domingo, 2 de agosto de 2009

Dos citas

“Trata de seducir con lo que hay en tu silencio” / Fernando Pessoa


Más allá de las lecturas (de las obras y los autores), dos hechos se destacan en la última semana de julio. La vuelta al triunfo de María Suárez, doblemente, y el festejo por los 600 Parrafus Interruptus.
A María parece haberle venido bien el modo en que se la azuzara desde este Blog el domingo pasado. En aquella glosa semanal me preguntaba retóricamente por su destino y, además, cizañero, destacaba que en las últimas semanas había sido relegada al tercer lugar de la tabla general de ganadores. Ahora, tras su doble reaparición triunfal, permanece tercera, pero a un solo paso de Verónica Cornejo, la nueva escolta, quien pasó casi desapercibida en el mes de julio.
Recuerdo que en una de nuestras pretéritas conversaciones telefónicas de trasnoche, mencionamos con María a Julio Ramón Ribeyro. A ella le sorprendió que yo lo conociera. Me dijo que era uno de los autores más secretos de la época del boom latinoamericano. Le aclaré, recuerdo, que sólo había leído un cuento del peruano (“Te amaré eternamente”), aparecido en uno de los suplementos Verano 12, años atrás. Pero me había quedado en la memoria aquel relato de una extraña travesía por mar, más la notita de presentación del texto. Se describía a un escritor trashumante, enfermizo, vicioso del tabaco, del que siempre, infructuosamente, quise leer algo más. Ahora que María se ganó la edición de sus cuentos completos, quizá podría pasarme su viejo volumen de “Los gallinazos sin plumas”. La vez pasada -antaño-habíamos hablado de que podría regalarme varios libros que tenía repetidos (recuerdo la mención de “Las tierras blancas”), pero el encuentro personal nunca llegó a concretarse. Y me parece que ahora tampoco. Para ello, tendría que volver a llamarla. Pero quién sabe si tiene el mismo celular… y además, si bien en los últimos tiempos no se tocó el tema, creo que en casa todavía no me levantaron esa interdicción.
La primera victoria de María, esta semana, fue con el cuento que da título a aquel primer volumen de cuentos de Ribeyro: “Los gallinazos sin plumas”. Como dijo Hugo, por el escenario de miseria y la situación de desamparo e impiedad que se describen, parece un cuento escrito este año, pero es de 1955. El relato se inicia con dos chicos que recorren las calles rebuscando en los tachos de basura.
La segunda victoria de María también fue con un cuento, y también tenía el protagónico de dos niños. O niñas, mejor dicho. O, en rigor, de una niña y “La compañera de juegos”, título de la improbable inglesa Cinthia Asquith.
¡Dieciséis minutos llevó la lectura de ese misterio! ¡Si habremos barajado posibles autores ingleses…! Esta nacionalidad era obvia y, andando el texto, también se supo que en el título estaría la palabra “juego” (o “jugar”, o “jugador”, o “juguete” u otros parientes), pero eso no ayudaba para nada. La mención de Maeterlinck tal vez servía para situar el cuento en el tiempo, pero… nada. La anécdota paulatinamente sobrenatural, el escenario lúgubre, parecía traer un resabio cinematográfico, pero… Pero no, tuvo que aparecer María Suárez, quien, despreocupada por el seguro Ininterruptus, después de hojear cansinamente una antología ¡en inglés!, llamó a las 00.59 y dijo: “La compañera de juegos”, de Cinthia “Algo”.
¡La concha!, como dice Corona. Los nervios del filoso momento y el timbre de la una no me dejaron escuchar bien el apellido. Por eso en el Blog aquella sinopsis quedó incompleta. Agradezco a Hugo que a la noche siguiente lo deletreó. Pero, ¿valía la pena, Hugo Néstor, arriesgarse con semejante lectura en la semana aniversario, en la que se anhelaban todos cantos de victoria? Bueno, sí, valía la pena, dirá Hugo, y fue María la que cantó.

