sábado, 11 de agosto de 2007

Desbarranco

Lunes 6 de Agosto


Lo que sé de Boris Vian

Creo que cuando el programa se interrumpió Hugo estaba por hablar de Vernon Sullivan. Pero no había quedado tiempo para nada. La obra teatral elegida demandó más de once minutos de lectura, hasta que apareció la oyente María Salvadora Suárez, de Coghlan, para decir que se trataba de “Los constructores de imperios”, del novelista, poeta, dramaturgo, músico, patafísico, francés... de Boris Vian.
El multifacético escritor recurrió también al seudónimo. Como Vernon Sullivan firmó una novela policial que llamó “Escupiré sobre vuestras tumbas”. Inventó también una biografía para este autor: lo hizo norteamericano, de raza negra y cultor del género policial más duro y desnudo, al que agregó un tinte semipornográfico que resultó escandaloso para las letras francesas de los años ’50. Pero el verdadero escándalo llegó más tarde.
Vian no había revelado a nadie, creo que ni a su editor, que Sullivan no existía. La novela fue recibida triunfalmente por la Crítica, el Público demandó otras obras del americano (se publicaron dos libros más) y, cuando se supo la verdad, estas dos entidades ideales denostaron a Vian y los medios de ese entonces lo condenaron (pero yo creo que a él no le importó) a una especie de ostracismo. Sin embargo, el verdadero castigo –pensarán algunos- llegaría después, en 1959, cuando, durante una función privada de la película que se hizo con “Escupiré sobre vuestras tumbas”, Boris Vian sufrió un ataque cardíaco que lo mató.
Esto, además de otras cosas, se cuenta en un artículo de la revista El Péndulo, de comienzos de la década del ’80, que ahora no tengo a mano, Cito el episodio de memoria. También puedo recordar que, más recientemente, otra revista, más “literaria” ésta, de la que solo leí un número, rindió homenaje al escritor desde su nombre: “V de Vian”.
Y, volviendo al programa, ¿qué más decir de la multilectora María de Coghlan? Bueno, que con esta alcanza su victoria número 30 (en el ciclo nocturno de Párrafus) y se acerca vertiginosamente al podio de mis 34.
¡Maldita sea mi estampa!




Martes 7 de Agosto

Acerca de ¿Lima Quintana?

Hoy sucediò una reapariciòn que es como un ganador nuevo -de los que tanto anhelamos. Ganadora, en verdad.
La oyente Olga Diaz, de Villa Urquiza, apareciò por segunda vez en Pàrrafus, despuès de aquel 31 de julio de 2006, como ella recordò, cuando ganara con la obra teatral "La Fiaca", de Ricardo Talesnik.
Hoy,lo que se leyò fue poesìa, y Olga supo muy bien responder que se trataba de poemas de "La breve palabra", de Hamlet Lima Quintana. Felicitaciones, y que se repita.

De Hamlet Lima Quintana me acuerdo todos los días, por una cosa o por otra. Pero todo a partir de un solo verso, no sé de qué poema o canción suya, que una vez escuché en la radio. Aparte de eso, solo conozco de su obra un poema llamado “Teoría de la pajarita de papel”, que está en una antología de poetas de los ’50, y seguramente algunas canciones que en verdad no sabría precisar. Es más, el verso que recuerdo a diario tal vez no sea suyo: me parece que lo escuché en “Raices”, hace mucho, y es posible que en realidad pertenezca a Armando Tejada Gómez, otro poeta que Blanca Rébori suele recordar. Pido disculpas a los buenos lectores de poesía por esta duda o confusión.
El verso dice: “Todo es un inmenso reloj”.
Lo interpreto de acuerdo a lo que mis diarios desplazamientos por la ciudad me sugieren. Lo aplico (me lo repito mentalmente) cuando veo las repeticiones de lugares y personas a mi alrededor, a medida que viajo desde mi casa al trabajo. Pero no me refiero a la determinada llegada del tren a la estación de Laferrere, por ejemplo (que ojalá llegara realmente todos los días a las 16.29), sino a cosas más azarosas pero reiterativas que se ven por todas partes, tal vez sin exactitud cronométrica pero sí difusamente rutinarias.
Sombra de árboles (cuando hay sol) sobre una casa vieja de Barracas, cuando ya bajé del tren en estación Buenos Aires y camino hacia el hospital. Un perro que me mira pasar si su dueña lo sacó a la plaza ese día. Chicos de la villa que vuelven de la escuela por la avenida Velez Sarsfield. Otros trabajadores con los que me cruzo.
“Todo es un inmenso reloj”, pienso entonces, y pienso que no necesito llevar uno en la muñeca, y que entonces no tiene que afectarme mi resistencia a todo tipo de colgantes y aprisionamientos, cadenitas, anillos, pulseras, esposas...





