sábado, 11 de septiembre de 2010

Encuentro en septiembre (2): Epistolario y W.

DE MI EPISTOLARIO

M:

En el principio de la primera lectura había un viaje por una carretera francesa. Me hizo pensar en la ruta 3 y el viaje que en agosto te trajo hasta nosotros.
En el escenario, que aquella vez pisamos juntos, ahora había un parche de césped, de un metro de lado, con un girasol petisito erguido en un ángulo. No sé si lo habrá pedido Hugo o si sería parte de una decorado ajeno, pero es seguro que ese augurio de primavera no alcanzó a neutralizar los efectos de la sudestada.
Como conté en el Blog, el mal tiempo que duraba desde el lunes a lo mejor impidió que fuera más gente. Contando a Susu Pecoraro y a Hernan Gugliotella, ubicados en la primera fila, éramos trece. Tal vez por eso, por ese número, la cosa no anduvo bien.
En el principio, entonces, una pareja buscaba un castillo para alojarse. Hugo leía y leía. La morosa descripción de ese solitario o casi solitario tránsito por la ruta se estiraba y estiraba. A los dos minutos, o algo más, se omitió una palabra de tres sílabas. Después, en medio de las cansinas reflexiones del narrador, se menciona “un refrán checo”. Ahí ya pensé en el autor que vos también, seguro, hubieras sospechado. Un poco más adelante, otra vez la omisión; por el contexto, parecía la misma palabra. Una palabra que parecía expresar oposición al palabrero relato. Algo así como: “En estos tiempos se ha perdido el encanto de la hm-hm-hm”. Digo ‘morosa’, ‘cansina’, ‘palabrera’, pero a lo mejor la ansiedad, la vorágine mental, la adrenalina del juego es lo que me hacía tomar así una narración tersa y precisa. Cuestión que allá por los cuatro minutos aparto los ojos de Hugo y miro a mi alrededor; quería ver si había alguien que pareciera paladear el título, como yo paladeaba, ya casi seguro, el nombre del autor. Todos seguían con atención la lectura, pero nadie daba muestras de esbozar una respuesta. Mire a Lucas, el cronometrista. El fijó la mirada en su reloj o celular. Supe que el tiempo se acababa. Me pareció una pena que los cinco minutos se cumplieran y ni siquiera hubiera un lance. Me acordé de cómo quise animarte con una mirada, la vez pasada, para que arriesgaras, y así me animé para levantar una mano y exclamar: “Basta para mí”. Adriana se apresuró a alcanzarme el micrófono. Yo me apresuré a decir que solamente iba a arriesgar un nombre. Hugo me dijo que lo haga. “Milan Kundera”, digo. “¡Sí!”, responde él. Entonces, acelerado por el acierto, agrego con suficiencia: “Entonces la novela es ‘La insoportable levedad del ser’”. “No, no es ‘La insoportable levedad del ser’”, rechaza Hugo. Eché la cabeza hacia atrás, abrí grandes los ojos, dejé colgar la mano con el micrófono. No leí la novela, pero el autor, más la palabra de tres sílabas –que podía ser ‘levedad’- me daban aquel título que hizo famoso al checo. La incredulidad por esta gafe me impidió rememorar otras novelas. Hugo se dirigió al público, esperando algún nuevo lance. Entonces, ante ese silencio, sucedió lo inesperado.
¿Te acordás que en el primer encuentro, cuando falló la lectura del primer cuento de Fontanarrosa, una mujer pidió alguna pista? Hugo se mantuvo firme y recordó que en Parrafus no hay pistas. Ahora tampoco dio pistas, pero, cuando fue evidente que nadie sabía la respuesta correcta, tras aclarar que el juego quedaba vacante, que no habría premio, como exaltado o sin pensarlo, preguntó: “¿Qué decimos cuando uno camina así? ¿Que anda cómo?”, e hizo la pantomima de una marcha exangüe. Entonces caí. “La lentitud”, dije en voz baja. Pero Adriana me escuchó. “Acá, acá, Hugo...”, llamó, y me instó a repetirlo en el micrófono. Después, cuando Hugo aprobó alzando los ojos al techo, ella pidió que se entregara el premio. “Dale, Hugo, hace frío”, justificó. Nuestro conductor accedió y me llamó al escenario. Igual que en agosto, me presentó como el mayor ganador del ciclo radial y creador del Blog, y me llamó “el abanderado”. Igual que en el Blog, dije que no me gustaba tanto esa denominación, por lo que tiene de institucional, pero, agregué, me gustaría más si me acompañaran mis dos escoltas. Hugo preguntó quiénes deberían ser mis escoltas. “Verónica Cornejo y María Suárez”, respondí. Estuve bien, ¿no te parece? Nombré a la segunda y a la tercera mayores ganadoras. Que no estaban, claro. Igual que vos. Después recibí como premio otra novela de Kundera: “La identidad”.
(...)
... pero otro día te sigo contando.
Un beso.
Chau.

