martes, 2 de junio de 2009

Cuando alguien capta el alma de una novela

Y la lleva al cine, se produce una cuestión mágica, una reacción química que libera energía invisible, pero palpable.
Bien, eso mismo logró Stanley Kubrick al filmar Barry Lindon.
Película de 1975, rodada en ambientes de época, y con un laburo de iluminación pocas veces visto, donde hay luz natural, o efectos de vela a lo sumo. Para eso recurrió a unas lentes Zeiss, que adaptó para las cámaras.
La fotografía confiere entonces el clima de efecto sombrío, logrando el objetivo de llevar al espectador 200 años atrás.
Si los detalles contemplan esto, imaginaos que no hará la música: Schubert, Bach, Haendel y temas celtas.
Kubrick y William Makepeace Thackeray, una dupla interesante, compatible y trascendente.
Barry Lindon, así lo atestigua.

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