En cuanto al otro hito de este final de julio, el “aniversario” 600, se me generaron un par de reflexiones.
Primero sentí una renovada extrañeza por la ausencia en el estudio de cualquiera de los más renombrados oyentes, o sea, los ganadores reincidentes. Lo mismo había sentido la noche del Párrafus en vivo desde la Feria del Libro; ninguno de los encumbrados jugadores se acercó a visitar a nuestro conductor, al menos “en el aire”. Ahora, para festejar las 600 emisiones, Hugo había anunciado que seis de nosotros podíamos acercarnos a la radio, para brindar y saludarnos. Y yo esperaba a alguno de aquellos; no a María Suárez o a Mario Tsolakian, temerosa de la noche, una, de perfil bajo, el otro. Pero sí a un Fernando Terreno, a un Naon Soibelzhon, a una Verónica Cornejo, a un Roberto López Motta, a un Jorge Aloy… Estos últimos, habitantes del gran Buenos Aires, tal vez en razón del horario o de las dificultades para volver al hogar, debieron resignar su asistencia; tal fue mi propio caso, por cierto. Pero los compañeros oyentes de capital, algunos de barrios cercanos al centro (Chacarita, Almagro), ¿cómo es que no estuvieron allí? ¿Cómo se privaron de ese agasajo de Hugo, y de agasajarlo a su vez a él con sus visitas?
Bueno, me sosiego y atino a pensar que, además del difícil horario y de la distancia hasta la calle Maipú, son otras muchas circunstancias personales las que pueden haber impedido a cada uno esa anhelada reunión. En realidad, lo que me hubiera gustado más que nada es asistir yo a ese encuentro… Pero bueno, ya expliqué la semana pasada mis amorosos impedimentos.
La otra raquítica reflexión que me brotó en torno a esta circunstancia tiene en su origen a los queridos compañeros oyentes que sí estuvieron en el brindis del jueves. Los nombro: Cristina Villanueva, Haydee Yañez, Claudio Queni (perdón si me equivoco) y Daniel Romano. Que yo recuerde, ninguno de ellos ganó nunca, ni el juego central ni el sucursal. Son los cuatro, entonces, representantes fieles, muestras vivientes, de la inmensa masa silenciosa que integra la audiencia de Párrafus. Y esto, estas presencias cabales, me hicieron cavilar acerca de la naturaleza del reincidente.
Como empecé la cavilación por mí mismo, y ya que algunas características de mi naturaleza de jugador no son para divulgar en público, por ahora, sobre esto, no digo más. Pero el caso es que de esta dicotomía entre ganadores reincidentes y oyentes anónimos pasé a pensar en un anhelo manifestado por nuestro conductor hace un par de semanas. Su ideal en torno al juego, expresó, sería que cada noche gane alguien distinto.
“¡Ahí está!”, me dije, “ahí viene…” Pero no. Hugo no anunció lo que creí adivinar en sus palabras. Lo que muy fácilmente podría hacer realidad su deseo. Lo que yo mismo propuse hace dos años atrás: esto de los multireincidentes, este impedimento para el ingreso de nuevos ganadores, se soluciona con un módica censura.
En aquel momento lo llamé “La lista de Perenchio”. Con ese título, por supuesto, parafraseaba el de la película de Spielberg. Pero si la lista de Schindler se proponía salvar vidas, la mía implicaba perder ganadores. Y reitero: esta propuesta data de hace dos años. No lo propongo ahora porque yo gano menos. La propuse cuando ya despuntaba como supremo reincidente.
La idea era sencilla: a ciertos y determinados oyentes muy ganadores se les suspendía la participación por un tiempo. ¿Llamaba primero con la respuesta correcta? Muy bien, felicitaciones, pero no iba al aire. ¿El siguiente también era uno de “aquellos”? Gracias, hasta el mes que viene, te corto. El propósito era espaciar las reiteradas participaciones de esos oyentes. A ver, me fijo en aquel texto y copio la lista.
Ahora que me fijo, veo y recuerdo que aquella Entrada fue originalmente un mail para Hugo. Empieza así:

“Estimado Hugo:

Tal vez porque me agarrás en un mal momento (peleamos con Cristina), acepto sin más tu idea de suspender algunas participaciones en el programa, según lo charlado con López Motta en el último Párrafus.
Hablaste de una suspensión de tres meses. ¿Te parece, tanto? Yo había pensado en algo semejante, pero partiendo de un colectivo pacto (o determinación tuya) de “no agresión”. Es decir, tendríamos que ponernos de acuerdo los ganadores reincidentes -los más reincidentes- en no participar durante un cierto lapso (yo pensé en un mes) y, si no hubiera acuerdo, que nuestros llamados sean desestimados por ustedes del modo más liso y llano –cortándoles la comunicación.”

¡Cuantos recuerdos!
¡Qué peleas, aquellas, con Cristina!
Y pensar que si no fuera por aquellas “reconciliaciones”, como dirían en una comedia de Darío Vittori, hoy… no habría fotos del Fulanito para embellecer este Blog.
Bueno, la cuestión es que yo había entendido mal y aquella charla con López Motta fue en joda. Mi lista quedó en la nada. Era (tentativamente) esta:

Marcelo Perenchio
María Suárez
Roberto López Motta
Julián Sánchez
Fernando Terreno
Verónica Cornejo
Quique Figueroa

Pero ahora, apoyado en el anhelo recientemente expresado por nuestro conductor, se me ocurre volver a la carga.
Por supuesto, la idea de censura o interdicción no le gusta a nadie. Llamémoslo de otro modo, entonces, pero podríamos, al menos, ponernos de acuerdo en que al oyente que gana el lunes, o el martes, o el miércoles, o el jueves, no se le permita volver a ganar durante esa semana. Al que gane el viernes, sí; total, no va a poder…De esta manera, sin esas reincidencias, y si bien durante julio volvimos a tener cuatro ganadores de primera vez, la aparición de nuevos podiastas podría multiplicarse.
Es una idea. Yo la tiro. Si alguien quiere recogerla y perfeccionarla… y firmarla… tal vez después Hugo la adopte.

