jueves, 11 de octubre de 2007

Teclas y letras


Hoy jueves 11.1o.2007, en una [tras]noche de miércoles, nuestro archicófrade seleccionó el género cuento. De entrada vaticinó que sería interruptus, y el tipo sabe.

Arrancó la lectura, y creo no llegó a los 30 segundos.
Pero esta vez no pudo repetir el ganador marciano y mercuriano, el decimonónico MP.
Júpiter trajo buena fortuna al poeta locutor, Don Roberto "Bobby" López Motta, el hombre de Sarandí, quien explicó que la lectura era "La casa inundada" de Felisberto Hernández.

El uruguayo es un as de la literatura breve, poseedor de un estilo fulminante.
El manejo del vocablo, como buen oriental, es magnánimo.
Italo Calvino lo define como un francotirador. A mi me huele como un Woody Allen, pero sus remates en vez de gags, pintan escenarios solitarios y lúgubres.

López mota, señaló con gran elocuencia el sabor amargo que dejaba en el paladar, el gran Felisberto. Un pianista devenido escritor.
Quizá el ritmo necesario para componer o interpretar, le haya permitido adquirir grandes reflejos, y vertir el sórdido mundo posterior a 1930, como un universo algo desencajado, sin un lugar preminente para el desarrollo del arte que no estuviera en un todo de acuerdo con el marketing, al menos en América.

Felisberto nació en 1902, nos dejó en 1964. Ejecutó piano acompañando al cine mudo, y tuvo largas giras donde paró en grises hoteles.

Por eso cuando ví Burton Fink, vinieron a mi sabiola algunas descripciones del emblemático Felisberto. Pero no las pude distinguir claramente, ya que "Nadie encendía las lámparas"..

No hay comentarios: