viernes, 10 de abril de 2009

¿Kiss? ¿Oasis? ¿Zambayonny? ¡Marta Zander en Buenos Aires!

En la noche del jueves, en este glorioso Viernes Santo Parrafista, la victoriosa profesora de matemáticas Marta Zander se hizo presente en radio Nacional. Presumiblemente en razón de la exclusividad que detenta con ella la filial Bahía Blanca, la señora Zander no pudo salir al aire, permaneciendo respetuosamente en la antesala de los históricos estudios de la calle Maipú. De todos modos, Hugo destacó como es debido su visita, señalando, asimismo, que esta encumbrada participante de Párrafus se inhibiría noblemente de intervenir esta vez en el juego.
De paseo por Buenos Aires en virtud del feriado de Semana Santa, Marta seguramente recordó cuando nuestro conductor, el año pasado, anunciara que a la brevedad se habilitaría la visita de los oyentes para presenciar el programa, y allí estuvo. En verdad, es sumamente meritorio y enaltecedor que, en medio del sinnúmero de atracciones que ofrece la grande ciudad, nuestra compañera oyente se haya hecho un rato para acudir al evento que suele tenerla como triunfal protagonista.
Por mi parte, lamento que me resultara del todo infructuoso el intento de comunicarme con la radio para saludar de viva voz a la estrella bahiense. Tal vez el error estuvo en esperar hasta después del juego (que ganó Maxi Pozzi con la poesía de Eliseo Diego), cuando seguramente otros muchos admiradores ocuparon la línea. (Lo mismo me sucedió la vez pasada, cuando muchos quisimos corregir la adjudicación de un premio a Verónica Cornejo que realmente correspondía a la Zander.)
Fue una verdadera pena, estando a cinco cuadras, en el trabajo, no poder hablar con Marta. Pero bueno, mejor así, porque, estando ella acompañada de su señor pareja (un “Fernando”, dijo Hugo)…, mejor me callo. Y, como dijo Pappo, mejor me voy…



TESTAMENTO

Habiendo llegado al tiempo en que
la penumbra ya no me consuela más
y me apocan los presagios pequeños;

habiendo llegado a este tiempo;

y como las heces del café
abren de pronto ahora para mí
sus redondas bocas amargas;

habiendo llegado a este tiempo;

y perdida ya toda esperanza de
algún merecido ascenso, de
ver el manar sereno de la sombra;

y no poseyendo más que este tiempo;

no poseyendo más, en fin,
que mi memoria de las noches y
su vibrante delicadeza enorme;

no poseyendo más
entre cielo y tierra que
mi memoria, que este tiempo;

decido hacer mi testamento.

Es este:
les dejo

el tiempo, todo el tiempo.

ELISEO DIEGO

jueves, 9 de abril de 2009

miércoles, 8 de abril de 2009

Curiosidad o enigma

Gerardo ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Quizá":

EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO (usado y en un sólo tomo con papel biblia encuadernado en azul en buen estado de conservación) se consigue a $ 300.- en la zona de congreso- ver en mercado libre

