viernes, 26 de octubre de 2007

Desmedidos

¿Cuánto hace que no gano el certamen mensual de Párrafus? Desde abril. Y antes, durante febrero y marzo, no había aparecido para nada. Y después, durante todo el invierno, gané nada más que cuatro veces. Y ahora, cuando la taba se da de nuevo a favor –con suerte en cuanto a las elecciones de Hugo y a la veloz conexión telefónica-, ahora que, con cinco de doce y faltando dos programas, ya gané octubre, ahora nuestro conductor me llama “Ambicioso desmedido”.
Le respondí con altura. Cité a Pessoa:

No tengo ambiciones ni deseos.
Ser poeta no es una ambición mía:
es mi manera de estar solo.

Esta charla, algunos recordarán, se daba en ocasión de mi victoria con “La crencha engrasada”. Después del programa, hojeando de nuevo el “Breviario de poesía lunfarda” (editorial Andrómeda, selección y prólogo de Eduardo Romano), reencuentro, de aquel libro, estos versos de Carlos de la Púa:

Tomá caña, pitá fuerte,
jugá tu casimba al truco
y emborrachate, el mañana
es un grupo.

Lo que me llevó de nuevo a Pessoa:

Circúndate de rosas.
Ama. Bebe. Y calla.
El resto es nada.

Pero, más allá de este eco de asombro, quiero citar, del mismo poema (“Hermano chorro”), la estrofa anterior:

Con tal que no sea al pobre
robá, hermano, sin medida...
Yo sé que tu vida de orre
es muy jodida.

Y aclaro algo, que seguramente el malevo Muñoz no tuvo que aclarar en su tiempo (“La crencha engrasada” es de 1928): El poema habla, tal vez bien, del “chorro”, no del criminal o el asesino –esos delincuentes desmedidos.
Nada más.

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