viernes, 18 de septiembre de 2009

Improvisado resumen

Viernes 18 de septiembre
Novela: "Los hombres que no amaban a las mujeres"
Autor: Stieg Larsson (1954-2004)
Ganador: Ernesto Papaleo, de La Plata. Comerciante.


¿Por qué no?
Tal parece que el deseo expresado por Hugo hace pocas noches podría hacerse realidad. Y, si no, le pegaría en el palo.
Nuestro conductor, la semana pasada, hizo un llamado a la mesura de sus oyentes reincidentes, entre los cuales no me queda más remedio que incluirme, para ver si en lo que queda del 2009 se alcanza la cifra de 100 ganadores distintos en el actual ciclo nocturno de Párrafus. Nos pidió, humildemente pero con convicción, que dejáramos pasar un par de minutos, o tres, o cuatro, antes de llamar con la respuesta correcta, cuando la supiéramos. Así, tendrían más chance de entrar nuevos ganadores de primera vez.
Me pareció bien esa idea, e íntimamente me juramenté para cumplirla. Es cierto que la misma noche de ese conmovedor llamamiento, y la siguiente, después de mucho tiempo metí dos victorias consecutivas. Pero, además de haber llamado, en ambos casos, bastante después de traspasada aquella barrera de altruista consideración, debo decir que me justifica una igualmente encomiable intención: la de obtener, a la mayor brevedad posible, mi centésimo triunfo.
Pero, a pesar de estas irresistibles reincidencias (más las de Verónica Cornejo), tal parece que el anhelo de Hugo podría cumplirse. Esta semana, acotada a cuatro programas, tuvo dos ganadores nuevos.
La primera, el martes, con un cuento de la argentina Luisa Valenzuela. “Aquí pasan cosas raras”, respondió Mónica Paradiso, desde Rafael Calzada. Título, a la vez, del cuento leído y del volumen que lo incluye. Además, la oyente tuvo la oportunidad de ser cabalmente recibida en el podio por la misma autora, que estaba en la otra línea para charlar con ella y con Hugo. Y, además, esta joven de 49 años (dato ofrecido por ella misma, que casi siempre se omite en las bienvenidas) rememoró con nuestro conductor que se habían conocido hace unos buenos lustros atrás, en un curso para saber ver cine (algo así entendí) que el entonces especialista en espectáculos de Humor brindaba por ahí. Entre paréntesis, se me ocurre entonces reflexionar que la actual “Escuela de espectadores”, creada hace unos años por el erudito teatral Jorge Dubatti (hombre también de Nacional) no es ninguna novedad…
Pero, en torno a la oyente de Calzada –tierra de Jorge Aloy, por cierto-, lo mejor vendría a la noche siguiente, cuando Hugo nos contó acerca de un inmediato intercambio de mails que hubo entre ellos. Mónica, abundando en las razones de su conocimiento de la obra de Luisa Valenzuela, le dijo que aquel libro de cuentos, junto a otras obras cuyo tema rondaba los años y los hechos de la última dictadura cívico-militar, los compró para su hija Nuria después de un episodio de intolerancia vivido por la niña en su colegio secundario, alrededor del año 2000. Resulta que las autoridades educativas, enteradas de la temática de un cuento presentado por Nuria en un concurso provincial, la dejaron sorpresivamente sin vacante para su siguiente año. La temática cuestionada está expresada ya en el título de aquel cuento: “El tren de la identidad”, y tiene que ver con la apropiación de menores secuestrados y la búsqueda de la verdad, más un toque, en el final, de un ‘tema tabú’ que escandaliza todavía no solo a autoridades. A pesar de que a veces la adrenalina me impide seguir con atención las lecturas preliminares de Hugo, esta vez me enganché con el cuento de Nuria, que nos leyó completo, e incluso –raro en mí- me gustó bastante –sobre todo el toque final.
Así, entonces, tras aquella verdadera censura padecida en el colegio, Mónica quiso conocer y hacer conocer a su hija obras alusivas, así supo de Luisa Valenzuela, y así se hizo presente por primera vez en Párrafus.
Por este reencuentro de Hugo y su ex alumna, más la historia que había tras su triunfo, llamé a mi sinopsis de aquel día “Acá pasan cosas lindas”.

