miércoles, 31 de diciembre de 2008

Cómputos finales 2008

He aquí los 33 compañeros oyentes que se repartieron los 196 triunfos en los 212 Párrafus del año. (Cabe hacer la salvedad de que don José Cayo Ininterruptus se hizo presente en 16 juegos –que quedaron vacantes.) Al lado, entre paréntesis, un dato menor: el número de victorias obtenido por cada uno.

Sergio Tagliaferro (1)
Gustavo Cwirin (1)
Raúl Manzano (1)
Héctor Bonifacio (1)
Ariadna Quaini(1)
Leopoldo Argañaraz (1)
Aida Lascala (1)
Cristina Oller (1)
Eduardo González (1)
Alejandro del Prado (1)
Ana Maciel (1)
Eduardo Pavelic (1)
Julián Sánchez (1)
Marta Escarpite (1)
Susana Petinatti (1)
Ladislada Martínez (1)
Marcelo Bonalume (1)
Agustín Alezzo: (2)
Maximiliano Pozzi (3)
Alicia Zarate (3)
Naón Soibelzhon (5)
María Inés Azarri (5)
Alberto Laguna (5)
Jorge Aloy (6)
Quique Figueroa (9)
Fernando Terreno (10)
Marta Zander (13)
Luis Gobea (14)
Roberto López Motta (14)
Mario Tsolakián (16)
María Suárez (17)
Verónica Cornejo(22)
Marcelo Perenchio (35)

Vaya este detalle sin desmedro de los demás compañeros oyentes, que, sin haber participado al aire, lo hicieron de manera igualmente valiosa mediante mails al programa y/o Comentarios en este Blog. Felicitaciones a todos, también muchas felicidades, y sigamos siempre adelante…, siempre atrás, o a la vera, o amuchados con nuestro querido conductor.
2009, ¡allá vamos!

Miércoles 31

Miercoles 31 de diciembre
Novela: "La vorágine"
Autor: José Eustasio Rivera, colombiano, 1889-1929
Ganador: Mario Tsolakián

Martes 30

Martes 30 de diciembre
Novela: "Don Camilo"
Autor: Giovanni Guareschi, Italiano, 1908-1968
Ganador: Sergio Tagliaferro, de Moreno, Profesor de historia

lunes, 29 de diciembre de 2008

Lunes 29


Lunes 29 de diciembre
Cuento: "El diamante grande como el Ritz"
Autor: Francis Scott Fitzgerald (1896-1940)
Ganador: Mario Tsolakián

domingo, 28 de diciembre de 2008

Más sobre Proust (mas Jorge Aloy)

Jorge Aloy ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Quizá":

En el reciente año 2006, la editorial CS Ediciones publicó En busca del tiempo perdido, en siete tomos. Paso a enumerarlos:
1) Por el camino de Swann
2) A la sombra de las muchachas en flor
3) El mundo de Guermantes
4) Sodoma y Gomorra
5) La prisionera
6) Albertina ha desaparecido
7) El tiempo recobrado
El libro en cuestión (o esta versión)comienza así:
CAPÍTULO PRIMERO. El pesar y el olvido.
"¡Se fue la señorita Albertina!" ¡Cómo llega el sufrimiento psicológico más lejos que la misma psicología!
Hasta aquí Proust. Cada editorial, a través de los años, por cuestiones de costos o conveniencias insospechadas, publicó esta obra fragmentándola de diversas maneras.
Lo que no puedo aclarar es como empieza en esta edición La prisionera, ya que es el único tomo que me falta.
Un abrazo.
Jorge Aloy (oyente número 100.013)



Publicado por Jorge Aloy para Los Parrafistas a las 27 de diciembre de 2008 19:05

¡Qué grandísimo honor! El compañero oyente Jorge Aloy (único googlista confeso, aparte de mí mismo) se hace presente en este humilde Blog Parrafista. Desde ya lo declaro Visitante Ilustre, si nadie se opone.
Muchas gracias por su aporte, don Jorge. El comienzo que nos cita es similar al que leyera María Suárez, si la memoria no me falla. Y no es el comienzo que nos leyó nuestro conductor. Pero bueno, ya pasó. La Dama de Coghlan ganó en buena ley, ya que sin duda leyó aquel superclásico del siglo XX. Y a propósito: ¿usted leyó el sexteto proustiano que ya posee, o lo deja para cuando tenga la obra completa o para su lejana vejez? Otra curiosidad: ¿a qué viene eso de “oyente número 100.013”? En estos días, en ausencia del juego, estoy compulsando las cifras parciales del certamen 2008, y su dato quizá venga a cuento –o a novela, teatro o poesía.
Un abrazo.

sábado, 27 de diciembre de 2008

Siguiendo con Payro...

En torno y a partir de don Roberto Jorge Payró, último autor de Párrafus hasta ahora, dos correcciones.
Uno: el título completo de la novela leída el martes es “Las divertidas aventuras del nieto de Juan Moreira”. Yo lo escribí sin el artículo inicial.
Dos: Esto pude verificarlo en los varios ejemplares de la novela que se encuentran a $ 6 en la librería de Avenida de Mayo casi Florida, la cual, contrariamente a lo anunciado hace unos meses (y lamentado en este Blog), no cerró sus puertas.
Y como no hay dos sin tres… Agradecería que Hugo corrija, modifique, mejore su cierre del año, con respecto al 2007. Estaba viendo en la lista de lecturas que en aquel diciembre el último programa fue el día 20. Y sí, ahora ya se habría mejorado la performance: jugamos por última vez el día 23. Pero espero de todo corazón que en la semana venidera nos regale con, al menos, dos Párrafus más. Me gustan las cuentas claras, los números redondos, así que me gustaría que Verónica Cornejo ganara una vez más…
Pero buena suerte para todos.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Interruptus Navideño

Escuché a Hugo hablando con el parrafista garmense, Don Gobea, quien dió interesantes detalles sobre Roberto J. Payró.
Algo así como una serie de comentarios breves, al paso, en el mostrador del bar. Pero dignos de tener en cuenta, a la hora de seleccionar un autor, y como leer su obra.

Anoché sintonicé el diálogo entre el archicófrade Paredero, Jorge Aloy y Pablo de Santis.
Pensaba era en vivo, pero vía Perenchio y esta bitácora, caigo en la cuenta del eficaz recurso radial de acudir a una grabación.
Y como el programa no trata temas de la porca realitá, ninguna emisión se ciñe a ningún momento del año. Eso es portabilidad!

De todos modos, los comentarios del escritor De Santis, me gustaron. Habló de un par de novelas que había leído, y ninguna le había gustado. Sin denostarlas, pero con sinceridad.
A mi hijo, también le habían dado obras del joven Pablo para leer: Pesadillas para Hackers. Un opúsculo catalogado como literatura juvenil. Moderno.

Me hizo recordar el año 1982, ya que De Santis y Figueroa, somos clase 63'. Compartimos la colimba, en un momento harto particular del ispa: la Guerra de las Malvinas. El perfil bajo de De Santis, hizo que apenas supiese estudiaba letras. Silencioso, no se hacía notar. Buena estrategia pa' sobrevivir en la hostil manus militaris.

Una de las cosas piolas, de PI, es hurgar sobre escritores, y planificar la lectura de autores, o al menos sembrar la inquietud.
Por eso cada emisión de Párrafus es un regalo, en Navidad, o de lunes a viernes. Ha sido una pegada, esto de extender la emisión de PI, pasando a una frecuencia semanal.



¡Felices Fiestas a esta cofradía toda!

Solos

Hugo lo dijo con todas las letras: es la semana de la navidad y uno –él, la mayoría- quiere pasar esos días con la familia. Y aunque uno –yo-, precisamente por razones familiares, haya dejado de disfrutar de estas fiestas hace mucho, desde mis doce años, lo entiendo. Lo entiendo e incluso, a partir del conato familiar emprendido este año, voy a tratar de volver a disfrutarlo. Pero este año, de todos modos, subsistirá una sombra. Hugo anunció que se toma unos días y nos quedamos sin Párrafus. Nos quedamos en esta navidad un poco más solos.
A veces mejor solos... Pero esta vez no.

El domingo no hubo programa por un problemita de salud de nuestro conductor. Anoche se emitió uno grabado, como se hará el viernes. En la nochebuena, la radio pasará música. En el único Párrafus de la semana, entonces, el del lunes-martes, Hugo hizo ese triste anuncio. Después se leyó una novela.
Y tenía que ser un hombre de pago chico, Luis Gobea, de De la garma, el que ganara; aunque de Roberto J. Payró (1867-1928) no se leyó “Pago chico”, ni “El casamiento de laucha”, sus obras más conocidas, sino las “Divertidas aventuras del nieto de Juan Moreira”, una novela de 1910.

Por la breve charla entre conductor y ganador, por algún otro tono de Hugo, me pareció notarlo todavía afectado por su malestar estomacal. Tal vez esto (o si no su natural humildad) explica la omisión de cualquier referencia a un cierto item de la agenda de la “Ñ” del sábado pasado.
Como ya dije, no compro siempre la revista cultural del poderoso multimedio. Esta semana lo hice (en realidad la compré el domingo, tras enterarme del material que traería en un Clarín del viernes que encontré en el trabajo) y, por lo que encontré en la sección Agenda, me congratulo de ello. Así que, como regalo de navidad para los compañeros oyentes que no se hayan enterado, me permito informar del acontecimiento por este medio. Pero, antes, recuperando mi breve sección “Antología”, a los que ya lo saben les regalo un texto del año pasado.


CONCURSO FILIAL


La semana pasada recordaba el juego que le propuse a Hugo hace un año, en el último Parrafus de setiembre de 2006. El, en aquella ocasión, con cierta ayuda, salió airoso. Hoy tengo otro juego para proponer, pero, en este, es Paredero el único que no podrá participar.
Aunque se inspira en él, las reglas son un poco distintas respecto del Párrafus. Por empezar, se tratará, desde luego, de una trascripción y no de una lectura. En esta trascripción, no omito palabras que puedan aparecer en el título. Incorporo, además, un género que por ahora no participa en el programa: el ensayo. Y, a manera de ayuda, incluyo el prólogo y la introducción antes del la primera parte -los comienzos del prólogo, la introducción y la primera parte- de la obra de marras. Agrego que el prólogo del libro fue escrito por un importante comediante de nuestro medio, reporteado varias veces por el autor.
Planteado el juego, invito a los oyentes de Párrafus y/o lectores de este Blog a que respondan cómo se llama y quién escribió este ensayo que comienza así:

Prólogo
“¿Espías? ¿Chismosos? ¿Meteretes? ¿Indiscretos? ¿Curiosos? ¿Cómo podemos llamar a los locos observadores de los locos observadores que atestiguan locuras en estas locas ciudades de este loco mundo? No importa el nombre. Lo que importa es el acierto, la credulidad de lo increible, la cotidianeidad de lo extraordinario, la exposición del pequeño gran acto de los pequeños-grandes seres humanos, fieras domesticadas (a veces) habitantes de las junglas de asfalto.”

Introducción

“Estamos tan acostumbrados a obedecerle a esa parte del diccionario que define a la soledad como una carencia de compañía, que nos privamos de acceder a la otra parte de la definición, la más profunda. Aquella que ve y deja ver en la soledad la única compañía verdadera con la que los humanos podemos contar desde que nacemos hasta que morimos. En realidad (con perdón de la palabra), conviene que partamos de dos bases: la de que todos somos solos (aunque tengamos a mil al lado) y la de que jamás lo estamos.”

Primera parte: “Lo primero es la familia”

Luz...cámara...partos

“Hace unos meses, a la noche siguiente de empezar a escribir este libro, soñé que asistía a mi propio nacimiento. Transcurría en la misma habitación de la casa de mi abuela donde ocurrió en su momento, sólo que transformada en un set de filmación...”