Marcelo

DE LA WIKIPEDIA

Milan Kundera: Escritor checo nacionalizado francés. Cursó estudios en el Carolinum de Praga y dio clases de historia del cine en la Academia de Música y Arte Dramático desde 1959 a 1969, y posteriormente en el Instituto de Estudios Cinematográficos de Praga.
Al concluir la Segunda Guerra Mundial, se afilió al partido comunista, y fue expulsado tras los sucesos de 1948.
Impartió clases de historia del cine en la Academia de Música y Arte Dramático desde 1959 a 1969, y algún tiempo después en el Instituto de Estudios Cinematográficos también de Praga. Además trabajó como jornalero y fue músico de jazz.
Sus primeras novelas, entre las que se encuentran La broma (1965) y El libro de los amores ridículos (1968) critican de manera irónica al modelo de sociedad comunista.
La broma obtuvo el premio de la Unión de Escritores Checoslovacos. Fue traducido a doce idiomas, y grandes personalidades del mundo intelectual opinaron sobre sus escritos. Así lo hizo el célebre Jean Paul Sartre: "La pregunta que plantea Kundera es sumamente radical: ¿Porqué deberíamos amar a las demás personas?. Sí, ¿Porqué?. Tal vez podremos responder a esta pregunta algún día, tal vez nunca."
La broma es un relato de amor, confusiones, infidelidades, y un personaje que se burla de la triste historia de mitad de siglo en Europa, y pretende recuperar el humor de la gente por medio de una gran premeditada broma.
Tras la invasión soviética de Checoslovaquia en 1968, se vio en el paro y con todas sus obras prohibidas y sus libros fueron retirados de la circulación.
En 1975 tuvo que exiliarse en Francia, donde trabajó como profesor de literatura comparada en la Universidad de Rennes (1975-1980), y más tarde en la École des Hautes Études de París.
Entre sus obras posteriores destacan El libro de la risa y el olvido (1978) —unas memorias que provocaron la revocación de su ciudadanía checa en 1979—, y dos novelas, La insoportable levedad del ser (1984) e Inmortalidad (1990). La primera, un excelente relato de una historia de amor en medio de la represión y la burocracia, fue llevada al cine con éxito y se ha convertido en un texto clave de la historia de la disidencia en el este de Europa, situando a su autor entre los principales escritores del continente.
Ha escrito también una obra de teatro, Jacques y su amo (1981), y algunos ensayos.
Sus novelas se sitúan a medio camino entre la ficción y el ensayo, y hacen uso frecuente de la ironía, la presencia de diversas voces narrativas, la confusión entre elementos reales y ficticios y la digresión.
En ellas el autor se enfrenta a sus propios fantasmas personales, el totalitarismo y el exilio, al tiempo que ahonda en los grandes temas de la libertad y la eticidad desde un profundo desengaño, a veces difícil de percibir tras su estilo aparentemente ligero y amable.
Un encuentro (2009), nos da a conocer a un Kundera, en cierto modo, inédito. En efecto, aunque el autor reflexione, como confiesa al principio del libro, sobre sus «viejos temas existenciales y estéticos», lo cierto es que en este apasionado -y apasionante- «encuentro» con algunas obras maestras de la literatura, la música y la pintura, el escritor checo aborda cuestiones hasta ahora poco o nada transitadas en sus libros anteriores.

Obras escogidas:

• La broma (1965)
• El libro de los amores ridículos (1968)
• La vida esta en otra parte (1969)
• La despedida (1975)
• El libro de la risa y el olvido (1978)
• Jacques y su amo (1981)
• La insoportable levedad del ser (1984)
• El arte de la novela (1986)
• La inmortalidad (1990)
• La lentitud (1994)
• Los testamentos traicionados (1995)
• La identidad (1996)
• La Ignorancia (2000)
• El Telón: Ensayo En Siete Partes (2005)
• Un encuentro (2009)

No hay comentarios: