Comenzó diciembre y, después de mucho tiempo, se dio en Párrafus una semana netamente masculina. Digo, en cuanto a los ganadores –porque lo de los autores es permanente y casi inevitable. Y ya, en esta primera semana del último mes de año, incorporamos un nuevo ganador al programa.
Enrique Tozzini se llama el hombre, es jubilado bancario, es de Castelar –poco presente el Oeste en la división domiciliaria del podio, ¿no?- y se dedica al teatro, al canto coral y a la escritura, amén de la lectura, claro. Ganó con el cuento de Mark Twain “Historia del niño malo”, que Hugo llegó a leer completo. Enrique pudo comunicarse cuando ya se iniciaba la lectura de un segundo cuento, mecánica habitual de las noches de Poesía que el ágil Paredero adaptó sin hesitar.
Pero en torno a las lecturas, autores y ganadores de la semana, ahí están las siempre nutridas Entradas de Quique Figueroa. Yo, hoy, solamente quería puntualizar algunas cosas respecto de mi última Entrada –y mi último triunfo.
En aquel texto, recordando aquella victoria con el poema de Francois Villón, mencioné que en ese momento hacía casi dos meses que no ganaba. La vez anterior también había sido con Poesía, en ocasión de leerse a Fernando Pessoa. Y en total, durante todo el invierno, gané solo cuatro veces. Pero lo llamativo es algo que dije como al pasar: que en una Entrada del Blog había presagiado que se venía una época de vacas flacas. Quiero citar, ahora, parte de aquel texto:
Miércoles 13 de Junio
Otro miércoles, el mismo Fernando.
Esta vez fue Fernando de Chacarita quien tuvo el privilegio de ocuparme la línea a los pocos segundos de iniciarse la lectura. Además, ganó el juego de hoy.
En los seis primeros programas del mes, cuatro veces llamé (con la respuesta correcta) y me dio ocupado, una vez gané y otra no tuve ni idea. Esto, estos aciertos infructuosos, le indican a mi pensamiento eventualmente mágico que se vienen noches de vacas flacas para mí en el próximo invierno de Párrafus Interruptus
¡Pero felicitemos alborozados a Fernando Terreno, nuestro querido compañero oyente!
Otra cosa que mencioné el otro día fue la segunda llamada del lunes, después de haber participado al reconocer la lectura de Roberto Juarroz. En la charla con Hugo, yo había deslizado que Juarroz es uno de los pocos poetas que me gustan, a mí, que no gusto tanto de la Poesía. Después, Hugo pidió alguna aclaración al respecto. Llamé de nuevo y le di una breve respuesta a Lucas, pero se ve que no hubo tiempo, y el tema no se volvió a tocar. Lo que traté de resumir en ese mensaje infructuoso fue algo que también ya había escrito en el Blog.
De la poesía no puedo decir que no la haya frecuentado por razones económicas, como en el caso del teatro. Se encuentran libros de poesía de todos los tiempos y todas las regiones en todas las mesas de ofertas de todas las librerías. Pero algo, quién sabe qué, me hizo postergar siempre este género.
Pero no, no siempre. Hay algunos poetas que he frecuentado. Podría decir esto: no me gusta tanto la poesía, pero me gustan los poetas. (Esto me recuerda algo que repetía hace mucho en relación a mis conquistas amorosas: No te quiero liberada, pero quiero liberarte, les decía.) Algunos datos biográficos, alguna semblanza leída por ahí, me llevaron a interesarme por la obra poética de ciertos autores, pero no exploré nunca el género detenidamente. Mis preferencias son desprolijas, entonces, y van de Pessoa a Luis Franco, de Carriego a Michaux, de Discépolo y García Jiménez a Alejandra Pizarnik.
Me sigue gustando la frase: No me gusta la poesía, me gustan los poetas. Pero no es fácil de explicar –como pasa con las paradojas.
