jueves, 22 de enero de 2009

Antología - Anteanoche, en la charla con Hugo

VIERNES 23 DE MAYO DE 2008


Anteanoche, en la charla con Hugo, conté que estaba estrenando mi máquina nueva y había querido probar aquello de ganar con el Google. Horas después, el mismo día, encontraría una nueva justificación para esa triste inconducta.
En realidad, la máquina la tenemos desde hace casi un mes. Tal vez fue una inconciencia de nuestra parte ponernos en semejante gasto en el año del nacimiento de nuestro hijo, pero así somos nosotros, a veces: si la vamos a hacer, hagámosla bien.
Nuestra conexión a Internet sigue siendo la misma, un proveedor gratuito a través del mismo cable del teléfono, que ahora funciona un poco más rápido que con la vetusta y exasperante PC anterior. Y ya en los primeros días de uso, a principios de mayo, había pensado en hacer esa jugarreta con el buscador. Pero, primero, me dije que yo no podía caer en esa bajeza. Y después pensé: ¿por qué no? ¿Quién es ‘yo’?
Este domingo, cuando se leyó a D.H.Lawrence, me había decidido. Pero Cristina se durmió temprano y no quise molestarla con el revoltijo de cables que la máquina demanda-el telefónico, el del cargador, el del estabilizador. De todos modos, no me hizo falta para identificar "Mujeres enamoradas" (los nombres de Ursula y Gudrun ayudan a cualquiera), pero López Motta llamó primero.
Finalmente, anteanoche lo hice. Mientras Hugo concluía su preámbulo, me conecté a Google. Cuando empezó la lectura, dejé pasar unos minutos. (¿Para que otro oyente pudiera ganar con armas más dignas o porque no sabía cómo continuar?) Al rato recordé mejor el caso de Jorge Aloy, quien inaugurara este método en agosto pasado -o, al menos, quien lo confesara. El había contado que escribió en el buscador una frase de palabras desusadas que aparecieron en el cuento que Hugo leía, algo así como "las mulas de don Garayal", y le saltó que se trataba de "El barranco", de José María Arguedas. Yo, que no había pensado mucho en los detalles del procedimiento, esperé una frase así (y en el interín desaproveché un nombre propio, que seguramente hubiera funcionado), hasta que al final escribí cualquiera: algo así como "el viaje vertical en el ascensor". Y funcionó.
Gané, entonces, una vez más, aunque con esas malas artes. Por supuesto, lo confesé. Por supuesto, no conocía el cuento "Licantropía", de Enrique Anderson Imbert. Pero conozco al autor, leí algunas cosas suyas; entre otras, el reportaje que mencioné de la revista "Puro cuento".
Más tarde, pensando qué escribir para el Blog, reparé en que Anderson Imbert menciona en ese reportaje a "Gog", de Giovanni Papini. Y reparé en que este libro, junto a los cinco o seis números que tengo de la añeja revista de Mempo Giardinelli, son una de las pocas cosas que traje a casa de Cristina en la mudanza del papel impreso. Y reparé en que la última victoria del legendario Gustavo Glanzman fue con una novela de Giardinelli -y recordar esto me asustó. Y reparé en el parecido entre Gog y Google... Todo esto, mientras mentalmente tomaba apuntes para una Entrada alusiva.
Pero más tarde todo aquello fue desbaratado. Más tarde, esa tarde del jueves 22 de mayo, encontré que había otra razón para que yo la noche anterior quisiera ganar sí o sí, de cualquier manera, y esa razón es que en esa tarde de este jueves, ayer, de pronto, inopinadamente, sorprendiendo incluso a la obstetra, que en el control semanal de rutina le encontró a Cristina una dilatación propia de cuatro horas de trabajo de parto y la mandó corriendo al sanatorio, a las seis y dos minutos de esa tarde, de ayer, en géminis, llegó al mundo, vio la luz, vino a nosotros, quiero decir que nació Esteban Perenchio, que quería encontrarse con un papá ganador -y una mamá tan valiente.

(Por obvias razones, no pude escuchar el programa del jueves -aunque, como todo anduvo bien en el sanatorio, pensé varias maneras, que desheché-, así que si alguien quisiera contarme de que se trató la lectura...)

PUBLICADO POR MARCELO PERENCHIO EN 16:32

No hay comentarios: