domingo, 3 de mayo de 2009

A.de B. Ernest Hemingway

“Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo de continente, una parte de la tierra”
Ernest Hemingway, “Por quién doblan las campanas”

(…)
Sus preferencias son por lo demás elocuentes:

Su whisky: Johnnie Walter (Etiqueta Negra)

Su agua tónica: Schweppes

Su ginebra: Holland (con ella preparaba ‘Islas en el golfo’: cinco medidas de ginebra y jugo de lima). Otro explosivo era preparar bolitas congeladas de ginebra que usaba como cubos refrigerantes en su bebida preferida.

Su radio portátil: Zenith

Su máquina de escribir: Royal

Su fruta tropical: Chirimoya

Su golosina: ‘Mariquita’ (quesillo semiduro con melaza de caña).

Su bar: El Floridita, en el centro de La Habana vieja

Sus mujeres fatales: Ava Gardner y Marlene Dietrich

Su despertar sexual: con Prudente Boulton. En dos cuentos (‘Diez indios’ y ‘Padre e hijos’) aparece una chica de la tribu aborigen ojibway, que habitaba en las cercanías del lago Walloon, al norte de Michigan. En el primero de los cuentos, la chica se llama Prudente Mitchell, mientras que en el segundo es Trudy Gilby, si bien en los dos casos la chica real retratada era Boulton. Valiéndose del personaje de Nick Adams, Hemingway relata allí su primer vínculo carnal. En una entrevista, una de las hermanas de Ernest, Sunny, negó que a su hermano le interesase Prudente Boulton. Sin embargo, numerosos testigos coinciden en indicar que fue con ella que Hemingway disfrutó el sexo por primera vez.

Su extravagancia sexual: En un pastillero francés guardaba el vello púbico de las mujeres con que había mantenido vínculo amoroso.

Su extravagancia menor: No afeitarse ni bañarse por ocho días (lo hacía todos los meses pares).

Sus vicios tempranos:
-El alcohol: A los nueve años tomó el vaso de ginebra de su padre y lo mezcló con el té que le habían servido. Años más tarde, al recordar esa travesura, dijo que “quería saber por qué mi padre estaba más alegre después de tomar esa agua fuerte”.
-Las carreras de caballos.

Su récord de accidentes: Hemingway sufrió nada menos que veintiocho accidentes, la mayoría como consecuencia del abuso de alcohol e incluyeron incidentes automovilísticos y de aviación. Uno de los accidentes más insólitos fue el protagonizado el 7 de abril de 1935, cuando al rematar con su escopeta un tiburón a bordo del barco ‘Pilar’, la bala rebotó en el pez e hirió al escritor en ambas piernas.

Daños físicos externos:
-Erisipela (dermatitis intensa con inflamación cutánea y placas rojizas dolorosas, vulgarmente conocida como ‘mascarón chino’). En 1949, en Cortina d´Ampezzo, mientras esquiaba le entró tierra en el ojo y esto le produjo una infección que sumado al exceso de alcohol provocó esta afección que normalmente dura 12 días, pero que deja lesiones visibles. Hemingway desde entonces comenzó a dejarse la barba.
-Edema en los tobillos, temblor en manos, dificultad para caminar, ahogos, manchas en su piel, escamasiones, huellas de quemaduras.

Malestares físicos que lo aquejaron: Lesiones en el hígado, el bazo y el riñón, parálisis de los músculos de los esfínteres (incontinencia precoz), diabetes, cirrosis, urea alta, hemorragias oculares, pérdida casi completa de la audición en el oído izquierdo, fisura de dos discos de la columna vertebral, hipertensión, hemorroides ulcerosa e impotencia.

Adiós a las armas: El domingo 2 de julio de 1961 Hemingway decidió suicidarse. El arma utilizada fue su escopeta Boss de fabricación británica, calibre doce, de dos caños, comprada en Abercrombie y Fitch´s, una casa de deportes de Nueva York.

“Los pájaros entonaron sus más dulces cantos para darle la bienvenida al pequeño por su llegada a este maravilloso mundo”
(Del diario de su madre Grace)

(“Hola, Hemingway”, José María Gatti, capítulos ‘Supongo que todo nos recuerda algo’ y ‘Ellos dijeron’, Ediciones Biblioteca Nacional y Página 12, 1999)


Ernest Hemingway, Parrafista Nº 38, 28 de junio de 2006

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