jueves, 11 de septiembre de 2008

Semana mutilada


Amaneció sorpresivamente lluvioso este jueves en Buenos Aires. Ayer tuve un día agitado (del trabajo a Laferrere, allá al médico con madre, después a la farmacia y al Superchino, después de Laferrere a Escalada, todo luchando con un principio de gripe); casi no escuché ni vi las noticias, pero creo que no se pronosticaba desmejoramiento del clima. Así que esta mañana, al levantar la persiana y comprobar que el sonido chasqueante de los autos en la calle se debía a la llovizna que empapaba el asfalto, me alegré doblemente: me alegró lo lluvioso, como siempre, y me alegró lo sorpresivo.
Ayer, en lo de mi vieja, tuve tiempo de buscar un fascículo de la colección “Capítulo”, del Centro Editor de América Latina. Lo que no le encuentro es fecha, por ninguna parte; yo lo compré de segunda mano en alguna librería de viejo, allá en los 90; debía tener, por entonces, unos 10 años de antigüedad. En la contratapa hay un dato que en otro país, con una economía más firme y fiable, sería de ayuda: “Precio del fascículo más el libro $150”. El libro que acompañaba al fascículo era “Los gauchos Judíos”, de Alberto Gerchunoff. El tema de tapa: “Modernismo y naturalismo: Horacio Quiroga”.
Me acordé y busqué este material a raíz de la última lectura de Párrafus, el martes por la noche. Hugo nos contó bastante sobre las alternativas de la filmación de aquella novela, “El río oscuro”, de Alfredo Varela, que Hugo del Carril transformó en “Las aguas bajan turbias”. Yo pensé en transcribir parte de un recuadro de aquel fascículo: “Horacio Quiroga y el cine”.

“ (…) Quiroga escribió también especialmente para el cine. Se trata de un guión titulado ‘La jangada florida’, el cual funde materiales de sus cuentos ‘Una bofetada’ (1916) y ‘Los mensú’ (1917). Un ingeniero, Julio Orgaz, para cumplir la misión que le confía el Departamento de Trabajo, se incorpora al grupo de mensús que se embarcan con destino al obraje de Tomás Elsy. La hija de este, Beatriz, bella y arrogante, sospecha la condición del intelectual enmascarado, pues ‘la inteligencia de la mirada lo vende a pesar suyo”. Con motivo de una injusticia, Orgaz ilustra a sus compañeros sobre el valor de la persona y es despedido. Las escenas pintorescas, auxilios inesperados e ingenuos equívocos continúan hasta el final, por demás convencional: el amor del ingeniero y Beatriz triunfa sobre un ‘fondo de alegría en el obraje’. Sin duda no eran la cuestión laboral ni los problemas sociales en sí un tema apropiado para Quiroga, quien, limitado además por el tipo de argumentos que entonces se filmaban en nuestro medio, disuelve todas las tensiones del planteo en una historia meliflua dentro de la cual Orgaz, defensor en un principio de los mensús ante el patrón, se convierte en su sucesor y confirma el orden establecido cuando le dice al incendiario y vengativo Cayé ‘es necesario que pagues tu culpa’.
(…)
“Como dato final, diremos que con varios de sus cuentos se elaboró el argumento de ‘Los prisioneros de la tierra’ (1938), realizada por Mario Soffici, una de las películas que honran a nuestro cine nacional”