Por último, otra cosa para aclarar –que me señaló Cristina- es algo que también dije en la charla con Hugo y puede dar lugar a ciertas suspicacias. Le dije que no recordaba bien “si en el Blog o en un mail privado para vos”, nombré a Juarroz como uno de los autores con los que muy especialmente me gustaría ganar. (La confusión la produjo el hecho de que aquello lo escribí en un mail que después, levemente modificado, se incorporó al Blog con el título “La lista de Perenchio”.) Lo que al respecto debe aclararse son dos cosas. 1) que allí también nombraba a otros autores, ahora ya leídos, y con los que no gané. Y 2) que ese mail estaba dirigido a la dirección electrónica de Párrafus, pública y notoria, ya que no existe ninguna otra forma de comunicación más directa, y mucho menos personal, entre el conductor de nuestro lúdico programa y el líder indiscutido, por segundo año consecutivo, de la tabla de ganadores –que no se mancha.
He dicho.
Vuelvo brevemente a los programas de la semana, ya que no quiero omitir la mención del ganador de la noche del martes: Mario Solaquián, el vecino de Palermo, que reconoció el comienzo de la novela “La plaza del diamante”, de Mercé Rodoreda.
Al respecto, hay que decir que, indudablemente –y ¿por qué no?-, cunde y prolifera aquella práctica que el coequiper Quique me atribuyera hace un tiempo –acertando, tal vez, ¿por qué no?- y que yo hiciera extensiva a los otros oyentes competitivos de Párrafus. Me refiero a la sana costumbre –universal y eterna, creo, es decir, anterior a Párrafus- de pispear comienzos de libros, que este martes don Solaquián mencionó como origen de su triunfo: en una librería de la calle Corrientes, buscando algo para comprar en las mesas de ofertas, el hombre de Palermo levantó la novela de la catalana y echó un vistazo a sus primeras líneas –y también a las últimas, dijo, práctica en la que yo no lo seguiría. Con ese comienzo en mente (a pesar de que no lo atrapó como para comprarse el libro), pudo ganar el juego una vez más. Felicito sinceramente a Mario por su triunfo, y también, si así fue, por suponer que esta obra de la Rodoreda (omito cualquier adjetivo) pudiera ser leída en el programa, algo para mí inimaginable.
Para terminar, quiero hacer extensiva también a quienes amablemente visitan esta página, una consulta que recibí vía mail de Eleonora, la compañera oyente que fue autora del primer comentario en el Blog. Ella está buscando un fragmento de Marguerite Yourcenar que leyó hace mucho en la revista Sur: se trata de una carta –fraguada, supongo- de Miguel Angel, el artista del Renacimiento, a uno de sus amantes. Eleonora no sabe si pertenece a alguna novela de la Yourcenar, o a un cuento, o a qué clase de escrito. Mi búsqueda por ahora fue infructuosa –yo de la francesa leí solamente dos cuentos en revistas-, así que, si alguien, más versado, sabe algo, acá esperamos su comentario.
Y podríamos aprovechar para adaptar a este medio aquel servicio de Párrafus que Hugo llevó adelante durante un tiempo: el “Recuperadero de libros”. Podemos, ya mismo, invitar a aquellos oyentes con dudas o búsquedas bibliográficas a que dejen acá su consulta. No para que la responda yo, precisamente –no sé qué habrá llevado a Eleonora a preguntarme justamente a mí-, sino algún otro oyente que tenga el dato.
Invitados están, entonces, y muchas gracias.
Hasta la próxima.
Posdata: “Prólogo para el lector de comienzos”
El género, el más numeroso, sincero y real, de los “lectores de comienzos” ha comprobado que dos “Novelas que no debieron seguir” integran el 98 por ciento de las que salieron y siguieron.
Espero recibir de esa franca familia no solo muchas felicitaciones sino otros tantos ruegos para que no trueque mi obra con seguirla, no me despeñe estirando más allá del por sí suficiente buen comienzo.
Muy santo consejo.
El Autor
Macedonio Fernández, “Una novela que comienza”
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