque “yo tengo a los viejos. Pueden alimentarme, los dos trabajan y mi hermana no les cuesta nada. En el fondo, ¿no está bien que sirvan para algo? ¿Y para qué pueden servir mejor que para pagarme la libertad que necesito? Yo tengo mucho que hacer en la vida y ellos no”. Mezclado con textos de anarquismo y póstumas del tipo “lo único que mi importa es mi libertad y el resto que reviente”, el ridículo del lenguaje que utilizan, la cursilería de las emociones y su expresión, la estupidez insólita de todo y la creencia de la autora de estar hablando de excelsitudes configuran uno de los mayores delirios a los que se haya asistido últimamente. La autora )la misma de El reposo del guerrero, la obra que le dio notoriedad, Los niños del siglo, Celine y el matrimonio y Una rosa para Morrison) se considera aquí la defensora (y exponente más alto) de la juventud de mayo del 68, y su grandilocuencia se hace insoportable. Pero, además, se hace tan difícil creer en nada de lo que ella dice que mal se podría entender, a través de este texto, a la juventud de París. Cuando se produce el panegírico de la homosexualidad como vía de acceso a la metafísica –descubrimiento de la realidad ‘real’ por el jovenzuelo, que comienza a discurrir cual erudito Platón acerca de esos temas- al lector le pueden ocurrir dos cosas: si no tiene sentido del humor puede tirar el libro con justificada furia; si lo tiene, debe tener cuidado porque la risa puede llegar a dislocarle la mandibula. Las páginas que se dedican a la relación homosexual arañan las más altas cimas alcanzadas por la novela rosa y el folletín melodramático. En definitiva, una novela que no explora el lenguaje, pero que tampoco logra ser testimonio de un proceso histórico porque apenas si roza la historia. Obra de una narradora que en su momento fue sobrevalorada por razones totalmente ajenas a la literatura.”

Libe de Larrazabal

Esta desdeñosa crítica (firmada por una tal Libe de Larrazabal) venía en una Siete Días. Y a pesar de ese desdén, cuando muchos años después encontré la novela (creo que en Parque Rivadavia), la compré, la leí y releí, y, como dije, me marcó. No digo más.
Eso sí, no era tan chico como yo recordaba. En la última página de los libros acostumbro poner la fecha de la compra. “Primavera en el parking” dice ‘15 de septiembre de 1983’. Yo ya tenía 18. En esos meses me salvé de la colimba por ser sostén de madre viuda. Menos mal.

viernes, 23 de octubre de 2009

Ininterruptus, muerto, mudo

Viernes 23 de octubre
Novela: ¿?
Autor: ¿?
Ganador/a: Nadie
Premio: Ninguno

El título es por tirar una pista (¡No puedo evitarlo! Perdón…)
En realidad (ya lo dije), no pienso que una lectura Ininterrupta sea lectura muerta y muda. Por el contrario, me resulta más viva, elocuente y estimulante que muchas minilecturas pronto develadas. Pero, parafraseando al revolucionario francés citado hace poco, por un título ingenioso yo vendo a mi madre.
Y Hugo, en tanto, debe seguir murmurándonos: “¡Lean, che!”, como decía el otro Lamborghini.
Besos y abrazos.

Fe de erratas

En la nota que me precede publiquè dos hermosas letras de Charly Garcìa a forma de homenaje por ser hoy su cumpleaños (58 años). Bajè las letras de una pàgina web y al leerlas ya publicadas (error mìo, debì leerlas antes) encontrè los siguientes errores en "Los Dinosaurios":

Donde dice: "te tira atràs te pude mas y mas"
Debe decir: " te tira atràs te pide màs y màs"

Donde dice: "Ayer soñe con los ambrientos los locos"
Debe decir: "Ayer soñè con los hambrientos los locos"

Sepan disculpar mi falta de revisiòn antes de publicar las letras

Feliz cumpleaños Charly!!!!!!!!!!!!!!!!!!!



Los Dinosaurios

Los amigos del barrio pueden desaparecer,
los cantores de radio pueden desaparecer.
Los que están en los diarios pueden desaparecer,
la persona que amas puede desaparecer.
Los que están en el aire
pueden desaparecer en el aire.
Los que están en la calle
pueden desaparecer en la calle.
Los amigos del barrio pueden desaparecer,
pero los dinosaurios van a desaparecer.
No estoy tranquilo, mi amor,
hoy es sábado a la noche un amigo está en cana.
Oh, mi amor, desaparece el mundo.
Si los pesados, mi amor,
llevan todo ese montón
de equipaje en la mano.
Oh, mi amor, yo quiero estar liviano.
Cuando el mundo tira para abajo
es mejor no estar atado a nada,
imaginen a los dinosaurios
en la cama.



Inconciente Colectivo


Nace una flor, todos los días sale el sol,
de vez en cuando escuchas aquella voz
como de pan gustosa de cantar
con los aleros en la mente con las chicharras
Pero a la vez existe un transformador
que se consume lo mejor que tenes
te tira atras te pude mas y mas
y llega a un punto en que no queres
Máma la libertad siempre la llevaras
dentro del corazon
Te pueden corromper, te puedes olvidar
pero ella siempre esta
Ayer soñe con los ambrientos los locos
los que fueron los que estan en prision
hoy desperte cantando esta cancion
que ya fue escrita hace tiempo atras
es necesario cantar de nuevo una vez mas

Feliz cumpleaños Charly!!!!!!!!!!!!! Hoy en Vèlez vamos a festejarlos y La Negra Sosa nos va a acompañar donde quiera que estè