¡Muy bien! ¡Felicitaciones, queridos compañeros oyentes!
Y hay otra variante con respecto al certamen de Paredero: la victoria es masiva. Se aceptan todas las respuestas correctas y el regalo (el dato que voy a pasar) es para todos por igual. Para que vuelvan a comprar el libro y puedan regalarlo a sus familiares, amigos o favorecedores (o como última ayuda a quienes no hayan sabido responder), les digo que quedan algunos volúmenes, a un costo muy accesible (incluso para mí, que me lo compré la semana pasada), en la pequeña librería de viejo -pero temática- de la calle Rodriguez Peña, casi esquina Corrientes, al lado de la parada del 37.
Tal vez, como me pasó a mí, se van a sorprender con un texto bastante zafado y penetrante, con pasajes a veces revulsivos, pasolinianos, como el que en la página 24 hace un eco gutural (por no decir cloacal) al alegórico comienzo parcialmente citado. O la anécdota de la página 63 acerca de la otrora diva telenovelera Grecia Colmenares. O el caso que se narra a partir de la página 99, el del señor Faustino S. y su Cholita.
Pero ahora los dejo. Como no me acordaba otros pasajes para recomendar, fui a buscar el libro y otra vez me atrapó el taimado manual. No escribo más. Empiezo a leerlo otra vez. Felicitaciones de nuevo a todos los ganadores, y no dejen de pasar por la calle Rodriguez Peña: quedan pocos ejemplares y yo no presto libros.
Buenas tardes.

El libro del que yo hablaba era "Solos y mal acompañados", Ediciones de La Urraca, 1994. Y en la “Ñ” del último sábado, entre los diversos eventos para el viernes 26, se lee:

“Teatro – Solos y mal acompañados – De Hugo Paredero, con puesta y dirección de Rodrigo Ures y voz en off de Enrique Pinti. Actúan Daniel Aiello y Rocío Galárraga, entre otros. 21.00. Espacio Abierto. Pasaje Carabelas 255”

Adecuada dirección la de la sala donde se pone la obra parederiana, cuando nuestro conductor seguramente en esas horas habrá estado volviendo de pasar la navidad en su América.
Felicitaciones y suerte a Hugo en este emprendimiento.
Y felices fiestas para todos.

martes, 23 de diciembre de 2008

Siguiendo con Proust...

Sandra Vela dijo...

Marcelo: En el ejemplar que tengo, que lo fuimos adquiriendo por separado y posiblemente sea de diferentes ediciones, del que -- confieso -- solo leí "Por el camino de Swann", tengo un tomo que se llama "Albertina ha desaparecido" y empieza "La señorita Albertina se ha marchado ..." y otro "La Fugitiva" que empieza "Se fue la señorita Albertina ...", luego los dos siguen casi igual. Me parece que más que aclarar oscurecí.

22 de diciembre de 2008 13:38


Marcelo Perenchio dijo...

Gracias, Sandra. Ya lo averigué: Parece que en algun momento "La prisionera" y "La fugitiva" se editaron juntos como "Albertina desaparecida". Y en los noventa Anagrama editó una versión dactilografiada, recién descubierta, levemente distinta, que llamó "Albertina reencontrada"; de ahí mi confusión, quizá. Un beso. Felicidades.
Ah, el Gustavo que pone el siguiente Comentario en mi vieja Entrada "Traedor", ¿no es el tuyo, no?

GUSTAVO dijo...
Ahora entiendo!
¿qué te preocupa tal y cual escritor que criticás con tus aires de sabelotodo?
si lo tuyo es: COMBUSTIBLE ESPIRITUAL!
ACLARADO EL TEMA PARA MI!

22 de diciembre de 2008 22:01

En cualquier caso, gracias a este Gustavo por entender, aunque no leyó bien mi texto. Abrazo.

23 de diciembre de 2008 18:29
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domingo, 21 de diciembre de 2008

Quizá

Otra semana agraciadamente femenina en este triste diciembre. Fuera de Quique Figueroa, que volvió a sorprender con otra de sus rarezas, todas fueron mujeres en el podio: Marta Zander, Verónica Cornejo y María Suárez, que repitió.
En torno a la segunda victoria de María, precisamente, se produjo un confuso episodio al final de la semana. La Dama de Coghlan, tras ocho minutos y pico de escucha, se decidió a llamar pese al muy distinto comienzo que notara entre lo que Hugo leía y el libro que ella tenía en sus manos. Otros indicios la habían hecho pensar en esa novela, pero cuando la sacó de su biblioteca y buscó el inicio, vaciló. Finalmente, la reiterada omisión de un nombre femenino de cuatro sílabas durante la lectura, más la reveladora mención de Swann, la convencieron de que, a pesar de todo, aquello era “Albertina desaparecida”, de mi tocayo Proust.
También a mí me ayudó el nombre de Swann, y llamé justo antes de María. Pero yo dije: “Albertina recuperada”. Leo Acevedo, amable pero firme, desaprobó esa respuesta. “Bueno, ‘Albertina recobrada’”, dije entonces. “Tampoco”, dijo Leo. “¡Cómo que no!”, exclamé, “Es ‘Albertina recobrada’, o recuperada, o algún otro sinónimo, de Marcel Proust. Vamos, ¿no me vas a ayudar con la palabra que me falta?” “El autor está bien”, dijo Leo, “pero no puedo dar ayuda, y no es un sinónimo”, terminó, ayudándome de todos modos. “Bueno, está bien”, acepté yo, “voy a ver si tengo tiempo de buscar bien el título. Chau. Gracias”, me despedí. Y a los pocos segundos, antes de que pudiera encontrar una fuente adecuada, sonó el timbre y era María. Y cuando ella dijo: “Albertina desaparecida” me quise morir. Evidentemente, me había quedado más en la memoria el juego de palabras con que algún articulista tituló alguna reseña, que el título real de Proust.
Pero, más allá de mis percances personales, quedó sin dilucidar esa extraña variante en el comienzo, no atribuible, creo, a diferencias en la edición o la traducción. María leyó las primeras líneas de su libro y en verdad son muy distintas de las que oímos en la voz de nuestro conductor. “Y así, lo que me figuraba que no suponía...”, fue el comienzo de Hugo. (Lo cito de memoria, no volví a escuchar mi grabación del programa.) Realmente, da la impresión de que esa frase venía de, por lo menos, un párrafo anterior. Pero bueno, quedará en el misterio.
Y otra cosa: “Albertina desaparecida”, ¿pertenece o no al ciclo de “En busca del tiempo perdido”? También eso me quedó en la nebulosa. Al escuchar la charla entre Hugo y la ganadora, supuse que sí; pero al final, cuando Hugo lee los siete títulos que componen la obra cumbre del francés, aquel no aparece. Y en la breve búsqueda que hoy hice en la Internet, tampoco. Encontré esto:

• En busca del tiempo perdido (1913)
Por el camino de Swann(1913)
A la sombra de las muchachas en flor (1919)
El mundo de Guermantes I y II (1921–1922)
Sodoma y Gomorra I y II (1922–1923)
La prisionera (póstuma, 1925)

La fugitiva (póstuma, 1927)
El tiempo recobrado (póstuma 1927)

¿Y “Albertina...”
¿Alguien podrá quitarme esta duda?
Pero la semana comenzó el lunes, y ese día Marta Zander se alegró doblemente: por ganar una vez más, y por ganar con Poesía por primera vez. En pocos segundos la profesora de Bahía Blanca reconoció uno de los “Sonetos” de Garcilaso de la Vega. Los había conocido, dijo, en una novela de Garcia Marquez y más tarde consiguió el libro. Después de la charla, Hugo nos preguntó si la lectura de Garcilaso nos llegará hoy en día de alguna manera; si es admisible su lirismo o resulta ya muy ajeno a nuestra sensibilidad. Al otro día busqué en mi casa un delgado volumen con una selección de la escasa obra del renacentista español; lo hojeé como otras veces, me adentré en una u otra de las composiciones, pero me pasó lo de siempre: pierdo el hilo. Ejemplifico esto copiando el soneto que Hugo empezó a leer.
Cuando me paro a contemplar mi estado
y a ver los pasos por do me ha traído,
hallo, según por do anduve perdido,
que a mayor mal pudiera haber llegado;

Hasta acá algo se entiende: El tipo se dice (como me decía yo hasta hace poco): “Para la vida disipada que hice, no estoy tan mal”. Y sigue:

mas cuando del camino estó olvidado,
a tanto mal no sé por dó he venido;
sé que me acabo, y más he yo sentido
ver acabar conmigo mi cuidado.

Acá ya se me complica. Si bien una nota al pié indica que ‘mi cuidado’ debe leerse como ‘mi amor’, no sé entender todo el sentido de los versos. ¿El tipo estaba peor de lo que se supuso, está por morir, y se lamenta, más que nada, por quedarse sin su amada? Y el final es directamente chino para mí.

Yo acabaré, que me entregué sin arte
a quien sabrá perderme y acabarme
si ella quisiere, y aun sabrá querello;

que, pues, mi voluntad puede matarme,
la suya, que no es tanto de mi parte,
pudiendo, ¿qué hará sino hacello?

Ahora que lo escribo, sin embargo... Podría ‘traducirlo’ así: “Me equivoqué con la mina, y sobre que yo mismo me veía para el traste, ahora, con esta maldita, estoy entregado.”

Exégesis lamentable, seguramente, pero sobre todo trabajosa. Y hojeo alguna de las églogas o canciones, con referencias helenistas o paganas, y no me dan ganas de tanto desciframiento. Básicamente, entonces, para responder a Hugo diré que se trata sobre todo de un problema con el vocabulario, o con la construcción tan enrevesada que se estilaba, un problema de lenguaje –y del poco tiempo, o de la poca paciencia para paladear que el poco tiempo nos deja.

El martes ganó Verónica Cornejo con una novela de Doris Lessing. “Canta la hierba”, se llama. Doris Lessing es la vieja que ganó el premio Nobel el año pasado. Estuvo muy presente en los medios a raíz de eso, diciendo muchas cosas, todas muy edificantes. Es una inglesa que nació en Iran y vivió mucho tiempo en Sudáfrica, donde ambientó alguna de sus historias. No creo que me guste. Pero le gusta mucho a la madre de Verónica, quien hurgó entre sus libros hasta que dio con un título probable, y acertó. Nuevo triunfo de la “joven” de Lugano que, yo creo, se asegura ya el segundo puesto del certamen anual.
El miércoles, el insólito Quique Figueroa recordó una lectura de la secundaria (como viene sucediendo con otros oyentes últimamente ) y respondió que Hugo leía “La venganza de don Mendo”, de un tal Pedro Muñoz Seca, que es este:

Pedro Muñoz Seca nació en El Puerto de Santa María, en la provincia de Cádiz, el 20 de Febrero de 1879, a pesar de que el mismo autor hizo creer jocosamente que el año de su nacimiento fue 1881.
"Confieso un poco encendidas las mejillas, que me quitaba años. Di en pensar que el 1881 era un capicúa lindísimo y digno de que hubiera nacido en él un tío de mi buena suerte y, sin más trámites, decidí, propalé e hice constar en todas mis biografías, que había venido al mundo el 20 de Febrero de 1881 a las diez y cuarto de la noche, hora corriente de comenzar los espectáculos".
(...)
Marchó a Madrid a probar fortuna, como lo hacían tantos provincianos. Con 150 ptas. y otras 100 que su madre le cosió en el chaleco por si tenía que volver, llegó Muñoz Seca a Madrid. Sus comienzos en la capital del reino no fueron fáciles. A la vez que buscaba trabajo intentaba introducirse en el ambiente teatral.
Tras tiempos de penuria, en la tertulia del Café Nueva España conoce al autor Sebastián Alonso y juntos ponen en escena El Contrabando, su primer estreno en Madrid, en 1904. Animado por este éxito, se sucederán varios estrenos en colaboración con éste y otros autores o en solitario. Simultáneamente, escribe en las tres revistas más importantes de la época: Blanco y Negro, Nuevo Mundo, La ilustración Española y Americana. Además en este período todavía son frecuentes sus escritos poéticos.
(...)

