“Canto del que viejo muere” quería decir “Canto del cisne”. Fue el título de la Entrada con la que, el año pasado, reseñé mi triunfo en la noche de la Feria del Libro. Con ese título aludía a la novela de Aldous Huxley (“Viejo muere el cisne”) con la que también ganara en su momento. Y planteaba aquello como mi canto del cisne porque suponía que mi futura condición de padre, más un vago anhelo de retirarme victorioso, me llevarían a abandonar paulatinamente el juego, o, al menos, el interminable triunfo. Evidentemente, no fue así. Y anoche lo hice de nuevo.
En una semana con dos Ininterruptus, considero que Hugo se la jugó valientemente al elegir para el programa en vivo desde la Feria a la poeta Juana Bignozzi. Otro, hubiera ido a lo seguro, leyendo, por ejemplo, a…, bueno, pongan ustedes un nombre. Pero Hugo es así –y además Juana resultó segura.
Ahí estuvieron, entonces, esos versos de talante coloquial, amables pero convincentes, memoriosos, “ideológicos”, como dijo después la autora. Porque, después de mi asombrada participación, ahí estuvo la poeta, charlando con nuestro conductor.
Por precariedades propias de una transmisión desde exteriores, se contaba con una sola línea telefónica, así que recién después de mi intervención se pudo llamar a la autora. No pude saludarla, entonces, pero alcancé a decirle a Hugo que me viene gustando bastante (o mucho) lo que fui leyendo de ella, en antologías o suplementos de cultura. En “Los nuevos”, una selección de cuentistas y poetas hecha por Josefina Delgado y Luis Gregorich para el Centro Editor en 1968, confirmé el título que una palabra omitida me había dejado sospechar: “Mujer de cierto orden”. Pero debo confesar que antes había llamado y, sin decir el título, tiré otro nombre. Lo digo: Amelia Biagioni. Leo me dijo que no y corté. La pura memoria me había fallado. Por suerte estaba en casa y pude recurrir a los libros.
(Digresión: para los oyentes que me suponen guglista –el último, Gus de Palermo-, dos preguntas: ¿Cómo hago para averiguar una lectura con Google en 12 segundos, o en 21, o en 38? Creo que ni con banda ancha se puede. Y, ¿por qué no gugleo las noches de Ininterruptus? Pero está bien, no importa. Ladren, nomás…)
En “Los nuevos” figura este poema, por ejemplo:
SOY UNA MUJER SIN PROBLEMAS
Todos lo saben
y entonces buscan mi compañía para charlar por las noches.
Sin embargo yo conozco a alguien que quiere morir
en paz consigo mismo
y me produce estremecimientos, insomnios, soledad,
porque la paz conmigo misma sería una guerra sin fin,
dos o tres asesinatos inevitables y alguna entrega desmedida
que no entra en mis planes.
Sin embargo yo sueño por las noches
con un jardín inmenso donde los muertos
se levantan para saludarme;
yo sueño con un hombre que me inquieta y como lo ignora
me habla amigablemente del resto del mundo
y de mis múltiples amores, tan simpáticos,
tan apropiados como tema de conversación.
Mientras lo tipeo (porque tampoco lo busco en Internet), pienso que este poema rima con una respuesta de Juana Bignozzi en la extinta revista Lea. En el número 14, de junio del 2001, hay una entrevista a la poeta con el siguiente copete:
“De visita en Buenos Aires por pocos días –reside en Barcelona desde 1974-, Lea conversó con la poeta Juana Bignozzi sobre su último libro ‘La ley tu ley’ (publicado por Adriana Hidalgo Editora), que además contiene su anterior producción poética compuesta por ‘Mujer de cierto orden’, ‘Regreso a la patria’, ‘Interior con poeta’ y ‘Partida de las grandes líneas’.”
“La ley tu ley” es el libro que me gané anoche, por lo que, tras releer la presentación de esa entrevista, ya estoy exultante. Voy a tener casi toda su obra poética. Y la respuesta que mencionaba es la que sigue.
-¿Para qué lector escribe Juana Bignozzi?