La vida de los Marsupiales

Clasificación de los marsupiales
Los marsupiales se agrupan dentro del grupo de los Metaterios. Los Euterios son los mamíferos placentados, mientras que los Prototerios son los monotremas (los equidnas y los ornitorrincos). Existen 2 grupos de marsupiales: los australidelfos y los ameridelfos. Los australidelfos son los marsupiales que viven en Australia, Nueva Guinea e islas vecinas, mientras que los ameridelfos son los marsupiales propios del continente americano. A su vez, los marsupiales se pueden dividir en 9 familias: Didélfidos (zarigüeyas), Macropódidos (canguros), vombátidos (uombats), Falangéridos (koalas), Peramélidos (bandicuts), Dasiúridos (diablos de Tasmania), etc.
¿Cómo son los marsupiales?
Los marsupiales más pequeños no miden más de 10 cm, como la pilbara ningaui de 5 cm de longitud o las marmosas con una longitud de 9 cm, mientras que los marsupiales más grandes, como los canguros gigantes miden más de 150 cm de longitud.Los marsupiales tienen normalmente una larga y fuerte cola y puede ser prensil en zarigüeyas, servir de reposadero o como un tercer miembro en la locomoción, como es el caso de canguros. Sin embargo, los notoríctidos tienen una cola muy reducida.Los marsupiales generalmente tienen una única dentición (dentición monofiodonta).Estos animales poseen un sentido del olfato muy desarrollado.Sin embargo, físicamente, marsupiales y euterios son muy parecidos. Algunas diferencias entre marsupiales y mamíferos placentados son:- Los masupiales tienen un número de incisivos mayor(5 pares de incisivos en la mandíbula superior, 4 pares en la mandíbula inferior.- En la mayoría de marsupiales, excepto algunos marsupiales terrestres, como en los primates, el primer dedo de la pata posterior es oponible a los otro cuatro dedos.- La temperatura corporal de los marsupiales es algo inferior a la de los mamíferos placentados.- El cerebro de los marsupiales es menor al cerebro de los mamíferos placentados de parecido tamaño. Fundamentalmente, los marsupiales se diferencian de los mamíferos placentados por su reproducción: la cría del marsupial nace menos desorrallada que la del mamífero euterio.
Foto de canguro rojo
Foto de wallaby de cuello rojo (albino)
Anatomía de los marsupiales
Los marsupiales, como los monotremas y las aves, tienen comunicado el aparato digestivo, exretor y urinario en la cloaca.Las hembras de marsupial tienen 3 vaginas, 2 laterales y 1 central. A través de la vagina central, nacen las crías, mientras que por las vaginas laterales se produce la fecundación.Los machos maruspiales tienen el pene normalmente bífido para dirigir el semen a cada una de las vaginas laterales de la hembra.
Costumbres de los marsupiales
La mayoría de marsupiales son nocturnos y duermen de día en algún nido, normalmente hecho de hojarasca. Los marsupiales construyen un nido sencillo en un agujero o hueco de algún árbol. En cambio, los petauros confeccionan nidos mucho más complejos a partir de tejidos. Los bandicuts construyen el nido en el suelo con una entrada y una salida. Los uombats hacen sus nidos en madrigueras. Sin embargo, el koala no construye ningún nido sino que su pelaje le protege de las condiciones desfavorables.
Alimentación de los marsupiales
Los primeros marsupiales se alimentaban de insectos y otros pequeños invertebrados.Con el paso del tiempo, los marsupiales aumentaron de tamaño y cambiaron sus dietas insectivoras por las que contenian vertebrados. Algunos marsupiales, como muchos opósums y ciertos dasiúridos, tienen dietas omnívoras donde se incluye la fruta. Los petauros se alimentan de insectos y de la savia de los árboles.Los bandicuts consumen larvas de insectos, tubérculos, bulbos y tallos subterraneos.Los canguros rata comen hongos subterraneos, insectos y brotes. En cambio, los opósums listados tienen una dieta muy especializada a base de insectos. Los cangúros arborícolas se alimentan de hojas, además de frutos. El koala y el falangero planeador grande únicamente se nutren de hojas de eucalitpo.Los wallabys ingieren las hojas de árboles y arbustos, pero también comen hierba.En cambio, los uombats comen mayormente hierba. Para digerir la celulosa del alimento los mamíferos no disponen de enzimas apropiadas, por lo que han ideado distintas estrategias de aprovechamiento.El alimento puede ser dirigido al ciego donde permanece el tiempo necesario para que se produzcan la fermentación microbiana.Los marsupiales también pueden optar por masticar mucho la comida. Es el caso del uombat.El koala tiene un ciego muy desarrollado, así como un intestino grueso muy largo. De este modo, facilita la digestión y aprovechamiento de la fibra vegetal. Una tercera opción consiste en ingerir las heces medio digeridas (heces blandas). Es lo que hace el opósum de cola en anillo.En los canguros, la comida se dirige hasta una cavidad del estómago para hacer la digestión microbiana.
Reproducción de los marsupiales
Los marsupiales, fijándonos en su reproducción, son los animales evolutivamente intermedios entre los Euterios (o mamíferos modernos) y los Prototerios. Los prototerios, como los equidnas, son mamíferos ovíparos todavía, mientras que los marsupiales son vivíparos. Se puede decir que los marsupiales son más eficaces reproductivamente que los equidnas pero no que los tigres, las ratas o los elefantes, por ejemplo. Los marsupiales no poseen una verdadera placenta. Sin embargo, sí poseen la placenta vitelina (rudimentos de la verdadera placenta) que les permite criar a su descendencia durante los primeros estadios de su desarrollo embrionario. Tras nacer, la bolsa marsupial o marsupio protege a las crías (llamadas larvas marsupiales) del exterior hasta que completen su desarrollo. En la bolsa marsupial, las crías disponen de las mamas.La hembra de canguro, tras el parto, traza una ruta de saliva para indicarle el camino a su cría hasta la bolsa marsupial.La gestación de los marsupiales es corta y puede tener una duración de 9 días en el caso del gato marsupial hasta 35 días en el canguro rojo.Los canguros, los koalas o los uombats paren una sola cría, mientras que las zarigüeyas tienen camadas de más de 6 crías. Los bandicuts tienen 3 o 4 crías tras el parto.Es algo habitual que los marsupiales tengan camadas superiores al número de mamas. Las crías restantes se pierden normalmente. Los marsupiales recién nacidos son muy pequeños. El canguro recién nacido pesa menos de 1 kg, cuando el adulto puede pesar casi 100 kg en el caso del macho.Los neonatos tienen la piel desnuda y muy irrigada. Tienen mucho más desarrolladas las patas anteriores que las posteriores. Son sordos y ciegos los marsupiales al nacer, aunque tienen un buen sentido del olftato. Los grandes marsupiales suelen tener pocas crías y grandes bolsas marsupiales. En estos casos, la cría está bastante tiempo en el marsupio. Sobre todo en los canguros, uombats y bandicuts, la cría la bolsa marsupial actúa como medio de transporte y lugar para dormir. En cambio, en el koala y en la zarigüeya, las crías se agarran al dorso de la madre.Las hembras proporcionan pocos cuidados durante el parto y la fijación a la mama. Se limitan a limpiar el marsupio y el area mamaria. Los machos nunca se ocupan del cuidado de las crías. En algunos marsupiales como canguros y opósums, tal y como sucede en las focas y murciélagos, se suele producir el fenómeno conocido como diapausa embrionaria, en que el embrión queda inactivado en la fase de blastocito hasta que la primera cría está lista para fijarse a la mama.Cuando la cría está bien desarrollada, puede seguir a la madre mientras la madre busca la comida.Dónde viven los escarabajos Los escarabajos viven en casi cualquier lugar, pues se trata de animales muy adaptables a distintas condiciones de vida.Los escarabajos viven en bosques, prados, tierras de cultivo, playas, aguas salobres, desiertos, grutas, estanques o pantanos.En resumen, cualquier lugar con una brizna de hierba o residuo orgánico es susceptible de ser colonizado por los escarabajos.Gracias a la gran diversidad de especies, los escarabajos han sabido colonizar todo el planeta Tierra. La selección del ambiente adecuado para los escarabajos depende de la posibilidad de encontrar su alimento ideal y de las condiciones ambientales que dicho ambiente les puede proporcionar.Los escarabajos que buscan su hábitat según las necesidades de alimento son animales herbívoros y carnívoros. En ocasiones, es la larva quien determina las exigencias de hábitat, como sucede en los Cerambícidos, que necesitan de los bosques para encontrar madera, mientras que los adultos pueden encontrar el néctar y sustancias azucadaras en muchos lugares. En el Crisomélido Cryptocephalus pini, es el adulto quien determina el hábitat, los bosques de coníferas, pues sus larvas pueden nutrirse de los detritos vegetales en muchos ambientes distintos. Los escarabajos Histéridos pueden vivir como comensales en nidos de aves y madrigueras de mamíferos.
Los escarabajos mirmetófilos y termitófilos, como los Estafílinidos viven en hormigueros y termiteros y se alimentan de provisiones y de detritos. A cambio, estos escarabajos expulsan unas sustancias muy apreciadas por las hormigas.
A su vez, los escarabajos pueden ser xerófilos, higrófilos, halófilos, acuáticos o cavernívolas. Pocas especies de escarabajos son xerófilas. Son escarabajos xerófilos los que viven en desiertos y estepas. Tienen una gran longevidad y pueden ser tanto depredadores como saprófagos. Encontramos tanto escarabajos xerófilos diurnos como nocturnos. Son xerófilos algunos Carábidos y Bupréstidos.Los escarabajos higrófilos pueden ser a su vez ribereños, lapidícolas y muscicólas. Los escarabajos ribereños, como algunos Carábidos, pueden vivir en las orillas de los ríos, estanques y otros cursos de agua. Los escarabajos higrófilos pueden aprovechar la humedad que se encuentra debajo de las piedras, éstos son los escarabajos lapidícolas, como algunos Tenebriónidos y Escarabeidos. Los escarabajos lapidícolas son típicos de la alta montaña. Los escarabajos muscícolas, como algunos Psefálidos, viven en el sotobosque musgoso y rico en detritos vegetales. Los escarabajos halófilos viven en los suelos salinos y se alimentan de las plantas halófilas o de residuos vegetales con gran cantidad de sal. Son escarabajos halófilos los Curculiónidos.Los escarabajos acuáticos viven en estanques y aguas mansas. En realidad se trata de animales anfibios, pues en el estado adulto necesitan respirar aire atmosférico. Tienen capacidad de vuelo, lo que les permite poder poblar cualquier habitat adecuado para su desarrollo. Son especies herbívoras y carnívoras.Pocas especies de escarabajos son marinas. Los escarabajos marinos no viven en el mar abierto (no son pelágicos) sino que los encontramos en las lagunas. Los Cantáridos y Maláquidos son escarabajos marinos. Los escarabajos cavernícolas no poseen ojos, ni alas y tienen poca pigmentación corporal. No obstante, otros órganos sensoriales como las antenas están más desarrollados para compensar la ceguez. Son escarabajos cavernícolas los Catópidos. Los escarabajos cavernícolas son saprófagos. Los escarabajos son los animales más habituales de la fauna cavernícola.
Peligros que amenazan los marsupiales
Los marsupiales cuando se ponen en contacto con sus parecidos euterios se produce una lucha que normalmente terminan ganando los euterios por tratarse de especies más adaptables. Únicamente, en algunos marsupiales americanos ha sucedido el fenómeno contrario.Ello ha supuesto la extinción de varias especies de marsupiales, como el lobo marsupial.

jueves, 22 de octubre de 2009

CC-FF argentina contemporánea (corregido)

Jueves 22 de octubre
Novela: “El año del desierto” (2005)
Autor: Pedro Mairal (1970)
Ganadora: María Suárez
Premio: “Creía que mi padre era Dios", Paul Auster, Anagrama

El año del desierto es una de las novelas más singulares y logradas de la narrativa argentina de los últimos años. Mientras la civilización se desbarata y el tiempo retrocede, la protagonista sólo busca sobrevivir. Es la segunda novela de Pedro Mairal; con la primera había obtenido el premio Clarín. Aquí una reseña.

