Ahora que nuestro conductor habló de ello, confesando que le dejó un sabor agridulce la extrapolación de Párrafus a la otra radio, me siento mejor habilitado para escribir algo al respecto. Hasta hoy, a pesar de haber anunciado el acontecimiento por este medio (chichoneando incluso con el tema), dejé que un piadoso manto de silencio reposara sobre la experiencia.
El Párrafus Interruptus jugado en Mitre, el jueves pasado, resultó, por lo menos, desprolijo.
Hugo leyó un cuento. Había anunciado en Nacional que, en estos cuatro jueves de enero en la radio colega, se permitiría repetir autores ya leídos. El cuento elegido fue uno de Roberto Fontanarrosa. En las primeras líneas se mencionó El Cairo, ese bar donde se cuentan o trascurren muchas de las historias que escribía el rosarino. Fue fácil, entonces, para quienes estamos aunque sea mínimamente familiarizados con su obra, reconocer al autor. Pero, personalmente, no leí tanto a Fontanarrosa como para identificar ese relato.
Una oyente, en cambio, creo que la que llamó desde Israel, dijo haber sido amiga suya y conocer muy bien todos sus cuentos. Pero no recordaba el título del que se estaba leyendo. Y esto lo contó, muy suelta de cuerpo, en charla con Hugo, porque ese llamado fue pasado al aire.
A continuación, o antes, no recuerdo bien, otra mujer interrumpió la lectura con solo la mitad de la respuesta. "Fontanarrosa", dijo, exultante. "¿Y el título del cuento?", preguntó el conductor. "Ni idea", dijo ella.
Después de cada una de estas interrupciones infructuosas, Hugo retomó la lectura. Por fin, un oyente del barrio de Belgrano, creo que llamado Alberto, dijo que el cuento era "La mesa de los galanes", y su autor, Roberto Fontanarrosa.
Esta mecánica inhabitual del Párrafus admite un par de hipótesis. O bien el equipo de producción, coordinación de aire, auxiliar, o como se llamen, no entendieron la explicación del juego que Hugo brindó antes de empezar (y que, supongo, ya les había dado en privado); o bien estos mismos asistentes, que disponen de cierto creciente poder de desición en las emisoras más importantes -según leí por ahí-, quisieron darle al juego, mediante esas extemporáneas participaciones fallidas, mayor carácter de "show radial", tal como ellos lo entienden.
No sé si habrá sido esta misma sensación de desprolijidad lo que motivo el desanimado comentario de Hugo, anoche, al comienzo del programa. Digo que, para un purista del juego (y un memorioso de la reprimenda que recibió Lucas Gatti en ocasión de la gaffe de Julián Sánchez), esta ripiosa experiencia parrafista exige un meditado ajuste con vistas al próximo jueves.
Y acerca de la elección del autor, en un principio también me amargué. Pensé en una metereta imposición del Multimedio. Pero después me dije que bien podía tratarse de una forma de agradecimiento de Hugo, por medio de la lectura de ese ícono del Clarín, a la casa que en este verano le abrió sus puertas.
Se ve que ya la paternidad me está ablandando... ¡Maldición!
Pude haber comentado esto con nuestro conductor durante la charla sostenida tras mi nueva victoria, la segunda de enero. (¿Será posible, ya, otra vez, punteando el certamen? ¡Me caigo y me levanto!, como decía mi viejo.) Pero nos entretuvimos hablando bastante, como pocas veces, del autor de la noche: Howard Philip Lovecraft, de quien se leyó "El color que cayó del cielo". Además, hasta después del programa no elaboré del todo las precedentes reflexiones -es decir, no las escribí.
El libro que gané, de cuentos de Lovecraft, se llama "La sombra sobre Innsmouth".
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