martes, 25 de agosto de 2009

Siguiendo con Fijman...























CANCION DE LA VISION REAL DE LA GRACIA

Niño, tú tienes el oído junto al amanecer de la tierra y el cielo.
Amén el bosque, Amén el mar, y Amén a las estrellas.

El signo de tus manos ata el secreto del mundo.
Amén el bosque, y Amén el mar, y Amén a las estrellas.
La tierra canta y el cielo, y la vida y la muerte.

Niño, tú tienes en el signo que trazan tus manos
el día y la noche, y la tierra y el cielo, y la vida y la muerte.

Amén, Amén, Amén,
niño del alba de la tierra y el cielo.

(“Estrella de la mañana”, Jacobo Fijman, 1931)

“-Hablemos de sus libros, escritos hace cerca de cuarenta años y que con dificultad hemos podido rastrear en algunas bibliotecas. Usted publicó ‘Molino rojo’, ‘Estrella de la mañana’ y ‘Hecho de estampas’. ¿Qué le recuerdan cada uno de esos títulos?
“-‘Molino rojo’ me recuerda la demencia, el vértigo. Yo buscaba, precisamente, un título que significara esos estados de mi alma, y reparé, de pronto, en un molinito viejo que tenía en la cocina. Era de color rojo, para moler pimienta, y vi en ese objeto todo lo que mi poesía quería expresar. ‘Estrella de la mañana’, en cambio, se refiere a mis estados místicos. Había sido recientemente bautizado, convirtiéndome a la religión católica, y quise expresar con ese título la encarnación del Verbo. En cuanto a ‘Hecho de estampas’, yo trataba de volver a la filosofía escolástica y, fundamentalmente, a Aristóteles. Fue en esos días que hice una visita al museo del Louvre, quedando muy impresionado por los maestro clásicos, especialmente por su pintura religiosa. Más tarde, cuando contemplé en Buenos Aires unas estampas muy finas de esos cuadros religiosos, los asocié a mis poemas, había una misma intención final.
“-¿Cómo ubica su obra en relación al momento social en que fue escrita?
“-‘Molino rojo’ aparece en los tiempos en que se estaba preparando la revolución para tumbar al presidente Yrigoyen. Culturalmente no existía nada, sólo el movimiento Martín Fierro. Era una época de pobreza atroz. Yo vivía simplemente por casualidad. Recuerdo que mi casa estaba cerca de la del cantor Carlos Gardel, quien me quiso sobornar para que hablara bien de él, sabiendo que trabajaba en un diario, pero no lo hice porque era un gran pecador. Una vez me balearon desde la Escuela Militar. Pienso si mi internación en el hospicio no habrá sido una medida divina para que no me mataran… Yo por entonces amaba el ruido de las balas más que la Novena Sinfonía. ‘Molino rojo’ tenía un título que atrapaba a los socialistas y anarquistas; ellos reaccionan instintivamente ante el color rojo. Se notaba en la ciudad un estado de demencia general, y en ‘Molino rojo’ hay una intención que empieza por la demencia. Uno de los poemas dice: ‘Demencia, el camino más alto y más desierto…’”

(“Conversaciones sobre la poesía”, Vicente Zito Lema, revista “Crisis”, Nº 49, diciembre de 1985)

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