EL AÑO DEL DESIERTO, de Pedro Mairal
María Neyla Valdén vive en Barrio Norte con su padre una vida más bien irrelevante, trabajando como secretaria para una compañía inversora en una moderna torre del Bajo. La acción comienza mientras espera en una esquina céntrica a un novio motoquero que nunca llegará, durante un día de agitación ciudadana que recuerda la agonía del gobierno de De la Rúa. Los confines de la ciudad de Buenos Aires ceden ante el avance de la intemperie, que se va comiendo las edificaciones para convertirlas nuevamente en pajonales. Los habitantes de la ciudad se inquietan y la capital poco a poco va asilando a los que pierden sus viviendas hasta que el hacinamiento lleva a la rebelión y se bloquean las entradas a la ciudad, ahora asediada.
Sobran ejemplos en la ciencia-ficción en los cuales el tiempo hace un recorrido inverso al habitual: El mundo contra reloj de Philip K. Dick, La flecha del tiempo de Martín Amis o “Viaje a la semilla” de Alejo Carpentier, son algunos. Pero Mairal en El año del desierto ensaya un camino distinto y más audaz: lo que retrocede es el entorno social y cultural, el progreso se deshace y vemos cómo los artefactos tecnológicos van desapareciendo (la televisión, la radio, la electricidad) y los comportamientos sociales siguen el mismo camino (las mujeres y los trabajadores van perdiendo sus derechos, por ejemplo). Entonces, lo que desanda su recorrido es el devenir histórico, y vamos viendo la historia argentina en un proceso invertido.
Si la idea es audaz, la resolución es impecable: los hechos se encadenan en forma retrospectiva como si fueran causales. Por ejemplo, por la situación de aislamiento en la capital deja de haber antibióticos y suministros sanitarios, entonces en los hospitales comienzan a aplicarse métodos más antiguos de curación. Además, Mairal elude la metáfora fácil y los golpes de efecto. El realismo con que se cuenta recuerda por momentos a las novelas inglesas de catástrofe.
María es testigo y partícipe de la convulsión social que producen los cambios. En un año de su vida pasa toda la historia argentina hasta la llegada de los conquistadores mientras ella primero busca a su novio y luego simplemente trata de sobrevivir entre indios que alguna vez fueron ingenieros de sistemas o almaceneros. Rigurosa en su construcción, impecable en su narración, El año del desierto tiene otra virtud: un sentido del humor inesperado, mezcla de ironía y burla. También hay un intenso sentido dramático que sobrevuela la historia, de pérdida y desamparo por los desplazamientos provocados por la inversión.
El año del desierto toma sus riesgos, pero resuelve cada uno de los problemas que plantea la historia de manera ingeniosa. La segunda novela de Pedro Mairal, que ganara en 1998 en Premio Clarín con Una noche con Sabrina Love, se cuela en un espacio casi virgen de la literatura argentina, una elite muy reducida de la que participa, por ejemplo, La invención de Morel, caracterizada porque soporta espléndidamente la lectura tanto desde la perspectiva de género como desde la literatura general.”

El año del desierto, de Pedro Mairal. Buenos Aires: Interzona, 2005. 273 p. $ 29.-

(Luis Pestarini - www.revistacuasar.com.ar)

miércoles, 21 de octubre de 2009

100 como mi abuela Marcelo!!!!!!!!!!!!!!!

Primero quiero felicitar a Marcelo por su centèsimo triunfo. Grande Perenchio!!!!!!!!!! Segundo les querìa hacer un comentario que ya hizo Marcelo en la nota que me precede. Hoy mientras Hugo hablaba en el programa tambièn al igual que el "Coronel Perenchio" me quedè en la frase de Paredero sobre que este blog era algo asì como el òrgano oficial del programa, cuando escuchè esta frase me animè a contarles una historia que pasò hace alrededor de un mes y que no querìa darla a conocer pero en fin, creo que es sano que la conozcan.
Necesito hacer dos aclaraciones antes de comenzar el relato a saber:
- Fui invitada por el señor Marcelo Perenchio a participar de este blog sin que yo se lo pidiera. Al
recibir la invitaciòn tuve mucho miedo ya que es la primera vez que hago este tipo de
colaboraciones y no creo que sean mi fuerte pero mi gran cariño por Hugo y mi reconocimiento
a la valentìa de Marcelo que sin conocerme me habìa invitado me animaron a aceptar. Debo de-
jar en claro que ESCRIBO SOBRE LO QUE QUIERO, con total libertad y sin ningùn tipo de su
gerencia o mandato.

- Segunda aclaraciòn: conozco, no personalmente, a la Sra. Verònica Cornejo desde hace un tiempo ya que coincidimos en participar en distintos programas de radio, no solamente de Radio Nacional sino de otras emisoras, incluyendo a "Pàrrafus" es en el tercer programa que por casualidad o vaya a saber por que nos encontramos como oyentes participantes. No tengo ningùn problema con ella, hemos hablado alguna vez pero muy poco y cosas triviales, o sea , me hago a un lado totalmente de las polèmicas que Marcelo pueda tener o no con ella.

Hechas estas aclaraciones paso a contarles lo sucedido: casi al mismo tiempo que Marcelo me invita a participar en este blog la señora Verònica Cornejo, vìa facebook, me invita a formar parte de un grupo, administrado por ella en dicha pàgina ,"Parrafistas", acepto la invitaciòn de Verònica, acepto la invitaciòn de Marcelo a participar del blog casi simultaneamente. A fuerza de ser sincera debo confesarles que el grupo de facebook no me resultaba entretenido entonces decidì borrarme como participante del grupo pero el hecho de borrarme no querìa decir que no me hubiera gustado seguir leyendo los comentarios que ahì se hacìan, es màs , algunos de mis amigos de facebook participan de este grupo y me hubiera gustado leer las respuestas en los foros. Pero no pude. La señora Verònica Cornejo me bloqueò toda entrada al grupo, es màs , en un momento lo puse en el buscador de grupos de facebook y ni ahì me aparece, pensè por un momento que la pàgina tenìa algùn error, no podìa creer que alguien que levanta las banderas de la sabidurìa y la tolerancia obrara censuràndome la entrada para leer las opiniones del grupo, pero lamentablemente, asì fue. Pude corroborarlo cuando mi hija desde su pàgina en facebook pudo ver el grupo "Parrafistas", pero yo no puedo, Verònica Cornejo no me lo permite, una actitud que me suena a AUTORITARISMO y ya de esa palabra tengo muy malos recuerdos.
Para finalizar quiero dejar especificado que no me mueve ninguna animosidad contra Verònica, es màs me sorprende totalmente esta actitud. Creo que a Verònica la enojò un poco verme colaborar en este blog pero yo decido Vero y como sè que leès las notas que acà se publican te digo que de vivir en dictadura me cansè y que por suerte hace ya casi 26 años que tengo libertad para elegir.

El centésimo de Marcelo


Miércoles 21 de octubre
Teatro: “El cuarto de Verónica”
Autor: Ira Levin (1929-2007)
Ganador: Marcelo Perenchio
Premio: "Historia del teatro", volumen 5, de Beatriz Seibel, edición del I.N.T.