Publicado por Gerardo para Los Parrafistas a las 6 de abril de 2009 4:00

Este Comentario del oyente Gerardo apareció en el Blog el lunes, como el sistema lo indica. Se refiere a un determinado punto de una de mis melancólicas Entradas del mes de diciembre. Específicamente, aporta un interesante dato comercial acerca de la obra de Proust, cuyo sexto libro Hugo nos leyera por entonces.
Como se recordará, aquella lectura generó un leve conato de polémica. El comienzo de “Albertina desaparecida” que leyó nuestro conductor era diferente al que tuvo ante sus ojos, en su volumen, María Suárez, la ganadora de aquella noche. También, otro día, el oyente Jorge Aloy acercó al Blog un subtítulo y unas primeras frases muy distintas. La situación quedó en el misterio; dijimos, resignadamente, que esas divergencias podrían ser atribuibles a la variedad de las traducciones o ediciones del clásico proustiano.
Pero anoche, precisamente cuando el aporte de Gerardo nos recordara aquella discordia, Hugo nos genera las más atroces dudas al lanzarse a leer el cuento “Primer amor”, de Ivan Turguenev, comenzando por el segundo capítulo o segmento.
Me pregunté primero si habría dos cuentos del ruso con el mismo título. Yo conocía el comienzo (solo el comienzo) de uno que tengo en una antología. No pude consultarlo porque está en casa de mi vieja. De ese comienzo recuerdo que, en una tertulia, unos señoritos moscovitas o de por ahí se cuentan simpáticamente su pimer amor unos a otros y no sé si al final terminarán tocándose para matar el frío. Pero hoy, buscando en Internet una foto de Turguenev para ilustrar la noticia del programa de anoche, se me da por pedir el texto de “Primer amor”, que por ahí aparecía, y, leyendo un poco más allá del preámbulo que en su momento me aburriera, descubro que el segundo capítulo empieza con las palabras iniciales de la lectura de anoche, o sea, que el cuento es uno solo, y que no empieza como lo empezó Hugo.
¿Es esto una queja? ¿Considero mal habida la victoria cornejista de anoche? No, para nada. Presento los hechos como una curiosidad, o un enigma. Verónica ganó en buena ley, porque, evidentemente, leyó el cuento completo. Y yo, si bien pensé en Turguenev como el autor (por ser el último o penúltimo ruso del siglo XIX que faltaba aparecer –de los que yo conozco), no alcancé a deducir que aquello podría ser “Primer amor”.
Es todo. Para finalizar, agradezco a Gerardo su Comentario. Buenas noches, buena suerte.

Penúltimo ruso o "Albertina desaparecida" II


Miércoles 08 de abril
Cuento: “Primer amor”
Autor: Ivan Turguenev (1818-1883)
Ganadora: Verónica Cornejo

I
Los invitados se habían despedido hacía ya largo rato. El reloj acababa de dar las once y media. Sólo nuestro anfitrión, Sergio Nicolaievich y Vladimiro Petrovich permanecían aún en el salón.
Nuestro amigo llamó e hizo retirar los restos de la cena.
-Así que estamos de acuerdo, ¿verdad, señores? -dijo, arrellanándose en un sillón y
encendiendo un cigarro-. Cada uno de nosotros ha prometido relatar la historia de su
primer amor. Usted empezará, Sergio Nicolaievich.
El interpelado, un hombre bajo, rubio, de rostro abotargado, miró a su anfitrión y
después levantó los ojos al techo.
-Yo no he tenido primer amor -declaró, al fin-. Yo empecé directamente por el
segundo.
-¿Cómo es eso?
-Simplemente. Tendría a la sazón unos dieciocho años cuando me dio la fantasía de
hacerle un poco la corte a una joven, por cierto muy bonita, pero me comporté como si
aquello no fuese nuevo para mí; exactamente como lo he hecho posteriormente con
otras. Para ser sincero, mi primero -y último- amor, se remonta a la época en que tenía
seis años. El objeto de mi pasión era la niñera que cuidaba de mí. Esto queda muy lejos,
como pueden ver, y los detalles de nuestras relaciones se han borrado de mi memoria.
Por otra parte, aunque los recordara, ¿a quién podrían interesar?
-¿Qué vamos a hacer, entonces? -se lamentó nuestro anfitrión-. Tampoco mi primer
amor tiene nada de apasionante. Jamás había amado a nadie antes de conocer a Ana
Ivanovna, mi esposa. Todo ocurrió en la forma más natural del mundo: nuestros padres
nos prometieron, no tardamos en experimentar una inclinación mutua, y pronto nos
casamos. Toda mi historia se compendia en dos palabras. A decir verdad, señores, al
poner la cuestión sobre el tapete, yo confiaba en ustedes, jóvenes y solteros...
-El hecho es que mi primer amor no fue un amor trivial - intervino Vladimiro Petrovich,
tras breve vacilación.
Era un hombre de unos cuarenta años, de cabellos negros, ligeramente entreverados de
plata.
-¡Ah, menos mal!... ¡Empiece! ¡Le escuchamos!
-Pues bien, ahí va... Pero, no, no les explicaré nada, porque soy muy mal narrador y
mis relatos suelen ser secos y breves o largos y falsos. Si no tienen ustedes inconveniente en ello, prefiero consignar todos mis recuerdos en un cuaderno, y leérselos luego.
Sus compañeros, al principio, no estaban dispuestos a aceptar la proposición, pero
Vladimiro Petrovich acabó por convencerlos. Quince días más tarde, se reunían de nuevo.
Vladimiro había cumplido su promesa.
Y esto es lo que había anotado en su cuaderno:

