domingo, 21 de junio de 2009

Una noche en el banco

Bs.As. Sábado 20 de junio de 2009
Objetivo: XXXX
Turno: 19:00 a 07:00
Operador: Perenchio, Marcelo

19:00 Siendo la hora indicada, me hago cargo del puesto CCTV con los elementos asignados y las novedades asentadas por la guardia saliente.

(…)

Hola.
No me van a creer, pero con el triple triunfo de Eduardo González me dieron ganas de volver a escribir. Así que hoy, para la serena guardia del sábado, me traje la notebook al trabajo y ahora tengo casi doce horas por delante para estar con ustedes, queridos compañeros oyentes… Bueno, doce no; digamos dos o tres. Y “queridos”…Bueno, digamos compañeros, a secas.
Eduardo González es aquel oyente que apareció a mediados del año pasado para ganar por primera vez con “Palo y hueso”, de Juan José Saer. Por primera vez en el ciclo actual, porque, contó entonces, solía ganar en el anterior Párrafus vespertino. Reapareció luego, en este 2009, en uno de los escasos programas del pasado enero- coscoíno y vacacional; reconoció en esa oportunidad “El criticón”, de Baltasar Gracián. Y ahora, esta semana, reapareció el miércoles, reapareció el jueves y reapareció el viernes.
El año pasado me había gustado (lo escribí acá) cuando también contó que a veces, en aquellos Párrafus de jueves, aunque supiera la respuesta no llamaba si el libro anunciado como premio no le interesaba. ¡Mirá que gallito!, pensé. Así que si ahora lo felicito y celebro no es sólo porque con su triple reaparición impidió nuevos triunfos de los actuales reincidentes (entre los que ya no me cuento), sino porque por fin fundamenta aquella encomiable jactancia. Y si con la primera y la tercera de sus victorias me aventajó inexplicablemente (pensé en Benito Lynch y en Vinicius, pero mi terminal decadencia no permitió que recordara ningún título), bueno, eso es lo de menos.
Pero vayamos en orden. El raid de Eduardo fue como sigue.
El miércoles, la lectura de un texto de evidente asunto gauchesco, telúrico u ornitológico –más la omisión de una denominación geográfica o solariega-, le dio la pauta de que se trataba de “Los caranchos de la Florida”, la novela de 1916 del platense Benito Lynch.
A propósito, me asombró que en ocasión de esta lectura no aparecieran antes Mario Tsolakian o Fernando Terreno. No sé si alguien más lo verá así: hay textos que parecen destinados a determinados oyentes. Por ejemplo, creo que ningún otro que Tsolakián podía ganar con la poesía de Andrés Bello. Nadie más que Fernando con Alvaro Yunque. Nadie sino Quique Figueroa con… J.M. Coetzee. Ninguna más que Verónica Cornejo con “Las descentradas”. Sólo María Suárez con “El vengador”, de Thomas de Quincey. Sólo yo con… Ah, no, con Pavese me ganó López Motta. ¡Maldición! Bueno, sólo yo con Pessoa.
Eduardo González, entonces, empezó su triplete con“Los caranchos…”. Pero lo mejor vino a la noche siguiente.
Hugo anunció Cuento. Cuentos varios, cortos, cada uno con su título porque ninguno llevaba el título del libro que había que desentrañar. Y ese libro era para Eduardo. El autor es un italiano nacido en Egipto y afincado en México a sus quince años; para mí, un absoluto desconocido: Fabio Morábito. (Lo más parecido que escuché es Garabito, que es un pintor.) Pero el oyente de Témperley lo conoce bien. El volumen se titula “La lenta furia” y, con él, Eduardo obtuvo la más rápida victoria de lo que va del mes: 25 segundos. Y se ganó el mismo libro que Hugo leía, que ya tuviera y perdiera años atrás. Porque lo conoce y le gusta mucho el tal Morábito; nombró también un volumen de ensayos y recordó que “La lenta furia” está dedicado a nuestra Silvina Ocampo, con quien la prosa y la temática del egiptálico-mexicano estaría emparentada.
Por lo pronto, en los escasos segundos de lectura asistimos a un planteo muy sugestivo: alguien cuenta cómo una cierta madre acostumbra “pasar para el cuarto” a los compañeritos de juegos de su hijo. Ese relato se llama “Las madres”, y con aquella en el comienzo no quiero pensar cómo serán las otras… En fin, para saber algo más sobre el autor, ver el reportaje que colgué en el Blog anteayer.
Y ayer, viernes -noche laboral de jueves para mí-, una vez más me quise morir.
Igual que Eduardo, cuando apareció la primera prosa del libro que nuestro conductor anunciara como miscelánea de poesía y cuento, pensé en Vinicius. Los poemas anteriores, con esas rimas de apariencia tan sosa, me remitían asimismo a alguien de la calaña de Amado Nervo, Rubén Darío o similares. Pero los nombres de los músicos que el poeta esparciera por su prosa (Baden Powell, Joao Gilberto) me hicieron pensar tentativamente en el brasileño. Sin embargo, no conocía ninguno de los títulos de sus poemarios, y no atiné a deducir –como hacía antaño- que bien podría ser “Para vivir un gran amor”, aquella canción de Vinicius que hasta Cacho Castaña versionara -¿o me equivoco? Y así era. Tras nueve minutos de lectura, sobre el filo de la una, Eduardo apareció por tercera noche consecutiva y dijo: “’Para vivir un gran amor’, de Vinicius de Moraes”.
Abundando en la obra musicalizada del poeta y diplomático carioca, diré que soy feliz poseedor de sendos casetes con las grabaciones en vivo, en La Fusa de Buenos Aires y en la de Mar del Plata, de los espectáculos de Vinicius y Toquinho con María Creuza, uno, y con María Bethania, el otro. Y también tengo aquellos en los que al dúo de poeta y compositor acompañaran Ornella Vanonni y Marilia Medalha. ¿Cómo? ¿Si los presto para copiar? ¡Nunca! Busquen y bajenselós de Internet, chicas modernas.
Tres triunfos seguidos para el hombre de Témperley, entonces. Se suma así a la lista de tritriunfadores que hasta ahora conformábamos con Gustavo Glanzman, María Suárez y Quique Figueroa. Eso sí, yo lo hice dos veces. Y debo repetir –ante la duda de Hugo- que soy el único que en este ciclo nocturno ganó cuatro juegos consecutivos. Eduardo tiene ahora, este lunes, la chance de igualar ese record… por lo cuál solicito humildemente a cualquiera de los más recalcitrantes reincidentes –incluso a Verónica Cornejo- que tengan a bien imponerse en este próximo juego, ya que yo continúo meado por los caranchos.