El nombre de Muñoz Seca se identifica pronto con el de un género teatral nuevo, -el astracán- y solo, o con sus colaboradores Pérez Fernández y luego García Álvarez, dio a la escena trescientas obras cómicas entre 1915 y 1936.
El astracán es un género cómico menor que sólo pretende hacer reír pero, eso sí, a toda costa, utilizando chistes, a veces, incluso de mal gusto. Los críticos señalan que proviene directamente del juguete cómico, cuyos recursos ridiculiza, y González Ruiz observa que en el juguete cómico, el equívoco planteado acaba por deshacerse mientras que la peculiaridad del astracán consiste en llevar el convencionalismo de frente y dejarlo descarnado ante el público. En este caso, la acción, las situaciones y los personajes dependen del chiste, que suele ser de rutruécano, y de las deformaciones cómicas del lenguaje. Para los críticos:
"Muñoz Seca, a ciegas, mezclándolo todo, sin finura, a pesar de su carácter, temperamento y cultura nada revolucionarios, pega el primer puntapié a los viejos esquemas del teatro cómico español y comienza, sin más ni menos, el teatro del absurdo. El teatro del disparate. El astracán."
(...)
Poco antes de ser asesinado (17 de Julio de 1936) estrenó su obra La tonta del rizo en el teatro Poliorama de Barcelona. Debido a sus ideas fue fusilado a principios de la Guerra Civil en Paracuéllos del Jarama (Madrid). En la carta de despedida a su esposa mostraba su entereza y fe religiosa. Parece ser que sus últimas palabras antes de morir fueron:
"Me podéis quitar todo, menos el miedo".
(...)
Su obra más famosa fue La venganza de Don Mendo, «caricatura de tragedia en cuatro jornadas» estrenada en el teatro de la Comedia por Bonafé y por Irene Alba, con éxito extraordinario. No deja de resultar paradójico que Muñoz Seca escribiera obra tan regocijante en medio de una larga enfermedad; según testimonio familiar, éste padeció una úlcera de estómago que le obligó a guardar cama por tres meses y a régimen de leche solamente. En esta situación escribió dicha obra en la que la afición que tuvo por el teatro clásico del Siglo de Oro se muestra emparejada con las técnicas propias del astracán. Entre sus papeles se conservan unas páginas manuscritas de El pendón de don Fruela, también parodia de un drama histórico, y que José Montero Alonso, no se sabe con que fundamento, considera escrita con anterioridad al Don Mendo y quizá su fuente de inspiración. Por ello, se considera a la obra como una "parodia", y se puede describir como una imitación burlesca de una obra seria en literatura.
Pero las parodias existieron desde la antigüedad, y nunca respetaron ningún género literario, se encargaban de criticar los aspectos más vulnerables de una obra. Pero para que tenga éxito, el espectador tendría que estar familiarizado con el texto parodiado y que lo reconozcan a través de la degradación experimentada en la versión paródica. Se dice degradación porque las parodias pretendían dar una visión antidramática de la obra parodiada. A lo largo de la historia del teatro español, se han hecho "comedias burlescas o de disparates" basadas en obras muy conocidas, que culminaron en 1918, año en que se estrenó la obra cumbre del comediógrafo portuense, La venganza de Don Mendo.
Cuando apareció Don Mendo, el público español tenía el recuerdo difuso de las obras lopescas y calderonianas, muchos de cuyos elementos habían recogido los dramas del Romanticismo. Muñoz Seca conocía bien a su público y el momento teatral, y no se propuso hacer reír a costa de dramas apenas recordados del Siglo de Oro, sino a costa del movimiento reciente modernista.
La venganza de Don Mendo es una obra brillante que abunda en juegos de palabras y chistes y que es una degradación a todos los niveles de los elementos propios del drama histórico, con fines paródicos. Los anacronismos presentan una mezcla detonante del ayer y del presente, y los personajes medievales se mueven en un mundo dominado por la moral utilitaria del tiempo de Pedro Muñoz Seca.

Lo anterior, por supuesto, violentando mis principios lo saqué de la Internet.
También me copié algo sobre Edmundo Valadés, el autor del jueves, pero sobre ese Párrafus ya escribió Quique, así que me lo guardo. Sólo agrego que, como en el caso de Juan Martini (y como le ocurre a otras mujeres en otros órdenes), María Suárez necesitó doble ración de lectura para alzarse con su primer triunfo de la semana. Hugo leyó completo el cuento “La muerte tiene permiso” y empezaba “Todos se fueron a otro planeta” cuando apareció María.
Y sobre el viernes ya abundamos. Y sobre hoy, sábado, ¿qué decir? Que estoy en el trabajo, en las primeras de las largas doce horas de mi guardia, que no tengo ninguna gana de escribir, que no se me ocurre nada –como se habrá notado-, que tengo sueño, y que quizá, de hoy para mañana, desista de poner este pastiche en el Blog. Quizá.

jueves, 18 de diciembre de 2008

Máxima Ruda

Con los diarios uno se entera de algo que no sabía, y con los humoristas, de algo que sí sabía - Rudy


Lectura de cuates

Creo que el archicófrade invitó al ininterruptus a sentarse en la cabecera de la mesa.
Bastó que Huguito expresara su voluntad de finalizar diciembre sin mas ininterruptus en el saldo parrafero, y
zas!
Otra vez el fantasma de la incomunicación, el temible [y humano] ininterruptus, mostró sus garras nuevamente.

Llevamos unas 24/25 noches seguidas de éxito,
donde el autor fué descubierto ipso pucho, durante el programa.


No se si calificar al ininterruptus como ignominia, fracaso, o bochorno.

En todo caso, será una confirmación de nuestra condición humano-lectora,

y precisamente pa' redimirnos acudimos al templo Nacional,
ande el archicófrade leerá, y algún irracional nos desasnará.

Las páginas del cuento avanzaban, mas la parrafada no acertaba.
Así Don Hugo, cambió la entonación, dando una pista encubierta,
que la cosa venía de tierras aztecas, ay manito!.
Era Valadés con su "muerte permitida", pero de aciertos, ni una pista.
Sonó el gong, salimos al recreo de la tanda, y ahicito nomás, apareció la María.
Si como hizo el milagro de las Bodas de Caná, cumplió con el deseo Paredero,
de no producir el bochorno, en medio e' la bonomía parrafista.

Que la Suarez, dama de Coghlan, por algo es tradutora,
tiene oficio, bien ganado, por eso acertó,
si parece de otro planeta, donde los ganadores habíanse ido.

Sonó el gong, y Huguito respiró, tras 12'40" de nervios, sudor y chuchos de frío.
Volviole el alma al cuerpo, y la microconversación hizo honor a Edmundo Valadés,
microcuentista mexicano, quien sabia y premonitoriamente dijo
"Poder leer es  ya no volver a estar solo"
.


Siguiendo con Martelli...

Siguiendo con Juan Carlos Martelli, el último autor de la semana pasada, quiero contar que el lunes, cuando pasé por lo de madre, volví a hojear su novela “Gente del sur” y me encontré con algo que no recordaba y me sorprendió. Está al principio, en la página que sigue a la dedicatoria (“Para Marina, este libro con amor”). Lo trascribo:

ACLARACION

Este, que es el primer libro de la trilogía que termina con “Los tigres de la memoria”, es, al mismo tiempo, la más ficticia y la más real de las tres obras.
La más ficticia porque el autor, yo, era muy joven. Y el protagonista, Cralos, inevitablemente también.
La más real, por las mismas razones.
He tratado de rescatar, sin vergüenza, el lenguaje de ambos, que supo ser poético. También el inmaduro –estúpido es lo mismo- sentido de lo dramático que nos caracterizaba a todos.
Por tanto.
In memoriam de los que formamos, hace quince años, un grupo llamado “Gente del sur”, que se proponía conquistar América en nombre de una revolución abstracta.
In memoriam del Perú, país aún amado y mentido.
In memoriam del joven JCM (Cralos), alegremente muerto.
In memoriam de los que sobrevivimos.
In memoriam de los pocos -¿dos, tres?- que recién estamos aprendiendo a vivir.

A partir de estas palabras preliminares, es evidente que lo que sigue, la novela, tiene mucho de autobiográfico. La estoy leyendo (por fin, y gracias a la aparición de Martelli en Párrafus) y me parece extraordinaria. Y ya me estoy lamentando otra vez, más todavía, por no haber ganado “Los tigres de la memoria” en el concurso sucursal del último jueves -pero no pensé para nada en Carlos Galettini como el director de la versión cinematográfica.
Otra cosa significativa es lo que leo en la página 40:

“Kris que vive su fotonovela como corresponde, como un drama, se sienta en la cama y me muestra un alicate. Hace tres o cuatro días le he explicado que ese tipo de actos me hace muy feliz. Le dije: si me dicen no estás solo, estás conmigo; estoy solo. Si me cortan las uñas, no.”

Esto rima con el verso que se cita en la reseña del libro de poemas que copié de Internet los otros días:

“Ella era tan dulce que me cortaba las uñas con la mirada”

Prístina muestra, creo, de la coherente, fiel y singular obra de Martelli.

Siguiendo ahora con el ganador del juego de aquella noche, pido disculpas a Gustavo Cwirin por haber escrito mal su apellido. Es en verdad del todo inexplicable. O no tanto. Tal vez la modorra tuvo que ver. O tal vez…
Tras dormirme alrededor de las once y media, el despertador me avisó una hora después que empezaba Párrafus. Ahí estuve, entonces, escuchando como siempre con papel y lápiz en mano. Y cuando Hugo pidió al ganador que deletree su apellido, lo escribí tal cual, letra por letra. No sé por qué el sábado, cuando reseñé esa noche, lo recordé y escribí con K. O tal vez sí lo sepa… Tal vez fue porque en ese texto recordé a mi viejo amigo Marcelo, cuyo apellido es con K y W, o porque mencioné mi pasada afición por el mundo Psi, o porque Martelli era medio lacaniano.
A propósito, qué genial uno de los autores argentinos que estoy esperando y no llega. Abre una de sus novelas con tres epígrafes; no recuerdo los dos primeros. Supongamos: “La vida es bella”, Roberto Begnini. “Verla no daba sueño”, Borges. Y después de un espacio en blanco (¡sin frase!), Jacques Lacan.
¡Qué hijoputa!

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Ahora me dicen Webmaster

¡Il morto qui parla!
¡Elhombre que volvió de la muerte!
¡Pablo vuelve!
¡Luche y…!
Bueno, basta de asociación libre o nos vamos para el lado de los tomates. Pero saludo con bastante emoción y una cierta hilaridad –como la de aquellas noches de Medrano- al viejo amigo Pablo Graciani, que se digna volver por acá después de un par de aportes el año pasado.
Hace poco historiaba para Marta Zander las alternativas de aquel efímero reencuentro virtual. No es el caso repetir ahora, públicamente, ciertos detalles, pero sí puedo decir que fue con mucha expectativa que invité a Pablo para que se integrara al grupo de autores del Blog: esperaba encontrar en él un coequiper del todo afín –dicho esto sin ánimo de desmerecer a los otros. Pero dificultades de distinto orden (algunas personales, supongo, sumadas a la mala recepción en Rosario de la onda o la online de Nacional) impidieron esa renovada colaboración.
Además, por otra parte, también, asimismo (y ya que el otro día recordaba la entrañable salutación de Sandra Vela), debo decir que me hinchó un poquitín las bolas el “saludo” de Pablo ante el nacimiento del Fulanito: el viejo amigo reprodujo parte de un mail donde yo, todavía el año pasado, deploraba la práctica de seguir trayendo niños al mundo…Y ese fue el último contacto de nuestro reencuentro en el siglo XXI. Pero bueno, no es nada, ya fue; yo también lo habré ofendido inadvertidamente en los viejos tiempos, mediante el hurto de libros o el uso non sancto de su apartamento.
El hecho es que ahora el añoso Eternauta (su apodo en la banda de 11metros) vuelve con todo. Nos trae, a juzgar por los comentarios que generó su texto, una gran idea.
Personalmente, apenas alcanzo a discernir de qué se trata (es conocido mi semianalfabetismo tecnológico), pero desde ya me sumo a los aplausos –a los que también se agregara Hugo, anoche.
En síntesis, diría que creo no pertenecer a la “infinitésima parte de la comunidad de este calificado foro” que podría valerse del proyectado ‘Repositorio’. Pero todo bien. Felicito a Pablo por la idea y el trabajo, y me alegro por los que sabrán darle adecuado uso. Pero, como Pablo sabe, yo siempre tuve alma de “burro de carga”, así que hoy, en cuanto al Blog, seguiré con el “trabajo pesado” de las reseñas (o crónicas, o glosas) de Párrafus, aunque ahora quizá serán superfluas si todos –todos los que tengan Internet- podrán escuchar de nuevo los programas.
Para terminar, un par de consultas: ¿qué significa, Pablo, eso de que el programa “invoca material de consulta”? Y, ¿cómo hace el ‘Webmaster’ –que supongo seré yo- para incluir “un marco fijo para el enlace a los audios?
Otra, más general y quizá relacionada. ¿En qué quedó lo de la Entrada de Párrafus en Wikipedia? Yo me fijé una vez y decía algo así como que el texto estaba sujeto a estudio para su aprobación. ¿Ya lo pusieron? ¿Cómo llego a él?–porque la carátula de Wikipedia es un quilombo.
Bueno, un abrazo para todos.
La reseña de esta semana la dejo para el sábado a la noche en el trabajo. El trajín con el Fulanito en este franco es arduo. Por el momento, felicitaciones a Marta Zander y a Quique Figueroa… bueno, y a Verónica también.
Chauuuuuuu!

