Se dejan leer, los socializamos, jugamos con ellos (aunque no tanto como ellos lo hacen con nosotros), y descubrimos nuevas tramas, estilos desconocidos, o plumas que nos llegan directo al corazón en forma intempestiva e inesperada.
Bien, Arlt es un alma mater, de esas que ronda este espacio de multitudes solitarias.
Roberto Arlt, todo un personaje, un cultor del lenguaje, un tipo con un fuego especial en su interior. Si, probablemente por eso sentía la necesidad de sacarlo todo afuera, o vomitarlo, cual lanzallamas.
Va entonces un fragmento del libro en cuestión, como para vivir un 25 de mayo distinto.
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