Pero, más allá y antes de Eduardito González, también hicieron su aporte esta semana el Mario Tsolakian, una ganadora nueva y una autora invitada.
El lunes, la lectura también superó los nueve minutos. Era ya muy cerca de la una cuando una oyente reconoció al español Juan José Millás y su novela “El orden alfabético”. Ella fue Alba Invernizzi, una profesora de filosofía residente en Martínez. No tengo muy presente lo que contó Alba en la breve charla con Hugo y no tuve tiempo de escuchar la grabación onlain, pero lo más destacable de esa noche, creo, fue la picardía de nuestro conductor –así la denominó él al día siguiente.
Resulta que el tipo empezó aquel programa, como hace a veces, con la lectura completa de un cuento. En este caso, uno llamado “El hombre que imaginaba catástrofes”. También memoró cuando entrevistara al autor de aquel cuento en “Por amor al arte”. Y después anunció el género de esa noche, novela, y refrescó las reglas del juego y empezó a leer. Y leyó durante más de nueve minutos, y cuando yo ya imaginaba la catástrofe de otro Ininterruptus, apareció Alba, la nueva ganadora (*), y la novela era “El orden alfabético”, y el autor era Juan José Millás… el mismo del minicuento del comienzo, el otrora entrevistado por Hugo. Qué picardía, ¿no? Empezar hablando de alguien como al desgaire (¿?) y después presentar como enigma algo de ese mismo fulano. Inédito, realmente O, ¿cómo lo llamarían ustedes?

