¿De quién era aquella canción? ¿De Silvio o de Pablo? “Ya no te espero…”, decía.
A Peter Handke lo esperaba, como recordó Quique Figueroa, para el 2008. Durante todo el año, o casi, aguardé su tercera aparición. Alguna vez, incluso, me tiré el lance con su nombre –cuando la Duras, cuando Salman Rushdie. Después me olvidé.
La que no lo olvidó, y seguramente había hecho los deberes al respecto, fue la especialista en Ininterruptus Marta Zander. (¿Repetiré el chiste acerca del apodo que esta condición suya me inspiró? No, porque ese chiste lo hice cuando no tenía confianza con ella; ahora ya no puedo.) La profesora de Bahía Blanca respondió el domingo por la noche que el tercer intento de Hugo fue con la novela que el austriaco tituló “La mujer zurda”.
¿Y Hugo? Personalmente, me sorprendió su insospechada declaración acerca del enamoramiento con la obra de su sosías Handke. Habló de una afición nacida en los ‘70-’80. No se por qué, esto me asombró.
Del 72 o 73 data una revista Panorama donde vi por primera vez, en casa de Pablo Graciani, allá por el 86, una foto de este autor. Se lo ve allí muy joven, creo que sin anteojos, y llama la atención un peinado con flequillo, similar al que usaran en algún momento los cuatro Beattles. No recuerdo cuál de sus obras se comentaba en aquel artículo. Recuerdo, sí (más o menos), que en otro número de aquel semanario se comentaba el trabajo de Jean Moreau en “La cabalgata sobre el lago de Constanza”, y, en otro, una puesta que un grupo argentino había hecho de “Insulto al público”. Tantas apariciones en los pocos números de Panorama que tengo me hacen pensar que Handke era ya muy famoso o prometedor por entonces, o que en aquella redacción había otro enamorado de este austriaco rubión.
Por mi parte, ya conté en el extraordinario texto que su primera aparición me inspirara (“Contento como Orteguita ante Orión”) que de Peter Handke solo tengo a medio leer la novela “Los avispones”, que fue la lectura fallida de aquella noche. La verdad, en el año y medio que pasó desde entonces, nunca la volví a agarrar; quizá como castigo (¿para mí o para ella?) por no haberla reconocido. Aparte de esto, vi y me gustó bastante “Las alas del deseo”, la película aquella donde Handke participó en el guión.
En fin, pasó Handke. Es, ya, el autor record en Párrafus: el único cuya obra se visitó tres veces. Falta decir que la pieza teatral del segundo intento, el 12 de diciembre de 2007, había sido “El pupilo quiere ser tutor”.
Lo que sigue, que escribo una hora después del segmento anterior, no lo puedo creer.
A los pocos minutos de terminar aquello, empieza Párrafus. Voy a escucharlo al dormitorio, con auriculares, porque Cristina mira en el comedor una repetición alusiva de “Televisión por la Identidad”. Terminan casi al mismo tiempo, y cuando la joven madre viene a acostarse me pregunta: “¿Quién ganó?”. “Marta Zander.”, le digo, casi sin rencor. Y Cristina, mientras se asoma a la cuna para ver si el otro duerme bien, dice: “¿Otra vez? Estás listo. La discípula supera al maestro.” No sé de dónde saca esto, pero yo recuerdo en ese momento el reciente final de mi texto y... me levanto a darle otro final.
Marta ganó esta vez con “La hija del caníbal”, de la española Rosa Montero.
Además, me acuerdo ahora que cuando aquella vez la española Amparo revelara el título de Peter Handke, Marta escribió que esa lectura le había sonado, creo, por una foto que viera de una puesta con Lito Cruz y Carlos Moreno.
Además, le digo a la hinchada de Verónica Cornejo que la joven profesora (¡universitaria!) de Bahía Blanca es ya la mujer del año en Parrafus. Más allá del escrutinio final de este 2009, a Marta ya nadie le arrebata la proeza de haber triunfado en el programa número 500, de haber reconocido finalmente a Handke y de haber develado, anoche (según mis cálculos…), al autor/a quingentésimo. Y tal vez a Pastillita la esperen todavía otras… hazañas, ¿no?
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