lunes, 22 de septiembre de 2008

Fuente para un triunfo

ENRIQUE WERNICKE

"Argentino. Escribió novela, cuento, teatro y poesía. A los 22 años publicó su primer libro, ‘Palabras a un amigo’, el último lo fue armando desde 1935 hasta los días de su muerte con anotaciones hechas según pasaba el tiempo. Es un frondoso cuaderno de bitácora que aún está inédito. Entre los dos hubo ‘Juan Grillo’, ‘El señor Cisne’, ‘La tierra del bien-te-veo’, ‘Chacareros’ (cuento), ‘La ribera’ (novela) y muchos otros. Uno de estos muchos otros es ‘Los aparatos’, compuesto por diez 'sainetitos muy cortos' –como él mismo los llamó una vez-; de ahí sacamos ‘La picana’, espécimen ejemplar de humor tétrico, con tanto de lóbrego y de 'risueño' como lo requieren las reglas del arte."

“Humor y terror”, Centro Editor de América Latina, 1981. Estudio preliminar, notas y selección: Julio Pérez Millán

9 comentarios:

Anónimo dijo...

De este autor leí a principios de año la novela "El Agua", que me había recomendado fervientemente mi suegro (uno de los mayores proveedores de libros a mi casa). Me pareció realmente muy buena y movilizante. Era un autor que estaba esperando pero no con teatro. La verdad, no leo teatro.

Anónimo dijo...

perenchio le quemó el estofado a la dama de coghland que tambièn lo esperaba pero no en teatro , no?

Anónimo dijo...

Éste era el autor que esperaba María? Había pensado en otro. En otra, más bien...

Marcelo Perenchio dijo...

Apareció el E.W. que María Suárez, hace un par de meses y enigmáticamente, dijo estar esperando.
Pero Hugo no lo trajo con la novela que nosotros, ella y yo, esperábamos. Ni “La ribera” ni ninguna otra de las obras narrativas de este autor nos acercó nuestro conductor, sino una pieza teatral: “Los aparatos”.
De todos modos, uno de nosotros ganó. Fue así.
Fue el domingo. Después de anunciar el género Teatro (y los géneros de toda la semana), avisó Hugo que leería el título de cada una de las partes que componen la pieza en cuestión. La primera parte fue “El grabador”.
La acción, en la oficina del señor Miranda, un empresario; allí, un encuestador, llamado Harry, munido de uno de aquellos aparatos, somete al empresario a una encuesta. El diálogo, interrumpido por secretarias, auxiliares y un hermano de Miranda, se vuelve estrafalario. A mí me pareció reconocer en sus absurdos (“Ecuador ya es nuestro”, le dice a Miranda su hermano) algo leído hace poco. No puedo precisar qué es. Busco en la memoria, inútilmente. Al cabo, mientras Hugo lee y lee, recurro a tres de los libros que en estos días se apilan en mi mesa de luz –libros con cosas cortas, chiquitas, como para llevarme en el bolsillo al sueño.
El primero que tomé fue “Humores que matan”, una antología de Raul Brasca y Luis Chitarroni para Ediciones Desde la Gente. Voy al surtidísimo índice, a ver si algún nombre me ayuda. Es infructuoso. Lo mismo con el segundo volumen, de la misma editorial: “Dos veces bueno III”. Entonces tomo el tercero, de índice más corto pero con mayor despliegue temporal y geográfico: “Humor y terror”, del Centro Editor de América Latina. Me digo que tampoco ese serviría como ayuda-memoria, porque suponía que el autor era argentino y bastante contemporáneo. Además, estaba seguro de que no era ahí que había leído aquello que la lectura me estaba recordando. Sin embargo, el último título de ese índice me da la clave. Es una pieza teatral: “La picana”, de Enrique Wernicke. Voy a la página inicial y leo la breve presentación que encabeza el texto. Ahí se dice que Wernicke, a quien yo solo conocía como narrador, también escribió teatro. Por ejemplo, “’Los aparatos’, compuesto por diez sainetitos muy cortos”. “Los aparatos” y el título que Hugo leyera (“El grabador”) casaban bien. Y el estilo de lo que se leía y el de “La picana”, concordaban también - aunque no era de “La picana” el resabio que yo tenía en la memoria... Igual, salgo de la cama y voy hacia el teléfono del comedor (Cristina y Esteban dormían ya). Pero para entonces iba al aire la tanda de la una menos cinco. Llamo igual. Me da ocupado. ¿Descuelgan el teléfono para que se acate el pedido de Hugo de no llamar durante esa pausa, o llamó otro oyente desacatado con la respuesta equivocada? Nunca lo sabré, pero me fuerzo a esperar y repito el llamado cuando la tanda termina y se escucha una música. Entonces sí, Lucas atiende. Con alguna vacilación todavía, pregunto si el autor es Enrique Wernicke. Es él, dice Lucas.”Entonces es ‘Los aparatos’”, digo. Y así es.
Dos días después, ayer, martes, recuerdo a qué me sonó aquella lectura. Era una de las obritas de Alberto Moravia que están en un libro que compré y mencioné acá hace poco. Se llama “La entrevista”. Nada que ver con nuestro Enrique Wernicke, pero me puso en la pista.

Marcelo Perenchio

Anónimo dijo...

Una pequeña reseña acerca de "El Agua".
En El agua convergen y se sintetizan varias líneas -temas, motivos, procedimientos- de la narrativa de Enrique Wernicke. El agua, motivo presente en varios de sus relatos y elemento fundamental de La ribera (1955), una de las más importantes novelas de la década del cincuenta, adquiere en este libro valor de catalizador de una vida que nada, aparentemente, podía sobresaltar. El replanteo que de su presente debe hacer el solitario protagonista ante la inundación, es menos importante que el ajuste de cuentas con el pasado que emerge desde unas pocas fotografías. La prosa de Wernicke, elíptica como siempre, es aquí irónica. Esta modalidad del narrador crea una distancia ante los acontecimientos en los que la vida acompaña extrañamente el patetismo de la vejez y de la muerte. Con El agua, publicada póstumamente en 1968, culmina la importante producción de Enrique Wernicke (1915-1968)

Anónimo dijo...

Digan lo que digan, seguimos esperando a EW!

Anónimo dijo...

TANTA GENTE ESPERA A EW ?
Y JN? Y MCF? Y BJ?

Anónimo dijo...

¡no esisten!

Anónimo dijo...

COMO QUE NO EXISTEN?
SI EXISTEN!!!!!
EXISTE BJ Y EL MONO TAMBIEN.