Parrafus: digital e irracional

Veréis aquí un nuevo producto de las cuestiones irracionales.
El oyente Pedro Pérez Centro, hubo de subir algunas cifras del infinitamente irracional PI al repositorio hiper fashion, intitulado YouTube.
Otra grata sorpresa navideña, que descubrí luego del atinado y exacto proyecto de Pablo Graciani.

Otro 17 de diciembre

Los Simpson es una serie de dibujos animados, creada por Matt Groening para Fox Broadcasting Company, emitida en todo el mundo. Es una sátira hacia la sociedad estadounidense que narra la vida y el día a día de una familia de clase media de ese país (cuyos miembros son Homer, Marge, Bart, Lisa y Maggie Simpson) que vive en un pueblo ficticio llamado Springfield.

La familia fue concebida por Groening y poco después se estrenó como una serie de cortos de animación producidos por James L. Brooks.
Groening creó una familia disfuncional y nombró a sus personajes en honor a los miembros de su propia familia, sustituyendo su propio nombre por Bart.
Los cortos pasaron a formar parte de The Tracey Ullman Show el 19 de abril de 1987, pero después de tres temporadas se decidió convertirlos en una serie de episodios de media hora en horario de máxima audiencia.
Constituyó un éxito de la cadena Fox y fue la primera serie de este canal en llegar a estar entre los 30 programas más vistos en la temporada 1992-1993 en Estados Unidos.

Desde su debut el 17 de diciembre de 1989 se han emitido 420 episodios en 20 temporadas, siendo esta vigésima temporada estrenada en el 2008.

martes, 16 de diciembre de 2008

Eureka!

Y si .., Pablo Graciani el rosarino porteño, demostró gran ingenio, al socializar este proyecto de repositorio irracional.
Hube de imaginarlo durante largo tiempo, pero Pablito nos hace partícipes de este adelanto navideño.

Habrá sido una casualidad o una causalidad que el archicófrade Paredero, hubiese elegido propalar a Doris Lessing haciendo cantar la hierba .. Que canten los prados, canten las flores, so My mistakes were made for You!
Tema de una notable banda inglesa, que posee el don del fuego sagrado, no tanto desde lo musical, pero si desde la conjunción letra/música, unos poetas como los chicos de Liverpool.
En eso la isla tiene un no se qué infernal. Gracias al musicalizador Leo Acevedo, por la difusión de una banda memorable, que me recuerda a los Madness.

Bien por las damas de los Bañados de Lugano, Verónica y su Sra. Madre, merced a quien hubo de acercarse a la escritura de la escritora laureada con el nobel literario. Sostiene [y tiembla] el decimonónico e impertérrito podiasta, la Cornejo marca el paso en la maratón literaria, y sabemos que en los 42 kms. de la competencia, cualquier cosa puede pasar. Hasta resucitar y triunfar el otrora afamado Glanzman ..

Un 16 de diciembre

En 1928, nacia Philip K. Dick, escritor de ciencia ficción y preclaro:
La herramienta básica para la manipulación de la realidad es la manipulación de las palabras.
Si puedes controlar el significado de las palabras, puedes controlar a la gente que debe usar las palabras - PKD.

También pasaba esto otro:

El 16 de diciembre de 1904 por decreto dictado por el entonces Ministro de Justicia e Instrucción Pública, Dr. Joaquín V. Gonzalez, quedó fundado el entonces Seminario Pedagógico a que se referían los decretos del Ministro Dr. Juan F. Fernández con el nombre de Instituto Nacional del Profesorado Secundario al que quedó anexado el Colegio Nacional Bartolomé Mitre, que había sido creado poco antes.

"Que para obtener un buen profesor de enseñanza secundaria no basta que éste sepa todo lo que debe enseñar, ni más de lo que debe enseñar, sino es necesario que sepa como lo ha de enseñar". "Que una de las principales preocupaciones de todo el país, que procure un progreso de la educación pública, debe ser la formación del profesorado capaz de llevar a efecto las varias enseñanzas que la cultura exige..." "Que esta obra de la formación del profesorado de la enseñanza secundaria, no es de un día, sino gradual y progresiva".

Con estas aspiraciones nació el Instituto Nacional del profesorado, llamado hoy Instituto Superior del Profesorado J. V. Gonzalez en honor de su fundador.

Para comprender la importancia rectora que, desde el primer momento, quiso atribuirse al Instituto Nacional del Profesorado mencionaremos que el Rector del Instituto formaba parte del Cuerpo de Inspectores de Enseñanza Secundaria y del Consejo Consultivo de la Inspección General, como asesor Técnico y estaba obligado a elevar todos los informes que se le solicitaran sobre la enseñanza secundaria del país.

En primera instancia solo ingresaban profesionales universitarios para obtener el título de profesor, luego por decreto del 23 de noviembre de 1905 y a propuesta de sus profesores fundadores se amplió su organización inicial, agregándose a la enseñanza de la metodología y práctica de la enseñanza los cursos científicos destinados a facilitar a los estudiantes la preparación teórica de aquellas asignaturas que habrían de construir su especialidad. Al extenderse a cuatro años la formación, se permitió el ingreso de egresados de nivel medio. Ya a mediados de la década del veinte, el instituto ofrecía la mayor parte de las disciplinas que atañen a la formación en la enseñanza media.

A través de casi sus cien años de vida el Instituto Superior del Profesorado J. V. Gonzalez ha venido desarrollando su acción en el campo de la educación secundaria y superior, cumpliendo siempre su objetivo de dar al país docentes de excelente preparación que han puesto en el ejercicio de su profesión todo su esfuerzo y dedicación.

En la actualidad el Instituto cuenta con quince carreras de grado, cinco carreras de especialización y actividades extracurriculares permanentes. También está funcionando una Unidad Interdepartamental de Investigación que promueve la investigación pedagógica y sus aplicaciones didácticas.

Podcasting de PARRAFUS INTERRUPTUS

Buenas Noches! Como a veces me a-burro, para no a-burrarme me puse a laburar en un proyecto que puede servirle a una infinitesima parte de la comunidad de este calificado foro.
Como el programa de radio que los auna invoca material de consulta y ademas se emite en un horario donde algunos pocos se pueden quedar dormidos he pensado y traigo a este espacio la iniciacion de la recopilacion de los programas de radio.
El proyecto consiste en grabar automaticamente cada programa de Radio Nacional Buenos Aires (AM 870) entre las 0:30 y la 1 de la mañana y ponerlos en un repositorio de la Web a dispocision de todos.
El Repositorio en la primera etapa estara en esta direccion http:\\www.gaslau.com.ar\parrafus
entrando a esa direccion tendran a dispocision los ultimos 20 audios de los programas en formato MP3 standard, solo deben elegir el dia deseado y dar click para bajar a sus PCs los MP3.
En una segunda etapa voy a crear una interface mas amena con posibilidad de almacenar versiones compatibles con tecnologia gsm para que los audios se puedan bajar facilmente a celulares.
Muy bien esto es todo ya en la direccion mencionada debe estar el primer audio que es el de hoy martes 16 de diciembre (Los audios se sincronizan entre servidores desde la 1:20 hora de Buenos Aires y de acuerdo al estado de la red puede tardar entre 15 minutos y media hora en estar disponible).
Aclaro que hasta el 1º de Enero el proyecto estara en ajustes por lo cual disimulen los problemas y dificultades.
Pido con respeto a quien oficie de Webmaster en el diseño del blog que si lo cree adecuado incluya un marco fijo para el enlace a los audios.


Repito el Link es:

domingo, 14 de diciembre de 2008

Los tigres de la memoria


Por el título, Hugo podría haber dejado la novela del viernes para el último Párrafus del año.
Me acuerdo que el 2006 lo cerró con “Vuelo nocturno”, de Saint Exupery, aludiendo, dijo, al elevado paseo por los libros que hacemos, él y nosotros, a bordo de la noche. (Me acuerdo también que el 2007 se cerró con “Crímenes imperceptibles”, que no sé a qué aludiría.) “Los tigres de la memoria”, la novela de Juan Carlos Martelli, sería un elogioso saludo a los fieles participantes del programa.
Pero no. Ahora que lo pienso, despedirse con ese título supondría una alusión parcial, un saludo a la ínfima parte de la audiencia que se afana y ufana por ganar el juego, y dejaría afuera a los que, quizá también memoriosos pero más mansos, escuchan Párrafus por el placer de escucharlo.
Llegó Martelli, entonces, cuando tenía que llegar. Y con él...

A la acostumbrada alegría que se siente cada vez que aparece un ganador nuevo, esta vez, para mí, se agrega una satisfacción extra. Ganó Gustavo Kwirin, de Villa Urquiza.
-¿Y quién es Gustavo Kruin?
Kwirin. Gustavo Kwirin. El es el esposo de Sandra Vela. Sandra Vela es la oyente que ganó, por primera y única vez (hasta ahora), aquella controvertida noche de Andrés Rivera, cuando salió al aire Julián Sánchez, el profe de Temperley, que dio la respuesta equivocada, “El farmer”, pero era “Ese manco Paz”, como después respondió Sandra.
Pero Sandra Vela también es la que cada tanto hace algún aporte en este Blog, comentando algo o acercando algún texto que le gustó. Y es la que me dejó, mediante un comentario, el más emocionante saludo de todos los que aparecieron cuando nació Esteban. Lo copio.


Sandra Vela dijo...

Marcelo y Cristina: Es increible, sin conocerlos personalmente, solo a través del programa y del blog, estaba pendiente de este acontencimiento. Me alegro que todo haya salido bien y te aseguro Marcelo que en poco tiempo te darás cuenta que lo que no te gustaban eran los chicos ajenos. Te lo dice una mamá de mellizos de un año y cinco meses (y de 39 años !!!!!) que pensaba lo mismo que vos y ahora está enloquecida con ellos. Y eso que pasé (junto con el papá) meses durísimos. Felicitaciones y cariños para Esteban.

