lunes, 31 de marzo de 2008

Don Jekill y don Hide

Nadie eleve a denuncia o sollozo... la siguiente referencia a los últimos párrafos de la Entrada que, en el mes de enero, llamé "Tres teratológicas tareas". Yo no lo hago. Para una denuncia (acerca de los arrumacos telefónicos con los que posiblemente Verónica de Lugano entretiene en línea al telefonista hasta que la lectura comienza), me faltarían pruebas. Y no llora el perdido, como decía el carro aquel.
¡Pero no puede ser! ¡Marco tras las primeras cinco o seis palabras, y ya me da ocupado! ¡Y siempre ella! ¡Y después le computan a su respuesta un minuto y pico!
¡Cómo puede ser! ¡¿Adónde vamos a parar?!
("Con toda sinceridad, sombrero en mano, / le garanto que estoy desesperado")
Mejor volvamos a los carros.
Comparto con ustedes un poema de César Fernández Moreno, el autor de anoche, que formará parte de aquella página con imágenes de carros de Buenos Aires que proyectamos con el amigo Pablo, el enfermero del Tobar García. Es del libro "Gallo ciego", el primero del poeta, de 1940, cuando tenía 21 años. También habla de un caso de algo así como una doble personalidad.

EXPEDIENTE 82719 I 1940

Buenos Aires, mayo 10,
1940.
Señor administrador
del Corralón de Floresta.
Remito a ese corralón
un carrito de dos ruedas,
pintado de verde claro
con franjas rojas y negras,
con una vara quebrada
y con toldo de arpillera,
patente del año en curso
partido de Avellaneda.
El mismo fue abandonado
en Boyacá y Canalejas
por dos sujetos que huyeron
ignorándose sus señas.
Se encontró junto al carrito
y se acompaña, una yegua,
con todas sus guarniciones
excepto las anteojeras.
Saludo a Ud. atte.
Saturnino D. Videla,
Encargado de Despacho
de la Inspección de Veredas.

Ampliando esta nota, informo
que el carro de referencia
era más rojo y mas verde
que el diablo y la primavera;
que había en su vara rota
luz de espadas que se quiebran;
que la arpillera del toldo
era una bolsa de estrellas
porque cuando lo encontraron
la tarde caía, muerta,
aunque las ruedas lanzaban
tenues rayos de madera.
Y que la yegua flaquísima
trotaba con tal tristeza
añorando, femenina,
al del látigo y las riendas,
que hasta un Administrador
hubiera sentido pena.
¡Ah! Y que en los flancos del carro
murmuraban dos leyendas:
"Dejá la vida como es"
y "Aquí viene doña Pepa".
Entre líneas: "pena" y "vida".
Dante Videla, poeta.

De César Fernandez Moreno se leyó anoche, en el primer programa "dominguero" del ciclo, el comienzo de su extenso poema "Argentino hasta la muerte". Ganó la señorita Verónica Cornejo, de Lugano, a quien felicitamos... con toda sinceridad.

2 comentarios:

Quique Figueroa dijo...

El muro de los lamentos no debe ser mal utilizado, podiasta decimonónico.

La diva de Lugano llamó mas rápido, como sea.

Y ese es el leit motiv del Programa Irracional, con infinitos oyentes decimales, repartidos urbi et orbi.

De esos que no conocen feriados, ni fines de semana. Esa que algunos dieron en llamar la cofradía irracional o los chicos del PI, ya no con un bisonte como emblema, ni enarbolando banderas rojinegras, sino una en cuyo fondo hay libros, bibliotecas, radios, discos y teléfonos ..

Anónimo dijo...

no se te ocurre que hubo otro llamado antes, papa frita?