Creo que el archicófrade invitó al ininterruptus a sentarse en la cabecera de la mesa.
Bastó que Huguito expresara su voluntad de finalizar diciembre sin mas ininterruptus en el saldo parrafero, y zas!
Otra vez el fantasma de la incomunicación, el temible [y humano] ininterruptus, mostró sus garras nuevamente.
Llevamos unas 24/25 noches seguidas de éxito,
donde el autor fué descubierto ipso pucho, durante el programa.
No se si calificar al ininterruptus como ignominia, fracaso, o bochorno.
En todo caso, será una confirmación de nuestra condición humano-lectora,
y precisamente pa' redimirnos acudimos al templo Nacional,
ande el archicófrade leerá, y algún irracional nos desasnará.
Las páginas del cuento avanzaban, mas la parrafada no acertaba.
Así Don Hugo, cambió la entonación, dando una pista encubierta,
que la cosa venía de tierras aztecas, ay manito!.
Era Valadés con su "muerte permitida", pero de aciertos, ni una pista.
Sonó el gong, salimos al recreo de la tanda, y ahicito nomás, apareció la María.
Si como hizo el milagro de las Bodas de Caná, cumplió con el deseo Paredero,
de no producir el bochorno, en medio e' la bonomía parrafista.
Que la Suarez, dama de Coghlan, por algo es tradutora,
tiene oficio, bien ganado, por eso acertó,
si parece de otro planeta, donde los ganadores habíanse ido.
Sonó el gong, y Huguito respiró, tras 12'40" de nervios, sudor y chuchos de frío.
Volviole el alma al cuerpo, y la microconversación hizo honor a Edmundo Valadés,
microcuentista mexicano, quien sabia y premonitoriamente dijo
"Poder leer es ya no volver a estar solo"
.
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