26 de mayo de 2008 12:11


No sé por qué, pero la aparición de Gustavo para ganar con la novela de Martelli me alegró más que si hubiera vuelto a aparecer ella. Quizá porque en el éter (o en el oído de Hugo), desbaratando tiempo y espacio, tuvo lugar ahora el encuentro de las voces de la feliz pareja que el comentario de Sandra permitió vislumbrar –feliz pareja que yo también trato de conformar.
Gustavo también mencionó a los mellizos (una nena y un varón) en la charla con Hugo. Cumplen los dos años el próximo 27...
-Y sí, si son mellizos cumplen los dos.
Que cumplen dos añitos el 27 de diciembre, dijo Gustavo. Y dijo que ellos son, tras el entusiasmo inicial con su profesión de abogado y su afición por el teatro y la escritura, la pasión de su vida. Yo a Sandra le digo que, si bien al Fulanito todavía le faltan once meses para la edad de los mellizos que ella menciona en su comentario, también a mí me está enloqueciendo –enloqueciendo para el buen lado de la pasión.
Pero ya basta de progenitora conversación de arenero –o de pelotero. Volvamos al programa y celebremos la extraordinaria victoria de Gustavo Kwirin con “Los tigres de la memoria”, del recientemente mencionado en este Blog –volvamos también a ufanarnos- Juan Carlos Martelli. Hace mucho que tiene la novela, dijo Gustavo, pero la leyó en las últimas semanas. Se nota que la tenía bien presente, ganó en 28 segundos. Más allá de un nombre (Serafín), de la mención de Buenos Aires y de la descripción de una cara, no dejó que nos enteráramos nada de la historia. Después Hugo rescató el concurso sucursal y preguntó quién había dirigido la versión cinematográfica. Ahí me acordé un poco, pero me la confundo con “Noches sin lunas ni soles”, también del 84, 85, y también con Alberto de Mendoza, creo. Las dos, respetables intentos de policial negro del floreciente cine argentino de entonces.
Yo tengo otra novela de Martelli, muy extraña, que nunca leí. “Gente del sur”, se llama. Tiene un capítulo introductorio donde se habla de un rey medieval, no sé si francés o español, que pasa las mil y una guerreando por Europa y cuando vuelve triunfante a su palacio se mata dándose la cabeza contra el dintel de la puerta, demasiado baja. Pero después la novela trata, creo, sobre un grupo de argentinos que va a Perú en los años sesenta a hacer la revolución; o sobre sus vidas a la vuelta de esa expedición fracasada. No sé bien, solamente la hojeé algunas veces. Me la dejó mi viejo amigo Marcelo, junto con otros libros, cuando se fue a vivir a Miami. (También me dejó el libro en blanco que le mencioné a Hugo cuando gané con Mallarme, y él me contó el asunto de la obra “Art”, leída después en Párrafus.)
A Martelli lo conocía también por su profesión de psicólogo. En algunas revistas que compraba cuando me picó el bichito Psi, hace unos diez años, aparecían cosas suyas o se lo mencionaba. Pero no lo leí, y no sabía tampoco que había muerto, en abril de este año, a los 73. Tampoco sabía que había escrito poesía. El libro del que habla la nota de Pagina/12 que copio después, fue el premio para Gustavo, porque “Los tigres...” ya la tiene. La novela fue para el ganador del concurso sucursal, alguien también nuevo (que respondió Carlos Galettini), cuyo nombre no recuerdo. Yo también llamé, pero, confundido, tiré Di Salvo y De Sanzo. Esta vez, este tigre no brilló con el oro borgeano.


La puerta equívoca
Juan Carlos Martelli
Aurelia Rivera
120 páginas
Si a Juan Carlos Martelli se lo conocía como narrador y en especial por haber obtenido el Premio de la editorial Sudamericana por su novela Los tigres de la memoria (distinción que le otorgó un jurado de lujo que integraron Juan Carlos Onetti, Augusto Roa Bastos, Julio Cortázar y Rodolfo Walsh en 1973), La puerta equívoca rescata lo que por pudor no mostró en años: su obra poética.
Es un entramado donde la voz está al servicio del diálogo con sus padres. Con lo que pudo y no pudo decirles. O lo que no pudo escuchar. Como si las palabras que se trabajan en el texto se convirtieran en un aluvión contra el olvido. Casi, como la evocación que se sugiere y las imágenes donde se nombra el destierro que siempre tiene una playa como destino.
Memorias entonces hechas de sal y oleajes, palabras como agua que se cuela entre las manos. Oleajes que van de un lugar a otro. Lugares al fin donde nada es fugaz y el viento hace de las suyas frente a tanta intemperie.
Martelli bucea en lo áspero y deja margen para las maravillas del camino. Son palabras, por supuesto, en zona de riesgo, lugares a punto de desmoronarse. Toda su obra poética resulta casi como en la cábala judía donde se le habla al padre en ausencia. Se le habla en voz alta mientras se atraviesan las calles, las horas y los deseos. Logra el efecto de que ese instante ocurra de veras en el texto, que se convierta en un réquiem, un kadish según la mística hebrea, un gran lamento por el padre ausente.
“Ella era tan dulce que me cortaba las uñas con la mirada”, escribe mientras se acuna a un niño que nunca se tuvo y se nombra a Kaspar Hauser. Kaspar es alguien que no encuentra un sitio en el mundo, que no encaja con las reglas, que no está educado en los parámetros y las convenciones humanas, que no acepta civilizarse.
Poemas al fin que escarban y desentierran tesoros y se tocan con la zona épica del libro donde aparecen las aventuras del rey Carlos VIII o los trabajos sobre la conquista española. Allí se construyen imágenes que fortalecen la aventura de crear. Martelli trabaja el cuerpo de lo queda rezagado, de lo que no cuenta en las grandes historias. En esa faena, su poesía por momentos desborda en abstracción y también en vehemencia. Como si la expresión necesitara torcer los hechos dados.
Martelli fue alumno de Alejandro Storni, el hijo de Alfonsina. Y esto se advierte en cada nota musical, en cada rostro visible que el poeta construye.

jueves, 11 de diciembre de 2008

¡Feliz cumple Gotan!

El 'Día Nacional del Tango', se festeja en todo el mundo cada 11 de diciembre, conmemorando el nacimiento de dos creadores: "La Voz" (Carlos Gardel, nacido el 11 de diciembre de 1890) y "La Música" (Julio De Caro, director de orquesta, nacido el 11 de diciembre de 1899).

Esta fecha nació de un modo particular. Corría el año1965, Ben Molar estaba parado en la esquina del tango, "es la que mis amigos Francisco Pacránico y Celedonio Flores hicieron que se llamara Corrientes y Esmeralda...".
Iba camino a la casa de Julio De Caro para festejar su cumpleaños cuando asoció la fecha de nacimiento de De Caro con la de Carlos Gardel.
¡Cayó en la cuenta de que, además de ser las dos grandes vertientes, eran los dos grandes creadores nacionales!

Presentó entonces la propuesta al Secretario de Cultura de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires,,y once años más tarde, tras recorrer y observar cómo sus pedidos quedaban en cajones oficiales, amenazó cordialmente al Secretario de Cultura de la Municipalidad de Buenos Aires, con hacer una gran movilización radial, televisiva y gráfica anunciando la organización de un festival monstruo en el Luna Park en apoyo del 'Día del Tango'.

A dos horas del ultimátum se produjo el milagro: la promulgación del decreto anhelado durante tantos años.
Así, el 29 de noviembre de 1977 Ben Molar recibió la noticia de que había sido firmado el Decreto Nº 5830/77 de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, y el 2x4 tenía su día. Chan, chan!


¿Este es Goyen?


¿Este es Goyen? Disculpen mis prejuicios o chauvinismo, pero creo que preferiría a Manauta o a Diego Angelino –aunque no descarto leer al vasco-norteamericano si me regalaran su libro.
Copio de la Internet, como pocas veces hago, los dos textos que siguen (donde acabo de informarme) porque ofrecen un lindo contraste entre una visión panegírica –tal vez interesada- y otra –la de Pedrito Rey, viejo redactor de ‘El Porteño’- más indiferente y como hastiada. De esta última me gustó lo de “muchas particularidades pero poca singularidad”, que Rey aplica a la literatura norteamericana y yo, continuando con mi reciente diatriba antiblogs, extendería hacia los blogs personales.



LA MISMA SANGRE
de William Goyen
Editorial La Compañía, 2008
por Esther Cross

Hay escritores intocables y perfectos, que escriben textos admirables e imponentes. Y hay escritores que se sienten más cercanos y escriben de una manera –menos impecable- que los expone a errores y problemas. Con el tiempo, esos riesgos narrativos, ese fantasma de imperfección que no compite con la pericia blindada de otros autores, se convierte en una marca y es signo de una originalidad bienvenida. A este segundo grupo pertenece, sin duda, William Goyen.

Una tiene la impresión de que Goyen es el pariente raro de la familia narrativa norteamericana. Uno de esos parientes en que una reconoce la curva de la frente, el color de los ojos, la marca de la sangre, pero que son, al mismo tiempo, incómodos para la familia porque desde la perspectiva familiar son ovejas negras, son distintos, renegados, parias.

Miren lo que hace Goyen: se detiene en medio de las historias para preguntarse cosas del tipo de ¿cómo es posible que haya pasado algo así? o ¿cómo es posible que una persona siga viviendo si sufre tanto? Sus personajes, sus narradores, le hacen esa clase de planteos a la vida. Esas preguntas son la matriz de los cuentos de Goyen, la flecha que los guía al blanco del lector. ¿Cómo es posible que pasen ciertas cosas?, termina preguntándose una al leer cada uno de los cuentos. Qué raro y familiar que es todo en esta vida, siente una al leer esos cuentos –que ya la primera vez creemos releer porque Goyen tiene textos que brillan con esa cualidad propia de los clásicos.

Así es Goyen: hace preguntas en medio de un texto –y en esas preguntas el texto se detiene para tomar envión-, no le teme a los adjetivos, no le da vergüenza entonar –esa sería la palabra- la música de sus historias. No quiero que me saquen los adjetivos, dijo en una entrevista. Soy baladista, dijo en otra. En una época en que la mayoría de los escritores norteamericanos seguía las pautas de Hemingway, Goyen decía que para bien o para mal él no podía ni quería ser como Hemingway. Hemingway lo asustaba un poco. Hemingway, dijo, era como uno de esos brutos de Texas, que tanto lo habían aterrado en la infancia. Goyen ve la figura de un monstruo donde la mayoría de sus contemporáneos ve un padre.

En esos tiempos que Hobsbawm definió como la Era Dorada, cuando muchos escritores de su generación trabajaban una prosa a lo Scott Fitzegerald, Goyen avanzaba así, a contracorriente. Llegaba casi a jactarse de no haber tenido una vida tan sofisticada y de no escribir, entonces, de esa manera.

Cuando el tema de las parejas urbanas y las familias suburbanas daba pie a cuentos y novelas sin duda maravillosos, vean lo que decía Goyen: que los problemas y las infidelidades de las señoras de Nueva York y sus suburbios le parecían triviales en comparación con los problemas más fuertes de la gente de los estados del sur de los Estados Unidos. Gente simple, aclaraba, que esperaba el fin de todo y la salvación, porque eso les habían enseñado.

Goyen no termina de inscribirse en las tradiciones de su país. En una época en que Faulkner era una presencia casi hipnótica para los escritores del sur, Goyen escribía historias rodadas en el paisaje –distinto- de Texas. A Faulkner, el gótico sureño. A Goyen, lo que es de Goyen.

¿Qué tenía que ver ese escritor, que leía en voz alta la Biblia en las reuniones, con otros escritores, que escribían textos como pensados para un lector melancólico, para un lector que leía a la luz de una lámpara, con un vaso de whisky y un cigarrillo en la mano? Goyen escribía historias que dan ganas de leer en voz alta, porque fueron escritas casi en ritmos de folk o spiritual. Historias contadas por un narrador que se agota al declamar y cada tanto se detiene para tomar un trago de la botella de whisky que esconde bajo la cama. Historias para un lector que escucha, hipnotizado.

Porque –y nada es casual- ¿qué tienen que ver, después de todo, sus personajes con los personajes de los escritores de su generación? Los personajes de los escritores de su generación a veces mueren en accidentes y hospitales, y muchas veces se suicidan pero con el traje puesto y el camisón planchado. Los personajes de Goyen son perseguidos por la mala suerte y por el Ku Klux Klan, se matan tirándose a los pozos de agua, agonizan a los gritos. Los personajes de Goyen no cursan agonías civilizadas. Mueren por culpa de tiros filicidas y puñales fratricidas. Mientras que otros personajes viven, como pueden, sus dramas, los de Goyen asisten, asombrados, a su tragedia, a su destino.

