"Si las páginas de este libro consienten algún verso feliz, perdóneme el lector la descortesía de haberlo usurpado yo, previamente. Nuestras nadas poco difieren; es trivial y fortuita la circunstancia de que seas tu el lector de estos ejercicios, y yo su redactor" Jorge Luis Borges
domingo, 30 de noviembre de 2008
Obertura paragüista
“Siempre he comprobado que la gente, dándole tiempo, se confiesa”, decía Pavese. Los Parrafistas (alguno de nosotros) hemos comprobado que María Suárez, dándole tiempo, gana el juego.
El viernes, en el último programa de noviembre, esto se verificó una vez más. María, en pos de revalidar su condición de vicecampeona de los certámenes anuales, se esmeró pacientemente en obtener su decimoquinto triunfo del año –Verónica Cornejo lleva diecisiete.
En efecto, tras un total de 16 minutos de lectura bifronte, la Dama de Coghlan apareció sobre el filo de la una para responder que la novela de la noche (la segunda) era “El autor intelectual”, del rosarino contemporáneo Juan Martini.
¿Lectura bifronte?
¿Segunda novela?
Así es. Esa noche, nuestro conductor cambió de caballo en medio del río. Leyó durante unos diez minutos una novela, y después, a la vuelta de la tanda, anunció que abandonaba esa lectura para empezar otra –del mismo autor, claro.
Y así fue. De un inicio frío y detallista, impersonal, donde se narra el despertar, el desayuno y la salida de su mansión de un magnate o político con todo y mayordomo, pasamos a otro, más coloquial y simpático, medio costumbrista y rosarino, con tintoreros y una Dolly y un Mauro que es escritor... que interrumpió, este sí, casi a los siete minutos, María Suárez. La mención de Rosario, y que el narrador fuera un hombre de letras, la puso en la pista. De la lectura inicial, dijo, no tuvo ni idea. Se trataba, informó Hugo, de “El cerco”.
Extraño artilugio sacó de la galera el susodicho, ¿no? Es el mecanismo habitual cuando el género es Poesía: termina la lectura de una y se da inicio a otra. Y a otra, y a otra, hasta que aparece el oyente interruptor. También se practicó esto un par de veces en que se leía Cuento; recuerdo el caso del Ininterruptus del primero de octubre: terminó “El cuarto de las fotos” (título que deduje por las palabras omitidas) y empezó otro, igualmente infructuoso –en cuanto a la resolución del juego. A veces, también, Hugo anuncia que el cuento elegido es corto y podría, al cabo, dar lugar a un segundo inicio. Pero abandonar –inconclusa, por supuesto- una novela y empezar otra, esto es nuevo. Y aunque nuestro conductor, al anunciarlo, hizo refrendar este procedimiento por el galopante escribano que lo secunda, es extraño. Nos dijo que era válido, que estaba en el reglamento, pero jamás los oyentes habíamos tenido conocimiento o vislumbre de esa posibilidad.
No importa. Lo sabemos ahora. No me parece mal. Me intriga, pero eso es todo. Reflexiono que Novela es el género claramente mayoritario en la historia del juego –es también el que me ha sido más propicio-, y que tal vez no necesite una ayudita como esta... Pero recuerdo que un oyente, hace un tiempo, proponía que, cuando alguna noche la lectura se dilatara demasiado, Hugo hiciera una pausa, un autointerruptus, y ayudara a la audiencia con un dato alusivo: fecha del texto, nacionalidad del autor, otras obras del mismo... Bueno, tal vez este cambio de monta, de una novela a otra, sea la forma en que Hugo adaptó aquella propuesta. O también puede entenderse como un segundo intento, dentro de un mismo Párrafus, con un autor Ininterruptus.
No creo que en el caso de Martini lo haya llevado a improvisar esto el temor de un nuevo Ininterruptus –ni siquiera en caso de tener al autor en línea. ¿Por qué pensar así -mal? Ya todos estamos hechos a la idea de la proliferación de Ininterrupus; este año tuvimos un mes con cuatro; este mes tuvimos dos consecutivos... También, ¿por qué no?, puede pensarse que, al dar vuelta una página de “El cerco”, se encontró con alguna rotura o manchón que impedía continuar la lectura; y tenía con él la otra novela porque hasta último momento no se había decidido entre ambas. En fin, las posibles explicaciones son varias.
