Timba y Literatura – Parrafus interruptus
El timbero analítico
Las características mentales de las personas “analíticas” son, en sí mismas, muy difíciles de analizar. Nuestro conocimiento de ellas se limita a apreciar sus efectos y el vivo goce que produce a sus poseedores. Así como los fortachones se entusiasman con sus aptitudes físicas, el analista-deductivo se deleita en su actividad mental de desembrollar. Esos tipos obtienen placer hasta de las cosas más triviales donde ponen en juego sus talentos: resolver palabras cruzadas, acertijos, jeroglíficos; hacer la claringrilla o acertar en el Parrafus interruptus. Es ahí donde ponen en juego su agudeza, intuición, método o lo que diablos sea que al resto de los mortales aparece como sobrenatural.
A primera vista parecen aptitudes emparentadas con las matemáticas y las probabilidades, pero calcular no es lo mismo que analizar. Un jugador de ajedrez, por ejemplo, hace lo uno sin esforzarse en lo otro. Más agradable es el juego de damas y ni qué hablar el juego por antonomasia, el que tiene todos los ingredientes para hacer felices a analíticos, lanceros, intuitivos, mentirosos, observadores, distraídos, sinceros, ingenuos, crédulos o ateos: el truco.
Para el Parrafus interruptus hay mucho que aprender allí. Una palabra casual o inadvertida, el carraspeo accidental del conductor o cualquier otro elemento que arrime un poco de certidumbre, debe ser aprovechado. Sin ir más lejos, estas palabras, podrían ser una pista, una señal o la obra de un escritor consagrado o el lamentable producto de un intento de intervenir en el esquivo mundo de la quiromancia o de las letras.
El jugador compulsivo:
Llevado al extremo, el jugador compulsivo es el que juega en dos mesas a la vez y no se permite ver el número premiado. En la versión Parrafus interruptus, si hubiera dos líneas de teléfono, se tiraría lances por ambas a la vez y no llegaría siquiera a disfrutar ni la lectura ni el acierto o alegría del agraciado. No es para preocuparse, es sólo la descripción de casos extremos y excepcionales. A las personalidades compulsivas les resulta difícil contenerse. “Si pudiera dominarme durante una hora, sería capaz de cambiar mi destino.” dijo Alejandro Ivanovich, un conocido de varios de ustedes.
El habitué:
El habitué juega por placer, como una forma de vida, como quien escucha su música preferida y, por costumbre también. Como esos vecinos de mi pueblo que no se perdían un solo día de truco en el Cine Central o en el Club Progreso, las carreras cuadreras de antaño y, cosas de la modernidad, una vichada diaria al blog La Pulpera. Hasta el comisario Lazo participaba, y está probado que nunca hubo tanto orden ni tanta paz en La Playosa. Después llegaron la TV por cable y estos facciosos de TN y comenzaron los escándalos, los rateros y la gente anda todo el día con el Jesús en la boca. Saquen ustedes las consecuencias filosóficas de este hecho experimental.
Dejo por hoy estas reflexiones, aunque quizá algún lector haya sospechado ya, que así como “el diablo mete la cola” sin que lo llamen, es muy posible que algunos autores, se hayan colado, como para averiguar, de puros curiosos, como se teje la urdimbre de esa conjunción irracional de pasiones, literatura, timba, cuentos, novelas, teatro y la poesía cruel de ese milagroso programa que se llama Parrafus interruptus.
Se agradece la desinteresada participación y ayuda de:
6 comentarios:
¡Muy bien, Fernando! ¿Puedo anotarme entre los 'habitués'? ¿O ya tendré el mote de 'compulsivo'? Un abrazo.
Mucho gusto Fernando soy Mònica, me encantò tu nota. Soy profesora de matemàtica y utilizo mucho el tema lùdico para la enseñanza de esta materia. Con respecto a lo personal me encanta jugar al truco y al pòker en la pc, gano fortunas virtuales pero nunca fui a un casino. Saludos
Para variar me olvidè de comentar algo: el de la foto del medio es Edgar Alan Poe
Marcelo: de verdad creo que sos polifuncional (un 9 de área, que defiende y ocupa el medio campo), te podés anotar en todas estas y las que encontremos. Sólo así se puede explicar tanta puntería.
Mónica, sí, son Payró(Nuevos cuentos de Pago Chico), Poe (Narraciones extraordinarias) y Dostoievsky (El jugador).
Muchas gracias a los dos!
Marcelo:
Pensándolo bien, ahora con la mente fresquita a la mañana, YA estás anotado entre los "habitués".
Lo menos que estamos es "habituados" a escucharte acertar!!!
Un abrazo
De nada Fernando. Dar uno de los nombres de las fotos que aparecen en tu texto tambièn fue una forma de jugar. Ah! el caballo del Cid se llamaba Babieca y la pelìcula de la que te hablò Hugo la protagoniza Charlton Heston y muestran (en una escena muy bizarra) como ganan la batalla poniendo el cadàver del Cid (que habìa muerto antes) con una armadura atado a Babieca. Saludos
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