Miércoles 8 de Agosto

Desbarranco

Un viejo y perdido amigo de mi entera confianza me enseñó esto: No se puede creer en nadie.
Hace poco, desde una reciente Entrada en este Blog, saludé sinceramente al oyente que se me adelantó en la llamada y quedó con la victoria cuando se leyó “Viaje al fin de la noche”, la novela de Celine. Me había gustado que el ganador fuera un buen lector del libro y pudiera hablar sobre él con sentimiento y sapiencia, mejor, tal vez, de lo que yo hubiera podido hacer.
Hoy, esta noche, este señor reaparece (y es apenas su 4° victoria) para responder que la lectura fue “El Barranco”, de José María Arguedas. Cuenta que no leyó el relato, pero esto no sería nada –y no soy yo, precisamente, quien pueda reprochar a alguien por eso. Pero el tipo, muy campante y sin temor al anacoluto, agrega que averiguó de qué obra se trataba a través de un buscador de Internet.
Dijo que le daba vergüenza confesarlo, es cierto. Lo confesó, es cierto –quizá hubo otros que hicieron lo mismo y nunca lo sabremos. Dijo que le parecía lícito recurrir a este método “después de dos minutos de lectura”. “Para que no se repita lo del programa 128”, tal su propósito, muy loable, es cierto. Pero yo creo que esto es el final de muchas cosas. Creo que, a partir de esta maniobra tecnológica, nuestro juego ha sido desnaturalizado.
Paredero, ante la queja telefónica de otros oyentes, preguntó retóricamente si acaso se le debía embargar la computadora a este señor de Rafael Calzada. A propósito, recuerdo que Hugo, hace unos meses, mencionó la sospecha de algún oyente acerca de que yo recurría a Internet para ganar con tanta frecuencia. No me hacía falta aclarar nada al respecto, Hugo conoce mi situación, pero en charla con él conté una vez más que no tengo computadora ni Internet (publico esto desde un locutorio) y que escucho el programa en mi lugar de trabajo, sin siquiera mis libros al alcance. Por eso, esto de hoy me indigna especialmente. Y digo, en principio, que voy a reconsiderar muy detenidamente mi futura participación en el programa –reconsideración ya iniciada, de lo cual puede dar fe la compañera oyente María Suárez, de Coghlan, a quien, vía e-mail, le adelanté hace un mes mi decisión de no volver a ganar con libros que no haya leído.
Todavía me acuerdo que en aquella Entrada le deseé suerte a este oyente (que hoy no merece ni que lo nombre); que ojalá estuviera acertado, le dije, con su presunción de que en lo venidero comenzarían a leerse en Párrafus los títulos de su biblioteca. Hoy supongo que por entonces, hace más o menos un mes, el tipo había hecho la solicitud del Speedy a Telefónica, que ahora ya se lo instalaron, allá en su alejado suburbio, y que, sin hesitar, dio inicio esta noche a su pérfida artimaña informática para seguir ganando el juego.
¡Y yo además le deseé velocidad dactilográfica en el teléfono!
¡Qué iluso soy!
No aprendo más yo, tampoco, ni en el juego, ni en el amor.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Perenchio, no seas tan duro. No te enojes por todo, caramba. Si me permitís molestarte un minuto, quisiera comentarte algunas cositas.

Hace un tiempito, cuando Hugo mencionó tu blog vine a ver qué se trataba. Conocía tu voz, te había escuchado ganar muchas veces, pero quería decirte que tal vez me sorprendí un poco con algunas de las cosas que escribís aquí.