Por mi parte, diré que esa noche llamé para arriesgar con dos autores, y diría que estuve bien rumbeado. Como en la noche de Paco Urondo, nombré dos rosarinos (otros dos), pero un par de décadas anteriores a Martini. En Martini no llegué a pensar ni por las tapas... ni por las tapas de alguno de sus libros que tengo vistos. No leí nada de él, solo lo conozco un poco por artículos o reportajes: es uno de bigotitos y anteojos. La verdad, es uno de esos escritores argentinos que no me interesa para nada –como Sergio Bizzio. Creo que empezó con novelas policiales (una de ellas, “El cerco”, otra, “El agua en los pulmones”) y después se puso medio experimental e intelectualoide. Otros títulos suyos que recuerdo, más recientes, de los 90, son “Composición de lugar” y “El fantasma imperfecto”. De esta segunda etapa también es “El autor intelectual”, el libro muleto de la otra noche. Creo que tiene un personaje (¿Minelli?), una especie de alter ego, que pasa de una novela a otra. También recuerdo que firmaba sus primeros libros como Juan Carlos Martini, su nombre completo, pero lo abrevió porque había otros dos escritores que se llamaban parecido: Juan Carlos Martini Real y Juan Carlos Martelli. ¡Andaaaaá...!
Finalizó noviembre, entonces, con una semana pletórica de profesionales de la cosa: ganó un poeta, ganó un estudiante de letras, ganó un profesor de literatura y ganó María Suárez –que mucho nunca contó pero yo sé que es también una mujer de letras.
¿Haré esta vez mi profecía?
Sobre el fin del año pasado anuncié que, tras la lectura de los 250 del mazo, los Ininterruptus se multiplicarían en el 2008. No fueron tantos, en definitiva (16 –hasta ahora- en casi 200 juegos es una meada en el Amazonas), pero son más que los 5 del 2007. Espero que también mi nueva profecía se de por aproximación: que el 2009 será de los profesionales.
Poetas, estudiantes, profesores, mujeres y hombres de letras, en general, se impondrán paulatinamente sobre los simples aficionados, los simples hedonistas, los simples autodidactas... Y Hugo, para mi desgracia, de acá a unos meses no podrá seguir diciendo que el mayor ganador de su Párrafus es un simple vigilador.
Y finalizó noviembre con un holgado triunfo mensual de Luís Gobea: 6 victorias obtuvo el querible profe de De la garma, contra 2 de otros varios oyentes. No dimos lugar a un nuevo ganador este mes, pero la alternancia de triunfos de los reincidentes, sumada a la proximidad del fin de año, puso emotiva la puja por el subcampeonato 2008. Sigue segunda Verónica Cornejo, con 17; pero se acerca María Suárez (la subcampeona 2006 y 2007) que ahora suma 15; después, ahí nomás, Roberto López Motta y Mario Tsolakián con 14; y el quinto, con 11, es Luís Gobea, que también, si le sigue la racha, puede arrimar en una arremetida final.
Eso sí, el record de victorias mensuales por el que consultó nuestro conductor (¿ven que no soy el único aficionado a los scores?), sigue en mi poder. En julio gané con 7.
Me despido con unas palabras de Gregory Bateson, uno de esos psicólogos norteamericanos, que no sé si tendrá algo que ver pero el otro día me gustó:
“El juego no limita o define los actos que lo componen. La palabra ‘juego’ sólo es aplicable a ciertas premisas amplias del intercambio. En el lenguaje corriente, ‘juego’ no es el nombre de un acto o acción, sino el nombre de un ‘marco de acción’”.
Las leí en otro de los libros que me gané en Párrafus: “Breviario de máximas y mínimas”, de Ignacio Katz. ¿Alguien me las puede explicar?
Gracias.
Chau.
Felices lluvias.
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