Ayer, por primera vez, fuimos solos con Esteban a visitar a mi vieja. Quiero decir: lo llevé a ver a la abuela. Es decir: lo cargué en brazos durante un viaje de dos horas, de Escalada a Laferrere, que demanda tomar un tren y dos colectivos. A la noche, ya de vuelta, empecé a sentir un cansancio físico como hace años no padecía. Hoy me duelen los hombros y la espalda de una manera casi desconocida –hace tanto que mi trabajo es tan sedentario… Pero bueno, calavera no chilla, y ¡quién me quita lo bailado! Haberle dado esa alegría a mi vieja (que hasta ahora lo vio tan poco al Fulanito) no tiene precio.
Ese trajín de ayer explica tal vez el tono leve, cansino, tranquilo, durante mi conversación con Hugo. Lo percibo escuchando ahora la grabación. (Sí, a pesar del invento de Pablo Graciani, que permite escuchar en el Blog los Párrafus pasados, yo sigo grabando en cassette.) Y otra consecuencia del cansancio fue que, en cuanto corté con él, me fui a acostar, sin escuchar los últimos minutos del programa. Escucho ahora, entonces, mientras tomo mate, que nuestro conductor, interrumpiendo la música, me saluda por haber llegado a las cien victorias. Anoche, tan leve, cansino y tranquilo estaba, que ni me acordé. Ni durante la charla, ni en el breve instante transcurrido desde que toqué la almohada hasta que me dormí.
Acerca de ese centenario logro, dije, acá y con Hugo, que quería festejar regalando yo un libro para el programa. Pero estos dos triunfos consecutivos (con los que alcancé los cien) no me los esperaba, y es así que todavía no llevé el libro a la radio. Por tanto, quizá ese premio especial que quiero aportar no pueda ser para el oyente que gane hoy, como yo había sugerido. O quizá sí, si Hugo acuerda con el oyente ganador la postergación de esa entrega. El libro lo puedo llevar mañana, jueves, de camino al trabajo, cuando pase a retirar mis dos últimos premios.
Quiero contar ahora de qué libro se trata. Como dije, tiene alguna relación con nuestro Párrafus. En rigor, tiene relación con la radio. Pero también con nuestro Párrafus, si bien se mira. Los lectores muy memoriosos de este Blog quizá recuerden que una vez, hace mucho, lo mencioné acá. Había visto en un suplemento cultural, entre las novedades de una Feria del Libro, la mención de aquel libro de Paul Auster. Cité el título y pedí que si alguien sabía algo más al respecto lo contara. Las dos líneas con las que el suplemento resumía el contenido del volumen me lo hicieron muy interesante. Tiempo después me lo encontré en una de mis raras visitas a una librería de libros nuevos. Leí la contratapa, el comienzo de la presentación que hace el autor, pero ahí quedó. Era caro para mi presupuesto. Ahora también lo es, ya dije que lo pagué ¡63 pesos!, pero ahora es para una buena causa… De modo que lo busqué, lo encontré, acá lo tengo, y en los próximos días pasará de mis manos a las de algunos de mis queridos compañeros oyentes –anche competidores.
El título es “Creía que mi padre era Dios”. Es producto de una experiencia radial del famoso Paul Auster, el Parrafista número 81. Resulta que al tipo, después de entrevistarlo en un programa, le pidieron que se escribiera algo semanalmente para compartirlo con los oyentes. El, vacilante, lo consultó con su esposa, la también escritora Siri no sé cuanto, y ella le dio una idea mejor. Entonces Auster volvió a la radio y lanzó su proyecto: que los oyentes escribieran alguna historia sobre sus vidas y se lo enviaran para ser recopiladas en un libro. Así lo cuenta: “Los relatos tenían que ser verídicos y breves, pero no había restricciones en cuanto a tema o estilo. Lo que más me interesaba, dije, era que las historias rompieran nuestros esquemas, que fueran anécdotas que revelasen las fuerzas desconocidas y misteriosas que intervienen en nuestras vidas, en nuestras historias familiares, en nuestros cuerpos y mentes, en nuestras almas. En otras palabras, historias reales que bien pudieran ser una ficción.” O sea, algo parecido al fin que quise darle a este Blog. Claro, no soy Paul Auster, no supe ni siquiera explicarlo con esa claridad, y así los logros obtenidos vienen siendo más bien menudos.
Auster recibió 4000 relatos en el transcurso de un año. De ahí seleccionó 179, que conforman este libro. “Creía que mi padre era Dios” es el título de uno de ellos. No es el mejor, no sé por qué lo utilizó para llamar así al volumen; en realidad, no sé si los títulos los pusieron los oyentes o si fue parte de la tarea del autor. Tampoco los leí todos, aunque ya hace más de un mes que tengo el libro. No quisiera desmerecer el regalo que quiero hacer, pero la verdad es que me decepcionó un poco este trabajo. Literariamente, noto, a pesar de la variedad de historias y miradas, un tono uniforme y sin sorpresas, como si el trabajo de Auster hubiera ido más allá de la selección y el titulado. Me dirán: “La gente común no escribe ‘literatura’”. Y por eso mismo, diré, yo hubiese esperado algo más ‘real’, en el sentido de tosco y crudo. Las historias seguramente son verdaderas (quizá Auster se guardó algunas para saquear en sus novelas), pero me parece que al trabajo de edición se le fue un poco la mano.
En fin, no le den bola a esta nueva efusión iconoclasta. En síntesis, ofrezco humildemente este libro a Hugo para que lo regale a sus oyentes del modo que él determine. Quizá, se me ocurre ahora, podría guardarlo para premiar al mayor ganador de octubre…, pero…, en ese caso…, ¡espero no ser yo, maldita sea mi estampa!

Sobre el autor de anoche, qué más decir. Ira Levin, junto a Stephen King y a otro que prefiero no mencionar (estoy esperando su obra cumbre en Párrafus), todos autores de cosas de misterio o terror, fueron mis primeras aficiones literarias de la adolescencia –a los que se agregaban esporádicamente autores como la Rochefort, la de anteanoche, o Jose María Borghello, el mendocino desconocido.
De Levin olvidé mencionar otro de sus best sellers: “Los niños del Brasil”. Volumen que le regalé en su momento al amigo Pablo Graciani, quien, en uno de sus arrebatos antinazis, lo destrozó delante de mí en la sala A-B del centro cultural San Martin, donde íbamos a ver cine gratis allá en los magníficos ochentas. Los otros títulos, incluida la pieza teatral de anoche, “El cuarto de Verónica”, fueron para Alejandra, la hermanita de mi viejo amigo Fabio. Por algo, quién sabe qué, cuando empecé a abundar en otro tipo de literatura no quise quedarme con aquellos libros primeros –exceptuado “Carrie”.

En fin. 100 victorias en Párrafus Interruptus. ¿Y ahora?
Me acuerdo que cuando llevaba 24 o 25 Hugo me preguntó a cuánto pensaba llegar. “Bueno, hasta 30”, se me ocurrió responder. “¿Y después?”, inquirió él, “¿Te retirás?” Hace poco aventuró lo mismo. ¿Será una broma? ¿O realmente seré tan cargoso y molesto?
Si fuera una broma (como las que hace también con otros oyentes, ¡la vez pasada le preguntó a la agitada Cornejo si estaba haciendo el amor! ¡Vaya ocurrencia!), entonces debería admitir que nosotros embromemos un poco con él. O quizá no. ¿Cómo dijo ayer? “Pueden disentir todo lo que quieran, pero no acá”. Pero, ese sí, es un buen chiste. Porque, también anoche, llamó a este Blog “órgano oficial de Párrafus”, y, como se habrá visto y leído, yo acá no me privo de hacerle algunas observaciones. (Sin duda no soy el más indicado para crear un club de admiradores –ni de Hugo ni de nadie.) Esto, creo, lo pinta de cuerpo entero como uno de los comunicadores más amplios y democráticos que pueden verse o escucharse en nuestro éter.
En fin, gracias por tu felicitación, Hugo Néstor, y quiero compartir con vos la satisfacción por las 100 victorias, ya que algo tuviste que ver con este suceso. Eso sí: ahora voy por las… bueno, por la 101.
Un abrazo.

martes, 20 de octubre de 2009

El reposo del ganador

Martes 20 de octubre
Novela: “Los niños del siglo”
Autora: Christiane Rochefort(1917-1998)
Ganador: Marcelo Perenchio
Premio: “Entredichos”, de Osvaldo Bayer, editado por Página12

