La primera victoria se la debo a Cristina –y, con ella, todas las demás.
Me acuerdo que, enterado desde unos días atrás de la nueva programación de radio Nacional, sintonizé con curiosidad, aquel lunes de abril de 2006, la primera emisión de Párrafus Interruptus.
Estaba en casa de mi vieja. Había llegado del trabajo poco después de las once, había comido algo o tomado mate, habré leído un rato, tal vez después puse el comienzo del programa de Dolina, como todavía hago a veces, y en eso me acuerdo de Paredero. Entonces busqué Nacional.
Esa noche se leyó la novela “Los premios” (titulo adecuado para abrir el juego), de Cortázar. Y, sin bien algo me hizo adivinar que se trataba de ese autor (la mención de un doctor Rastelli o Restelli,creo), ni se me ocurrió llamar: porque no sabía que era esa novela (que nunca leí) y porque por entonces no me hubiera atrevido a tirarme un lance.
Es mas: cuando la ganadora de esa primera noche resultó ser Laura Falcoff, la periodista del ‘diario de la Argentina’, me dije que este certamen radial no sería para cualquiera –no sería para mí.
Es más: cuando, unas noches después, determiné sin vacilar título y autor de la obra leída, tampoco llamé.
En cambio, la llamé a Cristina y le conté.
“Estoy escuchando el programa de Paredero”, le dije,”está leyendo ‘Las ruinas circulares’, de Borges”. “¿Y por qué no llamás?”, preguntó ella. “¿Para qué?”, respondí: “Ya habrán ganado. Es muy fácil”. “¿Cómo sabés? No seas boludo. No seas cagon”, dijo Cristina con su boquita de fresa, y conminó: “Llamá”. “No, ya está...”, atajé yo. Quería decir que a mí sólamente me interesaba que ella supiera que yo lo sabía. “Llamá”, repitió ella, y me cortó.
Entonces marqué, más que nada para comprobar que ya estaba ocupado –habían pasado largos minuos desde el inicio de la lectura. Pero llamaba.
Me atendieron. Respondí. Me pasaron al aire. Gané.
Evidentemente, eran pocos los oyentes en aquellos primeros Párrafus.
“Nadie lo vio desembarcar en la unánime noche...”
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