sábado, 29 de marzo de 2008

Lun. a vier. (título del editor)

Ante un acontecimiento como este, vuelvo a extrañar –anhelar- una más nutrida –nutricia- participación de los oyentes en este Blog. La nueva frecuencia de Párrafus –de lunes a viernes, anunciada la noche en que se leyó a un autor que tiene una novela llamada ”Ampliación del campo de batalla”- me despierta una renovada curiosidad por conocer el modo en que la escucha del programa se acomoda a las circunstancias de sus vidas. Pero quizá sea mucho pedir. Si ni siquiera el Quique Figueroa de Trelew, solidario, preocupado, consecuente coequiper, ha develado casi nunca esa intimidad –excepto con aquella mención a la pasada acerca de su “puesto de batalla, corrigiendo parciales” (entonces, ¿otro profesor?).
Por tanto, no me queda más remedio que seguir abundando en mi propia circunstancia, en la forma en que esta nueva abundancia Parrafista se inscribe en mi vida.
En principio, se da vuelta la tortilla. Hasta ahora, escuchaba dos Párrafus en el trabajo, lunes y martes, y uno en casa, el último. Desde la semana próxima será al revés: tres y dos. Además, el primero, el domingo a la noche, será recibido como una especie de premio en sí mismo –más allá de quién sea triunfador-, o un refrescante refrigerio –a base de adrenalina-, o un bálsamo relajante –en caso de ganar-, tras el interminable fin de semana en el que trabajo de día.
Eso sí: va a ser arduo llegar hasta más allá de la medianoche habiéndose levantado a las 05:30 del domingo; pero puede sobrellevarse si media una breve siesta tardía al volver a casa, a eso de las 20:00. Después la cena, después un retozo con la panzona (ya casi llegamos a los siete meses y todo bien, gracias), después “Futbol de primera” (aunque Chaca juega en segunda) y después hojear algo (repasar) a la espera de la hora del nuevo Párrafus “dominguero”.
Sobre todo, esta es la novedad que me entusiasma: la del comienzo de la semana –de acuerdo a la grilla de la radio-, la del colofón del descanso –para los más tradicionales trabajadores o las amas de casa-, la de mi relajada noche del domingo, que desde setiembre recorta en dos mi breve semana laboral, ya que los lunes vuelvo al trabajo recién a las 19:00.
Y el lunes, y el martes, todo sigue igual. Con una nueva radio –rescatada del cajón de los trastos-, pude en los últimos meses escuchar el programa cómodamente sentado en mi puesto, sin pasearme ya a lo largo del blindex a la caza de la señal. Con ánimo excéntrico, sin embargo, algunas veces le pido al encargado que me reemplaze un rato en la entrada, y yo me voy a escuchar más tranquilo al balcón-terraza del décimo piso. Desde ahí, mirando por encima de los bloques de edificios en dirección a la radio, distante unos 500 metros, mi pensamiento mágico (¿irracional, diría Figueroa?) quizá crea hacer más propicia la suerte del juego.
Y en cuanto a los nuevos Párrafos de jueves y viernes, deberé vivirlos antes de esbozar una evaluación, pero es claro que se trata de algo que me alegra –en la medida en que puede alegrarse por algo un desengañado, un amargado del mundo. El jueves y el viernes, junto con el miércoles, son mis francos, así que quizá –quizá paradojalmente- no extrañaba tanto la falta del programa; siempre hay otras cosas que hacer. Sería, sí, una verdadera carencia, una abstinencia de riesgo, si me faltaran los Párrafus “laborales” de lunes y martes; sin esa media hora de recreo, de crispada intensidad, el aburrimiento de la noche (la rutina de los otros programas, la inactividad, el sueño que impide leer) podría ser letal. Y a esa media hora, además, la estiro por un rato mediante la escritura, improvisando algo en torno al programa –algo bastante pobre en las últimas semanas, porque estoy sin compu, tanto en el banco como en casa, y se me hace cuesta arriba escribir a mano; es increíble como se acostumbra uno a ciertas comodidades, como nos somete el aburguesamiento. ¡Hasta tuve que copiar y pegar de Internet, los dos últimos miércoles!
¡Mier...coles!
No. Lunes a viernes –estrictamente hablando. Queda dicho.
Quede dicho también que me alegra, me entusiasma, me intensifica, me colma, casi, esta nueva frecuencia Parrafista; que felicito a Hugo; que seguramente lo molestaré menos ahora –porque la competencia será mayor-, pero que a veces menos es más; que ojalá el crecimiento del programa redunde en un crecimiento del Blog; que dios nos ayude, como dijo el otro, y, como siempre, que gane… el que más rápido llegue al teléfono –de los que más saben.
Buena suerte.

1 comentario:

Anónimo dijo...

y a mí qué me importa