Fue con Novela y coloquio que pasó entre Cipión y Berganza, mas conocido como El coloquio de los perros.
El parrafista veloz, fue Mario Tsolakian, el joven palermitano, cultor de las letras, quien habló con solvencia y firme recuerdo de varias cuestiones de Miguelito.
Lo cierto es que el Manco de Lepanto, fue un adelantado.
Vaya por caso, el ardid que hace al sacar la segunda parte del Quijote, frente a una continuación apócrifa de su primera parte.
Pero lo hace, no por orgullo, sino para no perder el subsidio que estaba cobrando como escritor. Esto lo mueve a terminar la segunda parte en tiempo récord.
Así y todo, Cervantes, incluye parte de los personajes apócrifos, y los entremezcla en su segunda parte. Una metanovela.
Por eso creo, el tipo hubiese sido feliz con el cine, o con internet, por esto de la intertextualidad que nos muestra, como una joya oculta.
De hecho, en El coloquio, vincula al militar de El casamiento engañoso, quien en medio de sus delirios febriles, asiste al diálogo entre dos perros que conversan. Son Cipión y Berganza, y de este modo, y al mejor estilo de musicalizador avezado, hace un enganche propio de Alejandro Pont Lezica, pero en tono literario. Adelantandose unos 365 años.
En la dedicatoria de su última obra, publicada en 1617 como póstuma, Los trabajos de Persiles y Sigismunda, que ofrece al conde de Lemos, escribe: "Aquellas coplas antiguas, que fueron en su tiempo celebradas, que comienzan: "Puesto ya el pie en el estribo," quisiera yo que no vinieran tan a pelo en esta mi epístola, porque casi con las mismas palabras las puedo comenzar, diciendo: "Puesto ya el pie en el estribo, con las ansias de la muerte, gran señor, ésta te escribo." En varios aspectos, Cervantes aún hoy deleita y sorprende.
No en vano nuestro español, se conoce como "la lengua de Cervantes".
Por si os interesa acceder al Coloquio desde la web, podéis hacerlo desde aquí.
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