II
Tenía a la sazón dieciséis años. Ello acontecía en el curso del verano de 1833.
Yo vivía en casa de mis padres, en Moscú. Habían alquilado una villa cerca de la
Puerta Kalugski, frente al jardín Neskuchny. Yo me preparaba para la universidad, pero
trabajaba poco y sin prisa.
Nada coartaba mi libertad: tenía derecho a hacer todo lo que se me antojaba, sobre todo
desde que me había liberado de mi último preceptor, un francés que jamás había logrado
hacerse a la idea de que me había caído en Rusia comme une bombe y se pasaba los días
enteros echado en su cama con una expresión exasperada.
Mi padre me trataba con tierna indiferencia; mi madre apenas me prestaba atención, a
pesar de que yo era su único hijo: la absorbían otra clase de preocupaciones.
Mi padre, joven y apuesto, había hecho un matrimonio de conveniencia. Mi madre,
diez años mayor que él, había tenido una existencia muy triste: siempre inquieta, celosa y
taciturna, no se atrevía a traicionarse en presencia de su marido, al que temía mucho... Él,
por su parte, afectaba una severidad fría y distante... Jamás he conocido hombre más
seguro, más tranquilo y más autoritario que él.

martes, 7 de abril de 2009

El humilde ganador


Martes 07 de abril
Teatro: "El soldado fanfarrón"
Autor: Plauto (254-184 a.c.)
Ganador: Mario Tsolakian

lunes, 6 de abril de 2009

Los lances de la Colorada


Lunes 06 de abril
Novela: “Las lanzas Coloradas” (*)
Autor: Arturo Uslar-Pietri (1906-2001)
Ganadora: Marta Zander (“A confesión de partes…”)

(*) “Coloradas con mayúscula, porque son lanzas Coloradas de sangre”

Del prólogo de M. A. A. (autor no leído aún) a “Las lanzas Coloradas”, Salvat Editores, 1970.

La soledad (son cuatro mundos) + aclaración

A pedido de otro (noble) parrafista, amplío la presente entrada.
Particularmente son afirmaciones inteligentes de un escritor que nos dejara pocos meses ha.
Pista adicional: obtuvo el premio Nobel, y fue leido en nuestro irracional espacio radial-digital. Aquellos que quieran arriesgar el nombre del autor, serán bien recibidos!

"La vida de un escritor es extremadamente vulnerable, apenas una actividad desnuda.
No tenemos que llorar por ello.
El escritor hace su elección y queda atrapado en ella.
Es cierto que estás expuesto a todos los vientos, alguno de ellos en verdad helados. Estás solo, por tu cuenta.
No encontrás refugio, ni protección -a menos que mientas- en cuyo caso, por supuesto, te habrás construido tu propia protección y, podría decirse, te habrás vuelto un político".

domingo, 5 de abril de 2009

La semana

Semana femenina en Párrafus. En los títulos o en las autorías, mujeres. Para no desentonar, también una dama entre los ganadores: María Suárez, la Dama de Coghsmopolitan.

