miércoles, 9 de diciembre de 2009

¿Acaso no hablábamos de caballos"

Miércoles 09 de diciembre
Poesía: “La tortuga ecuestre” (1958)
Autor: César Moro (1903-1956)
Ganador: Maximiliano Pozzi
Premio: “Antología poética”, de Luis Benítez, Ediciones Juglaría


Primera noticia que tengo del peruano César Moro. Tampoco con su verdadero nombre lo había escuchado nombrar jamás. Parte de su biografía me recuerda al pintor aquel (¿Domínguez?) del que habla Sábato en “Sobre héroes y tumbas”, que nunca supe si es un personaje o un pintor verdadero. Como aquel español, este limeño fue en su tierra uno de los adelantados, si cabe el término, del surrealismo.
Pero, ¡miren ustedes a los peruanos! También el psicoanálisis fue introducido de primera mano en Latinoamérica por un peruano, un doctor Delgado que se carteaba y no sé si fue a conocer al maestro Freud. Castro sí, con seguridad estuvo en París y se puso al servicio del surrealismo, la revolución y el maestro Breton…
Lo reconoció y ganó el juego Maximiliano Pozzi, el joven estudiante del Nacional Buenos Aires, ausente desde hace un tiempo del podio Parrafista (desde “Ositos”) por lo absorbente de sus tareas en esa alta casa de estudios.
A propósito: he leído la novela de Martin Kohan sobre el colegio Nacional, “Ciencias morales”, la que me gané hace poco. Como en el cuento de su autoría que ya comenté acá, me gustó la prosa esbelta y puntillosa. También, como en aquel caso, el asunto parece sencillo y concreto y está contado muy correctamente. Es una certera panorámica de la época (“una puesta en abismo”, leí por ahí); transcurre en 1982, con el conflicto de Malvinas como leve telón de fondo y una historia de rigurosidad y disciplinamiento tras los muros del Colegio… y más allá. En síntesis, me gustó.
No tengo tiempo para más. Se despertó el Fulanito y pronto va a pedir su leche. Pego una breve reseña biográfica de César Moro y me pongo a trabajar… de verdad.
Besos.


“Seudónimo de Alfredo Quíspez Asín, poeta y pintor peruano nacido en Lima en 1903.
En 1925 viajó a París donde se adhirió al movimiento de André Breton, participando activamente en la publicación Surréalisme au Service de la Révolution. Su actitud vanguardista, tanto en el arte como en la literatura, lo convirtió en uno de los voceros más relevantes del surrealismo hispanoamericano. Regresó a Lima en 1933 y cuatro años más tarde se radicó en México donde vivió la etapa más productiva de su carrera.Con Emilio A. Westphalen editó la revista literaria El uso de la palabra.
En 1944, se apartó públicamente del surrealismo ortodoxo y volvió a Lima en 1948, haciendo amistad con el francés André Coyné, quien se convirtió en su albacea, publicando sus obras después de la muerte del poeta ocurrida en 1956.
Entre sus libros se destacan «Le château de grisou» 1943, «Lettre d'amour» 1944, «Trafalgar Square» 1954, «Amour á mort» 1957, «La tortuga ecuestre» y «Los anteojos de azufre» en 1958.”

(www.amediavoz.com)

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