Aquella novela, leída a una edad cercana a la del protagonista, me marcó. El protagonista (¿Cristóbal?) tiene 14 o 15 años y, cansado de los padres y la hermana, se va de su casa. No se va muy lejos, ni durante mucho tiempo: vagabundea por el centro de París durante unos días. Y lo central en la leve trama es que conoce a alguien, mayor que él, que lo seduce. Se conocen en un bar llamado Minus. El se llama Fabricio.
¡Ah, mi amigo! ¡Qué historia! ¡Cuántos recuerdos!
La novela es “Primavera en el parking”, de Christiane Rochefort. Para mí, como “novela de iniciación”, más auténtica que la celebrada “El cazador oculto”.
Muchos años después, ya bien adulto (es un decir), empecé a encontrar otros libros de la autora de anoche en la mesa de ofertas de la librería de Avenida de mayo –la que, ahora sí, cerró sus puertas. Creo que los editaba Losada. “El reposo del guerrero”, “Celine y el matrimonio”, “Una rosa para Morrison”, “Los niños del siglo”… Yo ya había cambiado. La marca, la iniciación proporcionada (¿propiciada?) por aquella novela había resultado más o menos en esto que hoy se conoce de mí, y no me interesó leer algo más de la Rochefor. A pesar del bajísimo precio, no los compré. Ahora me arrepiento, pero nada se puede hacer.
El destino, sin embargo, me permitió escuchar en la voz de Hugo la lectura de algunas páginas más de aquella francesa. Anoche, “Los niños del siglo” –título que deduje por la omisión de ‘niño o niña’- y, la vez pasada, “Celine y el matrimonio”.
Aquella, en abril, fue la vez de los dos Ininterruptus consecutivos. Uno, teatro –“Los políticos”, primer intento con Nemesio Trejo, develado hace poco- y el otro había sido la Rochefort. Es raro, porque recuerdo bien que esa noche llamé para preguntar si era ella –la narradora femenina, los nombre franceses me lo sugirieron- y me respondieron que no. A lo mejor lo pronuncié muy mal y el telefonista entendió otro nombre. ¿Creían que iba a hacer un escándalo por esta gaffe de nuestros productores (creo que fue Leo Acevedo)? No. Ya el destino hizo justicia: anoche gané otra vez.
A propósito. El de anoche fue mi triunfo número 99. Se me ocurre, por tanto, que el título de este texto, ayudado por el título de anoche, podría aludir a eso. Pero la modorra de este amanecer no me deja terminar de cerrarlo. Sería algo así como “Los bordes de la centuria”. O quizá “Perenchio y el centenario”. Pero no me gustan. En fin, enseguida se va Cristina, me acuesto otro rato y a ver si después pienso algo mejor.
Chau.

lunes, 19 de octubre de 2009

Ay los pibes????? Parte II


Sigo con los recuerdos vividos. Esto que les voy a contar sucediò en el año 2007 con un alumno de (en ese entonces) noveno año. Una de las cosas que sembrè sin querer en mis alumnos y realmente no sè por què sucede es que ellos suelen venir a consultarme cuando necesitan ayuda en alguna materia que no es la que yo dicto. Un dìa, Lucas, estando en el recreo largo, vino a consultarme sobre el anàlisis de una poesìa de Leopoldo Lugones. Realmente debo confesarlo era un texto denso y difìcil para el anàlisis pero con buena voluntad tratè de explicar a Lucas por donde iba la poesìa, èl ponìa de manifiesto "no entender nada" y su rostro me demostraba que el enojo por no poder entender estaba arribando a su ànimo. Le volvì a leer la poesìa, insistì en rumbearlo sobre el tema del texto para que Lucas pudiera lograr analizarlo. A esta altura Lucas estaba enojadìsimo con Leopoldo Lugones, algunas expresiones de bronca y enojo contra el autor salieron de sus palabras y cuando pasa esto siempre trato de contarles algo sobre la vida del autor para que no se nieguen a conocer a un escritor solamente por un estado de ira momentànea, entonces en un momento se me ocurriò decirle a Lucas:
Yo: Lucas, no te enojes con Leopoldo Lugones. Sabìas que se suicidò tomando veneno?
Lucas: HIZO BIEN!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Ay! que hachazo sentì en el alma con la respuesta que Lucas me diò. Sigo preguntàndome y a lo mejor algùn profesor/ra de lengua que lea este blog me lo pueda contestar: No habrà que pegarle una revisada a los textos que se les hace analizar a los chicos? No se podrìa analizarlos todos juntos en clase para poder establecer buenas polèmicas sobre el material leìdo? No estarìa bueno hablarles , contarles sobre la vida de los autores antes de leer un texto? Por què los hacen copiar frìas biografìas en vez de contarles historias sobre lo vivido por los escritores?
Llamado a la solidaridad: si alguièn puede darme una respuesta a estos interrogantes, les ruego dirijirse al piè de esta nota y dejarla en los comentarios. Gracias.

viernes, 16 de octubre de 2009

Trinterruptus (tres títulos en uno)

Viernes 16 de octubre
Poesía: “El muerto que habla”, “48 penúltimos poemas” o “Poemas cortos de genio”
Autor: Luis Luchi (1921-2000)
Ganadora: Mónica Paradiso
Premio: “El muerto que habla”, “48 penúltimos poemas” o “Poemas cortos de genio”

FALLECIO EN BARCELONA EL POETA ARGENTINO LUIS LUCHI

Nunca se acostumbró al exilio. A pesar de que vivía en Barcelona desde 1975, su vida seguía dando vueltas en Buenos Aires, como su poesía. El sábado 21 de octubre, a los ochenta años, dejó de existir el poeta porteño, que cantaba con voz de tango y compromiso, que decía con un tono personal sus versos, y que influyera fuertemente en la generación poética de los años setenta. Adiós, Luchi; quedan sus libros en la memoria de muchos.

(Revista Lea, número 7, octubre de 2000)

POESIA, TANGO Y ANARQUIA
ENTREVISTA A LUIS LUCHI

Por Alejandro Crimi

Amigos poetas de Buenos Aires me habían hablado con pasión de Luis Luchi (pseudónimo literario de Luis Yanischevsky; Buenos Aires, 11 de octubre de 1921 - Barcelona, 21 de octubre de 2000), me mostraron algunos de sus libros –muy ajados, con algunas manchitas de vino tinto– y me leyeron sus poemas con pausas marcadas y miradas cómplices. También me contaron historias con clima de tango, donde se mezclaba la política, el humor más cruel y los bares porteños. Así, con una impresión casi mitológica del poeta, me fui a las librerías de la calle Corrientes a buscar “El obelisco y otros poemas” o “La pasión sin Mateo”. Y nada: las editoriales más comerciales nunca se ocuparon de Luchi. Sólo me quedé con fotocopias desteñidas y anécdotas de segunda y tercera mano que terminaban en Barcelona. Por todo eso, al llegar a España en 1999, llevaba anotado el nombre de Luchi en la primera página de mi libreta.
Su teléfono me lo dieron en un restaurant, y al hablarle y escuchar su voz, recordé el tono con que me habían leído sus poemas en Avellaneda. Quedamos en vernos en su departamento de El Raval –al que algunos todavía llaman “el barrio chino”–, en la calle Nou de la Rambla a pocos metros del Paralelo, cerca de un bar y enfrente de un negocio que ofrece sexo.
La figura frágil de Luis se contrasta con una voz grave y cálida que parece venirle de muy adentro. Luego de las presentaciones pertinentes lo noto distante. ¿Qué estás haciendo en España? –me pregunta. No tengo la menor idea –le respondo. Se ríe. Ya no está distante. Trae libros, vino, queso y aceitunas.
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– ¿Qué lugar ocupó la poesía en tu juventud?
– A la poesía la tenía en un total segundo plano. Mi ambiente era el de la militancia política.
– ¿Dónde militaste?
– Milité durante muchos años en la juventud comunista. Tuve en el PC una militancia firme hasta el año cincuenta y algo. Después pasaron cosas, andaba medio cabrero… Bueno, siempre tuve influencia anarquista, la llevo desde la infancia, y siempre me salía de una manera o de otra.
Luego del ‘59 ya empecé a aflojar. Me estaba alejando de algún modo, en todo sentido. Sólo le vendía libros a la editorial del Partido.
– ¿Cuál era tu trabajo?
– Era obrero gráfico y me quedé sin trabajo en el ‘50. Hubo una huelga y muchos trabajadores quedamos en la calle. Yo estaba en las listas negras.
Luego me salió un trabajo en Montevideo y me fui. Allí estuve más de un año y a la vuelta empecé a trabajar vendiendo libros.
Trabajaba para dos editoriales y me ganaba la vida.
La posibilidad de ser viajante me permitió conocer el país. Para mí fue una experiencia maravillosa. Buenos Aires era mi casa, pero en el interior aprendí mucho. Me metía en todos los pueblitos. Iba a Santiago del Estero, Corrientes, El Chaco, La Pampa, La Rioja, Mendoza, San Juan… Estuve unos cuantos años con eso.

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LA CAMA CALIENTE
Qué lindo en invierno
después de atravesar el día helado
rendido y frío
con ganas de besar y que me besen
encontrar las sábanas calientes y limpias
con vapor de mujer.
Qué lindo en invierno
y qué lindo también en el verano.
Luis Luchi
De “La vida en serio”
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– ¿Siempre tuviste afinidad con el anarquismo?
– Si. Pero no me relacioné directamente al movimiento anarquista. Iba a los actos pero no participaba.
– ¿Has conocido anarquistas españoles?
– Sí, claro. Conocí a varios.
Hace un tiempo tuve una conversación con Abel Paz, en un café. El había escrito una biografía de Durruti. Discutimos sobre su libro y le conté varias cosas: La historia de Di Giovanni, de su fusilamiento y otros episodios poco conocidos. También hablamos de las actividades de Durruti en Argentina, que nunca quedaron muy claras.