Juan José Millas escribió también una novela llamada “Tonto, muerto, bastardo e invisible", que me parece un título muy atractivo. Lo que no pude recordar bien es si se trata del autor de “La soledad era esto”, que filmara hace unos años Sergio Renán. “El orden alfabético” empieza con un niñito curioso y fantasioso en torno a los libros y las palabras; después, parece que la fantasía se le sube a la cabeza y descubre un mundo paralelo al otro lado de una puerta, de un espejo o de un armario, no me acuerdo bien. La verdad, poniendo en la balanza aquel lindo título y este flojo comienzo, creo que a Millás lo dejaría para otro momento.

Y el martes fue la noche de Mario Tsolakían. El doctor en Economía y casi licenciado en Historia del Arte se hizo presente para descifrar el que sería el primer volumen de minificciones de la semana: “La sueñera”, de Ana María Shua. Y tuvo la suerte de charlar al aire con la autora, que esperaba entre bambalinas empapada en adrenalina.
Además, agregando otra al extenso catálogo de auténticas magias que Párrafus propicia, Mario contó que ese mismo día había empezado a leer la primera novela de Ana María. La tenía a mano y leyó las primeras líneas; la autora la reconoció: “Soy paciente”, dijo.
Paciente tuvo que ser, en verdad, para llegar a la publicación de su primer libro de cuentos. Acá me traje el número 7 de la revista ‘Lea’, de octubre del 2000, para copiar algo sobre la Shua. En una entrevista de Fernando Chiappussi se lee:

-“La sueñera” había aparecido por primera vez en un colección de ciencia ficción argentina de Minotauro .
-Sí, y le estoy muy agradecida a Marcial Souto por la oportunidad. “La sueñera” tuvo muchos rechazos. En Losada, que publicó mi primera novela “Soy paciente”, Beatriz Guido me aconsejó que no la publicara porque era ‘demasiado femenino’, lo veía débil en relación con la novela.
-¿Estos libros fueron planificados desde el principio, o recopilaste ideas anotadas en forma esporádica?
-No es al azar, cada uno de estos libros surge de un proyecto deliberado. Cuando empecé “La sueñera” era muy jovencita: hice dos o tres textos, me entusiasmé, y pensé que iba a ser capaz de hacer uno por día. Eso generó una disciplina bastante feroz, y cuando tenía unos ciento cincuenta tuve que parar, porque no se me ocurría ni uno más. Después de un tiempo pude volver a empezar. Para “Casa de geishas” y “Botánica del caos” empecé con la más modesta meta de escribir diez textos por mes (que no siempre cumplí). Cada uno de esos libros me llevó unos tres años. Me he propuesto llegar a unos trescientos textos y así tener margen para elegir y descartar, pero siempre hay un punto en que el libro se termina, por alguna razón que no puedo manejar ni comprender. La máquina se para y, a partir de ahí, por más que me esfuerce, todas las ideas que salen ya las escribí.

Tenemos “Soy paciente” y “Los amores de Laurita” en casa. Lo dos se los regalé a Cristina hace unos años, sin éxito; nunca los terminó. Y eso que el segundo me lo pidió especialmente después de ver la película en televisión. “Soy paciente”, en cambió, enterado vagamente de su anécdota, se lo regalé cuando estaba por hacerse su segunda cirugía por la senucitis (¿se escribe así?). Pero como no estuvo internada ni doce horas, nunca lo leyó. También tenemos, ahora me acuerdo, “Cabras, mulas y mujeres”, una recopilación que hizo la Shua de relatos tradicionales y folklóricos acerca de la denigración que en todo el mundo y todas las épocas se hizo de la mujer. Ese está bueno. Las novelas, sabiendo que esta autora aparecería en Párrafus, yo también las empecé… pero sólo eso.