Y el segundo ganador nuevo vino con el último programa de la semana, anoche. Ernesto Papaleo, de La Plata, reconoció sin hesitar la novela de Stieg Larsson “Los hombres que no amaban a las mujeres”. Es más, el oyente está leyendo ahora mismo la segunda novela de este malogrado sueco, “La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina”, que conforma una trilogía junto con “La reina en el palacio de las corrientes de aire”.
Lindos títulos les puso Larsson a sus tres policiales. Los había visto en las actuales listas de best sellers, pero no sabía que el tipo ya estaba muerto y que sus obras tienen auténtica valía, según se contó anoche. Tal vez con estas, después de algunos libros de ensayo, apuntaba a ser un sucesor o compañero del ya leído Henning Mankell, pero el excesivo consumo de tabaco le provocó un infarto un día en que no andaba el ascensor y tuvo que subir siete pisos por la escalera.
De Ernesto supimos que es primo hermano del célebre Osvaldo Papaleo –tío, por tanto, de la bella Carolina- y que tiene una distribuidora de productos cosméticos, de limpieza, ambas cosas, o algo así. Escuché el programa medio disperso anoche, en el trabajo, y algunos detalles se me escapan. Por supuesto, no tenía idea de lo que se estaba leyendo; la literatura tan nueva y onerosa no es lo mío…
Aunque, esta semana, la pegué con el novedoso y omnipresente Juan Villoro. Como dije, lo veo o veía muy seguido en los suplementos culturales de nuestros diarios, y alguna vez memoricé un adelanto o los nombres de los personajes de su novela “Llamadas de Ámsterdam”. Este miércoles, cuando escuché ‘Nuria’ –Nuria, precisamente, la noche en que Hugo nos contó sobre Mónica y su hija-, me la jugué y gané.
Para completar este improvisado resumen, digamos que la semana se inició con una repetición de autor, la quinta, creo, desde el inconsulto cambio en las reglas del juego. Esta vez, Armando Discépolo, de quien se empezó a leer “Relojero”. Ganó la especialista en teatro (pero también lancera) Verónica cornejo.
Y el jueves no hubo programa porque Nacional trasmitió el debate y posterior votación en torno a la nueva ley de servicios de comunicación audiovisual. Que ganó el oficialismo.
¡Viva el montonero Perón!

1 comentario:

Mónica dijo...

Hola Marcelo! Te agradezco los comentarios sobre el programa de "Parrafus" dònde conseguì reconocer un texto despuès de bastante tiempo de escucharlos. Tambièn te agradezco los comentarios sobre Nuria y su cuento. Te comento que segùn me contaron el nombre Nuria es catalàn y significa "Marìa" pero no tengo ninguna certeza de ese dato. Con respecto a los cursos de cine que realicè con Hugo te cuento que comenzaron en el año 1981 (contaba yo con escasos 20 años fatando pocas semanas para cumplir los 21) El curso se llamaba "Cine, televisiòn, teatro, còmo trabajar desde la butaca" Estuve 3 años participando del mismo ya que yo tenìa mucho material visto pero considerè que me faltaba "pulir" ese material y transformarlo en conocimiento. De eso se encargò, maravillosamente Hugo. Ir a las clases era un gran PLACER (palabra que como habràs notado repito mucho). Durante esos años inolvidables Hugo, aparte de los conocimientos que impartìa, nos deleito hacièndonos compartir charlas en el curso con: Aìda Bortnik, Roberto "Tito" Cossa, Josè Pablo Feimann, Susù Pecoraro (que en aquella època estaba preparando su personaje en "Camila") Graciela Duffau (que en ese momento aparecìa en "Momentos"-pelìcula de Marìa Luisa Bemberg- y en la tele estaba haciendo un muy buen unitario que se llamò "Nosotros y los miedos). Aparte de "tamañas" visitas a nuestro curso Hugo nos leìa guiones de pelìculas que todavìa no se habìan empezado a filmar (nos leyò completo el guiòn de "Esperame Mucho", pelìcula que al tiempo dirigiera Juan Josè Jusid) Tambièn pudimos presencias filmaciones de algunas pelìculas. Te podràs imaginar que mi asombro y embelezamiento por todo esto es casi inimaginable y màs a la edad que tenìa.
Hugo simpre nos mandaba "tarea para el hogar" asì solìamos llamarla: ir a ver determinada pelìcula u obra de teatro (para las cuales algunas veces nos conseguìa entradas gratis, ìbamos a la boleterìa del teatro decìamos "somos alumnos de Hugo Paredero" y como Hugo ya habìa gestionado las entredas, pasàbamos gratis)tambièn como tarea Hugo solìa hacernos escribir algo (esto no te lo puedo detallar mucho porque fueron muchas cosas distintas.
Fue una època de mi vida de enriquecimiento y crecimiento interno total. Por eso JAMÀS pude olvidar a Hugo y quererlo tanto. Bueno estimado Marcelo, este comentario espero te haya servido para conocer un poco màs de ese maravilloso curso que dictò Hugo. Te mando un gran saludo. Mònica paradiso