Lo que decían de él. Goyen, el raro. Goyen, el amigo de Carson Mc Cullers. Goyen, el escritor que se atrevió a hacerle una crítica adversa a Desayuno en Tiffany´s. Goyen, que se casó con la actriz Doris Roberts. Goyen, que se embarcó en la escritura de una biografía de Jesús. Goyen, que escribió Arcadio: una novela que cuenta la historia de un hermafrodita (mitad hombre, mitad mujer y mitad de un país, mitad de otro), en un lenguaje inventado, en que dos idiomas juegan una extraña partida. Goyen, el escritor para quien no había nada mejor que poder entonar un elegante grito de desesperación. Elegante. Grito. Desesperación. Cada uno elige cuál es cuál.

El mundo de gran parte de los cuentos de Goyen es un mundo en que los indios conviven –la palabra es engañosa- con los blancos y los negros y los jóvenes y los viejos, con granjeros y con cowboys y familias enteras que migran por el país trasportadas en camiones. Es un mundo que no se parece a nada. Leer, traducir, comentar a Goyen, implica entrar en ese mundo. De nada sirve forzar su lectura para que se ajuste a un marco de referencia. Una puede reconocer sus filiaciones pero sólo para confirmar que es un autor incomparable.



Los tesoros dorados del relato
Sábado 19 de abril de 2008 / ADN Cultura, La Nación

Por Pedro B. Rey

La misma sangre y otros cuentos
Por william Goyen
La compañía/Trad.: Esther Cross/152 páginas/$ 45

Como Glenway Wescott, como Hubert Selby Jr., William Goyen (1915-1983) tuvo uno de esos inicios literarios fulgurantes que, poco a poco, fueron siendo opacados por algo que podría denominarse terquedad estética. En los años cincuenta, el escritor, originario de Texas, fue vinculado a un virtuoso más joven proveniente de Louisiana: Truman Capote. La comparación surgió por el aire de familia existente entre La casa del aliento (1950), la primera novela de Goyen, y Otras voces, otros ámbitos (1948). Los dos escritores fueron amigos hasta que las envidias los distanciaron. Algo similar ocurrió con sus obras: Capote fue mutando de libro en libro; Goyen, por el contrario, se mantuvo fiel a las coordenadas de aquel imaginario y fue exacerbando un estilo.

La misma sangre agrupa una decena de relatos escritos en distintas etapas de su carrera. Goyen suele ser emparentado, por pura inercia, con los representantes del gótico sureño, un linaje que parte de William Faulkner, pasa por Carson McCullers y llega, en la actualidad, a Cormac McCarthy. El espejismo se debe a la recurrencia a criaturas excéntricas, al peso de los ritos de un mundo que se extingue, a la percepción casi panteísta de los fenómenos naturales. Como en Las palmeras salvajes , de Faulkner, hay una inundación apocalíptica; como en Meridiano de sangre , de McCarthy, se va en busca de coyotes. Los rasgos diferenciales de Goyen son, sin embargo, de fácil detección. Al barroquismo estilístico lo sucede una prosa lírica en la que la letanía religiosa sugiere una confianza trascendental ausente en los otros autores. Hay algo de santidad en el tono casi oral de Goyen. "Preciada puerta", el cuento que abre el volumen, está signado por una continua amenaza: un padre y un hijo recogen a un muchacho apuñalado antes de que se inicie una brutal tormenta. En plena debacle, el hermano del herido aparece bajo la lluvia para llevárselo hacia una apocalíptica redención. "La canasta", "La misma sangre", "Zamour, historia de una herencia", "El coyote" componen sobre el tapiz figuras que resaltan los vínculos -siempre anómalos- en los aislados microcosmos familiares. En una colección en que abundan las miniaturas maestras, "Si tuviera cien bocas" se destaca por la concentración de motivos. Un tío comienza a contarles a dos primos de ocho y once años una historia que -contra toda expectativa- no es apta para menores. El poder del relato no está solo en las atroces circunstancias del secreto revelado (que incluye violaciones, la presencia cotidiana del Ku Klux Klan, el más impiadoso de los linchamientos), sino en su propia carencia de forma tradicional. La reflexión del mayor de los primos, en ese cuento, podría considerarse una ética del relato: "Eso era lo que él tendría que buscar, las manzanas de oro que buscó Hércules [...], quien cargó el mundo, por un tiempo, sobre sus hombros para que Atlas, que sabía dónde estaban los tesoros dorados, pudiera ir a buscarlos y traerlos". El escritor es el que sostiene ese mundo; los que acarrean los tesoros son las voces de los propios personajes.

El resto de los relatos, más breves, muestran el desarrollo de una poética transformada en ritmo. En el formidable "Puente de música, río de arena", por ejemplo, se entreve una escena que (como en "Angel", de Harold Brodkey) podría haber sucedido o no, pero permite un sinnúmero de interpretaciones.

Pocas literaturas tan proclives como la estadounidense para promover los particularismos y postergar las singularidades. El extrañamiento de Goyen respecto de su país fue acentuándose cada vez más hasta llegar a Arcadio (1983). En esa novela póstuma, lejos del férreo dogma argumental, la narración está a cargo de una voz hermafrodita. Esa voz tal vez sea la mejor síntesis para un escritor que es profundamente norteamericano y, al mismo tiempo, de ningún lugar.

Diciembre es mujer


“El único Goyen que conozco es el uruguayo que era arquero de Independiente”, le escribí la vez pasada a Marta Zander. Me refería a Carlos Goyén, que jugó en el rojo allá en los ´80.
Marta me había dicho que tenía una pista con respecto al Ininterruptus del 22 de mayo. “William Goyen”, había dicho. Semanas antes, ante mi requisitoria, me había descrito aquel cuento como “polvoriento, una mezcla de ‘Matar un ruiseñor’ y ‘El cartero llama dos veces’. Aquella vez, como todos saben, yo no pude escuchar porque el joven Esteban tuvo a bien nacer una noche de Párrafus. Ahora, anoche, Hugo tuvo a bien repetir aquel autor. El cuento del 22 de mayo había sido “La misma sangre”.
Anoche fue “El coyote”, y ganó Verónica Cornejo.
La joven “ama de casa” de Lugano había ganado también el lunes y el miércoles. Esas noches, ante la lectura de dos clásicos –y haciendo uso de su ya reconocida y denunciada “destreza”-, se nos adelantó a muchos, seguramente. Los clásicos fueron “El conde Lucanor” y el “Fausto” criollo.
Entonces, faltando un juego para finalizar la segunda semana de diciembre, ya puede decirse que también en esta la ganadora es una mujer. La semana pasada, Marta Zander; esta, Verónica. Espero que hoy, cuando quizá yo no escuche por el madrugón de mañana, algún otro varoncito se me sume –yo gané el martes con “Entrevista con el vampiro”- para acompañarme en este gineceo individual en que hasta ahora consiste la semana.
A continuación, el resumen.

Lunes 8 de diciembre
Cuento: “El conde Lucanor”
Autor: Don Juan Manuel
Ganadora: Verónica Cornejo

Martes 9 de diciembre
Novela: “Entrevista con el vampiro”
Autora: Anne Rice
Ganador: Marcelo Perenchio

Miércoles 10 de diciembre
Poesía: “Fausto”
Autor: Estanislao del Campo
Ganadora: Verónica Cornejo

Jueves 11 de diciembre
Cuento: “El coyote”
Autor: William Goyen
Ganadora: Verónica Cornejo

martes, 9 de diciembre de 2008

Competencia Parrafera

Como sostiene Perenchio, el hombre se ha cortado solo en la punta, pero estas coplas que siguen hablan de cómo viene el malón de los de atrás.

CUADRERAS
(Gran Premio Parrafus Interruptus)

¡Vaya qué raro entrevero
ese “Párrafo interruto”!
¡Y un conductor disoluto,
el tal Hugo Paredero!

Alienta la competencia
haciéndose bien el oso,
él se cree muy hermoso
con tanta maledicencia.

El primero tomó vuelo
y aunque se rompa hasta el hueso,
ninguno arrima al pescuezo:
ya se ha liquidado el duelo.

Los de atrás como legión,
se vienen en un malón,
pujando por ser segundo,
atropella medio mundo.

Varias veces la he pegado,
jugándome por entero,
y me doy por bien pagado
llegando atrás del primero...

del segundo, y del tercero,
sin querer pasar por alto,
se lo digo compañero,
me conformo con ser cuarto.

Y si me toca ser quinto,
lo bendigo a San Jacinto.
Tampoco pongo pretexto,
por si llegara a ser sexto.

Ser séptimo hallo jodido,
me parece medio pavo,
por si fuera a mi pedido,
prefiero yo ser octavo.

Por ser tan competitivo,
dejo esto porque me aburre
buscaré algún paliativo,
aunque nada se me ocurre.

Lo digo y ni yo me creo
si cuando vuelvo a la cama
lo pienso y ya relojeo:
a ver si acierto mañana.

domingo, 7 de diciembre de 2008

Sostiene Perenchio


Sostiene Perenchio que la del viernes fue una lectura riesgosa. Me parece que también Paredero sostendría una opinión parecida; en los últimos minutos de “la previa”, antes de empezar con la novela, recordó que habíamos arrancado bien diciembre, con cuatro lecturas develadas, y encomendó que esa racha no fuera a cortarse.
Sostiene Perenchio que esa prevención estaba justificada. El presente caso de Antonio Tabuchi me sonó parecido al de José Saramago. En efecto, como en el caso del omnipresente portugués, creo que esta vez, con el italiano, Hugo no recurrió a ninguna de sus obras más famosas; de Saramago se leyó “La balsa de piedra”; de Tabuchi, “La cabeza perdida de Damasceno Monteiros”.
Sostiene Perenchio que en los últimos segundos de lectura le vino a las mientes Tabuchi, pero sólo alcanzó a rememorar el título de su novela más célebre, aquella con la que se hizo la película con mi tocayo Mastroianni: “Sostiene Pereira”; además, ese autor me sonaba incongruente con el ambiente gitano de la historia.
La que rememoró plenamente autor y título fue la ganadora de la semana (de una semana completa, con los cuatro géneros presentes), la novelera Marta Zander. A “La casa del ángel” le agregó “La cabeza perdida...”.
Y lo más destacable de esta segunda aparición semanal de Marta es lo que generara con la primera. Contó la joven de Bahía Blanca que el miércoles, a raíz de su triunfo con la novela de Beatriz Guido, recibió un sorpresivo llamado de una persona muy admiradora de la escritora rosarina, alguien residente en la localidad de Lomas de Zamora, de quien no especificó su sexo. Esta persona, tras escucharla hablar con tanto encomio en la noche del martes (la noche “del ángel”), llamó a la radio para requerir su número telefónico. Lo obtuvo y se comunicó con Marta para charlarle sobre la Guido; sabe mucho sobre ella, la conoció y tiene libros suyos autografiados. A Marta, el asombro de la situación (fácilmente imaginable) la aturdió, dijo, hasta el punto de olvidarse el nombre de su interlocutor... Pero no creo que haya sido un olvido lo que le impidió que revelara que se trataba de un señor -otro señor mayor, quizá. Un señor que quizá el martes escuchara también sus quejas y penas de amor y, más osado que yo –que sólo me permití unos chistes-, quisiera tirarse un lance... pero no para ganar un Párrafus, sino el corazón de la profesora.
Bien merecido tuviera ese halago, si esto fue así. Pero quién sabe; yo estoy haciendo un chiste otra vez. Como sea, me alegra que la Zander, otrora inteligente crítica de este Blog, devenida importante colaboradora, aparecida finalmente en el aire del programa, haya completado con esta de Tabuchi una docena de victorias en el juego, lo que ya equivale a una participación por mes en este 2008. Pero diciembre recién comienza, todavía falta para terminar el año, y Marta todavía podría formar parte, con Verónica y María, del trío que disputa este año por ser mi escolta en lo más alto –por última vez- de la tabla de ganadores de Párrafus.
Buenas tardes.
Hasta… pronto.

jueves, 4 de diciembre de 2008

El no de las neuronas

Acá dice:

GOLU

Grandes Obras de la Literatura Universal

EL SI DE LAS NIÑAS

Leandro Fernández de Moratín

Estudio preliminar y notas de Beatriz Mavrakis de Fiore

Nueva edición dirigida por María Hortensia Lacau

Editorial Kapelusz Moreno 372 – Buenos Aires

Eso dice en la primera página impresa. Antes, en el lado impar de la hoja blanca tras la tapa, dice: Cristina. Esto, con lapicera.
El libro contiene la obra teatral que anoche leyó Hugo. Es la misma edición que mencionó (que buscó y hojeó al aire) la ganadora, Verónica Cornejo.
Cristina la tenía en un rincón de su biblioteca de soltera y/o divorciada; también en su caso proviene de los tiempos de la secundaria. Yo la hojeé alguna vez, suponiendo que un clásico del teatro como este, aunque vetusto y español, podría aparecer en Párrafus. Pero, evidentemente, no conservé el comienzo en la memoria.
¡Qué Golu…!
Este fin de semana, en el trabajo, para castigarme, voy a leerla.
Buenos días.