El lunes, “Alicia a través del espejo”.
El martes, de Norah Lange, “Cuadernos de infancia” (y ganó María).
El miércoles, de Silvina Bullrich (“gaucho con concha”, pero fémina al fin), “Reunión de directorio”.
El jueves, “Ultimas tardes con Teresa”.
El viernes, “Los cálices vacíos”, de Delmira Agustini.
También, como se ve, clara preponderancia de un género… de género… femenino: novela.

Y este es todo el balance que puedo hacer en una semana en la que mi reciente, creciente, eficiente función de padre me demandó como nunca.
Mis felicitaciones para todos los ganadores –incluso para mí mismo.

(Para curiosear algo más en torno a las obras o los autores, pueden pasar ya mismo de esta página a las de la benemérita Wikipedia o la satanizada Google.)

Y aprovecho, ya que estoy, para reiterar mi saludo a Párrafus (nacido a la noche el 4 de abril de 2006), a su creador y a sus oyentes en el comienzo de su cuarto año triunfal.

Buenos días.
Feliz domingo para todos –pero yo me voy a dormir.

jueves, 2 de abril de 2009

El Dr.Alfonsin y Párrafus Interruptus

Precisamente el lunes a la noche, la víspera de su muerte, me encontré pensando en el Dr. Alfonsín a partir del recuerdo de dos autores de Párrafus.
Estaba viendo distraídamente la tv, cuyo control remoto maneja Cristina, cuando en un determinado momento y canal debí apelar a su compasión para que detuviera el zapping. En el programa de Chiche Gelblung estaba el periodista Nicolás Kasanzew. La leyenda al pie de la pantalla durante la entrevista decía: “Después de Malvinas, un muerto civil”.
Algunos recordarán al joven cronista que allá a principios de los ´80 se ganaba la vida en ATC, uno de los canales estatales de entonces. Era quizá uno de tantos, pero Kasanzew se hizo célebre por haber sido enviado a cubrir el conflicto de Malvinas en el ‘teatro de operaciones’. Parece que desde allí, necesariamente –de acuerdo al mandato recibido-, contribuyó a la mentira en que todo aquello consistió, más allá de la soberanía discurseada y de la sangre de los hombres.
Ahora, la otra noche, entrevistado por Chiche, protestaba y se defendía del ostracismo a que fuera sometido en su profesión a la vuelta de aquella corresponsalía. Y en un momento contó que, a principios de 1984, aprovechando la asunción de nuevas autoridades democráticas, apeló, primero, a Miguel Angel Merellano, designado interventor de ATC, y luego a la secretaría de cultura. Fue entonces que dijo algo así como: “Me recibió el Sr. Carlos Gorostiza, secretario de cultura. Parado detrás de él estaba Marcos Aguinis, el subsecretario. Me dijeron, después de escuchar mi queja por mi situación, que tenían órdenes de arriba…” Y agregó: “No hubo nada que hacer, nunca supe si la orden venía de Alfonsín o de Trócoli, pero, más allá de esto, estos dos personajes me hicieron acordar a aquellos funcionarios culturales del stalinismo”. Gelblung, haciéndose el bobo –que le sale tan bien- o verdaderamente ignorante, preguntó: “Y estos dos señores están vivos, ¿no? ¿Qué son? Escritores…”. Kasanzew respondió que sí. Yo pensé: “Ya lo creo que viven, y ya estuvieron en Párrafus”.
Esto es todo. Quería contarlo, y lo hago a pesar de las connotaciones o suspicacias que este relato pueda suscitar.
Por otro lado, conociendo la fama de Chiche, y como seguramente en algunos círculos se sabía que el desenlace de la enfermedad del ex presidente era inminente, ahora pienso que el lunes no debe haber sido casual la invitación a Kasanzew para esa entrevista alusiva a aquellos años.