Me gusta el programa, me gusta el juego. Pero luego de leer tu blog creo que me voy a sentir un poco inhibida de participar, ya que siento que te has puesto en un lugar de evaluador bastante estricto de los ganadores. En ningún lado está escrito que se deben leer ni conocer al detalle las obras objeto del concurso, ni mucho menos poder tener una charla inteligente o didáctica con Hugo.

Yo misma soy una lectora bastante dispersa, desordenada, pero curiosa también. No conozco ni la mitad de los títulos que lee Hugo, pero igual lo escucho con frecuencia. Y me sé el número de teléfono del Parrafus y todo. ¿Y si algún día gano yo? ¿Y si Hugo me pregunta cómo conozco el libro y le tengo que decir que me lo regaló un novio que tenía y leí la primera página para darle el gusto? ¿Te vas a sentir indignado? ¿Vas a dejar de participar? ¿Qué me van a embargar? Hay gente que conoce el libro porque lo leyó en la secundaria hace 35 años y de algún modo lo recordó, escuché algún ganador de esta clase. Es un motivo algo extraño. Pero legítimo, creo, y también creo que es legítimo que alguien busque el libro en Internet. ¿Por qué no lo sería? Los libros, el Parrafus Interruptus son para todos. Para los que leen, para los que leen, para los que adivinan, para los que se desvelaron, para todos. El premio es un libro, vamos. Un libro es una buena influencia, siempre. Dale, dejá que todos participemos libremente y nos divirtamos, incluso los ignorantillos, como quien te escribe, incluso los que googlean. Esto no es la escuela, donde todos tenemos que hacer la misma tarea utilizando los mismos métodos y al mismo tiempo. Por lo menos de 12:30 a 1, estamos jugando.

Espero que no te molesten mi comentario. Me gusta el blog pero me sentía algo molesta por estas cosas y quería decírtelo. Supongo que es posible estar amablemente en desacuerdo. Espero que tus cosas estén bien y te sigo leyendo.

Marta

Alicia dijo...

Estoy en parte de acuerdo, pero NO en eso de Internet. No se puede comparar movilizar recuerdos (de ayer, de hace 2 semanas, de hace 7 años, de hace 40, de la más tierna infancia,...)(y no le veo nada de "extraño" a quien lo logre, más bien aplaudo que le suceda), con la rapidez para mover los dedos en el teclado de una computadora. Esto último es un talento, sí, pero de otro orden, en nada cercano a la pasión por la lectura y al conocimiento literario. Si es legítimo o no, es discutible, según la forma de ver el programa, su propuesta y su desarrollo. Por supuesto que es legal en tanto las únicas reglas para que uds. los participantes puedan ganar, son ser la primera persona en comunicarse a la radio y decir correctamente el título y el autor de lo que el Sr. Paredero está leyendo. No está escrito en un reglamento de que manera c/u debe llegar a ese conocimiento, pero ahí es donde se expresa la personalidad de cada participante, y también los deseos y las expectativas que tienen sobre el programa. Ahí está la gran diferencia que desde afuera podemos observar los oyentes. Pueden decirme que desde afuera se ve distinto, puede ser, pero distinto no es ni peor ni mejor, sólo es otra mirada, más relajada y más amplia que la que les noto a los jugadores reincidentes.
La semana pasada, al ganar con mi admirado Uslar Pietri, dijiste conocer las primeras líneas porque el autor era la segunda vez que aparecía, bueno, no se puede decir que sea un gran triunfo (para mi subjetiva opinión), pero al menos implica que lo buscaste previamente y te interesaste en saber que obras había escrito. Es un paso. Tal vez el primero en el camino hacia ese escritor (si es que te gusta). Decepcionante hubiera sido para mi, si ganaba alguien por teclear velozmente las primeras palabras de la novela, descubriendo en ese instante: el nombre de un escritor del que quizá no tenga la menor idea ! Pero: si otra persona lo hubiera leído no recientemente? no tuvo uno ó dos minutos de posibilidad de recordarlo y poder interrumpir. Esto pasó muchas veces y creo que limita las chances para los tan ansiados "nuevos" del Sr. Paredero.
Gracias por poder escribirles mi opinión, es un comentario para debatir o no, según les parezca.