"Si las páginas de este libro consienten algún verso feliz, perdóneme el lector la descortesía de haberlo usurpado yo, previamente. Nuestras nadas poco difieren; es trivial y fortuita la circunstancia de que seas tu el lector de estos ejercicios, y yo su redactor" Jorge Luis Borges
sábado, 20 de septiembre de 2008
Leonor Benedetto
¿Leonor Benedetto en Parrafus Interruptus?
¿Por qué no?
Hay conductores que durante sus vacaciones u otras ausencias dejan a algún colega al frente de sus espacios radiales o televisivos. Hugo estudió y escribió teatro, la Benedetto ofició de conductora televisiva; podría decirse que son colegas… Pero esto se me acaba de ocurrir, iba a otra cosa.
Digamos: ¿Leonor Benedetto en el Blog? ¿Por qué no?
Con motivo del último programa de la semana (último también del invierno) y de su lectura, las “Elegías de Duino”, de Rainer María Rilke, pensé dos cosas.
Uno: transcribir alguna de las célebres “Cartas a un joven poeta” –que fueron el asunto del recuperado concurso sucursal del programa.
Dos: Escribir hoy lo menos posible acerca de mis menudas cuestiones personales –porque tal vez se refería a eso Hugo cuando me dijo la otra noche (ya que con Rilke gané yo) “vos ya sabés lo que tenés que corregir”.
Sin embargo, debo decir que mi primera intención parecía frustrarse cuando reparé en que no tengo conmigo, en mi nuevo domicilio, el libro con las “Cartas...”. Y hasta el martes no voy por lo de mi vieja.
Entonces recordé a la Benedetto. Fui a la biblioteca de Cristina y de allí tomé un delgado volumen de formato cuadrado, tamaño sobre de viejo disco simple, que yo le regalara años atrás. (A propósito, permítaseme, señor Hugo, destacar que en el día de hoy, 19 de septiembre, se cumplen seis años de que nos conocemos con la hoy joven mamá.) El libro es de Editorial Sudamericana, del año 2000, y se llama “Querida Leonor”. La tapa agrega que se trata de 100 cartas seleccionadas y recopiladas por Leonor Benedetto.
La voluptuosa actriz, en 1999, tuvo un programa en canal (á) donde invitaba a actores y actrices de nuestro medio que leían cartas enviadas o recibidas por personajes célebres de las letras, las artes o la historia en general. Yo no lo recuerdo, no tenía tv a cable por entonces. Pero parece que así fue, y que, al año siguiente, esas cartas fueron recopiladas en un libro.
En el índice se informa remitente y destinatario. Por ejemplo: un jefe indio al presidente de los EE.UU. Kafka a Milena Jesenska. Oscar Wilde a Lord Alfred Douglas. Simone de Beauvoir a Jean Paul Sartre. Miguel Hernández a Josefina, su esposa. Federico García Lorca a los críticos. Macedonio Fernández a Jorge Luís Borges.
Y de la página 73 transcribo lo siguiente:
“Rainer María Rilke escribió las “Cartas a un joven poeta” entre 1903 y 1908. El joven poeta destinatario de esas cartas fue Franz Xavier Kappus. El las publicó veinte años después de la muerte del maestro con una breve presentación.
“Era el final del año de 1902, y yo estaba sentado en el parque de la Academia Militar de Wiener, bajo unos castaños. Mi lectura me absorbía hasta el punto de que apenas noté que Horacek, capellán de la Academia, buen erudito y buena persona, venía hacia mí. Me quitó de las manos el libro, observó la portada y levantó la cabeza. ‘¡Poesías de Rainer María Rilke!’, dijo pensativo, “así que el alumno René Rilke ha llegado a ser poeta’. Y me habló de él. Sus padres lo habían hecho entrar en la Academia Militar para prepararle para la carrera de oficial. Horacek se acoprdaba muy bien de su alumno de antaño. Era un muchacho débil y pálido, silencioso, serio, muy dotado, le gustaba mantenerse apartado y soportaba con paciencia el yugo del internado, del que pronto sus padres lo retiraron para llevarlo con ellos a Praga a continuar sus estudios, y el capellán no supo más de él. Poco después de esa conversación decidí enviar a Rainer María Rilke mis intentos poéticos pidiéndole que los juzgara. Yo tenía veinte años y me encontraba, igual que él, en una institución militar en contra de mi voluntad. Pensé que si alguien podía comprenderme, era él. Acompañé mis poesías con una carta en la que me sinceraba más de lo que había hecho nunca, y más de lo que nunca volvería a hacer. Pasaron largas semanas hasta recibir la respuesta. Esta llegó en un sobre azul que procedía de París y que pesaba mucho en la mano. La letra del sobre, clara, bella, segura, volvía a hallarse en las hojas de la carta, desde la primera a la última línea. Mi correspondencia con Rilke, que nació así, duró hasta 1908. Luego, la vida me empujó por caminos que no eran precisamente los que él me aconsejaba. Pero eso no es lo importante. Lo importante son estas cartas. Valen para el conocimiento de ese universo que creó y en el que vivió Rainer María Rilke. Valen para los que ahora crecen y se forman, para los que mañana se formarán. Pero cuando un príncipe va a hablar, hay que hacer silencio...”
Franz Kappus
Y en el libro de cartas de la Benedetto hay también un fragmento de una de las diez cartas de Rilke; pero, por lo que recuerdo, no es de las mejores, así que no lo copio. Además, me cansé de tipear.
Precisamente, cuántas son las cartas de Rilke al joven poeta era la pregunta del concurso sucursal de esa noche. La primera respuesta correcta que se atendió fue la de María Suárez, la Dama de... Coghlan, que así, en cierto modo, retorna a las lides, por lo cuál desde aquí le damos también la bienvenida.
Y esto es todo por hoy.
Apéndice: Por reconocer al exquisito poeta alemán me gané un libro con las sátiras y epístolas de mi tocayo Horacio, quien, cuando apareció en Párrafus, fuera reconocido por Quique Figueroa, en la última de sus victorias (si no recuerdo mal) antes de esta seguidilla de triunfos que, casi de taquito, nos propinó (sic) esta semana.
Apéndice II: Al coequiper Quique, por este medio, públicamente, le pedimos que, de serle posible, con palabras sencillas nos asesore acerca de la inclusión de videos en este Blog (como los que nos regaló en estos días) y, sobre todo, de un modo de poner un link, o como se llame, que nos remita rápidamente a la Lista de Lecturas, de acuerdo a lo reclamado por Hugo la otra noche.
Apéndice III: La elegía de Rilke con que se inició la lectura del último programa es la que Alberto Lagunas, el profesor de letras de Rosario, utilizó como epígrafe en su volumen de cuentos “El refugio de los ángeles”. La misma fue citada, sin nombrar al autor, en mi saludo a este compañero oyente, que llamé “Tercer encuentro santafesino de Parrafistas”, allá por el mes de febrero.
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1 comentario:
Admiro profundamente el trabajo de Leonor. Tu opst es muy interesante,gracias por compartir un fragmento del libro QL.
Lamentablemente no lo he conseguido aún, si sabés de alguien que lo tenga y quiera venderlo me avisás en mi blog?
Desde ya muchas gracias, seguiré pasando por aquí
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