jueves, 5 de noviembre de 2009

Comentarios y colaboración

Comentarios de Alba Invernizzi referidos al Ininterruptus del jueves pasado. Están en la Entrada “Impunidad, puntillosidad, inmunidad”. Los publico en primer plano para asegurar su visibilidad. Gracias, Alba. Y no culpes a tu máquina; es el sistema del Blog lo que no permite corregir los Comentarios. A mí también me pasó el otro día, cuando escribí “Matriz” en vez de “Matrix”. ¿No querés ser autora del Blog? Sin compromiso, ¿eh? Si enviás tu dirección de mail, te mando la invitación. Bueno, chau.

alba i. dijo...

Hola gente: estoy de acuerdo con quienes opinan que "googlear " no es parte del juego (o no debería serlo), porque corremos el riesgo de convertir un ejercicio mental en una competencia de ligereza de dedos ! Y eso....no es la esencia de este entretenimiento genial con el que nos regala nuestro querido amigo Hugo P.
Y me sucedió a mi también, que anduve por el eter (qué antigua!!!) buscando, al día siguiente, a todos los personajes de los que pude acordarme y....nada. Hay Hugo....yo creo que, cuando nadie osa interrumpirte, tendrías que despejar nuestras dudas. Al día siguiente. No nos condenes a la eterna ignorancia !!!!
Espero que tengas éxito con tu biografía del querido Jorge G. y regresa pronto a "bancarnos".
Suerte. Hasta el martes próximo ! Alba

3 de noviembre de 2009 0:44

alba i. dijo...

Horror !!!!!! Cómo pude poner HAY !!!! Que nadie lo lea. Ay de mí..... !!!!! Qué bochorno ! Y lo peor es que la maldita máquina no me permite borrarlo !!!!
3 de noviembre de 2009 0:48

Anónimo dijo...

La partícula "hay" está bien empleada. Subconscientemente quisiste decir "existe Hugo".
O tal vez largaste alguna conjugación novedosa del verbo haygar: yo haygo, tú haygas, etc. Aprovechá y dejala, que la Real Academia está aceptando cualquier verdura.

4 de noviembre de 2009 21:02


Ahora, otra colaboración AnóniMa (sic) que me llegó. Aunque es de un autor no leído todavía en el juego, cumplo en publicarlo. Está bueno.

¿Qué más quieres de mí? ¿Qué otras cosas mejores?
Padre mío,
lo que me diste en carne te lo devuelvo en flores.

Estas cosas, comprende, ya no puedo callarte.
Yo, como el alfarero con su arcilla en la mano,
lo que me diste en barro te lo devuelvo en arte.
Creo ya, que ves claro, por qué levantar puedo
este lodo animal —espeso de pensar—.
¡Siempre habrá un alfarero con su sueño en los dedos!

Padre mío, ya ves,
el agua que me diste, venía de una oscura
profundidad de vida, pero como los ríos
primeros de la tierra, aquel goterón mío
se me llenó de altura...

Qué más quieres, no pudo
hacerse licenciado mi corazón desnudo.
Era mucho pedirle, padre mío, ¡no sabes
lo grave que es a veces
un hombre que en el pecho le entierran viva un ave!

Quizá, por eso, aquello
que me dieron horrible, preferí darlo bello.
Diáfano para el trino; para negocios, bruto,
este es el fruto:
con un poco de ti, y un poco del destino
que me puso en la mano
lo divino
con lo humano,
todo lo que en la carne hay de oscuro y perverso
te lo devuelvo en verso.

Qué más quiero, ¿mi herencia? Para qué, padre mío.
Por mi herida de hombre sale un niño cantando.
¡Lo que la tierra piensa, se hace voz en el río!

Manuel del Cabral

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