– ¿Como ves la figura de Severino Di Giovanni?
– Bien. Yo he discutido mucho algunas prácticas de violencia, pero hay momentos en que actitudes como las de Di Giovanni son la única solución. No hay nada que hacer.
Con gente como Di Giovanni los poderosos no se la llevaban de arriba. Es que para llevar una vida como la de él hay que ir a ganar, porque hay mucho dolor y tenemos demasiados sacrificados.
Cuando lo fusilaron empezó el vacío del anarquismo como fuerza gremial, y fue desplazado por el partido comunista –que estaba en crecimiento– y el socialismo.
El tema de Di Giovanni y la violencia aún se sigue discutiendo, incluso dentro del anarquismo.
– ¿Cómo conociste la historia de Di Giovanni?
Con el asunto de Di Giovanni yo estaba informado por una situación muy particular. Donde trabajaba como obrero gráfico, en la calle San José, tenía un compañero que se llamaba Romero. Trabajé unos cuantos años ahí, y él me veía que yo siempre andaba con folletos y cosas raras.
Un día nos tomamos un café y me dijo “… yo no me llamo Romero; aquí no lo sabe nadie. Yo me llamo Scarfó de apellido. Soy hermano de América Scarfó.” Y me contó muchas cosas.
América fue el gran amor de Severino, y a su otro hermano, Paulino, también lo fusilaron.
Hace poco me enteré de que a América le devolvieron las cartas de Di Giovanni. Me mandaron un recorte de Buenos Aires.

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En el prólogo del libro “El ‘60 Poesía Blindada”, Ramón Plaza recuerda que Paco Urondo había dicho: Cuando empecé a escribir poesía sentí que alguien silbaba a lo lejos, luego, a medida que seguían llegando textos el silbido estaba más cerca, y un día supe que el que silbaba era yo.
Luis Luchi perteneció a una generación de poetas que en Argentina silbó muy fuerte, la de los “Poetas del ‘60”. Generación que trató de coinciliar la belleza con la libertad y desafió el universo de lo posible. A esa audacia sobrevino el asesinato (Miguel Ángel Bustos, Roberto Jorge Santoro, Francisco Urondo, los tres detenidos-desaparecidos), el exilio (Juan Gelman, Alberto Szpunberg, el propio Luchi y tantos más), y el silencio.
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– ¿Cuando empezaste con la poesía?
– De joven, pero mi primer libro –“El obelisco y otros poemas”– apareció recién en el ‘59. Decidirse a publicar no era sencillo.
– ¿Cómo recordás el ambiente de la poesía en el ‘59, con quién estabas?
– En general me movía más en los ambientes políticos que en los poéticos. Pero igual participé de algunas cosas. Con un grupo, en el sesenta y pico, formamos una especie de editorial que se llamaba “El Matadero”. Llegamos a publicar varios libros de poesía y cuentos.
Conocí bastante gente, eran muy atorrantes, y tenía amigos como Enrique Berni o Manauta.
Pero en realidad no anduve en ningún ambiente concreto, nunca me hice socio de la SADE ni nada (ríe).
– ¿Conociste a los poetas de las provincias, a mendocinos por ejemplo?
– Sí. De Mendoza recuerdo a Cúneo y Hugo Acevedo.
– ¿Y Armando Tejada Gómez?
– Bueno… con Tejada Gómez… Decir que uno era amigo de Tejada es difícil.
– ¿Qué leías más en aquella época?
– Ensayo. Quería informarme y formarme. Leía muy variado, sin ninguna predilección especial.
También leía poesía, pero menos. Conocí los autores clásicos de mi generación, los que todos leíamos, y los argentinos de Tuñón en adelante.
Ahora leo mucho más poesía. Leo en general autores argentinos.
– ¿Le dedicás mucho tiempo a la lectura en este momento?
– Sí. A veces quiero recuperar un montón de cosas que no leí, que fui dejando a un costado a través de los años.
– ¿Qué autor te ha impresionado bien últimamente?
– Especialmente ninguno.
– ¿Cómo ves a la poesía argentina actual?
– De lo que conozco, en general, no me apasiona nada. No encuentro un reflejo de cosas… Claro, yo tengo un gusto particular, que tiene que ver un poco mi forma de ser.
Hay cosas de Juan (Gelman) que antes me gustaban mucho, pero su poesía ahora ya no me gusta tanto. Pero la verdad es que no estoy al día.
– ¿Te gusta la obra de Juan L. Ortiz?
– Sí. Y lo releo de vez en cuando. Juanele me gustaba mucho.
– ¿Sabés que en Argentina se sigue escribiendo y publicando mucha poesía, a pesar de ser un “género maldito”?
– ¿Sí? Es una maravilla el país nuestro. En ese sentido es todo un logro.
Acá se le da poca bola a los poetas. A los distribuidores no les interesa la poesía, las librerías no exponen bien los libros…
– ¿Te planificás para escribir o sos caótico?
– Soy caótico. La cuestión es sentarse, pero no proyecto. Están las ideas que flotan… pero eso de ir a sentarse todos los días a tal hora para escribir, para mí no va.
– ¿Qué lugar ocupa hoy la poesía en tu vida?
– Para mí la poesía es prácticamente esencial. Es el objetivo de mi vida. Desde hace muchos años es algo central para mí. Es lo único que tengo. Siempre estoy juntando papelitos.

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LOS MOTIVOS PARA VOLVER A SU TIERRA
Se revisa a sí mismo
y no encuentra nada de aquello
y había mucho,
la culpa se sabe
es del agujerito
que nadie zurció.
La ecuación es ésta:
tardé en llegar,
los trenes me silbaban sin reconocerme;
yo me equivocaba con toda intención
mezclando en el cubilete
minutos, horas, segundos
y el día no salía.
Les hablo como si en la estación de llegada
esperaran ella, dios, todos, ninguno.
Faltaban cantidades de proyectos,
aparatos para durar,
objetivos con fondo de infinito,
y llovía, y no quería ser igualado
por la voz,
insistir que no era yo
y sabía, sabía bien
quién había cambiado de lugar la luz,
los recuerdos en los estantes,
asegurarse
del lugar que ocuparon,
o lo más cerca posible.
Luis Luchi
De “Poemas y pinturas”
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– ¿Cuando llegaste a España?
– En enero del ‘77 me vine a España. No era algo definitivo. Me fui con la idea de volver a la primera de cambio. Pero bueno… se amontonaron los problemas y acá estoy.
– ¿Te viniste por los problemas del país?
– Sí. Por la situación del país y todas sus circunstancias.
– ¿Qué hiciste al llegar a Barcelona?
– Cuando llegué acá pude trabajar como corrector para unas editoriales. Pero luego no me tomaba nadie.
– ¿Elegiste Barcelona por algún motivo especial?
– Bajamos del barco en Barcelona y nos quedamos. Acá se decía que los tipos que vienen sin guita, vienen en barco y se quedan en Barcelona; en cambio los que vienen en avión se quedan en Madrid. La cosa es que llegamos en barco.
– ¿Has pensado muchas veces en volver?
– Mucho… Todo el tiempo. En los primeros diez años ante cualquier cosa que pasaba pensaba en rajar. Pero claro, no podía. Quería volver pero habían dificultades de toda índole. Entonces venían mis hijos para acá.
– ¿Qué hizo que no te volvieras a Buenos Aires?
– Fueron las circunstancias. Primero las circunstancias políticas, después las económicas. Después vinieron las enfermedades. Yo estaba casado y mi esposa murió acá. Eso me desanimó la vuelta, y me fui quedando, me fui quedando.
Siempre quise volver. No me pegué a Barcelona. Nunca establecí una relación directa, un contacto de vida con la gente de acá, y con los poetas tampoco.
Acá siempre me moví en el ambiente argentino. Siempre llevé la carga de esa idea de volver.
Me fui quedando… no tengo otra explicación.
Ahora hace 5 años que no voy a Argentina.
– ¿Qué no te gusta de Barcelona?
– El aislamiento, es lo que más siento. Es lo que más me costó y me cuesta. Ahora ya no tanto, por la edad. El otro día cumplí 78 años.
Aquí hay una verdadera mitología de Barcelona, pero es muy distinta a la de Buenos Aires.
La comunicación acá es distinta. También el humor. Acá a veces tenés que explicar el doble sentido. Vas a comprar algo y decís un chiste y no te lo entienden jamás. Nuestro humor es bastante cruel.
Aquí iba a algunas lecturas de poesía, escuchaba, aplaudía y me iba. Y nadie te preguntaba nada. Hay cosas que me resultan ajenas y que tienen que ver un poco el espíritu catalán.
– Qué es lo que más extrañás de Argentina?
– Extraño Buenos Aires, a la gente que no está. Cuando voy allá busco gente de mi generación, muchos están dispersos, otros no están. Es una búsqueda que varias veces me ha desanimado. Sigo pegado a Buenos Aires y por momentos siento nostalgia.
– ¿Te llegan noticias sobre la actualidad Argentina?
– Sí, y me intereso más con las cosas que pasan allá que con las de acá. ¡Qué le vamos a hacer! Me engancho con todo lo de allá. Acá voy a las reuniones de “Retruco” y vivo el ambiente de los argentinos. He tratado de participar en casi todos los movimientos que se hacían de argentinos. Ahora ya empiezo a aflojar, será la edad o qué se yo. Pero siempre me metí en proyectos de libros y demás cosas. Los últimos libros los publiqué acá en España.
– ¿Cómo ves el país hoy?
– Una porquería. Es un país que duele.
– ¿Te gusta el tango?
– Sí, me gusta el tango. Escribí unas cuantas cosas del tango.
Tengo algunos tangos preferidos. “Milonga de mis amores”, “Mi refugio”, “Recuerdos”, de Pugliese, y unos cuantos más.
Pugliese vivía cerca de mi barrio. Yo estaba en Parque Chas y él estaba en Álvarez Thomas y El Cano. Él también era de la juventud comunista.
– ¿Cuantos hijos tenés?
– Tengo tres hijos. Uno está en Argentina con los nietos. Otro estaba acá pero se fue hace 15 días a vivir a Perú, porque se casó con una peruana. Y el otro vive aquí en Barcelona.
– ¿Extrañás el vinito argentino?
– El vino comunacho de acá es más rico que el de allá. El vino de boliche en Buenos Aires era malazo. Ahora, el vino bueno de allá es bárbaro. A veces consigo alguna botellita.

