domingo, 20 de diciembre de 2009

Un resumen como los de antes

¡Bendito tu eres entre todas las mujeres, Roberto! Nuestro locutor-poeta López Motta fue el único varoncito en el ramillete de tres simpáticas damiselas que adornaron el Párrafus de esta semana. Y entre ellos cuatro, como siempre que se comete poligamia o adulterio, un fantasma –el fantasma del que pudo ganar el Ininterruptus del lunes, en este caso.
Dijo Roberto que vaciló, primero, ante el inicio del poema de Julián Centeya. No vaciló lo suficiente, sin embargo, ya que cuando llamé estaba ocupado, e inmediatamente sonó el timbre. Nunca me explicaré cómo yo mismo dudé tanto, si Centeya era el único que faltaba leer del trío más mentado de poetas lunfardos, después de Carlos de la Pua y Dante Linyera. Claro, he aquí uno de los perjuicios de la posible repetición de autores: el primer verso me remitió al lunfardo, pero, ¿sería Centeya? No conozco tanto de las particularidades de cada uno; conocía, sí, el título más célebre del Hombre Gris: “La musa mistonga” Pero, ¿no serían de nuevo de la Pua o Linyera? Podría haber llamado inmediatamente y arriesgar, como tantas veces. Pero ahora, desde que atiende el teléfono Marina, sólo se aceptan llamados certeros. “Escucho un poco más”, me dije, para asegurarme. Y cuando marqué ya era tarde.
Igual me gustó que triunfara López Motta, quien, como ya se sabe, me parece uno de los mejores lectores que conocimos en este ciclo, y me cae bien. Aunque competimos con Roberto, más allá del juego, por la atención de la joven Cornejo, de Lugano; él, para congraciarse, y yo... ¿para desmoralizarla?
Después de la poética lunfarda del vate Amleto, se sucedieron las tres féminas de la semana.
El miércoles, tras el contratiempo de salud de don Paradiso, volvió al podio la compañera Mónica. Reconoció “Los padres de Scherezade”, de Daniel Guebel, uno de los cuentos que leyó, justamente, mientras acompañaba en la clínica a su padre. Además, pudo charlar con el autor, que estaba en la otra línea. De los dichos de este prolífico escritor nacional, no recuerdo nada; pero creo que todas fueron cosas tan livianas y anodinas como las que siempre le escuché o leí (o sea, no hay culpa del entrevistador en esto).
El jueves, la que se sorprendió de haber podido entrar con el llamado después de un minuto de lectura fue María Suárez. Supuso, dijo, que semejante clásico de nuestra poesía sería reconocido tras el primer verso, coincidiendo en esto con Hugo. Se trataba de “El nido de Cóndores”, de Olegario Víctor Andrade, un poeta del que ahora supimos que, aunque hizo casi toda su vida en Entre Ríos, era nacido en Brasil. Sin dificultad María rescató aquel poema de sus cercanos, inmediatos, vecinos tiempos escolares en Coghlan.
El viernes fue el turno del polígrafo Pedro Orgambide y de Verónica Cornejo. Del querible autor porteño Hugo nos trajo “Un amor imprudente”, novela referida a los trágicos amores de la poeta uruguaya Delmira Agustini. De la ganadora Verónica Cornejo ya escribí (¡¿para qué?!) el viernes.
Cuatro autores argentinos (aunque uno nació en Brasil y otro en Italia) y uno incógnito en esta última semana completa de Párrafus. La semana próxima sufrirá la disminución de la nochebuena, y la otra, por el fin de año y el previo viaje de Hugo, tendrá solo tres programas, los tres últimos. Y más allá la inundación, y ya nunca me verás como me vieras...

Una destacable iniciativa de nuestro conductor para estos último Párrafus es la de charlar con oyentes en el inicio del programa. Aunque el convite es para todos, los tres de esta semana fueron de aquellos oyentes incógnitos que nunca salieron al aire. Quiero al menos mencionar sus nombres. Fueron ellos Néstor González Bruni, de Moron, Roberto Uranga, de Merlo, y Clara Litvak, de Villa Mitre.
La consigna, para estas charlas, es recordar nuestras lecturas inaugurales. Néstor mencionó “Pan”, una novela de Knut Hamsun, un autor que siempre esperé en Párrafus; también, “La montaña mágica”, de Thomas Mann. Roberto Uranga, dibujante, se remontó a los guiones de Héctor Germán Oesterheld y los libros de la colección Robin Hood. Clara nos descubrió un volumen llamado “Talismán”, aparentemente misceláneo, de donde leyó “Los tres cedazos”, que alguien, en un Comentario, me recomienda aplicar en el futuro.

Otra idea de Hugo en esta semana fue que los oyentes votemos para elegir el último programa del año y del ciclo, que será grabado. La escasa antigüedad de los que se han repetido en algunas ocasiones me hacen suponer que los Párrafus emitidos no se guardan demasiado tiempo. Pero, si estoy equivocado y se pudieran recuperar también los más añejos, yo voto por el del 26 de mayo del 2008, Párrafus 330, cuando se leyera el cuento “El inocente”, de Juan José Hernández. ¿Más datos? El ganador fue el entonces flamante padre (desde el día 22) Marcelo Perenchio.
Otra vez, buenos días.

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