Pero, volviendo a los visitantes del jueves, no puedo dejar de mencionar que me resultó sumamente sugerente la participación femenina. Tanto Cristina Villanueva como Haydee Yañez deslizaron unos comentarios de lo más arriesgados, tal vez impelidas por la burbujeante champaña.
Dijo Haydee: “Quise venir para conocer con quiénes me voy a la cama todas las noches. Y ahora que los conozco mejor, los voy a seguir llevando”.
Dijo Cristina: “Esto del Interruptus puede generar que te fastidies y dejes todo, o que te den más ganas…”.
Fundimos a rojo y pasemos a hablar de los más modosos compañeros varones.
Claudio Queni (¿o Keny?) se vino con un poema que escuchó una vez en la representación de una pieza de Ramón del Valle Inclán. Los versos, sin embargo, no son del español Parrafista Nº 305, y lo que el oyente quiere averiguar es a quién pertenecen. Me olvidé de desgrabarlos en casa el otro día, así que ahora no puedo citarlos. Pero si alguien quiere ayudar a Claudio puede volver a escuchar su eficiente recitado a través del ítem “Audios diarios del programa” de este Blog.
Daniel Romano, de Paso del Rey (¡Cuantos recuerdos, otra vez!), periodista en un canal comunitario, se llegó a Nacional acompañando a su amigo Claudio, que desde hace un tiempo le está inculcando el Párrafus. Dijo que esa visita le promovía la idea de hacer algo tipo “Imagen de radio” con nuestro espacio. En tal caso, nuestro conductor o su producción deberían tomarse el trabajito de forrar prolijamente el libro de cada noche, o hacer fotocopias.
Precisamente esa noche, mediante hermética fotocopia, Hugo leyó teatro. Se pactó con los visitantes que, si alguno de ellos reconocía la obra, lo indicaría alzando la mano. Pero la mano fue para un teatrista hecho y derecho. “La ronda”, de Arthur Schnitzler, fue prontamente interrumpida por don Agustín Alezzo -¿uno de los nuevos reincidentes para la lista?

Para completar en esta glosa las lecturas de la semana, falta decir que el martes ganó Roberto López Motta, nuevamente con Poesía. Esta vez, con “Amantes antípodas”, lindo título (sólo el título) de Enrique Molina.
Y en la última noche de la semana y del mes, Silvina Schvarcz ganó por primera vez en este ciclo de Párrafus con una protonovela del finado Lucio Apuleyo: “El asno de oro”. (Curiosamente, el 31 de julio del año pasado se había leído, de Ian Fleming, “Goldfinger”.)

Y cerrando julio, Hugo anunció los premios mensuales.
La más rápida interrupción fue de 24 segundos, pero en dos ocasiones, por dos ganadores distintos: Naon Soibelzhon, con “El Knack o cómo lograrlo”, y Marcelo Perenchio, con “Tres jueces para un largo silencio”. Por tanto, según marca el reglamento, premio vacante.
La más larga lectura y demorada interrupción fue la de esta semana: los ya mencionados dieciséis minutos y quince segundos de María Suárez con “La compañera de juegos”:
Y en cuanto al oyente que ganó más veces, Hugo anunció un nuevo empate. Con tres victorias cada uno, dijo, empataron Eduardo González y Marcelo Perenchio.
“Ah, no”, me dije. “¿Toda la semana anhelando un triunfo para empatarle a Eduardo (y les aseguro que no estuve ni cerca), y ahora resulta que me dan el mes empatado por un error…?” Agarré el teléfono y llamé. “No puedo dejar que se esquilme así a un valiente”, pensaba, mientras me daba una y otra vez ocupado. Por fin, me atiende Leo Acevedo y le digo: “Soy yo. Soy Perenchio. Decile a Hugo, decile de parte mía, así quedo bien, que Eduardo González ganó cuatro veces este mes. Que el premio extra le corresponde a él. Que se fije bien en la lista.”
Leo alcanzó a pasarle el mensaje a Hugo antes del timbre final y nuestro conductor casi reconoció la gaffe. Supongo que esta noche anunciará el libro que se ganó Eduardo.
Pero, ¿no me merezco también yo un premio extra, por la nobleza de mi gesto?
Digan ustedes. Junten firmas. Hagan piquetes en la calle Maipú. Envíen cartas al papa.
¡¡¡Quiero “El frasquito”, de Luís Gusman!!!


“Hay cosas que hasta un hombre tiene miedo de decírselas a sí mismo. Y todo hombre decente tiene un buen número de esas cosas almacenadas en su mente.” / Fiodor Dostoievski

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