Por último, y ya sin preocupación por connotaciones ni suspicacias, diré que el martes, antes de mi último triunfo, más me apenó la noticia sobre la muerte del cineasta Jorge Prelorán ofrecida por Hugo que el ingreso a la inmortalidad de don Raúl Ricardo.
Y buenas noches, compañeros… oyentes.

miércoles, 1 de abril de 2009

Norah y Silvina: Buen fin y mejor principio


Martes 31 de marzo
Cuento: “Cuadernos de infancia”
Autora: Norah Lange
Ganadora: María Suárez

“Desde la estación Belgrano R. me interno hacia el oeste en busca de uno de los centros de la mitología literaria porteña: Tronador 1746, entre La Pampa y Virrey del Pino, la casa de los Lange.
“Un ingeniero noruego llamado Gunardo Lange llegó a la Argentina a fines el siglo XIX y aquí se casó con Berta Enfjord, hija de escandinavos. Nacieron cinco hijas: Irma, Haydée, Chichina, Norah, Ruth. Finalmente, un varón, Juan Carlos. Los Lange se fueron a vivir a una enorme casa en la calle Tronador, barrio que se llamaba Vila Manzini (pero, ¿no estábamos en Belgrano, en Villa Ortúzar, en…?), que pronto se llenó con las risas y las gracias de aquellas cinco bellezas. El ingeniero Lange era un hombre rubio y feliz, viajaba mucho por sus funciones como cartógrafo (fue llamado el Livingstone del Pilcomayo, ya que descubrió zonas inexploradas del norte argentino) y era muy bueno: siendo protestante, permitió que Berta criara a los hijos como católicos. Pero Gunardo murió joven, n 1915, cuando Norah tenía sólo nueve años. Entonces Berta crió sola aquel familión.
“Las cinco hermanas Lange, altas, de piel blanquísima, rubias o, como Norah, de llameantes cabellos rojos, estuvieron muy pronto rodeadas de admiradores. Berta hizo de la calle Tronador un centro mundano-literario. A lasreuniones que allí se celebraban no faltaba ninguno de los jóvenes escritores del momento. Un primo de Borges, Guillermo Juan, que también escribía, y que estaba emparentado con lasLange, comenzó a invitar a estos literatos en ciernes. Se declamaba poesía, se discutían temas culturales, se practicaban entretenimientos de salón, se hacía música: por supuesto, piano, pero ¡también bandoneón! Y hastase bailaban tangos.
(…)
“De tanto hablar con escritores, a Norah le picó el bicho y publicó su primer libro de poemas : ‘La calle de la tarde’. La autora tenía19 años y un prologuista de lujo, Jorge Luis Borges.
(…)
“Leopoldo Marechal convirtió al grupo de poetas martinfierristas que rodean al protagonista de ‘Adan Buenosayres’ en personajes y narró una velada en la casa de la calle Tronador, donde la familia Lange es la familia Amundsen. Allí comparecen, ‘con ribetes grotescos y alusiones punzantes’, señaló un crítico, esos personajes que apenas están velados por nombres supuestos: Adán Buenosayres es el propio Marechal, Shultze es Xul Solar, Tesler es Jacobo Fijman, el petiso Bernini es Raúl Scalabrini Ortiz, Pereda es Jorge Luis Borges, Fredy Amundsen es Juan Carlos Lange. En cuanto a las féminas, Solveig Amundsen, de la que está enamorado Adán, es Norah Lange.
“Sobre la vida amatoria que se desarrolla en la calle Tronador, María Esther de Miguel aporta mucho dato. Así, nosenteramos de que Borges y Xul le arrastraron el ala a Haydée, la mayor de los Lange, que sin embargo prefirió a un poeta apellidado Bosco, que se suicidó joven. En cuanto a Norah, todos bebían los vientos por ella (dice Petit de Murat: ‘para nosotros en aquel instante toda la poesía se concentraba en Norah Lange’). Finalmente, quien se llevó el gato al agua fue Oliverio Girando, como saben los lectores que hayan leído mi recorrido por Retiro, donde visité la casade Suipacha 1444.”

