jueves, 20 de noviembre de 2008

¡...mueran los salvajes unitarios!

De no creer, ¿eh?
Ayer celebraba la extendida escucha nacional de la radio y de Párrafus con un verso de un tango que cantó Gardel: “¡Viva la santa federación…!”
A la noche, Hugo nos trae “Argia”, una pieza teatral argentina, de 1824, de ambiente helénico, de tema clásico, escrita por… ¡Juan Cruz Varela, un poeta unitario!
Además, el ganador fue Luís Gobea, por cuyo estímulo, también ayer, regalé a los compañeros oyentes el poema de Eduardo Romano que el profe de De la garma recordara hace poco.
Y más tarde, en otra Entrada, minutos antes del programa, copié algo sobre Howard Fast, cuya novela “Espartaco” develara Luis el jueves pasado.
Si esto no es una invocación, digo yo… ¡es tentar al diablo, maldita sea!

Bueno, que haya ganado Luís no es para asombrarse, lo viene haciendo muy seguido en los últimos meses. Se vislumbra como un rival importante para el próximo año. Pero me tranquiliza lo que dijo al reaparecer como triunfador el pasado septiembre: que escuchaba siempre el programa, aunque no lograba participar. Menos mal, me digo, que inició esta racha recientemente, si no, tal vez, otro hubiera sido el cantar en el actual certamen 2008.

“Argia”, de Juan Cruz Varela, entonces.
Descifrar esto, en verdad, es una de las hazañas mayores del ciclo. Si hasta parece inventado. Pero no. Lo busqué en la Internet. Obra y autor existe y existieron –la calle, acá en Lomas, está, pero podía ser de un marino o un abogado. Vean:

Juan Cruz Varela
Nació en Buenos Aires en 1794.
Murió en Montevideo, Uruguay, en 1839. Fue Teólogo y periodista.
Se doctoró en teología en la Universidad de Córdoba y comenzó a estudiar leyes en 1817. Un año después abandonaría esa carrera para retornar a Buenos Aires atraído por la política y el periodismo. Partidario de Rivadavia, militante oficial activo, puso sus versos "al servicio de las miras ilustradas del gobierno" (Raúl Castagnino, Historia de la Literatura Argentina, Centro Ed. de América Latina, Bs As, 1980). En la misma casa del presidente, ante un público selecto, supo leer sus obras consiguiendo gran aprobación. A la caída de su protector debió exiliarse en Montevideo. Allí pasó los últimos diez años de su corta vida. Poeta de sólida formación clásica, gran conocedor del latín, antes de morir en el destierro reunió sus poesías heroicas, de amor y sus traducciones.
Neoclásico por educación, manejó el repertorio mítico común a españoles y americanos de su tiempo. Castagnino afirma que desde un punto de vista estrictamente literario, Varela es la figura de mayor relieve de la literatura argentina en las primeras décadas del siglo XIX. Se considera a sus tragedias Dido y Argia, las obras más importantes de la etapa del surgimiento del teatro nacional.
En 1978 los doctores María Luisa Olsen y Antonio E. Serrano Redonnet publican por primera vez Once fábulas inéditas en verso que Varela escribiera a los veinte años, época en que llevaba una vida de estudiante en Córdoba. Las mismas fueron inmediatamente incorporadas al repertorio destinado a los niños.
Juan Carlos Merlo informa que los manuscritos de esas fábulas se encuentran en la Biblioteca del Congreso de la Nación.

Otras obras publicadas: Entre sus obras se encuentran sus trabajos de adolescencia Elvira (Poema, 1817) y A río revuelto ganancia de pescadores (Sainete); las tragedias Dido y Argia (1824), y el poema épico 25 de mayo de 1838.

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