-Para un lector que no busque serenarse con la lectura. Para un lector que lea mi poesía como la historia de una memoria para que él tampoco pierda la memoria.
Con esto (con el poema y la respuesta), y a manera de segunda digresión, respondo al oyente que me aconseja que me relaje y goce, y también al oscuro comentario aclaratorio de Fernando Terreno en “Introspección ininterrupta”, donde desea y anhela que yo no necesite no sé qué cosa para disfrutar del programa. Amistosamente, les digo a ambos que ni el relax –ni el confort- ni el calmado placer –tal vez sí el Goce lacaniano- son para mí. A mí, denme la intensidad. A mí me gusta todo fuerte: el café, el mate, los alfajores…
Pero del amigo Fernando hay que decir que fue el ganador de la semana, con dos triunfos. Por desgracia (¿?), hay que agregar que estos fueron el pan del desabrido sanguche Ininterruptus que debimos tragarnos.
El lunes, Fernando reconoció “El castillo blanco”, del premio Nobel 2006 Orhan Pamuk, un turco. Y el jueves, tras sufrir los mismos impedimentos que padecí yo -teléfono largamente ocupado o sonando sin respuesta (*)-, el hombre de Chacarita ganó con el cuento “Tini”, del escritor y diplomático argentino (nacido en Bolivia) Eduardo Wilde. Entre estas dos participaciones de Fernando, la poesía del martes y la novela del miércoles. ¿Títulos? ¿Autores? ¿Ganador/es? Misterio…
Si no recuerdo mal, se alcanzó (o se repitió) el record de cuatro Ininterruptus en un mes. Dos novelas, una obra de teatro y poesía. Esta última, referida a la guerra civil española, parecía sencilla, pero nadie la conoció. La pieza teatral, como ya especulé, sería de autor nacional, de asunto sainetero, de leve crítica social. La primera novela, la de los inmigrantes libaneses, al principio parecía como de ciencia-ficción, pero no sé. Y la segunda, la de “Philip, Philip, Philip”… espero que no sea de la autora que nombró Verónica Cornejo la semana pasada. Aunque, en todo caso, esta vez la joven de Lugano no apareció.
Por mi parte, esta vez -estas cuatro veces-, no hice la habitual búsqueda (a posteriori, en el locutorio) con Google. Falta de tiempo y de energía me lo fueron posponiendo. Pero todavía puede hacerse. Por ahí tengo anotadas algunas frases o nombres propios, que a veces ayudan. Eso sí, si averiguo de qué se trató, me comprometo firmemente a no dar acá ninguna pista, nunca más. Si las descifran, después se estudian a los autores y me ganan.
Antes de despedirme, se me ocurre disculparme con alguno de ustedes por insistir en hablar –escribir- tanto de mí mismo. Pero, como decía no sé quién, “es el tema que mejor conozco”.
Y, a propósito, los saludo con otro poema de Juana Bignozzi.
EN ESTE MEDIODÏA
en este mediodía de reyes en esta ciudad de Tucumán
plagada de mendigos moscas patria mi país
pienso en el mediodía de reyes de hace un año
en una playa del sur
donde hacía tanto frío
que tus ojos eran color piedra el mar color negro
y yo abría una lata de sardinas para el almuerzo
hecho con el cual no aportaba nada
a la historia de la poesía ni a la historia de la revolución
pero sí mucho a mi historia personal
que está más necesitada de esos hechos que las otras historias.
(“Nueva poesía de América”, selección de Alberto Perrone, Centro Editor de América Latina, 1970)
(*) Lo cual me dio la idea de ilustrar la crónica de esa noche con la canción “Teléfonos que suenan en habitaciones vacías”, de Luca Prodan.
2 comentarios:
Perenchio: vos no sos intenso . . . sino TENSO !
y lo de Ja ! fue un aporte genial que ni advertiste . . . todavía.
Un día cuando empieces a bajarte del caballo empezarás a ver el horizonte más claramente.
Ja ! volvé !
Así que se estudian a los autores y te ganan?
Pero, qué barbaridad, che!
Después, si querés, podemos arreglar cuentas!
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