La niña que va derecho al podio

Si, esa es la dama de los Bañados de Lugano. La Verónica [Cornejo], hace que tambalee el otrora podiasta impertérrito.
Hoy jueves se llevó el título de su especialidad, el tablado, en no se cuántos microsegundos. Creo en menos de 20", descubrió "El si de las niñas" de Leandro Fernández de Moratín.
Por la charla con el archicófrade, se percibe en la dama de las tablas, un profesionalismo rayano con la obsesión, pareciendo este detalle ser un factor reiterado en los ganadores reincidentes. Mencionó tener el libro editado por Kapelusz, subrayado con apuntes del secundario. Envidiable. Por la rapidez para detectar palabras tipo como Alcalá de Henares, posada, etc. Y por dar con el libro.
Yo puedo entrar a casa con una revista, y a los cinco minutos, no saber donde cazzo está.
Felicitaciones a la dama, que sigue honrando a la persona que le inculcó tanto amor a los libros.
Mientras, los cálculos y vaticinios del Indec Perenchiano, se ven en la necesidad de reformular algoritmos, como para que el antes seguro podio, se vea ahora amenzado, cual Tiger Woods, el golfista prodigio, que no tuviera competencia, hasta que surgieran otros super deportistas. Bien, la Cornejo es una gran lectora, y super veloz relacionista de conceptos.
Un nuevo género de divertimentos literarios está dando a luz, parece habrán de incluir el método parrafero en futuros tests de inteligencia ..

miércoles, 3 de diciembre de 2008

De tal palo

Sólo lean.

Ya sabemos cómo escribe Beatriz Guido. Pero vean cómo escribía la madre.

Lo siguiente es del libro "Una madre", de la Guido, sobre el cual pueden seguir leyendo más abajo en la entrada de Marcelo Perenchio.

Esto es un fragmento de una carta que Bertha Eirin, actriz uruguaya y madre de la escritora, le escribe a Angel Guido, su futuro marido, cuando Beatriz todavía no estaba ni en los planes.

Después si quieren, discutimos que si rojos o colorados, que si la lucha de clases, que si las madres y las hijas. Pero ahora sólo lean:

"Le escribo apuradísima, pues no dispongo en estos días de ningún momento. Esta noche estrenaremos "La Sulamita" de Capdevila y ya puede figurarse cómo estaré.

Ayer hubiera querido escribirle, pero no pude. Estuve todo el día ensayando y a las nueve de la noche terminé agotada. Anoche mi sueño ha sido alteradísimo. Estoy como loca en estos días. Ensayar me agota y me fascina. Guido, perdóneme que le escriba así, apurada. ¿Verdad que me perdona? Pero ya verá cuando usted venga. Le contaré todas mis inquietudes y nerviosidades, y estoy segura de que me perdonará.

Viera qué triste ha sido Montevideo esta semana. Los días lluviosos, grises.

El miércoles, cuántas alegrías me trajo su carta. La he leído tantas veces y me da la sensación, al hacerlo, de que usted está a mi lado.

Yo quiero que venga pronto, bueno, cuando tenga un momentito disponible.

Estoy contentísima con la noticia de la cátedra. En cada carta me manda noticias de títulos, de cátedras, de congresos.

Oh, qué miedo me da, como le decía en mi anterior, cada vez más. Me siento cada vez más mujer a su lado; pero ¿y la actriz?

Ya sabe de mis días. Espero sus noticias. Con cariños.

                                                                                      Bertha"

La caza del jabalí


Anoche ganó la compañera oyente y coequiper del Blog -la flogger- Marta Zander. Sostuvo larga, infrecuente charla con nuestro conductor y…
“¡Qué horror!”, escribí hace poco, en “Sexshop”. No lo diré otra vez.

Al comienzo del programa, Hugo contó que se había enterado por el diario de la muerte de Daniel Chiróm. Yo me enteré a través de él. Es una tristeza inmensa, un extrañar, una nostalgia para siempre, ahora. Ya nunca volverá “El jabalí”, aquel espacio de jazz y poesía que se escuchaba los lunes a la noche en Nacional, antes del nacimiento de Párrafus Interruptus.
Supe que después el amistoso periodista y poeta había pasado a radio América, con un programa similar pero, creo, con otro nombre (¿”En la masmedula”, o me confundo?). Creo que iba los sábados, y ya no pude escucharlo. Sabía también que editaba “El jabalí” en forma de revista-libro; no fui de los afortunados que lo ganaron cuando fue premio en Párrafus, tampoco lo compré nunca, pero ya aparecerá, andando los años, en las librerías de viejo, y podremos darle caza. Aunque no debe ser lo mismo la versión impresa (sin música, sin su charla) que la añorada forma de hacer radio (por su calma y sencillez) de Daniel. Nos quedan también, sí, sus poemas, de los que anoche Hugo regaló una muestra.
La madre de Daniel Chiróm, Perla, era también periodista o difusora cultural en alguna forma. Me estuve preguntando si ella vivirá todavía –Daniel tenía 55 años. Me lo estuve preguntando, claro, porque en estos días la tengo a mi vieja muy apenada por una dolorosa cirugía que tuvo que pasar mi hermano Raúl. (Y me pregunto, también: ¿Será por mencionar estas cosas que este parece mi “blog personal”? Pero no, es la vida. No vivo en una torre arriba de un elefante al que le arrancaron los colmillos para las torres de marfil de Juan Martini y de… y de… y de Sergio Bizzio.)

De “Una madre” habló también Marta Zander anoche. Ella ganó con “La casa del ángel”, la primera novela de Beatriz Guido, pero también estuvo leyendo otros libros de la autora rosarina, entre ellos, uno poco recordado que en las siguientes líneas comenta Héctor P. Agosti desde su “Cantar opinando”.

“Bajo el título de ‘Carta abierta a una madre’, Clarín publicó un anticipo de este pequeño libro (‘Una madre’, Emece, 1973) en su edición del 30 de septiembre de 1971. El lector pudo juzgar entonces la cruda veracidad de páginas nada complacientes destinadas a mostrarnos ‘por dentro’ a Berta Eiriz, la espléndida actriz uruguaya que trocó el escenario por una perpetua representación vital, perezosa, fastuosa y por ratos insolente. La novelista de ‘La casa del ángel’ es implacable en el relato de su madre. Considera reaccionaria, y con razón, a esa mujer plena de humor y ávida de belleza para quien ‘la falta de sentido estético, lo cursi, era más imperdonable que los transitorios pecados de la carne’.
“”Hay en estas páginas una constante de desaliento y amor que aspira a magnificarse en justicia. ‘Nosotras –escribe, refiriéndose a ella y su hermana- recién logramos tu atención cuando comprendimos que en tu indiferencia o en tu crueldad había sólo un objetivo: despertar el juego de la imaginación.’ Y luego: ‘Y te culpo porque ya no sé quién descubrirá mis errores. (…) Y si te llevaste nuestra risa, no te perdono por haberte llevado a la intelectual, a la amiga; y cuando todos me peguntan: adónde se fue la madre, no puedo responder, a fuer de ser intelectual: no la tuve. Y por todo esto, porque no estás ahora aquí, tal vez nunca te perdone’.
“Pero este ajuste inflexible no se limitaa lo meramente familiar. Encaratambién el espectro de una sociedad patriarcal que se desmorona, una sociedad fundada sobre el desprecio a la plebe y la supuesta exaltación del espíritu, de la cual Berta Airin aparece como una representante legítima ya que no sistemática. Por un lado, la estremecía el arielismo de Rodó, pero por el otro, como auténtica hija de una familia ‘blanca’, se acongojaba por las victorias de los ‘colorados’ batllistas y el viento de renovación popular que ellas significaban. Su admiración por la derecha europea no fue, por consguiente, azarosa: se enardeció con Mussolini, con Hitler, con José Antonio Primo de Rivera, y odió naturalmente al comunismo,lo cual no le impidió entusiasmarse con la primera etapa de Fidel Castro, emocionarse estéticamente con la apostura apolínea de Che y finalmente simpatizar con los tupamaros.
“Quizá sin habérselo propuesto deliberadamente, Beatriz Guido nos entrega aquí una importante clave sociológica. (…) En ‘Una madre’ reviven los mismos elementos agónicos de ‘La casa del ángel’. Sólo que lo que entonces era ficción levemente autobiográfica alcanza ahora categoría de veracidad vital.”

Y de nuestra novela de anoche el maestro Agosti escribe:

“’La casa del ángel’, de Beatriz Guido (Emece, 1954): una novela audaz. Digo audaz porque no es habitual entre nosotros esa presentación descarnada de las inquietudes de una niña que se interna en la adolescencia y por lo mismo siente implacablemente los problemas del sexo. (El tema de la violación en las vísperas de un duelo es un hallazgo más o menos espectacular, el necesario condimento freudiano de una obstinada mortificación. Pero ese hallazgo aparte, el problema existe, sin duda, y Beatriz Guido osténtale mérito de ser la primera escritora que entre nosotros lo trata sin remilgos.)
(…)
Algunas observaciones graciosas. Beatriz Guido quiere poner cierto ‘color local’, determinada referencia histórica que fije la acción. Oyó hablar, seguramente, de los anarquistas que constituían el ‘cuco’ por aquellos años del ´20, y así los presenta: ‘Venían bajando por la calle Cuba, desde el Norte. Arrastraban los pies al compás de La Internacional. Las mujeres llevaban los hijos en brazos, y los hombres empuñaban hoces y martillos’ (pag.162). ¡Curiosa manifestación del 1º de Mayo, con anarquistas que ‘empuñaban hoces y martillos’, símbolo de los comunistas que llegarían años después!”

(Lo precedente, repito, lo tomo de “Cantar opinando”, de Héctor P. Agosti, editorial Boedo, 1982.)

“La casa…” existía en la realidad. De ella cuenta Alvaro Abós, en su riquísimo “Buenos Aires al pie de la letra”, que pertenecía a un francés cultor de la esgrima. “Se dice que Delcasse organizó en las primeras décadas del siglo XX unos cuantos duelos a espada, a pistola, a sable, en los jardines de la mansión, aunque no hay constancia de que este patrocinador del honor ajeno se haya batido él mismo.”
Abós, tras destacar el ingreso a la literatura de esa casa, resume así el asunto de la novela: “La protagonista del relato se llama Ana Castro, la primera de la larga serie de adolescentes en conflicto con la cerrazón sexual y social de la época que protagonizaron las novelas de la escritora. Ana, hija del dueño de casa, se convierte en espía de de aquellas ceremonias de la hombría porteña y, de tan curiosa, acaba violada por un duelista en las vísperas de un lance. La muerte de él cerraría la historia, pero en ‘La casa del ángel’ el tal Pablo Aguirre sobrevive para compartir el secreto desquiciante de con su víctima”.
Después cita a la Guido: “Nuestra casa queda en la calle Cuba, en la esquina con Sucre; su estilo es el de un decadente fin de siglo, con un ángel de piedra en la terraza del primer piso”. Y dice Abós: “Ese ángel es atacado a pedradas por una manifestación obrera: la irrupción de las luchas sociales agrega otra dimensión al símbolo de la inocencia sexual perdida. En las fantasías de Ana, ‘ellos, los duelistas, aparecerán por la calle Cuba o Arcos, encapuchados de negro, para no ser reconocidos. Entrarán en el parque por el portón de la calle Arcos; yo me asomaré al jardín vestida con un hermosísimo camisón blanco, que le robaré a Julieta…”.
El guía literario de Buenos Aires concluye su paso por este rincón de Belgrano con estas melancólicas palabras: “La mansión Delcasse fue demolida en la década del sesenta del siglo XX. Sus imágenes fueron recogidas en la película del mismo título de la novela que Leopoldo Torre Nilsson dirigió en 1957. El ángel de la fachada se conserva en los depósitos del Museo de la Ciudad , donde es exhibido de vez en cuando. En Sucre y Cuba se ha construido un pretencioso complejo edilicio-comercial que usurpa el nombre (“Casa del Angel”) pero donde no encuentro huella ni de la realidad histórica ni de la creación literaria. Como en tantos casos, la ciudad fenicia se tragó la memoria poética para devolver sólo moneda falsa”.

