Si no fuera por Gustavo, que exhibió sus Armas el lunes, las damas hubieran copado íntegramente la semana. Quiero decir que si no fuera por Gustavo Armas, un hombre de teatro, actor y profesor, creo que nadie hubiera reconocido esa noche a mi tocayo Achard y su obra “¿Quiere usted representar conmigo?”.
Otro tocayo, asimismo, se hizo presente en el final de la semana…
Pero no. No puedo concentrarme para la glosa. Fue el último intento.
Estoy envuelto en llamas.
¿Siempre la misma historia de… mujer soltera con esta chica?
¿Hasta cuándo, hasta cuántos triunfos arrebatados voy a tener que tolerar callando?
¿No escarmienta la “Verónica Cornejo”?
Ya una vez amagué risueñamente con develar lo que se esconde detrás de muchos de “sus” triunfos. A partir de una serie de victorias rapidísimas, bromeé con que ella llama segundos antes de iniciarse la lectura, entretiene a los telefonistas con su cautivante simpatía, escucha en línea las primeras frases, y así, si conoce la obra, ya está allí para dar la respuesta –mientas los demás llamamos inútilmente.
Pero ahora, si esto sigue así, voy a decir seriamente la verdad sobre “su” exitosa campaña 2009.
Sobre todo porque a mi atenta escucha cuasi psicoanalítica no se le escapan las connotaciones de esa iniciativa que la chica de Lugano contó esta semana, aquello del club de fans que creó en facebook. Con eso, sin ella saberlo, se manifestaron los oscuros procesos inconcientes de la culpa, que la dejan a un paso de aquella moderna figura periodístico-judicial conocida como Arrepentido/a. De manera que quizá sólo baste con este empujoncito.
No digo -por ahora- más. Y si la señorita Cornejo recapacita y desbarata “su” juego, seré una tumba. Mi mudez será total –casi total. Como la de la hache. O como la de las comillas, mudas también, pero elocuentes –como el perro de Russell/Aloy (¿cómplice?).
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