Para congraciarme con nuestro conductor (con quien a veces, creo, soy un tantito irrespetuoso), me adelanto en la lectura que viene regalándonos de “Los derechos imprescriptibles del lector”, separata de un libro de Daniel Pennac, “Como una novela”, que este bimestre trae la revista Quid –que se consigue en la cadena de librerías Yenny y El ateneo. Se trata del capítulo 9: El derecho a leer en voz alta
Considero que con esto me congraciaría con Hugo porque, de verdad, creo que lo que sigue, (en rigor, el segundo párrafo) le queda como anillo al dedo - o como su voz a la lectura.
“El hombre que lee de viva voz se expone de manera absoluta. Si no sabe lo que lee, es ignorante en sus palabras, es una miseria, y eso se escucha. Si rehusa habitar su lectura, las palabras permanecen como letras muertas, y eso se siente. Si colma el texto de su presencia, el autor se retracta, es un número de circo, y eso se ve. El hombre que lee de viva voz se expone de manera absoluta a los ojos que lo escuchan.
“Si lee de verdad, si pone en ello su saber y domina su placer, si su lectura es un acto de simpatía con el auditorio tanto como con el texto y su autor, si logra que se oiga la necesidad de escribir y despierta nuestra más oscura necesidad de comprender, entonces los libros se abren de par en par, y la muchedumbre de aquellos que se creían excluidos de la lectura se precipita en ella tras él.”
Creo también que otros oyentes coincidirán con esta apreciación, y también a los oyentes les dedico esta cita –porque también con alguno de ellos a veces fui irrespetuoso.
Hasta la semana que viene.
Suerte a todos para noviembre.
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