En cuanto al lugar de la conservación del ángel, tendría algo para decir, pero no sé si es momento –no sé si no será demasiado personal.
Hugo tal vez recuerde que cuando gané con “El banquete de Severo Arcángelo”, de Marechal, conté que en esos días había tenido que abandonar el “Adan Buenosayres”. Tenía la novela desde hacía mucho, pero me decidió a leerla el lugar por demás propicio adonde había ido a recalar por mi trabajo. Primero, para entrar en clima, había leído “El banquete…”. Pero después, antes de que pudiera terminar el “Adán…” me trasladaron de ahí e interrumpí la lectura.
“Ahí” era el caserón de Alsina y Defensa, frente al Museo de la Ciudad, que en la nomenclatura de servicios de la empresa se conocía como “Depósito del Museo”.
Es una inhóspita casa de dos plantas, a medias derrumbada, a medias demolida, polvorienta, sucia, sin agua, casi sin luz, que ve cómo pasan una tras otra las gestiones municipales sin que ninguna se decida a implementar las reformas indispensables y darle algún uso.
Conocía esas incomodidades a través de algunos compañeros, pero cuando me destinaron ahí fui contento. Me imaginaba cuadros y esculturas a la espera de una restauración, o muebles, utensillos y enseres de antaño, o –mi sueño mejor- libros viejos. Pero no encontré casi nada de eso, y nunca supe por qué lo llamaban Depósito del Museo.
Adentro, se amontonan sin orden ni concierto rezagos que poco tienen que ver con un Museo. Apoyadas contra las paredes, hay cantidad de puertas y ventanas antiguas, de madera pesada y sin color, traídas quién sabe de dónde; metros y metros de rejas de hierro grueso y trabajado, como ya no se hacen; tablones y tirantes de toda medida para un eventual apuntalamiento, algunas máquinas desguasadas cuya utilidad no puede precisarse… Por supuesto, no recuerdo haber visto nada parecido al ángel de la casa de la calle Cuba. Pero tal vez Alvaro Abós se refiera a otro depósito.
(Entre paréntesis, volviendo a Párrafus, diré que lo que encontré una noche, munido de una vela, en una de las habitaciones del piso alto, fueron varios atados con revistas viejas; en una de ellas, una revista femenina de los ´60, no sé si “ Claudia” , “Burda”, o alguna de esas, leí “Un recuerdo navideño”, de Truman Capote, con el que también gané una noche. ¿Si dejé en su lugar la revista después de leer el cuento? Bueno, entiendan que sigo trabajando en la misma empresa y, aunque el gobierno de la ciudad ya no está entre nuestros clientes… eso no puedo confesarlo.)

Beatriz Guido fue uno de los autores rosarinos con los que me tiré el lance la otra noche, cuando se leía “El cerco”. Me había pasado por la cabeza el título de una de las películas de Torre Nilsson (que no vi, y no sé, en realidad, si proviene de una obra de su esposa): “El secuestrador”. Anoche no se me ocurrió nada porque a los 25 segundos sonó el timbre que nos anunció la victoria de Marta Zander. Su premio fue la misma novela que se leyó, lo cual le agradó a Marta, porque había leído “La casa del ángel” sacándola de una biblioteca. Además, dijo, lo tomaba como un regalo de cumpleaños, “que fue ayer” –no sé si el lunes o el martes. Además, habló con Hugo de no sé qué quejas o penas de amor; qué feo, esa manía de algunos oyentes de hablar de sus cosas personales que no sé a quién le importan…

Buenas tardes.

martes, 2 de diciembre de 2008

Acertada presunción


Parece que nuestro poeta del lunes no era muy apreciado en los medios literarios de su tiempo –Colombia, postrimerías del siglo XIX. En vez de José Asunción, le decían José “Presunción” Silva. Debía resultar un poquito agrandado, él también.
Esto lo contó Hugo anteanoche, pero la presunción a la que me refiero en el título es la del epílogo de mi efusivo texto de aquella madrugada. Fui a lo de mi vieja por la mañana, después del trabajo, y perdí una buena media hora de reparador descanso buscando aquel libro de poemas que había creído recordar. Y efectivamente era de José Asunción Silva.
Está más ajado de lo que recordaba. Alguna vez habrá sido dura la tapa, pero ahora está retorcida, carcomida en los bordes, y del lomo y la contratapa nada quedan. Alcanzan a leerse malamente, en el centro de una especie de escudito, las iniciales ESA, y alrededor las palabras Editorial Sopena Argentina. No figura ningún título ni nombre de autor y las primeras tres hojas ya no existen; pero en lo alto de cada página, desde la 9, que hoy es la primera, dice José Asunción Silva, en las pares, y Poesías Completas, en las impares.
Al final del libro tal vez también falten hojas, porque después del último poema no hay ni un índice ni fecha de impresión ni más datos. Lo que hay... lo que descubrí... lo que reencontré en la página blanca tras el último poema, como también en la contraportada raída y en otros blancos interiores, son algunas anotaciones con la inolvidable, la admirada, la reminiscente letra de mi padre. “Tío Pablo – Tucuman 358, 6º”, dice. Y “Ese es el camino a la suc. 26 del Correo”. Y otras más.
Ya dije que este libro es uno de los más antiguos que recuerdo; estaba en la casa de mi infancia -no sé si más entero- en un cajón con libros y revistas (Knock out, Hobbie)que habían sido de mi viejo. Y no digo más, porque me emociono.
Lo que me asombró, hojeándolo ayer, es comprobar que yo leí este libro, allá a los 12 o 13 años –y nunca más. Muchas de las poesías me resuenan. Y no están tan mal –no son estas las que me traumaron con el género. Y está la que ayer mencionaba como sorprendente y graciosa. Es esta:

ZOOESPERMOS

El conocido sabio
Cornelius Van-Kenrinken,
Que disfrutó en Hamburgo
De una clientela enorme
Y que dejó un in-folio
De setecientas páginas
Sobre Hígados y riñones,
Abandonado luego
Por todos sus amigo,
Murió en Leipzig maniático,
Desprestigiado y pobre,
Debido a sus estudios
De los últimos años
Sobre espermatozoides.
Frente de un microscopio
Que le costó un sentido,
Obra maestra y única
De un óptico de Londres;
La vista recogida,
temblándole las manos,
ansioso, fijo, inmóvil,
reconcentrado y torvo,
como un fantasma pálido
a media voz decía:
-¡Oh! mira cómo corren
Y bullen y se mueven
Y luchan y se agitan
Los espermatozoides.

¡Mira!, si no estuviera
perdido para siempre;
Si huyendo por caminos
Que todos no conocen,
Hubiera al fin logrado
Tras múltiples esfuerzos
El convertirse en hombre,
Corriéndole los años
Hubiera sido un Werther
Y tras de mil angustias
Y gestas y pasiones
Se hubiera suicidado
Con una Smith y Wesson
Ese espermatozoide.
Aquel de más arriba
Que vibra a dos milímetros
Del Werther suprimido,
Del vidrio junto al borde,
Hubiera sido un héroe
De nuestras grandes guerras.
Alguna estatua en bronce
Hubiera recordado,
Cual vencedor intrépido
Y conductor insigne
De tropas y cañones,
Y General en Jefe
De todos los ejércitos,
A ese espermatozoide.

Aquél hubiera sido
La Gretchen de algún Fausto;
Ese de más arriba
Un Heredero noble
Dueño a los veintiún años
De algún millón de thalers
Y un título de conde;
Aquél un usurero;
Y el otro, el pequeñísimo,
Algún poeta lírico;
Y el otro, aquel enorme,
Un profesor científico
Que hubiera escrito un libro
Sobre espermatozoides.
Afortunadamente
Perdidos para siempre
Os agitáis ahora,
¡Oh puntos que sois hombres!,
Entre los vidrios gruesos
Traslúcidos y diáfanos
Del microscopio enorme;
Afortunadamente,
Zoospermos, en la Tierra
No creceréis poblándola
De dichas y de horrores;
Dentro de diez minutos
Todos estaréis muertos.
¡Hola!, espermatozoides.-

Así el ilustre sabio
Cornelius Van-Kenrinken,
Que disfrutó en Hamburgo
De una clientela enorme
Y que dejó un in-folio
De setecientas páginas
Sobre Hígados y riñones,
Abandonado luego
Por todos sus amigo,
Murió en Leipzig maniático,
Desprestigiado y pobre,
Debido a sus estudios
De los últimos años
Sobre espermatozoides.


¿No es gracioso? Y no es el único. Luis Gobea, que ganó el lunes reconociendo el “Nocturno” de José Asunción, dijo que una fuente de inspiración para muchas de las composiciones del poeta fue la hermanita Elvira. ¿Sería la siguiente una de ellas?

MADRIGAL

Tu tez rosada y pura, tus formas gráciles
De estatua de Tanagra, tu olor de lilas,
El carmín de tus labios tersos,
Las miradas ardientes de tus pupilas,

El ritmo de tu paso, tu voz velada,
Tus cabellos que suelen, si los despeina
Tu mano blanca y fina toda hoyuelada,
Cubrirte como un rico manto de reina;

Tu voz, tus ademanes, tu... no te asombre:
Todo eso está, y a los gritos, pidiendo un hombre.

Pero no siempre fue tan simpático el José Asunción; no en vano se suicidaría a los 31 años. Copio el comienzo de un poema bastante más lúgubre.

NOTAS PERDIDAS

¡Bajad a la pobre niña,
bajadla con mano trémula,
y con cuidadoso esmero
entre la fosa ponedla,
y arrojad sobre su tumba
fríos puñados de tierra!

¡Aún sobre sus labios rojos
la sonrisa postrimera;
tan joven y tan hermosa,
y descansa helada, yerta,
y está marchito el tesoro
de su dulce adolescencia!

Por supuesto, a pesar de conocer este libro, la otra noche ni pensé en el colombiano –pensé vagamente en una uruguaya. Además, Gobea apareció a los 31 segundos, restándole chances a todo el mundo.
Esta noche, en cambio, otra vez se leyó hasta casi la una. El género fue Cuento. Cuando detecté que se trataba de un brasileño –por la mención de Machado de Assis-, supe que era el segundo intento con el autor del cuento Ininterruptus del mes pasado. Esa vez lo había averiguado con Google al día siguiente: el cuento había sido “Mandrake”. (Yo lo di a entender con el título de mi Entrada de entonces: “Qué pirata este Hugo, man!” Pirata=Drake, man=Man.) Esta vez llamé para confirmar que era Ruben Fonseca, pero no sabía cuál podría ser el cuento. Era “Amarguras de un joven escritor” y ganó el joven Maximiliano Pozzi, de Saavedra. Nuevamente contó con la ayuda de su madre, dijo, pero yo mejor no lo digo porque si no piensan que quiero desmerecerlo. Pero, ¿por qué sería un demérito, amigo Anónimo? Presumo que debe ser bueno tener una madre lectora. Fue bueno tener un padre lector.