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Luis estaba cansado, y se notaba que le aburría hablar de sí mismo. Apagué el grabador y terminamos la botella de vino. Se le encendió la mirada cuando le comenté que en Buenos Aires lo leían sobre todo los jóvenes. Me regaló su último libro, “Poemas y pinturas”, ilustrado por Kinoto. Para Alejandro con un fuerte abrazo. Salud y R.S.
Me invitó a ir a la presentación del libro, que se hacía en el café Montserrat al día siguiente (13/11/99). Allí leyó sus poemas frente a un público numeroso y emocionado.
Regresé a Barcelona en octubre del 2000, y a los pocos días me informaron sobre la muerte de Luchi. Entre los argentinos que conocía se hablaba mucho de Luis. Anécdotas, dichos y pericias del poeta, cargados de humor negro, arrabal y anarquía. Me contaron que momentos antes de morir, con la poca energía que tenía y la voz que se le apagaba, llamó a quienes lo acompañaban para decir sus últimas palabras: Armen una banda de ladrones, dijo. Y expiró. ¿Su último poema o una broma final? No quise confirmar si ese episodio fue cierto, porque en definitiva Luchi tiene la fuerza del mito.
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Libros de Luis Luchi: El obelisco y otros poemas (Bs. As., Signo Publicaciones, 1959), El ocio creador (Bs. As., Ediciones Stilcograf, 1960), Poemas de las calles transversales (Bs. As., Editorial Salamanca, 1964), La vida en serio (Bs. As., Ediciones Stilcograf, 1964), Vida de poeta (Bs. As., A. Burnichon Editor, 1966), El muerto que habla / Poemas cortos de genio (Bs. As., Ediciones Buenos Aires Leyendo, 1970), Ave de paso (Bs. As., Ediciones Noé, 1973), Los rostros (Bs. As., Ediciones Gente de Buenos Aires, 1973), Poemas 1946-1955 (Bs. As., Editorial Papeles de Buenos Aires, 1976), La pasión sin Mateo (Bs. As., Ediciones Gente de Buenos Aires, 1976), ¡Gracias Gutenberg! (Barcelona, La Lira Argentina, 1980), Resumen del futuro (Barcelona, Ediciones del Escorxador, 1984), Antología poética (Rosario, Santa Fe, Editorial Fundación Ross, 1986), Fuera del margen (Bs. As., Utopías del Sur, Cuadernos de Poesía Labio Partido, 1992), MISHIADURA en las dos ciudades (Barcelona, 1993), Jardín Zoológico (Bs. As., Ediciones Último Reino, 1995), Contestarse a sí mismo en el canto (Barcelona, Ediciones Bajo el Poncho, 1997), Poemas y pinturas –Luchi / Kinoto– (Barcelona, Editorial Save As, 1999), Amores y poemas en Parque Chas (póstumo, Bs. As., Ed. Gente de Bs. As., 2001).

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Ay los pibes???????????

Recuerdo un maravilloso texto, que no voy a nombrar porque no fue leìdo en "Parrafus" donde dos autores, docentes ellos, contaban respuestas asombrosas de algunos de sus pequeños alumnos. Esto viene a cuento porque el otro dìa Milagros (mi hija menor) que cursa primer año de polimodal o tercero de secundaria (las reformas son tantas que confunden) tuvo , como tarea de Lengua, que analizar unos cuentos de Cortàzar. Entre estos cuentos estaba "Casa Tomada". Cuando llegò el momento en clase de exponerle a su profesora el anàlisis que mi pequeñuela (15 años) habìa hecho del cuento antes mencionado, Milagros hablò, diò su opiniòn, dijo lo que habìa recibido del texto de Cortàzar. En su exposiciòn hablò de la soledad, del miedo..... en fin Mili hizo su anàlisis. Su profesora la escuchò y sentenciò:
- Milagros, estàs equivocada, en este cuento se evidencia la penetraciòn del peronismo en nues-
tro paìs, tu anàlisis no es correcto.

Milagros contestò:
- Profesora, yo no entendì lo que ud. me explica, no vì en el cuento lo que ud. me dice
Profesora: - Milagros tenès internet en tu casa?
Milagros:- Si
Profesora:- Lo hubieras buscado en internet y hubieras tenido la respuesta que te estoy dando
Milagros: - Pero yo leì los cuentos, por què iba a buscar la respuesta en internet?
Profesora:- Sos una CERRADA, andà a sentarte

Y Mili se fue a su lugar casi llorando y escuchando el ruego de sus compañeros quienes le pedìan que no siguiera discutiendo con la profesora porque la iba a desaprobar.
Colmada de broca e impotencia mi niña llegò a casa, me contò lo sucedido, tratè de explicarle que habìa obrado bien defendiendo su anàlisis del cuento y que habìa tantas "Casa Tomada" como ojos leyeran el cuento.
En un momento comencè a hablarle sobre la vida de Cortàzar y , para cortar la onda que venìa muy cargadita, se me ocurriò preguntarle:
Yo:- Sabès dònde naciò Cortàzar?
Milagros:- En Argentina
Yo:- No, en Bèlgica
Milagros:- Y POR QUÈ NO SE QUEDÒ VIVIENDO ALLÀ!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Esta ùltima respuesta de Mili me doliò, me respondiò con furia y enojo. Còmo un docente puede hacer que un pibe reniegue de un grande de la literatura argentina como Julio Cortàzar? Còmo no se permite la buena polèmica que los cuentos de don Julio pueden provocar? Quièn puede dictaminar sobre la elaboraciòn de las ideas con respecto a la lectura? Còmo se le puede decir a un estudiante adolescente que las respuestas correctas las va a encontrar unicamente en internet?
Y bueno, mientras trato de contestarme las preguntas anteriores voy a ver como hago para que Mili se enorgullezca de que Julio Cortàzar haya elegido Argentina para quedarse.

