domingo, 27 de diciembre de 2009

Donde hubo leña...

Desde hace unos días venía dándole vueltas a algo en la cabeza. Iba a escribir que al certamen anual lo inventé yo. Que Hugo, creador del juego, premió siempre a un único ganador por noche, y que estableció, en cierto momento (¿o fue desde el principio?), otro premio para los triunfadores mensuales: para el que ganara más veces y para el que ganara más rápido (últimamente, también para el que tardara más en ganar). Pero que nuestro conductor, iba a escribir, nunca avaló un triunfo anual –ni lo premió, por cierto.
Sin embargo, cuando el otro día, el 24, visité a madre y me entretuve un rato en mi viejo cuarto de soltero sin hijos escuchando mis cassetes de Párrafus, asistí a unas olvidadas charlas entre Hugo y yo, de diciembre de 2006. Y tuve que tachar mentalmente lo proyectado.
En aquel inolvidable diciembre gané seis veces; de aquel mes data el insuperable record de cuatro triunfos consecutivos. Por entonces, este Blog no existía, y yo, no arrebatado aún por el fanatismo parrafista, no llevaba el registro de todas las lecturas y sus ganadores. Sólo tenía presentes mis triunfos. Por eso, una de aquellas últimas noches del año, le pregunté a Hugo cómo iba la tabla y si habría algún premio extra para el ‘campeón’.
“¿Para quién?”, preguntó él, “¿Para Gustavo Glanzman?” Su sarcasmo remitía al profesor de Barrio Norte que aquel año descollara como múltiple ganador, con dos series de tres triunfos seguidos en su haber, entre otros logros. “Gustavo Glanzman o María Suárez”, respondí yo, con falsa modestia, aludiendo a la Dama de Coghlan, que en el 2006 todavía defendía con ahínco sus laureles del anterior Párrafus vespertino. Tras estas fintas verbales, Hugo dijo que en los próximos días difundiría la lista de los mayores ganadores. Respecto del premio extra no fue explícito, pero entendí que lo habría (así fuera para el profe Glanzman).
Unos días después, en el preámbulo del programa, nuestro conductor anunció con suspenso: “Hay dos oyentes que van empatados, con 16 victorias cada uno. Son ellos... María Suárez... y... Gustavo Glanzman. Y con 17, puntero absoluto del año, Marcelo Perenchio”. Luego de ese día, yo ganaría dos juegos más –y mis rivales ninguno. En el último programa, Hugo volvió a saludarme como al ganador del 2006. Hubo, entonces, suficiente mención de su parte del certamen anual, aunque por única vez: de ahí en adelante, él siempre se refirió a la tabla general del ciclo. Eso sí, premio extra no hubo. Pero ya no me importa.

Esta semana hablé con Verónica Cornejo. Histórico coloquio propiciado por un mail que ella me enviara. La llame la misma tarde en que lo recibí y hablamos largamente. Esa noche, como si esta conjunción astral (de dos astros del firmamento parrafista) hubiera conmovido al éter, en Párrafus no habría ganador. (A la noche siguiente ganaría yo con “Los novios”.)
La voz de Verónica, en privado, es la misma. Su risa (sí, incluso reímos), también. Todas sus maneras, en el teléfono como en la radio, se perciben iguales... a las que defenestré y di con un palo en uno de mis textos anticornejo de este año. La que ya no es la misma es aquella mala impresión que ella siempre me causara.
Le expliqué que mi intención al hacer publicas aquellas defenestraciones (públicas pero teledirigidas a ella) era desmoralizarla (amargarla, desanimarla) e impedir que siguiera ganando tanto. (Sí, ella ganó con “La mandrágora”, pero el maquiavélico fui yo.) Me fundamenté en que, ya que se me dio tan bien esto de Párrafus Interruptus, ya que fui el ganador de los tres años del programa, no quería quedar segundo justamente en este –como si presagiara que era el último de un ciclo. Le dije que me gustan las cuentas claras, los números redondos. Además -me defendí-, a partir de la comicidad que la exacerbación de mis diatribas destilaba, ese objetivo, para el que supiera leer, estaría claro; no debían tomarse mis pullas como una descalificación gratuita. Y le dije que esa misma tarde, un instante antes de abrir mi casilla y leer su mail, había puesto en el Blog (en la Entrada de Mónica Paradiso llamada “No soy colega de Petrocceli”) un Comentario donde anticipaba un texto en el que pronto aclararía todo esto. Todo lo que, sincronía mediante, pude decirle personalmente.
Ella entendió. Con la salvedad de que para tomar a bien algo dicho con humor (especialmente con tan ácido humor, supongo) es necesario que el emisor y el receptor compartan un mismo código, Verónica aceptó mis explicaciones. (Sobre el código común, respondí que lo descontaba, e hice notar que en el Blog, a lo largo del tiempo, también lancé ironías sobre otros oyentes, sobre él mismo Hugo, sobre mi propia mujer y, ante todo, sobre mí mismo.) Después, seguimos hablando amablemente del programa, de algunos triunfos de cada uno, de los Ininterruptus, de las sospechas de gugleo, del final del ciclo.
Esa noche, como dije, no hubo ganador, y a la noche siguiente gané yo con “Los novios”. Cuestión de suerte, como ya conté el otro día. “Timba”, como dice Fernando Terreno. Con ese triunfo me puse 27 a 26 sobre Verónica en el certamen 2009. Tal vez la suerte siga ayudándome y ella no pueda ganar ninguno de los tres juegos que quedan. Así, yo tendría mi cuarto año consecutivo como ganador de Párrafus. Pero ya no me importa. Ahora, especialmente con Vero de por medio, quisiera dejar de tener suerte en el juego.

1 comentario:

Mónica dijo...

Cuànto me alegro Marce que hayas charlado con Vero!!!!!!!!!!!!!!!! En esta època de tanto brindis, yo brindo por eso!!!!!!!!!!!!!