Alvaro Abós, “Al pie de la letra. Guía literaria de Buenos Aires”, Grijalbo, 2005



Miércoles 01 de abril
Novela: “Reunión de directorio”
Autora: Silvina Bullrich
Ganador: el Marce Perenchio

“Nacida en 1915, Silvina Bullrich perteneció a la segunda generación de escritores argentinos del siglo XX.
(…)
“Una primera etapa sería la inicial, que comprende cinco novelas, escritas entre 1939 y 1944, a razón de casi una por año: ‘Calles de Buenos Aires’, ‘Saloma’, ‘Su vida y yo’, ‘La redoma del primer ángel’ y ‘La tercera versión’. No aparece en estas obras –es obvio, dado lo temprano de esta producción, ningún perfil personal acusado y su valor es escaso.
(…)
“La segunda etapa se inicia con un éxito franco: ‘Bodas de cristal’ (1951). (…) Con ella se inicia un conjunto de narraciones de temática básicamente sentimental y ancladas en las cambiantes formas de las relaciones amorosas entre un hombre y una mujer. (…) A esta etapa sentimental (uso el adjetivo en el sentido que le da W. Wordsworth: ‘la emoción contemplada en el tiempo’) pertenecen: ‘Teléfono ocupado’, ‘Mientras los demás viven’, ‘Un momento muy largo’, ‘Te acordarás de Teormina’ y ‘Los pasajeros del jardín’.
(…)
“Una tercera etapa se orienta hacia lo social. La afirma con ‘La creciente’. Su mayor logro se dio en la trilogía: ‘Los burgueses’ (1964) –traducida al polaco, al rumano, al checoslovaco, al italiano- es la más perdurable de los tres; ‘Los salvadores de la patria’ (1965) y ‘Los monstruos sagrados’ (1971). También podríamos señalar otros agrupamientos. Uno, la trilogía de las novelas de Punta del Este: ‘Mañana digo basta’ (1967), ‘Mal don’ (1973) y ‘Los despiadados’ (1978). Otro, una cuarta etapa evolutiva, en que la autora incursionó por el conturbado mundo de los intereses económicos y los conflictos del poder, de moda, por entonces, a partir de ciertos best sellers norteamericanos, modelos del género. En esta línea podrían situarse ‘Reunión de directorio’ (1977), ‘Será justicia’ (1978), ‘Escándalo bancario’ (1980) y ‘¿A qué hora murió el enfermo?’ (1985).”

Pedro Luis Barcia, “La catarsis del autor: de lo autobiográfico a lo ficcional”, prefacio a “Los pasajeros del jardín”, Ediciones Nuevo Siglo, 1995, vendido con el diario Crónica (Biblioteca100 X 100)


“Los pasajeros del jardín” es la más autobiográfica de las narraciones de Silvina Bullrich.
Lo recuerda ella misma en un par de ocasiones: “’Los pasajeros del jardín’ es totalmente autobiográfica. Se trata de la muerte de mi segundo marido, Marcelo Dupont. Nos queríamos profundamente, tiernamente, apasionadamente, con la piel, con el corazón, con el razonamiento, en una comunión de gustos literarios, de amor por Francia que era nuestra segunda patria, por el teatro francés, al que ibamos todas las noches cuando estábamos en París, en ese París en el cual nos conocimos y nos quisimos a la primera mirada. Eramos también amigos, compañeros, cómplices contra el mundo que se nos oponía. Era un amor demasiado completo para que me durara así.”
Llevada al cine, la realización fue de Alejandro Doria y sus protagonistas Graciela Borges y Rodolfo Ranni.”

Contraportada del mismo volumen.