Algunas cosas respeto.
Otras (muchas, yo mismo), no.
Algunas sí, aunque parezca que no. Por ejemplo: recibí alguna crítica por referirme chistosamente a mi hijo como “el Fulanito”; sin embargo, Esteban y Cristina (la destinataria de ese chiste privado), su maternidad y mi paternidad, y todas las demás, son cosas, sucesos, hechos de la vida que se me imponen ahora como dignísimos de todo respeto. Y el otro extremo de esos hechos, el fin, o interrupción, o póstuma latencia de esas paternidades y maternidades, también.
Hugo contó este lunes el motivo de su ausencia de la semana pasada: murió su padre, don Angel Paredero, vecino de América, en la provincia de Buenos Aires. Esa noche, la del retorno, leyó “Cristóbal Colón”, pieza teatral del belga Michel de Geldherode; ganó Verónica Cornejo, la joven de Lugano que en un programa del año pasado, allá por junio, nos hablara de una pérdida similar.
Este, el de la ausencia paterna, es un tema que me golpéa muy especialmente, que siempre sentí muy cercano..., aunque/porque mi viejo murió cuando yo tenía 12 años.
No digo más.
Desde este Blog –ya que no me siento, en esos días, merecedor de hacerlo más directamente-, dejó para nuestro conductor el mudo abrazo de mi acompañamiento.
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