miércoles, 7 de noviembre de 2007

Metalectura (y lectura, y lectura...)

METALECTURA

La reseña sobre “La luna del bajo fondo” me llevó a recordar el tango aquel donde el protagonista, no muy poéticamente, como en sede judicial, declara su domicilio. (El tango no es de Cadícamo, por cierto.) La semana pasada, en una extraña reseña efectuada bajo los efectos del automatismo psíquico, se produjo la mención, por dos veces, de mi dirección de correo electrónico.

METALECTURA II

Cuando supe del Párrafus en vivo que Hugo llevó a Córdoba, me pasó por la mente que le lectura elegida habría sido de Leopoldo Lugones. (En realidad, se trató de Marco Denevi.) El lunes, en el primer programa luego de aquel viaje, se lee a Cadícamo. En mi somera búsqueda de algún dato sobre este autor (en el “Manual, guía, enciclopedia, crónica y diccionario del tango”, de Constantino Sobrino, Instituto docente y editor Las Llaves, Bs. As. 1971), leo: “Cadícamo, Enrique: Nació en el año 1900. En su juventud trabajó en el Consejo Nacional de Educación, muy cerca del escritor Leopoldo Lugones...”

METALECTURA III

En la misma escritura automática del otro día (“Asociación libre o Quedé loco...”), menciono, sin nombrarlo, un cuento de la literatura japonesa que filmaría Akira Kurosawa. También, hace unas semanas, señalaba la falta de “algún toque oriental” en la lista de lecturas del programa. Anoche, irrumpe no solo un exponente de las letras niponas, sino un título ("El maestro de Go")que da cuenta de un complejo (como Párrafus) juego oriental.

El nochero
Barajando recuerdos
Del pasado
Como un sueño
A quién le puede importar
Apagá la radio

(Tangos de Enrique Cadícamo)

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