Más hincapié en los social y laboral, en un ambiente parecido, se hizo en “El río oscuro”, aunque, de acuerdo a lo que Hugo nos contara, la película de del Carril también resultó un tanto lavada.
Ganó el juego, en la noche de Alfredo Varela, un oyente nuevo; el segundo, ya, de septiembre: Héctor Bonifacio, periodista y abogado, residente del barrio porteño de Mataderos.
Esta aparición de ganadores debutantes, más frecuente en los últimos meses, junto a unas palabras recientes de Quique Figueroa, el oyente de Trelew, y a la prolongada ausencia en este Blog de Fernando Terreno, me hicieron reflexionar.
Quique, en una de sus últimas participaciones escritas, decía, si no entendí mal, que cinco programas por semana se le hacían un poco demasiado; “El tema es que tanto párrafus, hace que el vicio litero-radial sea menos anhelable”, fueron sus palabras. Sumo a esto la neutralidad Parrafista de Fernando, tras sus encomiables coplas del semestre pasado; el hombre de Chacarita se dedica ahora con exclusividad a su propio blog (lapulpera.blogspot.com), y ya no aporta por acá.
A partir de estos dos ejemplos (endebles, lo reconozco), se me ocurrió preguntarme si en torno al programa no se estará dando poco a poco una rotación de la audiencia. O, al menos, una relajación en el ahínco triunfalista de algunos de los ganadores reincidentes. En tal caso, se entendería que en las últimas semanas los oyentes más nuevos, o los siempre frustrados en la participación, tuvieran su oportunidad de aparecer. Como sea, las voces nuevas que nos traen nuevas historias acerca de la escucha de Párrafus, son siempre bienvenidas y “anhelables” –sobre todo para Hugo, por razones obvias, y para mí, porque así los reincidentes no me alcanzan en la tabla.

También los Párrafus faltantes me aportarían ese mismo beneficio, pero eso no lo valoro en la misma forma. Me refiero al programa del domingo (que fue una repetición, por ausencia con aviso de Hugo) y al de anoche (que cedió su espacio para la transmisión del partido de la basilante selección argentina de fútbol). A mí, que no me calman el vicio ni los cinco programas, me deja un gusto amargo esta semana así mutilada. Pero bueno, “es lo que hay”, como decía Lanata. (Genial, Ricardo Horvath en “Café, bar, billares”: los otros días, al gordo lo llamó “Lalata”.)
Digamos, para terminar, que en el primer programa de esta semana, el lunes a la noche, ganó Roberto López Motta, el poeta de Sarandí, con la “Oda a la vida retirada”, de Fray Luís de León. Y distinto es el caso de Roberto, ¿ven? El hombre lamentó el largo período que llevaba sin ganar, pero aseguró que está siempre ahí, en la escucha y al acecho. Casi como yo mismo –y como el cuento de Blaistein.
Y esta noche el Párrafus número 400.
Al respecto, ofrezco la siguiente recopilación.
El Párrafus 100 fue el 23 de noviembre de 2006 y, como hace poco recordábamos, lo ganó el compañero Gustavo Glanzman; se trató de “Santo oficio de la memoria”, novela de Mempo Giardinelli.
El 200, en 8 de agosto de 2007, fue de Hamlet Lima Quintana, con su “La breve palabra”, y de Olga Beatriz Díaz.
Y en el 300, el 14 de abril de este año, se trató de “El fin de la historia”, la novela de Liliana Heker que descifró Marta Zander, la profe de matemáticas de Bahía Blanca.
Novela nacional, poesía nacional y otra novela nacional. ¿Habrá alguna pista para esta noche en esto? Veamos los 50.
Párrafus 50: Teatro. De Eugene Ionesco, “La cantante calva”. Ganó Gladys Marín.
Párrafus 150: Cuento. Segundo intento con el primer Ininterruptus del ciclo: Humberto Costantini y, esta vez, “Un hombre alto, rubio, de bigotes”. Gané yo.
Parráfus 250: Poesía. Roberto Juarroz con su “Poesía vertical”. También gané yo.
Párrafus 350: Sergio Bizzio. Su novela “Rabia”. Ganador: Perenchio… Acá parecería haber algún patrón.
Bueno, obviemos el chiste fácil.
Vayamos a los 25... a los 75... a todos los terminados en cero...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Eh, cabulero!! Interruptus de rechupete para el Hugo: recibiendo ganadores nuevos, memoriosos y "rapidines" (Borat dixit). Destacable, el golpe de efecto del reconocimiento de la novela de Varela, ipso pucho y de taquito.

Y el día de fray Luis, el Lector se dió el gusto de reiterar la popular anécdota, pero para mi gusto le faltó leer algun cantar de los Cantares ...siempre entonan!

A propósito, me pregunto si este caso ha sido el primer ejemplo documentado de autocensura?

¡claro, con la Inquisición pateando los talones, cualquier guapo
se borra!