El lance return

Y bueno, en dìas de varios ininterruptus decidì poner en pràctica alguna tècnica màs para ver si lograba dar con el tìtulo leìdo en caso de no conocerlo. Sentada en el living de mi casa, radio cerca, biblioteca a mano, adrenalina a full para empezar a concentrarme en el texto que Hugo iba a empezar a leer le agreguè un cuaderno y una birome para ir anotando el texto. Cuando Paredero comenzò con la lectura ahì mismo comencè a anotar, incluso los "mmmmmm" , percibì , a medida que iba escribiendo que esa poesìa me sonaba a gente de tango, lunfardo, o sea comencè a gestar el lance por ese lado. Recuerdos vinieron a mi cabeza, sobre todo Carlos de la Pùa pero mi viejo tiene mucha literatura lunfarda y tanguera y a De La Pùa no me sonaba. Y ahì encontrè la palabra màgica: MI VIEJO!!!!!!!!!!!!!!!!!!! (pobre màrtir) otra vez y casi a la misma hora de mi triunfo anterior (7 de octubre del 2009) lo llamè por telèfono, a conciencia de que el grito de :NENA A ESTA HORA ME LLAMÀS PARA ESO!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! resonarìa en mis tìmpanos nuevamente como en el anterior caso. Al contestar el telèfono esta vez atendiò mi vieja o sea que los despertè a los dos, por suerte mi abuela de 100 años no escucha bien y ella no escucha el sonar del telèfono mientras duerme, aunque estoy segura que de escuchar bien se prenderìa a jugar en "Parrafus" . Bueno, sigo el relato, mi santa madre le pasò el tubo a mi enojado padre y como ya lo habìa intuìdo el grito resonò en mis oìdos. Pero le hice unos pequeños halagos a su pasiòn por la lectura tanguera y lunfarda y esto permitiò que me dijera el nombre del poema (debo confesar que me acuerdo que el tìtulo del poema empezaba con la palabra "Tango..... pero no recuerdo como sigue y no era cosa de encabritar a mi viejo pidiendo repeticiòn) el libro y el autor. Me despedì de mi viejo prometièndole que si ganaba le regalaba el libro . Llamè a "Parrafus" y otra vez ganè o sea como bien dice el tìtulo de esta publicaciòn "El lance return" para que hoy "Parrafus" fuera "Interruptus"

jueves, 15 de octubre de 2009

Trininterruptus y otras reflexiones

Jueves 15 de octubre
Novela: (Trilogía:…)
Autor: …
Ganador: …
Premio: ¿Un volumen de la trilogía?

La otra noche, cuando se excedió –creo- preguntándole a Fernando Terreno si había googleado, pensé que Hugo está un poco cargoso con ese tema. Que lo deplore periódicamente en el preludio de la lectura, vaya y pase; pero que ahora afrente a los oyentes con esa pregunta, me parece demasiado. Y, además, anoche pensé: si hubiera jugadores desleales que recurren al google para ganar, ¿por qué no googlean y ganan las noches de Ininterruptus?
Yo ya lo dije hace tiempo: a veces googleo. Pero lo hago al día siguiente de un Ininterruptus, para no quedarme con la espina –como le pasó a Eduardo González esta semana. Habiendo memorizado o anotado un nombre, o una fecha, o cualquier frase clave, con el buscador puede averiguarse de qué se trató. Esta semana lo hice el lunes. Hoy todavía no.
Sobre el cuento del domingo me sentí especialmente conminado a hacerlo porque durante la lectura había deducido el título, llamé y lo confirmé. Con ese dato, por supuesto, el autor/a apareció enseguida. En el caso de la novela de anoche, voy a ver si con un par de apellidos se puede.
Acá Cristina me dice que van a pensar que mi googleo no es posterior, sino simultaneo con la lectura; dice que aclare por qué googleo al día siguiente; dice que en la heladera hay otra mermelada, que se la pase… ah, no, eso es doméstico, estamos desayunando.
Bueno, eso también ya lo conté: no lo averiguo simultánea o inmediatamente porque en casa no tenemos banda ancha y la conexión con el cable del teléfono es de una dificultad y lentitud exasperantes. Por eso es que recién a la mañana, cuando el bebé se despierta y salimos a pasear un rato, hago una rauda pasada por el locutorio –rauda porque el Fulanito se aburre- para descular el Ininterruptus o para colgar estas sinopsis y reflexiones.
Una última observación para nuestro conductor: dos veces en las últimas semanas, abonando su diatriba, mencionó los “tres” casos de googleo que se conocieron en el actual ciclo nocturno de Párrafus. Debo corregirlo diciendo que en realidad fueron cuatro los oyentes que lo admitieron. Los enumero, por orden de aparición: Jorge Aloy (con “El barranco”), Marcelo Perenchio (ver “Anteanoche, en la charla con Hugo”), Lilian Mosconi (con “El dios de las pequeñas cosas”) y Griselda Vanesche (con “Arboles petrificados”).
Bueno. Levanto la mesa, despido a Cristina y voy al dormitorio a poner Jerry Lee Lewis a todo volumen, así el bebé se despierta y salimos para el locutorio. Buenos días.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Una segunda colaboración

Simultáneamente con la nueva reaparición telefónica de mi amigo Pablo, quien esta vez –ayer- devino colaborador del Blog, recibí un texto con el que me será muy grato enriquecer esta página. También me gustaría decir el nombre y apellido del remitente, pero eso me está prohibido. Lo que puedo decir –decirle- es que, recordando lo charlado en nuestra última comunicación, supongo que su envío está destinado a la publicación en Los Parrafistas –si bien yo solicité a este corresponsal un texto suyo. Pero, aunque no fuera ese su propósito, igualmente lo publicaría, arrastrado por la ilógica premonición nominal de la que hablé en mi Entrada anterior (“El bautizado”, más abajo). El texto es de Cortázar.
Por mi parte –y tal vez también por parte de ella-, lo dedico a todos los queridos compañeros oyentes.

Grave problema argentino:
Querido amigo, estimado, o el nombre a secas.

Usted se reirá, pero es uno de los problemas argentinos más difíciles de resolver. Dado nuestro carácter (problema central que dejamos por esta vez a los sociólogos), el encabezamiento de las cartas plantea dificultades hasta ahora insuperables. Concretamente, cuando un escritor tiene que escribirle a un colega de quien no es amigo personal, y ha de combinar la cortesía con la verdad, ahí empieza el crujir de plumas. Usted es novelista y tiene que escribirle a otro novelista; usted es poeta, e ídem; usted es cuentista. Toma una hermosa hoja de papel, y pone: “Señor Oscar Frumento, Garabato 1787, Buenos Aires.” Deja un buen espacio (las cartas ventiladas son las más elegantes) y se dispone a empezar. No tiene ninguna confianza con Frumento; no es amigo de Frumento, él es novelista y usted también; en realidad usted es mejor novelista que él, pero no cabe duda de que él piensa lo contrario. A un señor que es un colega pero no un amigo no se le puede decir: “Querido Frumento.” No se le puede decir por la sencilla razón de que usted no lo quiere a Frumento. Ponerle querido es casi lascivo, en todo caso una mentira que Frumento recibirá con una sonrisa tetánica. La gran solución argentina parece ser, en esos casos, escribir: “Estimado Frumento.” Es más distante, más objetivo, prueba un sentimiento cordial y un reconocimiento de valores. Pero si usted le escribe a Frumento para anunciarle que por paquete postal le envía su último libro, y en el libro ha puesto una dedicatoria en la que se habla de admiración (es de lo que más se habla en las dedicatorias), ¿cómo lo va a tratar de estimado en la carta? Estimado es un término que rezuma indiferencia, oficina, balance anual, desalojo, ruptura de relaciones, cuenta del gas, cuota del sastre. Usted piensa desesperadamente en una alternativa y no la encuentra; en la Argentina somos queridos o estimados y sanseacabó. Hubo una época (yo era joven y usaba rancho de paja) en que muchas cartas empezaban directamente después del lugar y la fecha; el otro día encontré una, muy amarillita la pobre, y me pareció un monstruo, una abominación. ¿Cómo le vamos a escribir a Frumento sin primero identificarlo (Frumento) y luego calificarlo (querido / estimado)? Se comprende que el sistema de mensaje directo haya caído en desuso o quede reservado únicamente para esas cartas que empiezan: “Un canalla como usted, etc.”, o “Le doy 3 días para abonar el alquiler”, cosas así. Más se piensa, menos se ve la posibilidad de una tercera posición entre querido y estimado; de algo hay que tratarlo a Frumento, y lo primero es mucho y lo segundo frigidaire.
Variantes como “apreciado” y “distinguido” quedan descartadas por tilingas y cursis. Si uno le llama “maestro” a Frumento, es capaz de creer que le está tomando el pelo. Por más vueltas que le demos, se vuelve a caer en querido o estimado. Ché, ¿no se podría inventar otra cosa? Los argentinos necesitamos que nos desalmidonen un poco, nos enseñen a escribir con naturalidad: “Pibe Frumento, gracias por tu último libro”, o con afecto: “Ñato, que novela te mandaste”, o con distancia pero sinceramente: “Hermano, con las oportunidades que había en la fruticultura”, entradas en materia que concilien la veracidad con la llaneza. Pero será difícil, porque todos nosotros somos o estimados o queridos, y así nos va.
Julio Cortázar
La vuelta al día en ochenta mundos.
Primera Edición
Pág.29