Bueno, esto va siendo todo.
-¿Cómo, ya se va?
Sí, ya sé que dije “dos o tres horas” y ustedes leyeron esto en diez minutos. Pero, como no domino integralmente la dactilografía y sólo tipéo con un dedo –este-, créanme que pergeñar y escribir estas páginas me llevó desde las siete y cinco de la tarde hasta las once y media que son ahora.
Lástima, me perdí el programa de Rómulo Berrutti en radio Cooperativa. Bueno, voy a ver qué encuentro para escuchar en las escasas emisoras que pueden sintonizarse en este cubículo catódico. O si no pongo alguna música que tengo en la máquina. “Una noche en la ópera”, de Queen. Pappo´s Blues volumen 3. Pastoral. Sex Pistols. ¡Zambayonny! Sí, voy a escuchar la recopilación de Zambayonny que me bajó el año pasado mi viejo compañero Gabriel C.
A propósito.Todos estarán enterados de esa película nacional donde actúan los Parrafistas Laiseca y Fogwill; “El artista”, se llama. La protagoniza Sergio Pángaro, que es una especie de cantante retro. Bueno, ahí también hace una aparición el ídolo de Bahía Blanca, el ya famoso “Zamba”, el autor e intérprete de temas como “¿Qué mierda hago en Tokio?”, “Arreglo floral en el culo” y “La incogible”. Otra que Vinicius de Moraes…
Bueno. Si más tarde me dan ganas copio alguna otra cosa de la “Lea”.


Más tarde…
No, no tengo más ganas.
Chau.

07:00 Entrego la guardia del sector CCTV al señor XXXX, con los elementos asignados, sin más novedad.




(*)Acerca de la cantidad de ganadores en lo que va del actual ciclo nocturno, debo corregir un error de la semana pasada; con Delia y María Luisa habíamos llegado en realidad a 79; con Alba, ya somos 80.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

El libro de Fabio Morábito "La Lenta Furia" no está dedicado a la Sra. Ocampo, sino a otra señora.

La frase: “Ninguna cosa es más importante que otra” está citada a continuación, unida al nombre de Victoria Ocampo. No por ser la frase más importante que ella concibiera -ella misma confiesa no hacer cosas más importantes que otras- sino porque el Sr Morábito la emplea en el penúltimo texto titulado “Mi Padre” del libro leído por Hugo.

Y está claro que esta cosa no es más importante que la otra cosa.

Vera dijo...

Querido Marcelo y demás parrafistas:
Sigo invicta!!
Desde hace años no logro ganar al Párrafus y cambiar palabras con Huguito. A esta altura creo que merezco un libro "Sin título" de autor Anónimo... jajaja!

Quiero invitarlos muy especilmente a conocer mi Isla. Queda en: http://agarramequelomato.blogspot.com/
Mencionando el programa serán atendidos por los nativos a cuerpo de rey, y conducidos a la caverna que me tomé el atrevimiento de reservarles.

Besos y muy buenas noches!!

Vera dijo...

Querido Marcelo y demás parrafistas:
Sigo invicta!!
Desde hace años no logro ganar al Párrafus y cambiar palabras con Huguito. A esta altura creo que merezco un libro "Sin título" de autor Anónimo... jajaja!

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Mencionando el programa serán atendidos por los nativos a cuerpo de rey, y conducidos a la caverna que me tomé el atrevimiento de reservarles.

Besos y muy buenas noches!!

Vera dijo...

Querido Marcelo y demás parrafistas:
Sigo invicta!!
Desde hace años no logro ganar al Párrafus y cambiar palabras con Huguito. A esta altura creo que merezco un libro "Sin título" de autor Anónimo... jajaja!

Quiero invitarlos muy especilmente a conocer mi Isla. Queda en: http://agarramequelomato.blogspot.com/
Mencionando el programa serán atendidos por los nativos a cuerpo de rey, y conducidos a la caverna que me tomé el atrevimiento de reservarles.

Besos y muy buenas noches!!

Marcelo Perenchio dijo...

¡Muy bueno! ¡Por fin Comentarios nuevos con genuinos aportes comunicativos! ¡Y uno repetido, tal como ahora se estila con los autores! A vera prometo visitar su página a la brevedad. Al Anónimo agradezco la corrección(también en nombre de Edu González). Y a Carosul, le pregunto: con la frase que citás, ¿aludís al juego Parrafista?

Anónimo dijo...

¡Carolus!

Marcelo Perenchio dijo...

Excuse-moi, Anónimo. La premura del locutorio ruidoso me hizo confundir la tecla. Quise decir 'Carolus'. Y a Carolus vuelvo a consultar: ¿Es una cita del libro que recomendás o un resumen tuyo?