“Desde el comienzo de la literatura hemos tenido autores que parecen existir tan sólo para ser parodiados. Una antología victoriana contiene 60 parodias distintas de «El cuervo» de Poe, todas ellas espantosas. Todos los poetas paródicos que han existido desde mediados del siglo pasado han probado suerte con Swinburne, y cada gacetillero del Punch cae irremisiblemente alguna que otra vez en la gastada rutina de parodiar a Hemingway (normalmente cuando no consiguen escribir nada humorístico). En la ciencia-ficción y la fantasía, la tentación irresistible es el parloteo repleto de adjetivos de nuestro viejo y querido H. P. Lovecraft...
“Descendieron mil húmedos peldaños bajo el tembloroso subsótano de la extraña mansión cuyo techo abuhardillado se alzaba meditabundo dominando el más viejo de todos los barrios de Arkham, maldecida por el tiempo. La melancólica luz de la gibosa luna no mandaba rayo alguno hacia aquel abismo repleto de fungosidades en el que piedras ennegrecidas y desfiguradas eran torturadas en horribles y ciclópeas geometrías que parecían haber sido concebidas por alguna raza primigenia de abominaciones innombrables que se revolcaron en el barro de los comienzos durante los horrorosos y blasfemos eones que precedieron al nacimiento de la humanidad.
—Estas escaleras no han sido hechas para pies humanos —murmuró Marcus Whateley.
—¿Qué ves? —dijo su compañero, alzando la linterna.
La blasfema y ruinosa bóveda estaba repleta de malignos volúmenes cubiertos de moho, volúmenes cuyas simples tapas ya eran una amenaza para la cordura. La innombrable pestilencia del osario saturaba aquella atmósfera nauseabunda que parecía provenir de una repugnante exhalación de algún abominable lavabo de los mismísimos Grandes Antiguos.
Whateley, tembloroso, se detuvo para echarle una mirada a los terribles textos.
—Santo Dios —graznó, con voz paralizada por el espanto—. Aquí hay ejemplares del siniestro Liber Ivonis, del infame Cultes des Ghoules del Comte d’Erlette, del infernal Unaussprechlichen Kulten de von Juntz, y todos los De Vermis Mysteriis que saldó la editorial. Los prohibidísimos Manuscritos Pnakóticos, el ilegible Libro de Dzyan..., y allí, ¡mira! ¡Encuadernado en piel humana, allí está nada menos que el aborrecible Necronomicón del árabe loco Abdul Alhazred!
A esto siguió un silencio cargado de terror, y un instante después la horrorosa réplica llegó a los oídos de Whateley, que ya habían enloquecido por el miedo...
—Todos esos ya los tenemos; ¿no ves ningún ejemplar del Astounding de abril del 43?"
David Langford, The Dragonshiker’s Guide to Battlefield Covenant at Dune’s Edge: Odyssey Two.
“No hay en el mundo fortuna mayor, creo, que la incapacidad de la mente humana para relacionar entre sí todo lo que hay en ella. Vivimos en una isla de plácida ignorancia, rodeados por los negros mares de lo infinito, y no es nuestro destino emprender largos viajes. Las ciencias, que siguen sus caminos propios, no han causado mucho daño hasta ahora; pero algún día la unión de esos disociados conocimientos nos abrirá a la realidad, y a la endeble posición que en ella ocupamos, perspectivas tan terribles que enloqueceremos ante la revelación, o huiremos de esa funesta luz, refugiándonos en la seguridad y la paz de una nueva edad de las tinieblas.”
Howard Philip Lovecraft, “La llamada de Cthulhu”
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